Nota de la autora:

(No sé cómo esta idea insana llegó a mi mente, pero no podía dejar de sonreír, así que decidí escribirla)

Todos odiamos a Dolores Umbridge, ¿verdad? ¡Ese sapo… ese pequeño pedazo de…! Perdón, se me pasó un poco la mano… Tara tose y continua con su nota–. De cualquier manera, Dolores Umbridge no consiguió su posición como Asistente del Ministro sólo por trabajar muy duro… ¡Demonios que no! ¡Aquí está su historia real! Protagoniza una Dolores que nunca creyeron pensar… mini-faldas… canciones de Barry Manilow… una nueva clase en Hogwarts… ¡y toneladas de diversión!

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CAPITULO I

"Ministro, todo lo que usted necesita es una buena distracción"

Cornelius Fudge frotó sus ojos vigorosamente. Había estado trabajando en un montón de papeles por un periodo de tiempo bastante largo, y ahora estaba completamente exhausto. Quizá necesitaba un descanso. También necesitaba un poco de ayuda de parte de Albus Dumbledore.

– Le escribiré después –se dijo a sí mismo, mientras se levantaba de su sillón.

Con un enorme bostezo, tomó su capa de viaje del perchero en su puerta de caoba y salió de su oficina. Mientras caminaba hacia la salida, se topó con alguien.

– ¡Cielo Santo, fíjese por donde camina, Weasley!

– Lo siento, Ministro –respondió Arthur Weasley –. No lo vi venir.

– Claramente… –replicó Cornelius, fríamente, y sobó su frente.

Arthur Weasley lo miró fijamente. Notó el tono pálido de su piel, y lo tieso de cada uno de sus movimientos. Entonces sonrió.

– Se ve terrible, Ministro. Ha estado trabajando duro, ¿verdad?

Cornelius asintió.

– De hecho… –murmuró –. ¡Demonios, cómo detesto este trabajo! ¡Debí dejar que Albus lo tomara! ¡Algunas veces siento que no puedo estar al día ni lidiar con todo lo que pasa en el mundo mágico!

Arthur descartó aquello con un movimiento de su mano.

– ¡Tonterías! –exclamó –. Ministro, todo lo que usted necesita es una buena distracción.

Fudge frunció sus cejas, que se tornaron en una severa y estrecha línea.

– Y con eso quiere decir…

Para sorpresa de Fudge, Arthur lanzó una mirada furtiva por el corredor. Entonces tomó el brazo de Cornelius Fudge y se acercó a su oreja.

– Sólo si me promete un… un pequeño aumento –murmuró, sonrojándose.

– Sí, cómo sea. –Fue la respuesta de Fudge, quien rodó sus ojos ante la obvia propuesta.

Pero Arthur no había terminado, no aún.

– Y… no le diga a Molly acerca de esto.

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¿Qué es lo que Arthur tiene en mente? ¿Cómo envuelve a Umbridge? ¡Respuestas en el siguiente capítulo!

Al último, pero no menos importante, dejen un lindo review, si no… ¡les pondré los ojos de cachorro triste!