Capítulo 25: ESPERANZA DE VIDA.
Ocho meses han pasado desde los últimos acontecimientos ocurridos en esta historia. La vida en Rumania con un nuevo ser en su vientre, no había sido tal como Sophie se lo imaginaba. A veces no podía ni moverse de la cama porque unos fuertes dolores de espalda le impedían hacerlo y ya casi no comía, por que todo le causaba náuseas y vómitos. Charlie había sido una buena compañía y un excelente enfermero en esos largos meses de espera. Lilibeth les estaba dando muchos problemas, pero le esperaban con tantas ansias que el sufrimiento valía la pena. Los curanderos de la ciudad le habían dicho que guardara extremo reposo y la alimentaban con pociones vigorizantes para que no perdiera las fuerzas ni dejara de nutrir a la bebé. Sentada en su cama, Sophie escribía sobre sus días de convalecencia y sobre los cambios que iba sufriendo a medida que su vientre aumentaba y su embarazo se hacía más notorio. Lo escribía para poder mostrárselo a Ronald cuando Lilibeth naciera. Como decía, sentada en su escritorio estaba Sophie cuando comenzaron los dolores nuevamente. Una fuerte punzada cerca de la pelvis la llevó a soltar la pluma y apretar los labios por unos instantes. Seguramente sería pasajero. Pero no; los dolores aumentaban a cada minuto y la hacían gritar. Charlie, ocupado en la cocina, escuchó los quejidos de Sophie y corrió a verla.
-Sophie, ¿te encuentras bien? – preguntó desde la puerta de la habitación.
Pero la chica no respondió. Sólo se limitó a mirarlo con dolor por unos segundos y a derrumbarse sobre la pared, perdiendo por completo el conocimiento. Charlie corrió hacia ella y la tomó entre sus brazos para intentar despertarla.
-¡¡Sophie!! – gritaba.- ¡Sophie, escúchame! ¡Despierta por favor!
Entonces la muchacha abrió ligeramente los ojos y emitió unos leves sonidos, que Charlie creyó palabras. Los dolores la asaltaron otra vez y sus gritos se hicieron más potentes dentro de la habitación. Comenzó a sudar frío y le temblaban las piernas.
-No me digas que Lilibeth quiere nacer – dijo Charlie, desesperado porque la mujer se iba debilitando más a cada minuto.- Sophie, tienes que estar despierta para cuando llegue tu hija.
-Lili... Lilibeth... – susurraba Sophie, entrecerrando los ojos. Otra punzada arremetió contra su débil anatomía y una enorme mancha de sangre se expandió por las sábanas de la cama.
-Oh no, Sophie, has roto aguas – exclamó Charlie al ver que el rojo líquido empapaba la cama. No sabía que hacer. Estaba indeciso entre dejar a la chica allí e ir por ayuda, o asistirla él mismo. No se sentía seguro, como en el parto de una dragón hembra, en donde puedes cortar la piel del animal y sacar intactos los huevos del vientre de la madre. Esta vez no se trataba de un simple parto; esta vez había sentimientos de por medio, sentimientos de cariño, de protección... ¿de amor? Podía ser, pero aquel no era el momento de ponerse a pensar en ello.
Rápidamente acomodó la cabeza de Sophie en las almohadas y le quitó la parte de abajo de su vestido para ver de qué se trataba la situación. La varita le dio las herramientas para saber que Lilibeth pronto vería el mundo.
-¡¡Sophie, escúchame!! – gritó Charlie en medio de los quejidos de la madre.- Sophie, tienes que hacer un esfuerzo, Lil ya viene en camino.
-¿Ya viene? – susurró Sophie mirando a Charlie con desconcierto.- Está bien.
-Cuándo sientas esas punzadas, pujas... ¿me escuchaste? – preguntó el pelirrojo con decisión.
-Sí...
Estaba sangrando mucho, más de lo normal según la experiencia de Charlie, pero quizás se debiera al rompimiento de la bolsa y no pasaría a mayores después del alumbramiento. Un violento alarido sacó de sus cavilaciones al pelirrojo.
-¡PUJA!
Sophie hacía su mayor esfuerzo. Le dolía todo el cuerpo, sentía que se iba a partir en dos o que se desmayaría de nuevo de un momento a otro. Pero las incesantes súplicas de Charles la mantenían consciente y alerta. Otra violenta arremetida sacudió todo su cuerpo.
-¡PUJA! – exclamaba Charlie con vehemencia.- Vamos, Sophie, ya puedo ver su cabecita.
La muchacha sonrió al oír las palabras de su cuñado y puso todo su empeño en mantener sus fuerzas intactas. Pero lo quisiera o no, su cuerpo le pedía clemencia y los débiles pujidos le hacían sobre explotar su vigor. La última contracción; estaba segura que sería la última.
-¡PUJA! – gritó Charlie de nuevo.- Aquí viene, ya la tengo.
Aquella frase fue tan tranquilizante, que Sophie por un momento creyó escuchar de lejos el fuerte llanto de su hija. Charlie tomó en sus brazos a la criatura y sacó de uno de los cajones de la joven, una sábana limpia en donde envolverla. Se acercó hasta la madre y la puso en sus brazos, para que pudiera contemplarla.
-Felicidades Sophie, Lilibeth es muy bella – dijo Charles al dejarla con ella.
Sophie miró a la bebé con alegría. Con los ojos cerraditos, la pequeña movía las manitos como queriendo explorar el nuevo mundo que la rodeaba y emitía débiles gemidos, ahora que se encontraba bajo la protección de su madre. Charlie entonces, descubrió las sábanas que envolvían a la recién nacida y cortó el cordón umbilical para desligarla del vientre materno. Se puso de pie para revisar el estado de Sophie y alarmado por el abundante flujo de sangre que manchaba la cama y las piernas de la joven, corrió hasta su habitación por el libro de hechizos que guardaba para casos extremos. Al volver, notó que la bebé lloraba incesantemente y que Sophie tenía ahora los ojos cerrados. Rápidamente se puso en la cabecera de la cama e intentó despertar a la muchacha con más energía que antes.
-¡Despierta, Sophie, por favor! ¡No te quedes dormida! – exclamó Charles.
Ante los gritos de su cuñado, Sophie abrió los ojos de nuevo y sonrió suavemente.
-Dile a Ron... que tuvimos una hija preciosa... díselo – susurraba.
-¿Qué estás diciendo? – preguntaba Charles con miedo.- Debo encontrar un hechizo para detener esa hemorragia.- y nerviosamente pasaba las páginas del libro, sin muchos resultados.
-Llévasela a él... – decía Sophie con lentitud, haciendo un gran esfuerzo para unir las palabras.- Y dile a Hermione... dile a ella, que cuide de Lilibeth cómo si fuera su hija...
