Hola a todos... bien, el título del capítulo está en latín y significa "ahora y en la hora de nuestra muerte"... ya verán por qué. Atte. Tanina Potter.

Capítulo 29: NUNC ET IN HORA MORTIS NOSTRE.

Sentado en unas de las pocas banquetas que quedaban en el parque se hallaba Ron junto a su pequeña hija Lilibeth. Se había quedado mirando a los niños que jugaban en los columpios, pensando en aquella realidad que se le venía encima. Tener un hijo propio era algo duro, cargado de responsabilidad, pero muy gratificante a la vez. Su niña era la más linda de todas, según él. Era lo mejor que le había pasado... Matthew también era como su hijo, pero el hecho de que fuera biológicamente de Krum aún le molestaba. La rabia que sentía por aquel tipo se hacía presente cada vez que compartía el lecho con Hermione. El saber que él la había tenido entre sus brazos antes, que le había despojado de su virginidad primero que él y que juntos habían concebido un niño, lo sacaba de quicio. Pero la rabia no le duraba mucho... los recuerdos de Sophie aún no se alejaban de su cabeza. No podía olvidar que él también había disfrutado la vida junto a una persona que específicamente no era Hermione. Y más ahora que tenía entre sus brazos a una niña que le recordaba tanto a ella. Se veía tan bella con los ojitos abiertos, escudriñando todo a su alrededor, sacando las manitos por entre las mantas y percibiendo el aroma de ese mundo nuevo al que había llegado.

-Tú deberías estar durmiendo, Lil – le dijo Ron sonriéndole con afecto.

Como era de esperarse (ya que tenía sólo siete días de vida) Lilibeth no lo miró a los ojos, si no que siguió viendo el paisaje y haciendo globitos de saliva con la boca. Un hombre se acercó hasta ellos y saludó al pelirrojo.

-¿Qué tal, Ron? – dijo.

Ron levantó la cabeza y vislumbró a su hermano frente a él.

-Hola, Charles, ¿de paseo? – preguntó Ron.

-No exactamente – dijo Charlie y se sentó en la banqueta junto a su hermano.- Vengo del ministerio, de dejar a Françoise... fuimos a esa cosa muggle que llaman cine.

-Mira tú, ¿eh? – dijo Ron, sonriéndole pícaramente.- ¿Te gusta la chica?

-Mmm... puede ser, puede no ser... – respondió Charlie ahogando una risita.- Diría más que puede ser.

-¡Qué bien! Me alegro por ti... – dijo Ron.

-Y tú, ¿qué haces por aquí? – preguntó Charlie.

-Nada... estaba paseando con Lil y pensando en... – Ron se detuvo un momento. Sabía que su hermano aún no le perdonaba el hecho de que hubiera dejado a Sophie sola, mientras ésta estaba embarazada.

-¿Pensabas en Sophie? – preguntó Charlie.

Ron se lo quedó mirando, extrañado. ¿Tanto lo conocía?

-En ella pensaba... – respondió Ron.- A pesar de todo, no me la puedo sacar de la cabeza.

-Yo tampoco.- agregó Charlie. Antes de que Ron pudiera preguntarle algo, él continuó.- ¿Quieres despedirte de ella?

-¿A qué te refieres? – preguntó el pelirrojo.

-A que te puedas despedir de ella frente a frente... más bien frente a su tumba.- aclaró Charlie.

Ron lo miraba aún con cara de extrañeza.

-Françoise me ha dicho que pondrán un traslador detrás de un negocio de calzados que hay en la avenida central... te hará bien, créeme. – agregó su hermano.

-No lo sé, Charles – respondió Ron.- Por un lado, quiero pedirle perdón con todas mis fuerzas, pero no sé si tenga cara para hacerlo... ¡le hice tanto daño!

-Eso no te lo niego, Ron – dijo Charlie con expresión seria.- Pero sé que te ella te amaba lo suficiente para perdonarte lo le que hiciste.

-Sí... eso creo. – acotó Ron.

