Capítulo 3: WEASLEY, GINNY.

-Bueno, bueno... silencio niños.- Todos se quedaron callados. La mujer continuó.- Vamos a ver... Mitchel, inténtelo usted ahora.

El muchacho la miró, incrédulo.

-uno, dos, tres... Vera Verto - dijo Mitchel al tiempo que su lechuza roja se convertía en una espléndida copa de cristal.

-Muy bien, Mitchel... ha progresado bastante.- decía la mujer. Se dirigió a otro extremo de la sala.- Hmmm... Ryan, es su turno. Recuerde pronunciar bien las palabras.

Ryan estaba preparándose para hacer su hechizo, cuando alguien irrumpió en la sala con gran estrépito. Era un muchacho de cabellos dorados y algunas pecas en su rostro redondo. Venía agitado, quizás por que había corrido hasta aquel lugar.

-Profesora Weasley - dijo el muchacho en cuanto llegó al frente de la clase.- Dumbledore manda a llamarla.

-¿El profesor Dumbledore? - preguntó Ginny.- ¿Te dijo para qué me quería?

-No, pero dijo que era muy importante.- concluyó el chico.

-Entiendo... -se dirigió a la clase.- muy bien, quedan diez minutos para que esto acabe, no salgan de aquí hasta que haya sonado la campana. Practiquen mientras tanto.

Los alumnos, esperanzados en que los dejaría salir antes, dieron vuelta sus cabezas en signo de resignación y comenzaron a practicar el hechizo que la profesora Weasley les había enseñado. Ginny corrió por los pasillos de la escuela hasta la estatua de la gárgola que había frente al despacho de Dumbledore.

-"Galletas de miel" - la contraseña hizo girar la estatua para dar paso a Ginny hacia la sala circular que Dumbledore ocupaba como oficina. El profesor estaba sentado tras su escritorio, con las manos entrelazadas sosteniendo su barbilla. Veía hacia la nada y parecía que no se había dado cuenta de la presencia de la chica.

-¿Profesor Dumbledore? - preguntó Ginny.

-Ginny, qué bueno que haya venido, siéntese - dijo Dumbledore. Ginny hizo caso de la petición.- la he mandado a llamar por que debo entregarle una mala noticia...

-¿Qué pasa, profesor? Me está asustando.- preguntó Ginny algo nerviosa.

-Bueno, se trata de uno de sus amigos - continuó Dumbledore.- exactamente del señor Malfoy.

-¿Draco? ¿Qué le ha pasado? - preguntó Ginny.

-Algo nada agradable.- dijo Dumbledore. Ginny se puso blanca.- su auto se volcó al chocar contra un camión. Está grave, casi muriéndose... su novia, la señorita Parkinson, no resistió. Han buscado alguno de sus familiares, pero desgraciadamente al señor Malfoy no le quedaban muchos. Gregory Goyle me ha avisado de la situación... y me ha dicho que usted fue su mejor amiga el último año que estuvo en Hogwarts... ¿no es así?

Ginny asintió. La cabeza se le llenó de pensamientos dolorosos, sintió como su estómago se volvía de plomo y sus piernas de gelatina. ¿Qué tenía Dios en contra de Draco que lo obligaba una y otra vez a perder a sus seres queridos?

Sólo restaba ella, su última amiga en Hogwarts.

-- Flash Back --

Después de salir de la clase de pociones con Snape, Ginny había corrido hasta la enfermería por unas gotas para el dolor de cabeza. Aquella clase le ponía los nervios enfermos. Snape se había empeñado en hacerla parecer una tonta, gritándole enfrente de toda la clase lo mal que estaba haciendo su poción de invisibilidad porque no le había echado suficiente cola de rata en polvo y le quedaban los brazos y las piernas visibles al momento de tomársela. Menos mal que Colin Creevey la había ayudado con el antídoto, o sino dos brazos y dos piernas andarían sueltas por el castillo. Dobló hacia la izquierda en el pasillo que daba al baño de las chicas. Primero se refrescaría la cara y se arreglaría un poco el cabello, antes de pasar por sus gotas. Pero antes de que pudiera hacer lo que se proponía, unos fuertes golpes procedentes de una mazmorra vacía la habían distraído de su camino. Era como si alguien intentara romper la pared a punta de puñetazos y patadas. Con cierto sigilo, Ginny se apresuró a ver quien hacía tal escándalo y abrió la puerta de la mazmorra. Al interior se hallaba un chico rubio, de porte alto y bien formado, apoyado en una de las paredes con sus dos manos, quien intentaba infructuosamente mantener la respiración a un ritmo continuo y que exhalaba bocanadas de aire caliente por su boca a causa de la gran agitación que mantenía. Comenzó a golpear otra vez la pared, pero ya casi sin fuerzas, mientras era sacudido por violentos sollozos que lo hacían estremecerse de cuando en cuando. Ginny sintió tal pena por él, que no pudo contener el impulso de ir y tocar su hombro, como signo de compasión. El cuerpo del chico se estremeció algo más y se giró rápidamente, haciendo que Ginny se asustara de súbito.