-No. Estás hablando como si no pudieras criarla tú – gritó Charlie desesperado.- Sophie no te rindas, voy a encontrar el hechizo.
-Charles... gracias por cuidar de mí... te quiero mucho – dijo Sophie mientras las lágrimas acudían a sus ojos.- Dile a Ron que siempre lo amé... a pesar de que él no llegó a hacerlo... dile... dile que esta niña... es mi prueba de amor.
Y no volvió a hablar más. Charlie miró atónito como la vida de la joven se le escapaba de las manos y comenzó a llorar, aunque aguantándose las ganas de explotar en ese minuto. Se arrodilló junto a la cama, donde la bebé, al sentir el miedo y el dolor del momento, también lloraba fuertemente. Tomó entre sus brazos a esta última y zarandeó con energía los hombros de Sophie.
-¡¡No, Sophie, no te puedes ir!! – exclamaba Charles entre sollozos.- No puedes dejar a Lilibeth sola... no nos puedes dejar solos.
Estaba destrozado. Por primera vez se había dado cuenta de que quería a esa mujer más de lo que pensaba. Tomó su mano entre la suya y la acarició con su pulgar. Miró entonces el diario de vida tirado en el piso de la habitación y lo levantó con las manos aún temblorosas. Luego volvió a mirar a Sophie y con profunda tristeza, exclamó:
-Haré lo que me has pedido, se la llevaré a Ron – dijo mientras nuevas lágrimas inundaban sus mejillas.- Pero si él no la acepta o reniega de ella, te juro, Sophie, que yo me convertiré en su padre.
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Sentados en la oficina de Lionel Grant, un médico amigo de San Mungo, Harry y Úrsula esperaban pacientes los resultados de la poción reveladora, que les diría cómo se hallaba el bebé que la chica llevaba en su vientre. Cinco meses de embarazo tenía Úrsula en ese momento; cinco meses de grata espera para Harry e ingrata espera, en el sentido físico, para Úrsula. Desde simples mareos, hasta vómitos en las mañanas tuvo que soportar desde el primer mes de gestación. Harry la animaba diciéndole que todo aquello terminaría pronto y que él estaría ahí siempre para apoyarle en lo necesario.
-Bien, aquí están los resultados – dijo Lionel cuando se sentó frente a ellos en el escritorio, con gesto serio y mirada sombría. Pasó un momento en el más completo silencio, que los puso algo rígidos y nerviosos.
-Dínoslo pronto, Lionel – pidió Harry con vehemencia.- Por tu mirada parecería que algo anda mal.
Lionel entonces cambió su expresión a una más plácida y sonrió.
-No pasa nada, Harry – explicó.- su bebé está en muy buen estado. Lo dice el color de la poción.- mostró entonces una botella llena de un líquido rosado, al tiempo que la agitaba en el aire.
-Casi me dio un ataque al ver tu cara – bromeó Úrsula, más calmada después de las declaraciones del médico.
-Lo siento, no quise asustarlos.- se disculpó Lionel con una sonrisa.- Bien, como ya os lo he dicho, el bebé está muy bien, sólo tienes que seguir la dieta que te he dado al pie de la letra y beber de esta poción que te voy a dar ahora, Úrsula, cuando te den náuseas.
-Gracias, Lionel – dijo la chica, tomando la mano de Harry y apoyando la otra en su vientre.
-Sí, muchas gracias Grant – agregó Harry poniéndose de pie.- Ahora nos vamos.
Salieron de la oficina despidiéndose antes de Lionel y recibiendo la poción que les había recetado. Estaban más que felices, radiantes, expelían alegría. Decidieron entonces ir hasta el ministerio de magia para contárselo a Hermione, que se ocupaba en esos tiempos del trabajo que antes realizó Úrsula.
-¿Cómo va ese embarazo, niña? – preguntó Hermione cuando los vio aparecer en la puerta de su propia oficina.
-Muy bien, Herm – contestó Úrsula.- El doctor Grant dice que sólo debo seguir su dieta y tomarme esta poción para los mareos.- señaló la botellita transparente que sacó de su bolso, la cual contenía un líquido amarillento, parecido a la miel es especidad.
-¿Y qué crees que sea? – preguntó Hermione con curiosidad, mirando el pequeño estómago de su amiga.
-No lo sé... Harry quiere que sea varón.- respondió Úrsula mirando de reojo a su marido.
-Es la opinión de todo hombre – agregó Harry sintiéndose aludido.
-Será mujer.
La voz de Françoise desde el escritorio de la esquina, los sobresaltó un poco debido a lo repentina que fue. Úrsula la quedó mirando, entre sorprendida y escéptica. Ya no le molestaba su presencia, tampoco la había despedido por el altercado que tuvieron meses atrás, por que decidió darle una segunda oportunidad y confiar en su capacidad laboral, y Françoise se lo estaba demostrando con creces, sin meterse demasiado en su vida y sin tener demasiado contacto con Harry.
-¿Por qué dices que será mujer? – preguntó Harry al cabo de unos segundos.
-Por la forma de la barriga de la señorita – dijo Françoise. Ante la incrédula mirada de sus congéneres, agregó:- tiene la panza ligeramente puntiaguda, y eso quiere decir siempre que el bebé será mujer.
-Lo siento, Harry – exclamó Hermione desde su asiento.- parece que no podrás tener el varoncito que deseabas.
-¡Qué más da! – opinó Harry.- Si al final, igual será mi hijita querida.- Entonces acarició el pequeño vientre de Úrsula, mientras ella pasaba sus brazos alrededor de su cuello.
En ese instante, apareció Ginny en la oficina, algo azorada pero radiante. Traía en sus manos un pequeño papel ligeramente arrugado.
-¡Ha pasado el primer examen! – gritó de pronto.
-¿Quién, Ginny? – preguntó Harry, respondiendo a las interrogantes de los demás presentes.
-Draco... ha pasado el primer examen con éxito – respondió la pelirroja con evidente alegría.- Ya le queda poco para que le aprueben la postulación a Wizengamot.
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-Felicitaciones pog el gesultado del examen, Draco – dijo Constance cuando vio entrar a Draco en su despacho.- Sabía que logragía su cometido.
-Gracias, señorita Bonacieux – respondió Draco con gesto amable.
-Constance, Draco... dígame Constance – dijo la mujer acercándose a él y arreglándole la corbata con cierta frescura.
-Lo siento... Constance – dijo Draco un poco nervioso por lo que hacía la mujer.- Ahora me queda poco para volver a Inglaterra con mi título del Wizengamot.
-Oui, je sais – dijo Constance volviendo a sentarse en su silla.- Pego, ¿no le integesagía quedagse aquí un tiempo más, paga aplicag su título en el Ministegio de Magia de Fgancia?
