Capítulo 5.  Asombro.

     Mientras todo esto ocurría en el flet de Haldir, en Rivendell, Elrond ya había regresado y se encontraba sentado pensando en su próximo viaje, estaba feliz, pues pronto regresaría con su amada, Celebrian. Amaba tanto Rivendell que había sido su hogar por mucho tiempo. Pero también deseaba ver a su amada, si tan solo pudiera tener a los dos, su querido Rivendell y a su amada.. Estaba sumido en esos pensamientos cuando de pronto entró intempestivamente Elladan, uno de sus hijos gemelos.

"Padre, padre, ven a ver lo que sucede. Pronto padre".

"¿Que sucede hijo?, ¿Por que la urgencia en tu voz? Cálmate por favor. ¿qué sucede?".

"Ven, acompáñame afuera. Vamos al balcón. Mira lo que está cayendo".

Cuándo Elrond llegó al balcón, sus labios se entreabrieron queriendo hablar y no pudo articular palabra alguna. Su sorpresa fué inaudita.

¿Acaso los Valares habían escuchado sus plegarias tanto tiempo formuladas? No podía creer lo que estaba viendo. En todo Rivendell estaba cayendo el maná, igual que en las tierras imperecederas. Su corazón latía de suma alegría. La profecía se estaba cumpliendo. Esto tenía que saberlo Galadriel.

"Padre, ¿Acaso tu sabes lo que sucede? –le preguntó Elladan-.

"Si, hijo, pero no te preocupes, esto no es malo, al contrario, es bueno para la raza élfica. Es una bendición de Elbereth. Se llama maná y sólo caía en las tierras imperecederas. Pero haz de guardar silencio pues esto es algo que todavía debe permanecer en secreto hasta que no hable con Galadriel. ¿Comprendes la magnitud de lo que te estoy diciendo? Cómo tu padre y Rey de Rivendell te lo ordeno".

"Está bién padre. Haré lo que dices. Pierde cuidado. Pero si esto es maná,  entonces esto significa que..........".

"Shhhhhh, calla, ni siquiera lo digas. Sé lo que estás pensando. Primero hay que analizar la situación y después si todo sale positivo, ya habrá tiempo para que nuestros corazones se regocijen hijo mío".

"Manda un mensajero para Galadriel, que lleve una carta urgentemente y sin demora. Si hay necesidad, denle a Capagris, el caballo de Gandalf. Que lo alisten y enseguida iré para pedirle que se deje montar por el mensajero para que llegue con la mayor rapidez a Lothlórien."

"Si padre, se hará como gustes".

La carta de Elrond para la dama Galadriel, decía que se le requería su presencia con urgencia en Rivendell, que era cuestión de vida o muerte. Que regresara en Capagris.

Mientras tanto en el flet de Haldir, todo estaba dispuesto para que Haldir junto con Luna partieran hacia Rivendell. El caballo de Haldir estaba listo, partirían sin demora pues Haldir necesitaba ver a Elrond para explicarle lo que estaba sucediendo.

     Haldir le explicó a Luna que debía abrigarse bién pues en Rivendell era fresco esa temporada y como ella había estado enferma no quería que nada le sucediese.

Ella se puso unas ropas de viaje de Haldir bastante abrigadoras, aunque le quedaban bastante grandes. Después Haldir entró a la cabaña y vió que su querida niña ya estaba lista. Le puso la capa de viaje, y luego encima la enredó con una manta, casi como un bebé. Pues Luna era muy pequeña a comparación de la estatura de Haldir.

"Ahora te bajaré del flet, no te preocupes. Seré bastante cuidadoso".

"Vamos, adelante, confío en ti cariño".

Haldir, salió de la cabaña y detrás suyo iba Luna, pero antes de salir, echó un último vistazo, pues ahí había sido muy feliz y no quería irse pero tenía que hacerlo. Se prometió que algún día regresaría en compañía de Haldir.

