Ustedes saben... mi nombre no es J.K. Rowling, por lo tanto ninguno de los personajes ya establecidos por ella me pertenecen, sólo los que yo cree dentro de este fic.

Capítulo 1: KRUM.

El ambiente en el castillo de Hogwarts de magia y hechicería era distinto aquella jornada. Los alumnos de séptimo año celebrarían su egreso de clases con una gran cena de despedida, finalizada por la entrega de premios anuales que se daba a aquellos que hubieran sobresalido en esa promoción. Harry, Ron y Hermione estaban muy nerviosos, tanto o más que el resto, ya que el final de sus años en el colegio había finalizado. Con la ceremonia de graduación, se terminaba también la época de oscuridad vivida a causa del regreso de Voldemort. Harry, quizá a causa de lo cansado que estaba de luchar con Voldemort, reunió las pocas fuerzas que le quedaban y con la ayuda de la espada de Gryffindor y de la fuerza que el espíritu de Sirius le envió en ese instante, pudo realizar la tan ansiada maldición prohibida que les había quitado la vida a sus padres: "Avada Kedavra". La vida de su amigo Ron también había estado en peligro, de no ser por el escudo protector con el que Hermione lo cubrió, cuando estuvo a punto de recibir la maldición "Cruciatus". Fue un verdadero acto de amor y valentía...

--Flash Back-

-No te servirá el que tus amigos quieran protegerte, Harry - dijo la áspera y fría voz de Voldemort.- Morirás igual que tus padres y tu sangre me servirá para revivir por completo.

-¡No te será tan fácil! - dijo Harry con la voz ronca.- Pero no te metas con mis amigos... ellos no tienen nada que ver aquí.

-¿Sufrirías si hago algo en contra de ellos? - dijo Voldemort al tiempo que dirigía sus pasos hacia el caído Ron.

-¡No, no le hagas nada! - gritó Harry. Vio como Hermione se acercaba hasta Ron.- ¡Hermione, no te acerques, es peligroso!

-¡Debo hacer algo por Ron! - gritó Hermione - ¡No se puede defender! ¡AAAAAAHHHHHH!

La maldición "Cruciatus" había salido desde la varita de Voldemort dándole fuertemente a Hermione en el pecho. Hermione se agitaba, gritaba y las lágrimas caían por sus mejillas. A causa de los fuertes gritos de Hermione, Ron había despertado de su inconciencia y cegado por la luz que desprendía la maldición de Voldemort, no podía vislumbrar quien se interponía entre él y el señor tenebroso. Por fin se dio cuenta: era Hermione.

-¡Hermione, ¿qué has hecho?! - exclamó Ron al ver a su amiga protegiéndolo.

Pero Hermione no le respondía, su voz se había perdido en el interior de su miedo, en lo más profundo de su alma.

-¡Ron! - gritó Harry.- ¡Haz algo por Hermione, la va a matar!

Ron, con los ojos llorosos, caminó decidido hasta el cuerpo de Hermione, que se alzaba con los brazos extendidos y los ojos nublados, y se interpuso entre ella y la maldición, abrazándola con sus fuertes brazos y llorando de dolor. El cuerpo de Hermione cayó sobre los hombros de su amigo y se quedó inmóvil. Harry estaba tendido en el suelo, con la pierna entumecida a causa de las heridas que le produjeron los hechizos de los Mortífagos, pero tratando con todas sus fuerzas de reunir el poder suficiente para derrotar a Voldemort. Como salido de las entrañas de la tierra, el calor se introdujo en la piel de Harry, y éste distinguió que aquel calor pertenecía a alguien que jamás lo dejó abandonado: Sirius. Era el espíritu de su padrino, estaba seguro, lo que le ayudó a recuperar las fuerzas perdidas. Confiando en lo más profundo de su ser, Harry se levantó del suelo y apuntó a Voldemort con la varita. Sus ojos parecían de fuego y en él renacía el poder de Godric Gryffindor... tenía que hacerlo, no habría otra oportunidad.

-¡Avada... Kedavra! - gritó Harry.

