Traducido por Mitchan. Es la primera vez que traduzco, así que si cometo algún error (seguro que lo haré) que alguien haga el favor de corregirme. ¡Gracias! ¡Espero que les guste tanto como a mí!

LOVE POTION HP

Por Tavalya Ra

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Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes y situaciones creados por J.K. Rowling, propiedad de J.K. Rowling y varios editores incluyendo pero no limitados a Bloomsbury Books, Scholastic Books, y Raincoast Books, además de Warner Bros., Inc. No se gana dinero con este escrito ni se tiene la intención de infringir ninguna marca registrada o copyright. Rowling es una diosa, ojalá se apiade de mi alma por escribir esto.

Nota: Gracias a Stacey de "Thin Line" por revisar este fic, a Anna por permitir y apoyar esta locura, y a Simeone por prestarme su ejemplar de "El Cáliz de Fuego" sin el cual nunca me hubiera inspirado para escribir esta absurdamente larga y completamente inquietante historia.

Capítulo 3: El Descubrimiento de Dumbledore

Severus estaba teniendo problemas para dormir. Esto no era inusual, pero esta noche el porqué...

            Lo sobresaltó un golpe seco en su puerta. Se deslizó fuera de la cama y la abrió para encontrar, como había temido, su porqué esperando ahí fuera. Se apartó un paso, permitiendo al perro entrar en su cuarto. Se transformó en Sirius tan pronto como cerró la puerta. El hombre estaba temblando con tensión reprimida.

            -¿Qué estás haciendo aquí?- le preguntó Severus con desdén.

            -Tú me invitaste- fue la áspera respuesta.

            -¡Por supuesto que no!

            -Bueno, ¿y entonces qué se supone que significaba tu comentario de hoy?       - preguntó con intención.

            Severus hizo una cara de desprecio. –Tú sólo quieres una excusa.

            Cogió la manija de la puerta. Inmediatamente, Sirius presionó todo su peso contra ella.

            -Necesitamos hablar.

            -No, no lo necesitamos.

            -¡Si que lo necesitamos!- insistió, gruñendo con frustración. -¿Qué me estás haciendo, Snape? ¿Drogando mi comida? ¿Echándome maldiciones? ¿Cómo pudieron llegarme tus hechizos cuando estaba en el norte de Europa?

            -¿Qué?

            -Bueno, tienes que ser tú. ¿Quién más...?

            -¿Me estás acusando de echarte hechizos de amor?- preguntó Severus más fríamente de lo que se sentía -¿Porqué querría hacerte a ti sentir atracción por mí?

            -Es justamente la enferma clase de juego mental que te encanta jugar.- escupió Sirius.

            -¡Sí, puedes pensarlo!- replicó –No existe medida para mi odi...

            Sirius lo interrumpió. –Si no eres tú, ¿entonces quién? ¿Quién nos está haciendo esto?

            -¿A nosotros?- repitió Severus con repugnancia. -¿Qué "nosotros"?

            -Tú sentías una atracción, también, o no me habrías dicho nada sobre extrañarme. Maldita sea, Severus, alguien está intentando juntarnos y es...- perdió toda su paciencia intentando encontrar la palabra correcta. -¡Es repugnante! Es la cosa más asquerosa... ¡no puedo pensar en nada más asqueroso! Preferiría besar a Pettigrew y a Voldemort antes que...

            Severus no estaba seguro de porqué lo hizo. Supuso que era por un repentino y abrumador deseo de hacer rabiar y darle asco a Sirius lo más humanamente posible. Puso sus brazos alrededor del cuello de Sirius y lo besó tan salvajemente que le dolieron los dientes.

            -¡Toma!- le espetó Severus, apartándose. -¿Estás contento?

            -No- bufó Sirius, y luego agarró a Severus por la cintura. Cayeron hacia atrás sobre su cama.

***

            Hermione se talló los ojos y bostezó mientras se deslizaba silenciosamente hacia la sala común de Gryffindor. Harry todavía estaba sentado en el sillón más cercano al fuego, como había estado desde la cena, y dio un saltó cuando ella se acercó.

            -¿Harry, qué pasa?- le preguntó amablemente.

            -Sirius ha vuelto- replicó con tristeza.

            Frunció el ceño. –Pero eso es algo bueno.

