Detective Conan es una producción de Gosho Aoyama, todos sus derechos le pertenecen a él y a sus respectivos proveedores. Este fic no está hecho con fines de lucro, simplemente escribo por el gusto de escribir y para dar gusto a los lectores, así que, por favor, no me denuncien. Gracias n_n;
NA – Esta serie sigue el hilo del tomo 26, justo después de la reaparición de Shinichi (Shinichi's Rebirth). Este tomo aún no ha sido traducido al español y por eso mismo y para que entendáis más este fic, ya estoy en ello. De momento, os recomiendo que leáis esto para entenderlo mejor. Será un pequeño resumen, sólo para no perderos mucho en los primeros capítulos n_n
Tomo 26, capítulo 7 – Desenlace – Conan vuelve a ser Shinichi gracias al antídoto de Ai, pero este sólo dura 24 horas y justo cuando se había decidido a hablar con Ran (ya estaban los dos en un restaurante) se vuelve Conan.
::Simbología::
"…" Lo que dice un personaje
*…* Lo que piensa un personaje
* * * * * Cambio de escena
~ ~ ~ Flash Back
Empezando a Olvidar
Cap. 8 – 'La final y el final'
A Great Karateka in Love Fanfic,
bye CiNtUrO-cHaN
Ran y Conan volvieron a entrar al apartamento, para alegría del chico cogidos de la mano, aún recordando la escena anterior. Mil pensamientos, distintos y semejantes a su vez, pasaban por sus cabezas. Ran miró el reloj y suspiró. Aún eran las diez… ¡y encima domingo! Bueno, tampoco había sido malo levantarse tan rápido. Ahora sería buena idea ir al gimnasio a reforzarse un poco o a ir a correr, como un precalentamiento para la tarde. Porque sí, hoy definitivamente era el gran día, esas oportunidades que sólo ocurren una vez en tu vida y que hay que aprovechar. Hoy, Ran iría a por todas. Se había propuesto mantener alejado a Shinichi de su cabeza durante el encuentro para que no se repitiera lo de la otra vez, porque ahora ya sabía lo que le había ocurrido la otra vez.
Entre lo del Día Blanco, y sus escasas llamadas, y que pronto se cumpliría el nefasto aniversario de dos años desde que él desapareció por primera vez, su cabeza se montó un cacao que acabó por explotar. Y súmale a eso el público, el griterío y estar jugando un torneo de kárate. Sí, definitivamente fue todo eso junto lo que la hizo desmayarse.
Pero ya no, esta vez no. Shinichi quedaba al margen, aunque últimamente había vuelto a pensar en ello. El descubrir que todo lo de 'la nueva Ran' y el encontrar pareja no había sido más que un intento de su subconciencia para no estar sola, para sentirse mejor consigo misma, le había hecho replantearse muchas cosas. Ella sólo intentaba sentirse querida, sólo quería un poco de afecto, cosa que últimamente no tenía. Su padre no era la fuente de la comprensión, y con él no podía contar para ese tipo de problemas. Hablar con su madre habría sido una buena idea, pero mencionarle que estaba así por Shinichi, no. Y Sonoko… bueno, ella siempre decía lo mismo '¡Anímate, Shinichi y tú sois amigos desde la infancia y no te traicionará!'. Pero lo cierto es que al no poder hablar con nadie, se había cerrado en si misma. Y lo del Día Blanco… eso fue el colmo. Y entonces se creyó sentir ofendida, enfadada y olvidada. Pero sólo se sentía… triste. Porque en el fondo de su corazón sabía que por mucho que lo intentara, nunca había intentado olvidar a Shinichi en serio, ya que nunca le había dejado de querer. En ninguna ocasión, si bien no se dio cuenta, tuvo la intención de querer alejarse de él. Simplemente era como si se tomara una pequeña venganza en versus su olvido. Porque eso fue lo que le dolió y nada más: que se olvidara de ella. El temor de que él no sintiera lo mismo, de sentirse sola y olvidada…
Ahora había decidido dejar atrás todas esas infantiles ideas. Ahora intentaría afrontarlo todo con madurez. Si no podía hablar con nadie, esa no era razón suficiente para armar tal escándalo. Pero una parte de ella se negaba a perdonarle.
"Uahg… ¿a qué hora es la…uahhh…lucha…?" dijo Conan entre bostezos, sirviéndose un vaso de leche y sentándose al sofá junto a la pensativa Ran.
Ella lo miró algo anonadada "¿Eh…? Ah-er… a las seis, pero yo tengo que estar allí una hora antes… para el precalentamiento y tal… ¿Me das un poquito?" dijo ella sonriéndole. Conan asintió y la chica cogió el vaso de leche. Luego se lo devolvió y se quedó mirando a la nada.
