Capítulo 13: ¿POR QUÉ NO ARRIESGARSE?
-Bueno... Ginny, Draco quiere verte, puedes pasar - dijo Harry. Luego se volvió hacia Úrsula y le dijo: - Te apuesto a que te mueres por una tarta de chocolate... ¿quieres una?
-Eeehh... ¿yo? - Ginny, por la espalda de Harry le levantaba los pulgares y le sonreía enormemente para que ésta accediera.- Bueno, te acepto un pedazo de tarta.
-Bien, acompáñame a la cafetería - pidió Harry.
Ginny los vio irse y entró en la habitación donde se hallaba Draco. Al parecer se había quedado dormido, por que respiraba calmadamente, y mantenía los ojos cerrados. Se veía tan indefenso, tan... no sé, tan lindo. Eso es lo que pensaba Ginny al menos. Se acercó hasta la camilla y rozó la mano del chico con su dedo índice. Draco comenzó a desperezarse y abrió los ojos, como si estuviera en su propia cama en un día cualquiera.
-Hola Ginny - saludó.
-Hola ¿ha sido rápido el examen? -preguntó Ginny.
-Sí... creí que estaba... en una de... las clases de... Trelawney -dijo Draco sonriendo. - pero estoy... bien.
-Así veo.- dijo Ginny. Luego quiso preguntarle sobre lo que había dicho antes, pero no se atrevía. Draco advirtió su nerviosismo.
-¿Quieres... preguntarme algo? - preguntó Draco.
-Sí.
-¿Y no... te atreves? - siguió el rubio.
-No.
Draco sonrió y estiro su brazo para acariciar el rostro de Ginny. La pelirroja se sentía algo cohibida, pero no entendía por qué; nunca había sentido algo así estando con Draco. Se supone que con los amigos no te da vergüenza.
-Yo te quiero... mucho, Ginny... eso lo sabes - comenzó a decir Draco.- Y he visto... como te has... preocupado por mí...
-Pero, es que dijiste que no querías seguir siendo mi amigo - reclamó Ginny.- ¿acaso quieres que me vaya?
-No, claro que... no - respondió Draco.- Ven, tengo que contarte... un secreto.
Ginny acercó su oído a la boca de Draco, esperando que él dijera algo. Pero nada pasaba. De pronto, volvió a sentir la mano del chico en su rostro y volteó la cara. Él sonreía, a decir verdad tenía una sonrisa cómplice que contagió a Ginny.
-¿Y me vas a decir tu secreto? - preguntó Ginny, con su rostro aún cerca del de Draco.
-Sí, pero... tienes que acercarte... más - dijo el chico. Sin pensarlo dos veces, pronunció las palabras mágicas.- Te amo.
Y sin darle tiempo a Ginny de poder reaccionar siquiera, acercó los labios de la chica a los suyos y los besó tiernamente. Ginny se estremeció un segundo y cómo si nada importara, correspondió al beso. Sentía que comía algodón de dulce y bebía chocolate a la vez, los labios de Draco eran como miel de abejas. (N/A: sigo diciendo que estos fics me dan hambre... ^^U) Supuso, divertida, que miles de chicas de Hogwarts hubieran dado cualquier cosa por un momento como ese, pero ahora ella era la afortunada. "Pero... ¿qué demonios estoy pensando? Draco es mi amigo" y sin vacilación, abrió los ojos y se separó un poco del rubio.
-Draco... que, ¿qué está pasando? - preguntó Ginny confundida.
-Pasa que... te necesito... más que nunca... a mi lado - respondió Draco con cierta dificultad.- Lo siento... no he preguntado... por tus sentimientos.
-Es que, creí que éramos amigos... yo... - dijo Ginny toda colorada.- quizás estés confundido, no sé... por lo de Pansy.
La expresión de Draco se ensombreció y Ginny creyó que había metido la pata. Trató de articular una disculpa, pero Draco la detuvo.
-Pansy es... parte de mi pasado. Una parte... muy linda de... mi pasado.- declaró Draco con calma. Unos segundos después volvió a sonreír.- Yo quiero... que tú seas... mi presente y mi... futuro.
Ginny intentó sonreír. Las palabras de Draco inundaban su cabeza y no sabía qué responder. Era cierto, Draco había sido su amigo por muchos años y lo quería demasiado... como para ¿amarlo? No había pensado en esa posibilidad, nunca se le atravesó por la mente. Pero Draco no estaba mal, tenía buen porte (por lo menos 1,80 mt), era guapo y un buen compañero. Algo reacio a las demostraciones de afecto en público, pero eso era comprensible. Durante largos años sus padres lo habían mimado materialmente y no afectuosamente, como un hijo se lo merece. Pero había aprendido algo después de la muerte de aquellos, y eso era a necesitar más de los demás. Necesitar más del amor ajeno, que le fue arrebatado tan joven. ¿Pero qué pasaría si dejaran de ser amigos y fueran algo más? ¿Qué pasaría cuando se acabara el amor?
-Yo... sólo te pido un día - respondió Ginny. - No es que no te quiera, Draco. Tú sabes que eso no es cierto... pero no quiero arriesgarme a perder un amigo por tener un novio.
-Arriésgate - le pidió Draco.- te prometo que... nunca dejaremos de ser amigos.
Con un pequeño beso en la mejilla, Ginny se despidió de Draco y salió de la habitación. Se dirigió a la primera chimenea que encontró y con polvos Flu pudo volver a Hogwarts. Pero de las clases, ni hablar... les daría la clase libre a los de cuarto.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-*-*-*-*
Tendría que controlar sus emociones o sino se vería obligado a seguir mintiendo. No le gustaba la idea, pero el decir que Hermione era el nombre de una canción que había escuchado en Inglaterra lo había salvado por ahora. Charlie había llegado a la casa unos segundos antes que él y estaba en la cocina preparándose unos emparedados. Cuando escuchó el ruido de la puerta al abrirse, asomó la cabeza.
-¡Ron, hermanito! ¿Quieres un emparedado de jamón? - preguntó.
-No, gracias... pero, ¡Si recién comiste, te vas a poner tan gordo como el primo de Harry! - exclamó Ron.
-¿Cómo quién? - preguntó Charlie desde la cocina.
-Dudley, el primo de Harry... es una ballena asesina con piernas - respondió Ron.
-Claro que no, jamás perdería este físico - dijo asomando su cuerpo a la puerta y levantando su camiseta, donde se podía observar un torso bien formado. - Y que tal Sophie, ¿la fuiste a dejar a su casa?