-¡Weasley, ¿qué haces aquí? - preguntó el chico rubio.- ¿es que acaso pretendes burlarte de mí?

-Oh, no, claro que no.- dijo Ginny presurosa, negando fervientemente con la cabeza.- Es sólo que... te oí... y pensé...

-¿Qué pensaste, Weasley? - preguntó rudamente.- pensaste que podías venir y reírte a mis espaldas, para después decir a todo el colegio que el gran Draco Malfoy estaba llorando como magdalena, escondido en una sucia mazmorra... y así dejarme en vergüenza de delante de todos, ¿eso pensabas, Weasley?

-Claro que no... no digas esas cosas, Malfoy, yo sólo quería saber si te podía ayudar con algo - dijo Ginny, nerviosamente.

-¿Ayudarme? ¿Tú? Una estúpida pobretona... Ja, ja, ja, no me hagas reír, por favor - dijo sarcástico Malfoy.

-¡Hey, no me insultes! ¡No tienes derecho a hacerlo... y más cuando te veo de esa forma! - dijo Ginny, algo agitada.

-¿De qué me estás hablando? Yo no estoy haciendo nada extraño... ¿De qué forma me ves? - dijo Draco, al tiempo que le daba un ligero empujón en el hombro a Ginny.- Tú no sabes nada de mí, y no tienes porqué saberlo... ¿Me has entendido? ¡Sal de aquí, no vuelvas a meterte en mis asuntos!

-¡No pienso! - dijo Ginny, cortante. La expresión de Draco cambió rotundamente, de un frío cinismo a una de profundo asombro.

-¡Qué te pasa, niña! ¿No me escuchaste? ¡Sal de aquí! - gritó Draco, ya casi exasperado.

-Te dije que no lo haría... tú necesitas de alguien, alguien que te ayude con tus problemas. No creo que quieras confiar en tus tontos amigotes, Crabbe y Goyle. - apuntó Ginny.

-¿Y acaso tengo que confiar en ti, Weasley? - preguntó Draco, arqueando una ceja.

-Podrías... - comenzó Ginny.

-No entenderías... no entenderías nada de lo que me pasa - dijo Draco algo más calmado y bajando la vista. En verdad, Malfoy necesitaba de alguien que lo escuchara, pero su orgullo de mago de renombre lo hacía vacilar ante la sola idea de que esa persona fuera parte de una las familias de magos que más odiaba. Ginny se acercó hasta él, con cierto recelo en un principio, hasta lograr poner nuevamente su mano en el hombro de Draco. Malfoy quiso apartarse, pero su cuerpo ya no reaccionaba, abandonado al dolor y la tristeza. Las palabras no salían de su boca, estaban apretujadas entre los dientes y la lengua, pero no salían al exterior. Muy pronto, las lágrimas volvieron a rodar por las mejillas del rubio y éste las limpió rudamente con la manga de su túnica. Ginny estaba callada, temiendo que si decía una sola palabra, Draco se arrepentiría de hablarle.

-Mi vida es un asco, ¿sabes? - comenzó diciendo el chico.- Todo lo que tengo se ha convertido en nada para mí... la casa se siente cada día más vacía, más grande, más fría... se siente así desde que papá murió, desde que se sacrificó por el maldito de Voldemort...

Ginny se estremeció ligeramente ante la sola mención del nombre, pero respiró tranquila de nuevo y acarició los platinados cabellos de Malfoy.

-Mi madre... - se detuvo para secarse otra lágrima que se le escapaba por su afilado rostro.- mi madre está cada día más enferma... no quiere comer, no escucha mis ruegos y la he pillado más de una veintena de veces tratando de arrancarse la vida... ¡Yo ya no puedo más!

-Draco... tranquilo... - musitó Ginny. La verdad no sabía que decir.

-¡¿Cómo quieres que me calme, si no hay nada en el mundo que me dé esperanzas para luchar en contra de este perverso destino?! - gritó Draco, con algo de impaciencia.- ¡Y ese idiota de Potter, que no hace nada por vencer a Voldemort!