Conan la miró de reojo, algo preocupado "Esto…Ran-neechan, quería preguntarte algo…" el pequeño se puso a jugar con sus pulgares, algo rojo.
Ran sonrió para sus adentros "Nunca me ha gustado."
Conan se giró rápidamente hacia ella, sorprendido y nervios a la vez "¡¿Cómo…?!" fue lo único que logró articular. Ella rió misteriosamente y se encogió de hombros "No se, pero a juzgar por lo bien que te caía Kaji y la cara que has puesto… he pensado que me preguntarías algo así. ¿He acertado?" preguntó inocentemente.
Él asintió estáticamente con la cabeza "¿Y si nunca te ha gustado, por qué…?" antes de seguir, Ran se movió y se tumbó, apoyándose en su hombro, haciendo que aún se quedara más robotizado que antes, con todas sus extremidades al límite.
"Bueno…es una larga y complicada historia…para que me entiendas, me sentía un poco sola…y tonta de mí, creí que esta sería la mejor manera de sentirme querida… y a la vez de castigarle un poco a él. Aunque soy idiota, estoy segura que a él no le habrá afectado nada. Y dudo que se haya enterado de todo lo que ha ocurrido…" dijo ella, con una sonrisa triste, mirando a través de la ventana el cielo gris. Conan la miró apenado.
"¿Te refieres a…?"
Ella se puso algo roja "Sí, Conan, siempre me refiero a él, ¿a quién más? ¡Rayos! No sé por qué te cuento esto… pero la verdad es que sé que puedo confiar en ti, ¿verdad?" Ran puso una de sus mejores sonrisas, haciendo que el pequeño se pusiera a juego con su pajarita roja. Pero no sabía si estar más rojo por su proximidad, su sonrisa o lo que estaba diciendo.
"¿Todo esto lo has hecho para que Shinichi-niichan te prestara más atención?" preguntó, incrédulo.
Ran negó con la cabeza "No, no estoy tan desesperada. Lo que pasa es que mi orgullo me ha jugado malas pasadas… y he confundido mucho las cosas. Pero no te equivoques, Conan. Yo aún estoy muy dolida."
Conan dio un suspiro *¿Qué es peor, dolida o enfadada? Creo que dolida…* Entonces, se armó de valor y se giró directamente a la chica, más decidido que nunca "R-Ran-neechan…ya sé que estás dolida con él y quizás enfadada, pero…" Conan suspiró hondo y apretó los puños "¿Pero le odias…?"
Hubo unos instantes de silencio, como si el mismo destino quisiera crear más expectación en el momento. Ran parpadeó, incrédula ante la seguridad y la soltura con que el muchacho había pronunciado esas últimas palabras "Yo…pues…" empezó a notarse el color en sus mejillas. ¿Le odiaba? ¿Ran Mouri odiaba a Shinichi Kudo? Nunca. Estaba dolida, y enfadada, cosa que no era poco. Pero llegar a odiarle… Ella misma se lo había demostrado a sí misma, que era incapaz, incluso queriendo, de odiarle.
Ran sonrió algo contrariada y miró a Conan, el cual la miró intensamente. ¿Sí, no, quizás? Sus posibles respuestas. Al igual que Ran, él también había estado pensando mucho, sobre todo la manera para que ella le perdonara. Con un regalo bastaba, pero él no quería conformarse con eso. No, definitivamente un regalo no bastaba. Quería verla contenta, feliz, mucho más de lo que llegara a estar nunca por un simple regalo. ¿Y qué mejor regalo que darle eso en su auténtico cuerpo? Pero claro, siempre llegaba al mismo punto: su auténtico cuerpo.
Ran se giró de nuevo hacia la ventana "Pues claro que…"
"¡¡RAAAAAAAAAAAAN!!"
Se oyó un retumbar de pisadas, y Kogoro bajó del segundo piso hasta llegar al salón donde se encontraban, sobresaltando a los dos jóvenes, quienes dieron un salto considerable. Kogoro, algo rojo y con una cerveza en la mano, se dirigió titubeante hacia su hija.
"¡Oye, hic! ¡¿Quién demonios ha llamado antes, hic?! ¡¿Es rico, hic?!"
Ran se lo quedó mirando con cara de '¿por qué me tocó éste, de entre todos los padres del mundo…?', mientras que el pequeño detective aún seguía quieto en su misma postura de instantes antes, con la vista perdida, sonriendo y pensando para si unas únicas palabras, medio llorando de desesperación.