El rayo de luz verde se propagó por entre los árboles del bosque prohibido y fulminó el cráneo de quien había acechado sus vidas por más de diecisiete años. Las cenizas en que se convirtió el magro cuerpo de Voldemort, se impregnaron en el viento, el cual se las llevó para siempre, dejando atrás el miedo. Los cuerpos casi inertes de Ron y Hermione cayeron al suelo, al igual que el herido cuerpo de Harry. Un silencio de cementerio siguió a la escena. Todo había terminado, no como hubiesen querido, pero al fin y al cabo era el término.

--Fin Flash Back-

-"Premio anual de la promoción 1997" - anunció Dumbledore.- Por sus logros como estudiante y aportes a la comunidad mágica. La señorita Hermione Granger.

Toda la mesa de Gryffindor aplaudió muy fuertemente. Hermione se puso muy colorada y avanzó hasta la mesa de los profesores, donde la esperaba McGonagall con un ramo de rosas para ella y su premio correspondiente.

-¡Muchas felicidades, Hermione! - gritó Harry en cuanto llegó a la mesa nuevamente. Luego le dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.

-Gracias, Harry.- respondió Hermione.

-Felicidades Her - dijo Ron. Se miraron por un momento, sintiendo en cada una de sus miradas ese amor infinito que se profesaban, pero que aún no estaban dispuestos a decirse. Hermione avanzó hacia Ron, y éste la estrechó entre sus brazos, comunicándole lo mucho que la quería y que no deseaba dejarla más. Se soltaron al tiempo que Hermione se acercaba a Ron para darle un beso en su mejilla, pero Ron sin intención alguna, no supo en donde poner la cara y la movió de tal manera, que sus labios quedaron a pocos centímetros de los de Hermione. Los dos, rojos como tomates, se despidieron entre sí, y se despidieron de los demás, hasta que el destino volviera a reunirlos.

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La mañana iba avanzando a medida que la hora en el reloj de Hermione cambiaba. La chica aún no despertaba y se movía tranquilamente entre las sábanas blancas de su enorme cama. Las siete de la mañana. El sonido lejano de la radio mientras tocaba a "Red Hot Chili Peppers" se introducía en los sueños de Hermione. La chica abrió los ojos lentamente y miró alrededor. La soledad de su habitación ya era habitual para ella. El teléfono sonó.

-Diga... - dijo Hermione con voz de sueño. -Sí, Hermione Granger. ¡Ah, hola! ¿A qué hora? Creo que es un poco temprano... ¿no? Bueno, voy para allá.

Colgó. Tenía que volar al trabajo, pero su cuerpo le pedía algo de clemencia. Estiró las piernas y se levantó de la cama. El agua caliente de la ducha fue un gran alivio para su modorra, así que cuando salió de ella, tenía el ánimo en alto, lo que le ayudó a -"literalmente"- volar al trabajo. Tomó las llaves del Mazda 323 que tenía por coche, y condujo por la avenida central de Londres que la llevaría al Ministerio de Magia. Estacionó el auto a un lado de la calzada. La destartalada cabina telefónica que la conducía al subterráneo, abrió sus puertas como de costumbre y Hermione pudo bajar hasta su lugar de trabajo: "El departamento contra el uso indebido de artefactos muggles."

-Matilda, llegué ¿Por qué tanta urgencia? - preguntó Hermione a la bruja recepcionista detrás del mostrador.

-No lo sé, será mejor que te explique Úrsula con más calma. Pero creo que te interesará.- esto último, Matilda lo dijo con una pequeña sonrisa en los labios, lo que hizo confundir más a Hermione.

-Bueno, espero que no sea ningún sobre azul - dijo Hermione.

-Oh, niña, ni te preocupes. Tú ve y disfruta. - dijo Matilda, guiñándole un ojo.

