Labios silenciosos

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Introducción

El regreso a Norfolk

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El vuelo tomaría alrededor de unas seis o siete horas desde la capital de Chipre hasta Inglaterra. Luego de aterrizar en Londres, deberían hacer una conexión que los llevara hasta el aeropuerto local en Norwich donde habría que buscar el modo de trasladarse hasta su destino final ubicado varias ciudades al noreste. Valentine estaba sentado junto a la ventanilla pensando en cómo estaría cambiando su vida de ahí en adelante.

Sus padres, Mrs y Mr Tindall, habían decidido que era momento de volver a Inglaterra luego de casi veinte años viviendo en la isla de Chipre, donde contrajeron matrimonio y tuvieron un único hijo llamado Valentine quien había pasado toda su vida en el mismo lugar y ahora, gracias a diferentes motivos, debía dejar a sus amigos atrás para trasladarse a la casa de una familia cuya existencia sólo había oído mencionar a sus padres en contadas ocasiones.

Estaba previsto que los Tindall llegaran la ciudad donde habitaban sus familiares cercanos, es decir, la familia del hermano de mamá quienes tenían su residencia permanente en Norfolk y donde vivirían gran parte del verano antes de que Valentine iniciara el siguiente curso escolar en la misma escuela a la que asistían sus primos. Los primos a quienes no conocía personalmente salvo en las fotos que mamá le mostraba de vez en vez o en fechas especiales únicamente. Valentine observaba esas fotos sin el menor interés, puesto que esos primos jamás habían intercambiado palabra con él así que, el tener que pasar los siguientes dos meses bajo el mismo techo con un grupo de desconocidos, se le antojaba desalentador.

Además estaba el hecho de que lo habían matriculado a un colegio muy diferente a lo que estaba acostumbrado o eso le habían dicho sus padres. Eso le causaba terror al pobre chico quien, más que otra cosa, habría deseado continuar en el mismo colegio junto a sus buenos amigos de toda la vida.

—Será una experiencia positiva para ti —decía mamá, Mrs Tindall, sentada a su lado tomando la mano de su hijo—. Tu padre está haciendo esto pensando en nuestro bienestar y, hace tanto tiempo que no veo a mi hermano que, creo, que será una buena oportunidad para reunirnos con la familia y regresar a nuestras raíces.

—Si mamá, lo sé. Lo has repetido todas estas semanas —respondió el jovencito lo mejor que pudo mirándola a través de sus ojos claros lanzando un breve suspiro volviendo la mirada a la ventanilla mientras el cabin crew del vuelo comenzaba a servir los alimentos del viaje.

Valentine estaba por cumplir quince años y, apesar de haber expresado varias veces que no deseaba dejar su hogar tan pronto, no fue tomado en cuenta pues Mr Tindall ya tenía todo listo para el traslado de la familia apenas su hijo terminara sus estudios del colegio secundario pues, estaba previsto que cursara el bachillerato donde estaba planeado y continuara sus estudios universitarios en Europa. Todo decidido por sus padres sin tomar en cuenta su opinión, así como no le preguntaban que deseaba almorzar sino que mamá decidía por él solicitando a la aeromoza pollo en vez de pescado y agua mineral en vez de gaseosa de cola. Así era siempre desde que el adolescente tenía memoria.

—Vaya… —se decía dejando los alimentos de lado mientras sacaba su reproductor digital de música de su backpack deseoso porque el efecto de cancelación de ruido hiciera que la incipiente charla de sus padres se quedase en la lejanía.

Al mirar a través de la ventanilla su mirada se perdió entre los verdes campos que se alcanzaban a ver, las diminutas ciudades muchos kilómetros más abajo que se iban quedando atrás tal y como su vida en Chipre y sus recuerdos.

