Lamento de Noviembre

by: Inu+Kago

Disclaimer: Ninguno de los personajes de Inuyasha me pertenece, todos ellos son propiedad de Rumiko Takahashi, y no pretendo, bajo ninguna circunstancia tomar posesión de ellos, yo solo escribo fan fiction

Capitulo 1- El olor a días pasados.

 Esa mañana Aome despertó de pronto, no había tenido ninguna pesadilla ni nada por el estilo, ella solo despertó de golpe. Miro hacia el reloj que se encontraba en la pequeña mesita de noche junto a su cama y vio que este marcaba las 5:30 AM 'Es muy temprano' pensó, pero aunque su hora regular de levantarse era hasta una hora mas tarde sabia que no importaba cuan cansada estuviera, ella no podría volverse a dormir, y mucho menos ese día. Así que se sentó tranquilamente en su cama a contemplar todas las cosas y detalles que en su cuarto se encontraban: alcanzo a detectar cosas que ni siquiera recordaba poseer, por ejemplo aquella pluma con tinta plateada que usaba para escribir cartas de agradecimiento o felicitación, y es que últimamente, no había muchos a quien escribir, ni muchas cosas que decir. Ya era una alumna de universidad, pues tan solo un par de meses atrás había cumplido 19 años, pero aun así, las cosas no habían sido lo mismo este ultimo año. Se encontraba ensimismada sus profundos pensamientos cuando su piel repentinamente se erizo y un suave viento entro por aquella ventana que miraba hacia el sur, trayendo consigo una ligera brisa matutina que rozó su rostro por unos instantes. Ni siquiera tendría que mirar hacia el calendario, de antemano lo sabia, había transcurrido un año. Se quedo sentada hasta que 60 largos minutos transcurrieron y contuvo sus lagrimas hasta el ultimo segundo, después, se levanto y se dirigió hasta la cocina y se encontró con la gran inesperada sorpresa de que todos ya se habían despertado. El abuelo leía, como era de costumbre, el periódico; Sango preparaba el desayuno; Y Miroku, según lo que se podía observar desde la malla que cubría la puertecilla, estaba barriendo el corredor.

-Aome, ya estas de pie! Buenos días! - exclamo Sango gentilmente

-Buenos días Sango, abuelo!...Abuelo!!

-Eh?..Ah si! buenos días Aome!

-En unos momentos tendré listo el desayuno- dijo Sango preocupada por el aspecto que Aome lucia en su cara hoy.

-Si, gracias Sango. Veo que ya te acostumbraste muy bien a nuestra cocina- Aome decía mientras caminaba para observar mas de cerca la labor que el monje realizaba.

-Si, así es, me parece sumamente fascinante. Estaba leyendo estas recetas que vienen en este libro que tu mama me dejo...- y el relato se corto cuando Sango se dio cuenta que Aome no la estaba escuchando ya que se encontraba estática frente a la puerta mirando cada movimiento de la escoba, y no era que estuviera enamorada de nuestro pervertido monje, Aome estaba mas distraída que de costumbre.

La mirada de Aome dejo de ver la hacendosa escoba para posarse luego en el rostro de Miroku, quien rompió su silencio al ver pasar un cuarteto de chicas de la preparatoria que se encontraba cerca.

- Buenos días, hermosas damas! Que pasen un exitoso día, y que no se les olvide pasar al templo Higurashi después de la escuela ya que tenemos hermosos amuletos y dijes para la suerte-Las chicas le respondieron con 4 pequeñas risitas que pronto se desvanecieron con el ruido de la gran ciudad de Tokyo.

Aome no pudo evitarlo y una gran sonrisa escapo de su rostro al contemplar a su valioso amigo que, sin lugar a dudas, tenia la gran habilidad de contagiarla de su buen humor. Apenas realizando la tan acostumbrada hazaña de Miroku, Sango corrió hacia donde se encontraba Aome gritando-Miroku! Que tantas tonterías estas haciendo?! entra ya! que el desayuno aguarda y el corredor ni siquiera sucio estaba!.

Esta vez, junto con esa gran sonrisa siguió una carcajada al ver la cara de disgusto que su amiga portaba, y es que eran precisamente esa parejita de testarudos que obligaban a Aome a recobrar el sentido positivo del día.

Miroku y Sango no eran pareja, no oficialmente, pero Aome había divisado entre la penumbra de las afueras de su casa, mas de una vez, 2 figuras familiares, sentadas muy cerca una de la otra con algo que parecían ser brazos entrelazados, aun siendo la descubridora de cierto hallazgo, prefirió guardase esas escenas para su memoria por temor a intimidar o llegar a estropear algo valioso.

-Ah! Señorita Aome, que gusto ver que ya se encuentra de pie. Es una preciosa mañana, no lo cree?

- Si, así es,-por unos instantes la mirada de Aome pareció apagarse lentamente mirando hacia el modesto centro de mesa que contenía dos flores silvestres- opino lo mismo Miroku. Abuelo, deja de leer el periódico! que no ves que todos ya estamos sentados a la mesa, eso es de mala educación!.

El abuelo, al ver la expresión tan imponente de su nieta, no dudo e inmediatamente hizo el periódico aun lado- Si. Diré las plegarias de agradecimiento; demos gracias hoy, por los alimentos que a nuestra mesa han.. -Sin embargo, aunque los ojos de los 3 jóvenes se encontraban fijos en algún punto del banquete, sus mentes volaban en distintas direcciones: Sango, quien solo repetía un solo pensamiento `que descarado!'; Miroku en un dilema `cuanto tardara el corredor en ensuciarse de nuevo?'; respecto a Aome, solo existía una palabra en sus pensamientos 'Adiós.';en cuanto al abuelo quien no era un tonto `Ni siquiera están prestando atención-...y como ultima petición, bendice nuestro hogar.

