Sábado 10 de Enero... Réquiem de Mozart en la Quinta Vergara. Canto yo. Jejeje... deséenme suerte.

Capítulo 6: DESDE EL INTERIOR. NO ME DEJES, AMIGA.

Los minutos continuaban avanzando, pero a paso tan lento que se dejaban sentir en la piel como una llaga que escoce. La oscuridad lo envolvía todo, era espeluznante, frío, deprimente. Él avanzaba de un lado a otro, ciego en la penumbra, desesperado por encontrar una salida. Ya había dejado de llorar, no le quedaban más lágrimas, ni de quien lamentarse. Sólo respiraba pesadamente y abría los ojos más de lo usual para poder ver más allá, pero eran pocos los resultados que obtenía. En sus caminos por aquel vacío chocó con algo que no parecía pertenecer a aquel mundo. Lo tocó con manos temblorosas y descubrió que se trataba de algo frío y duro. Golpeó con fuerza, pero aquello no parecía romperse. Era algo así como un espejo... un gran espejo. Pronto el espejo pudo reflejar la imagen del chico. Pronto pudo reflejar sus ojos, hinchados de tanto llorar, grises y nublados. Pudo reflejar el rostro afilado de quien se miraba en él. Sus cabellos platinados, caídos por la derrota de no tener motivo para mantenerse en su lugar. La imagen de su cuerpo, desarrollado por completo, le devolvía el saludo. Se dio cuenta de que conocía aquel espejo. Lo había visto en alguna parte, en algún libro quizás o le habría contado alguien. Leyó en voz alta lo que había en la parte superior...

"OESED LENOZ ARO CUT EDON ISARA CUT SE ONOTSE"

"Claro, ahora comprendo" pensó. "Este es el famoso espejo de Oesed" (Erised en Inglés, pero prefiero ponerlo en castellano) Lo contempló por unos instantes más, hasta que la imagen de sí mismo se borró completamente, para dar paso a una visión muy particular. Una chica pelirroja estaba sentada al lado de la cama en donde un hombre rubio permanecía completamente inmóvil. Estaba llorando y cogía la mano del tipo. "Ginny" pensó. "Ginny, mírame, ¿puedes oírme?" exclamó el chico, golpeando el espejo. Pero por más intentos que hiciera, Ginny no le oía. Se quedó quieto, tratando de escuchar lo que la pelirroja decía... sólo murmullos y lágrimas, hasta que escuchó su nombre, fuerte y claro.

-¡Draco! - exclamó Ginny mientras le asía fuertemente la mano.- ¿Puedes oírme? Despierta por favor, regresa aquí... te necesito amigo. Las lágrimas le impedían seguir hablando... Draco la miraba por el espejo, la contemplaba con cariño. "Ginny, amiga, pronto saldré de aquí, cuando encuentre la forma... no desesperes" le dijo al reflejo, que fue desapareciendo lentamente. "¡¡No... no te vayas, no desaparezcas!!" Gritó Draco, en el instante en que el espejo le volvía a dar su imagen. Lo golpeó otra vez, pero nada consiguió.

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El estado de inconsciencia de Draco llevaba tres días completos. Parecía como si nunca volviese a despertar. Pero Ginny mantenía vivas las esperanzas y lo había visitado los tres días. Le llevaba libros, que leía en voz alta, por si Draco la escuchaba y le contaba su vida, su trabajo... sus anécdotas, como si él le pusiera atención. Harry le pedía que descansara de vez en cuando, por que su estado se iba deteriorando día tras día, pero Ginny sólo le dedicaba una tierna sonrisa y le decía que no se preocupara.

-No te preocupes... tengo que estar con Draco cuando despierte.

Harry ya no protestaba. La dejaba a solas con el chico rubio para que pudiera hablarle, cuidarle y hasta cantarle de vez en cuando. Draco seguía conectado a la máquina. Se había detenido la hemorragia en su cabeza, pero las heridas de su cara y su cuerpo permanecían intactas. La respiración casi imperceptible le decía a Ginny que aún seguía con vida.