-Sí, la dejé allá... - finalizó Ron.
¿Se han dado cuenta cuando dejan a alguien querido en un lado y ustedes se van, que comienzan a extrañarlo de inmediato? Pues bien, a Ron no le sucedía esto. Se sentía muy extraño y a la vez culpable. Sophie era muy buena con él, una buena chica, una buena novia, pero... a Ron no le producía ese hormigueo en el estómago cuando la veía. No la extrañaba cuando se separaba de ella, ni se hallaba ansioso cada vez que iban a salir juntos. ¿Habría hecho mal en pedirle que fueran novios? Se recostó en su cama y miró la blancura del techo que se cernía sobre él. No tenía sueño, ni nada parecido, pero pensó que un ligero descanso no le sentaría mal. Además hoy le tocaría hacer la cena para él y para su hermano, y debía pensar en qué cocinaría. Tenía la ventana abierta, lo que facilitó el acceso de una gran lechuza gris que se posaba en ese momento en el alfeizar. Ron la miró, extrañado. Llevaba puesta una pañoleta oscura que decía "Correos Internacionales" y parecía algo cansada por el largo viaje. Desató el pergamino que traía atado a la pata y esperó, pacientemente, a que se le pagara lo correspondiente por el servicio. Ron bajó hasta el comedor y sacó de su chaqueta un galeón, para luego ir a la cocina por un poco de agua.
-Toma, tu paga y algo de beber.- le dijo a la lechuza en cuanto subió a la habitación. El ave, agradecido por la atención, agitó las alas y comenzó a beber con su pequeño pico.
Ron entonces leyó el pergamino. Iba dirigido a Charlie, pero supuso que él no se opondría a que la leyese.
"Querido Charlie: Menos mal que escribes. Mamá ha dicho que tendrás que mandar más que una carta para perdonar tu olvido, pero acepta tus saludos. En cuanto a Ron, no le diré que tu me dijiste lo que me dijiste. No te preocupes...
-¡Qué diablos le dijo Charlie a Ginny! -exclamó en voz alta. Pero continuó leyendo.
...no sé si Ron querrá saber esto, pero Hermione se ha comprometido con Víctor Krum. Se va con él a Bulgaria, en la próxima semana. Lo siento por mi hermano, pero creo que él debe estar feliz con su novia, así que... Bueno, no te quito más tiempo. (Ya que eres un hombre muuuuuuuuyyyyy ocupado) Afectuosamente,
Ginny Weasley."
¿Había leído bien? Hermione se ha comprometido con Krum. Releyó la carta por si las moscas, pero lo único que consiguió fue terminar de convencerse de lo inevitable. Iba a perder a Hermione por segunda vez, no podía soportarlo. Pero antes debía arreglar cuentas con alguien...
-¡CHARLES! - gritó en cuanto llegó a la cocina.
-¿Qué pasa Ron... qué...
Pero no logró continuar. Un fuerte puñetazo azotó contra su cara y lo dejó viendo snitch voladoras. Cuando recuperó la postura, vio delante de él a su hermano Ron, rojo hasta las orejas y sobándose el puño.
-¿Qué pasa contigo, Ronald Weasley? - gritó su hermano desde el suelo.
-No, ¿qué pasa contigo? ¿Porqué diablos le dijiste a Ginny sobre Sophie? No tenías por qué... sabías que Ginny correría a contarle a Hermione. - reclamó Ron.
-¿Es eso lo que te preocupa? - preguntó Charlie más sereno.- ¿Qué Ginny se lo cuente a Hermione?
-No, no es eso... - dijo Ron con amargura.- La voy a perder para siempre, Charlie. Hermione se va a Bulgaria con Víctor Krum...
Los azules ojos de Ron se anegaron de lágrimas y se dejó caer contra la pared de la cocina. Cubrió su rostro con las manos. No quería que Charlie lo viera llorar. Su hermano, consciente de su culpabilidad, se acercó hasta él y puso su mano en el hombro de Ron.
-Llorar no es lo que deberías hacer... - dijo Charlie.- Anda, ve a buscarla a Inglaterra, antes de que todo esté perdido.
-Pero, ¿cómo? Te dije que no querría verme ni en pintura - contestó Ron.
-Eso tú no lo sabes con certeza. - alegó Charlie.- Además, no pierdes nada con intentarlo.
-Y... ¿y qué va a pasar con Sophie? ¿Qué le voy a decir? - preguntó Ron mostrando su empañado rostro.
-Dile que es algo urgente... qué de esto depende tu vida.- finalizó Charlie.
Estaba decidido. Seguiría el consejo de su hermano, costara lo que costara. No podía fallar más, tenía que enmendar su error. Pero primero debía enfrentar a Sophie. ¿Cómo decirle que debía irse a Inglaterra sin levantar sospechas? ¿Cómo no herirla? Subió hasta su habitación y reunió la ropa que necesitaba, aparte del valor suficiente. Planeó cómo viajaría. No tenía idea de transportes muggles y la red Flu no era tan extensa como para llegar a Inglaterra. Tampoco tenía un auto volador, ni una escoba que lo llevara tan lejos. Además, los muggles podrían verlo en el cielo. La mejor opción era aparecerse, sí. Había pasado las pruebas de aparición con buenos resultados y ya tenía su licencia. Bajó hasta el comedor, con su bolso y su chaqueta. Ahí estaba Charlie, esperándolo.
-Te deseo la mejor suerte hermanito... -le dijo en tono amable.
-Gracias, Charlie.
Se despidieron con un abrazo fraternal y Ron salió por la puerta, hacia la casa de su novia. Le faltaba lo peor: explicarse.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-*-*-*-*
-"Úrsula Broderik" - leyó.- Amiga, esto es magia negra. Alguien desea matarte...
Úrsula se quedó paralizada, sintió que le faltaba el aire, que desfallecería en pocos minutos. Pensó en aquella posibilidad, podría morir, pero... ¿Quién sería capaz de aquello? No le había hecho mal a nadie ¿o sí?
-Pero... pero... eso es imposible - dijo Úrsula con un hilillo de voz.
-Claro que es posible - dijo Hermione con voz de preocupación.- ven conmigo, tenemos que hallar una solución.