Se levantaron los dos al mismo tiempo y se llevaron con ellos a la niña, que había decidido cerrar los ojos y dormir en aquel momento. La avenida central estaba a unas pocas cuadras del lugar y pronto pudieron ver el local de calzados del que hablaba Charlie. Dos personas más estaban en el lugar, buscando el objeto viejo que les serviría para desplazarse hasta un lugar tan lejano como Rumania.

-Buenos días – dijo un hombrecito encorvado que arrastraba su larga barba gris hasta el piso.- ¿Van a viajar con la pequeña?

-Sí – respondió Ron.- La protegeremos bien.

-¿Dónde están las madres de estos días para cuidar a sus hijos? – preguntó indignada una mujer regordeta de aspecto huraño que estaba agachada buscando entre los escombros.

-Está muerta – respondió Ron. Su voz parecía lejana, como si no fuera la suya. La mujer detuvo su búsqueda y se los quedó viendo con expresión arrepentida.

-Lo... lo siento mucho – se apresuró a decir.

-Descuide – objetó Charlie. Miró en derredor y reparó en una rueda de triciclo bastante abollada, que de seguro sería el traslador del que le había hablado Françoise. – Aquí, está – dijo, haciendo que los demás detuvieran su búsqueda. Consultó su reloj – nos quedan treinta segundos.

Todos se acercaron hasta él y tomaron la pequeña circunferencia. Ron aprovechó de sujetar bien a Lilibeth y esperó. Luego, como si una fuerza fuera de lo común lo tomara del ombligo, el pelirrojo sintió que volaba y se aferró más enérgicamente a la niña. El mundo se volvió una mezcla de colores y formas que más se parecían a los intentos de dibujo de Matthew y después de unos segundos, notó que su cuerpo caía pesadamente de espaldas sobre suelo pastado. Miró a Lilibeth y comprobó que ella ni se había inmutado. Cómo si todo fuera tan normal la niña respiraba lenta y profundamente, invadida por el sueño.

-Mira dónde estamos, Ron – dijo Charlie de pronto.

Ron volteó y se sorprendió de sobremanera. Eran los campos donde llevaban a los dragones cuando estaban enfermos o donde varias veces habían tenido que examinar a Mandy por sus dificultosos embarazos. A lo lejos pudo distinguir el local de comida donde había conocido a Sophie. Se puso de pie y se quedó un rato anonadado, recordando viejos tiempos. Había pasado casi un año desde que se fuera, pero el sólo hecho de evocar ese momento le producía un dolor en el pecho.

-Vamos, no hay que perder tiempo – dijo Charlie, tirando de la chaqueta de su hermano y sacándolo de su ensimismamiento.

-¿Dónde la tienen? – preguntó Ron sin mirar a su hermano a los ojos.

-Muy cerca – respondió Charlie.- Es un lugar muy hermoso.

Caminaron a paso rápido por el campo y desviaron su ruta antes de llegar a las cocinerías. Poca gente se veía a su alrededor y la música había cesado. Cuánto dolor le producía el recordar la música del primer encuentro, de ese baile Rumano que lo había invitado a bailar Sophie. Aún se sentía tonto por los descoordinados pasos que hacía. En la cima de la colina más próxima se alzaba un sauce llorón, rodeado de margaritas blancas. Bajo su sombra, y adornada con cientos de rosas amarillas, se hallaba la tumba de Sophie.

"Sophia Elizabeth Adams"
1981- 2003

"De entre las estrellas del firmamento, tú eres la que siempre iluminará nuestros caminos" leyó Ron en el epitafio de la lápida. Y no pudo contenerse.

-No tienes idea de lo miserable que me siento – dijo Ron, dejándose caer de rodillas en la hierba, con Lilibeth aún en sus brazos. Los ojos se le anegaban de lágrimas.- Nunca quise hacerte daño, Sophie, te lo prometo... pero soy un completo imbécil.

-Cálmate, Ron – le dijo Charlie, poniéndole una mano en su hombro.

-Es cierto, Charles – dijo Ron con pesadumbre.- Nunca la valoré como se lo merecía, nunca estuve con ella cuando me necesitó... debe de odiarme.