Hermione avanzó por el pasillo que conducía a la oficina de Úrsula y se quedó parada en la puerta, vacilando. Las palabras de Matilda la habían intrigado. "¿Será alguno de mis amigos?", pensó Hermione. Luego lo descartó. Harry ya la había visto hace unos días atrás, no podría ser una sorpresa verlo de nuevo. Además, Harry siempre llamaba antes de aparecerse por esos lugares. "¿Ginny?", pensó. No, tampoco se trataría de ella. La chica pasaba mucho tiempo ocupada en su trabajo de profesora de transformaciones, el puesto que Hermione había rechazado hace dos años exactamente y que sin vacilar, había tomado Ginny. Podría ser una de sus viejas amigas de escuela, como Parvati o Lavender, e incluso Draco, de quien se había hecho muy amiga el último año en Hogwarts, pero Draco estaría ahora disfrutando de los placeres mundanos con su novia Pansy y Hermione dudó que pudiera aparecerse en ese instante. "Quizá... Ron" pensó de nuevo. Pero de él no tenía demasiadas noticias, aunque seguía teniendo esperanzas de encontrarlo de nuevo, o de que volviera de Rumania, donde se había ido a estudiar dragones con su hermano mayor, Charlie. Decidió no darle más vueltas al asunto y enfrentarse a lo desconocido. Dentro, la oficina estaba levemente iluminada por unas antorchas flotantes a la usanza del siglo XVIII y su amiga Úrsula, estaba sentada en el fondo de la sala, tras el escritorio, con las manos cruzadas, hablando animadamente con una persona, a la cual Hermione no podía verle la cara. Úrsula se detuvo al momento en que Hermione cruzó la puerta y se puso de pie. Le hizo una seña al individuo para que esperara sentado en su sillón.

-¡Hermione, tanto tiempo! - bromeó Úrsula. La verdad es que se habían visto recién ayer, por la tarde, en una junta con los del "departamento de Deportes y juegos mágicos".

-No bromees, Úrsula. ¿Para qué me has llamado? - preguntó Hermione, ceñuda.

-Oh, eso... bien, pues... resulta que alguien ha venido a verte... y pensé que podría resultarte interesante verlo... - dijo Úrsula, vacilando.

-Déjate de rodeos y habla de una buena vez.- le espetó Hermione.- Tiene que ser alguien tan importante como el rey de Inglaterra para que me hayas hecho venir tan temprano.

-Bueno, no es el rey de Inglaterra, pero supongo que sí es importante para ti. - dijo Úrsula, al tiempo que le dirigía a Hermione una pícara sonrisa.

"Ron" pensó Hermione. Sus esperanzas afloraron como en primavera y esperó a que el chico pelirrojo se levantara del sillón para abrazarlo otra vez y decirle cuanto lo había extrañado todo este tiempo, qué lo necesitaba e incluso, decirle cuánto lo había amado desde que se habían conocido. Pero sus esperanzas se desvanecieron cuando de la silla se levantó un joven alto y de cabellos oscuros. Sus cejas negras y abundantes acentuaban aún más sus rasgos algo duros, y se esforzaba por sonreír, aunque nerviosamente, con su boca lineal y casi siempre inexpresiva. Iba guapo, sobre todo por la camisa de algodón negro que llevaba puesta y los vaqueros azules, rasgados un poco en las rodillas. Terminaba la presentación una corbata azul marino y una chaqueta de mezclilla azul también.

-Hola, Herr-mio-ne - dijo Krum al tiempo que se ponía de pie y saludaba a Hermione con un beso en la mejilla.- ¿Crreías que no volverríamos a verrnos?

-Hola, Víctor... - respondió una muy sorprendida Hermione. - ¿cómo has estado?

-Oh, muy bien. He venido de visita porr un parrtido que jugarrá la selección de Bulgarria contrra la de Inglaterra. - dijo Víctor muy feliz.

-Ya veo - dijo Hermione.

-Y he aprrovechado la ocasión parra venir a saludarrte. - finalizó el Búlgaro.

-Claro... pero, ¿por qué no me llamaste antes? Te hubiera recibido mejor... - dijo Hermione, sonriendo.

-Querría que fuerra sorrpresa. Tu amiga Úrrsula me ha ayudado a contactarme contigo.- dijo Krum.

Úrsula le dirigió una mirada de felicidad a Hermione, quien la miró con ojos de extrañeza. Aunque no hubiese sido Ron el que la haya visitado, estaba feliz de igual manera de que fuera Víctor, quien también era su amigo. Llamaron por el altavoz de la oficina a Hermione, para que atendiera una lechuza que le había llegado en ese momento. La chica se disculpó un instante y salió a la recepción.

