Después de tantas vueltas, de subir y bajar escaleras y de terminar con las piernas musculosas (sí, claro, en tus sueños) ¡Me he matriculado! Por fin... ahora a esperar el mechoneo... ¡¡¡Uuuuhhhhh!!!

Capítulo 11: REGÁLAME UN PEDACITO DE TU CORAZÓN

Se dirigió hacia su oficina y se sentó tras el escritorio. Su turno terminaría en cinco minutos más, así que decidió darse un respiro antes de cambiarse y dirigirse a su casa. "Cú, Cú. Cú, Cú" dijo el pajarito del reloj que había en la pared de su oficina. Aquel era el momento, así que dejó colgada su túnica en el perchero y tomó sus cosas. Salió del hospital a paso rápido y caminó hasta el mini cooper rojo de su propiedad. Iba a subirse a él, cuando se percató de que una muchacha menuda y de largos cabellos trenzados esperaba en una esquina.

-¡Úrsula! - le gritó Harry.

La chica giró su cabeza y vio que el muchacho de cabello azabache le hacía una seña con la mano. Caminó hasta él y lo saludó.

-¡Hola Harry! - respondió Úrsula.

-¿A quién esperabas? - preguntó Harry.

-Esperaba el tranvía, Her se ha ido con Krum y Ginny se ha ido a Hogwarts, así que debo volver sola a mi casa - explicó Úrsula.

-Te llevo entonces - le dijo Harry.

-Me... me... ¿me llevas? Es que... -dijo Úrsula algo nerviosa.

-¿Vives muy lejos? - preguntó Harry.

-Sí... o sea, No... vivo en Southwark - respondió Úrsula.

-Ah, ni tan lejos... vamos, sube.- exclamó Harry, mientras él subía al lado del conductor (N/A: o sea, al lado derecho, acuérdense que en Inglaterra se conduce para el otro lado)

Úrsula, emocionada, subió al auto de Harry y se acomodó el cinturón de seguridad. Los primeros diez minutos de viaje fue silencio absoluto, hasta que el celular del chico sonó. Harry miró quien llamaba y cortó. Volvieron a llamar después de unos segundos y Harry volvió a cortar. La tercera vez que marcaron, Harry prefirió contestar.

-¿Qué quieres?... No, ya te lo dije... tú no cambias, ¿verdad?... ni te atrevas a ir a mi casa... No. Será mejor que te diga adiós.

Y cortó.

Apagó el celular y miró hacia fuera con el ceño fruncido. Úrsula no se atrevía ni a hablarle, parecía que en cualquier momento iba a estallar. Una nueva faceta de su "amor", no se la conocía. Lo miró detenidamente, mientras Harry volvía la cara hacia el camino.

-Tienes que doblar a la izquierda... - le dijo Úrsula casi en un susurro.

Harry reaccionó poco a poco y miró con extrañeza a la chica.

-¿Qué decías? - preguntó Harry.

-Que tenías que doblar a la izquierda, en la esquina de atrás - explicó Úrsula.

Se oyó una fuerte frenada y el auto de Harry retrocedió hasta donde le habían señalado.

-Lo siento, iba en la luna - dijo Harry.

-¿Por la llamada que recibiste? - preguntó la chica.

-sí... ¿y ahora por dónde? - preguntó Harry.

-Hasta el final de esta calle y luego a la derecha - respondió Úrsula. Lo sentía muy preocupado, parecía que no quería recibir aquella llamada. - es la casa azul.

Llegaron hasta una casa mediana llena de enredaderas de flores azules. Un cercado blanco rodeaba el lugar y le daba un aspecto campestre. Úrsula se desabrochó el cinturón y bajó del auto. Se dirigió hasta la ventanilla de Harry y le dio un pequeño golpe.

-¿Quieres pasar? - preguntó la chica.- Digo... si quieres descansar un poco. Tengo jugo de calabaza en el congelador.

-No sé, quizás es demasiado tarde y tú quieras dormir - respondió Harry, vacilante.

-No hay problema, sería una forma de pagarte el viaje - dijo Úrsula sonriendo.

-Hmmm... okey, pero sólo un momento - contestó Harry.- Luego me iré para no seguirte molestando.