-Te aseguró que jamás podría odiarte.- le aclaró su hermano.

-Sophie... no sabes cuánto te quise, pero lamento no haber podido amarte. – dijo Ron, limpiándose las lágrimas que caían ahora por su rostro.- Gracias por todo... gracias por darme los momentos más felices de mi vida... gracias por darme un regalo tan lindo como Lilibeth. Seré el mejor padre para ella, te lo prometo... pero perdóname por todo lo malo que te hice o que te pude haber hecho... perdóname por favor.

La brisa los envolvió y cientos de pétalos blancos se dejaron llevar por el viento. Una potente sensación de paz invadió a ambos hermanos. Se quedaron unos momentos más contemplando la lápida, hasta que Lilibeth despertó de su sueño y comenzó a llorar. Ron se acercó a la piedra fría y la besó, cerrando los ojos. La pena había desaparecido por unos momentos y se sintió mejor. Poniéndose de pie, besó a su hija en la frente y caminó junto a Charlie, quien limpiaba su húmeda cara con una mano. El traslador con forma de rueda seguía en el mismo lugar, dispuesto a un nuevo viaje.

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Sentados entre los azules almohadones de la casa, Harry y Úrsula miraban las ecografías de su hija nonata. Estaban tan contentos, tan completos... sólo les faltaba el que ella naciera. Después de dejar a Hermione, habían decidido tomarse la tarde para ellos dos... perdón, para los tres. La barriga de Úrsula crecía lentamente, con casi seis meses de gestación, la espera se les hacía insoportable. Pero ahora, al ver las fotografías de su bebé, podían esperarla con más tranquilidad.

-No puedo creer que eso tan pequeñito sea nuestra hija – dijo Úrsula mirando las ecografías.

-Ahí están las manitos, ¿ves? Y las piernecitas... – decía Harry enseñándole a su esposa algo de lo que había aprendido en su carrera de medimago. – Se ve tan tranquila.

-¡Mira como se chupa el dedo! – exclamó Úrsula sonriendo ampliamente.

Las fotografías tenían el poder de moverse según como lo hiciera la bebé en el vientre de Úrsula.

-Nunca creí que mi sueño se volviese realidad – dijo Úrsula de pronto.

-¿A qué te refieres? – preguntó Harry, extrañado.

-A esto... – respondió Úrsula.- A tenerte aquí conmigo, esperando a nuestro propio hijo... no sabes cuanto soñé este momento cuando tú ni me tomabas en cuenta.

-Pero, ¡Si yo siempre te tomé en cuenta! – exclamó Harry entre risas, besando suavemente a la chica.

-No seas mentiroso... – rió Úrsula.- Yo derritiéndome por ti y tú... bien gracias.

-Bueno, eso era antes de sacarme la venda de encima.- aclaró Harry.- Ahora soy el hombre más feliz de la tierra... tan feliz que quisiera gritar...

-¿Gritar? – preguntó Úrsula.

-Sí, gritar que te amo – se puso entonces de pie.- Gritarle al mundo... ¡¡¡YO AMO A ÚRSULA BRODERICK!!! ¡¡¡LA AMO CON TODAS MIS FUERZAS!!!

-Ya, tonto... siéntate – le pidió Úrsula, riendo alegremente. Se besaron otra vez.- Yo también te amo.

Sus besos eran tan tiernos y amorosos que Úrsula hubiera dado su vida entera por no despegarse de él ni en mil años. Pero nada dura todo lo que uno quiere. Los golpes en la puerta los sacaron de su "pololeo". Harry se puso de pie, dispuesto a abrir. Era Ginny.

-Ha-Ha-Harry... – balbuceó y comenzó a llorar desconsoladamente. Harry la abrazó y la hizo entrar.

-¿Qué pasa, Gin? – preguntó el chico, mirando a Úrsula por encima de la pelirroja cabellera de Ginny con extrañeza.

-Draco.- respondió Ginny.

