Capítulo 19: DE NO SER POR TI.
Le ofrecieron ir a reconocer el cuerpo en cuanto saliera de la morgue, pero Hermione lo rechazó con determinación. Era inútil ver un hombre inerte si todos sabían de quien se trataba. Anduvo por la casa deambulando de arriba para abajo todo el día, sin saber qué hacer, sin decidir que camino tomar, llevando a Matthew en brazos y cantándole canciones de cuna sin parar. Marie, la sirvienta, estaba algo preocupada por Hermione y trataba en vano de levantarle el ánimo. A pesar de no amarlo, Hermione sentía un inmenso cariño por su esposo y a cada instante lo veía reflejado en los ojos de su hijo. Matthew sólo le sonreía y balbuceaba palabras en aquel idioma que sólo los bebés entienden.
El velorio de Krum sería al día siguiente, pero ella no sentía ningún deseo de ver a la gente, de presentarse en público o de hablar acerca de la muerte de Krum. No sentía ganas de hacer nada, sólo quería escapar de allí. "Escapar" pensó Hermione mientras se acercaba a las enormes ventanas de su casa. "Aquí ya no hay nada que hacer". Ya no había matrimonio, ya no existía Krum, y pronto aquella realidad de esposa de superestrella se vendría abajo. En aquel lugar no tenía parientes, ni amigos, nada más que conocidos a los que de verdad nunca conoció. "Pero, ¿me quedan amigos en Inglaterra?" se preguntó. Úrsula nunca dio signos de vida, tampoco Harry, Ginny o Draco y aquello le desconcertaba un poco. Al menos en Inglaterra se hallaban sus padres y sus familiares, a los que no veía desde hace mucho, pero que de seguro la aceptarían de vuelta. Sí, estaba decidido. En cuanto terminaran los funerales de Krum, ella viajaría en compañía de Matthew hacia Londres, aunque lo que le esperara fuera incierto.
Acompañada de Marie y de su hijo, Hermione enfrentó a la prensa del mundo mágico que la acechaba con preguntas idiotas como "¿Cómo se siente en este minuto?" o "¿Pensaba que podría ocurrir esto alguna vez?". Hermione sólo los ignoraba y era Marie quien pedía disculpas por el estado de ánimo de su patrona. La ceremonia de despedida del búlgaro fue sencilla, sin sacerdotes que hablaran demasiado, sin rezos ni plegarias. Sólo había una bruja delante de ellos, con una túnica roja como vestido, que elevaba los brazos y lanzaba flores de alelí al aire, mientras hablaba en lengua muerta. "¡Et lux perpetua, luceat eis, et lux perpetua! ¡Kirie eleison, Christie eleison! » gritaba. Hermione mientras tanto, estaba sumida en sus pensamientos. "Nos iremos de aquí, Matthew y yo". Cremaron el cuerpo de Krum disolviendo sus cenizas en un caldero vacío para luego lanzarlo al aire del lugar. Todos se taparon la boca cuando el polvo pasó frente a sus narices. Hermione tapó la boca del bebé, mas no la suya. Era imposible dejar de respirar aquel aire contaminado.
-Marie – llamó Hermione cuando llegaron a la casa.- Quiero que de ahora en adelante cuides esta casa como si fuera tuya.
-¿Qué quiere decir con eso, señora Hermione? – preguntó la mujer.
-Qué esta casa será tuya ahora – dijo Hermione mientras tomaba alguna ropa de su hijo.- A mí no me queda nada que hacer aquí... – suspiró.- Me iré a Londres para seguir con mi vida y con la de Matthew.
-Pero... señora, ¿acaso no le da pena dejar la casa de su esposo? – preguntó Marie.
-Sí, un poco – Hermione miró alrededor.- Pero aquí todo me lo recuerda. – tomó los juguetes de Matthew y los echó en un bolso.- por eso quiero que te quedes cuidando la casa.
-Esta bien, señora... pero, ¿y si mejor la acompaño a Londres? – preguntó Marie con preocupación.
-No, no te preocupes – dijo Hermione mirando a Marie con cariño.- Yo tengo que arreglar mi vida por mi cuenta.
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Françoise, la asistente de Úrsula, se hallaba detrás de su escritorio con una pluma en la boca y mirando concienzudamente el papel en blanco que tenía al frente. Lo único que allí rezaba era el título "Objetos muggles confiscados en el ministerio", que debía ser un informe para detectar cuantas personas del ministerio habían seguido los pasos del ya retirado empleado Arthur Weasley y guardaban entre sus propiedades alguna pieza muggle. Giró la cabeza para mirar la hora en el reloj cucú de la oficina. Las tres y media. Todavía le quedaban dos horas y media para salir de ahí. Úrsula no estaba, le había dicho que iría a buscar a Ginny después del almuerzo, pero no sabía para qué. Estaba tan enfrascada en su letargo, que no se dio ni cuenta que un chico de negros cabellos y anteojos había asomado la cabeza por la puerta de entrada.
-¡Doctor Potter! – exclamó Françoise al verlo.- ¿Qué hace por aquí tan temprano?
-Vengo por Úrsula, ¿está ella por aquí? – preguntó Harry.
-No, salió a almorzar – respondió Françoise con una sonrisa.- Dijo también que iría a ver a la señorita Ginny.
-Ah, okey... – dijo Harry algo desilusionado.- Entonces volveré por ella más tarde.
-¡Pero, para qué se va tan pronto! – exclamó Françoise poniéndose de pie.- Si quiere la espera aquí, por último nos entretenemos conversando.
-Eeehh... no sé – dudó Harry.
-Por favor, estoy tan aburrida aquí – pidió Françoise con ojos de cordero degollado.- ¿O anda algo apurado?
-No, no es eso... – Harry lo pensó un momento. No tenía de malo conversar un rato con una vieja amiga.- Okey, me has convencido.
-¡Bien! – exclamó la chica.- Siéntese en este sofá – le indicó el sofá que había frente a su escritorio.- Y dígame, ¿cómo lo ha tratado la vida? ¿Qué me cuenta?
-Pues... nada, o sea... lo mismo de siempre, pacientes que van y vienen, nada especial – declaró Harry.
-Ah, qué bien... – dijo Françoise, sentada a un lado de Harry y sin soltar la sonrisa.- Sabe que he tenido un leve dolor en la pierna.- Y señaló su pierna izquierda a la altura de la rodilla.
-¿Esa qué siempre le poníamos vendas? – preguntó Harry examinándola.
-Sí, esa misma – respondió Françoise, al tiempo que le ponía la pierna encima de las rodillas de Harry. – sabe que hace tiempo que me molesta.
-¿Ha probado untarlas en una solución de "murtlap"? – preguntó Harry mirando la rodilla de Françoise.
-No, quizá eso pueda funcionar.- Françoise se había acercado un poco a Harry para enseñarle donde exactamente le dolía.- Mire, si usted presiona ahí me duele.