"Hasta pronto, flet querido que tanto me diste".

A continuación cerró la puerta, caminó junto a Haldir y llegaron a la escala, entonces Haldir la tomó sobre sus hombros y fué bajando lentamente. Al llegar al suelo, ya Orophin les esperaba con el caballo de Haldir, él subió al caballo, enseguida, tomó a Luna, la acunó entre sus brazos como si en verdad fuera una niña y le dio las últimas órdenes a Orophin en élfico.

Se encaminó rumbo a Rivendell diciéndole a su amada

"No te preocupes, pronto llegaremos, será cosa de ir a todo galope, no te preocupes, pues yo te sostengo. Antes  de emprender el viaje, deseo que te tomes esto, por favor mi amor".

"¿Pero que es esto Haldir?".

"No te preocupes, solo es una bebida, un té que te relajara para que tus músculos no te duelan con el viaje. El galope será rápido. Y no estás acostumbrada a galopar tanto".

"Está bién".

Dicho esto Luna se tomó todo el brebaje, que tenía un sabor agradable, y dulzón. Como a frutas, endulzado con miel y un poco de leche. Se acomodó en el brazo de Haldir y escuchó como Haldir le hablaba al caballo en élfico. Y comenzó el viaje. Sólo oía como el viento zumbaba cerca de su cara, trató de ver a Haldir, pero sólo veía los cabellos rubios como volaban al viento. Sentía los latidos del corazón de su amado. Se movió buscando su cara, fué cuándo lo vió, pues el volteó a verla,  y le dijo:

"cierra tus ojos, no te preocupes, aquí estoy contigo Nim Melethril, no temas".

Entonces ella sonrió y cerró sus ojos, se acomodó y un extraño calor, la invadió y se fue durmiendo en un sueño tranquilo, dónde había una paz que la embargaba....

De repente ella se empezó a sentir enferma otra vez. Tenía cierta urgencia de ir al baño pues había bebido una gran cantidad de té que Haldir había preparado. Abrió los ojos y se movió, le habló a Haldir  diciéndole que parase el galope.

"Haldir, mi cielo, para por favor, necesito que pares".

Haldir al sentir su inquietud y los movimientos de Luna se detuvo extrañado e inquieto por ver que le pasaba a su amada.

"¿Qué pasa querida? ¿Te ocurre algo?".

Luna sonrió apenada, pues en cuestiones de intimidad, todavía no estaba muy acostumbrada a hablarlo delante de Haldir.

Con la mirada baja, le dijo:

"Amor, necesito ir.... bueno ya tu sabes. Es urgente".

Haldir comprendió lo que Luna quería decirle. Ayudó a Luna a bajarse de Dien que así se llamaba su caballo y luego le dijo que esperara, tenía que revisar los arededores.

"¿Pero por que amado mio? ¿Acaso hay peligro aquí?".

"Nunca se sabe mi niña, dejame revisar. Inspeccionó la zona y vió que nada acechaba por las cercanías.

"Mira amor, aquí puedes hacer lo que deseas,  yo me giraré, no te observaré, no puedo ni debo distanciarme mucho. ¿Está bién?