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Aterrizaron en el Aeropuerto Heathrow pasadas las cuatro de la tarde siguiendo a la multitud que descendía del avión dirigiéndose a sus vuelos de conexión, o bien, a la salida del enredado aeropuerto. Los Tindall se dirigieron rápidamente a la sala indicada a esperar el vuelo que los llevaría hasta Norwich pues deseaban estar puntuales en caso de cualquier imprevisto. Valentine pensaba que, de haber sido esas otras circunstancias, habría disfrutado mucho ese viaje en avión y esa breve estadía en el aeropuerto lleno de tiendas y restaurantes pensando en que le habría gustado pasearse por Londres al menos una vez, antes de ser encerrado en la vieja casona familiar tan mencionada por su madre los últimos días.

—Pase casi toda mi vida en la casa familiar —decía mamá sacando algunos álbumes viejos de fotografías que tenía por ahí mostrándole imágenes grupales de diferentes familiares que Valentine no conocía y que miraba con poco interés—, conocida por los vecinos como Halford Park. Era un sitio enorme rodeado por vastos jardines y mucho terreno para criar caballos u organizar eventos. No imagino cómo se verá ahora que ha pasado tanto tiempo, casi veinte años —su mente se fue lejos por unos instantes, como si quisiera revivir sus días de infancia y adolescencia en ese lugar tan lleno de recuerdos para ella.

Lamentablemente, para Valentine aquel sitio no representaba nada no estando seguro si alguna vez sería lo mismo para él como lo era para su madre.

Al llegar al pequeño aeropuerto de Norwich, a eso de las seis de la tarde, fueron recibidos por un hombre mayor bien vestido que llevaba un cartel con el apellido de los recién llegados para que estos se acercaran y pudieran ser trasladados hasta Halford Park, al norte de Norfolk, cuanto antes. Los Señores Tindall sabían que la casa familiar estaba en otra ciudad ubicada como a media hora del aeropuerto, al norte, en las costas de Cromer, por lo que sería un viaje rápido en camioneta cosa que la familia agradeció infinitamente pues estaban agotados por haber viajado todo el día desde antes del amanecer.

Los cuatro iban en una amplia camioneta de prestigiosa marca, propiedad del hermano de mamá, rumbo a Cromer viajando por la carretera A140. Valentine estaba sentado al lado del conductor totalmente perdido en sus pensamientos mientras miraba distraídamente el panorama lleno de verdes campos y algunas incipientes zonas boscosas al lado del camino recto frente a ellos viendo pasar poblados pequeños y otros sitios que se dejaban ver sobre la estrecha carretera de dos vías.

El chico buscó su teléfono móvil en la mochila que estaba a sus pies encendiéndolo esperando ver algún mensaje de sus viejos amigos, no obstante no tenía señal por lo que sería casi imposible saber si alguien le había escrito haciéndolo sentir aún más triste y desalentado guardando el aparato perdiendo el interés en él mientras sus padres hablaban sobre lo estupendo que estaba el clima y como los alrededores aun eran iguales a como recordaban. Para Valentine ese viaje duró horas y horas sintiéndose interminable.

—¿Cuánto más tardaremos en llegar? —pregunto algo malhumorado y fastidiado por aquel infinito viaje por la carretera.

—Estamos cerca, cariño —respondió mamá dulcemente—. Ya llegamos a la ciudad.

—Debes dejar de ser tan impaciente Valentine —indicó Mr Tindall algo molesto—, llegaremos en cualquier momento, solo debemos cruzar la ciudad. ¿Te quedó claro?

—Si, padre —dijo el chico sin dejar de sentirse tenso y fastidiado.

El vehículo atravesó una larga zona residencial llena de casitas cuadradas de ladrillo rojo ubicadas a uno y otro lado del transitado camino hasta que, unos minutos más tarde se aventuraron por el centro de la ciudad lleno de edificios de apartamentos, locales comerciales tomando una calle lateral que iba por toda la zona costera dejando ver el mar delante de sus ojos alejándose de la ciudad hasta una zona apartada del bullicio, los automóviles y la gente.

Así, se aproximó a una amplia entrada metálica en medio de un largo muro de ladrillo blanco delante del cual el vehículo se detuvo mientras el portón se abría automáticamente siguiendo un sendero que cruzaba por una zona boscosa de jardines bastos, verdes y muy bien cuidados. Al final del camino se alzaba una enorme residencia que asemejaba un pequeño castillo de ladrillo claro, amplias y altas ventanas, techos a dos aguas y varias chimeneas saliendo de las esquinas. La residencia tenía forma de L estando la entrada principal en la parte más alargada.