Ginny, quién aún estaba enamorada de Harry, frunció el ceño y protestó: -¡No hables mal de Harry, él siempre ha arriesgado su vida por los demás!

-¡Ah, qué va...! Por mi padre no hizo nada, sólo por el hecho de que era un mortífago - dijo Draco, haciendo un gesto con la mano. - Pero él no me interesa... él jamás me va ayudar con lo que me pasa...

-Puede que él no, pero yo sí podría... - dijo Ginny, dirigiéndole una amplia sonrisa. Draco la miró detenidamente por unos instantes y negó con la cabeza.

-No... nadie puede ayudarme... - dijo Draco, resignado.- pero agradecería que no le cuentes a nadie acerca de esto.

-- Fin Flash Back --

Salió muy agitada de la oficina del director, pero en su interior sabía que debía calmarse y pensar las cosas en frío. Se dirigió hasta su propia oficina, pensando en que quizás ahí encontraría la forma de hacer algo por su amigo Draco. Recordó todos los instantes en que Draco la había buscado para hablar con ella y pedirle que lo escuchara. Nunca le pidió un consejo, nunca dejó de lado su orgullo, pero Ginny sabía que le hacía bien que alguien lo escuchara. Sacó un papel del primer cajón de su escritorio y escribió lo primero que se le vino a la mente. No quería alertar a nadie, pero necesitaba que llegaran con rapidez. ¿Quién la podría ayudar? Pensó en varias posibilidades, como Vincent Crabbe o Gregory Goyle, pero le pareció que no sería suficiente. Paseo su mente por la mayoría de los alumnos de Slytherin que recordaba, pero ninguno había sido demasiado cercano a Draco, como para ayudar. Quiso escribirle incluso a Harry, pero le pareció que en esta ocasión, ni Harry serviría de mucho. Pensó entonces en Hermione. Ella, a pesar de todas las malas rachas que le hizo pasar Draco en su adolescencia, supo perdonarlo al comprender el dolor que sentía por causa de sus padres y de su situación. Escribió con letra prolija y cuidada, lo siguiente:

"Querida Hermione: necesito que me ayudes con urgencia en este mismo instante. Uno de mis alumnos se ha convertido a sí mismo en una copa con el hechizo "Vera Verto" y la señora Pomfrey no está en el castillo ahora. Ha ido de viaje a ver a su hermana al sur de Inglaterra, por que está muy enferma. Nadie de los profesores me ha podido ayudar, así que pensé inmediatamente en ti. Por favor, Hermione, ven rápido. Ginny"

Lo leyó un par de veces en voz alta y le pareció lo más falso que podía haber escrito, pero sabía que Hermione entendería la situación y vendría pronto. Fue hasta la lechucería del colegio y tomó a Pigwidgeon que comenzó a revolotear como loca en cuanto Ginny cruzó el umbral de la puerta.

-Llévasela a Hermione, Pig. No te demores. - y la echó a volar por la ventana de la torre.

Un profundo dolor inundó su corazón, y una terrible impaciencia se apoderó de ella. Sabía que la lechuza se demoraría algo, pero pensó que los minutos de espera se le harían eternos.

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-¡Hermione, qué bueno que llegaste pronto! - dijo Ginny en cuanto Hermione apareció por el pasillo.

-¿Qué pasó? - preguntó Hermione al ver la cara azorada de Ginny.- No creo que sea un problema con tu alumno.

-No, eso te lo dije para que no te pusieras tan nerviosa... - dijo Ginny, bajando la vista. De verdad pasaba algo malo.

-¡Pero entonces, cuéntame! Ahora si que me estás poniendo nerviosa. - dijo Hermione tomándola de los hombros.

-Se trata de... Draco. Tuvo un accidente en su auto. Está en coma... su novia Pansy no resistió el impacto... ¡Herm, nuestro amigo se muere!

Hermione no podía reaccionar. Era imposible... Mecánicamente tomó el brazo de Ginny y la arrastró por el pasillo de vuelta al despacho de Snape, específicamente a la chimenea.

-¿Dónde lo han llevado, Ginny? - preguntó nerviosa, Hermione.

-A un hospital muggle, pero Dumbledore ha pedido que lo trasladen a San Mungo - dijo Ginny precipitadamente. Percatándose de la presencia de Víctor, Ginny saludó. - Hola Víctor, siento que tengas que pasar por esta situación.

-No te prreocupes porr mí... ahorra sólo imporrta su amigo Draco, ¿no es así? - dijo Víctor, con un gesto de amabilidad.

-Gracias, Víctor... - respondió Ginny.