La tomó del brazo y echó a correr con ella saliendo del ministerio. Hermione tomó su auto y junto a Úrsula volaron (literalmente) hasta la casa de la primera. Su amiga no podía ni respirar, se sentía como sumergida en una piscina de la que no puedes salir porque alguien te está sumergiendo. Un agudo dolor en el pecho la hizo gritar y Hermione tuvo que controlar su auto, si no querían chocar. La casa de Hermione estaba a pocos kilómetros del ministerio, así que no les fue difícil llegar rápido. Casi a rastras, Hermione cargó a Úrsula hasta la casa y la dejó en un sofá, mientras ella se dirigía a su mejor herramienta: los libros.
-Déjame ver... déjame ver... - Hermione buscaba en la sección "Magia Negra" de su libro de encantamientos.- Mmmm... mandrágoras... mantícoras... marca del diablo... Eeehh... morsmordre... muggles... murciélagos... ¡¡Murciélagos!! ¡Aquí está!
Úrsula sólo gemía y asentía lentamente, mientras Hermione leía de aquel libro:
Murciélagos, maldiciones a través de murciélagos: Aquel que sea maldito con la muerte de un murciélago y atado por siempre a
su cuello, estará condenado a morir por cualquier circunstancia, ya sea
habitual o casual, dentro de las veinticuatro horas siguientes.
-Hermione, me voy a morir... - gemía Úrsula mientras violentos sollozos la estremecían.
-No, no te vas a morir, no lo puedo permitir - decía Hermione con los ojos llorosos.- Tiene que haber un contra-maleficio.
Siguió buscando más abajo por si encontraba algo que le sirviera. Lo único que podría salvar a Úrsula sería un milagro.
-¡Aquí, aquí hay algo! - gritó Hermione de pronto.- Sólo podrán salvarse quienes, dentro de aquellas veinticuatro horas tengan la certeza de que alguien las ama, con una prueba legítima de aquello. ¿Qué significa esto?
-No sé... pero sin duda alguna me voy a morir... - gimió Úrsula.
-No, yo sé quien te puede ayudar... - dijo Hermione.- Harry.
-¿Harry? Pero si él no me ama... él ha cerrado su corazón a cualquier mujer - se lamentó Úrsula.
-Pero tú no eres cualquier mujer... - alegó Hermione.- Él de seguro te abrirá su corazón.
Consolando a su amiga por la gravedad de su situación, Hermione la cuidó toda la tarde, hasta que Úrsula pudiera conciliar el sueño. Escribió una nota para Harry, explicándole el asunto, pero dejando lo del contra- maleficio para más tarde y advertirle así con más calma. Mientras tanto, los sueños de Úrsula no eran nada agradables. Se veía a sí misma atada de pies y manos, frente a un gran ventanal. Afuera, se hallaba Harry, dándole la espalda. Ella lo llamaba, desesperada, pero él no advertía su presencia. Las lágrimas hacían llagas en su rostro y las cuerdas que la ataban pronto se convertían en horribles serpientes.
Despertó unas horas más tarde, con los ojos llorosos y los dientes adoloridos de tanto apretarlos. Hermione estaba junto a ella, dormitando en un sillón. Levantó su ahora pesado cuerpo y se dirigió fuera de la habitación. ¿Qué más daba permanecer ahí, si le quedaba tan poco? Harry nunca le diría que la amaba, y no quería alargar más ese sufrimiento. Con sigilo y mucho cuidado dirigió sus pasos hasta la puerta. La calle afuera se hallaba iluminada por los faroles de luz, pero pocas personas advirtieron su presencia. Iba como en trance, con la cara empapada a causa de las lágrimas. El puente de Londres estaba muy cerca.
-*-
Harry mientras tanto, acudía al llamado de Hermione. ¿Qué sería aquello tan grave que su amiga le había escrito? Llegó a casa de Hermione después de veinte minutos de camino. Bajó del auto y de inmediato notó algo extraño; la puerta de la casa estaba abierta de par en par y no había nadie afuera. Se preocupó de inmediato y entró a ver qué pasaba. En el comedor no había nadie, buscó en la cocina y en las otras habitaciones. Hermione se hallaba dormida en un sillón junto a su cama, en donde parecía haber dormido alguien.
-Her... Hermi - la llamó Harry mientras la removía de sus sueños.
-¿Qué...? ¿Qué pasa? - preguntó Hermione media adormilada.
-Hermi, soy Harry, ¿Por qué me has llamado? - preguntó Harry con impaciencia.
-¿Harry? - luego de un momento reaccionó.- ¡Harry! Gracias al cielo... Harry pasó algo grave. Úrsula...
-¿Qué pasó con Úrsula? - preguntó Harry ya más preocupado.
-Úrsula... - miró la cama y comprobó que ella no estaba allí.- ¡Úrsula, estaba allí! ¡Te lo juro!
-¿Ahí donde? - preguntó Harry cada vez más alterado.
-En la cama... la dejé durmiendo. -gimió Hermione mientras buscaba por toda la casa. Se detuvo de pronto y se giró hacia su amigo.- Harry, Úrsula está en peligro... la han condenado a muerte.
Harry no podía dar crédito a lo que Hermione le decía. ¿Quién sería capaz de tal atrocidad? Sin dudarlo un minuto, tomó a Hermione del brazo y la subió a su auto. Buscarían a Úrsula por cielo, mar y tierra si era necesario.
-*-
La vista era impresionante y el aire le helaba los huesos. Miles de autos pasaban a su alrededor y hacían sonar sus bocinas en señal de alerta. Pero ella no respondía, no se hallaba bien en aquel momento como para responder a las advertencias. Descalza, y con un vestido de gasa celeste que se había puesto aquel día, parecía más un ánima que una mujer. Su habitual trenza se había desarmado, y el largo cabello que la coronaba la envolvía a causa del viento. "¡Apártate loca!" le gritaban los conductores, pero sus oídos estaban irremediablemente tapados. Avanzó hasta el centro de aquel puente y se apoyó en el barandal. Moriría en cualquier minuto, de eso no había duda, y así, sacando fuerzas de la nada, alzó sus piernas y pasó al otro lado de la baranda, dispuesta a tirarse a las frías aguas del río.
Mientras tanto, Harry y Hermione buscaban a Úrsula por doquier. Preguntaron por ella en todas las esquinas, pero nadie sabía nada. La angustia los consumía y los hacía desesperarse aún más. Cuando veían que las esperanzas se desvanecían, una mujer que mendigaba pan en la calle se les acercó.
-La pobre de su amiga se veía tan mal... - les dijo así como así.