*P-Por qué precisamente ahora…*
* * * * *
Mientras, en un lugar no muy lejos de allí, se oyó una tremenda explosión. El lugar en cuestión era la casa vecina a la mansión Kudo, donde vivía el profesor Agasa y su 'nieta', Ai Haibara. La chica, que estaba tecleando sin cesar en el ordenador fórmulas extrañas, totalmente concentrada, oyó el ruido y se giró, para observar que el doctor, fuera al patio, estaba lleno de humo, y que a sus pies había un extraño perro mecánico hecho trocitos. La chica sonrió para sí y volvió a sus quehaceres.
Desde que hubo dicho al doctor que tenían avances con la droga, que no se había separado ni un instante del monitor. Había pasado toda la noche en vela, y ahora el sueño empezaba a apoderarse de ella. Pero no podía permitirse ese lujo, la solución estaba cerca y no era momento de descansar. Toda la noche que observaba el enrevesado programa, el cual no cesaba de juntar y desjuntar las sustancias que ella había introducido en la base de datos de la droga, para ver si de esta manera salía la misteriosa sustancia X, la cual le permitiría elaborar, por fin, un antídoto definitivo.
*Ah…maldita sea… ¿Cuándo terminará todo esto…?* con pesar y cansancio, siguió tecleando fórmulas y más fórmulas. Aunque su sensatez le obligaba a negarlo, lo cierto es que todo esto de la APTX 4869 había resultado la mar de interesante, tanto crear el medicamento como ahora su antídoto. Porque sí, para ella era una gran satisfacción hacer lo que hacía. Su sueño era que una vez detenida toda la Organización y devueltos sus cuerpos a Kudo y ella, se convertiría en una gran científica. Empezaría por restaurar la apotoxin y convertirla en una cura, y no un veneno. Haría investigaciones, crearía nuevas medicinas, y salvaría a mucha gente. Era el único alivio que su mente tenía para restaurar todo el mal que había hecho con su droga. Por eso aquí se jugaba más que su vida, sino la paz. No podría morir y ni vivir en paz sabiendo que había ocasionado tantos daños con un invento suyo, así que esto era como el castigo que ella misma se imponía. Sí… un día, no dentro de mucho, sería reconocida como la mejor científica del Japón. Ese era su sueño. Y quizás del mundo entero… Al igual que el sueño de Kudo era ser el mejor detective, el de Agasa el mejor inventor, el suyo era ser científica.
"Ai. ¿Ai…?"
La pequeña chica de pelo castaño entreabrió sus ojos, bastante más despejada que hacía un rato. Para su sorpresa se encontró recostada a la mesita del ordenador. Rápidamente se incorporó y presenció al doctor Agasa, el cual estaba sentado a su lado, mirándola algo preocupado.
"Venga, vamos, ve a dormir a tu habitación. Ya me quedaré yo aquí de guardia" dijo, señalando el ordenador. La pequeña se fregó los ojos y negó con la cabeza.
"No, gracias, ya he dormido unos minutos y con eso me basta. No soy persona de dormir horas y horas…" entonces, para su sorpresa, el profesor puso una cara divertida y señaló al reloj.
"¿Con que no, eh…?" Agasa le acercó el reloj para que viera la hora que era "Ai, llevas dormida más de siete horas…"
La chica abrió los ojos, despejándose por completo. Era cierto… Lo último que recordaba era estar pensando fórmulas y más formulas, y la dichosa X… Entonces notó como el profesor empezaba a reír con gusto y frunció el ceño, algo avergonzada. Luego se giró hacia el monitor de nuevo y abrió los ojos con sorpresa. "No…no puede ser…" dijo entre susurros, mirando con los ojos agrandados el monitor, a punto de estallar de felicidad. Se giró hacia el doctor, alterada "¡¡Mire, doctor, ya está!!"
Él se ajustó las lentes y observó lo que la niña le señalaba. Él también se quedó mudo de asombro "¿Uh? X=6'045Cl+3'1K+0'01L…" El profesor notó que su cabeza empezaba a dar vueltas y se giró confundido hacia Ai "¿Qué demonios es ESTO?"
Ella se limitó a sonreír y tecleó algo. Entonces apareció la 'cadena' de la droga, ahora completa. Ai se giró satisfecha hacia el doctor "La X… ya la tengo. Y como ya la tengo, la cadena se ha completado. Ya sé qué forma la apotoxin 4869, así que encontrar el remedio es cuestión de días…"
Él no daba crédito a lo que oía "¡¿Es eso cierto?! ¡¡Fantástico, Ai, eres fantástica!!" el doctor la abrazó, como un abuelo que abraza a su querida nieta. La chica se sintió algo extrañada, si bien hacía tiempo que nadie demostraba afecto familiar hacia ella. Luego el profesor se dirigió hacia el teléfono a tientas "¿Qué hace, doc.?"
