Traducido por Mitchan. Es la primera vez que traduzco, así que si cometo algún error (seguro que lo haré) que alguien haga el favor de corregirme. ¡Gracias! ¡Espero que les guste tanto como a mí!
LOVE POTION HPPor Tavalya Ra
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Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes y situaciones creados por J.K. Rowling, propiedad de J.K. Rowling y varios editores incluyendo pero no limitados a Bloomsbury Books, Scholastic Books, y Raincoast Books, además de Warner Bros., Inc. No se gana dinero con este escrito ni se tiene la intención de infringir ninguna marca registrada o copyright. Rowling es una diosa, ojalá se apiade de mi alma por escribir esto.
Nota: Gracias a Stacey de "Thin Line" por revisar este fic, a Anna por permitir y apoyar esta locura, y a Simeone por prestarme su ejemplar de "El Cáliz de Fuego" sin el cual nunca me hubiera inspirado para escribir esta absurdamente larga y completamente inquietante historia.
Capítulo Seis: Pociones de Repulsión
Llegó Halloween junto con los usuales dulces y el caos y las calabazas flotantes del banquete de celebración. Severus estaba sentado en la mesa de los profesores, entre Sinistra y Vector, evitando decididamente cualquier cosa con una capa o contenido de azúcar. Su dientes ya estaban lo suficientemente marrones, muchas gracias, sin la necesidad de pudrirlos de verdad.
Nada de lo que había para comer le sentaba bien a su estómago. Se le revolvía incluso frente a una inocua patata asada. Tenía un cierto mareo en su interior, que había empezado hace tres días y todavía no cesaba.
¿Qué le pasaba? ¿No debería sentirse aliviado? De Sirius no había visto ni un pelo. Sin su presencia, no había nada que encendiera su repentina- y sin duda, Oscura- atracción hacia el hombre.
¿Porqué, pues, este repentino sentimiento de vacío? ¿Por qué la nube de completa tristeza que flotaba encima de él? Esto era lo que quería. Excepto por las reuniones obligatorias en la oficina de Dumbledore, Sirius había desaparecido de su vida. Sólo habían hecho falta unas palabras envenenadas. ¿Por qué se sentía mal por ello?
¿Por qué no podía arrancar de sus pensamientos a Sirius Black?
***
Después del banquete, Severus no se fue a la cama, ya que de todos modos las pasadas noches había sido imposible dormir. Se dirigió directamente a su oficina y hojeó sus tomos de recetas. En unos minutos, encontró la deseada lista de pociones y miró los ingredientes. Todos estaban guardados en su despensa privada. La abrió y puso los frascos y ampollas en el escritorio, luego encendió un fuego bajo un caldero ya preparado. La poción escogida era difícil, pero había pocas pociones que Severus no podía preparar, aunque su Veritaserum normalmente se cortaba.
"Debería estar haciendo pociones para el Ministerio, no enseñando a un montón de burros con más o menos el mismo talento que muggles", pensaba amargamente, no por primera vez. Por aquello, no tenía a quien culpar más que a sí mismo. Dudaba que Fudge aprobara que contrataran a un ex Mortífago, y por lo menos en Hogwarts- ahora que Moody se había ido- no tenía un batallón de Aurores respirándole en el cuello.
"Y así mis talentos se desperdician."
Sacudió la cabeza. Ya había tenido suficientes pensamientos horribles esa tarde.
La poción estuvo preparada en menos de una hora. Severus sirvió el brebaje directamente en una copa limpia y se la llevó a los labios. Rompería esa atracción, si no con un método, con otro. Ésta era la variedad más fuerte de poción repelente que conocía. Si fallaba en alejar sus pensamientos de Sirius...
Dejó de lado esa especulación. La poción no le fallaría.
***
Esa noche Severus soñó con Sirius. Se levantó disgustado, insatisfecho y vacío.
La poción repelente no le podía haber fallado. No podía. Debió de haberse equivocado. Puede que lo que preparó no fuera la poción más fuerte de la lista. Todo era posible.
Todo excepto que su corazón realmente sintiera lo que parecía sentir.
Intentó otra. Y otra. Y otra.