Habían llegado hasta la chimenea de la mazmorra de Snape. Hermione se daba vueltas como un pez en el agua buscando no sé qué.

-¿Qué pasa, Herr- mio -ne? - preguntó Krum, al ver a su amiga tan desesperada.

-Donde... donde... ¡Ah, mierda! ¿Dónde diablos conserva Snape los polvos Flu? - preguntó Hermione, algo exasperada.

-Supongo que en su armario - respondió Ginny. Se acercó hasta él y sacó el frasco etiquetado.- Toma, aquí está... Hermione, cálmate, ¿quieres?

-Ya, Ok... me calmo, ¿vámonos? - dijo Hermione, tratando de tranquilizarse.

Los tres, uno por uno, tomaron un puñado de polvos Flu y se metieron dentro de la chimenea. "¡Hospital San Mungo!" gritaron los tres, al tiempo que eran llevados a través de las redes de chimeneas del mundo mágico. Salieron a una sala lúgubre que guardaba distintos tipos de frascos y calderos humeantes, llenos de líquidos hediondos y con colores indefinibles. Al parecer la despensa del hospital. Al salir de aquella habitación, buscaron con prisa algún medimago que les diera una respuesta sobre su amigo Malfoy, pero ninguna de las enfermeras sabía nada de ningún traslado desde un hospital muggle.

-A lo mejor aún no ha llegado - dijo Ginny, tratando de darle explicación a los hechos.

-Quizás... - respondió Hermione, pero al minuto siguiente se le iluminó la cara, como recordando algo importante.- ¡Cómo pude olvidarlo! -se dirigió hasta el mostrador de informaciones y le preguntó a la encargada: -Señorita, ¿el doctor Potter está de turno a esta hora?

-Déjeme ver... Hmmm, sí, su turno termina a las seis de esta tarde. - respondió la enfermera.

-Gracias, ¿me podría decir dónde se encuentra ahora? - preguntó Hermione.

-En el ala de "daño por encantamientos", cuarto piso - respondió otra vez.

Ginny estaba tan sorprendida como Víctor por la noticia.

-¿Harry es médico? -le preguntó a Hermione en cuanto comenzaron a avanzar por el pasillo del hospital.- ¡Hey, ¿de qué me he perdido?!

-Sí, Harry es médico... a decir verdad, curandero o medi-mago, como se les llama aquí.- respondió Hermione con una sonrisa en los labios.- decidió estudiar eso, cuando yo y tu hermano Ron pasamos casi seis meses inconscientes por el hechizo de Voldemort.

-Lo recuerdo, sí... pero no tenía idea de eso. - dijo Ginny, meditando sobre la noticia.- Aunque ahora que lo pienso, Harry pasó varias veces en la enfermería de la señora Pomfrey durante los siete años que estuvo en Hogwarts.

-es verdad... mira ahí está.- exclamó Hermione. Con la mano alzada, Hermione llamó a Harry. - ¡Harry, Harry, aquí atrás!

Un joven alto, de unos veinte años, se dio vuelta hacia ellos. La expresión de su rostro había cambiado ligeramente, aún conservaba intactos esos ojos infantiles que hicieron caer a más de alguna en Hogwarts. Pero su aspecto físico había cambiado mucho. Ya no era pequeño ni flacucho, como Ginny y los demás le conocían, sino alto y fornido, de brazos anchos y piernas largas. No había cambiado en nada su peinado, siempre rebelde y los anteojos redondos que siempre ocupó, los llevaba consigo en un bolsillo de su túnica blanca. Caminó hacia ellos, algo sorprendido y exclamó:

-¡Hermione! ¿Cómo has estado?

-No muy bien, Harry - decía Hermione, al tiempo que lo saludaba con un beso en la mejilla.- Estoy preocupada por Draco... lo deben de haber traído a San Mungo.

-¿A Draco? Hmmm... déjame ver - Harry revisó su ficha médica y con los ojos muy abiertos, expresó: - Es cierto, lo acaban de traer hace cinco minutos. Está en... en el cuarto piso, o sea... ¡Aquí!

-¿Pero en dónde? - preguntó una urgida Ginny.

-Sala 215... -dijo Harry. Luego la miró detenidamente.- ¿Ginny?

-Sí... soy yo, Harry - dijo Ginny.

-¡Ginny! ¡Tantos años! - exclamó Harry al tiempo que le daba un abrazo a la pelirroja.

-Sí, tres largos años... desde que saliste de Hogwarts, nunca más volví a verte - dijo Ginny, algo nostálgica.

Krum estaba apoyado en la pared, con la misma expresión hosca de siempre. Harry se volteó a verlo y se acercó hasta él.