Él se giró al tiempo que marcaba las teclas "¿No es evidente? ¡¡Llamar a Shinichi!!"
* * * * *
"¡¿QUÉEEEEE?!"
"¡Shhhh!"
Sonoko volvió a sentarse, incrédula, para volver a mirar a su amiga con su rostro lleno de sorpresa. A Ran se le cayó una gotita por la previsible reacción de su amiga. Ya hacía un par de horas que había arreglado eso de Kaji, y ahora se encontraban en el café que había debajo de su casa, charlando con Sonoko, a quien debía explicárselo todo. La chica ya llevaba su tercer helado, y es que todo le había venido de improvisto: la soledad de Ran, el no haberle gustado nunca su, a juzgar por ella, apuesto pretendiente, y el torneo de esa tarde.
"¿Y nunca, nunca, repito NUNCA te gustó? ¡¿Y aún así os…?!" Sonoko, roja, no pudo continuar y miró a su amiga extrañamente.
Ran entendió a la perfección lo que había insinuado y pegó una fuerte palmada a la mesa, también colorada "¡¡SONOKO!! ¡¿Hasta dónde te crees tú que llegamos?! ¡¡No pasó NADA!! ¡¿Cómo has podido pensar siquiera que…que…?!" Ran tampoco pudo continuar y se puso ambas manos a la cara, intentando hacerse pasar esos nervios interiores.
Sin darse cuenta ninguna de las dos, media cafetería tenía los ojos y oídos puestos en esa interesante conversación. Pero ellas sin prestar atención siguieron hablando, para disgusto de los demás, más flojito.
"No si ya me parecía a mí que por mucho que dijeras, no habías cambiado nada" dijo Sonoko, cruzándose de brazos "Je-je, es evidente que Shinichi sigue estando 'ahí'. ¡Ah, l'amour!" Sonoko se puso ambas manos juntas y empezó a mirar con ojos de princesa al suelo, llena de ilusión.
"Sonoko…" Ran se quedó mirando a la chica. Bueno, no dejaba de tener razón… ¿o sí? "Por cierto, ¿qué tal te va a ti?" La chica puso cara de pillina y le dio un codazo a su amiga. Ella frunció el ceño sin entender "¡¡Con Kyogoku*!!"
Ahora era el turno de Sonoko de enrojecer. Se puso ambas manos a la cara, como para intentar disimular sus colores "Ah, pues… m-muy bien… ho-hoy me ha invitado a ir a la torre Kyoto…" dijo con aires de ensueño "Dice que tiene algo muy importante que decirme…" se giró radiante a su amiga "Me he comprado un vestido nuevo para la ocasión. Ay, Ran, creo que ya sé qué va a decirme… ¡¡Ay, qué nervios!!"
Ran frunció el ceño, algo intimidada por el empeño de Sonoko "¿Y qué es lo que te va a decir?" preguntó, no muy confiada de que su respuesta fuera válida.
Sonoko, como si Ran hubiera formulado la pregunta más lógica sobre la faz de la Tierra, se giró ilusionada y sarcástica a la vez "¡Pues…que…que…ya sabes!"
Ran arqueó las cejas "No, no sé."
"A ver, Ran. ¿Cuál es la única razón para que un chico invite a una chica al edificio Kyoto, al lujoso restaurante del último piso?"
Ran miró algo confundida a su amiga y respondió inocentemente "Pues para cenar, ¿no?"
Plof – ruido que hace Sonoko al caerse hacia atrás
La chica, con un chichón, se volvió a incorporar y miró a Ran con impotencia "'¡¡NO!! ¡Ran, para declararse!" exclamó la chica, sin darse cuenta que estaban hablando de su declaración.
Ran agrandó los ojos, sorprendida "¿Ah, sí? ¿En serio? Eso son patrañas, Sonoko. También hay gente que va allí para cenar, que por algo están los restaurantes." Ahora era el turno de Ran de dar su explicación, mientras Sonoko se la miraba atónita. Ella no le hizo caso y prosiguió "Además, bien que Shinichi me invitó a ir, ¿no? ¡Y no hizo nada de lo que tú acabas de decir!" dijo ella, sin saber si estar triste o contenta por ese hecho.