Ninguna de ellas podía deshacerse del agujero en su pecho. Ninguna de ellas podía evitar el recuerdo de que, al terminar con los mordiscos y los rasguños y estando totalmente exhausto, había caído en los brazos de Sirius completamente satisfecho y contento.
No podía vivir así- lo estaba matando. ¿Por qué no buscar a Sirius y confesarle-
¿Confesarle qué? ¿Qué lo necesitaba? Aunque fuera cierto, Severus nunca lo diría. Tenía demasiado orgullo, había odiado a Sirius demasiado tiempo y muy profundamente para concebir que eso podía cambiar. Preferiría morir.
Si su corazón le dolía...
Era sólo magia negra. No era él.
***
-¡...y después de eso, fue simplemente un caos!- declaró Harry- No creo que el profesor Flitwick pueda dar clase sin reírse durante días.
-Mmm.- su padrastro hizo un breve sonido de reconocimiento mientras miraba la hoguera sin expresión.
-¿Sirius?- preguntó. –Pensé que lo encontrarías divertido.
Sirius dio un salto en su silla. –Oh, yo...- se masajeó la cara con la mano. –Lo siento, Harry, de veras que lo siento. Me siento un poco mal.
-Es... está bien- dijo Harry- Entiendo.
Tenía la sensación de que lo entendía demasiado bien. Hace poco más de una semana, justo antes de Halloween, los puntitos habían dejado de aparecer juntos en su mapa. Había supuesto que el problema se había resuelto, pero ahora...
Desde principios de Noviembre, había aparecido algo extraño en los ojos de Sirius. Estaban vacíos. No muertos, como habían estado la noche que Harry lo había conocido, simplemente vacíos. Sirius era un buscador sin escoba, mirando la Snitch flotando por encima con la desesperación de saber que no había nada que pudiera hacer para capturarla.
"Por favor di que no es eso. Por favor di que no tiene nada que ver con Snape."
Tenía la horrible sospecha de que así era.
***
Severus sintió una oleada de nauseas de protesta alzarse desde su estómago. Apretó su abdomen, alzó los ojos hacia el techo del Gran Comedor, intentó tragar-
No, no estaba funcionando. No sería capaz de aguantarlo. Abruptamente, empujó su asiento lejos de la mesa y se levantó, dirigiéndose hacia la salida más cercana.
-¿Severus?- alguien le jaló la manga. McGonagall.
Miró sobre su hombro. -¿Qué?
Los ojos de McGonagall revelaban una preocupación solícita. –Severus, estás pálido.
-Estoy bien, Minerva- le aseguró secamente, arrancando su manga de la mano de la profesora.
-Severus...
-¡He dicho que estoy bien!- exclamó bruscamente.
Salió corriendo furioso del Comedor, luego se detuvo. Debía aflojar el paso. Se sentía tan mareado que si caminaba muy rápidamente, podría tropezar sobre sus propios pies.
Olvida los pasos, no podía aguantarse más tiempo. Corrió hacia el lavabo de profesores más cercanos y manoseó torpemente el pomo de la puerta. Fue un reto abrirla, ya que de nuevo tenía las palmas de las manos sudadas. ¿Por qué no se había dado cuenta?
No podía apretar su estómago más tiempo; arrojó su dignidad al viento y se lanzó a la taza del váter. Apretó el borde de la taza y vomitó. Nada, decidió, podía ser peor que el sabor del vómito en su lengua, excepto posiblemente el sabor del sudor de Sirius...
"No pienses en eso", se ordenó.
Miró dentro de la taza. ¿Cómo podía haber tanto? Sólo había comido un trozo de pan y sabía que la comida de la pasada noche no podía estar ahí, porque había sufrido el mismo destino que el desayuno de esta mañana. ¿Cuándo fue la última vez que había sido capaz de digerir la comida? ¿Hace cinco o seis días? ¿Y por qué era esa porquería en la taza ligeramente rosada? El vómito era marrón...
Débilmente, su mano bajó la cadena y se desplomó junto a la taza, escuchando el sonido del agua que corría. ¿Qué mes era? ¿Noviembre? Tal vez ahora fuera diciembre. No podía recalcarlo con precisión; los días se estaban confundiendo unos con otros y de nuevo se sentía mareado. Ya se le pasaría. Debería pasársele, pero no había sido así ayer. Había podido dar sus clases, pero...