"Claro que no molestas, Harry" pensaba Úrsula. Entraron en la casa que estaba divertidamente amoblada. Había cientos de cojines azules y lilas en lo que supuestamente debía ser el living. Una pequeña mesita de centro en donde había unas cinco revistas tiradas y algunos libros. Una escalera de caracol al fondo, rodeada de muchas plantas y flores, del mismo color de los cojines. La mesa del comedor estaba arrinconada contra una esquina y había tras ella dos sillas. Un estéreo, un mueble para libros y un estuche para flauta traversa encima del mueble terminaban el living comedor. Había dos puertas más, que Harry supuso que serían la cocina y el dormitorio. Supuso también que el baño estaría junto a su dormitorio. Por supuesto, todo el piso de la casa estaba alfombrado en tonos azules.

-Lo siento por el desorden, Harry - decía Úrsula mientras llevaba algunas cosas de un lugar a otro. - es que no he tenido tiempo de ordenar.

-No importa, tú casa es muy... muy... original - dijo Harry mirando a todos lados.- ¿vives sola?

-Sí, hace dos años... - dijo Úrsula caminando hacia la cocina.- pero casi no paso aquí. Del trabajo a casa de Hermione y luego al trabajo. Vengo sólo a dormir.

-Entiendo...

-Aquí tienes - dijo Úrsula tendiéndole un vaso de jugo.- acomódate en los cojines...

-Gracias.

Harry se sentó entre los azules almohadones de la chica y bebió su jugo. Úrsula hizo lo mismo. No cabía en sí de felicidad. Tenía al chico que le encantaba en su propia casa... "No te pases rollos, Úrsula" se decía a sí misma. Pero no podía quedarse ahí, mirándolo solamente; tenía que decir algo... ¿pero qué? Es extraño que cuando más quieres hablar con una persona, menos temas de conversación encuentras.

-Aquella llamada... - se atrevió a decir. Ojalá no metiera la pata.- Era tu ex ¿verdad?

Harry la miró con el ceño fruncido. "Ya metí la pata, otra vez" pensó la chica.

-Parece que sabes leer la mente... - respondió Harry. Luego sonrió.- Sí, era mi ex.

-Eeehh... ¿quieres hablar de ella? - preguntó Úrsula. - Digo... para que se te salga la rabia de adentro.

Harry la miró detenidamente por un momento. Volvió a fruncir el ceño, pero después de un rato sonrió.

-Es extraño... - dijo Harry.

-¿Qué es lo extraño? - preguntó Úrsula confundida.

-Qué a pesar de que te conozco hace tan poco, no me produzcas desconfianza - declaró Harry.

"¡¡¡Aaayyy!!! ¡Me derrito!" Pensaba Úrsula, mientras sonreía bobamente. Así que sólo atinó a decir: - Gracias.

-Y creo que tienes razón... - continuó Harry.- Me serviría mucho hablar de esto con una persona de confianza.

Úrsula se acomodó bien en los cojines del living y esperó atentamente, mientras Harry decidía por donde empezar.

"Se llama Cho Chang. Era alumna de Hogwarts, pero iba un curso más arriba que yo. La conocí en tercero durante un partido de Quidditch. Ella era buscadora de su equipo. En cuarto la quise invitar al baile de navidad, pero se me adelantaron" dijo con una vaga sonrisa en sus labios. "Fue alguien muy importante en mi vida, la primera chica a la que besé y a la que le di mi corazón. A pesar de algunos pequeños problemas que tuvimos en quinto, continuamos la relación al año siguiente. Todo era espléndido. Ella se había unido al grupo, con Ron y Hermione, era cómplice de todas nuestras aventuras y fingía muy bien cuánto me quería. Yo jamás pensé que me iba a enamorar de aquella manera, parecía un lelo" sus ojos verdes esmeraldas comenzaron a brillar con más intensidad. "Pero tenía que surgir un inconveniente... Michael Corner. La oí a ella y al maldito ese burlarse de mí un día en que me había quedado encerrado en el baño de los hombres. Sólo me quería de osito de peluche, de llaverito, de trofeo qué seguramente enseñaría al mundo entero." Los ojos de Harry derramaron una solitaria lágrima que él secó rápidamente con el dorso de su mano. "lo siento, vas a pensar que soy un sentimental"

-No, no pienso nada de eso... - dijo Úrsula con una sonrisa. Esto animó un poco más a Harry y continuó:

-Desde ese momento, terminé definitivamente mi relación con ella y la confianza que le tenía quedó pisoteada en el suelo - concluyó Harry.- Ya no le creo... ni a ella ni a ninguna mujer.