-¿Aquí? – Harry presionó en el lugar indicado.
-¡Ay, sí! – exclamó Françoise, arrugando la cara por el dolor.
-Mmm... tendrá que ponerse compresas con esa solución que...
-¡HARRY!
La puerta se abrió de golpe y Úrsula apareció en ella, seguida de Ginny. La escena que contemplaron no parecía muy normal que digamos.
-¡Úrsula, qué alegría verte! – exclamó Harry levantándose de un salto.
-Sí, si ya veo que estás alegre... cómo pudiste... y en mi propia oficina... – dijo Úrsula con la voz quebrada y señalando a Françoise.
-¿Qué... yo...? Yo no estaba haciendo nada malo – dijo Harry acercándose a su novia.
-¡No te atrevas a tocarme, Harry Potter! – gritó Úrsula.- Ya sabía yo que esta mosquita muerta se traía algo entre manos contigo, y tú no pusiste ningún pero, ¿verdad?
-Pero... pero... – balbuceó Harry.
-Señorita Úrsula, yo... –intentó decir Françoise, quien seguía sentada en el sillón con la pierna estirada.
-¡Cállate, a ti nadie te ha llamado! – gritó Úrsula.- Eres peor de lo que pensé Harry Potter...
Úrsula salió corriendo del despacho sin dejar que Harry explicara lo sucedido. Ginny, por su parte, miraba a Harry con una mezcla de desconcierto y odio.
-Eres un cerdo...
-Pero, Ginny... yo. – trató de decir Harry, pero antes de que pudiera continuar, Ginny también había salido a buscar a Úrsula.
-Doctor Potter, vaya a buscarla, dígale que me disculpe, que no quise causar problemas – dijo Françoise algo angustiada.- No pensé que se fuera a poner así.
-Yo tampoco... – dijo Harry un segundo después.- Nos vemos, Françoise.
Harry también salió disparado de la oficina. Françoise estaba muy triste por aquella desagradable situación, pero prefirió no entrometerse más en el asunto y seguir con su trabajo.
-*-
-Es un idiota... – gemía Úrsula mientras caminaba junto a Ginny por las transitadas calles de Londres.- Ya sabía yo que esa mujercita se le iba a poner entre los ojos... pero él ni siquiera se lo impide.
-Cálmate, Úrsula.- decía Ginny al ver que varios transeúntes se daban la vuelta a mirarlas.- Quizás Harry no tenga la culpa, si no que Françoise...
-¡No me nombres a esa bendita mujer! – gritó Úrsula, mientras le rodaban las lágrimas por las mejillas.- Yo sabía que algo raro tenía, desde que la contraté para el puesto... ¿Por qué le hice caso, Dios Mío?
-¿A quién le hiciste caso? – preguntó Ginny con desconcierto.
-¡A Harry! Él me dijo que la contratara, que era una buena muchacha, que la había conocido en el hospital donde quien sabe cuantas veces se cayó de una maldita escoba. – Úrsula estaba a punto de golpear a cualquier transeúnte que se le cruzara cuando Ginny la apartó hacia otro sitio.
-Vamos – le dijo.- Te tomarás un café, eso te sentará mejor.
Entraron juntas a un café muggle llamado "Los tres alpinos". El lugar estaba abarrotado de gente y en el pequeño escenario de adelante, cantaba un tipo de cabellos verdes, con una voz muy desafinada. Sentadas en la última mesa del local, Ginny y Úrsula habían pedido dos capuchinos.
-Imbécil – dijo Úrsula después de tomar un sorbo de su café.- Y yo que venía tan contenta a contarle la noticia...
-¿Qué noticia? – preguntó Ginny. Miró a Úrsula un rato, abrió mucho los ojos y luego exclamó: - No me digas que... tú... – hizo un ademán con la mano formando un estómago imaginario sobre su vientre.
-No, nada de eso... yo me cuido mucho de no quedar embarazada – declaró Úrsula con la vista perdida.- Es sólo que... Harry y yo habíamos planeado viajar por unos meses de vacaciones, pero por nuestros trabajos no habíamos conseguido salir.- hipó un momento y continuó su relato.- Ahora le traía mi permiso firmado por el Ministro, y también los pasajes – sacó de su bolso unos rollos de pergamino y se los mostró a su amiga.- Pero ya no sirven de nada...
Ginny los abrió y leyó su contenido.
-¡A las islas del Mediterráneo! – exclamó con gran sorpresa.- ¡Guau, ustedes piensan en grande!
-Te los regalo si quieres... – dijo Úrsula decaída.
-¿Estás loca? – preguntó Ginny.- No, guárdalos tú... a lo mejor se arreglan las cosas con Harry.
-Lo dudo mucho...
-A lo mejor no.
Ginny estaba mirando hacia la ventana, donde un chico de cabellos azabaches y ojos esmeraldas golpeaba el vidrio y juntaba las manos como en un rezo. Úrsula también lo vio, pero giró la cabeza de inmediato. Harry entró en el local y avanzó hasta la mesa de las chicas.
-Úrsula, amor... Tienes que escucharme... – Harry se arrodilló frente a la mesa.
-¿Qué quieres que escuche? – preguntó Úrsula todavía sin mirarlo.- ¿Qué esa chica te obligó a tomarle la pierna? ¿Qué tú estabas enojado por ello?
-No... no se trata de eso, era una simple revisión médica, créeme – pidió Harry.
-Revisión médica, no te creo... esa chica te ha echado el ojo desde que se presentó a la entrevista, yo mismo he visto cómo te saluda... "Hola Doctor Potter" – puso una voz más infantil de la que tenía, tratando de imitar a Françoise.
-Pero, es en serio... yo no tengo nada que ver con ella, ¿cómo quieres que te lo demuestre? ¿Cómo podrías perdonarme? – preguntó Harry, aunque vacilando un poco en la última pregunta.
-Ni aunque te comieras un grindylow te perdonaría. – declaró Úrsula.
Harry no sabía que más decir. Era cierto que no había hecho nada malo con Françoise, pero Úrsula era testaruda y no le creería tan fácilmente. Entonces miró el escenario. El tipo que cantaba desafinadamente ya no estaba allí, y nadie más había tomado el micrófono. Con paso decidido caminó hasta él. Se metería en un gran embrollo por que su fuerte no era cantar, pero lo haría por Úrsula, para que ésta lo perdonara. Miró en el tablero de melodías...
-La quince por favor – pidió Harry a los sonidistas.
-Está completamente loco... – exclamó Úrsula al verlo subirse a cantar.
-No, no está loco... –dijo Ginny con una sonrisa.- Está enamorado.
La melodía era del grupo mexicano Maná...
-Iba caminando por las calles empapadas en olvido – Harry sintió como si un ogro ronco hubiera cantado esa primera frase.- Iba por los parques con fantasmas y con ángeles caídos, iba sin luz, iba sin sol – las chicas del local se dieron vuelta a mirar quien cantaba.- iba sin un sentido, iba muriéndome – Estaba algo nervioso, pero siguió cantando.- Iba volando sobre el mar, con las alas rotas.