-¿Sabes? - le hablaba Ginny.- Hoy me he encontrado con Snape... ha preguntado por ti. Está preocupado. Longbottom dice que vendrá uno de estos días a verte y traerá a Trevor, por si puedes oír su croar... Ginny rió muy bajo y acarició el rostro de Draco. -Sé que puedes oírme... pero me encantaría que abrieras tus ojitos, esos que me pedían que guardara tus secretos como en un baúl de siete llaves. ¿Te acuerdas del día en que nos quedamos en la torre de astronomía estudiando y confundiste Mizard con Alcor...? Tuvimos una discusión de por lo menos media hora. Pero igual te gané...

Miró en derredor. Cualquiera diría que estaba loca si creía que Draco la escuchaba. Pero su corazón le decía que podía oírla y se estaba riendo con ella en ese minuto.

-Con permiso - decía Harry al tiempo que abría la puerta de la habitación. - Ginny, ¿estás bien? ¿Comiste algo?

-Estoy bien... más rato como algo en la cafetería - respondió Ginny.

-Sabía que dirías eso, por lo que decidí traerte algo yo.- dijo Harry extendiéndole una bolsa de papel llena de comida.

-¿Qué es? - abrió la bolsa y sonrió.- Donas... te acordaste.

-Sí, sabía que te encantarían, pero las tuve que traer de un café muggle - dijo Harry divertido.- aquí no las preparan tan sabrosas.

-Gracias, Harry.- volteó a ver a Draco.- ¿crees que se pondrá bien?

-Es difícil dar un diagnóstico tan apresurado... es cuestión de tiempo.- respondió Harry.

-¿Todos los médicos responden así? - preguntó Ginny.

-¡¿A qué te refieres?! - exclamó Harry.

-A "Es cuestión de tiempo", "Hay que esperar" - dijo Ginny.- ¿No tienen otros argumentos?

-No... jejeje, pero es verdad, hay que esperar.- dijo Harry.

-Sí, esperar... eso es lo que haré. - finalizó Ginny. Se quedaron un rato en silencio, como buscando un tema para hablar. Pero no hallaron nada. Harry se despidió de la pelirroja y le dijo que le quedaban sólo quince minutos para que terminara la visita. Ginny asintió... siguió hablándole entonces a Draco.

-Hermione y Víctor también han estado aquí, te trajeron estas flores. - le dijo mientras señalaba un ramo de lirios blancos.- Él está en plan de conquista, se nota... ¿Por qué diablos no está mi hermano aquí? Hermione lo extraña mucho, yo creo que sigue enamorada de él... ¡Y el idiota de Ron que no aparece! Draco... sé que hubieras querido ir al funeral de Pansy, pero fue mejor que no lo hicieras, eso fue un mar de lágrimas... hasta Millicent Bulstrode estaba que se rompía de pena. Crabbe y Goyle te mandaron saludos... dicen que vendrán en cuanto les den permiso en el trabajo. No nos puedes abandonar, regresa con nosotros...

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"Cómo me gustaría regresar, Ginny" le respondía Draco a través del espejo. Sabía que la chica no le oiría, pero estaba feliz de poder escucharla. Por otra parte, sabía que Pansy se encontraba bien en donde fuese... la extrañaba de sobremanera, pero ya no había nada qué hacer, no había vuelta atrás. Se despegó del reflejo y volvió a sentarse en la oscuridad absoluta. "¿Cómo demonios salgo de aquí?" se preguntó. Su cuerpo no lograba recuperar la conciencia y eso lo estaba volviendo loco. Se sentía prisionero en su propia mente, en sus propios sentimientos. "¡Maldita sea!" exclamó. "¿Por qué me tiene que pasar esto ahora?" Se puso de pie de nuevo. No aguantaba esa horrible inactividad y ese espantoso encierro. Pero el saber que alguien se preocupaba por él le hacía sentirse bien. Snape, su profesor de pociones... nunca creyó que le interesara la vida de su alumno, pero ahí estaba, preocupado por su salud. Crabbe y Goyle, sus dos amigotes de infancia, les había perdido la pista en estos últimos años, pero no le sorprendió que aún estuvieran al tanto de lo que le pasaba. Hermione... la "señorita perfección". Tantos años que le tuvo odio por ser una sangre sucia, hasta que comprendió que eso daba lo mismo, Voldemort igual le había dado la espalda a su padre...