-No lo creo – respondió Draco al instante.- Tengo asuntos muy importantes que resolver en mi país.
-¿Qué podría seg más impogtante que un buen tgabajo en el Ministegio? – preguntó Constance cruzando sus largas piernas una sobre la otra.- Yo le podgía dag muy buenas gecomendaciones.
Siempre era así, insinuante y atrevida, pero se iba con cautela, tanteando el terreno antes de pisar en él. Draco intuía que algo se traía entre manos, pero no estaba muy seguro. De ahí su deferencia hacia ella.
-Muchas gracias, señori... digo, Constance – dijo Draco amablemente.- Pero le aseguro que podré desempeñar muy bien mi trabajo en Inglaterra, que es dónde me interesa estar.
Constance volvió a ponerse de pie. Se acercó rápidamente a Draco y acarició uno de sus largos y fuertes brazos con una ancha y cínica sonrisa.
-No despegdicies las opogtunidades que te estoy dando – dijo Constance en tono desafiante.- Aprovecha esta opogtunidad, pog que eges uno de los pocos hombges que he conocido que goza de toda mi confianza y todo mi apoyo.- acercó su otra mano al hombro derecho del rubio, sin dejar de mirarlo fijamente a los ojos. Por un instante, Draco no supo cómo reaccionar; se empeñaba en volver a la realidad, pero la embriagante voz de Constance, lo hacía volar en sus ensoñaciones.
-Constance...
-No, no me integumpas, Draco – dijo de pronto la mujer.- Yo podgía ayudagte a llegag muy lejos, si quieges.- se había puesto tan cerca de él, que ahora Malfoy podía sentir su aliento perfumado de canela y té en las narices. Tan veloz como una gacela, Constance arrebató de su cuerpo la chaqueta de Draco y se atrevió a rozar su cuello con sus labios. Los sentimientos de Draco se estaban contraponiendo entre sí. Su parte racional le decía que debía parar en seco aquella escena, aunque siendo lo más caballero posible; mas su parte corporal estaba disfrutando cada movimiento sensual de parte de la chica.
-Si quieges... –continuó Constance.- podgía hacer que te den el puesto de jefe del Wizengamot aquí en el Ministegio.- sus dedos eran hábiles y ya habían conseguido desabrochar la mitad de los botones de la camisa de Malfoy. Lo condujo diestramente hasta el sofá que había en la oficina y lo recostó con cierta fiereza en él, para luego incorporarse sobre sus piernas y comerle a besos su cuello y su pecho. Al principio, la parte corporal de Draco iba ganando la contienda entre sus sentimientos y sus manos también se deslizaron por la cintura de Constance, hasta quitarle la apretada chaqueta que llevaba encima. Era irresistible, seductora, extasiante. Su cuerpo le pedía más contacto físico, más acercamientos. No supo cómo se encontraba ahora sin su camisa y con la bragueta de los pantalones a medio camino. Ella también se había quitado su blusa, ¿o había sido él quien se la quitara? No lo sabía... mas cuando todo ya tenía un final premeditado, Draco miró por la ventana del edificio, en una fracción de segundo y observó a una pequeña pelirroja que se consumía en su quizás interesante lectura, detrás de su ventana, sin darse cuenta de la presencia de nadie, y su parte racional salió a relucir de nuevo. Miró entonces a quien tenía encima, su larga y ondulada cabellera rubia y asió sus brazos con firmeza, alejándola de sí.
Constance lo miró también, con expresión sorprendida y exclamó:
-¿Qué pasa, Draco?
-Pasa que no quiero... – dijo muy decididamente.- No quiero llegar lejos si es de esta manera.
La chica entonces cambió su expresión sorprendida, por una de mucha indignación y se puso de pie rápidamente, colocándose la blusa con furia.
-Muy bien, señog Malfoy – exclamó indignada.- Pensé que segía más gazonable, pego veo que me equivoco... haga lo que quiega, pego yo misma me ocupagé de que su carrega no sea como usted quiege.- abrochó su blusa y se calzó la chaqueta rápidamente.- Ningún hombge se bugla de mí, señog Malfoy.
Draco se había puesto de pie también, y se arreglaba las ropas con destreza.- No se preocupe por mí, señorita Bonacieux, que siempre he sabido valérmelas por mí mismo. – dijo, y salió rápidamente de la oficina, dejando a una ofuscada Constance con la palabra en la boca.
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Dos días más tarde, Hermione llegaba a su casa después de un intenso día de trabajo. Quería ver a su hijo Matthew y sobre todo a Ron, quien le había prometido cuidar de él en el día. Las cosas con el pelirrojo habían mejorado mucho desde que se casaran Harry y Úrsula. Ahora compartían todo su tiempo en cuidar del pequeño Matthew y de darse sus propios gustos como pareja, yendo al cine, a comer o simplemente a caminar, en donde se contaban todo lo que les había sucedido en esos cinco años de ausencia. Hermione sabía de la existencia de Sophie, por lo que no le había sorprendido que Ron le hablara sobre ella. Pero los celos a veces le ganaban la partida y trataba de cambiar el tema. Ron también sabía algo de la vida de casada de Hermione con Víctor Krum, pero a diferencia de ella, Ron no soportaba mucho rato el escuchar sobre el búlgaro. Matthew por su parte, se había acostumbrado a la compañía del pelirrojo. Ya no le miraba feo, no se ponía a llorar cada vez que él besaba a Hermione, ni le tiraba el cabello cuando Ron lo tomaba en brazos. Era el vivo retrato de Víctor, con algo de su hosco carácter, pero la parte del carácter de Hermione que había en el pequeño, se sobrepuso al de Krum.
Abrió la puerta de la casa y le sorprendió no escuchar ningún sonido dentro de ella. Dejó el bolso en el sillón y caminó hasta el dormitorio, para saber si Ron se hallaba ahí o en otra parte. Al instante comprendió por qué la casa se hallaba tan silenciosa. En la cama se hallaba el pelirrojo desparramadamente dormido, con un brazo debajo del pequeño cuerpo de Matthew, que dormía profundamente enrollado en su mantita beige, con el biberón colgándole de su boca. Se veían tan tiernos, que Hermione sólo atinó a sonreír y se recostó en la cama junto a Ron, cerrando los ojos, sin querer despertarlo.
Pasados unos minutos, la puerta de entrada se estremeció bajo los golpes de alguien detrás de ella. Ron despertó con el sonido de la madera en sus oídos y observó que Hermione dormía a su lado. Haciendo malabares para no despertar a ninguno de los dos, se levantó de la cama y caminó un poco soñoliento hacia el living. Volvieron a golpear la puerta.