La música lo acompañaba, pero Harry parecía un tronco plantado en la acera.
-Ay amor apareciste en mi vida y me curaste las heridas. – notó que Úrsula seguía sin dar muestras de convencimiento.- Ay amor eres mi luna, eres mi sol, eres mi pan de cada día.
Algunas chicas del local ya suspiraban, aunque Harry seguía poniéndose nervioso frente a tanta gente. Ginny lo contemplaba con una sonrisa en los labios y le tocaba el hombro a su amiga para que mirara. Pero Úrsula no hacía caso.
-Apareciste con tu luz. No, nunca te vayas, oh, no te vayas, no.- sacó el micrófono de su lugar y avanzó entre las mesas.- Tú eres la gloria de los dos, hasta la muerte.
Úrsula no podía disimular una sonrisa de satisfacción, pero su orgullo le impedía mirar al frente.
-En un mundo de ilusión, yo estaba desahuciado, yo estaba abandonado.- cantaba Harry tomando la mano de su novia, aunque sin conseguir demasiados resultados de perdón.- Vivía sin sentido, PERO LLEGASTE TÚ.
Todo el mundo en el local ya estaba coreando aquella canción, algunos más desafinados que otros, lo que ayudó a Harry a sentirse más seguro.
-Ay, amor tú eres mi religión. – cantaba Harry con ayuda de todo el local. Úrsula quería mirarlo, pero sólo se limitaba a fruncir el ceño.- Tú eres luz, tú eres mi sol. Abre el corazón, abre el corazón.
Hasta Ginny se había puesto a cantar junto al resto, pero Harry seguía sin obtener resultados. Siguió cantando frente a todos, sin preocuparle el qué dirán y tomó a Úrsula por el brazo, alentándola a bailar con él. Durante toda la canción, la chica parecía en otro lado, su orgullo era mucho más grande de lo que Harry había esperado.
-Eres tú mi eternidad, y hasta eres salvación.- poco a poco iba finalizando la canción, con ayuda del público.- oh, oh, oh. No tenía nada. Y hoy te tengo con la gloria, con la gloria, con la gloria. Amor, amor, amor, amor, amor. – Harry tenía abrazada fuertemente a Úrsula, casi estaba seguro de haberla conquistado de nuevo.- Eres tú mi bendición. Eres mi luz, eres mi sol.
La mayoría de la gente aplaudía y chiflaba mientras a Harry se le dibujaba una enorme sonrisa en la cara. Mas Úrsula seguía tan seria como siempre, aunque una pequeña lágrima rodaba por una de sus mejillas.
-¿Y ahora, me perdonas amor? – preguntó Harry esperanzado.
-Primero tendrás que comerte el grindylow. – Úrsula se soltó de sus brazos y arrancó por la puerta del local. Harry, desconcertado, no sabía que hacer. Miró a Ginny como pidiéndole explicaciones.
-Su orgullo es del porte de un buque – puntualizó la pelirroja, saliendo también a la siga de su amiga.
Los demás se habían quedado completamente callados. El aire parecía más denso de lo habitual. Harry entonces tiró el micrófono al suelo y salió del local, pero en dirección contraria a la que habían tomado las muchachas.
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-¿Le digo o no le digo? – la muchacha se paseaba de aquí para allá como buscando la respuesta en los muebles de la casa.- ¿Y si la poción se equivocó? No, no creo... Griselda me dijo que funcionaba cien por ciento.- Siguió paseándose por la casa, mirando el reloj.- Y Ron que no llega...
Dieron las seis. El sonido de la puerta al abrirse la hizo saltar. Eran ellos.
-¡Sophie, ya llegamos! – gritó Ron desde la entrada.- ¡Venimos con el hambre del porte de un hipogrifo!
Sophie, arreglándose bien las ropas, salió de la habitación al encuentro de los pelirrojos. No sabía bien si contarle de inmediato o decírselo en una ocasión especial, más íntima.
-¿Cómo les fue? – preguntó Sophie como si nada.
-Bien... Mandy ya tiene dos huevecillos que cuidar – contestó Ron con gesto alegre.
-Ah, qué bien –de alguna u otra manera aquella situación le había llegado. ¿Se daría cuenta Ron del estado en que estaba si no le contaba pronto de la situación?- Pero... siéntense y coman, les preparé pastel de carne y riñones.
-¡Genial! Muero por darle un mordisco a ese pastel... – declaró Ron con ganas.
-Te apoyo hermanito – agregó Charlie.
Se sentaron a comer de buena gana y devoraron cuanto plato les puso Sophie en la mesa. La chica por su parte se disculpó un momento, diciendo que tenía que ordenar la ropa de su closet y que tardaría unos minutos en volver. Ron y Charlie se quedaron en la cocina discutiendo asuntos sin importancia, por lo que no les molestó que Sophie saliera un momento. Al llegar a la habitación, efectivamente Sophie se dedicó a ordenar las ropas de su closet y todo lo que estuviera por allí tirado, pero sin dejar de pensar en aquel asunto que la tenía tan preocupada. No dejaba de palparse el vientre, como para auto-convencerse de que aquello era verdad, ¿pero qué diría Ron? Él nunca estuvo muy de acuerdo con eso de tener hijos tan pronto, además ni siquiera estaban casados, aunque a decir verdad eran una pareja estable y eso de los papeles no cobraba mayor importancia. Aprovechó la ocasión también para ordenar las cosas de Ron, las camisas sucias, las gastadas, los pantalones de trabajo y las ropas que ya no tenían remedio debido a los fuertes líquidos que expulsaban los dragones de vez en cuando. El pelirrojo era algo desordenado a la hora de guardar la ropa, así que Sophie dobló una a una las camisas de este y las fue poniendo en los cajones, pacientemente. Estaba por guardar un pantalón de Ron en los colgadores, cuando un pequeño pergamino cayó hasta el suelo y fue a parar a los pies de la muchacha. Sophie lo recogió de inmediato y comprobó que se trataba de una fotografía, recortada de algún periódico, donde aparecía una pareja tomada de la mano y entrando como a un registro civil, o algo así. La cara del chico había sido borrada por algún hechizo, pero la de la mujer aún estaba intacta y sonreía con nerviosismo, como si no soportara las cámaras. En la parte inferior de la fotografía se leía: "Víctor Krum, famoso jugador búlgaro de Quidditch, de la mano de su novia Hermione Granger" "Hermione" pensó Sophie. Aquel nombre le resultaba extrañamente conocido, como si alguna vez lo hubiera escuchado en alguna parte. Miró la parte de atrás de la fotografía. La letra de Ron rezaba el siguiente escrito: "Si hasta en sueños te contemplo, y me parece que estás tan cerca" ¿Qué significaban esas palabras? ¿Por qué Ron guardaba esa foto junto a aquella leyenda? Entonces recordó. Supuestamente, Hermione era el nombre de una canción inglesa, como Ron le había dicho, pero lo había escuchado tantas veces entre los sueños del pelirrojo, que ya le parecía imposible que se tratara de eso. Buscó entonces en los cajones de Ron, por si hallaba alguna pista de aquella mujer. Sacó montones de papeles sobre enfermedades de dragones, sobre Quidditch, informes de notas de Hogwarts... y unas fotografías. Aquellas nunca las había visto, estaban muy al fondo en el cajón. En la primera había tres chicos, uno de ellos era Ron, con menos edad claro; el otro era un chico de cabellos negros y lentes redondos. Bajo su fotografía decía: "Harry" y en el otro extremo había una chica. Tenía los cabellos castaños y muy enmarañados, unos enormes ojos color miel y una sonrisa algo nerviosa. Comparó aquella fotografía con la que aparecía en el diario y miró el nombre que había bajo ella: "Hermione". Estaba claro. Una solitaria lágrima rodó por el rostro de Sophie al tiempo que sonreía débilmente. La chica de las fotografías tenía un leve parecido a ella. Es más, de no ser por que Sophie era ligeramente más tostada de piel, se diría que eran hermanas de alguna parte. Qué más podía pensar. Ron no la amaba como ella creía, sólo amaba el parecido que Sophie proyectaba con aquella mujer. ¿Y ahora? ¿Qué pasaría con este bebé que estaba esperando? Aunque aquella mujer estaba casada... y Ron la había preferido a ella. Aquel pensamiento la animó un poco más, y guardó las fotografías en el cajón.