-¿La ha visto? - preguntó Hermione con desesperación.- ¿Hacia donde se ha ido?
-Yo la vi hace rato... - respondió la mujer con calma.- Iba hacia el puente...
"¡El puente!" pensó Hermione, "no Úrsula, por favor no hagas una locura"
-Gracias.- dijo Hermione, y el auto de Harry se dirigió rápidamente hacia el lugar señalado.
Pero era casi imposible llegar hasta allá. El tráfico era insoportablemente enorme.
-¿Qué hacemos Hermione? - preguntó Harry con apremio.
-Pues... aunque me lleve una reprimenda, tengo que hacerlo. - dijo Hermione con determinación. Sacó su varita y apuntó al resto de los autos.- ¡Inmóvilus!
Cómo si fuera una fotografía, el escenario que presenciaron entonces se congeló. Rápidamente bajaron del auto y corrieron a través de los demás. Buscando entre la multitud, hallaron a la muchacha en el barandal del puente, mirando hacia abajo, dispuesta a lanzarse. Harry la miró entonces y quiso correr hasta ella, pero por una extraña razón no podía avanzar.
-¿Qué está pasando? - preguntó Harry desesperado al ver que no lograba llegar hasta ella.
Hermione, con pesadumbre, respondió a aquella pregunta: - De seguro ha puesto una barrera.
-¿Quién? ¿Úrsula? - exclamó Harry.
-Sí, recuerda que también es bruja... - las lágrimas inundaron sus ojos.- Yo nada puedo hacer. Estas barreras son inquebrantables.
-No... no puede hacer eso.- declaró Harry.- ¡Úrsula! ¡ÚRSULA!
Como sacada de un largo sueño, Úrsula giró la cabeza y vio quien la llamaba. Era él. Sonrió, luego de haber llorado tanto, pero supo que ya nada serviría. La barrera que había creado no le permitiría el paso a Harry y ella irremediablemente desaparecería. Harry empujaba como si fuera una enorme pared de ladrillos, pero no conseguía moverse ni un centímetro. Entonces el cuerpo de Úrsula se movió hacia delante, ya no había vuelta atrás.
-¡¡¡ÚRSULA!!! - gritó Harry, mientras una fuerza interior que nunca había experimentado le ayudaba a romper la barrera. Sin dudarlo un segundo, se lanzó él también. Hermione corrió hasta el barandal y con mucho asombro, vio algo que ella ya había presenciado.
Aquel escudo protector que había cubierto el cuerpo de Ron cuando iba a ser atacado por Voldemort, y que ella, producto del gran amor que sentía por el pelirrojo había formado, envolvía ahora a los chicos. Era como una burbuja de cristal que sostenía a Harry mientras él tomaba a Úrsula entre sus brazos. Con firmeza, la sujetó contra sí y se dejó caer al agua. El impacto que recibieron tras atravesar la superficie los dejó sin conocimiento a ambos. Hermione miraba desde arriba, acongojada. Por largo rato no hubo señales de ellos, lo que preocupó aún más a la chica. Sin demorarse más, corrió hasta el borde del río. Allí, esperanzada, lanzó su último hechizo de esperanza.
-¡Ascenderet! - gritó.
Las aguas se removieron de pronto, y los cuerpos entrelazados de Harry y Úrsula se levantaron desde el fondo. Levitando lentamente, Hermione guió a sus amigos hasta la orilla. Apoyó el oído en el pecho de Úrsula. Unos débiles latidos se escuchaban en su interior. El contra-maleficio había resultado, y sin necesidad de explicarle a Harry lo que debía hacer.
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¡Por fin! Creí que no terminaría este capi nunca... jejeje.
Yap, adivinen qué... reviews:
mauxi wood: ¡Qué bueno que te gusta mi fic! Para eso estoy yo, para tratar de deleitarlas y entretenerlas, espero hacer un buen trabajo. Yo tb soy 100% Harry/Ginny y Hermi/Ron, pero como ya he explicado, esta vez realicé unos pequeños revoltijos. Y sí... ¡¡¡MATEN A CHO!!!. Saludos, Tanina Potter.
MaR!!: Gracias por el review. (Todas ustedes me suben el ánimo) No te preocupes, algo voy a hacer con la bitch (así se escribe, ¿verdad?) de Cho. Bueno, la canción que puse es de Pilar Montenegro. Se llama "Quítame ese hombre". No es muy conocida que digamos, pero era una integrante de Garibaldi... y bueno, cuando escuché la canción, la encontré perfecta y bajé la letra. Lamentablemente no puedo incluirte en MSN, y aunque lo hiciera jamás podrías chatear conmigo, por que hace mucho tiempo que mi papá me lo tiene prohibido. ^^U. Bueno, saludillos, Tanina Potter.
Katie Lupin: no lo había visto en ff. Pero me gustó lo que leí... es algo... como decir... extraño( me gustan las cosas extrañas) Voy a tratar de leer tu otro fic, pero ahora no puedo. Tengo que navegar escondida en Internet. ¿Y bueno, cuando es el cumpleaños de la Koala? Avísame. Chaolín. Tanina Potter.
Lil Granger: a mí también me pasó lo mismo con Cho, pero cuando leí el quinto libro. Es tan... tan... hueca la pobre. Jejeje. La verdad es que esos nervios y un poco de la personalidad de Úrsula son parte de mi misma personalidad. Claro que yo no toco flauta traversa... jejeje. Para nada. Con suerte toco "estrellita de papel" en flauta dulce. A mis hijos les pondré nombres locos... como sacados de los libros. Si es niño, le voy a poner Aquiles Mikael; si es niña, Eleanor o Elbereth. Claro que igual depende mucho del apellido que tengan... bueno, saludos, cuídate. Tanina Potter.
Vika Riddle: Jajaja, lo de los autos es culpa de mi hermano, que es fanático de ellos. Él me dio algunas ideas para los coches que llevaran Harry, Hermione y Draco. A mí tb me hubiera gustado darle una cachetada a la maldita de Cho, se lo tenía bien merecido. ¡Qué bakan que te hayan gustado los besos! Lo que pasa es que a mí ya se me habían olvidado... claro que no pierdo las esperanzas de que * cierta * persona me dé uno. (Claro que a los ojos del mundo, es casi imposible... algo así como pecaminoso, jejeje) Y gracias por incluir después a Remus o Ron... *_* ¡¡Son tan lindos ellos!! Jajaja... Yap, amigui... cuídese. Tanina Potter.