-Pero ella te sigue buscando, ¿verdad? - preguntó Úrsula.

-Sí, está empeñada en que yo la perdone. - respondió Harry. - pero ya se lo he dicho... "pídele perdón a Dios, no a mí"

Úrsula se había quedado callada. Pensaba en que si esa mujer le había hecho tanto daño a Harry y él ya no confiaba en las mujeres, le costaría mucho acercarse a él. Pero también debía comprenderlo. Sabía que los hombres no se enamoran fácilmente, pero cuando lo hacen les cuesta mucho desenamorarse. Quiso acercarse hasta Harry y decirle que ella jamás le fallaría, acariciar sus desordenados cabellos negros y reflejarse en sus ojos esmeraldas. Decirle que no tenía que desconfiar de todas las mujeres, que había algunas, como ella, que no desaprovecharían a un muchacho tan especial como él. Pero como siempre, no se atrevía.

-¿Te traigo más jugo? - fue lo único que atinó a decir.

Harry, sacado de sus pensamientos, respondió: - No gracias, es hora de irme.

-¿Ya te vas? No has estado aquí más de quince minutos... - dijo Úrsula con tristeza.- No seas malo, tú me has traído hasta mi casa y yo debo pagarte con algo de hospitalidad...

-Pero es que... - balbuceó Harry.

-Mira, hagamos una cosa... ¿te gusta la música? - preguntó la chica, esperanzada de que Harry se quedara.

-Sí... algo, es que no tengo mucho tiempo para ir a conciertos... - apuntó Harry.

-Okey, pero esto te va a encantar. - dijo Úrsula y sacó de un estuche (azul por supuesto) una flauta traversa que guardaba encima del mueble de los libros. - lo aprendí en Sudamérica, espero que te agrade.

Úrsula, aunque algo nerviosa por su actuación, tocó la flauta para Harry como si estuviera dando un concierto para cientos de personas. La magia de aquella melodía ayudó a vagar al chico por lugares hermosos que había olvidado. Con los ojos cerrados recordó Hogwarts, el enorme castillo genialmente decorado, las velas flotantes del gran comedor, la acogedora sala común de Gryffindor y su cama adoselada. Recordó a sus amigos, el pelirrojo de Ron, su buena compañera Hermione, la especial Ginny y todos los demás que su memoria le permitió recordar. Viajó por el valle de Godric, el lugar en donde sus padres habían vivido después de casados y recordó también a Sirius, su padrino, que lo ayudó a vencer al innombrable cuando a él le faltaban fuerzas. Sentía como si viajaba en el expreso de Hogwarts y comía golosinas todo el camino. La música cesó, pero en el ambiente se respiraba tal calma, que Harry ya ni se acordaba de que hace unos instantes estaba triste por lo sucedido con Cho. Abrió los ojos lentamente y se quedó mirando a aquella menuda muchacha que tenía enfrente y que esperaba impaciente la reacción de su oyente.

-Bravo - dijo Harry, batiendo las manos con energía.

Úrsula, divertida y alegre, hizo unas cuantas reverencias e imaginó que saludaba a un enorme público inexistente con la mano en alto y lanzando besos a diestra y siniestra. Aquello hizo reír a Harry de buena manera y provocó que la chica se pusiera algo roja.

-Te felicito, eres genial tocando esa cosa... - dijo Harry señalando el instrumento.

-Flauta Traversa, así se llama - corrigió Úrsula.- Gracias por mentir tan bien.

-¡Oye, si es en serio! - exclamó Harry.- te agradezco que me hayas dado unos minutos de felicidad. Gracias... pero, ya es hora de irme.

-¿Tienes? - preguntó Úrsula con una mueca de pena.

-Tengo.- dijo Harry tomando las llaves de su auto.- Gracias por el jugo también, pero mañana tengo turno a las seis, así que tengo que estar temprano en la cama...

-Okey - dijo Úrsula con resignación.

Acompañó a Harry hasta su auto. Pero antes de que pudiera subirse a este último, Úrsula lo detuvo.

