Traducido por Mitchan. Es la primera vez que traduzco, así que si cometo algún error (seguro que lo haré) que alguien haga el favor de corregirme. ¡Gracias! ¡Espero que les guste tanto como a mí!

LOVE POTION HP

Por Tavalya Ra

E-mail: clearbluedelphia@yahoo.com

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Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes y situaciones creados por J.K. Rowling, propiedad de J.K. Rowling y varios editores incluyendo pero no limitados a Bloomsbury Books, Scholastic Books, y Raincoast Books, además de Warner Bros., Inc. No se gana dinero con este escrito ni se tiene la intención de infringir ninguna marca registrada o copyright. Rowling es una diosa, ojalá se apiade de mi alma por escribir esto.

Nota: Gracias a Stacey de "Thin Line" por revisar este fic, a Anna por permitir y apoyar esta locura, y a Simeone por prestarme su ejemplar de "El Cáliz de Fuego" sin el cual nunca me hubiera inspirado para escribir esta absurdamente larga y completamente inquietante historia.

Capítulo Nueve: Corazón de Dragón

-¡Sirius!- lo llamó Severus, colocando su caldero lleno de caramelo de menta líquido en una mesa vacía. -¿Estás en casa?- "¿Dónde más estaría?"

Lentamente, un perro negro entró sigilosamente en la estancia.

-Preferiría que no te transformaras en perro dentro de casa. Soltarás pelo sobre las cosas. 

El perro no le contestó, simplemente volvió a su forma humana. Sirius le sonrió con precaución y dijo suavemente- ¿Hola, Severus? ¿Un buen día en la escuela?

-Uno de los mejores- replicó, y después vaciló. Tenía que decir algo, algo que de verdad no quería pronunciar. Todavía sentía que estaba en lo cierto; el comportamiento de Potter en clase enfatizaba la cuestión. Sin embargo, dudaba que Sirius fuera a rendirse en cuanto a ese problema y sus palabras, de hace meses, hacían eco en su cabeza:

"No puedo ser el único que se comprometa...."

No, Severus suponía que Sirius no podía y esperar que lo hiciera era injusto por su parte. 

"Estoy haciendo esto sólo por tu bien, Sirius, pensó de mala gana, no porque de verdad vaya en serio. Quiero tener la esperanza de pasar una Navidad tranquila."

Suspiró. –Lo siento.

Sirius parpadeó. -¿El… qué?

-Siento haberme enojado contigo. Es comprensible que quisieras decirle a tu ahijado sobre... nosotros.

Sirius alzó las cejas, sorprendido.- Uau.

-¿Qué?

-No esperaba que te disculparas.

Severus se encogió de hombros y por un momento pareció avergonzado. –Es un mal hábito que me has pasado.

Sirius sonrió de oreja a oreja. –Sí, seguro.

-Maldita sea, no soy precisamente bueno en esto. ¿Me... me... perdonas?

-Claro.

Severus frunció el ceño. -Oh, odio eso de ti.- señaló su caldero. -¿Caramelo de menta?

* * *

Dumbledore les envió un pino decorado con esferas plateadas y verdes en una mitad y doradas y rojas en la otra, los colores de Navidad- y por cierto también los colores de Gryffindor y Slytherin. Severus pasó varias horas lanzando los hechizos apropiados y por la mañana de Navidad, una pila de regalos apareció debajo del árbol. La mayoría eran pequeñas baratijas que los maestros se mandaban; eran, por supuesto, para Severus. Dumbledore les regaló un doble juego de copas de vidrio; cada una rellena con un calcetín de lana grueso.

-No lo entiendo...

-Tal vez sea una metáfora.

-Calla.     

Harry, Hermione, y Ron le mandaron a Sirius unos cuantos regalos para su nuevo hogar, incluyendo el libro de cocina "Banquetes de Un Minuto- Es Magia". Severus, que no confiaba en él para las tareas de la casa, lo confiscó rápidamente. Harry también le dio una cámara y una botella de líquido de revelado para hacer fotos que se movían. El trío mostró bastante amabilidad al regalarle a Severus un juego de pergamino y plumas; el profesor de Pociones se sorprendió mucho.