-Bueno... Ginny, Draco quiere verte, puedes pasar - dijo Harry. Luego se volvió hacia Úrsula y le dijo: - Te apuesto a que te mueres por una tarta de chocolate... ¿quieres una?
-Eeehh... ¿yo? - Ginny, por la espalda de Harry le levantaba los pulgares y le sonreía enormemente para que ésta accediera.- Bueno, te acepto un pedazo de tarta.
-Bien, acompáñame a la cafetería - pidió Harry.
Ginny los vio irse y entró en la habitación donde se hallaba Draco. Al parecer se había quedado dormido, por que respiraba calmadamente, y mantenía los ojos cerrados. Se veía tan indefenso, tan... no sé, tan lindo. Eso es lo que pensaba Ginny al menos. Se acercó hasta la camilla y rozó la mano del chico con su dedo índice. Draco comenzó a desperezarse y abrió los ojos, como si estuviera en su propia cama en un día cualquiera.
-Hola Ginny - saludó.
-Hola ¿ha sido rápido el examen? -preguntó Ginny.
-Sí... creí que estaba... en una de... las clases de... Trelawney -dijo Draco sonriendo. - pero estoy... bien.
-Así veo.- dijo Ginny. Luego quiso preguntarle sobre lo que había dicho antes, pero no se atrevía. Draco advirtió su nerviosismo.
-¿Quieres... preguntarme algo? - preguntó Draco.
-Sí.
-¿Y no... te atreves? - siguió el rubio.
-No.
Draco sonrió y estiro su brazo para acariciar el rostro de Ginny. La pelirroja se sentía algo cohibida, pero no entendía por qué; nunca había sentido algo así estando con Draco. Se supone que con los amigos no te da vergüenza.
-Yo te quiero... mucho, Ginny... eso lo sabes - comenzó a decir Draco.- Y he visto... como te has... preocupado por mí...
-Pero, es que dijiste que no querías seguir siendo mi amigo - reclamó Ginny.- ¿acaso quieres que me vaya?
-No, claro que... no - respondió Draco.- Ven, tengo que contarte... un secreto.
Ginny acercó su oído a la boca de Draco, esperando que él dijera algo. Pero nada pasaba. De pronto, volvió a sentir la mano del chico en su rostro y volteó la cara. Él sonreía, a decir verdad tenía una sonrisa cómplice que contagió a Ginny.
-¿Y me vas a decir tu secreto? - preguntó Ginny, con su rostro aún cerca del de Draco.
-Sí, pero... tienes que acercarte... más - dijo el chico. Sin pensarlo dos veces, pronunció las palabras mágicas.- Te amo.
Y sin darle tiempo a Ginny de poder reaccionar siquiera, acercó los labios de la chica a los suyos y los besó tiernamente. Ginny se estremeció un segundo y cómo si nada importara, correspondió al beso. Sentía que comía algodón de dulce y bebía chocolate a la vez, los labios de Draco eran como miel de abejas. (N/A: sigo diciendo que estos fics me dan hambre... ^^U) Supuso, divertida, que miles de chicas de Hogwarts hubieran dado cualquier cosa por un momento como ese, pero ahora ella era la afortunada. "Pero... ¿qué demonios estoy pensando? Draco es mi amigo" y sin vacilación, abrió los ojos y se separó un poco del rubio.
-Draco... que, ¿qué está pasando? - preguntó Ginny confundida.
-Pasa que... te necesito... más que nunca... a mi lado - respondió Draco con cierta dificultad.- Lo siento... no he preguntado... por tus sentimientos.
-Es que, creí que éramos amigos... yo... - dijo Ginny toda colorada.- quizás estés confundido, no sé... por lo de Pansy.
La expresión de Draco se ensombreció y Ginny creyó que había metido la pata. Trató de articular una disculpa, pero Draco la detuvo.
-Pansy es... parte de mi pasado. Una parte... muy linda de... mi pasado.- declaró Draco con calma. Unos segundos después volvió a sonreír.- Yo quiero... que tú seas... mi presente y mi... futuro.
Ginny intentó sonreír. Las palabras de Draco inundaban su cabeza y no sabía qué responder. Era cierto, Draco había sido su amigo por muchos años y lo quería demasiado... como para ¿amarlo? No había pensado en esa posibilidad, nunca se le atravesó por la mente. Pero Draco no estaba mal, tenía buen porte (por lo menos 1,80 mt), era guapo y un buen compañero. Algo reacio a las demostraciones de afecto en público, pero eso era comprensible. Durante largos años sus padres lo habían mimado materialmente y no afectuosamente, como un hijo se lo merece. Pero había aprendido algo después de la muerte de aquellos, y eso era a necesitar más de los demás. Necesitar más del amor ajeno, que le fue arrebatado tan joven. ¿Pero qué pasaría si dejaran de ser amigos y fueran algo más? ¿Qué pasaría cuando se acabara el amor?
-Yo... sólo te pido un día - respondió Ginny. - No es que no te quiera, Draco. Tú sabes que eso no es cierto... pero no quiero arriesgarme a perder un amigo por tener un novio.
-Arriésgate - le pidió Draco.- te prometo que... nunca dejaremos de ser amigos.
Con un pequeño beso en la mejilla, Ginny se despidió de Draco y salió de la habitación. Se dirigió a la primera chimenea que encontró y con polvos Flu pudo volver a Hogwarts. Pero de las clases, ni hablar... les daría la clase libre a los de cuarto.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-*-*-*-*
Tendría que controlar sus emociones o sino se vería obligado a seguir mintiendo. No le gustaba la idea, pero el decir que Hermione era el nombre de una canción que había escuchado en Inglaterra lo había salvado por ahora. Charlie había llegado a la casa unos segundos antes que él y estaba en la cocina preparándose unos emparedados. Cuando escuchó el ruido de la puerta al abrirse, asomó la cabeza.
-¡Ron, hermanito! ¿Quieres un emparedado de jamón? - preguntó.
-No, gracias... pero, ¡Si recién comiste, te vas a poner tan gordo como el primo de Harry! - exclamó Ron.
-¿Cómo quién? - preguntó Charlie desde la cocina.
-Dudley, el primo de Harry... es una ballena asesina con piernas - respondió Ron.
-Claro que no, jamás perdería este físico - dijo asomando su cuerpo a la puerta y levantando su camiseta, donde se podía observar un torso bien formado. - Y que tal Sophie, ¿la fuiste a dejar a su casa?