-¡Voy! – exclamó sin ganas.- Ya abro.
Se quedó muy sorprendido al ver que detrás de ella estaba su hermano Charlie, parado con un bolso de mano y un pequeño bultito entre sus brazos.
-¡Charles! – gritó Ron.
-Hola Ron – saludó su hermano, sonriendo forzosamente.
-Pasa, pasa... – le indicó el pelirrojo, abriéndole paso hacia el living.- ¿Qué te trae por acá? ¿No me digas que mamá quiere hacer reunión familiar?
-No, no es eso – respondió Charlie, pausadamente. Ron entonces cambió su expresión a una más seria.
-¿Tiene algo que ver con Sophie? – preguntó ceñudamente.
-Sí – respondió su hermano. Descubrió entonces el bulto que llevaba en sus brazos, y Ron pudo darse cuenta que se trataba de un bebé.
-¿Es tu hijo, Charlie? – Ron no estaba seguro de lo que acababa de decir. Algo en su interior le decía que su respuesta sería negativa.
-No, Ron – respondió Charlie.- Esta es Lilibeth... tu hija.
-¿Tu hija, Ron? – la voz de Hermione en la esquina de la habitación, lo tomó de sorpresa. Al instante, volteó a verla y observó su rostro serio y atónito. Llevaba a Matthew en sus brazos, quien aún dormía.
Ron no sabía qué decir. ¿Su hija? ¿Sophie estaba embarazada? ¿Desde cuándo? Eran demasiadas las preguntas, y muy confusas las respuestas. Miró con detenimiento a la bebé. El suave cabello pelirrojo que se esparcía en cabeza como pelusitas, se parecía mucho al suyo; y sus ojos, sus pequeños ojos abiertos al máximo para captar todas los colores y formas que la rodeaban, eran tan azules como los suyos. Se puso de pie, pero cuando quiso hablar, las palabras no le salieron...
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Hooooooooooaaaaaaaaa!!!!! C'est fini... este capítulo. Espero que les haya gustado ¿Muchos bebés? Sorry, pero no sé que me ha dado con la maternidad estos días, ahora que sé que tendré dos hijos, un niño y una niña... jejeje, no pregunten cómo sé, sólo sé que lo sé...
Bueno, aquí van los reviews:
annafreey: siento decepcionarte, pero la muerte de Sophie estaba planeada con anticipación. En todo caso, Draco ya mandó a la China a esa rubia idiota que le puse de tutora... ¡¬¬ caliente, no más! ^^ Jejeje, bueno, espero que te haya gustado este chap... see you, Tanina Potter.
SaraMeliss: Paso a explicar... Talca es una ciudad de Chile, que queda al Sur de la capital, Santiago. Bueno, se dice Holanda, ¿qué Talca? Para preguntar: Hola, que tal... pero es un dicho meramente chileno, y de los bajos fondos... jejeje. No pesques. No creo que la rubia esa sea problema para Draco y Ginny, ya que como viste el rubio ama demasiado a la pelirroja como para ponerle el gorro... además no me quiero enredar tanto en cinco capítulos. Bueno, espero que te haya gustado el capítulo. Saludos, Tanina Potter.
mione grint: Holis... lo de Charlie y Sophie no era tan idea tuya como creías, pero el pobre de Charlie se quedó sin Sophie... T_T, pero don't worry, que en mi fic nadie se queda solo... quizás la escritora, pero ninguno de los personajes se queda sin pareja. AH! Si queremos ir a la boda de Ron y Hermione, tendremos que saber calmarnos, por que te aseguro que cualquiera de nosotras se le tira encima al pelirrojo en medio de la ceremonia ^^U. Jejeje, nos vemos y sigue con tus fics que están MUY buenos. Saludos, Tanina Potter.
Jose: ¡¡Qué no te dé pena!! Draco es lo más fiel que existe en el mundo... (tanto, que ni yo me lo creo) Bueno, lo de escribir rápido va a ser un poco difícil, ya sabes, por lo de la U, pero lo intentaré... Saludos, Tanina Potter.
Luny: Primero que todo... ¿¿¿me puedes explicar qué significa realmente una "Mary_sue" y un "Gary_stu"??? Disculpa mi ignorancia, pero he oído esos términos y aún no entiendo bien qué significan. Me interesaría tu ayuda en una muerte, pero sería mejor que me escribieras al e-mail o me dieras el tuyo, por que no quiero que las demás se enteren hasta el final del fic. Y tampoco te tienes que ir de boca con las demás, ¿eh? Saludos, Tanina Potter.
Vale: qué bueno que estés bien. Menos mal, por que caerse de un caballo no es ninguna gracia... y bueno, entiendo eso de los computadores, a veces les da la maña y no hacen nada productivo. Bueno, saludos, Cuídese. Tanina Potter.
Lily4ever: ^^U De nada, recuerda que siempre estoy dispuesta a ayudarles en lo que quieran. Ya pasé tus preguntas en el capítulo de Sirius... (¡¡¡Qué me salió bastante largo, por cierto!!!) pero bueno, espero que te guste este cap. Saludos, Tanina Potter.
Lil Granger: ¿sabes que no he visto el video de los Café Tacuba? Me guié por lo que decía la letra y me encantó. Pero no pensé en que estaba cantando con ellos... por que si es verdad que yo era Eleanor... ^^U, la verdad es que me imaginaba a mi próximo grupo musical, que por cierto aun está en veremos y que está compuesto por tres primos míos y yo, (de ahí que se parecieran entre sí) Sobre Matthew... jejeje, es bastante celoso, pero como todo niño pequeño cuando ve a su mamá con un desconocido. Y sobre la palabra "soponcio"... mmm... no sé si será universal, pero la escuché en una teleserie venezolana y me gustó mucho (En "Mi gorda bella") Bueno, nos vemos, cuídate mucho, Tanina Potter.
Lily McGonnagall: pues... no soy la rubia despampanante... por que no tengo nada de rubia, ni nada de despampanante... jejeje ^^U Era la cantante, Eleanor. Por cierto, no lastimaré a Ginny, así que estate tranquila y bueno, acertaste con tu segunda opción: la muerte de Sophie... Llorona, ¿cierto? Jejeje, parecía de teleserie mexicana o venezolana... siento que no pudieras leer la fiesta, pero tengo que resumir todo ahora que me quedan cinco míseros capítulos, donde se centra toda la acción de la historia. Bueno, gracias por los ánimos y saludos, Tanina Potter.
Bueno... ¿creían que todo era miel sobre hojuelas? Nooooooooo!!!!! Ahora van a ver lo que es la maldad y la desconfianza centrada en una sola persona. Muajajajajajaja!!! ^^U
Atte. Tanina Potter
**Miembro de las RON4EVER**
Ronnie is the best and will be the best forever.