Por fin, después de abrir todos los demás regalos, Sirius le pasó a Severus un paquete grande y abultado, y le confesó-: Realmente no sabía qué regalarte.

Severus le dirigió una sonrisa rara-: No te preocupes. Nadie lo sabe nunca.- le aseguró y abrió el regalo.

Debajo del envoltorio estaba un reluciente caldero de oro lleno de ingredientes de pociones. Severus examinó los frascos y comentó-: Estos son muy difíciles de encontrar. No he visto algunos de estos en Hogsmeade o en el callejón Diagón en mucho tiempo. ¿Dónde los conseguiste?

-Remus es buen amigo del boticario de su pueblo.- explicó.        

Severus asintió.- No me sorprende- replicó. El comentario era franco y nada sarcástico. –Gracias, Sirius.

Le pasó a Sirius una pequeña caja. Sirius desató la cinta y encontró dentro un solo billete de ida y regreso para el tren de Hogsmeade con destino a la plataforma nueve y tres cuartos del día siguiente.

-Las mascotas viajan gratis.- explicó Severus. –Lo siento. Era la única manera que se me ocurrió para llevarte a escondidas en el tren, aparte de la poción multijugos... y teniendo en cuenta adonde vamos, no creí que fuera una buena idea.

-¿Adónde vamos?- preguntó.       

-Al callejón Diagón.

-¿Pero no estará todo cerrado mañana?       

-Le pedí a Dumbledore que acordara una cita para nosotros.

-¿Una cita para qué?      

-Ya lo verás- replicó Severus y se negó a decir nada más.                    

* * *

Mientras que el Caldero Chorreante estaba lleno de magos y brujas de vacaciones, el callejón Diagón estaba casi abandonado. A cuatro patas, Sirius tenía una vista muy limitada de los aparadores de las tiendas, lo cual era decepcionante. Había pasado mucho tiempo desde que había visitado el callejón Diagón y era probable que pasara todavía más antes de que viniera de nuevo.

Severus se detuvo frente a una de las tiendas y llamó a la puerta. Las persianas estaban bajadas, cubriendo las ventanas, y aunque Sirius estiró el cuello, no podía leer el letrero. La puerta se abrió con un chasquido y entraron. Los miles de cajas estrechas apiladas hasta el techo le indicaron al instante dónde se encontraba.

-Buenos días, caballeros- una pequeña voz vino de ninguna parte.

Severus se sobresaltó y Sirius dio un ladrido agudo.

El señor Ollivander estaba parado a su lado, con una expresión de complicidad en su rostro. -Severus Snape, madera de cerezo[1] e hilo de corazón de dragón, doce pulgadas. Me inquietaba el destino de esa varita.- dijo Ollivander.

Severus frunció el ceño.

Los ojos plateados de Ollivander miraron fijamente al perro que estaba a su lado. -Sirius Black, ébano y pluma de fénix, once pulgadas y medio. ¿Supongo que la rompieron cuando te mandaron a Azkaban?

Sirius retornó a su forma humana.- Sí- contestó.  

Ollivander entrecerró los ojos y escudriñó a Sirius.. –Un caso difícil el que me ha traído, profesor Snape.- dijo- Es la varita quien escoge al mago, pero él ya ha sido escogido. No muchos obtienen una segunda oportunidad. Extiende el brazo con el que usas la varita.

Sirius obedeció. Ollivander sacó su extraña cinta métrica y comenzó a tomar notas. Se volvió hacia las estanterías y seleccionó varias cajas.

Sirius miró de reojo a Severus. –¿Una varita?- dijo moviendo mudamente los labios.[2]

Severus susurró-: Bueno, necesitas una varita.

