Capítulo 2. "El Encuentro".
-Luna seguía caminando, cuándo de pronto se detuvo en seco al momento que era acometida por un pensamiento-.
Cuándo estés perdida, nunca sigas caminando, siéntate a esperar para que te rescaten.
-En eso estaba pensando y tratando de decidir si avanzaría o no, cuándo una voz masculina, le advirtió-: No te muevas o esa cabeza volará por los aires. -Quiso voltear hacia donde venía la voz, pero la voz sonó otra vez, con cierto tono mas peligroso que antes- Te digo que no te muevas.
-pero solo quiero verte, saber por que me amenazas- contestó la chica atemorizada.
Entonces al frente de ella apareció un hombre, lo primero que Luna vió fué el arco que el extraño tenía sumamente tensado, apuntando hacia su pecho.
En seguida aparecieron dos mas, también con arcos, con una vestimenta un poco extraña para su parecer.
-Pareces de la raza de los humanos.- le dijo el que parecía el cabecilla.
Era alto, muy alto, aproximadamente casi dos metros, cabellos largos hasta la cintura, rubios, de facciones muy bellas, ojos azules, de piel blanca, pero con cierto tono agresivo en su mirada, pero lo que más le asombraba era sus orejas, eran largas y puntiagudas. Cómo las de los elfos de la película que estaban grabando.
-Claro que soy humana, o es que pensaba otra cosa?- La pobre chica se encontraba desconcertada por la vestimenta, la apariencia física de éstos hombres, y de su vocabulario. No sabía que pensar.
-Amárrale las manos, Glorfindel- dijo el jefe.
-pero, esperen, un momento, por que me quieren atar las manos? Es que he hecho algo malo? Por favor, no ha sido mi deseo ocasionar problemas, esperen, no, me lastiman, mh,- quejóse la joven.
Al quedar atada, ése hombre le dijo: -me llamo Haldir de Lothlórien. Soy Capitán de la guardia armada de la dama Galadriel del bosque dorado de Lothlórien. Estás bajo arresto hasta no saber que buscas aquí, te encuentras en las proximidades de Ryvendell. El paso está prohibido para los humanos. Sigue a éstos hombres y no se te ocurra hacer nada inaudito por que yo iré tras de ti y te juro que antes de que te des cuenta, tu cuerpo probará mis flechas.- Diciendo esto, le amordazó la boca con un paño que llevaba consigo.
La pobre chica estaba asustada, no comprendía por que ésos hombres estaban vestidos así, y tenían esas armas y le amenazaban. Todo era tan parecido a la película dónde trabajaba ella, casi se sentía como si estuviera actuando en ella. Estaba desorientada, se sentía enojada, molesta. Su sangre hervía por la rabia de sentirse maniatada, pero ahora no podía hablar. Solo su cerebro trabajaba muy rápido tratando de asimiliar lo que le estaba ocurriendo. Pensaba que le estarían jugando una broma, como tantas otras veces lo había visto en el set, entre los actores, se bromeaban para relajarse un rato. Pues el trabajo era muy intenso. Pero esto ya se pasaba de tueste. Era el colmo. La habían lastimado suficiente las muñecas. Los nudillos le ardían, en la desesperación de tratar de safarse esas cuerdas tan extrañas. Hasta que se dió por vencida. Viendo que era inútil dejó las cosas así pensando que quizás después la broma terminara o si no era broma, al menos tendría una oportunidad de escapar. Se concentró en mirar hacia dónde se dirigían pues si quería escapar, tendría que intentar saber el camino. Así anduvieron un buen trecho caminando como dos horas. Hasta que llegaron a un árbol muy grande y alto. Ese hombre, el que se hacía llamar el capitán, les dijo algo a los otros en un idioma que ella no comprendió. De pronto ellos se fueron, con una rapidez asombrosa. Haldir se volvió hacia ella y le dijo:
"iremos arriba del árbol, te cargaré sobre mis hombros y no hagas movimientos bruscos, sólo déjate llevar, entiendes?"
Luna comprendió que sería mejor hacer lo que ése hombre tan arrogante decía pues la rabia que antes sentía se habían transformado en cansancio con el correr del tiempo y miedo por su seguridad. El la tomó de su tronco y la cargó poniéndola sobre los hombros. De pronto ella vió una escalerilla escondida por dónde el hombre pensaba escalar hacia la parte de arriba del árbol. Ella no comprendía para que el hombre quería subir a un árbol, por que no simplemente iba a una ciudad? Y se dejaba de cosas tontas? Sería mejor no pensar pues ya la cabeza le empezaba a doler, además le colgaba sobre el cuerpo del hombre sintiendo la presión de la sangre que agolpaba sobre sus sienes, aumentando así ese dolor de cabeza que cada vez se intensificaba mas.