Ocho meses han pasado desde los últimos acontecimientos ocurridos en esta historia. La vida en Rumania con un nuevo ser en su vientre, no había sido tal como Sophie se lo imaginaba. A veces no podía ni moverse de la cama porque unos fuertes dolores de espalda le impedían hacerlo y ya casi no comía, por que todo le causaba náuseas y vómitos. Charlie había sido una buena compañía y un excelente enfermero en esos largos meses de espera. Lilibeth les estaba dando muchos problemas, pero le esperaban con tantas ansias que el sufrimiento valía la pena. Los curanderos de la ciudad le habían dicho que guardara extremo reposo y la alimentaban con pociones vigorizantes para que no perdiera las fuerzas ni dejara de nutrir a la bebé. Sentada en su cama, Sophie escribía sobre sus días de convalecencia y sobre los cambios que iba sufriendo a medida que su vientre aumentaba y su embarazo se hacía más notorio. Lo escribía para poder mostrárselo a Ronald cuando Lilibeth naciera. Como decía, sentada en su escritorio estaba Sophie cuando comenzaron los dolores nuevamente. Una fuerte punzada cerca de la pelvis la llevó a soltar la pluma y apretar los labios por unos instantes. Seguramente sería pasajero. Pero no; los dolores aumentaban a cada minuto y la hacían gritar. Charlie, ocupado en la cocina, escuchó los quejidos de Sophie y corrió a verla.
-Sophie, ¿te encuentras bien? – preguntó desde la puerta de la habitación.
Pero la chica no respondió. Sólo se limitó a mirarlo con dolor por unos segundos y a derrumbarse sobre la pared, perdiendo por completo el conocimiento. Charlie corrió hacia ella y la tomó entre sus brazos para intentar despertarla.
-¡¡Sophie!! – gritaba.- ¡Sophie, escúchame! ¡Despierta por favor!
Entonces la muchacha abrió ligeramente los ojos y emitió unos leves sonidos, que Charlie creyó palabras. Los dolores la asaltaron otra vez y sus gritos se hicieron más potentes dentro de la habitación. Comenzó a sudar frío y le temblaban las piernas.
-No me digas que Lilibeth quiere nacer – dijo Charlie, desesperado porque la mujer se iba debilitando más a cada minuto.- Sophie, tienes que estar despierta para cuando llegue tu hija.
-Lili... Lilibeth... – susurraba Sophie, entrecerrando los ojos. Otra punzada arremetió contra su débil anatomía y una enorme mancha de sangre se expandió por las sábanas de la cama.
-Oh no, Sophie, has roto aguas – exclamó Charlie al ver que el rojo líquido empapaba la cama. No sabía que hacer. Estaba indeciso entre dejar a la chica allí e ir por ayuda, o asistirla él mismo. No se sentía seguro, como en el parto de una dragón hembra, en donde puedes cortar la piel del animal y sacar intactos los huevos del vientre de la madre. Esta vez no se trataba de un simple parto; esta vez había sentimientos de por medio, sentimientos de cariño, de protección... ¿de amor? Podía ser, pero aquel no era el momento de ponerse a pensar en ello.
Rápidamente acomodó la cabeza de Sophie en las almohadas y le quitó la parte de abajo de su vestido para ver de qué se trataba la situación. La varita le dio las herramientas para saber que Lilibeth pronto vería el mundo.
-¡¡Sophie, escúchame!! – gritó Charlie en medio de los quejidos de la madre.- Sophie, tienes que hacer un esfuerzo, Lil ya viene en camino.
-¿Ya viene? – susurró Sophie mirando a Charlie con desconcierto.- Está bien.
-Cuándo sientas esas punzadas, pujas... ¿me escuchaste? – preguntó el pelirrojo con decisión.
-Sí...
Estaba sangrando mucho, más de lo normal según la experiencia de Charlie, pero quizás se debiera al rompimiento de la bolsa y no pasaría a mayores después del alumbramiento. Un violento alarido sacó de sus cavilaciones al pelirrojo.
-¡PUJA!
Sophie hacía su mayor esfuerzo. Le dolía todo el cuerpo, sentía que se iba a partir en dos o que se desmayaría de nuevo de un momento a otro. Pero las incesantes súplicas de Charles la mantenían consciente y alerta. Otra violenta arremetida sacudió todo su cuerpo.
-¡PUJA! – exclamaba Charlie con vehemencia.- Vamos, Sophie, ya puedo ver su cabecita.
La muchacha sonrió al oír las palabras de su cuñado y puso todo su empeño en mantener sus fuerzas intactas. Pero lo quisiera o no, su cuerpo le pedía clemencia y los débiles pujidos le hacían sobre explotar su vigor. La última contracción; estaba segura que sería la última.
-¡PUJA! – gritó Charlie de nuevo.- Aquí viene, ya la tengo.
Aquella frase fue tan tranquilizante, que Sophie por un momento creyó escuchar de lejos el fuerte llanto de su hija. Charlie tomó en sus brazos a la criatura y sacó de uno de los cajones de la joven, una sábana limpia en donde envolverla. Se acercó hasta la madre y la puso en sus brazos, para que pudiera contemplarla.
-Felicidades Sophie, Lilibeth es muy bella – dijo Charles al dejarla con ella.
Sophie miró a la bebé con alegría. Con los ojos cerraditos, la pequeña movía las manitos como queriendo explorar el nuevo mundo que la rodeaba y emitía débiles gemidos, ahora que se encontraba bajo la protección de su madre. Charlie entonces, descubrió las sábanas que envolvían a la recién nacida y cortó el cordón umbilical para desligarla del vientre materno. Se puso de pie para revisar el estado de Sophie y alarmado por el abundante flujo de sangre que manchaba la cama y las piernas de la joven, corrió hasta su habitación por el libro de hechizos que guardaba para casos extremos. Al volver, notó que la bebé lloraba incesantemente y que Sophie tenía ahora los ojos cerrados. Rápidamente se puso en la cabecera de la cama e intentó despertar a la muchacha con más energía que antes.
-¡Despierta, Sophie, por favor! ¡No te quedes dormida! – exclamó Charles.
Ante los gritos de su cuñado, Sophie abrió los ojos de nuevo y sonrió suavemente.
-Dile a Ron... que tuvimos una hija preciosa... díselo – susurraba.
-¿Qué estás diciendo? – preguntaba Charles con miedo.- Debo encontrar un hechizo para detener esa hemorragia.- y nerviosamente pasaba las páginas del libro, sin muchos resultados.
-Llévasela a él... – decía Sophie con lentitud, haciendo un gran esfuerzo para unir las palabras.- Y dile a Hermione... dile a ella, que cuide de Lilibeth cómo si fuera su hija...