"Ran…"
Ran alzó la vista hacia Sonoko, la cual la miraba con esa expresión de 'tú eres tonta o qué' que ella tanto odiaba. La chica se acercó más a ella y habló "Eres tremendamente inocente…" y dicho esto, dejó los yenes correspondientes a la mesa y se alzó. Ran hizo lo mismo y la miró intrigada.
"¿A qué te refieres?" dijo mientras ambas chicas salían del local y un taxi venía al encuentro de Sonoko, la cual le hacía señas para que parara.
Sonoko se giró con una sonrisa burlona en la cara "Eso lo tendrás que saber por ti misma. ¡Deséame suerte!" y dicho esto, entró en el coche y se largó, dejando a la chica mucho más confundida que antes.
"Hey… ¿significa eso que no va a venir a mi torneo?" fue lo único que pensó la chica antes de subir hacia casa.
* * * * *
Ya casi era la hora de comer. Desde su habitación, Conan oía los gritos de Ran dirigidos al desordenado de su padre, el cual tenía todo tirado por el suelo y estaba disfrutando de un programa donde la presentadora se parecía mucho a su querida Yoko Okino. Él sonrió y volvió a su lectura: Sherlock Holmes. Ya se la había leído más de quince veces, pero cada vez que se lo releía encontraba un nuevo detalle más. En los últimos años, él había probado meterse en el libro y ser Sherlock Holmes, e ir resolviendo los misterios por las escasas pruebas que había. Pero hoy estaba algo deprimido, sin ninguna razón aparente, ya que tendría que estar feliz por el plantón de Ran hacia Kaji. Resoplando, dejó el libro a un lado y se tumbó al futón, mirando al suelo con ambas manos en la nuca.
*No quería pensar en ello, pero hoy es el día de la decisión… bueno, siempre que gane. Argh, ¿a quién pretendo engañar? Pues claro que ganará, y entonces, ¿qué? Yo no tengo ningún derecho a pedirle que se quede en esta casa en lugar de ir a ese magnífico campus, cobrar por lo que a ella le gusta hacer, obtener el reconocimiento que siempre mereció, y alejarse de mí. Pero quién soy yo para juzgar, si llevo dos años desaparecido. Pero antes de nada, debo saber lo que yo quiero: ¿quiero que Ran se vaya? No. ¿Quiero que sea feliz? Sí. ¡Aaaagh! Bueno, yo no tengo por qué decidir; quien deberá decidir será ella. Y tengo la corazonada de que no me escogerá a mí, precisamente… ¡¡malditos los hombres de negro y maldita esa estúpida Organización!! ¡Y también el veneno!*
Conan cerró los ojos, agotado. ¿Por qué él, y no cualquier otro? Por ser el mejor. Por ser tan metomentodo, y a la hora de la verdad estar siempre desprevenido. Por eso. Y por un fallo suyo, ha tenido a todos sus amigos preocupados, incluida Ran. Definitivamente, no era quién para juzgarla.
Pero tanto si se iba como si no, debía acabarlo. Debía acabar lo que ese día, en el restaurante del último piso del edificio Kyoto empezó: debía dárselo. Miró sonrojado a la mesa, donde estaba esa pequeña bolsa. Él se atrevía, y su vergüenza no era un problema; ese día, en el edificio Kyoto, lo hubiera dicho sin tapujos, pero claro, volvió al estado infantil y… No, su vergüenza no era un problema, su cuerpo era un problema. Se había decidido a darle a Ran ese regalo, sobretodo porque estaba seguro de que ella acabaría yéndose. Pero al mismo modo no podía dárselo siendo Conan, ni que dijera que era de parte suya. Esas cosas tienen que darse en persona.
*Volvemos a estar como al principio* suspiró, cansado. Y lo cierto era que cada vez que intentaba encontrar una solución, cada vez llegaba al mismo punto: su dichoso cuerpo encogido.
"¡Conan!" Ran abrió inesperadamente la puerta de su habitación, haciendo que el chico se incorporara de inmediato algo rojo, temiendo que hubiese leído sus pensamientos. Ella le dio, para su sorpresa, el auricular del teléfono "Es el doctor, quiere hablar contigo. Cuando termines, deja el auricular en su sitio, ¿vale?" y dicho esto, cerró la puerta, aún con el delantal puesto para ir a la cocina a terminar de preparar la comida.
Conan pulsó el botón y estuvo de nuevo en línea "¿Qué pasa ahora?" preguntó con un poco de desgana. Pensar siempre en que su problema no tenía solución le dejaba con los ánimos por el suelo.