-¿Draco? ¿Qué le pasó a Draco? – preguntó Úrsula poniéndose de pie y acercándose hasta ellos. Ginny se separó de Harry y abrazó a su amiga.

-Es un imbécil – declaró Gin.- Me estuvo mintiendo todo este tiempo.

-¿Qué quieres decir? – preguntó Harry.

-Me engañó, Harry... – dijo la pelirroja, posando sus ojos llorosos sobre Potter.- Volvió a Inglaterra por que no pudo con la culpa.

-¿La culpa?

-La culpa de engañarme con una francesita desabrida que se encontró por allá.- y lloró todavía más fuerte.

-Pero... pero, ¿cómo te enteraste de aquello? ¿Quién te lo dijo? – preguntó Úrsula anonadada.

-¡¡La misma tipa!! – exclamó Ginny, pateando el suelo.- La misma tipa que se atrevió a seguirlo hasta acá.

Harry y Úrsula se miraban sin decir nada. Ginny lloraba desconsoladamente en el hombro de Úrsula. El silencio se hizo completo. Hasta que volvieron a tocar la puerta.

-Yo voy – dijo Harry. Aunque no hacía falta que lo dijera, Úrsula no podía moverse del lugar con Ginny encima.

Harry miró por la ventana. Un chico rubio se paseaba frenéticamente afuera, esperando que le abrieran.

-Es Draco – dijo Harry. Ginny volteó la cabeza y lo miró con desesperación.

-No quiero verlo... no le abras.- le pidió la pelirroja.

-No se irá, ya me ha visto.- declaró Harry.

-Ven, siéntate.- le dijo Úrsula a la pelirroja.

Ginny le hizo caso. Harry abrió la puerta entonces.

-Harry, ¿dónde está Ginny? – preguntó Draco desesperado.

-Draco... creo que...

Pero Harry no había terminado su frase cuando Draco se había puesto de rodillas frente a Ginny, quien se hallaba sentada entre los cojines de la sala.

-Gin, no le hagas caso a Constance... yo nunca te engañé.- declaró el rubio.

-¡¡Cállate!! – gritó Ginny.- No sigas fingiendo que es verdad lo que dices, no sabes mentir.

-Gin, escúchame...

-Draco, déjala tranquila.- le espetó Úrsula, quien lo miraba con seriedad.- No la hagas sufrir más.

-Gin, no sabes lo que pasó... yo nunca te engañé, ella dijo eso para hacerte enojar... ¿por qué crees que me vine? – preguntó Draco, pidiendo clemencia.

-No sigas, Draco.- escuchó la voz de Harry tras él y se volvió a mirarlo.- Ginny no quiere verte. Prometiste que no la harías sufrir y no cumpliste.- tomándolo de las ropas, Harry alzó a Draco hasta su barbilla.

-¡Suéltame, Potter! ¡No te metas en esto! – exclamó Malfoy. Cuando Harry lo soltó, él volvió a rogarle a Ginny.- Perdóname si te hice sufrir...

-¡Deja de mentir por favor! – pidió Ginny alzando la voz.- No sabes como te eché de menos, cómo esperaba tu regreso con ansias, ¿y qué haces tú? Engañarme con la primera mujer que se te cruza por el camino...

-¡No es cierto! – gritó Draco, tratando de acercarse a ella sin mucho éxito. Úrsula no lo dejaría por ningún motivo.

-Si es ciegto... – una voz femenina se acercó hasta ellos, entrando por la puerta abierta de la casa.- No sigas mintiéndole, Chéri.

-¡Constance, cállate! Sabes muy bien que nada pasó.- le dijo Draco poniéndose de pie y sujetándola con firmeza.

-Harry, saca a esta mujer de mi casa – dijo Úrsula de pronto. Harry se adelantó para sacarla de ahí, pero Constance se les escapó.

-¿Hagui? ¿Hagui Potteg? – preguntó Constance con su característico acento francés.

-El mismo... vamos, sal de aquí.- le espetó Harry.

-¡No, suéltame! – exclamó Constance. Su expresión cambió totalmente. Ahora la rabia se apoderaba de ella.- Egas tú el que vegdadegamente queguía veg.