-¿Ya no me saludas, Víctor Krum? - preguntó Harry.

-Clarro que sí, Harry Potter - contestó Krum, al tiempo que le daba un fuerte apretón de manos al chico de cabello azabache.

-Bueno, bueno, dejémonos de formalidades y vamos a ver a Draco... - pidió Hermione.

-Ya, está bien... síganme por aquí- Harry les indicó un pasillo largo e iluminado por varias antorchas colgadas de las paredes. La sala 215 estaba al final del pasillo; en un costado de la puerta había una etiqueta con el nombre y la fecha de nacimiento de Draco, acompañada de las causas de su llegada y la condición en que se encontraba. Abrieron la puerta con cuidado, tratando de no hacer ruido y se encontraron con un espectáculo espantoso. Draco estaba postrado en la cama, conectado a una máquina que parecía pertenecer al siglo XVII y era alimentado mecánicamente con un líquido verde transportado a una de las venas de su brazo izquierdo. Tenía la cabeza envuelta en vendas blancas, manchadas por la sangre del chico. Una bolsa de sangre y suero colgaban desde un soporte y eran inyectadas en el brazo derecho de Draco. Su cara estaba hinchada y algo amoratada. Completamente inmóvil.

-Dra... Draco... - murmuró Ginny en cuanto lo vio. Se sentó en la sillita que había al lado de la cama y acarició su mano izquierda con delicadeza.- Draco, resiste... no te puedes ir así como así. No nos puedes dejar solos, ¿me entendiste?

Las lágrimas inundaron los ojos azules de la pelirroja. Hermione se acercó hasta ella y le acarició la cabeza, para darle ánimo, aunque paradójicamente también se moría de pena. Krum y Harry las miraban desde los pies de la cama. No sabían qué decir. Krum casi no había cruzado palabra con Draco, a excepción de aquella vez en cuarto año, cuando se celebró el torneo de los tres magos y los de Dumstrang compartieron la mesa con los de Slytherin. Harry por su parte, aún le tenía cierto recelo a Malfoy, a causa de todo el odio que le tuvo este último en los siete años que duró la escuela. Pero Harry sabía que la vida había hecho cambiar mucho a Draco, y ahora lo único que sentía por él era una vaga compasión. Se quedaron un buen rato ahí, mirando la inmovilidad del cuerpo de Draco, hasta que Hermione decidió descansar en la cafetería junto a Krum. Harry debía atender otras urgencias, pero Ginny se rehusó a moverse de aquel lugar.

-Vayan... no se preocupen, no quiero que Draco se sienta solo en ningún momento.- dijo Ginny, al tiempo que volvía a secarse las lágrimas con un pañuelo.

-Esta bien. Te traeremos algo de comer en un momento - dijo Hermione, saliendo de la habitación con Krum y Harry.

Ginny volvió la vista hacia Draco, en cuanto los demás salieron.

-No te preocupes amigo, no te dejaré solo... no de nuevo.

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Fin del tercer capítulo. Creo que todas están ansiosas de que aparezca el chico guapo bomba sexy de Ron, ¿eh? No coman ansias... ya viene...

Karla (`Mione: Pues con lo del escritor me fue muy bien, aprendí muchas cosas interesantes y nos quitamos algunas mañas de escritor que teníamos. Aparte que me dan más ganas de seguir escribiendo y desarrollándome como tal. Oye, tu fic está súper bueno, algunas veces me siento algo identificada con Ginny, con lo que siente y lo que hace. A mí también me pasó algo similar, quizá peor, por que luchaba en contra de mi mejor amiga... bueno, pero no te aburro más con mis historias... Te digo y te lo vuelvo a decir ¡Tienes mucho futuro como escritora! Créeme... cuídese, saludos.

mariag malfoy: Pues sí, creo que he hecho sufrir demasiado a Draco, pero ya le llegará su recompensa, no te preocupes. Aunque pienso sinceramente que Draco no se merecía tanto sufrimiento... es que a pesar de ser un pesado, un idiota, un perverso y etc. (todo eso en los libros de J.K. Rowling) yo sé que en el fondo... muy en el fondo, él es bueno, sólo que está falto de cariño, y es el típico caso de niño rico y mimado que controla todo lo que quiere porque tiene dinero, y el dinero le da poder. Pero nada más... ¡Ah! Bueno, Pansy aquí sí es buena, algo hueca, pero buena al fin y al cabo. En los fics se la ha denigrado harto, pero en los libros es sólo una chica burlona... y Ron... ya viene, y más güeno... es decir, bueno que nunca. ^^U jejeje. Saludillos.