-Hermione, ¿conoces esta lechuza? - preguntó Matilda en cuanto la vio llegar por el pasillo.

La pequeña lechucita revoloteaba por todo el lugar, desesperadamente, hasta que se paró en seco cuando Hermione la miró y se posó en su hombro, contentísima.

-¿Pig? - preguntó Hermione. Era la lechuza de Ron, pero sabía que él no escribiría, ya que él mismo se la había regalado a su hermana menor, el día que se fue a Bulgaria. La lechuza estiró su patita, esperando que Hermione desatara la nota que había atada a ella. En cuanto hubo sacado el papel, Hermione leyó:

"Querida Hermione: necesito que me ayudes con urgencia en este mismo instante. Uno de mis alumnos se ha convertido a sí mismo en una copa con el hechizo "Vera Verto" y la señora Pomfrey no está en el castillo ahora. Ha ido de viaje a ver a su hermana al sur de Inglaterra, por que está muy enferma. Nadie de los profesores me ha podido ayudar, así que pensé inmediatamente en ti. Por favor, Hermione, ven rápido. Ginny"

La nota de Ginny la dejó algo intrigada. ¿Cómo es que no puede solucionar un problema tan fácil? Quizás se trataba de algo más, y Ginny no quería decírselo. Pero decidió no quedarse con la duda, y acudió al castillo. Se dirigió de nuevo a su oficina. Allí estaba Krum, conversando nuevamente con Úrsula.

-Víctor ¿querrías acompañarme? Me ha llegado un mensaje de Hogwarts, por un problema y no quisiera dejarte, ahora que recién has llegado... ¿vienes? - preguntó Hermione, en cuanto Víctor terminó de hablar con Úrsula.

-Clarro, clarro... - salieron de la oficina. - ¿Cómo llegarremos hasta allá?

-Pues... supongo que sabes aparecerte ¿no? - preguntó Hermione.

-¡Oh, no! No volverré a aparrecerrme nunca más... no desde la última vez... - dijo Krum.

-¿Qué te pasó la última vez? - preguntó Hermione al tiempo que subía por el ascensor- cabina telefónica que los conduciría hasta arriba.

-Bueno... no te rías.- dijo Krum. Continuó cuando Hermione negó con la cabeza. - la verrdad es que yo ya dominaba esto de la aparrición... perro un día estaba tan apurrado, que olvidé concentrarrme lo necesarrio y sólo mi cuerrpo llegó al lugar que yo deseaba... erra el hombre sin cabeza.

-Jajaja... entonces iremos primero a mi casa - dijo Hermione.- ahí hay una chimenea conectada a la red Flu. Súbete.

La chica le mostró su auto a Krum y éste subió al asiento del acompañante para viajar junto a Hermione hacia la casa de esta última. El viaje no era largo, pero los chicos pudieron charlar más amenamente que en la oficina del ministerio. Hablaron de los proyectos que tenía Víctor en cuanto a la selección de Bulgaria y sobre el posible préstamo a las "águilas de Yorkshire" que duraría un año. Hermione le contó sobre su trabajo, sobre sus amistades, aunque prefirió no mencionar a Ron. No supo por qué lo hizo, pero algo en su instinto de mujer le decía que no debía hacerlo. Hablaron de banalidades, mientras Krum intentaba hacer reír a Hermione con sus chistes sobre Quidditch, que francamente, la chica se esforzaba por comprender. Llegaron a las diez en punto a la casa de Hermione. No era una gran casa, pero estaba bien arreglado el antejardín y las ventanas delanteras. Tenía un piso. Hermione no creía que necesitara más de uno. Estaba pintada totalmente en color crema, a excepción de las puertas y los marcos de las ventanas, de color café oscuro. Dentro, todo estaba en perfecto orden. Libros enormes ordenados alfabéticamente en las estanterías de un gran mueble; una mesa redonda adornada por una frutera llena y cuatro sillas. Sillones cómodos y un gran equipo de música (N/A: o sea, no por que a uno le gusten los libros, no le puede gustar escuchar música a todo lo que da el equipo) Y lo esencial para este caso: una gran chimenea.