Probablemente parecía tan enfermo como se sentía, lo que significaba que su cara reflejaba algo más que un infierno. Se preguntó si alguien se habría fijado. Él no se había fijado particularmente en nadie últimamente, el mundo giraba demasiado rápido para eso...
Esperó que nadie sospechara. Dudaba que fuera así. Era un Maestro de Pociones. En efecto, sabía que las pociones repelentes no se debían mezclar porque sus ingredientes no eran totalmente compatibles y casi siempre producían reacciones adversas. En efecto, sabía que si incrementaba las dosis, corría el riesgo de envenenarse involuntariamente...
Su cabeza se deslizó de la taza al suelo y gimió. Lo sabía. Sabía muy bien lo que se estaba haciendo a sí mismo, pero las dosis únicas de cada poción no habían funcionado y el once de noviembre, cuando la última variación del medicamento había fallado, no había visto otra opción.
Su corazón se aceleró de nuevo. No era bueno, pero era aceptable. Mejor eso que pensar...
"No está funcionando", se dio cuenta. "¡No está funcionando!"
¿Cómo podía NO funcionar? ¿Qué decía el libro de recetas? A menos que un encantamiento poderoso estuviera contrarrestando las pociones o que la atracción proviniera de verdaderos sentimientos ...
Bueno, eso lo decidía. Debían ser las Artes Oscuras. No había ninguna otra posibilidad.
"¡Vete de mi cabeza!" ordenó.
No suplicaría, no a Sirius Black, ni a algún espectro del hombre rondando su mente.
***
-... las Pociones Rejuvenecedoras no son peligrosas si se preparan correctamente, sin embargo, ciertos ingredientes deben ser manejados... ¡Potter y Longbottom, espero que estéis escuchando!- amenazó Snape inesperadamente.
Harry se puso derecho rígidamente en la silla. ¿Por qué Snape lo reñía esta vez? ¡Ni siquiera había abierto la boca!
-Snape tiene la pinta de necesitar una Poción Rejuvenecedora- susurró Ron.
Harry estaba de acuerdo. La cara del Maestro de Pociones estaba pálida, y no con su normal color de leche agria, sino con un blanco fantasmagórico. Se movía nerviosamente y estaba perdiendo peso de forma notable, algo increíble considerando que no había tenido mucho para empezar.
La voz de Snape siguió monótonamente-: ...procurad moler bien las semillas de arrayanero. Sería bastante trágico si alguno de vosotros desarrollara un tic permanente...
"¡Oh, no! Hará que nos tomemos estas cosas", se dio cuenta Harry.
-... y como los gránulos de ignito explotan cuando se agitan-
La voz de Snape se detuvo abruptamente. Los ojos del profesor se desenfocaron, y de repente apretó su brazo izquierdo.
Nadie dijo nada durante unos minutos hasta que Draco Malfoy, una de las pocas personas a las que Snape no contestaría hostilmente, preguntó-: ¿Profesor, está usted bien?
Snape parpadeó y dio un paso. –Sí, señor Malfoy, lo estoy-
Se desmayó.
***
Severus se sentía aturdido y sorprendido por la luz. ¿Dónde estaba? Los calabozos nunca eran tan luminosos. Miró a su alrededor y cayó en la cuenta de que estaba acostado en una cama de la Enfermería. Escuchó pasos aproximándose y al siguiente instante, Albus Dumbledore estaba a su lado.
-¿Cómo te sientes, Severus?
Dudó. Quería decir "bien", pero no era la verdad.
-Enfermo. ¿Cuánto tiempo he...?
-Unas cuantas horas- respondió. He hablado con Poppy. ¿Has estado mezclado pociones, Severus?
Severus cerró los ojos y asintió. –Repelentes- admitió.
-¿Por qué? Severus, eres un maestro de pociones. Sabes lo peligroso que es- dijo Dumbledore suavemente.
-Lo sé- contestó tristemente. –Pero...- las palabras se le escaparon antes de que pudiera detenerlas- ¡Albus, me estaba volviendo loco! ¡No podía dejar de pensar en Sirius! ¡Le odio!
-Pues claro- replicó Dumbledore- estás enamorado.
