Traducido por Mitchan. Es la primera vez que traduzco, así que si cometo algún error (seguro que lo haré) que alguien haga el favor de corregirme. ¡Gracias! ¡Espero que les guste tanto como a mí!

LOVE POTION HP

Por Tavalya Ra

E-mail: clearbluedelphia@yahoo.com

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Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes y situaciones creados por J.K. Rowling, propiedad de J.K. Rowling y varios editores incluyendo pero no limitados a Bloomsbury Books, Scholastic Books, y Raincoast Books, además de Warner Bros., Inc. No se gana dinero con este escrito ni se tiene la intención de infringir ninguna marca registrada o copyright. Rowling es una diosa, ojalá se apiade de mi alma por escribir esto.

Nota: Gracias a Stacey de "Thin Line" por revisar este fic, a Anna por permitir y apoyar esta locura, y a Simeone por prestarme su ejemplar de "El Cáliz de Fuego" sin el cual nunca me hubiera inspirado para escribir esta absurdamente larga y completamente inquietante historia.

Capítulo Siete: Peeves avanza la historia

Los puntitos habían aparecido juntos de nuevo en el mapa de Harry.

Harry no podía soportar pensar en lo que estaba sucediendo entre Snape y Sirius. Era incomprensible y completamente antinatural, y no porque Snape y Sirius fueran hombres. Sí que encontraba la idea de dos hombres enamorados un poco rara, pero podía aceptarla. No, el problema era Snape. Sirius odiaba a Snape. Por qué querría...

Harry sentía escalofríos sólo de pensar en ello.

Tenía que ser magia; y no una mera poción de amor sino un encantamiento de naturaleza oscura y vil. Harry sólo tenía una idea en mente: salvar a Sirius.

Desafortunadamente, no había ningún lugar y ningún adulto al que acudir. Sus únicos recursos eran la dedicación de sus amigos y los archivos de Hogwarts. A principios de diciembre, él, Hermione y Ron empezaron una búsqueda sistemática en la biblioteca.

***

-¿Podrías dejar de morderme la nariz?

Sirius apartó bruscamente la cara.

-¡Por favor!- dijo Severus enfurecido.- ¿Cuál es tu fijación con mi nariz?

-Es que tiene... una forma tan divertida. – bromeó Sirius.

-No es cierto- dijo agriamente. –No le pasa nada a mi nariz... excepto que siempre estás intentando comértela.

-Bueno, tú siempre me muerdes en el hombro- replicó. -¿Cuál es tu fijación con eso?

-No es una fijación- contestó Severus bruscamente. –Es perfectamente normal...- su voz se fue apagando.

-... que las personas muerdan a otras en el hombro?- terminó Sirius.

-Oh, cállate.

-¿Estás un poco gruñón esta noche, no?

-Siempre estoy gruñón. –dijo Severus. Recostó la cabeza en el pecho de Sirius, pasando el brazo izquierdo a su alrededor. Estaba atado con una venda para esconder la Marca Tenebrosa, que, según Severus, no le había quemado desde el día en que se desmayó. –Oh, te odio...- murmuró, cerrando los ojos.

Sirius acarició relajadamente el brazo de Severus mientras yacía en la oscuridad y reflexionó sobre los cambios en el maestro de pociones de los que había sido testigo. Aunque sus bromas eran tan sarcásticas como siempre, no eran tantas como antes y eran más juguetonas que desagradables. Excepto por unos mordiscos en el hombro de vez en cuando y un solo rasguño en la mejilla, era mucho menos violento. Pero eso podría ser simplemente porque todavía estaba débil.

En las tres semanas desde que Severus se desmayó, la vida de Sirius se había vuelto bastante normal. Por lo menos, lo más normal que podía ser la vida de un prisionero escapado de Azkaban que pasaba los días siendo un perro y las noches haciendo el amor con el profesor más antipático de Hogwarts. Eso no quería decir que no le quedara una sombra de duda. Apenas si entendía las circunstancias que los habían unido. ¿De dónde provenía su atracción? Si era tan intensa, ¿por qué no la habían sentido años antes? Y lo más importante, ¿quién besó a quién el primero de octubre?