-- Flash Back --

Lo vio salir muy tarde aquella noche, era casi de madrugada. Las cosas no iban bien, los mortífagos estaban atacando en todas las casas de familias muggles y de magos que estaban en contra del señor tenebroso. Sabía que su padre era uno de ellos, pero no estaba preocupado, Voldemort le había dicho que mientras siguiera de su lado, nada le pasaría. Hasta ese día...

-Lucius, no te arriesgues demasiado - le había dicho su mujer, Narcisa.- los sangre sucia están cada día más fuertes. Recuerda que ese niño idiota de Harry Potter está de su parte.

-Madre, el cara rajada de Potter no tiene posibilidad esta vez... el imbécil de su padrino murió el año pasado y no creo que sus amiguitos le puedan servir de mucha ayuda.- dijo Draco a su madre.

-Draco tiene razón, Narcisa... ese Potter no tiene siete vidas como los gatos, y ha estado a punto de morir varias veces.- agregó Lucius.- Todo esto terminará en pocos días y el señor tenebroso se alzará de nuevo, como en los viejos tiempos.

-Pero también está Dumbledore del otro lado... - exclamó Narcisa.

-¿No confías en el poder de mi señor? - preguntó Lucius algo irritado.- Dumbledore es un vejete chiflado que pronto descansará en paz... ¡Draco, tráeme mi capa!

-Ya voy, padre.- dijo Draco al tiempo que volvía hasta el segundo piso por la capa de su padre.

Cuando bajó, su madre le decía a Lucius que tenía un mal presentimiento.

-¡Ah, no molestes mujer!, Déjate de tonterías... - dijo Lucius tomando su capa. -Draco, cuida a tu madre por esta noche, ya mañana verá que nada ha de pasar.

Salió de la casa con la frente en alto, como si fuera a una ceremonia ejemplar y desapareció en la niebla que se había formado ese día. Narcisa sollozaba en silencio; aquel presentimiento le estaba oprimiendo el corazón. Volvió a su habitación y se quedó ahí descansando. Draco optó por la lectura y se sumió en un libro de pociones que le había recomendado Snape en la última clase, antes de salir de vacaciones de navidad. Abrió el libro con algo de dificultad; era un gran volumen, empastado en piel de Dragón llamado "Veritaserum Draconis". Trató de concentrarse en la lectura, pero las palabras que su madre le había dicho a su padre le tenían preocupado. Decidió entonces cerrar el libro. Si no logró concentrarse en los diez minutos que estuvo leyendo, era imposible concentrarse media hora más. Se acercó a la ventana y contempló el paisaje que se cernía alrededor de su casa. La neblina inundaba todos los rincones del antejardín, las estatuas estaban cubiertas de escarcha y el color verde brillaba por su ausencia. Su vida entera había sido así, pero no le importaba. Mientras tuviera dinero y prestigio, podría sentirse bien. Un grito helado cortó los pensamientos del chico. Bajó hasta la habitación de su madre y la vio tendida en la cama, muy azorada y llorando sin tregua. Había tenido una pesadilla horrible, sin duda.

-Madre, cálmate -le dijo Draco, mientras se acercaba a ella y le acariciaba sus suaves cabellos.- ¡Fue sólo una pesadilla!

-No, Draco, no fue sólo una pesadilla... tu padre... - dijo Narcisa.

-¿Qué pasa con él, madre? - preguntó Draco.

-Tu padre está en peligro, hijo... tienes que ir con él - le pidió su madre.

-No le va a pasar nada, está del lado correcto - le dijo Draco, tratando de tranquilizarla.

-Hijo, ¡escúchame! - exclamó Narcisa, tomando el rostro de Draco con sus manos.- Lucius está en grave peligro, ve por él y ayúdalo.