-Espera - le dijo de pronto.- Ya sabes... si necesitas desahogarte... aquí voy a estar, o por lo menos voy a estar en el ministerio.

Harry sonrió y se acercó hasta la muchacha. Tomó entre sus manos el rostro de esta última y con mucha naturalidad, acercó los labios hasta su frente.

-Gracias.- le dijo al despedirse. Y subió al auto para tomar rumbo hacia su casa.

"Me... me... ¡¡¡Me besó!!!" gritaba Úrsula en su interior. No cabía en sí de felicidad. Completamente roja caminó hasta su casa y se acomodó detrás de la puerta en cuanto la cerró. El corazón le latía a mil por hora y no pudo calmarlo hasta unos minutos después. Como una niña pequeña comenzó a saltar por toda la casa, riendo y cantando. Saltó a su cama y vencida por el sueño y el esfuerzo de andar de arriba para abajo brincando como un conejo, se abandonó a un sueño placentero, que por supuesto incluía a Harry.

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-¿Me decías? - preguntó Úrsula, reaccionando ante las palabras de Hermione.

-Oye, ¿dónde andas? - preguntó su amiga.

-¡En la luna! - exclamó mirando hacia los cielos.

-¬¬ Sí, parece... - confirmó Hermione.

-¡Pregúntame si me pasó algo genial anoche! - pidió Úrsula con una soñadora mirada.

-¿Te pasó algo genial anoche? - preguntó Hermione.

-Es... un... secreto... - respondió Úrsula.

-¬¬

-¡Pero dime que no sea mala y que te cuente! - exclamó la chica.

-No seas mala y cuéntame - volvió a pedir Hermione.

Un suspiro. Dos suspiros. Una enorme sonrisa.

-¡Ya pues! ¡Déjate de suspirar y cuéntame! - exclamó Hermione.

-¡¡¡Fue genial!!! - lanzó Úrsula.

-¿Qué es lo que fue 'genial'? - preguntó Hermione algo cansada de preguntar.

-Harry... - respondió Úrsula dando un largo suspiro.

-ô.Ô... ¿No me digas que tú y Harry...? - empezó a decir Hermione.

-¬¬ ¡¡¡oye malpensada!!! ¡Tienes mente de alcantarilla! - exclamó Úrsula sin la expresión soñadora que hace unos minutos había en su cara.- Nada de eso...

-¿Y entonces?

-No, lo que pasa es que ayer... (Cuando ustedes me dejaron abandonada en el hospital... ¬¬) Harry se ofreció para llevarme hasta mi casa.- dijo Úrsula. - Y bueno, para retribuirle el gesto lo invité a pasar para que descansara un poco...

-Ya, y la malpensada soy yo - dijo Hermione con ojos picarones.

-¬¬ (no voy a emitir comentarios) bueno, se tomó un jugo y estuvimos hablando acerca de su ex... - comentó Úrsula.

-¿De la perdida de Cho Chang? - preguntó Hermione con asombro.

-De ella... y yo, como soy sicóloga profesional...

-Sí, claro, con título en Marte - aclaró Hermione.

-¡Ya, no empieces! - exclamó Úrsula.- como te iba diciendo, él me contó sobre su relación con aquella chica y me dijo que todavía lo busca y todo eso. Y ahí estaba yo, de paño de lágrimas... no quise darle muchos consejos por que de verdad no tengo mucha experiencia en ello, pero creo que le sirvió que alguien lo escuchara.

-¿Y eso fue lo genial? - preguntó Hermione decepcionada.

-No, todavía falta - repuso Úrsula. - se quería ir, y yo le dije que se quedara un rato más y me escuchara tocar flauta traversa. Parece que le gustó por que me dijo que me había salido genial. Luego, inevitablemente, se fue, pero antes de irse... (suspiro) tomó mi rostro entre sus suaves manos... y me besó

-¡¿Te besó?! - exclamó Hermione.

-...en la frente.- concluyó Úrsula.

-¡Ah! creo que me estaba adelantando ^^U

-¿ves que fue genial? - preguntó Úrsula con los mismos ojos soñadores de antes.

-Ya veo... - respondió Hermione. Luego, cambiando su expresión a una más seria, dijo: - Necesito que me ayudes, Úrsula.