-No. Estás hablando como si no pudieras criarla tú – gritó Charlie desesperado.- Sophie no te rindas, voy a encontrar el hechizo.
-Charles... gracias por cuidar de mí... te quiero mucho – dijo Sophie mientras las lágrimas acudían a sus ojos.- Dile a Ron que siempre lo amé... a pesar de que él no llegó a hacerlo... dile... dile que esta niña... es mi prueba de amor.
Y no volvió a hablar más. Charlie miró atónito como la vida de la joven se le escapaba de las manos y comenzó a llorar, aunque aguantándose las ganas de explotar en ese minuto. Se arrodilló junto a la cama, donde la bebé, al sentir el miedo y el dolor del momento, también lloraba fuertemente. Tomó entre sus brazos a esta última y zarandeó con energía los hombros de Sophie.
-¡¡No, Sophie, no te puedes ir!! – exclamaba Charles entre sollozos.- No puedes dejar a Lilibeth sola... no nos puedes dejar solos.
Estaba destrozado. Por primera vez se había dado cuenta de que quería a esa mujer más de lo que pensaba. Tomó su mano entre la suya y la acarició con su pulgar. Miró entonces el diario de vida tirado en el piso de la habitación y lo levantó con las manos aún temblorosas. Luego volvió a mirar a Sophie y con profunda tristeza, exclamó:
-Haré lo que me has pedido, se la llevaré a Ron – dijo mientras nuevas lágrimas inundaban sus mejillas.- Pero si él no la acepta o reniega de ella, te juro, Sophie, que yo me convertiré en su padre.
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Sentados en la oficina de Lionel Grant, un médico amigo de San Mungo, Harry y Úrsula esperaban pacientes los resultados de la poción reveladora, que les diría cómo se hallaba el bebé que la chica llevaba en su vientre. Cinco meses de embarazo tenía Úrsula en ese momento; cinco meses de grata espera para Harry e ingrata espera, en el sentido físico, para Úrsula. Desde simples mareos, hasta vómitos en las mañanas tuvo que soportar desde el primer mes de gestación. Harry la animaba diciéndole que todo aquello terminaría pronto y que él estaría ahí siempre para apoyarle en lo necesario.
-Bien, aquí están los resultados – dijo Lionel cuando se sentó frente a ellos en el escritorio, con gesto serio y mirada sombría. Pasó un momento en el más completo silencio, que los puso algo rígidos y nerviosos.
-Dínoslo pronto, Lionel – pidió Harry con vehemencia.- Por tu mirada parecería que algo anda mal.
Lionel entonces cambió su expresión a una más plácida y sonrió.
-No pasa nada, Harry – explicó.- su bebé está en muy buen estado. Lo dice el color de la poción.- mostró entonces una botella llena de un líquido rosado, al tiempo que la agitaba en el aire.
-Casi me dio un ataque al ver tu cara – bromeó Úrsula, más calmada después de las declaraciones del médico.
-Lo siento, no quise asustarlos.- se disculpó Lionel con una sonrisa.- Bien, como ya os lo he dicho, el bebé está muy bien, sólo tienes que seguir la dieta que te he dado al pie de la letra y beber de esta poción que te voy a dar ahora, Úrsula, cuando te den náuseas.
-Gracias, Lionel – dijo la chica, tomando la mano de Harry y apoyando la otra en su vientre.
-Sí, muchas gracias Grant – agregó Harry poniéndose de pie.- Ahora nos vamos.
Salieron de la oficina despidiéndose antes de Lionel y recibiendo la poción que les había recetado. Estaban más que felices, radiantes, expelían alegría. Decidieron entonces ir hasta el ministerio de magia para contárselo a Hermione, que se ocupaba en esos tiempos del trabajo que antes realizó Úrsula.
-¿Cómo va ese embarazo, niña? – preguntó Hermione cuando los vio aparecer en la puerta de su propia oficina.
-Muy bien, Herm – contestó Úrsula.- El doctor Grant dice que sólo debo seguir su dieta y tomarme esta poción para los mareos.- señaló la botellita transparente que sacó de su bolso, la cual contenía un líquido amarillento, parecido a la miel es especidad.
-¿Y qué crees que sea? – preguntó Hermione con curiosidad, mirando el pequeño estómago de su amiga.
-No lo sé... Harry quiere que sea varón.- respondió Úrsula mirando de reojo a su marido.
-Es la opinión de todo hombre – agregó Harry sintiéndose aludido.
-Será mujer.
La voz de Françoise desde el escritorio de la esquina, los sobresaltó un poco debido a lo repentina que fue. Úrsula la quedó mirando, entre sorprendida y escéptica. Ya no le molestaba su presencia, tampoco la había despedido por el altercado que tuvieron meses atrás, por que decidió darle una segunda oportunidad y confiar en su capacidad laboral, y Françoise se lo estaba demostrando con creces, sin meterse demasiado en su vida y sin tener demasiado contacto con Harry.
-¿Por qué dices que será mujer? – preguntó Harry al cabo de unos segundos.
-Por la forma de la barriga de la señorita – dijo Françoise. Ante la incrédula mirada de sus congéneres, agregó:- tiene la panza ligeramente puntiaguda, y eso quiere decir siempre que el bebé será mujer.
-Lo siento, Harry – exclamó Hermione desde su asiento.- parece que no podrás tener el varoncito que deseabas.
-¡Qué más da! – opinó Harry.- Si al final, igual será mi hijita querida.- Entonces acarició el pequeño vientre de Úrsula, mientras ella pasaba sus brazos alrededor de su cuello.
En ese instante, apareció Ginny en la oficina, algo azorada pero radiante. Traía en sus manos un pequeño papel ligeramente arrugado.
-¡Ha pasado el primer examen! – gritó de pronto.
-¿Quién, Ginny? – preguntó Harry, respondiendo a las interrogantes de los demás presentes.
-Draco... ha pasado el primer examen con éxito – respondió la pelirroja con evidente alegría.- Ya le queda poco para que le aprueben la postulación a Wizengamot.
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-Felicitaciones pog el gesultado del examen, Draco – dijo Constance cuando vio entrar a Draco en su despacho.- Sabía que logragía su cometido.
-Gracias, señorita Bonacieux – respondió Draco con gesto amable.
-Constance, Draco... dígame Constance – dijo la mujer acercándose a él y arreglándole la corbata con cierta frescura.
-Lo siento... Constance – dijo Draco un poco nervioso por lo que hacía la mujer.- Ahora me queda poco para volver a Inglaterra con mi título del Wizengamot.
-Oui, je sais – dijo Constance volviendo a sentarse en su silla.- Pego, ¿no le integesagía quedagse aquí un tiempo más, paga aplicag su título en el Ministegio de Magia de Fgancia?