-Esta bien, madre... -dijo Draco, aunque de mala gana. Sabía que su madre a veces exageraba las cosas, pero no podía desobedecerla.- Iré y te traeré a papá sano y salvo...

Dejó a su madre en la cama, descansando. Tomó su chaqueta y caminó en la dirección que supuestamente su padre tomaría. No estaba seguro, pero algo en su interior le decía que por ahí era. Bajó varias calles, hasta llegar al barrio muggle en donde encontraría la cabina telefónica que bajaba hasta el ministerio. Seguro se encontraba allí. Adentro todo estaba completamente oscuro, no se oía ningún murmullo. Avanzó hasta la recepción del lugar. Un brujo yacía en su silla, con los ojos desmesuradamente abiertos. Estaba muerto. Siguió avanzando por el corredor. En una de las oficinas había por lo menos seis brujos con la misma expresión del anterior. Esto le estaba preocupando, algunos de ellos eran mortífagos. Buscó a su padre por el resto de las habitaciones y bajó por el ascensor hasta los otros pisos. Mientras más abajo estuviera, un frío cada vez más penetrante se cernía a su alrededor. Por el pasillo se oían fuertes gritos, voces masculinas y femeninas que se lanzaban hechizos y maldiciones a diestra y siniestra. Varios mortífagos estaban tirados por el suelo, al igual que varios magos del otro bando. Sólo quedaban unos pocos, entre ellos su padre...

-Padre... - exclamó Draco.

-Draco ¿Qué demonios haces aquí? - preguntó Lucius.

-Mi madre quiere que vuelvas, está muy angustiada.- respondió Draco.

-Tu madre es una exagerada, ¡ahora vuélvete a la casa!... - exclamó Lucius.

Draco vio que de los pocos magos del otro bando que quedaban, se encontraba su antiguo profesor de defensa contra las artes oscuras, Remus Lupin. También estaba Dumbledore y el pobretón de Arthur Weasley. Lucius Malfoy estaba delante de Bellatrix Lestrange, la culpable de la muerte de Sirius Black, el presidiario padrino de Potter. Tenía que esconderse si no quería salir herido, pero su cuerpo no le respondía. De pronto, un frío horripilante inundó el lugar y un tipo alto, vestido de negro y de fríos ojos rojos apareció de la nada.

-Lucius... ¿qué ha pasado con mis demás siervos? - preguntó con una voz siseante, como una víbora.

-Mi señor, estamos tratando de luchar lo más que podemos, pero Dumbledore y compañía está cada vez más fuertes. - respondió Lucius.

-Eso no me basta, Lucius Malfoy... tú y Bellatrix deberían haber terminado con ellos hace mucho... -dijo Voldemort.

-Hacemos lo que podemos, señor... -exclamó Bellatrix.- Pero son muy fuertes.

Otro ataque les había sacado de su plática... tenían que defenderse. Draco miraba con ojos estupefactos. Nunca había estado en la presencia de Lord Voldemort, pero ahora sabía lo que era el miedo.

-¿Y este mocoso? - preguntó Voldemort, al darse cuenta de la presencia de Draco.- ¿Es hijo tuyo, Malfoy?

-Sí, es mi hijo... pero ya le he dicho que debe irse... - exclamó Lucius, mirando severamente al chico. Estuvo a punto de recibir un ataque de Lupin, pero pudo esquivarlo.- Señor, será mejor que nos retiremos... dos no pueden contra tres...

-¿Te estás acobardando, Lucius Malfoy? - preguntó Voldemort.- ¡No te atrevas a abandonarme, maldito cobarde! -No es eso, Señor... pero es preciso reunir a más de los nuestros, Bellatrix y yo no podemos más... se nos están agotando las fuerzas, y usted tampoco nos ayuda demasiado - respondió Malfoy, aunque arrepintiéndose de esto último.

-¡Maldito idiota, no me insultes! - le gritó Voldemort con esa voz fría capaz de helarte la sangre.- Si no eres capaz de luchar por mí, entonces no me sirves...