-Pide lo que quieras, amiga mía... menos dinero, por que no tengo en este instante.- dijo Úrsula con una sonrisa.

-No, no se trata de eso. - dijo Hermione. Abrió su bolso y sacó de ahí un pergamino amarillento que tenía guardado.- Mira... me lo ha dado Ginny.

-¿Qué es? - preguntó Úrsula desdoblando el papel.

-Una carta... de Charlie Weasley - respondió Hermione. Al ver la cara de duda de Úrsula, respondió: - Charlie es el hermano de Ron. Lee por favor lo que dice la carta.

Hubo unos momentos de silencio durante los cuales Úrsula leyó ceñudamente el texto del pergamino. Movía la cabeza de un lado a otro y lanzaba algunas exclamaciones insonoras. Hermione esperaba pacientemente la reacción de su amiga, mirando en distintas direcciones como para calmarse. Luego de unos instantes, Úrsula subió la vista y exclamó:

-¡Qué carta más corta!

-¬¬U ¿Y en eso te demoraste tanto? - exclamó Hermione.- Bueno, ¿pero leíste bien lo que dice?

-Obviamente... Hmmm... dice que no le escribe hace tres años... que no ha tenido tiempo... que trabaja con dragones... - ahora Úrsula abrió enormemente sus ojos.- ¡QUÉ RON ESTA SALIENDO CON UNA TAL SOPHIE! ¡Pero... pero...!

-Sí, así es... Ron se ha olvidado completamente de mí... mis sospechas no eran ciertas. Él me quería, pero sólo como amiga - concluyó Hermione con pesadumbre en sus palabras.

-No... o sea, no puede ser. - dijo Úrsula aún con sorpresa.- ¿Tú nunca, nunca, nunca le dijiste que lo amabas?

-No...

-¡Ahí está la madre del cordero! ¡Claro... cómo iba a esperarte si tú no le dijiste ni pío! - exclamó Úrsula alzando los brazos.

-Pero, yo pensé que él se iba a dar cuenta... - explicó Hermione.

-Her... a los hombres hay que explicarles con dibujitos, con cintas de video y funciones de teatro para que entiendan que los amamos... - alegó Úrsula.- ¡Nunca se dan cuenta solos!

-Puede ser... - dijo Hermione con tristeza.- Por eso yo ya he tomado una decisión.

-¡Ay, me estás asustando! ¿Qué fue lo que decidiste? - preguntó Úrsula con interés.

-Pues... yo... yo voy a formalizar mi relación con Víctor... - dijo Hermione con calma.- Voy a irme con él a Bulgaria en las vacaciones y no sé... seré su mujer delante de los demás.

A Úrsula se le cayó la mandíbula. Su amiga Her se iba a ir con Krum. Iba a dejar todo tirado, únicamente por que Ron la había olvidado, según ella.

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Aquel dragón venía tan enfermo, que los ayudantes de Charlie, incluido Ron, estaban algo complicados con el tratamiento que debían darle. La mañana había sido pesada para los dos pelirrojos y a medio día ya rogaban por comer un buen caldo caliente que les animara los ánimos para seguir. El animal se había comido un grindylow cuando tomaba un baño en el río, y éste le había afectado su metabolismo intestinal. Con varita en mano, Charlie y Ron procedieron a hacer los cortes necesarios para sacar el grindylow del estómago del dragón. Había comenzado el proceso de descomposición cuando la criatura expulsó un veneno que enfermó al animal. El hedor a carne putrefacta que salió desde adentro del dragón fue casi insoportable y la mayoría de los que atendían al enfermo quedaron impregnados del asqueroso olor. Sin embargo, después de muchas horas de intentos vanos de desenredar el grindylow de los intestinos del dragón, pudieron sacarlo y darle una poción tranquilizadora al pobre animal, que se había desmayado de tanto sufrimiento.

-¡Yiac! Huelo a muerto... - alegaba Ron, mientras alzaba los brazos y examinaba sus axilas con la nariz. - Voy a tener que darme un baño de por lo menos una hora.

-¡Ja, y con jabón para dragones! - rió Charlie al oler su cuerpo él también.