—Por fin llegamos —comentó Mr Tindall ansioso por bajar del vehículo y estirar las piernas seguido de su esposa quien observaba maravillada el que fuera su antiguo hogar.

Valentine descendió de la camioneta observando la imponente residencia frente a él, Halford Park, hogar de la familia Wickham, se veía desierta y silenciosa hasta que el chofer, tras ayudarlos a bajar todas las maletas y valijas, los condujo hasta la entrada abriendo la puerta para dejarlos pasar al interior de la casa el cual estaba tan silencioso y desolado como el exterior. Fueron conducidos a una sala de espera donde, la cuñada de sus padres, Lady Wickham les daría la bienvenida.

Los Tindall observaron interesados lo que los rodeaba: la decoración sobria, los empapelados de damasco y madera de los muros, los muebles antiquísimos e incómodos; así como las lámparas de mesa altas con sus pantallas amplias llenas de flequillos. Valentine se sintió fuera de lugar por un momento en medio de ese ambiente tan extraño y diferente. Tomo asiento en una de las butacas intimidado a la espera de la persona que estaba por recibirlos, sabía que Lady Wickham era su tía y la había visto en las fotografías familiares sin haber cruzado palabra alguna con ella jamás.

La puerta del salón se abrio de par en par dejando ver a dos mujeres de piel blanca y largo cabello negro que parecían competir por ver quien llevaba el aspecto más apagado y sobrio ues vestían ropa poco favorecedora haciéndolas ver demasiado mayores para sus edades. La mayor de ellas era Lady Wickham y, la más joven, su hija y prima de Valentine.

—Bienvenidos a Halford Park. Espero que el viaje haya sido placentero desde Chipre —sus modales eran anticuados sin efusividad estrechando la mano de los Tindall uno por uno.

—¡Estamos encantados de estar de regreso! —mamá parecía estar encantada de ver a su cuñada sonriendo ampliamente mientras que Mr Tindall no parecía estar impresionado manteniendo una expresión neutral aunque amable— El es mi hijo Valentine —procedió a tocar el hombro de su hijo mientras que éste dedicaba una mirada educada a las dos mujeres frente a él sonriendo educadamente.

—Ella es Pandora —Lady Wickham presentó a su hija quien estrechó la mano de todos los recién llegados ya que, de igual forma, para ella eran personas nuevas a las que jamás había visto.

De hecho, ni siquiera sabía que tenía un primo llamado Valentine notando que este y Mr Tindall eran muy parecidos en cuanto al color de sus cabellos, así como ambos tenían la misma forma de rostro y ojos. Pandora sonrió tímidamente sin decir gran cosa analizando con cuidado a sus tíos sin dejar de observar sus modales poco refinados y las constantes muestras de expresividad de su tía quien, en todo momento, parecía querer acaparar la conversación.

—Imagino que han de estar cansados —dijo Lady Wickham tras un momento—, les mostraremos sus habitaciones para que puedan reponerse antes de la cena.

—Pensé que mi hermano estaría aquí para recibirnos —comentó Ms Tindall algo desilusionada—, hace tanto que no lo veo que no podía esperar para saludarlo.

—El volverá a la hora de cenar. Tuvo que hacer un encargo y se llevó a nuestro hijo mayor con él. Se que tienen mucho que charlar luego de veinte años sin verse, además de que deberán arreglar su estadía en Merridew Cottage en los siguientes días.

—Si, entre otras cosas —respondió Ms Tindall.

Mientras los adultos charlaban, Valentine y Pandora se dirigieron una sonrisa leve sin saber si sería buena idea charlar un poco o mantenerse en silencio. El jovencito tenía interés en preguntar varias cosas respecto a su futura vida en Merridew Cottage luego de la mudanza hacia esa casa, así como preguntas relativas al colegio al que asistirán en cosa de un mes y medio más o menos.

—Me da gusto conocerte —Valentine rompió el silencio dedicando a su joven prima una mirada amable—, me alegra saber que tengo dos primos en esta ciudad tan lejana.