Todos se miraron con extrañeza. ¿Qué demonios quería decir Constance con aquellas palabras?

-No llogues más, niñita idiota.- dijo Constance, mirando a Ginny.- Ya te puedes quedag con tu amogcito.

Ginny, entre sorprendida y enojada, alzó la voz.

-¡¡Vamos, vete de aquí antes de que te arranque los ojos yo misma!! – se puso de pie, dispuesta a asesinarla en cualquier momento.

-Cállate imbécil... tu noviecito ya no me sigve más. – respondió Constance, poniendo cara de asco.

-¿De qué estás hablando? – preguntó Draco, atónito.

-Es ciegto... – se acercó al rubio y lo besó en la mejilla.- Merci, Draco... contigo he conseguido lo que buscaba.- señaló a Harry.

-¿Qué tengo que ver yo en esta historia? – preguntó el chico de cabellos oscuros caminando hacia Úrsula. Ella se levantó y abrazó a su marido.

-Tú... que egues capaz de dejag moguig a alguien paga obteneg tu pgopia felicidad. – respondió Constance.

-¿Qué estás diciendo, loca? – preguntó Úrsula, enojada al ver que insultaban a Harry. Constance reparó en ella y sonrió maquiavélicamente.

-Úgsula... ¿ciegto? – preguntó la francesa.- También tú megueces la muegte.

-¡¡Cállate!! – gritó Harry.- ¿Quién demonios eres tú? ¿Qué quieres de nosotros?

-Haceg justicia.- respondió Constance.- Pog culpa de esta mujegcita, ma cousine pegdió la vida. Tú le echaste todo a pegdeg... ¡¡Tú la mataste!! (N/A: "ma cousine"= mi prima)

Vuelta loca, sacó una varita mágica de entre sus ropas, apuntando a Harry y Úrsula.

-Ella estaba aguepentida, ella te amaba Hagui... – continuó Constance.- Ma cousine te amaba, hizo todo lo posible pog que la pegdonagas, pego tú nunca quisiste escuchagla.

-¿De qué estas hablando? No conozco a tu "cousine" – declaró Harry.

-¿No te suena el apellido "Chang?" – preguntó Constance. A Harry se le cayó el alma a los pies.

-Cho...

-¡Sí, Cho Chang! – exclamó Constance con rabia.- La dejaste moguig... y me dejaste sin ma cousine. Pog eso tú y tu maldita mujeg tienen que moguig.

-¡No, baja esa varita por favor! – exclamó Harry, saliendo a proteger a Úrsula.- Ella se lo buscó, yo nunca le di más esperanzas... además murió por su propia maldición.

-¡¡No!! ¡No digas eso! Ma cousine estaba enamogada de ti, pego esta mujeg le quitó la vida... ustedes le agancagon la vida.

Silenciosamente, Draco se abalanzó sobre ella y quiso quitarle la varita, pero Constance se resistía con fiereza. Harry también la atacó, pero controlarla se les hacía difícil. De pronto, un haz de luz se esparció por toda la casa y Ginny dejó escapar un grito de terror. Harry volteó hacia el lugar de donde provenía el grito. Creyó que la pelirroja había sido alcanzada por el hechizo, pero lamentablemente se equivocaba. Cayendo lentamente por un borde de la biblioteca, Úrsula cerraba los ojos y se azotaba contra el suelo.

-¡¡¡ÚRSULA!!! – gritó Harry, viendo como la chica se desplomaba frente a él.- ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOO!!!

Dejó el forcejeo con Constance y corrió hasta ella. No reaccionaba.

-Úrsula... despierta por favor.- decía Harry mientras la tomaba entre sus brazos.- Úrsula, por favor, despierta... no me hagas esto, amor... ¡¡reacciona!!

-¡No puede ser! – gritaba Ginny, llorando y aferrándose a Draco, quien había soltado a Constance.- Harry, hazla despertar.

-Se lo meguecía – dijo Constance, alejándose de la escena, dispuesta a escapar. Ginny, enceguecida por la furia, se abalanzó contra ella.