Se dirigieron al local donde la mayoría de los trabajadores iban a comer y a divertirse. Ahí atendía Sophie, la novia de Ron. En el interior del lugar, el aire era casi irrespirable; se confundían los aromas entre los sudores masculinos, la hediondez de los dragones y la comida casera que se preparaba. Se sentaron en la última mesa del local y pronto vieron aparecer a una muchacha de alborotados cabellos castaños y ojos color miel, que se acercaba hasta ellos. Ron le hizo una seña de que se detuviera por lo menos a dos metros de ellos, lo que causó la confusión de la chica.

-No te acerques, si no quieres morir por intoxicación - le dijo Ron con una sonrisa en los labios.

-¡Y de las peores! - agregó Charlie.

-No te preocupes Ron - le dijo Sophie.- Ya estoy acostumbrada.

Se acercó hasta la mesa y le dio un suave beso en los labios al pelirrojo. Antes de comer, Ron prefirió ocupar la ducha del local y darse un buen baño. Desnudó por completo su cuerpo y dejó las hediondas ropas tiradas en el suelo. La suavidad y el frescor del agua tibia recorrieron cada centímetro de piel del pelirrojo, desde sus cabellos de fuego hasta la punta de sus grandes pies, pasando por su pecho dorado por el sol del verano, sus brazos de músculos reforzados por el trabajo duro y su enorme espalda masculina, adornada por los perfectos surcos que dejaba su columna vertebral y coronada por los hombros anchos que le seguían luego de su recto cuello. Con los ojos cerrados, disfrutó del placer que ejercía sobre sí un buen baño reparador y desvió sus pensamientos hacia otro lugar más lejano de ahí. A una enorme isla situada en el noroeste de Europa, llamada Inglaterra. No podía olvidar aquellos ojos color miel que tanto amaba y el cabello enmarañado que deseó tantas veces acariciar con sus torpes manos. Repetía incesantemente ese nombre, para que no quedara rezagado en el olvido; lo repetía en su mente y en su corazón, tan fuerte, que sin intención, aquella palabra escapó por su boca y fue a dar en el aire caliente de aquella habitación.

-¡Hermione!, Hermione... - repitió hasta que una solitaria lágrima rodó por sus mejillas, camuflada por el rocío del agua de la ducha.

-¿Con quién hablas, Ron? - preguntó la voz de una chica que en ese momento entraba en el baño.

El pelirrojo casi se cae de la impresión, obligándose a tomar la cortina que lo separaba del exterior. "Me ha escuchado" pensó con la conciencia alterada. Cortó el agua que corría por su cuerpo y dejó ver su cabellera mojada por un rincón entre la cortina y la pared.

-¡Sophie! ¿Qué haces aquí? Yo... yo... estoy completamente... - dijo Ron poniéndose cada vez más rojo.

-Te traje una toalla, pero si quieres no miro - dijo esbozando una sonrisa.

-Está bien, déjala ahí... - señaló el pelirrojo.

-Ron... ¿De quién hablabas? - preguntó Sophie con curiosidad.- ¿Quién es esa tal Hermione?

A Ron se le heló el alma. Sophie lo había escuchado. ¿Qué hacer? ¿Cómo explicarle a la mujer que tenía por compañera que en ese instante pensaba en otra mujer, que había sido el amor de su vida y que aún no lograba olvidar?

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Terminé este capítulo.

Ahora sí que parece teleserie mexicana... ¡¡¡Aaaahhh!!!

Reviews:

Annafreey: Bueno, espero que te haya gustado este capítulo. Estoy haciéndolas sufrir a todas... ¡¡jejeje!! Vi tu página personal de FF y vi que me tenías en una de tus historias favoritas... ¡¡¡Gracias!!! Espero tb que te haya gustado lo que hice con la carta... Ginny es malvada... jejeje. Saludos, Tanina Potter.

Vika Riddle: Gracias por las felicitaciones... No sé, creo que igual fue suerte por que no salí con muy buen promedio del liceo... (5,8 en cuarto) pero, bueno... no me puedo quejar. Y sí, por fin despertó Drakito como tú le dices. Ahora viene la parte buena para él. Oye... después de entrevistar a Sirius, ¿podrías entrevistar a Ron? Porfa... porfa... ¿si? O por último a Lupin, que son los dos personajes que me encantan...(aparte que me los imagino de una manera!!!) jejeje... ya, no pienso más cochinadas y me despido. Besitos, cuídate. Tanina Potter.