-Sí, la dejé allá... - finalizó Ron.
¿Se han dado cuenta cuando dejan a alguien querido en un lado y ustedes se van, que comienzan a extrañarlo de inmediato? Pues bien, a Ron no le sucedía esto. Se sentía muy extraño y a la vez culpable. Sophie era muy buena con él, una buena chica, una buena novia, pero... a Ron no le producía ese hormigueo en el estómago cuando la veía. No la extrañaba cuando se separaba de ella, ni se hallaba ansioso cada vez que iban a salir juntos. ¿Habría hecho mal en pedirle que fueran novios? Se recostó en su cama y miró la blancura del techo que se cernía sobre él. No tenía sueño, ni nada parecido, pero pensó que un ligero descanso no le sentaría mal. Además hoy le tocaría hacer la cena para él y para su hermano, y debía pensar en qué cocinaría. Tenía la ventana abierta, lo que facilitó el acceso de una gran lechuza gris que se posaba en ese momento en el alfeizar. Ron la miró, extrañado. Llevaba puesta una pañoleta oscura que decía "Correos Internacionales" y parecía algo cansada por el largo viaje. Desató el pergamino que traía atado a la pata y esperó, pacientemente, a que se le pagara lo correspondiente por el servicio. Ron bajó hasta el comedor y sacó de su chaqueta un galeón, para luego ir a la cocina por un poco de agua.
-Toma, tu paga y algo de beber.- le dijo a la lechuza en cuanto subió a la habitación. El ave, agradecido por la atención, agitó las alas y comenzó a beber con su pequeño pico.
Ron entonces leyó el pergamino. Iba dirigido a Charlie, pero supuso que él no se opondría a que la leyese.
"Querido Charlie: Menos mal que escribes. Mamá ha dicho que tendrás que mandar más que una carta para perdonar tu olvido, pero acepta tus saludos. En cuanto a Ron, no le diré que tu me dijiste lo que me dijiste. No te preocupes...
-¡Qué diablos le dijo Charlie a Ginny! -exclamó en voz alta. Pero continuó leyendo.
...no sé si Ron querrá saber esto, pero Hermione se ha comprometido con Víctor Krum. Se va con él a Bulgaria, en la próxima semana. Lo siento por mi hermano, pero creo que él debe estar feliz con su novia, así que... Bueno, no te quito más tiempo. (Ya que eres un hombre muuuuuuuuyyyyy ocupado) Afectuosamente,
Ginny Weasley."
¿Había leído bien? Hermione se ha comprometido con Krum. Releyó la carta por si las moscas, pero lo único que consiguió fue terminar de convencerse de lo inevitable. Iba a perder a Hermione por segunda vez, no podía soportarlo. Pero antes debía arreglar cuentas con alguien...
-¡CHARLES! - gritó en cuanto llegó a la cocina.
-¿Qué pasa Ron... qué...
Pero no logró continuar. Un fuerte puñetazo azotó contra su cara y lo dejó viendo snitch voladoras. Cuando recuperó la postura, vio delante de él a su hermano Ron, rojo hasta las orejas y sobándose el puño.
-¿Qué pasa contigo, Ronald Weasley? - gritó su hermano desde el suelo.
-No, ¿qué pasa contigo? ¿Porqué diablos le dijiste a Ginny sobre Sophie? No tenías por qué... sabías que Ginny correría a contarle a Hermione. - reclamó Ron.
-¿Es eso lo que te preocupa? - preguntó Charlie más sereno.- ¿Qué Ginny se lo cuente a Hermione?
-No, no es eso... - dijo Ron con amargura.- La voy a perder para siempre, Charlie. Hermione se va a Bulgaria con Víctor Krum...
Los azules ojos de Ron se anegaron de lágrimas y se dejó caer contra la pared de la cocina. Cubrió su rostro con las manos. No quería que Charlie lo viera llorar. Su hermano, consciente de su culpabilidad, se acercó hasta él y puso su mano en el hombro de Ron.
-Llorar no es lo que deberías hacer... - dijo Charlie.- Anda, ve a buscarla a Inglaterra, antes de que todo esté perdido.
-Pero, ¿cómo? Te dije que no querría verme ni en pintura - contestó Ron.
-Eso tú no lo sabes con certeza. - alegó Charlie.- Además, no pierdes nada con intentarlo.
-Y... ¿y qué va a pasar con Sophie? ¿Qué le voy a decir? - preguntó Ron mostrando su empañado rostro.
-Dile que es algo urgente... qué de esto depende tu vida.- finalizó Charlie.
Estaba decidido. Seguiría el consejo de su hermano, costara lo que costara. No podía fallar más, tenía que enmendar su error. Pero primero debía enfrentar a Sophie. ¿Cómo decirle que debía irse a Inglaterra sin levantar sospechas? ¿Cómo no herirla? Subió hasta su habitación y reunió la ropa que necesitaba, aparte del valor suficiente. Planeó cómo viajaría. No tenía idea de transportes muggles y la red Flu no era tan extensa como para llegar a Inglaterra. Tampoco tenía un auto volador, ni una escoba que lo llevara tan lejos. Además, los muggles podrían verlo en el cielo. La mejor opción era aparecerse, sí. Había pasado las pruebas de aparición con buenos resultados y ya tenía su licencia. Bajó hasta el comedor, con su bolso y su chaqueta. Ahí estaba Charlie, esperándolo.
-Te deseo la mejor suerte hermanito... -le dijo en tono amable.
-Gracias, Charlie.
Se despidieron con un abrazo fraternal y Ron salió por la puerta, hacia la casa de su novia. Le faltaba lo peor: explicarse.
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-"Úrsula Broderik" - leyó.- Amiga, esto es magia negra. Alguien desea matarte...
Úrsula se quedó paralizada, sintió que le faltaba el aire, que desfallecería en pocos minutos. Pensó en aquella posibilidad, podría morir, pero... ¿Quién sería capaz de aquello? No le había hecho mal a nadie ¿o sí?
-Pero... pero... eso es imposible - dijo Úrsula con un hilillo de voz.
-Claro que es posible - dijo Hermione con voz de preocupación.- ven conmigo, tenemos que hallar una solución.