-Sophie... ¿estás muy ocupada? – preguntó Ron desde el exterior.
La mujer se limpió las lágrimas y contestó:- No, pasa.
Ron abrió la puerta con extrema suavidad. Su rostro denotaba preocupación, pero Sophie no sabía la razón de ésta. Se acercó a él y lo abrazó. El pelirrojo se sorprendió un poco de aquella reacción, pero luego él también correspondió al abrazo.
-Sophie, necesito hablar contigo – le dijo casi en un susurro. Aquella frase ya la había escuchado una vez, pero no se atrevía a pensar que se trataría de lo mismo.
-Dime, ¿qué pasa?
-Es que... yo... bueno, es difícil decirte esto, pero... – Ron no hallaba las palabras para continuar.
-¿Tienes que irte, Ron? – preguntó Sophie con naturalidad. El pelirrojo abrió aún más los ojos, se diría que Sophie le leía el pensamiento.
-Pues... sí, tengo que irme – declaró Ron sin más preámbulos.- Hay un asunto pendiente en Londres que tengo que solucionar.
-Londres... –murmuró la chica, como si ya supiera de qué se trataba.- ¿Tiene que ver con tu familia?
-Algo así.
-Está bien – respondió Sophie.- Supongo que no querrás que te acompañe, ¿cierto?
-No... o sea, es que voy por poco tiempo – declaró Ron sin saber donde esconder la cara.
-Claro, entiendo – dijo Sophie mirando hacia la ventana.- Confío en ti, Ron.
-Sí, sí, claro... – Ron estaba algo sorprendido por la reacción de Sophie. ¿Es que no le iba a poner peros? ¿No le iba a hacer un escándalo por aquello?
Sophie pretendió que aquello no le afectaba, pero por dentro estaba muy triste. Si Ron no la amaba como ella siempre creyó, al menos querría a su hijo... cuando se enterara de que iba a tener uno. Lo pensó bien; la noticia la sabría cuando volviese, para darle una sorpresa. No deseaba obligarlo a amarla... no quería atar a un hombre que no correspondía a sus sentimientos... pero era tan frustrante aquella situación, tan dolorosa... era como si le hubieran cortado las alas de la esperanza y el peso de su cuerpo la hiciera caer a un abismo.
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Yap... Mmmm... no estoy muy contenta con este capi, pero espero que les haya gustado. Creo que la inspiración me está abandonando... ¡¡¡NO, ODIO LAS CRISIS DE CREATIVIDAD!!!
Bueno... ya cacharon la canción de allá arriba... "Eres mi religión" de Maná.
Reviews:
Lil Granger: Hola, hola... no llores (a mí tampoco me gusta picar cebolla Y_Y, apenas la huelo comienzo a llorar) Gracias por el review y te digo, algo me pasa con los bebés ahora último, no sé que me está sucediendo... bueno, en fin. De hecho las teleseries mexicanas y venezolanas inspiran este fic. Yap, saludillos, Tanina Potter.
Deina-Yagami: Holas... bueno, en eso de meterse a Internet te entiendo. Si vieras como me cuesta meterme a mí. Hay que cuidar de que tus papás no se les ocurra ocupar el teléfono mientras estas metida, o sino... . Pues todavía queda fic para rato, aunque ya tengo el final en mi cabeza y es macabro... Jajaja... (Tanina, no te queda el papel de mala) esa era mi conciencia, no la pesques. Pero no te preocupes por Sophie, aquí el villano (a) es otro (a)... En fin, saludos, Tanina Potter.
Mione Grint: gracias por las felicitaciones. Veo que a todas les cae mal Krum... mmm... bueno, a mí también, pero no tanto como Cho, o como Umbridge. Igual tus impulsos te llevan a la verdad, pero esta vez te equivocaste en un detalle... aunque luego te darás cuenta. Mmmm... igual voy a tener que contratar un cardiólogo por si te da el ataque. Trataré de no torturarlas... jejeje. Saludos, Tanina Potter.
Vika Riddle: Hola amigui... bueno, el HP5 lo estoy leyendo de nuevo para entender lo que Internet no me supo explicar... es que las traducciones eran ahí no más. Gracias por lo de Matthew, es mi ideal de hijo... jejeje, espero que no crezca, aunque sé que eso es imposible. Bueno, tengo MSN pero sólo cuando voy al cyber café... (mi papá me lo tiene prohibido), así que ojalá que algún día nos encontremos ahí. Igual te voy a agregar. Yap, cuídese, Tanina Potter
Lily4ever: Sip, Sophie está embarazada. Gracias por el review. Saludos, Tanina Potter.
Annafreey: Hola, es bueno volver a ver caras conocidas. No te preocupes que más o menos tengo un plano general de lo que es la vida Universitaria... ., pero gracias por leer el fic. Todas tus sospechas son ciertas, pero ya veremos que hace Ron al respecto. Igual, toda historia de amor tiene final feliz... aunque después de muchos traspiés. Saludos, Tanina Potter.
Merodeadora-Chii: Las oportunidades no se dan más de tres veces y eso Ron lo sabe muy bien, y Sophie tendrá que aceptarlo... Gracias de nuevo por la bienvenida y ¡¡CLARO QUE ME GUSTA RONNIE!! Jejeje... Bueno, cuídese, Tanina Potter.
Eso es todo por el momento.
Atte. Tanina Potter.