Pasaron algunos minutos de silencio antes de que Miroku se atreviera a decir la primera palabra.

-Hoy es jueves, una bella mañana en el mes de Noviembre, lo cual indica que la señorita Aome y yo seremos los encargados del templo hasta el mediodía...

- De hecho Miroku, quería pedirle a Sango si podríamos intercambiar nuestros turnos el día de hoy, así yo atenderé lo que resta de la tarde.

El templo Higurashi había re-abierto sus puertas desde hacia 10 meses y, hasta ahora había resultado ser uno de los mas populares de la zona. Naturalmente, era atendido principalmente por Aome, que se encargo de estudiar a fondo las costumbres de su templo y el como llegar a ser una buena sacerdotisa. Claro que para esta tarea el abuelo y el monje Miroku han sido de gran ayuda. Pero Sango se rehusó a quedarse fuera y, aparte de ser la cocinera oficial de la casa, también ponía de su parte para mantener el templo abierto a toda clase de publico.

-Si, claro Aome, pero, podría preguntar por que?, digo, si no es mucha indiscreción. Te sientes mal?

-Eh...No, No, nada de eso, es solo que tengo que ir a hacer unas compras y.... no tendré tiempo esta semana si no lo hago hoy. Es todo.

Había algo en la excusa de Aome que no la convencía del todo. Algo en el tono de su voz, y el hecho de que no miraba a nadie a los ojos por mas de un instante, hacían opacar su credibilidad. `Claro, somos jóvenes, estamos en el proceso de cambio' Sango se repetía, pero había ese diminuto vacío, que se hacia mas grande a cada segundo, de que su amiga no estaba del todo bien.

El desayuno transcurrió sin muchas aportaciones verbales y finalmente los platos se recogieron y lavaron. Minutos después solo quedo el murmullo de los últimos chorros de agua yéndose por el fregadero. La cocina estaba vacía.

Sango y el monje Miroku se encontraban en el templo, Aome había salido para hacer sus "compras" y el abuelo, como todos los jueves, salía a su pequeño trabajo como mercader.

-Su alteza, no cree que Aome se comportaba mas distraída que de costumbre?

-Tu crees? Mmm.. no lo se Sango, pero ya sabes que no me tienes que llamar "su alteza", no tiene caso, y menos ahora que estamos solos....-las manos de Miroku se deslizaban suavemente por la espalada de la joven Sango.

-Hay pero su alteza, que cosas dice!-Y Sango dio un paso atrás.

-Vamos Sango, no seas tan tímida.

-Su alteza, la gente esta por llegar...-Este era el juego de cada dia: mientras se encontraban personas a su alrededor, tomaban esa actitud de respeto y nada mas; Pero en aquellos contados instantes en los que Sango y Miroku podían gozar de un rato a solas, tenían la libertad de ser una tierna pareja de tórtolos en primavera. El "juego"  paró repentinamente, algo capto la atención de Sango. Aquellos dos pequeños portones que se habían mantenido cerrados por bastante tiempo, se encontraban abiertos nuevamente.

-Que raro..

-Eh?..que pasa?

-Se supone que esa puerta este abierta?

-Que? -exclamó Miroku en confusión al no saber a que se refería la bella Sango-...Que puerta?

-"LA" puerta- Miroku al fin volteo su mirada unos metros mas allá en el pequeño corredor. Hubo un minuto de silencio, seguido por un par de miradas de angustia y tristeza.

-Usted cree que.... debería ir a cerrarla?

-Tu sabes lo que piensa la señorita Aome respecto a eso. Lo mejor será que dejemos esas cosas en sus manos.

-Pero, usted cree que...

-Ah! Mira, la gente ha comenzado a llegar. Sango, será mejor que despiertes al pequeño Shippou, avísale que no salga de casa hasta que los oficios concluyan.

Los oficios de esa mañana transcurrieron tranquilamente. Miroku estaba dando las gracias a una de las familias que asistía regularmente al templo; Sango se encontraba afuera mirando a los niños que corrían alegremente por los corredores del templo Higurashi. Sin duda esta escena le recordaba a su pequeño hermano Kohaku.

-Kohaku. Yo creo que te hubiera gustado esta época, me hubiera encantado traerte conmigo hermano.-lagrimas llenaron sus ojos al ver el retrato tan vivo de él que conservaba en su memoria- Pero ahora ya estas en paz, se que te encuentras en un lugar mejor, ya puedes descansar, mi querido Kohaku.

Desviada de sus profundas memorias, Sango volvió a la realidad súbitamente al ver a 2 niños introducirse al Templo del pozo "sabía que lo debía haber cerrado!" pensó Sango, corrió rápidamente y sin titubear, entro al templo. Los niños jugueteaban y reían alrededor de él, sin tener la mas mínima idea de lo que aquel pozo en realidad significaba.

-Este no es un lugar para los niños

Los niños voltearon sorprendidos, soltaron unas cuantas carcajadas y después salieron al encuentro de sus padres. Sango se quedo ahí. Admirando. Escoltando. Recordando. En cuestión de minutos, Miroku se encontraba en el umbral. Los dos se miraron y, como si sus movimientos fueran perfectamente sincronizados, desviaron su atención a aquella estructura oscura que se encontraba en el centro de aquel pequeño salón.

-Todos se han ido a casa. Vayamos a dentro, el pequeño Shippou aguarda.

-Si.

Sango miro por ultima vez aquel pozo cubierto con madera antes de dejar el lugar.

---------------------------Fin del capitulo 1--------------------

N/A: Bueno, simplemente espero que les haya gustado, espero dejen sus reviews todo es aceptado, quejas criticas...lo que sea..

Gracias a todos los que llegaron hasta aquí.

Inu+Kago