Entonces Conan oyó que el doctor no utilizaba su usual tono, parecía exaltado por algo. Eso le demostró que efectivamente sí pasaba algo. Agasa no tardó ni un instante en responder, todo apresurado "¡¡SHI-SHINICHI!!" el grito obligó a Conan a separarse del auricular, medio sordo "¡¡¡YA ESTÁ!!! ¡¡AI LO HA DESCUBIERTO!!"
El corazón de Conan dio un vuelco, y se le contagió el entusiasmo del profesor "¡¿En serio?! ¡¿Tiene el antídoto?!"
"No, aún no, pero acaba de descubrir la fórmula de la última sustancia que le faltaba para poder elaborarlo. ¡Ahora sólo es cuestión de tiempo!" exclamó, con tono jovial.
Conan no paraba de sonreír "¡Genial! Felicítala de mi parte. ¿Puedo hacer algo para ayudarla en la investigación? ¿Quiere que venga a echaros una mano o seré más estorbo que ayuda?"
"No hace falta que vengas, Kudo" ahora era Ai su interlocutor, la cual también percibió el pequeño detective que lucía bastante más alegre que de costumbre. Incluso hablando parecía oír el sonido del teclado, y se le cayó una gotita "Ya está todo listo. El programa va muy rápido, creo que en un par de días ya tendré todos los datos para elaborar un nuevo antídoto"
"¡¿Un par de días?! ¡¿Solo?! ¡Fantástico, enhorabuena Haibara!"
Ella sonrió "Je, ahora nuestro pequeño catástrofe-detective del amor no tendrá más excusas para poder darle el…"
"¿Con quién hablas, Conan?"
Conan dio un salto de un metro y tiró el auricular a la cama, colgando la línea. Se giró lentamente hacia la sorprendida Ran "¡Ah, Ran, hola! ¿Y-Ya está la comida…?"
Ella asintió débilmente, mirando aún al auricular "Er… el teléfono…"
Antes de que pudiera preguntarle más cosas, como por ejemplo qué le hubieran podido decir que le alterara tanto como para tirar incluso el propio aparato (cosa que a ella jamás se le hubiera ocurrido preguntar), Conan se dirigió con la mejor cara de niño bueno hacia la mesa ya puesta y se sentó a la silla, mirando suplicante a Ran "¡Tengo hambre!"
* * * * *
Ran miró nerviosa al reloj. Desde hacía unas horas que notaba un fuerte dolor de barriga causado por los numerosos nervios que ascendían a cada segundo que pasaba. Era como la cuenta atrás de fin de año, salvo que esta se acercaba inexorablemente mucho más decisiva que la última. Ella lo sabía y era consciente de que si ganaba, tendría que tomar la decisión más importante de su vida; si perdía, no tendría futuro como karateka. Tal vez era mejor dejarse ganar y luego ir hacia una carrera profesional, o a la universidad. Pero una parte de ella le impedía dejarse ganar, era su orgullo de luchadora.
Volvió a mirar el reloj por segunda vez en el mismo minuto. Las cuatro. Pese a faltar más de media hora para irse, ya tenía la bolsa del equipaje y la ducha listos. Ahora sólo le faltaba esperar veinte minutos para salir hacia la estación de autobuses. Pero los nervios no la dejaban tranquila e iba de un lugar para otro, rompiendo vasos sin querer y tirando la cerveza encima de su padre. La situación, si bien no había durado ni diez minutos, empezó a desesperar a Kogoro y a Conan.
"¡Ran, hija, estate quieta! Si quieres te voy a contratar un masajista para que te relajes, pero por favor, POR FAVOR, ¡¡no te muevas!!" replicó él, observando el panorama de vasos rotos que había en la cocina.
"¡Es normal, ¿no?! No una se juega el futuro cada día…" respondió ella malhumorada, recogiéndolo todo con la ayuda de Conan.
"Ran-neechan, ¿puedo ir ahora contigo?" preguntó él, sonriente.
"Claro, Conan, ¿pero no sería mejor que vinieras con papá luego? De cinco a seis sólo calentaré y entrenaré un poco. El partido es a las seis…" respondió ella.
Conan asintió "Ya, pero da igual"
"Ah… como quieras…"
Cuando hubieron recogido el pequeño desastre Ran fue a su habitación y comprobó con excitación que ya era la hora de irse. Cogió la bolsa y la mano de Conan y ambos se fueron hacia la parada de autobuses en silencio, cada uno pensando en sus propios problemas, estrechamente ligados entre sí. Ran, por su parte, preocupada antes de anda por ganar. Según le había dicho su sensei, el señor Kijikata, en el último entrenamiento, Shikano Michi había aprendido una nueva técnica en esos días libres. Kijikata le dijo que sabía perfectamente cuál era, pero no se lo quiso decir. Ran tampoco quiso insistir, ya que consideraba una falta de respeto saber el arma del rival. Lo mejor era encararlo todo con valentía.