**Miembro de las RON4EVER**
Le ofrecieron ir a reconocer el cuerpo en cuanto saliera de la morgue, pero Hermione lo rechazó con determinación. Era inútil ver un hombre inerte si todos sabían de quien se trataba. Anduvo por la casa deambulando de arriba para abajo todo el día, sin saber qué hacer, sin decidir que camino tomar, llevando a Matthew en brazos y cantándole canciones de cuna sin parar. Marie, la sirvienta, estaba algo preocupada por Hermione y trataba en vano de levantarle el ánimo. A pesar de no amarlo, Hermione sentía un inmenso cariño por su esposo y a cada instante lo veía reflejado en los ojos de su hijo. Matthew sólo le sonreía y balbuceaba palabras en aquel idioma que sólo los bebés entienden.
El velorio de Krum sería al día siguiente, pero ella no sentía ningún deseo de ver a la gente, de presentarse en público o de hablar acerca de la muerte de Krum. No sentía ganas de hacer nada, sólo quería escapar de allí. "Escapar" pensó Hermione mientras se acercaba a las enormes ventanas de su casa. "Aquí ya no hay nada que hacer". Ya no había matrimonio, ya no existía Krum, y pronto aquella realidad de esposa de superestrella se vendría abajo. En aquel lugar no tenía parientes, ni amigos, nada más que conocidos a los que de verdad nunca conoció. "Pero, ¿me quedan amigos en Inglaterra?" se preguntó. Úrsula nunca dio signos de vida, tampoco Harry, Ginny o Draco y aquello le desconcertaba un poco. Al menos en Inglaterra se hallaban sus padres y sus familiares, a los que no veía desde hace mucho, pero que de seguro la aceptarían de vuelta. Sí, estaba decidido. En cuanto terminaran los funerales de Krum, ella viajaría en compañía de Matthew hacia Londres, aunque lo que le esperara fuera incierto.
Acompañada de Marie y de su hijo, Hermione enfrentó a la prensa del mundo mágico que la acechaba con preguntas idiotas como "¿Cómo se siente en este minuto?" o "¿Pensaba que podría ocurrir esto alguna vez?". Hermione sólo los ignoraba y era Marie quien pedía disculpas por el estado de ánimo de su patrona. La ceremonia de despedida del búlgaro fue sencilla, sin sacerdotes que hablaran demasiado, sin rezos ni plegarias. Sólo había una bruja delante de ellos, con una túnica roja como vestido, que elevaba los brazos y lanzaba flores de alelí al aire, mientras hablaba en lengua muerta. "¡Et lux perpetua, luceat eis, et lux perpetua! ¡Kirie eleison, Christie eleison! » gritaba. Hermione mientras tanto, estaba sumida en sus pensamientos. "Nos iremos de aquí, Matthew y yo". Cremaron el cuerpo de Krum disolviendo sus cenizas en un caldero vacío para luego lanzarlo al aire del lugar. Todos se taparon la boca cuando el polvo pasó frente a sus narices. Hermione tapó la boca del bebé, mas no la suya. Era imposible dejar de respirar aquel aire contaminado.
-Marie – llamó Hermione cuando llegaron a la casa.- Quiero que de ahora en adelante cuides esta casa como si fuera tuya.
-¿Qué quiere decir con eso, señora Hermione? – preguntó la mujer.
-Qué esta casa será tuya ahora – dijo Hermione mientras tomaba alguna ropa de su hijo.- A mí no me queda nada que hacer aquí... – suspiró.- Me iré a Londres para seguir con mi vida y con la de Matthew.
-Pero... señora, ¿acaso no le da pena dejar la casa de su esposo? – preguntó Marie.
-Sí, un poco – Hermione miró alrededor.- Pero aquí todo me lo recuerda. – tomó los juguetes de Matthew y los echó en un bolso.- por eso quiero que te quedes cuidando la casa.
-Esta bien, señora... pero, ¿y si mejor la acompaño a Londres? – preguntó Marie con preocupación.
-No, no te preocupes – dijo Hermione mirando a Marie con cariño.- Yo tengo que arreglar mi vida por mi cuenta.
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Françoise, la asistente de Úrsula, se hallaba detrás de su escritorio con una pluma en la boca y mirando concienzudamente el papel en blanco que tenía al frente. Lo único que allí rezaba era el título "Objetos muggles confiscados en el ministerio", que debía ser un informe para detectar cuantas personas del ministerio habían seguido los pasos del ya retirado empleado Arthur Weasley y guardaban entre sus propiedades alguna pieza muggle. Giró la cabeza para mirar la hora en el reloj cucú de la oficina. Las tres y media. Todavía le quedaban dos horas y media para salir de ahí. Úrsula no estaba, le había dicho que iría a buscar a Ginny después del almuerzo, pero no sabía para qué. Estaba tan enfrascada en su letargo, que no se dio ni cuenta que un chico de negros cabellos y anteojos había asomado la cabeza por la puerta de entrada.
-¡Doctor Potter! – exclamó Françoise al verlo.- ¿Qué hace por aquí tan temprano?
-Vengo por Úrsula, ¿está ella por aquí? – preguntó Harry.
-No, salió a almorzar – respondió Françoise con una sonrisa.- Dijo también que iría a ver a la señorita Ginny.
-Ah, okey... – dijo Harry algo desilusionado.- Entonces volveré por ella más tarde.
-¡Pero, para qué se va tan pronto! – exclamó Françoise poniéndose de pie.- Si quiere la espera aquí, por último nos entretenemos conversando.
-Eeehh... no sé – dudó Harry.
-Por favor, estoy tan aburrida aquí – pidió Françoise con ojos de cordero degollado.- ¿O anda algo apurado?
-No, no es eso... – Harry lo pensó un momento. No tenía de malo conversar un rato con una vieja amiga.- Okey, me has convencido.
-¡Bien! – exclamó la chica.- Siéntese en este sofá – le indicó el sofá que había frente a su escritorio.- Y dígame, ¿cómo lo ha tratado la vida? ¿Qué me cuenta?
-Pues... nada, o sea... lo mismo de siempre, pacientes que van y vienen, nada especial – declaró Harry.
-Ah, qué bien... – dijo Françoise, sentada a un lado de Harry y sin soltar la sonrisa.- Sabe que he tenido un leve dolor en la pierna.- Y señaló su pierna izquierda a la altura de la rodilla.
-¿Esa qué siempre le poníamos vendas? – preguntó Harry examinándola.
-Sí, esa misma – respondió Françoise, al tiempo que le ponía la pierna encima de las rodillas de Harry. – sabe que hace tiempo que me molesta.
-¿Ha probado untarlas en una solución de "murtlap"? – preguntó Harry mirando la rodilla de Françoise.
-No, quizá eso pueda funcionar.- Françoise se había acercado un poco a Harry para enseñarle donde exactamente le dolía.- Mire, si usted presiona ahí me duele.
-¿Aquí? – Harry presionó en el lugar indicado.