            -Pero Snape...

            -Oh, ¿Sigues traumado con eso, verdad? Escucha, Harry, sólo era una poción amorosa que acabó en el lugar equivocado. Estoy segura de ello...

            Harry negó con la cabeza. Su cara era de total infelicidad.

            -No, Hermione, no lo era.

            Le enseñó un pedazo de pergamino, que ella reconoció como su Mapa del Merodeador. En el lugar de las habitaciones del profesorado, dos puntitos estaban dando vueltas alrededor del otro como locos. Uno estaba claramente etiquetado como "Sirius Black" y el otro "Severus Snape".

            Severus despertó la mañana siguiente y se encontró solo. La sorpresa le dejó en el pecho un sentimiento de vacío, pero pronto lo llenó con rabia.

            ¿Qué demonios le pasaba? ¿Cómo pudo haber hecho... con Sirius Black!   ¡Sirius! Lo despreciaba, lo odiaba, no quería nada más que volverlo a encerrar en Azkaban y arrojar la llave lejos... o mejor aún darle la llave de comer a Lupin y dejar que el maldito hombre lobo se ahogara con ella... y a pesar de eso él...

            Necesitaba un baño.

            Severus se sentó y examinó su habitación. Los daños de la noche pasada se limitaban a él y a su cama, aunque pedazos de su pijama ensuciaban el suelo. Sirius lo había roto en pedazos... y Severus no podía recordar si se había resistido o había ayudado. Moretones, rasguños, marcas de dientes y uñas cubrían casi todo su cuerpo, pero al menos Black había recibido tanto como había dado.

            ¿Cómo iba Severus a explicar esto a Madam Pomfrey? Se dio cuenta de que no podía. Tendría que dejar las heridas sanar de forma natural, o preparar un suero por sí mismo.

            "Bueno, al menos soy bueno para eso." Pensó al levantarse de la cama para lavarse.

***

            -¿Señor Potter, está usted enfermo?- preguntó Severus, elevado sobre su escritorio.

            Su estudiante tragó saliva. –Na... no, profesor.

            -¿Te has tragado algo de tu poción?   

            Uno de los Slytherin se rió. Severus hizo una mueca de disgusto. Incluso ellos lo estaban irritando hoy.

            -No, profesor.

            Severus no creía que estuviera mintiendo, pero Potter tenía un horrible color verde. En otro día, le hubiera encantado ver al muchacho cocerse en su propia salsa, pero ahora ni siquiera eso le daba placer. Con un suspiro de irritación, ordenó-: Ve con la enfermera. Estás poniendo en peligro a la clase.

            Potter lo miró con una conmoción absoluta, después cogió su bolsa y obedeció. Unos cuantos de Slytherin se rieron.

            -¡Dejad de hacer eso!- espetó Severus. –No tiene nada de divertido y si vuelvo a escuchar a alguien más riéndose voy a quitarle puntos a Slytherin... y sí, ¡sé que es mi propia casa!

            Se volvió hacia su escritorio y se frotó la cara, lo que sólo logró irritar el mordisco que tenía en un costado de la nariz. Pero de verdad, ¿quién mordía a alguien en el costado de la nariz? Al menos parecían marcas de uñas.

            -¿Profesor Snape?- escuchó una voz ronca llamarlo.

            Severus se giró y vio a Filch parado en el umbral de la puerta. ¿Qué estaba haciendo aquí? Nunca venía a esta parte de los calabozos, Severus la mantenía meticulosamente limpia.

            -¿Sí?- contestó.

            -El director quiere verle después de clases.

            Severus se masajeó la frente. Sentía llegar un dolor de cabeza.

            -Dile al director que vendré tan pronto como sea posible.

***

            Severus llegó a la oficina de Dumbledore para descubrir que no era el único invitado. Sirius estaba parado en un rincón, pareciendo muy culpable. Al igual que Severus, su rostro estaba marcado con moretones y marcas rojas, pero no mordiscos.

            "Al menos yo tuve la decencia de sólo morderle en el hombro" pensó Severus y de inmediato se sintió disgustado con sí mismo.

            Desde detrás de su escritorio, Dumbledore los observó intensamente. La cara amable del director era severa y la consternación, mezclada con furia, brillaba en sus ojos.