-¡¡MALDITA IMBÉCIL!! – la agarró por el cuello y apretó con fuerza.- ¿¿Esto es lo que querías?? ¿Continuar con la maldición que le impuso la perdida de Cho Chang a Harry?

-¡Laissez-moi! – exclamó Constance con mucha dificultad, debido a las manos de la pelirroja sobre su cuello.

-Ginny, déjala... no merece que te rebajes ante ella.- le dijo Draco.

-¡No, no voy a dejar que se salga con la suya! – Ginny no escuchó los ruegos de Draco y sacó su varita.- Despídete de este mundo... "Intedemortis"

Otro haz de luz iluminó la sala y los gritos de Constance la llenaron por completo. Sintió como si una enorme mano apretaba su corazón y se dobló por la cintura, cayendo al suelo. Se agitó por unos instantes... hasta reventársele el corazón. Ahí se quedó inmóvil, sin vida... sin derecho a vivir.

-Úrsula, no puedes dejarme aquí solo – Ginny oyó que Harry seguía llorando por su mujer. Se acercó hasta ellos. Su amiga no reaccionaba.

-Harry, vamos... hay que sacarla de aquí.- dijo Draco, haciendo reaccionar al chico.

La levantó en brazos y salió de la casa, seguida de los chicos. Dejó que Malfoy condujera su automóvil. La llevaron a la primera clínica muggle que encontraron. No había tiempo que perder. La internaron de urgencia y Harry vio desaparecer la camilla por un iluminado pasillo sin fin visible. Se dejó caer en el suelo, apoyado en la pared y ocultó su cara entre las piernas. Ginny se sentó junto a él y siguió llorando desconsoladamente. Pero la peor parte se la estaba llevando Draco. Se sentía miserable... por su culpa había sucedido todo esto. ¿Qué acaso las desgracias no se cansaban de arruinarle la vida?

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Volvió a casa con Charlie y Lilibeth después de viajar dos veces en un día en traslador. Aún estaba mareado. Le había hecho bien visitar la tumba de Sophie, se sentía mejor, menos culpable. Ahora seguramente Hermione lo estaría esperando con las manos en la cintura, enojada por haber desaparecido toda la mañana. Le hacía gracia esa pose... se parecía mucho a su madre cuando lo hacía. Cuando se hallaron frente a ella, notaron algo extraño. Algo no andaba bien. La puerta estaba abierta hasta atrás y mirando con más detención, notaron que el desorden se extendía por ella. Entraron y se dieron cuenta de que no había nadie en la casa.

-¿Qué demonios...? – exclamó Ron, dándole la niña a Charlie. - ¡Hermione!

Buscó por toda la casa, pero no encontró ni a Hermione ni a Matthew. Sobre la cama de la habitación habían desparramado unos papeles. De repente escuchó un llanto... no era Lilibeth... era Matthew.

-¡¡Matthew!! – gritó saliendo de la habitación, seguido de su hermano Charlie.- ¡¡Hermione, ¿dónde estás?!!

Corrió hasta la puerta de atrás... y se quedó de piedra. Atada con varias cuerdas y montada sobre una escoba se hallaba Hermione, quien intentaba gritar pero se lo impedía la mordaza que llevaba en la boca. Un tipo se la estaba llevando junto con Matthew... quien lloraba desconsoladamente. El hombre lo miró con odio... No podía ser... Era Krum.

-Hermione, que... – balbuceó Ron, atónito.

-Vengo a llevarme lo que me pertenece – dijo Krum, antes de atacar a Ron con su varita.- ¡¡Expelliarmus!!

Ron fue lanzado con fuerza hacia atrás, cayendo entre los muebles de la cocina. Charlie se apresuró a sacar su varita, pero Viktor ya había desaparecido. Lilibeth lloraba con más fuerza que antes.

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(Todo un coro) ¡¡Aleluya, aleluya!!