-No lo creo – respondió Draco al instante.- Tengo asuntos muy importantes que resolver en mi país.
-¿Qué podría seg más impogtante que un buen tgabajo en el Ministegio? – preguntó Constance cruzando sus largas piernas una sobre la otra.- Yo le podgía dag muy buenas gecomendaciones.
Siempre era así, insinuante y atrevida, pero se iba con cautela, tanteando el terreno antes de pisar en él. Draco intuía que algo se traía entre manos, pero no estaba muy seguro. De ahí su deferencia hacia ella.
-Muchas gracias, señori... digo, Constance – dijo Draco amablemente.- Pero le aseguro que podré desempeñar muy bien mi trabajo en Inglaterra, que es dónde me interesa estar.
Constance volvió a ponerse de pie. Se acercó rápidamente a Draco y acarició uno de sus largos y fuertes brazos con una ancha y cínica sonrisa.
-No despegdicies las opogtunidades que te estoy dando – dijo Constance en tono desafiante.- Aprovecha esta opogtunidad, pog que eges uno de los pocos hombges que he conocido que goza de toda mi confianza y todo mi apoyo.- acercó su otra mano al hombro derecho del rubio, sin dejar de mirarlo fijamente a los ojos. Por un instante, Draco no supo cómo reaccionar; se empeñaba en volver a la realidad, pero la embriagante voz de Constance, lo hacía volar en sus ensoñaciones.
-Constance...
-No, no me integumpas, Draco – dijo de pronto la mujer.- Yo podgía ayudagte a llegag muy lejos, si quieges.- se había puesto tan cerca de él, que ahora Malfoy podía sentir su aliento perfumado de canela y té en las narices. Tan veloz como una gacela, Constance arrebató de su cuerpo la chaqueta de Draco y se atrevió a rozar su cuello con sus labios. Los sentimientos de Draco se estaban contraponiendo entre sí. Su parte racional le decía que debía parar en seco aquella escena, aunque siendo lo más caballero posible; mas su parte corporal estaba disfrutando cada movimiento sensual de parte de la chica.
-Si quieges... –continuó Constance.- podgía hacer que te den el puesto de jefe del Wizengamot aquí en el Ministegio.- sus dedos eran hábiles y ya habían conseguido desabrochar la mitad de los botones de la camisa de Malfoy. Lo condujo diestramente hasta el sofá que había en la oficina y lo recostó con cierta fiereza en él, para luego incorporarse sobre sus piernas y comerle a besos su cuello y su pecho. Al principio, la parte corporal de Draco iba ganando la contienda entre sus sentimientos y sus manos también se deslizaron por la cintura de Constance, hasta quitarle la apretada chaqueta que llevaba encima. Era irresistible, seductora, extasiante. Su cuerpo le pedía más contacto físico, más acercamientos. No supo cómo se encontraba ahora sin su camisa y con la bragueta de los pantalones a medio camino. Ella también se había quitado su blusa, ¿o había sido él quien se la quitara? No lo sabía... mas cuando todo ya tenía un final premeditado, Draco miró por la ventana del edificio, en una fracción de segundo y observó a una pequeña pelirroja que se consumía en su quizás interesante lectura, detrás de su ventana, sin darse cuenta de la presencia de nadie, y su parte racional salió a relucir de nuevo. Miró entonces a quien tenía encima, su larga y ondulada cabellera rubia y asió sus brazos con firmeza, alejándola de sí.
Constance lo miró también, con expresión sorprendida y exclamó:
-¿Qué pasa, Draco?
-Pasa que no quiero... – dijo muy decididamente.- No quiero llegar lejos si es de esta manera.
La chica entonces cambió su expresión sorprendida, por una de mucha indignación y se puso de pie rápidamente, colocándose la blusa con furia.
-Muy bien, señog Malfoy – exclamó indignada.- Pensé que segía más gazonable, pego veo que me equivoco... haga lo que quiega, pego yo misma me ocupagé de que su carrega no sea como usted quiege.- abrochó su blusa y se calzó la chaqueta rápidamente.- Ningún hombge se bugla de mí, señog Malfoy.
Draco se había puesto de pie también, y se arreglaba las ropas con destreza.- No se preocupe por mí, señorita Bonacieux, que siempre he sabido valérmelas por mí mismo. – dijo, y salió rápidamente de la oficina, dejando a una ofuscada Constance con la palabra en la boca.
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Dos días más tarde, Hermione llegaba a su casa después de un intenso día de trabajo. Quería ver a su hijo Matthew y sobre todo a Ron, quien le había prometido cuidar de él en el día. Las cosas con el pelirrojo habían mejorado mucho desde que se casaran Harry y Úrsula. Ahora compartían todo su tiempo en cuidar del pequeño Matthew y de darse sus propios gustos como pareja, yendo al cine, a comer o simplemente a caminar, en donde se contaban todo lo que les había sucedido en esos cinco años de ausencia. Hermione sabía de la existencia de Sophie, por lo que no le había sorprendido que Ron le hablara sobre ella. Pero los celos a veces le ganaban la partida y trataba de cambiar el tema. Ron también sabía algo de la vida de casada de Hermione con Víctor Krum, pero a diferencia de ella, Ron no soportaba mucho rato el escuchar sobre el búlgaro. Matthew por su parte, se había acostumbrado a la compañía del pelirrojo. Ya no le miraba feo, no se ponía a llorar cada vez que él besaba a Hermione, ni le tiraba el cabello cuando Ron lo tomaba en brazos. Era el vivo retrato de Víctor, con algo de su hosco carácter, pero la parte del carácter de Hermione que había en el pequeño, se sobrepuso al de Krum.
Abrió la puerta de la casa y le sorprendió no escuchar ningún sonido dentro de ella. Dejó el bolso en el sillón y caminó hasta el dormitorio, para saber si Ron se hallaba ahí o en otra parte. Al instante comprendió por qué la casa se hallaba tan silenciosa. En la cama se hallaba el pelirrojo desparramadamente dormido, con un brazo debajo del pequeño cuerpo de Matthew, que dormía profundamente enrollado en su mantita beige, con el biberón colgándole de su boca. Se veían tan tiernos, que Hermione sólo atinó a sonreír y se recostó en la cama junto a Ron, cerrando los ojos, sin querer despertarlo.
Pasados unos minutos, la puerta de entrada se estremeció bajo los golpes de alguien detrás de ella. Ron despertó con el sonido de la madera en sus oídos y observó que Hermione dormía a su lado. Haciendo malabares para no despertar a ninguno de los dos, se levantó de la cama y caminó un poco soñoliento hacia el living. Volvieron a golpear la puerta.
-¡Voy! – exclamó sin ganas.- Ya abro.