Ollivander regresó y le dio una a Sirius. –Madera de roble y cabello de unicornio, diez pulgadas.

Sirius sabía qué esperar y no se sorprendió cuando Ollivander se la arrebató a los cinco segundos.   

-Arce e hilo de corazón de dragón, nueve pulgadas.

Sirius la agitó. Nada.

-Sauce y pluma de fénix. Ocho pulgadas y medio.      

Nada.  

-Madera de tejo y pluma de fénix. ¿Otra?- Ollivander pensó en voz alta.- Eso sería irónico.

Sirius no tenía ni idea de lo que estaba hablando, pero supuso que no importaba ya que no funcionó de todos modos. Casi se sentía como un alumno de primer curso, agitando varita tras varita mientras la pila de rechazadas crecía alarmantemente.

-Si hay voluntad, hay una varita, y yo la encontraré.- dijo Ollivander. –Cedro e hilo de corazón de dragón, doce pulgadas y medio. Prueba ésta.    

Sirius lo hizo- y una cascada de chispas verdes y azules llovió por la punta.

-Muy interesante- comentó. –No es usual que venda a una persona una varita hermana de la de alguien cercano a esa persona, aunque sucedió hace cuatro años. Harry Potter, madera de acebo y pluma de fénix, once pulgadas.

El estómago de Sirius se contrajo en un nudo. -¿Quién?- preguntó con voz ronca.

Si su varita era hermana de la de Peter Pettigrew…

-Madera de cerezo e hilo de corazón de dragón, doce pulgadas- replicó Ollivander simplemente. –Severus Snape.

* * *

Sirius estaba durmiendo en el tren, con la cabeza apoyada en el regazo de Severus. Éste le rascaba suavemente el cogote, y luego, cuidando de no despertar al perro, abrió el paquete acabado de comprar.

La varita era larga, esbelta y modesta. Tocó la punta y sintió la ligera punzada que era común a los lugares donde había magia concentrada. Sacó su propia varita y, cautelosamente, juntó las puntas de las dos varitas. Una sensación hormigueante le pasó por la mano.

Él y Sirius tenían varitas hermanas. ¿Qué significaba aquello?

* * *

Lumos! ¡Nox! ¡Accio! ¡Accio!

Adornos de Navidad volaban zumbando por la habitación.

-¿Sintiéndote más mago ahora que tienes una varita?- preguntó Severus con tono seco.

Sirius sonrió de oreja a oreja. -¡Accio Severus!

Severus lanzó una exclamación cuando su cuerpo levitó sobre su sillón repentinamente, y flotó hasta los brazos de Sirius. 

-Sí, sí, muy lindo. Ahora bájame.

Sirius le pellizcó la nariz, haciendo que Severus se retorciera, y luego lo bajó, dejando que pisara el suelo.

-Tenemos varitas hermanas- susurró, asombrado. 

Severus hizo una mueca. –Eso no es bueno. 

-¿Por qué?

-Si nos peleamos, desencadenaremos el Priori Incantatem y causaremos un desastre.

-¿Por qué nos pelearíamos?- preguntó Sirius.

-Aún te odio- dijo Severus.     

-Ya, seguro- replicó y lo besó.         

-No, hablo en serio.- insistió Severus, con la más leve sonrisa de satisfacción. –De hecho, me has dado justamente lo ingredientes necesarios para un veneno muy horripilante.

Sirius le mordió la nariz.

-¡Deja eso!- gritó Severus. Se arrojó encima de Sirius y cayeron hacia atrás, convenientemente sobre el sofá.



[1] Dogwood en la versión original, bastante apropiado para Severus (dog= perro). No encontré la traducción para esta palabra, pero el diccionario lo define como un árbol con flores rosadas, de madera dura. Y me gustan los cerezos.

[2] Mouth en inglés. No se me ocurrió nada mejor que la definición del diccionario, así que la dejé así, esperando que se entienda. Si alguno tiene una sugerencia que suene mejor, ¡que me la diga de inmediato!