-¿Te gusta mi casa, Víctor? - preguntó Hermione.- Pequeña pero acogedora.

-Sí, sí, mucho... aunque me gusta más la dueña de la casa. - dijo Krum con una sonrisa. Luego miró la extrañada expresión de Hermione y trató de arreglarla - clarro... erres una persona muy simpática y sobrre todo, una buena amiga.

-¡No me halagues tanto, Víctor! Que me pongo colorada... - dijo Hermione, entre bromeando y en serio. Buscó encima de la chimenea el frasco con polvos Flu y le tendió un poco a Víctor para que pudiera viajar como ella. Se metió en la chimenea y pronunció, alto y claro: "Castillo Hogwarts"

Fue como viajar en un tubo negro sin saber cuando se detendría el trayecto. Cayó llena de hollín en una sala que le parecía familiar, más bien en una mazmorra y se incorporó lentamente. Miró a todos lados. Allí no había nadie. Escuchó atentamente y se percató de que desde lejos se sentía algo así como un tenue grito... algo como...

-¡Víctor! - gritó Hermione, en cuanto se dio vuelta y vio salir a Krum despedido hacia ella, lanzando una fuerte advertencia de: "Quítense de en medio". Pero Hermione no alcanzó a quitarse y fue chocada frontalmente por el Búlgaro. Krum quedó casi encima de Hermione, quien, totalmente roja, no pronunciaba palabra. Krum trataba de no aparentar nerviosismo, pero sus nervios a cada rato lo traicionaban, no permitiéndole mover ningún músculo en senda armonía.

-Lo... lo siento... lo siento mucho, Herr-mio-ne - dijo Krum, al tiempo que se ponía de pie torpemente y ayudaba a la chica a levantarse del suelo.

-No pasa nada - aunque Hermione estaba totalmente colorada.- bueno, tendremos que darnos prisa, o Ginny me cortará en pedacitos.

-Sí... aprropósito... ¿dónde estamos? - preguntó Víctor mirando alrededor.

-Hmmm... debe ser el despacho de Snape. Pero él debe estar en clase ahora, por lo que no está aquí.- Hermione se dirigió hacia la puerta.- ¿te acuerdas de los lugares de este castillo?

-Clarro que sí. No de todos, perro la mayorría... aunque las escalerras... -dijo Krum, vacilando.

-Oh, claro, las escaleras confunden hasta el más antiguo aquí en Hogwarts. Si supieras la de veces que me perdí por ir pensando en cualquier cosa... - dijo Hermione, saliendo del despacho de Snape.

-¿Y esa cosa, tiene nombrre? - preguntó Krum, con una sonrisa nerviosa.

-No sé a qué te refieres... - dijo Hermione mirando a la nada.

-Bueno, tú sabes...

-¡Hermione, qué bueno que llegaste pronto! - dijo Ginny en cuanto apareció por el pasillo.

-¿Qué pasó? - preguntó Hermione al ver la cara azorada de Ginny.- No creo que sea un problema con tu alumno.

-No, eso te lo dije para que no te pusieras tan nerviosa... - dijo Ginny, bajando la vista. De verdad pasaba algo malo.

-¡Pero entonces, cuéntame! Ahora si que me estás poniendo nerviosa. - dijo Hermione tomándola de los hombros.

-Se trata de... Draco. Tuvo un accidente en París. Está en coma... su novia Pansy no resistió el impacto... ¡Herm, nuestro amigo se muere!

Hermione se quedó de piedra. Draco, su amigo Draco... tenía pocas posibilidades de vivir... ¿por qué? ¿Cómo? ¿Dónde? Eran demasiadas preguntas las que rondaban su cabeza... ¿Qué hacer? ¿Habría alguna posibilidad?

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Notas de la autora: Ahora sí que este fic me ha quedado llorón pero a más no poder. Porfis, igual dejen Reviews... aunque sólo sea para reafirmar lo llorón y corta-venas que me ha quedado.

Atte. Tanina Potter.