Se quedó muy sorprendido al ver que detrás de ella estaba su hermano Charlie, parado con un bolso de mano y un pequeño bultito entre sus brazos.
-¡Charles! – gritó Ron.
-Hola Ron – saludó su hermano, sonriendo forzosamente.
-Pasa, pasa... – le indicó el pelirrojo, abriéndole paso hacia el living.- ¿Qué te trae por acá? ¿No me digas que mamá quiere hacer reunión familiar?
-No, no es eso – respondió Charlie, pausadamente. Ron entonces cambió su expresión a una más seria.
-¿Tiene algo que ver con Sophie? – preguntó ceñudamente.
-Sí – respondió su hermano. Descubrió entonces el bulto que llevaba en sus brazos, y Ron pudo darse cuenta que se trataba de un bebé.
-¿Es tu hijo, Charlie? – Ron no estaba seguro de lo que acababa de decir. Algo en su interior le decía que su respuesta sería negativa.
-No, Ron – respondió Charlie.- Esta es Lilibeth... tu hija.
-¿Tu hija, Ron? – la voz de Hermione en la esquina de la habitación, lo tomó de sorpresa. Al instante, volteó a verla y observó su rostro serio y atónito. Llevaba a Matthew en sus brazos, quien aún dormía.
Ron no sabía qué decir. ¿Su hija? ¿Sophie estaba embarazada? ¿Desde cuándo? Eran demasiadas las preguntas, y muy confusas las respuestas. Miró con detenimiento a la bebé. El suave cabello pelirrojo que se esparcía en cabeza como pelusitas, se parecía mucho al suyo; y sus ojos, sus pequeños ojos abiertos al máximo para captar todas los colores y formas que la rodeaban, eran tan azules como los suyos. Se puso de pie, pero cuando quiso hablar, las palabras no le salieron...
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Hooooooooooaaaaaaaaa!!!!! C'est fini... este capítulo. Espero que les haya gustado ¿Muchos bebés? Sorry, pero no sé que me ha dado con la maternidad estos días, ahora que sé que tendré dos hijos, un niño y una niña... jejeje, no pregunten cómo sé, sólo sé que lo sé...
Bueno, aquí van los reviews:
annafreey: siento decepcionarte, pero la muerte de Sophie estaba planeada con anticipación. En todo caso, Draco ya mandó a la China a esa rubia idiota que le puse de tutora... ¡¬¬ caliente, no más! ^^ Jejeje, bueno, espero que te haya gustado este chap... see you, Tanina Potter.
SaraMeliss: Paso a explicar... Talca es una ciudad de Chile, que queda al Sur de la capital, Santiago. Bueno, se dice Holanda, ¿qué Talca? Para preguntar: Hola, que tal... pero es un dicho meramente chileno, y de los bajos fondos... jejeje. No pesques. No creo que la rubia esa sea problema para Draco y Ginny, ya que como viste el rubio ama demasiado a la pelirroja como para ponerle el gorro... además no me quiero enredar tanto en cinco capítulos. Bueno, espero que te haya gustado el capítulo. Saludos, Tanina Potter.
mione grint: Holis... lo de Charlie y Sophie no era tan idea tuya como creías, pero el pobre de Charlie se quedó sin Sophie... T_T, pero don't worry, que en mi fic nadie se queda solo... quizás la escritora, pero ninguno de los personajes se queda sin pareja. AH! Si queremos ir a la boda de Ron y Hermione, tendremos que saber calmarnos, por que te aseguro que cualquiera de nosotras se le tira encima al pelirrojo en medio de la ceremonia ^^U. Jejeje, nos vemos y sigue con tus fics que están MUY buenos. Saludos, Tanina Potter.
Jose: ¡¡Qué no te dé pena!! Draco es lo más fiel que existe en el mundo... (tanto, que ni yo me lo creo) Bueno, lo de escribir rápido va a ser un poco difícil, ya sabes, por lo de la U, pero lo intentaré... Saludos, Tanina Potter.
Luny: Primero que todo... ¿¿¿me puedes explicar qué significa realmente una "Mary_sue" y un "Gary_stu"??? Disculpa mi ignorancia, pero he oído esos términos y aún no entiendo bien qué significan. Me interesaría tu ayuda en una muerte, pero sería mejor que me escribieras al e-mail o me dieras el tuyo, por que no quiero que las demás se enteren hasta el final del fic. Y tampoco te tienes que ir de boca con las demás, ¿eh? Saludos, Tanina Potter.
Vale: qué bueno que estés bien. Menos mal, por que caerse de un caballo no es ninguna gracia... y bueno, entiendo eso de los computadores, a veces les da la maña y no hacen nada productivo. Bueno, saludos, Cuídese. Tanina Potter.
Lily4ever: ^^U De nada, recuerda que siempre estoy dispuesta a ayudarles en lo que quieran. Ya pasé tus preguntas en el capítulo de Sirius... (¡¡¡Qué me salió bastante largo, por cierto!!!) pero bueno, espero que te guste este cap. Saludos, Tanina Potter.
Lil Granger: ¿sabes que no he visto el video de los Café Tacuba? Me guié por lo que decía la letra y me encantó. Pero no pensé en que estaba cantando con ellos... por que si es verdad que yo era Eleanor... ^^U, la verdad es que me imaginaba a mi próximo grupo musical, que por cierto aun está en veremos y que está compuesto por tres primos míos y yo, (de ahí que se parecieran entre sí) Sobre Matthew... jejeje, es bastante celoso, pero como todo niño pequeño cuando ve a su mamá con un desconocido. Y sobre la palabra "soponcio"... mmm... no sé si será universal, pero la escuché en una teleserie venezolana y me gustó mucho (En "Mi gorda bella") Bueno, nos vemos, cuídate mucho, Tanina Potter.
Lily McGonnagall: pues... no soy la rubia despampanante... por que no tengo nada de rubia, ni nada de despampanante... jejeje ^^U Era la cantante, Eleanor. Por cierto, no lastimaré a Ginny, así que estate tranquila y bueno, acertaste con tu segunda opción: la muerte de Sophie... Llorona, ¿cierto? Jejeje, parecía de teleserie mexicana o venezolana... siento que no pudieras leer la fiesta, pero tengo que resumir todo ahora que me quedan cinco míseros capítulos, donde se centra toda la acción de la historia. Bueno, gracias por los ánimos y saludos, Tanina Potter.
Bueno... ¿creían que todo era miel sobre hojuelas? Nooooooooo!!!!! Ahora van a ver lo que es la maldad y la desconfianza centrada en una sola persona. Muajajajajajaja!!! ^^U
Atte. Tanina Potter
**Miembro de las RON4EVER**
Ronnie is the best and will be the best forever.