            -Debo decir- comenzó –que estoy muy decepcionado. Severus, Sirius no podemos permitirnos teneros a los dos actuando como escolares. Ahora, por las marcas en vuestras caras, y las que creo que tenéis en otros lugares, es obvio lo que ha sucedido. ¿Podríais explicarme, por favor, porque estabais peleando?

            A Severus se le secó la boca. Le echó una hojeada a Sirius, quien también estaba lleno de pánico.

            -Director, hay un malentendido- dijo Severus –Verá...

            Sirius continuó-: no estábamos exactamente peleando. Fue un accidente. Estábamos...

            -... experimentando.- terminó.

            Por la cara de Dumbledore era obvio que no les creía. -¿Experimentando? ¿Con qué?

            -Posiciones- replicó Sirius, y agregó apresuradamente-: ¡Quiero decir Pociones!

            Varios maleficios tentadores aparecieron en la mente de Severus, y Avada Kedavra era el menos peligroso.

            -¿Posiciones?- inquirió Dumbledore - ¿Sirius, a qué te refieres?

            -Puedo explicar...

            -No, no puedes.- murmuró Severus.

            El director se levantó y suspiró. –Bueno, caballeros, esto es un tren a ninguna parte, pero me temo que todavía no tengo tiempo. Ahora, hacedme el favor de explicarlo, y si lo encontráis difícil con palabras, os dejaré a ambos usar mi pensador.

            Severus y Sirius se dieron la misma mirada. Ninguno se creía de verdad que el director pudiera llegar a ese extremo, pero aún así, no querían que nadie, ni siquiera ellos mismos, viera aquello.

            Severus dio un paso adelante y arriesgó valientemente-: Eso no será necesario.

            Empezó la historia desde el primero de octubre, cuando Sirius se había dirigido a él por primera vez. Sirius tan sólo discutió el detalle de quién había besado a quién primero, pero no por mucho tiempo. Ambos querían acabar con la historia lo más rápidamente posible. Mientras hablaban, una sonrisa aparecía en el rostro de Dumbledore.

            -Encantador- dijo el director – No es algo que hubiera predicho o por lo que hubiera apostado mucho dinero, pero es igualmente encantador. Seguid así.

            Severus no pudo contenerse. -¿¡QUÉ!?- gritó.

            -¡No puedes estar hablando en serio!- exclamó Sirius.

            -Director, ¡estamos claramente bajo la influencia de magia negra! Quiero decir, yo y... ugh.- Severus hizo una mueca.

            Dumbledore movió la cabeza. –No, no creo que lo estéis.

            -Pero... pero...- balbuceó Severus –¡conoces nuestra historia! ¡Le odio! ¡Intentó matarme!

            -¡Y ciertamente intentaste regresarme el favor!- gritó Sirius -¿Te suena de algo el Beso del Dementor?

            -¡Silencio!- ordenó Dumbledore fuertemente pero con calma –Soy consciente de que os odiáis, pero a veces el odio y el amor pueden ser exactamente la misma cosa. Ahora, tenéis mi aprobación y mi apoyo para seguir saliendo mientras no interfiera con vuestro trabajo.

            Severus negó con la cabeza. –No me lo creo. Realmente no me lo creo... ¿porqué piensas que esto es algo bueno?

            -Por primera vez, os estáis llevando bien.

            -¿Te parece que nos estamos llevando bien?- preguntó –Me mordió en la...

            -Eso- dijo Dumbledore en voz baja –es algo que realmente no necesito saber, Severus.

            Severus se puso casi tan morado como la túnica del director.

***

            Después de dejar la oficina de Dumbledore, Severus se dirigió directamente al comedor. Escuchó golpecitos de patas detrás de él y dio un rodeo por un pasillo abandonado. Dio media vuelta y, como había esperado, tenía un perro negro a sus talones.

            Lo miró con dureza y habló-: No me importa lo que dijo Dumbledore. Voy a ir a comer, luego voy a regresar a mi habitación y tú no me vas a acompañar y ciertamente NO vamos a hacer lo que hicimos anoche!

            El destino, sin embargo, nunca escuchaba a nadie, ni siquiera a Severus Snape. Todo lo que menos deseaba fue precisamente lo que sucedió.