La tomó del brazo y echó a correr con ella saliendo del ministerio. Hermione tomó su auto y junto a Úrsula volaron (literalmente) hasta la casa de la primera. Su amiga no podía ni respirar, se sentía como sumergida en una piscina de la que no puedes salir porque alguien te está sumergiendo. Un agudo dolor en el pecho la hizo gritar y Hermione tuvo que controlar su auto, si no querían chocar. La casa de Hermione estaba a pocos kilómetros del ministerio, así que no les fue difícil llegar rápido. Casi a rastras, Hermione cargó a Úrsula hasta la casa y la dejó en un sofá, mientras ella se dirigía a su mejor herramienta: los libros.
-Déjame ver... déjame ver... - Hermione buscaba en la sección "Magia Negra" de su libro de encantamientos.- Mmmm... mandrágoras... mantícoras... marca del diablo... Eeehh... morsmordre... muggles... murciélagos... ¡¡Murciélagos!! ¡Aquí está!
Úrsula sólo gemía y asentía lentamente, mientras Hermione leía de aquel libro:
Murciélagos, maldiciones a través de murciélagos: Aquel que sea maldito con la muerte de un murciélago y atado por siempre a
su cuello, estará condenado a morir por cualquier circunstancia, ya sea
habitual o casual, dentro de las veinticuatro horas siguientes.
-Hermione, me voy a morir... - gemía Úrsula mientras violentos sollozos la estremecían.
-No, no te vas a morir, no lo puedo permitir - decía Hermione con los ojos llorosos.- Tiene que haber un contra-maleficio.
Siguió buscando más abajo por si encontraba algo que le sirviera. Lo único que podría salvar a Úrsula sería un milagro.
-¡Aquí, aquí hay algo! - gritó Hermione de pronto.- Sólo podrán salvarse quienes, dentro de aquellas veinticuatro horas tengan la certeza de que alguien las ama, con una prueba legítima de aquello. ¿Qué significa esto?
-No sé... pero sin duda alguna me voy a morir... - gimió Úrsula.
-No, yo sé quien te puede ayudar... - dijo Hermione.- Harry.
-¿Harry? Pero si él no me ama... él ha cerrado su corazón a cualquier mujer - se lamentó Úrsula.
-Pero tú no eres cualquier mujer... - alegó Hermione.- Él de seguro te abrirá su corazón.
Consolando a su amiga por la gravedad de su situación, Hermione la cuidó toda la tarde, hasta que Úrsula pudiera conciliar el sueño. Escribió una nota para Harry, explicándole el asunto, pero dejando lo del contra- maleficio para más tarde y advertirle así con más calma. Mientras tanto, los sueños de Úrsula no eran nada agradables. Se veía a sí misma atada de pies y manos, frente a un gran ventanal. Afuera, se hallaba Harry, dándole la espalda. Ella lo llamaba, desesperada, pero él no advertía su presencia. Las lágrimas hacían llagas en su rostro y las cuerdas que la ataban pronto se convertían en horribles serpientes.
Despertó unas horas más tarde, con los ojos llorosos y los dientes adoloridos de tanto apretarlos. Hermione estaba junto a ella, dormitando en un sillón. Levantó su ahora pesado cuerpo y se dirigió fuera de la habitación. ¿Qué más daba permanecer ahí, si le quedaba tan poco? Harry nunca le diría que la amaba, y no quería alargar más ese sufrimiento. Con sigilo y mucho cuidado dirigió sus pasos hasta la puerta. La calle afuera se hallaba iluminada por los faroles de luz, pero pocas personas advirtieron su presencia. Iba como en trance, con la cara empapada a causa de las lágrimas. El puente de Londres estaba muy cerca.
-*-
Harry mientras tanto, acudía al llamado de Hermione. ¿Qué sería aquello tan grave que su amiga le había escrito? Llegó a casa de Hermione después de veinte minutos de camino. Bajó del auto y de inmediato notó algo extraño; la puerta de la casa estaba abierta de par en par y no había nadie afuera. Se preocupó de inmediato y entró a ver qué pasaba. En el comedor no había nadie, buscó en la cocina y en las otras habitaciones. Hermione se hallaba dormida en un sillón junto a su cama, en donde parecía haber dormido alguien.
-Her... Hermi - la llamó Harry mientras la removía de sus sueños.
-¿Qué...? ¿Qué pasa? - preguntó Hermione media adormilada.
-Hermi, soy Harry, ¿Por qué me has llamado? - preguntó Harry con impaciencia.
-¿Harry? - luego de un momento reaccionó.- ¡Harry! Gracias al cielo... Harry pasó algo grave. Úrsula...
-¿Qué pasó con Úrsula? - preguntó Harry ya más preocupado.
-Úrsula... - miró la cama y comprobó que ella no estaba allí.- ¡Úrsula, estaba allí! ¡Te lo juro!
-¿Ahí donde? - preguntó Harry cada vez más alterado.
-En la cama... la dejé durmiendo. -gimió Hermione mientras buscaba por toda la casa. Se detuvo de pronto y se giró hacia su amigo.- Harry, Úrsula está en peligro... la han condenado a muerte.
Harry no podía dar crédito a lo que Hermione le decía. ¿Quién sería capaz de tal atrocidad? Sin dudarlo un minuto, tomó a Hermione del brazo y la subió a su auto. Buscarían a Úrsula por cielo, mar y tierra si era necesario.
-*-
La vista era impresionante y el aire le helaba los huesos. Miles de autos pasaban a su alrededor y hacían sonar sus bocinas en señal de alerta. Pero ella no respondía, no se hallaba bien en aquel momento como para responder a las advertencias. Descalza, y con un vestido de gasa celeste que se había puesto aquel día, parecía más un ánima que una mujer. Su habitual trenza se había desarmado, y el largo cabello que la coronaba la envolvía a causa del viento. "¡Apártate loca!" le gritaban los conductores, pero sus oídos estaban irremediablemente tapados. Avanzó hasta el centro de aquel puente y se apoyó en el barandal. Moriría en cualquier minuto, de eso no había duda, y así, sacando fuerzas de la nada, alzó sus piernas y pasó al otro lado de la baranda, dispuesta a tirarse a las frías aguas del río.
Mientras tanto, Harry y Hermione buscaban a Úrsula por doquier. Preguntaron por ella en todas las esquinas, pero nadie sabía nada. La angustia los consumía y los hacía desesperarse aún más. Cuando veían que las esperanzas se desvanecían, una mujer que mendigaba pan en la calle se les acercó.
-La pobre de su amiga se veía tan mal... - les dijo así como así.