Por fin, terminé... este capítulo. Creo que me alargaré un poco de lo que había presupuestado... pero sólo para hacer un epílogo. Ya las debo de tener aburridas de tantos enredos... U

Bueno... lo que estaban esperando...

REVIEWS:

S. Lily Potter: Hola... U lo de los papeles tenía que ver con las intenciones de Viktor Krum de ¡¡¡CONQUISTAR AL MUNDO!!! ("Son Pinky y Cerebro... Pinky y cerebro... uno es un genio, el otro no está cuerdo...") No... nunca tanto como eso, pero ya lo explicaré bien en el próximo capítulo. Gracias por el review, cuídate. Tanina Potter.

annafreey: oye, te hice caso y publiqué mi historia en fictionpress.com... pero le hace falta un poco de publicidad. Bueno, espero que te haya agradado este capítulo, disculpa la demora. Saludos. Tanina Potter.

SaraMeliss: Como pudiste darte cuenta, Draco no era el objetivo de Constance... era Harry. (Mi mente está cada día más retorcida... ) espero que la espera... (valga la redundancia) haya valido la pena. Gracias por el review. Saludos. Cuídate. Tanina Potter.

Lily4ever: Bueno... te explico = "Krum volvió y se va a llevar a Hermione y a Matthew con él" Espero haber aclarado tus dudas... si no, pregúntame no más... don't worry. Gracias por el review. Cuídate mucho. Tanina Potter.

eRgA: hola... bueno, estoy bastante ocupada con mis exámenes y trabajos en la U, pero siempre hay tiempo para las historias de Harry Potter. (aparte que ya volvió mi inspiración de unas largas vacaciones, jejeje U) No te miento, pero no he podido leer tu fic... ahora que suba este capítulo, bajo el tuyo y lo leo y en el próximo te dejo mi opinión, ¿¿¿Okey??? Bueno, gracias por esperar... Saludos. Tanina Potter.

Ichan: Gracias por el review... Mmmm... algo voy a hacer por tu petición. No desesperes. Tanina Potter.

Jose: ¡Qué bueno que te haya gustado el fic! Ahora le tocó el desquite a Harry, Úrsula y Ron... jejeje. Espero también que este capítulo te haya gustado. Saludos. Tanina Potter.

Lil Granger: ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!! XDDDDDDDDDDDDDDD ¡¡SÚPER CEJAS!! (Tanina se dobla de risa) Ay... ay... súper cejas... que genial. Ya me calmo. Gracias por el review... y por los buenos deseos acerca del libro. lo publiqué en www.fictionpress.com por si te interesa verlo. Tiene dos capítulos aún, pero ya subiré el tercero. Ojalá nos encontremos de nuevo en MSN... Cuídate mucho. Tanina Potter.

Lily-McGonagall: ...¿o debería decir "Ruri Granger"? Jejeje... gracias por la bienvenida a la HPS y por el review. espero que te guste (a ti y a Lucy McGonagall, mi prefecta de Ravenclaw) este nuevo capítulo. No me maten por hacerlas esperar tanto... Igual les cumplo. Saludos a las dos... espero también verte alguna vez los sábados. Son todos muy simpáticos. Suerte en todo. Saludos. Tanina Potter.

mione grint: aunque nos pese, hay que aceptar la realidad... Viktor volvió. Pero, don't worry... (be huggies) aunque no lo creas me diste una idea al decir que no le pasara algo a Harry y a Úrsula (Mi mente maquiavélica trabaja a mil por hora) pero prometo no ser tan mala con Úrsula... No te preocupes. Ahora voy a ver si puedo meterme a Internet sin que mi mamá me vea... XD. Chaolín. Saludos. Tanina Potter.

aurora malfoy: Thanks!! U Ese halago me dejó volando bajo... No sé si será el mejor fic, pero se hace lo que se puede. Intentaré escribirte. Saludos. Tanina Potter.

Bueno... es todo. Estoy feliz... tengo las entradas para HP3 y túnica nueva. U Nos vemos.

Atte. Tanina Potter.

Miembro de las "RON4EVER" y de la "Harry Potter Society" (casa de Ravenclaw)