Y estaba también Conan inmerso en sus pensamientos, debatiéndose en la lucha de animar o no a Ran. Si perdía, problema solucionado. Ella no se vería obligada a irse a ningún sitio, siempre si ella quisiese, cosa obviamente obvia para él; en cambio, si perdía no habría posibilidad de beca y no se iría. Claro que eso influenciaría en su futuro, cosa que la perjudicaría mucho…
*La solución es obvia. Debo animarla. Por su bien. No es tiempo de ser egoísta, tengo que pensar en lo que es mejor para ella y no para mí, y obviamente eso es que gane en el día de hoy. Y no importa lo que suceda después: lo que tenga que venir, vendrá. Y por mucho que me duela, sé que estoy haciendo lo correcto. Así pues… ánimo, Ran.*
"Ay…qué nervios…" dijo ella por milésima vez, mientras subían al autobús. Se sentaron al final de todo, al lado de las puertas. La chica no paraba de mirar nerviosa hacia fuera. Conan seguía de brazos cruzados, mirándola de reojo. Finalmente, el transporte público hizo la parada que les interesaba, con un poco más de tiempo del previsto, y se dirigieron hacia Uebara, el cual estaba a una manzana de distancia. Cuando llegaron, el señor Kijikata la estaba esperando. Ran se fue a los vestuarios y Conan se dirigió a las gradas, formando así el único miembro del público.
Al cabo de unos minutos, vio a Ran y a Kijikata, ambos en kimono con el cinturón oscuro, hablando en una esquina del gran pabellón. Seguramente, estarían hablando acerca del partido y de estrategias. Después, la chica empezó a dar vueltas a todo el pabellón, ante la constante mirada del chico. Había estado pensando en una cosa que le facilitaba sobremanera las cosas: no había tenido en cuenta que Ai había encontrado la última sustancia de la droga para así poder crear un antídoto efectivo. Así que si ahora volvía a ser Shinichi y le daba aquello, tal vez le perdonaría. Tal vez…
"¡Conan! ¡Conan!"
"¿Uh…?" El pequeño detective empezó a entreabrir sus soñolientos ojos. Lo primero que vio fue una cara enorme mirándole fijamente. Se separó, asustado, y vio para su sorpresa que se trataba de Sonoko "¿Qu…?"
La chica sonrió y se sentó de nuevo a su lado. Entonces, Conan se percató de que el estadio ya estaba casi lleno, y que a su lado estaban Sonoko, Kogoro, Agasa, Ai, los pequeños detectives y Makoto Kyogoku.
"¿Q-Qué estáis haciendo aquí?" preguntó él, mirándolos como si hubieran aparecido como por arte de magia.
Kogoro frunció el ceño "Es obvio, ¿no? Ahora va a jugar Ran. Y como tú te has dormido…"
El chico parpadeó. Efectivamente, consultó al reloj y vio que ya eran casi las seis. Extraño, muy extraño, no solía dormirse cuando pensaba en cosas de tal importancia. Pero bueno, contando con que los últimos días se había pasado casi media noche dándole vueltas al asunto, tampoco era tan extraño.
"¡Ya verás, Makoto, Ran ha mejorado un montón!" exclamó la heredera de los Suzuki, cogiendo del brazo a su moreno y ahora rojo chico.
"¿Y dices que si gana obtendrá la beca del T.K.A?" preguntó Makoto a la chica. Ésta asintió.
"Sólo si gana y quiere. ¿Lo conoces?"
Makoto miró de nuevo a la pista con ilusión "Sí. Yo estuve dos años en el T.K.A. Realmente, los mejores de mi carrera. Allí fue donde mejoré sobremanera. Es a ellos quien les debo mi posición dentro del kárate. Sin lugar a dudas, será un buen sitio para Mouri. Y creo que ahora han puesto al lado también una pequeña universidad, donde supongo que será destinada ella. En este sitio, si mal no recuerdo, les enseñan las cosas básicas de su nivel, pero nada en especial, porque si están allí es, en teoría, para el kárate, y no para aprender."
Conan sonrió interiormente. Entonces, el público empezó a gritar. Para su sorpresa, tenían a todo el club de fans detrás suyo, y como en el anterior partido, todos y todas iban con los respectivos prismáticos – incluso había un chico que llevaba telescopio – observando con estupor la entrada de las dos karatekas.