Mientras sostenía la cabeza de Severus contra su corazón, un gesto que nunca soñó que compartiría con el maestro de pociones, se preguntó si las respuestas realmente importaban. Aunque contradecía cada sentimiento anterior que le había provocado aquel hombre, se sentía verdaderamente contento con Severus en sus brazos.

Bostezó y empezaba a dormitar cuando escuchó un fuerte escándalo al otro lado de la puerta.

***

Severus se despertó de un salto. Se levantó corriendo de la cama, ignorando que le había enterrado el talón a Sirius, y recogió su varita. Con un movimiento de la muñeca, dijo: ¡Gossmere! y una túnica negra se materializó cubriendo su cuerpo.

-Vístete- le ordenó a Sirius, recogiendo un bulto gris del suelo y lanzándoselo. Le dio el tiempo justo para ponerse la túnica antes de abrir la puerta de golpe.

Afuera, alguien había tomado una Quaffle de algún equipo de Quidditch y había decidido jugar a bolos con unas gárgolas. Severus frunció el ceño. El estudiante que había hecho esto pronto se arrepentiría de haberse cruzado en su camino. Mientras echaba un vistazo por el pasillo, se preguntó si el culpable sería Potter. Había provocado un desastre similar con un gran huevo el año pasado, Severus estaba convencido de ello. Desafortunadamente, gracias a la capa de invisibilidad de Potter...

De repente, Severus escuchó una risa fantasmal por encima de su cabeza. ¡Peeves!

¡Mataré a ese poltergeist!" pensó irracionalmente. De hecho, conocía un hechizo que mandaría a Peeves o a cualquier fantasma a una tumba permanente, pero nunca consideraría seriamente utilizarlo dentro de Hogwarts. Había ciertas cosas que ni Dumbledore podría tolerar.

Peeves, flotando cerca del techo, dejó de reír tan pronto como vio la varita de Severus apuntándole directamente.

-Me parece que ésta no es la primera vez que he tenido que darte una lección- Dijo Severus fríamente.

La sonrisa de Peeves desapareció, pero le llevó a Severus un momento para darse cuenta de que no tenía nada que ver con su amenaza.

-¡Detrás de usted, profesor!- gritó- ¡Sirius Black!

Peeves se alejó volando en espirales, gritando-: ¡Sirius Black! ¡Sirius Black! ¡Está en Hogwarts! ¡Sirius Black!

Severus giró sobre sus talones y le espetó a Sirius, inmovilizado por el pánico:

-Transfórmate ahora.

Sirius no necesitó una segunda advertencia.

Severus salió corriendo al pasillo, con un Sirius canino detrás de él, y cerró la puerta de un golpe rápido. A su alrededor, los demás profesores salían apresuradamente de sus habitaciones, murmurando con preocupación. Severus se hizo cargo antes de que cualquier otro tuviera la oportunidad.

-¡Sprout, McGonagall, Flitwick! Vayan a ver si sus Casas están bien- ordenó bruscamente. -¿Dónde está la profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras? ¡Sinistra! Haz algo útil y comprueba que los de Slytherin estén bien. Yo informaré a Dumbledore.

La señora Trelawney, engalanada con pulseras incluso con ropa de noche, un camisón decorado con estrellas, avanzó hacia el centro del círculo que se había formado alrededor de Severus. Poniéndose la mano en la frente, hizo como si fuera a desmayarse, pronunciando con voz espeluznante-: ¡Oh, qué tonta fui al quedarme callada! Ya había adivinado que esto ocurriría...

-Sí, muy bonito, Sybill- dijo secamente Severus.

-...oh, sabía que el heredero del Señor Oscuro regresaría...

Severus le echó un vistazo al perro negro que estaba a su lado. Un heredero muy impresionante, desde luego.

McGonagall dio un paso adelante. –Sí, Sybill, pues bien, ve a revisar a mis Gryffindors por mí, por favor. Creo que será mejor que vaya con Severus... –dijo. Mirando de reojo a Sirius, comentó-: Oh, mira, el perro guardián de Hagrid. Creo que también debería venir con nosotros, ¿no te parece, Severus?