Draco temió lo peor. Su madre tenía razón, pero nunca pensó que el propio ser que ellos defendían le diera la espalda y lo atacara en ese mismo instante.

-"Avada Kedavra" - pronunció el señor tenebroso, y los ojos de Lucius Malfoy se abrieron de par en par. Cayó como un pesado saco hacia atrás y no volvió a reaccionar...

-¡¡Papá!! - gritó Draco. Dumbledore se había acercado a él, pero Bellatrix trató de impedírselo, echándole una maldición que el director esquivó. - ¡¡No, suélteme... suélteme, papá!!!

El odio se apoderó del corazón de Draco y trató de arremeter contra el mismísimo Lord, pero este lo quitó del camino, dándole con el Cruciatus en el pecho. Draco comenzó a retorcerse en el suelo. Sentía un millón de punzadas en su cuerpo y se ahogaba como si dos fuertes manos se cerraran sobre su cuello. ¿Por qué? Si su padre lo había defendido tanto, le había prestado sus servicios por más de quince años, ¿por qué ahora lo asesinaba como si fuera un vil gusano? Dumbledore hizo el contra-hechizo sobre él y volvió a sentir su cuerpo libre de dolor. El villano había desaparecido, junto a su única mortífaga viva que le quedaba en ese minuto. No volvería a confiar más, en nadie, ni siquiera en sí mismo.

-- Fin Flash Back --

El espejo había vuelto a arrojar una imagen. Esta vez no era Ginny quien estaba al otro lado, sino una chica de cabellos claros y lisos, que miraba a Draco con ternura. Estaba vestida de blanco y llevaba flores en su cabello. Se veía hermosa, según el rubio. Le hizo una seña para que se acercara y Draco obedeció al instante. A través del vidrio, Draco puso sus manos enfrente de las de la chica y sonrió. "Pansy, no sabes cuanto te echo de menos" le dijo casi en un susurro. Pansy sonrió y acercó su rostro al vidrio. Draco sintió como si la tuviera en sus brazos, como si el espejo no existiera entre ellos. Lentamente se acercó hasta ella y posó sus labios en el frío vidrio. Pansy hizo lo mismo, hasta que pudieron sentir el contacto de ese beso como cuando todo era normal, cuando podían amarse sin vacilación. Después de ese eterno momento, Pansy desapareció del espejo, con lágrimas en los ojos y despidiéndose de Draco con la mano. El chico se sentía feliz, esa era la mejor despedida de su vida.

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Fin del sexto capítulo... snif, snif... me ha dado algo de pena al leerlo de nuevo, a vida del pobre de Draco es miserable... ¡Pero de algún otro modo, es lo que le tocó pagar por sus actos!... Bueno, no digo qué él fuera un vil villano, pero a veces consigue que lo odie...

Respuesta a los reviews:

Merodeadora_Chii: Gracias por decir que te gusta el capítulo. No desesperes por Harry, ya llegará alguien que lo hará verdaderamente feliz. Y gracias por lo de las vacaciones... la pasé bien, pero sigo pensando que Santiago es mejor. Cuídate. Tanina Potter.

mariag malfoy: Te prometo que de ahora en adelante no haré sufrir más a Draco... el pobre ya tuvo suficiente castigo. Sólo queda esperar a que salga de la inconsciencia. Por cierto ya estoy pensando en un nuevo capítulo sobre Ron y Hermione, pero creo que no les va a gustar demasiado. Bueno, cuídate, gracias por el review.

Vika Riddle: Feliz navidad y feliz año nuevo!!! (bastante atrasados) jejeje. No llores tanto por el cosplay por que no pudimos hacerlo, ya que a mi profe de música se le ocurrió hacer un ensayo justo ese día y opte por dejarlo para otro día (es que varias niñas que venían están en el coro, incluida yo) así que pensaba hacerlo para marzo, el primer fin de semana, aunque tengo que hablar con la paloma... Y bueno, en la PSU me fue re bien, estoy con una pata en la U. De Chile en la carrera de Literatura Hispánica... ¡¡¡Estoy Happy!!! Bueno, cuídese y que te vaya genial, bye. Tanina Potter.