-¡Ay, sí! – exclamó Françoise, arrugando la cara por el dolor.
-Mmm... tendrá que ponerse compresas con esa solución que...
-¡HARRY!
La puerta se abrió de golpe y Úrsula apareció en ella, seguida de Ginny. La escena que contemplaron no parecía muy normal que digamos.
-¡Úrsula, qué alegría verte! – exclamó Harry levantándose de un salto.
-Sí, si ya veo que estás alegre... cómo pudiste... y en mi propia oficina... – dijo Úrsula con la voz quebrada y señalando a Françoise.
-¿Qué... yo...? Yo no estaba haciendo nada malo – dijo Harry acercándose a su novia.
-¡No te atrevas a tocarme, Harry Potter! – gritó Úrsula.- Ya sabía yo que esta mosquita muerta se traía algo entre manos contigo, y tú no pusiste ningún pero, ¿verdad?
-Pero... pero... – balbuceó Harry.
-Señorita Úrsula, yo... –intentó decir Françoise, quien seguía sentada en el sillón con la pierna estirada.
-¡Cállate, a ti nadie te ha llamado! – gritó Úrsula.- Eres peor de lo que pensé Harry Potter...
Úrsula salió corriendo del despacho sin dejar que Harry explicara lo sucedido. Ginny, por su parte, miraba a Harry con una mezcla de desconcierto y odio.
-Eres un cerdo...
-Pero, Ginny... yo. – trató de decir Harry, pero antes de que pudiera continuar, Ginny también había salido a buscar a Úrsula.
-Doctor Potter, vaya a buscarla, dígale que me disculpe, que no quise causar problemas – dijo Françoise algo angustiada.- No pensé que se fuera a poner así.
-Yo tampoco... – dijo Harry un segundo después.- Nos vemos, Françoise.
Harry también salió disparado de la oficina. Françoise estaba muy triste por aquella desagradable situación, pero prefirió no entrometerse más en el asunto y seguir con su trabajo.
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-Es un idiota... – gemía Úrsula mientras caminaba junto a Ginny por las transitadas calles de Londres.- Ya sabía yo que esa mujercita se le iba a poner entre los ojos... pero él ni siquiera se lo impide.
-Cálmate, Úrsula.- decía Ginny al ver que varios transeúntes se daban la vuelta a mirarlas.- Quizás Harry no tenga la culpa, si no que Françoise...
-¡No me nombres a esa bendita mujer! – gritó Úrsula, mientras le rodaban las lágrimas por las mejillas.- Yo sabía que algo raro tenía, desde que la contraté para el puesto... ¿Por qué le hice caso, Dios Mío?
-¿A quién le hiciste caso? – preguntó Ginny con desconcierto.
-¡A Harry! Él me dijo que la contratara, que era una buena muchacha, que la había conocido en el hospital donde quien sabe cuantas veces se cayó de una maldita escoba. – Úrsula estaba a punto de golpear a cualquier transeúnte que se le cruzara cuando Ginny la apartó hacia otro sitio.
-Vamos – le dijo.- Te tomarás un café, eso te sentará mejor.
Entraron juntas a un café muggle llamado "Los tres alpinos". El lugar estaba abarrotado de gente y en el pequeño escenario de adelante, cantaba un tipo de cabellos verdes, con una voz muy desafinada. Sentadas en la última mesa del local, Ginny y Úrsula habían pedido dos capuchinos.
-Imbécil – dijo Úrsula después de tomar un sorbo de su café.- Y yo que venía tan contenta a contarle la noticia...
-¿Qué noticia? – preguntó Ginny. Miró a Úrsula un rato, abrió mucho los ojos y luego exclamó: - No me digas que... tú... – hizo un ademán con la mano formando un estómago imaginario sobre su vientre.
-No, nada de eso... yo me cuido mucho de no quedar embarazada – declaró Úrsula con la vista perdida.- Es sólo que... Harry y yo habíamos planeado viajar por unos meses de vacaciones, pero por nuestros trabajos no habíamos conseguido salir.- hipó un momento y continuó su relato.- Ahora le traía mi permiso firmado por el Ministro, y también los pasajes – sacó de su bolso unos rollos de pergamino y se los mostró a su amiga.- Pero ya no sirven de nada...
Ginny los abrió y leyó su contenido.
-¡A las islas del Mediterráneo! – exclamó con gran sorpresa.- ¡Guau, ustedes piensan en grande!
-Te los regalo si quieres... – dijo Úrsula decaída.
-¿Estás loca? – preguntó Ginny.- No, guárdalos tú... a lo mejor se arreglan las cosas con Harry.
-Lo dudo mucho...
-A lo mejor no.
Ginny estaba mirando hacia la ventana, donde un chico de cabellos azabaches y ojos esmeraldas golpeaba el vidrio y juntaba las manos como en un rezo. Úrsula también lo vio, pero giró la cabeza de inmediato. Harry entró en el local y avanzó hasta la mesa de las chicas.
-Úrsula, amor... Tienes que escucharme... – Harry se arrodilló frente a la mesa.
-¿Qué quieres que escuche? – preguntó Úrsula todavía sin mirarlo.- ¿Qué esa chica te obligó a tomarle la pierna? ¿Qué tú estabas enojado por ello?
-No... no se trata de eso, era una simple revisión médica, créeme – pidió Harry.
-Revisión médica, no te creo... esa chica te ha echado el ojo desde que se presentó a la entrevista, yo mismo he visto cómo te saluda... "Hola Doctor Potter" – puso una voz más infantil de la que tenía, tratando de imitar a Françoise.
-Pero, es en serio... yo no tengo nada que ver con ella, ¿cómo quieres que te lo demuestre? ¿Cómo podrías perdonarme? – preguntó Harry, aunque vacilando un poco en la última pregunta.
-Ni aunque te comieras un grindylow te perdonaría. – declaró Úrsula.
Harry no sabía que más decir. Era cierto que no había hecho nada malo con Françoise, pero Úrsula era testaruda y no le creería tan fácilmente. Entonces miró el escenario. El tipo que cantaba desafinadamente ya no estaba allí, y nadie más había tomado el micrófono. Con paso decidido caminó hasta él. Se metería en un gran embrollo por que su fuerte no era cantar, pero lo haría por Úrsula, para que ésta lo perdonara. Miró en el tablero de melodías...
-La quince por favor – pidió Harry a los sonidistas.
-Está completamente loco... – exclamó Úrsula al verlo subirse a cantar.
-No, no está loco... –dijo Ginny con una sonrisa.- Está enamorado.
La melodía era del grupo mexicano Maná...
-Iba caminando por las calles empapadas en olvido – Harry sintió como si un ogro ronco hubiera cantado esa primera frase.- Iba por los parques con fantasmas y con ángeles caídos, iba sin luz, iba sin sol – las chicas del local se dieron vuelta a mirar quien cantaba.- iba sin un sentido, iba muriéndome – Estaba algo nervioso, pero siguió cantando.- Iba volando sobre el mar, con las alas rotas.