—A mi también me da gusto verte por primera vez. Me habían hablado de ti más bien poco —respondió la chica con timidez en voz baja—, salió de mi mente que tenía un primo viviendo en un país tan lejano.

—¿Sabes algo sobre Chipre? —preguntó el chico sintiéndose menos tenso.

—No mucho, solo lo que he estudiado en las lecciones de geografía del colegio. ¿Es la primera vez que visitas Inglaterra?

—Sí y ha sido una experiencia un tanto apresurada. Es mi primer día aqui y ya extraño a todos mis amigos.

—Espero tengas la oportunidad de hacer nuevas amistades. Asistirás al mismo colegio que mi hermano mayor, es una escuela de hombres, así que habrá muchos chicos con quienes congeniar.

Valentine la observó ligeramente sorprendido pues, estaba en lo dicho que, sería una escuela mixta no obstante, le esperaba una estadía de tres años en un colegio de hombres únicamente. Se le antojaba desalentador pues, ya podía anticipar, que terminaría siendo la comidilla de todos ellos o la víctima de los peores grupos de fastidiosos, tal y como le sucediera en su antigua escuela donde le hacían burla sin cesar debido a su torpeza crónica con las actividades deportivas.

—Vaya… —se dijo lanzando un largo suspiro.

—No debes afligirte —indicó Pandora comprensiva—, los chicos que asisten ahí son todos unos caballeros. Harás amistades con jóvenes muy respetables.

—Claro… —pensó irónico sin intenciones de hacerle cambiar de ideas pues, a simple vista, su prima parecía ser de esas personas que creen que todos son buenos por naturaleza.

Pandora Wickham, era una joven de su misma edad, un poco más baja que él de estatura pero de cuerpo y rostro armoniosos guardando gran parecido con su madre. Iba vestida con recato luciendo un vestido negro de mangas largas y cerrado hasta el cuello además de llevar medias oscuras bajo un par de zapatos abiertos. Por lo que había visto en esos breves momentos charlando en la sala de espera, pudo percibir que poseía unos modales muy refinados y una voz melodiosa. Era una chica moderada en muchos sentidos lo cual ayudó a Valentine a sentirse un poco más en confianza antes de ser conducidos a sus habitaciones.

—Les he asignado una de las mejores habitaciones de huéspedes que hay en toda la casa —decía Lady Wickham solicitando a su servidumbre apoyo en subir las maletas necesarias nada más guardando todo lo demás en un amplio armario muy cerca del vestíbulo—. Serviremos la cena en cuanto mi esposo regrese.

—Gracias —fueron las palabras de Mr Tindall mientras se dirigían al segundo piso.

La habitación que les fue asignada, se trataba de una pieza muy amplia y grande compuesta de una alcoba para dos personas y una habitación más pequeña que Valentine encontró acogedora pese a tener menos decoraciones y muebles que el resto de la casa. El disfrutaba de espacios humildes con pocos muebles como ese pequeño lugar que asemejaba un cobertizo más que un cuarto de huéspedes.

—¿Qué te ha parecido todo esto hasta ahora? —mamá entró al cuarto de su hijo dedicándole una mirada tierna— Sé que no querías venir a este país, pero espero le des una oportunidad. Ya verás que este lugar no es tan malo.

Valentine tenía suerte de contar con una progenitora como ella, se decía, a diferencia de papá quien era estricto y emocionalmente distante, mamá era todo lo contrario: siempre era alegre, conciliadora y tierna. El chico lanzó un suspiro de alivio tomando asiento en la cama.

—Mi prima Pandora parece una chica muy amable y linda, espero poder llevarme bien con ella y conocerla mejor estos días.

Mr Tindall ajustó sus gafas observando como su mujer e hijo se dirigían hacia él.

—Pensé que tu hermano nos dejaría ocupar un sitio mejor que la incipiente Merridew Cottage —comentó algo molesto tomando asiento en la butaca más cercana—, la rectoría esta rodeada por otras propiedades mejores, si mal no recuerdo. Barton House es más grande, estaríamos más cómodos ahí.