Cuándo llegaron arriba, ella vió que se encontraba en una plataforma, con una cabaña o especie de casa pequeña. El la instaló dentro, prendió una pequeña chimenea, para prodigarse calor pues como para estas horas, ya la noche había caído ya y el frío se enterraba en el cuerpo calándolo hasta los huesos. Ella iba ligera de ropa pues su saco lo había dejado en casa del Sr. Bloom.
Haldir le retiró la mordaza de la boca, no sin antes advertirle que se abstuviera de gritar, pues nadie la oiría.
"Ahora, me responderás unas preguntas y luego te cambiarás de ropa"
"¿A que has venido a Rivendell? Le preguntó Haldir.
"No sé que lugar es ése.""Yo estaba perdida en este bosque, buscaba al Sr. Orlando Bloom, yo trabajo donde él graba la película. Seguramente usted lo debe de conocer. Ya que sus disfraces son muy similares".
"¿Disfraces? Yo no visto disfraces niña, ésta es mi ropa, la normal, la de siempre, acaso no viste a mis compañeros?
Yo soy Haldir, capitán de guardia de la dama del bosque dorado, mi Señora Galadriel. Y por favor, deja de decir sandeces."
"¿Sandeces? No, no, aquí el único raro es usted Hal... como quiera que se llame".
"¿Quieres fijarte en lo que dices? Aquí el jefe soy yo, no tu, no estás en posición de revelarte. Entiendes eso?"
"Pero ya me encargaré de que hables, por ahora te cambiarás que estás mojada y te enfermarás y no quiero entregarle un muerto a Elrond."
"¿Elrond? ¿Quién es ese Elrond?"Preguntó la pobre Luna que estaba mas desubicada que nadie en este mundo.
"Silencio mujer! Y ahora cambiate".
-En seguida Haldir le dio unas mudas de ropa que a su parecer estaban enormes, un pantalón de terciopelo negro, y una camisa de algodón y unas sandalias muy grandes para su pequeño pie.
"Te soltaré las manos pero no quiero que hagas tonterías.¿Entiendes?" Estás arriba de un árbol y no podrás escapar. A menos que desees romperte mas de dos huesos".
"Descuide Sr. No deseo lastimarme, no soy tan tonta"
Y Haldir le soltó las manos para que pudiera cambiarse de ropas que bastante falta le hacía.
Pero cuál sería su sorpresa que Haldir no le quitaba la vista, la hacía sentir incómoda.
"¿Acaso no puede voltearse? Por favor, necesito cambiarme", pero Haldir no le contestaba, pues estaba impávido mirándola, con una mirada extraña que la hacía sentir incómoda. Ella siguió el camino a dónde se dirigía la mirada de Haldir. Se petrificó cuándo se vió
lo que Haldir estaba viendo. La ropa que se le había mojado con la brisa que caía de los árboles, pues había llovido recientemente y su cuerpo se revelaba tenuemente a través de la tela, creando una serie de transparencias muy sutiles pero muy reveladoras. Sus senos se notaban con la blusa mojada ya que Luna estaba lo bastante bién proporcionada en cuanto éste aspecto. Ella se quedó helada pues ella era una joven que jamás había mostrado su cuerpo a ningún hombre. Quiso cubrirse con la camisa que tenía en las manos, y eso bastó para que Haldir, con la faz roja, y esa mirada en sus ojos, se volteara y caminara hacia la puerta. Salió no sin antes decirle que se cambiara en paz, que él estaría fuera haciendo unos arreglos.
Por fin salió y ella se apresuró a cambiarse de prisa, no fuera ser que Haldir regresara y la viera desnuda.
Pero que mirada tan extraña le dirigió Haldir, no supo descifrar lo que sintió. Sintió que se perdía en el abismo de sus ojos. Se puso la camisa doblando las mangas, hasta ajustarlas a sus brazos, luego el pantalón y ajustó el cintillo y las piernas las dobló para acortarlas y luego tomó una manta para darse calor. Quiso extender sus ropas para que se secaran aunque era inútil pues estaban muy maltratadas pues el bosque se había encargado de hacérsela girones, entonces decidió dejarlas dobladas en un rincón. Se sentó en un sillón que estaba cerca de la chimenea y quiso darse calor. Estaba desorientada y no sabía que hacer, parecía que su realidad, se estaba mezclando con fantasía, todo era como en la película, pero este hombre, Haldir, parecía estar muy seguro de que el real era el y no ella. Para ser una broma ya era bastante. Comenzaba a creer que en realidad, que esto era serio. Así estuvo pensando hasta que se quedó dormida en un suave letargo, en lo profundo del sueño sintió que era levantada, pero no podía despertar. Después creyó sentir que era cubierta con mantas y creyó ver una cara conocida, un hombre de cabellos rubios y largos se inclinaba sobre ella, algo le murmuraba pero no podía salir del sueño, sintió que se fue hundiendo en las oscuridades de su mente cansada y dejó que el sueño ganara.
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Quiero agradecer los comentarios de los reviews a mi maestra Vania Hepskins y a Zalantza Ariadne. Espero les siga gustando la historia.Atte. Reina Varda.