Severus sintió un escalofrío. Era lo último que quería escuchar. Sin embargo...
-Hay alguien más que quiere verte. –dijo Dumbledore. –Le diré a Poppy que os deje solos.
El director se marchó y Severus escuchó un golpeteo suave sobre el suelo. Una figura emergió de otra forma a su lado. Sirius. Miró a Severus con ojos de sueño y sin decir nada tomó su mano en la suya.
-Sirius...- susurró Severus. –Yo...- tenía que decirlo. Tragó saliva, tragándose también una pequeña parte de su orgullo. –Siento todas las cosas horribles que he dicho.
Sirius estaba conmocionado. -¿Qué?
-Lo siento- repitió.
Sirius no sabía qué pensar de esto. –Está... está bien.
-No, no lo está- bufó. –Mira, estoy siendo amable sólo porque estoy enfermo...
Sirius no pudo reprimir una risita.
Continuó-: ... sólo que no podía aceptar cómo me hacías sentir después de... después de todo. Pero podías hacerlo al instante. Y estabas deseoso de aguantarme. Tú viste que no podíamos cambiarlo... pero yo no... yo no...
-Shh- Sirius le dio palmadas suaves en el brazo. .- Está bien.
-¡No, no lo está!- exclamó.
-Severus, no te esfuerces.
Suspiró. –Escucha, como dije, sólo estoy siendo amable porque estoy enfermo. Probablemente nunca seré tan amable contigo otra vez. Voy a seguir gritándote enfadado y seguiré siendo generalmente desagradable, porque eso es simplemente como soy. Y todavía te odio, por supuesto. Eso nunca cambiará. Pero ya no creo que esto sea causa de las Artes Oscuras y yo...
Su voz se apagó. Parte de él no quería decirlo. Una vez lo admitiera, no había vuelta atrás. Nunca sería exactamente el mismo Severus Snape que era en este preciso momento.
-Creo que te adoro de verdad.
Sirius sonrió de oreja a oreja. –Me gustas cuando estás enfermo.
-¿En serio?- murmuró Severus. –Bueno, disfrútalo mientras dura.
***
La puerta se abrió antes de que la pata de Sirius pudiera siquiera tocarla; Severus debía haber puesto un hechizo para detectar su presencia. Entró y se transformó. La luz del foco Lumos de la habitación era tenue, pero suficiente para distinguir el tono pálido de la piel de Severus, que todavía tenía que recuperar su pleno matiz cetrino.
-Sirius- susurró Severus.
Agarró el cierre de la túnica de Sirius de una manera que hacía obvias sus intenciones. Sus manos nunca llegaron tan lejos, porque se desplomó y Sirius lo agarró por la cintura, sosteniéndolo.
-No- dijo. –Todavía estás muy débil.
Severus se veía flaco, mucho más que antes; su figura era casi tan delgada como lo había sido la de Sirius la noche que se había deslizado a través de las barras de su celda en Azkaban.
"Está tan frágil que podría romperlo sólo con mis manos" se dio cuenta Sirius, alarmado por el pensamiento.
Llevó a Severus a la cama y, después de meter al Maestro de Pociones bajo la colcha, se deslizó a su lado. Mientras envolvía sus brazos de nuevo alrededor de la cintura de Severus, se sintió dividido en dos. El Sirius que había sido por completo antes de octubre le preguntaba furiosamente qué estaba haciendo, y el Sirius que ya no estaba muy seguro que era ahora consideraba si debería estar haciendo algo más.
Esto era lo que quería, pero no estaba enteramente cómodo con ello. Se preguntó si lo estaría alguna vez.
-Duerme, Severus- susurró- yo...- su voz se apagó repentinamente- estoy aquí.
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Notas de la traductora: las palabras "arrayanero" y "ignito" no existen. Me las he inventado yo, como traducción a la palabras originales pellwig y lanlead, que de hecho tampoco existen. Queda más "hispánico" jejeje. Así que no te preocupes si no entendiste lo que eran. ^_^
Muchas gracias a todos los que dejaron un review para darme ánimos!! Para los que quieran saberlo, el próximo capítulo de Luna Llena estará listo dentro de poco (me parece que tendré que cortarlo a la mitad porque saldrá demasiado largo).
Gracias por leerme!!!