—Desconozco si Barton House está ocupada por ahora —respondió Mrs Tindall—, pero tienes razón en que estaríamos más cómodos ahí. Me parece increíble que deba tener disputas por una propiedad que me corresponde por derecho. Creo que estuve fuera demasiado tiempo.

—Bien, pues recuperemos el tiempo perdido —concluyó Mr Tindall—, hay que bajar a cenar. Vamos.

Valentine los había escuchado decir una que otra vez acerca de los derechos de mamá respecto a la propiedad heredada de sus padres: Barton House. En el testamento el abuelo Wickham, estaba estipulado que la casa principal, Halford Park, era propiedad de su tío, pero la residencia mencionara era de su madre. Sin añadir nada más, los tres bajaron al salón donde estaba el gran comedor a la espera de la cena no sin tantes curiosear un poco por entre los estrechos y oscuros pasillos de la casa pues, a pesar de tener muchos y amplios ventanales, apenas si pasaba un poco de luz.

—¿Curioseando? —Pandora se dejo ver por uno de los pasillos vistiendo con más soltura y menos recato.

—Esta casa está llena de objetos y pinturas interesantes —comentó señalando unos bonitos cuadros clásicos que colgaban de las paredes más cercanas.

—Mamá ama la pintura —respondió la jovencita sonriente—, a papá le es indiferente así como a mi hermano, pero mi madre es aficionada a los cuadros como estos. Ven, te mostraré la sala de música, es la más alegre de la planta baja.

La sala de música estaba al final del largo pasillo, justo al lado del amplio comedor y la familia gustaba de reunirse ahí cuando tenían invitados. Esta era una sala circular muy amplia donde había un piano de cola y un arpa alta así como bustos de músicos reconocidos y estantes con libros colocados aquí y allá entre las butacas. Una araña dorada colgaba del techo iluminando los empapelados borgoña.

—Vaya, que impresionante —comentó Valentine yendo directo al piano.

—Aquí tomo lecciones de música —dijo la chica—, me agrada tocar el arpa cuando la ocasión lo permite. Si sabes tocar el piano, podríamos hacer un dueto uno de estos días.

—Eso sería genial.

En esos momentos se escuchó como la puerta principal se abría lo que hizo que Pandora sonriera ampliamente tomando a Valentine de la mano.

—Papá ha llegado, vamos. ¡Te lo presentaré y a mi hermano!

Lo condujo de regreso por el largo pasillo dejando de lado el salón comedor para llegar a la puerta donde estaban de pie dos hombres rubios muy altos, casi de la misma altura. Ambos tenían expresiones hoscas en sus rostros sólo que uno de ellos, el mayor, quien debería ser su tío, se dijo Valentine, se trataba de un hombre bien vestido de aspecto sumamente severo notándose a leguas que se trataba de un hombre de poca paciencia mientras que, su hijo, iba vestido más casual aunque no por eso parecía ser más amable o esa impresión le dieron al jovencito de los cabellos rosados.

—¡Padre, hermano, bienvenidos! —Pandora saludó con efusividad a ambos para luego presentar al recién llegado— Los Tindall han llegado ya, el es Valentine.

—¿Valentine? —preguntó el más joven de los dos recién llegados dedicándole una mirada de poco interés y casi molestia— ¿Y no has podido esperar a que estemos sentados a la mesa para las presentaciones? —dijo a su hermana quien pareció molestarse por semejante comentario.

—Basta —indicó el tio Wickham sin ánimos de prolongar esa conversación—. Pandora lleva al invitado al comedor pues la cena se servirá dentro de poco.

—Sí padre.

Así Valentine supo que el hermano mayor de Pandora, se trataba de su primo Radamanthys, quien era un chico muy alto, fornido e imponente. Guardaba gran parecido con su padre en cuanto a lo estricto de su carácter, su cabello rubio y mirada severa bajo una espesa uniceja. Había pasado gran parte del mes en Noruega visitando a un amigo del colegio y, apenas regresó, fue requerido por su padre para apoyarlo en unas actividades que requerían la presencia de Mr Wickham. Valentine se sintió intimidado por la presencia de ambos hombres además de que el tío apenas si dedicó un abrazo formal a su hermana menor a quien no había visto en mucho tiempo.