-¿La ha visto? - preguntó Hermione con desesperación.- ¿Hacia donde se ha ido?
-Yo la vi hace rato... - respondió la mujer con calma.- Iba hacia el puente...
"¡El puente!" pensó Hermione, "no Úrsula, por favor no hagas una locura"
-Gracias.- dijo Hermione, y el auto de Harry se dirigió rápidamente hacia el lugar señalado.
Pero era casi imposible llegar hasta allá. El tráfico era insoportablemente enorme.
-¿Qué hacemos Hermione? - preguntó Harry con apremio.
-Pues... aunque me lleve una reprimenda, tengo que hacerlo. - dijo Hermione con determinación. Sacó su varita y apuntó al resto de los autos.- ¡Inmóvilus!
Cómo si fuera una fotografía, el escenario que presenciaron entonces se congeló. Rápidamente bajaron del auto y corrieron a través de los demás. Buscando entre la multitud, hallaron a la muchacha en el barandal del puente, mirando hacia abajo, dispuesta a lanzarse. Harry la miró entonces y quiso correr hasta ella, pero por una extraña razón no podía avanzar.
-¿Qué está pasando? - preguntó Harry desesperado al ver que no lograba llegar hasta ella.
Hermione, con pesadumbre, respondió a aquella pregunta: - De seguro ha puesto una barrera.
-¿Quién? ¿Úrsula? - exclamó Harry.
-Sí, recuerda que también es bruja... - las lágrimas inundaron sus ojos.- Yo nada puedo hacer. Estas barreras son inquebrantables.
-No... no puede hacer eso.- declaró Harry.- ¡Úrsula! ¡ÚRSULA!
Como sacada de un largo sueño, Úrsula giró la cabeza y vio quien la llamaba. Era él. Sonrió, luego de haber llorado tanto, pero supo que ya nada serviría. La barrera que había creado no le permitiría el paso a Harry y ella irremediablemente desaparecería. Harry empujaba como si fuera una enorme pared de ladrillos, pero no conseguía moverse ni un centímetro. Entonces el cuerpo de Úrsula se movió hacia delante, ya no había vuelta atrás.
-¡¡¡ÚRSULA!!! - gritó Harry, mientras una fuerza interior que nunca había experimentado le ayudaba a romper la barrera. Sin dudarlo un segundo, se lanzó él también. Hermione corrió hasta el barandal y con mucho asombro, vio algo que ella ya había presenciado.
Aquel escudo protector que había cubierto el cuerpo de Ron cuando iba a ser atacado por Voldemort, y que ella, producto del gran amor que sentía por el pelirrojo había formado, envolvía ahora a los chicos. Era como una burbuja de cristal que sostenía a Harry mientras él tomaba a Úrsula entre sus brazos. Con firmeza, la sujetó contra sí y se dejó caer al agua. El impacto que recibieron tras atravesar la superficie los dejó sin conocimiento a ambos. Hermione miraba desde arriba, acongojada. Por largo rato no hubo señales de ellos, lo que preocupó aún más a la chica. Sin demorarse más, corrió hasta el borde del río. Allí, esperanzada, lanzó su último hechizo de esperanza.
-¡Ascenderet! - gritó.
Las aguas se removieron de pronto, y los cuerpos entrelazados de Harry y Úrsula se levantaron desde el fondo. Levitando lentamente, Hermione guió a sus amigos hasta la orilla. Apoyó el oído en el pecho de Úrsula. Unos débiles latidos se escuchaban en su interior. El contra-maleficio había resultado, y sin necesidad de explicarle a Harry lo que debía hacer.
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¡Por fin! Creí que no terminaría este capi nunca... jejeje.
Yap, adivinen qué... reviews:
mauxi wood: ¡Qué bueno que te gusta mi fic! Para eso estoy yo, para tratar de deleitarlas y entretenerlas, espero hacer un buen trabajo. Yo tb soy 100% Harry/Ginny y Hermi/Ron, pero como ya he explicado, esta vez realicé unos pequeños revoltijos. Y sí... ¡¡¡MATEN A CHO!!!. Saludos, Tanina Potter.
MaR!!: Gracias por el review. (Todas ustedes me suben el ánimo) No te preocupes, algo voy a hacer con la bitch (así se escribe, ¿verdad?) de Cho. Bueno, la canción que puse es de Pilar Montenegro. Se llama "Quítame ese hombre". No es muy conocida que digamos, pero era una integrante de Garibaldi... y bueno, cuando escuché la canción, la encontré perfecta y bajé la letra. Lamentablemente no puedo incluirte en MSN, y aunque lo hiciera jamás podrías chatear conmigo, por que hace mucho tiempo que mi papá me lo tiene prohibido. ^^U. Bueno, saludillos, Tanina Potter.
Katie Lupin: no lo había visto en ff. Pero me gustó lo que leí... es algo... como decir... extraño( me gustan las cosas extrañas) Voy a tratar de leer tu otro fic, pero ahora no puedo. Tengo que navegar escondida en Internet. ¿Y bueno, cuando es el cumpleaños de la Koala? Avísame. Chaolín. Tanina Potter.
Lil Granger: a mí también me pasó lo mismo con Cho, pero cuando leí el quinto libro. Es tan... tan... hueca la pobre. Jejeje. La verdad es que esos nervios y un poco de la personalidad de Úrsula son parte de mi misma personalidad. Claro que yo no toco flauta traversa... jejeje. Para nada. Con suerte toco "estrellita de papel" en flauta dulce. A mis hijos les pondré nombres locos... como sacados de los libros. Si es niño, le voy a poner Aquiles Mikael; si es niña, Eleanor o Elbereth. Claro que igual depende mucho del apellido que tengan... bueno, saludos, cuídate. Tanina Potter.
Vika Riddle: Jajaja, lo de los autos es culpa de mi hermano, que es fanático de ellos. Él me dio algunas ideas para los coches que llevaran Harry, Hermione y Draco. A mí tb me hubiera gustado darle una cachetada a la maldita de Cho, se lo tenía bien merecido. ¡Qué bakan que te hayan gustado los besos! Lo que pasa es que a mí ya se me habían olvidado... claro que no pierdo las esperanzas de que * cierta * persona me dé uno. (Claro que a los ojos del mundo, es casi imposible... algo así como pecaminoso, jejeje) Y gracias por incluir después a Remus o Ron... *_* ¡¡Son tan lindos ellos!! Jajaja... Yap, amigui... cuídese. Tanina Potter.