La música lo acompañaba, pero Harry parecía un tronco plantado en la acera.
-Ay amor apareciste en mi vida y me curaste las heridas. – notó que Úrsula seguía sin dar muestras de convencimiento.- Ay amor eres mi luna, eres mi sol, eres mi pan de cada día.
Algunas chicas del local ya suspiraban, aunque Harry seguía poniéndose nervioso frente a tanta gente. Ginny lo contemplaba con una sonrisa en los labios y le tocaba el hombro a su amiga para que mirara. Pero Úrsula no hacía caso.
-Apareciste con tu luz. No, nunca te vayas, oh, no te vayas, no.- sacó el micrófono de su lugar y avanzó entre las mesas.- Tú eres la gloria de los dos, hasta la muerte.
Úrsula no podía disimular una sonrisa de satisfacción, pero su orgullo le impedía mirar al frente.
-En un mundo de ilusión, yo estaba desahuciado, yo estaba abandonado.- cantaba Harry tomando la mano de su novia, aunque sin conseguir demasiados resultados de perdón.- Vivía sin sentido, PERO LLEGASTE TÚ.
Todo el mundo en el local ya estaba coreando aquella canción, algunos más desafinados que otros, lo que ayudó a Harry a sentirse más seguro.
-Ay, amor tú eres mi religión. – cantaba Harry con ayuda de todo el local. Úrsula quería mirarlo, pero sólo se limitaba a fruncir el ceño.- Tú eres luz, tú eres mi sol. Abre el corazón, abre el corazón.
Hasta Ginny se había puesto a cantar junto al resto, pero Harry seguía sin obtener resultados. Siguió cantando frente a todos, sin preocuparle el qué dirán y tomó a Úrsula por el brazo, alentándola a bailar con él. Durante toda la canción, la chica parecía en otro lado, su orgullo era mucho más grande de lo que Harry había esperado.
-Eres tú mi eternidad, y hasta eres salvación.- poco a poco iba finalizando la canción, con ayuda del público.- oh, oh, oh. No tenía nada. Y hoy te tengo con la gloria, con la gloria, con la gloria. Amor, amor, amor, amor, amor. – Harry tenía abrazada fuertemente a Úrsula, casi estaba seguro de haberla conquistado de nuevo.- Eres tú mi bendición. Eres mi luz, eres mi sol.
La mayoría de la gente aplaudía y chiflaba mientras a Harry se le dibujaba una enorme sonrisa en la cara. Mas Úrsula seguía tan seria como siempre, aunque una pequeña lágrima rodaba por una de sus mejillas.
-¿Y ahora, me perdonas amor? – preguntó Harry esperanzado.
-Primero tendrás que comerte el grindylow. – Úrsula se soltó de sus brazos y arrancó por la puerta del local. Harry, desconcertado, no sabía que hacer. Miró a Ginny como pidiéndole explicaciones.
-Su orgullo es del porte de un buque – puntualizó la pelirroja, saliendo también a la siga de su amiga.
Los demás se habían quedado completamente callados. El aire parecía más denso de lo habitual. Harry entonces tiró el micrófono al suelo y salió del local, pero en dirección contraria a la que habían tomado las muchachas.
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-¿Le digo o no le digo? – la muchacha se paseaba de aquí para allá como buscando la respuesta en los muebles de la casa.- ¿Y si la poción se equivocó? No, no creo... Griselda me dijo que funcionaba cien por ciento.- Siguió paseándose por la casa, mirando el reloj.- Y Ron que no llega...
Dieron las seis. El sonido de la puerta al abrirse la hizo saltar. Eran ellos.
-¡Sophie, ya llegamos! – gritó Ron desde la entrada.- ¡Venimos con el hambre del porte de un hipogrifo!
Sophie, arreglándose bien las ropas, salió de la habitación al encuentro de los pelirrojos. No sabía bien si contarle de inmediato o decírselo en una ocasión especial, más íntima.
-¿Cómo les fue? – preguntó Sophie como si nada.
-Bien... Mandy ya tiene dos huevecillos que cuidar – contestó Ron con gesto alegre.
-Ah, qué bien –de alguna u otra manera aquella situación le había llegado. ¿Se daría cuenta Ron del estado en que estaba si no le contaba pronto de la situación?- Pero... siéntense y coman, les preparé pastel de carne y riñones.
-¡Genial! Muero por darle un mordisco a ese pastel... – declaró Ron con ganas.
-Te apoyo hermanito – agregó Charlie.
Se sentaron a comer de buena gana y devoraron cuanto plato les puso Sophie en la mesa. La chica por su parte se disculpó un momento, diciendo que tenía que ordenar la ropa de su closet y que tardaría unos minutos en volver. Ron y Charlie se quedaron en la cocina discutiendo asuntos sin importancia, por lo que no les molestó que Sophie saliera un momento. Al llegar a la habitación, efectivamente Sophie se dedicó a ordenar las ropas de su closet y todo lo que estuviera por allí tirado, pero sin dejar de pensar en aquel asunto que la tenía tan preocupada. No dejaba de palparse el vientre, como para auto-convencerse de que aquello era verdad, ¿pero qué diría Ron? Él nunca estuvo muy de acuerdo con eso de tener hijos tan pronto, además ni siquiera estaban casados, aunque a decir verdad eran una pareja estable y eso de los papeles no cobraba mayor importancia. Aprovechó la ocasión también para ordenar las cosas de Ron, las camisas sucias, las gastadas, los pantalones de trabajo y las ropas que ya no tenían remedio debido a los fuertes líquidos que expulsaban los dragones de vez en cuando. El pelirrojo era algo desordenado a la hora de guardar la ropa, así que Sophie dobló una a una las camisas de este y las fue poniendo en los cajones, pacientemente. Estaba por guardar un pantalón de Ron en los colgadores, cuando un pequeño pergamino cayó hasta el suelo y fue a parar a los pies de la muchacha. Sophie lo recogió de inmediato y comprobó que se trataba de una fotografía, recortada de algún periódico, donde aparecía una pareja tomada de la mano y entrando como a un registro civil, o algo así. La cara del chico había sido borrada por algún hechizo, pero la de la mujer aún estaba intacta y sonreía con nerviosismo, como si no soportara las cámaras. En la parte inferior de la fotografía se leía: "Víctor Krum, famoso jugador búlgaro de Quidditch, de la mano de su novia Hermione Granger" "Hermione" pensó Sophie. Aquel nombre le resultaba extrañamente conocido, como si alguna vez lo hubiera escuchado en alguna parte. Miró la parte de atrás de la fotografía. La letra de Ron rezaba el siguiente escrito: "Si hasta en sueños te contemplo, y me parece que estás tan cerca" ¿Qué significaban esas palabras? ¿Por qué Ron guardaba esa foto junto a aquella leyenda? Entonces recordó. Supuestamente, Hermione era el nombre de una canción inglesa, como Ron le había dicho, pero lo había escuchado tantas veces entre los sueños del pelirrojo, que ya le parecía imposible que se tratara de eso. Buscó entonces en los cajones de Ron, por si hallaba alguna pista de aquella mujer. Sacó montones de papeles sobre enfermedades de dragones, sobre Quidditch, informes de notas de Hogwarts... y unas fotografías. Aquellas nunca las había visto, estaban muy al fondo en el cajón. En la primera había tres chicos, uno de ellos era Ron, con menos edad claro; el otro era un chico de cabellos negros y lentes redondos. Bajo su fotografía decía: "Harry" y en el otro extremo había una chica. Tenía los cabellos castaños y muy enmarañados, unos enormes ojos color miel y una sonrisa algo nerviosa. Comparó aquella fotografía con la que aparecía en el diario y miró el nombre que había bajo ella: "Hermione". Estaba claro. Una solitaria lágrima rodó por el rostro de Sophie al tiempo que sonreía débilmente. La chica de las fotografías tenía un leve parecido a ella. Es más, de no ser por que Sophie era ligeramente más tostada de piel, se diría que eran hermanas de alguna parte. Qué más podía pensar. Ron no la amaba como ella creía, sólo amaba el parecido que Sophie proyectaba con aquella mujer. ¿Y ahora? ¿Qué pasaría con este bebé que estaba esperando? Aunque aquella mujer estaba casada... y Ron la había preferido a ella. Aquel pensamiento la animó un poco más, y guardó las fotografías en el cajón.