Ran y Shikano se acercaron al centro de la pista, donde el árbitro ya las esperaba. Procedieron a la ceremonia de educación, y ambas se saludaron mutuamente con una pequeña reverencia y acto seguido saludaron también al árbitro, que les devolvió el saludo a su vez. Y entonces sonó el pitido, el árbitro bajó el brazo apartándose del ring, y el partido empezó.
"¡Uuaaah! ¡Mira qué rápidas!" exclamó Ayumi, emocionada.
Genta frunció el ceño "Pero van tan rápido que no me entero de nada… ¿qué está pasando, Ai?" Para sorpresa de Conan, Ai también llevaba unos prismáticos, observando con su habitual expresión neutra el partido.
"Pues…" la chica dudó un instante "De momento, Genta, sólo han pasado diez segundos desde el inicio, así que mucho no es que hayan hecho. Shikano está intentando agarrar a Ran, pero ella impone la guardia."
Los tres pequeños se acercaron alrededor de Ai, la cual habían tomado por un locutor de radio. La chica no tuvo otro remedio que dejarles también los prismáticos y retransmitir el encuentro. Conan, por su parte, lo veía todo claramente. Después del pitido, ambas se habían ido la una hacia la otra. Shikano no paraba de dar puntapiés y algún que otro puñetazo a su adversaria, mientras Ran los iba bloqueando, uno tras otro, y a su vez atacaba. Hasta el momento, la igualdad reinaba.
*Uh, creo que es un poco más rápida que la última vez…* pensó Ran, a la vez que evadía una patada que le pasó zumbando por el pelo *Ahora.*
Aprovechando el desequilibrio de ella al tener un pie en el aire, la chica se agachó y con su pie punteó el pie de la chica que se mantenía al suelo, haciéndole perder el equilibrio. Entonces, mientras Shikano caía, para sorpresa de Ran la agarró por el kimono. Para su pesar, vio como la chica se preparaba para darle un puntapié en la barriga y así despedirla volando, como hizo ella la última vez con Shikano. Decidió no darle esa satisfacción, y para contrarrestar el movimiento, Ran se agarró fuertemente a su adversaria, siéndole imposible despegarla de ella.
El público gritó fascinado. La secuencia de técnicas y movimientos parecían premeditados para satisfacerles a ellos, y no podían dar crédito a que todo aquello estuviera pasando de verdad. A duras penas vieron la patada en el tobillo de Ran a Shikano y aún menos la sarta de movimientos consecutivos que les siguieron.
Ambas se separaron, sabiendo que el suelo no era un bonito lugar para luchar, y se pusieron a dos metros de distancia, ambas con la posición defensiva, mirándose a los ojos, respirando apresuradamente. Era como si ambas hubieran decidido en silencio darse unos pequeños segundos de descanso.
*Es…fuerte…ha previsto todos mis movimientos…* pensó Shikano, mirándola con el ceño fruncido.
Ran, por su parte, tenía sus mismos pensamientos *Esta vez…me…arf, arf…ido por un pelo… si me llego a agarrar un poco después, me habría lanzado hasta el infinito y más allá…tengo que tomar las riendas, no puedo seguir al a defensiva, sino tarde o temprano cederé, y ese instante ella lo aprovechará y…*
"¡¡KYAAAAAAAAAAAAA!!"
Para sorpresa de Ran, Kijikata y el público, Shikano decidió no darse ni un segundo más de descanso, y con una velocidad asombrosa, producida por el aprovechamiento de la misma fuerza, Shikano se dirigió hacia su adversaria, la cual no tuvo tiempo de bloquearla, y mucho menos apartarse.
Así pues, Shikano propinó un fuerte golpe al estómago de la chica, el cual aún dolió más de por si sólo, ya que se le añadió la fuerza y potencia con que la chica había cargado hacia ella; así pues, Ran fue despedida metros atrás, para conmoción de todos y, sobretodo, de él.
Fin del cap. 8
CONTINUARÁ
::Notas de la Autora::
¡¡Uuuh!! Falta poco, falta muuuuy poco para el final n_n Pero no digo cuanto, que así el suspense es mayor jojo. Bueno… ¿qué opináis? Supongo que recordaréis a Makoto Kyogoku, el novio oficial de Sonoko (su primera aparición es en 'La peligrosa historia veraniega de Sonoko'). Bueno, si no sabéis de quién hablo, es un chico alto y guapo, pelo negro y moreno (igual que Heiji), y es un as en el kárate a nivel mundial.
¿Qué, os ha gustado? ¿Sí, no, un poco? ¡Decídmelo a cinturo@3xl.net y dadme el gusto de saber vuestra opinión! Domo arigatô gozeimashita n_n
Salu2 a to2
CiNtUrO-cHaN