A pesar de ser una reunion familiar, el ambiente se sentía sumamente tenso siendo el preludio de la disputa por Barton House ya que, esa misma tarde, Mrs Tindall deseaba hacerle saber a su hermano que no estaba de acuerdo con ocupar Merridew Cottage sino la propiedad que su padre le había heredado en vida.

—Es mejor que nos alejemos del comedor apenas comiencen a pelear —susurró Pandora a Valentine discretamente.

—Si, tienes razón. No estoy de humor para peleas.

El chico observó a Radamanthys sentado frente a ellos degustando su cena en silencio pareciendo no importarle si sus padres y tíos se peleaban o no mientras no le interrumpieran. Apenas sí saludó a los recién llegados educadamente sin pasar de ahí. De igual forma, parecía que su relación con Lady Wickham, su madre, no parecía ser tan estrecha como la que tenía Pandora con ambos padres o esa impresión le dio. Durante la hora del café, Pandora llevó al joven invitado a la terraza mostrándole los vastos jardines que rodeaban la propiedad iluminados por diferentes farolas colocadas tanto en los muros y columnas de la casa, así como otras distribuidas por todo el terreno.

—Creo que tu hermano es algo arisco, ¿no es así? —comentó Valentine tomando asiento al lado de su prima mientras ella sonreía discretamente.

—Si, un poco. No hace amigos con facilidad debido a su carácter —respondió la joven con naturalidad—. Algunos chicos lo consideran prepotente, pero nada más lejos de la realidad. Mi hermano es un buen chico y muy bondadoso, podrás comprobarlo en cuanto tengas la oportunidad de tratarlo de cerca. Verás que tú y él serán buenos amigos —dijo soñadora.

La puerta de la terraza se abrió en ese momento siendo Radamanthys quien saliera de la casa mirándolos con extrañeza aunque, sin decir nada, sacando un cigarrillo como si no hubiese nadie más cerca de él.

—Sabes que no debes fumar en la casa —replicó la chica molesta—. Le diré a mamá.

—No estoy dentro de la casa —respondió molesto apartando el cigarrillo de ambos— y dile lo que quieras. Eres muy chismosa —añadió filoso.

—No me hables así delante de Valentine.

—¿Así que tu eres el primo Valentine? —Radamanthys acercó una silla tomando asiento al otro lado de su primo dejándolo en medio de ambos— Creo que mi madre me habló de ti en alguna ocasión, ¿es cierto que vivías en Chipre?

—Si, primo, es verdad. Es la primera vez que visito este país. Estudiaremos juntos en la misma escuela.

—Si, lo sé. Este es mi último año en la Academia, ya verás que será divertido —respondió sin interés.

—Espero poder hacer amigos ahí —comentó con nostalgia—, deje a los míos en casa.

—Será una experiencia interesante —Radamanthys lanzó otra bocanada sin observar a sus dos acompañantes—, hay muchos chicos ahí y tantas actividades que estarás más ocupado tratando de ordenar tu horario de clases que haciendo amigos.

—Hermano —intervino Pandora—, no deberías decir cosas más positivas. Estás desanimando a Valentine.

—Solo digo la verdad. Es un sitio muy demandante.

Un momento más tarde Mrs Tindall salió a la terraza también solicitando hablar con su hijo de forma privada. Valentine se puso de pie apartándose de sus primos observando como mamá parecía estar más calmada que hacía un rato.

—Le he ganado a mi hermano gruñón y mañana iremos a visitar Barton House. Ese será nuestro hogar de ahora en adelante.

—Caray… y pensar que el tío parece un hombre de pocas pulgas y mala disposición —comentó el jovencito feliz por la victoria de su madre.

—Lo es, pero debía ganar como fuera y recuperar lo que es mío por derecho.

—Entonces es un hecho que aquí estará nuestro hogar de ahora en adelante, ¿no es así?

—Así es hijo. Todo saldrá bien, ya verás.

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Continuará…