-Sophie... ¿estás muy ocupada? – preguntó Ron desde el exterior.
La mujer se limpió las lágrimas y contestó:- No, pasa.
Ron abrió la puerta con extrema suavidad. Su rostro denotaba preocupación, pero Sophie no sabía la razón de ésta. Se acercó a él y lo abrazó. El pelirrojo se sorprendió un poco de aquella reacción, pero luego él también correspondió al abrazo.
-Sophie, necesito hablar contigo – le dijo casi en un susurro. Aquella frase ya la había escuchado una vez, pero no se atrevía a pensar que se trataría de lo mismo.
-Dime, ¿qué pasa?
-Es que... yo... bueno, es difícil decirte esto, pero... – Ron no hallaba las palabras para continuar.
-¿Tienes que irte, Ron? – preguntó Sophie con naturalidad. El pelirrojo abrió aún más los ojos, se diría que Sophie le leía el pensamiento.
-Pues... sí, tengo que irme – declaró Ron sin más preámbulos.- Hay un asunto pendiente en Londres que tengo que solucionar.
-Londres... –murmuró la chica, como si ya supiera de qué se trataba.- ¿Tiene que ver con tu familia?
-Algo así.
-Está bien – respondió Sophie.- Supongo que no querrás que te acompañe, ¿cierto?
-No... o sea, es que voy por poco tiempo – declaró Ron sin saber donde esconder la cara.
-Claro, entiendo – dijo Sophie mirando hacia la ventana.- Confío en ti, Ron.
-Sí, sí, claro... – Ron estaba algo sorprendido por la reacción de Sophie. ¿Es que no le iba a poner peros? ¿No le iba a hacer un escándalo por aquello?
Sophie pretendió que aquello no le afectaba, pero por dentro estaba muy triste. Si Ron no la amaba como ella siempre creyó, al menos querría a su hijo... cuando se enterara de que iba a tener uno. Lo pensó bien; la noticia la sabría cuando volviese, para darle una sorpresa. No deseaba obligarlo a amarla... no quería atar a un hombre que no correspondía a sus sentimientos... pero era tan frustrante aquella situación, tan dolorosa... era como si le hubieran cortado las alas de la esperanza y el peso de su cuerpo la hiciera caer a un abismo.
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Yap... Mmmm... no estoy muy contenta con este capi, pero espero que les haya gustado. Creo que la inspiración me está abandonando... ¡¡¡NO, ODIO LAS CRISIS DE CREATIVIDAD!!!
Bueno... ya cacharon la canción de allá arriba... "Eres mi religión" de Maná.
Reviews:
Lil Granger: Hola, hola... no llores (a mí tampoco me gusta picar cebolla Y_Y, apenas la huelo comienzo a llorar) Gracias por el review y te digo, algo me pasa con los bebés ahora último, no sé que me está sucediendo... bueno, en fin. De hecho las teleseries mexicanas y venezolanas inspiran este fic. Yap, saludillos, Tanina Potter.
Deina-Yagami: Holas... bueno, en eso de meterse a Internet te entiendo. Si vieras como me cuesta meterme a mí. Hay que cuidar de que tus papás no se les ocurra ocupar el teléfono mientras estas metida, o sino... . Pues todavía queda fic para rato, aunque ya tengo el final en mi cabeza y es macabro... Jajaja... (Tanina, no te queda el papel de mala) esa era mi conciencia, no la pesques. Pero no te preocupes por Sophie, aquí el villano (a) es otro (a)... En fin, saludos, Tanina Potter.
Mione Grint: gracias por las felicitaciones. Veo que a todas les cae mal Krum... mmm... bueno, a mí también, pero no tanto como Cho, o como Umbridge. Igual tus impulsos te llevan a la verdad, pero esta vez te equivocaste en un detalle... aunque luego te darás cuenta. Mmmm... igual voy a tener que contratar un cardiólogo por si te da el ataque. Trataré de no torturarlas... jejeje. Saludos, Tanina Potter.
Vika Riddle: Hola amigui... bueno, el HP5 lo estoy leyendo de nuevo para entender lo que Internet no me supo explicar... es que las traducciones eran ahí no más. Gracias por lo de Matthew, es mi ideal de hijo... jejeje, espero que no crezca, aunque sé que eso es imposible. Bueno, tengo MSN pero sólo cuando voy al cyber café... (mi papá me lo tiene prohibido), así que ojalá que algún día nos encontremos ahí. Igual te voy a agregar. Yap, cuídese, Tanina Potter
Lily4ever: Sip, Sophie está embarazada. Gracias por el review. Saludos, Tanina Potter.
Annafreey: Hola, es bueno volver a ver caras conocidas. No te preocupes que más o menos tengo un plano general de lo que es la vida Universitaria... ., pero gracias por leer el fic. Todas tus sospechas son ciertas, pero ya veremos que hace Ron al respecto. Igual, toda historia de amor tiene final feliz... aunque después de muchos traspiés. Saludos, Tanina Potter.
Merodeadora-Chii: Las oportunidades no se dan más de tres veces y eso Ron lo sabe muy bien, y Sophie tendrá que aceptarlo... Gracias de nuevo por la bienvenida y ¡¡CLARO QUE ME GUSTA RONNIE!! Jejeje... Bueno, cuídese, Tanina Potter.
Eso es todo por el momento.
Atte. Tanina Potter.
**Miembro de las RON4EVER**