-Mmm- Severus sonrió con maldad .- Sí, gracias, Minerva.

Se alejó de los otros profesores como si estuviera disgustado con todos ellos y siguió los pasos de McGonagall.

-¿Qué pasó?- susurró ella mientras caminaban por los pasillos.

-Sirius y yo estábamos hablando en mi habitación. Peeves causó un estrépito, abrí la puerta y él lo vio- explicó rápidamente, indicando con claridad que pensaba que no era asunto de McGonagall.

McGonagall se quedó como antes, pero no hizo más preguntas. Ella y Severus se entendían gracias a su actitud: ambos parecían estrictos y distantes, pero, a diferencia de McGonagall, Severus realmente era tal como se comportaba.

Se detuvieron frente a la gárgola grande y fea que bloqueaba la entrada a la oficina de Dumbledore.

-Fizzing Whizbees- dijo McGonagall, y la pared se separó revelando una escalera de caracol. Subieron a la morada de Dumbledore.

Dumbledore ya estaba despierto y vestido, listo para recibirlos. Asintió a Sirius, y éste volvió a su forma humana.

-Tenemos un problema- dijo McGonagall- Han visto a Sirius

-¿Quién? ¿Dónde?-preguntó Dumbledore.

-Fue Peeves, y... ¿no fue en tu dormitorio, Severus?- preguntó, con un tono que bien podía ser dubitativo o sugerente.

Dumbledore frunció los labios y miró a Severus con interés. -¿Tu dormitorio?- repitió, fingiendo confusión por el bien de McGonagall.

Severus respiró hondo. –Sí, bueno...- empezó con frialdad. –Sirius y yo teníamos que discutir un pequeño detalle, y es lo que estábamos haciendo, cuando escuchamos un escándalo. Naturalmente, abrí la puerta para ver lo que pasaba y vi a Peeves jugando con una Quaffle.

Los ojos del director brillaron de complicidad. –Sí, ya veo... Minerva, ve y organiza grupos de búsqueda. En aproximadamente una hora, más o menos, anunciaré que era una falsa alarma. Necesito hablar con Severus y Sirius en privado.

McGonagall asintió. –Por supuesto, Albus- replicó, y se marchó.

Después de que se fuera, Dumbledore se volvió hacia Sirius. -¿Qué estabas haciendo en la habitación de Severus?

Sirius se movió nerviosamente. –Bueno... ah... yo... estábamos...

-¿Experimentando de nuevo?

-Ah, sí- replicó.

Un tic apareció en la boca de Severus.

Dumbledore se encogió de hombros. –Eso no es nada extraño. Sin embargo, caballeros, dije que podríais seguir saliendo siempre y cuando la relación no interfiriera con vuestro trabajo y esto, muy claramente, es una interferencia.           

Sirius apretó la mano de Severus. Severus la apartó con brusquedad.

-Así pues- continuó- hay una pequeña cabaña detrás del castillo, justo al borde del bosque. Tan pronto como sea posible, Severus, quiero que te mudes allí.

Severus parpadeó. -¿Qué?

-Obviamente, no sería práctico que os siguierais viendo dentro de la escuela- dijo  Dumbledore. –La cabaña sería menos riesgosa y mucho más conveniente, ya que le daría a Sirius un lugar para vivir. Sabéis, me sorprende que no se me haya ocurrido antes.

-¿Qué… por qué estás haciendo esto?- tartamudeó Severus. –Nuestra relación es un peligro para Hogwarts, es un peligro para nosotros. Y yo... yo soy el Cabeza de la casa Slytherin. Necesito estar dentro de castillo...

-No tengo intención de separaros- pronunció Dubledore firme y seriamente. –Severus, ésta es la primera vez en años que te he visto verdaderamente feliz.    

Severus abrió la boca, pero la cerró al instante. Por primera vez desde que James Potter echó una poción colorante en su jugo de calabaza, cuando cursaban su segundo año en Hogwarts, su rostro se puso rojo brillante.

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Notas de la traductora: Ya estoy trabajando en el próximo capítulo, que es un poco más largo. Con suerte, estará listo antes de que se terminen mis exámenes. ¡Hasta entonces! Y no se olviden de dejar reviews!