Haldir observó que la belleza de esos copos rosas que caían le daban un toque romántico al bosque. Al escuchar atento que Luna ya había terminado, volteó solícito a ayudarle, pero en cuanto la vió se quedó mudo. Luna parecía frágil, etérea, se le veía pálida, como si fuera a desfallecer. Solícito avanzó los dos pasos que los separaban y vió que Luna estaba con la respiración agitada. Le ayudó a recostarse sobre la hierba seca, pues no sabía que le pasaba a Luna. La miró lánguidamente, cielos, se veía tan etérea, tan hermosa. Su pecho subía y bajaba rítmicamente agitado, al tocarla su piel se sentía ardiente, miró sus labios, y enseguida la beso. Al principio fue un beso tierno pero luego Haldir, que ya tenía conteniéndose bastante, se descontroló y empezó a besarla con mas avidez. Su lengua penetró con facilidad hacia ésa panacea que era la boca de Luna. La sintió, bebió su juventud, su inocencia. Empezó a besar lentamente sus párpados, luego los lóbulos de sus orejas, luego siguió con el cuello. Haldir sentía una felicidad extrema, pues veía que Luna temblaba, sentía la piel de ella, aumentar su temperatura. El aprisionaba el cuerpo de ella con el suyo propio, de pronto siguió bajando, le abrió el pecho a Luna y cuándo vió el comienzo de esos pechos, tan redondos, tan jóvenes y firmes, sintió que desfallecía, le besó la carne de su pecho, escuchaba gemir a Luna, pero eso no hacía mas que acrecentar el deseo de Haldir, que ya sentía que su sangre saldría por sus mejillas y orejas. Ya sentía como una presión luchaba por ser liberada en sus pantalones. Dió un pequeño mordisco en el pecho de Luna, succionando su carne joven. Una marca en su pecho quedó ahí, justo en el lugar dónde Haldir posó sus labios deseosos de ella, ávidos.

Con las manos, tocaba el cuerpo de ella, lo recorría ávido. Pero, de repente, todo su furor se paró en seco. Algo andaba mal. Luna temblaba pero no era el temblor normal de una pasión, extrañado, observó a su niña y vió que convulsionaba y comprendió que ella estaba enferma. Tenía fiebre, y él, estúpidamente no se dió cuenta, creyendo que era el calor de la pasión que ya albergaba su niña. Rápidamente la cubrió.

"Amor, Luna, háblame, ¿que tienes?"

Luna entreabrió sus ojos y susurró quedamente.

"Me siento mal Haldir, tengo mucho frío. Te amo."

Y dicho esto se desvaneció y se hundió en una oscuridad que se le figuraba que estaba fresca. Ahí su frente no ardía tanto, a pesar del frío que sentía.

Haldir, asustado, rápidamente la envolvió y subió al caballo con su preciosa carga y volvió a hablarle en élfico a Dien, entonces el caballo empezó a correr como perseguido por el mismo diablo. Haldir atenazaba a su caballo. Deseaba llegar a Rivendell, para que Elrond atendiera a Luna. Era un estúpido, si algo le pasaba a Luna por sus deseos incontrolables, no se lo perdonaría jamás.

Al llegar a Rivendell, desmontó con Luna en sus brazos, jamás se había visto a un elfo desmontar con tanta agilidad. Dió ordenes de que lo llevaran ante Elrond con premura.

En el camino le informaron que Elrond se encontraba en un salón atendiendo a todo Rivendell pues todos estaban intrigados con el maná que caía, no sabían lo que pasaba. El trataba de calmarlos a todos y les aseguraba que nada malo pasaba. Todos hablaban al mismo tiempo. En eso escuchó una voz, clara, potente.

"Silencio todos, cálmense, guarden silencio. Esto se llama maná, es inofensivo para nosotros. Es lo único que les puedo decir. No se preocupen, no es la primera vez que lo veo. Ya lo he visto en otras ocasiones, por ahora vayan a su habitación por favor".

Todos en silencio se retiraban, pero Elrond, a lo lejos vió una cabellera rubia muy conocida para él. Le acompañaba alguien, muy chico para ser un elfo. ¿Acaso sería un hobbit? ¿O un enano? ¿Tendría eso que ver con el maná? Vió que Haldir no se retiraba, sino al contrario, con grandes zancadas, caminaba cargando a alguien. Su rostro se mostraba preocupado. Esa carga era alguien muy pequeño para las estaturas de los elfos. Quizás era un hobbit que Haldir se encontró por el camino.

"Elrond, por los valares, ayúdame. Traigo a mi novia, está enferma, no se que le sucede. Tiene mucha fiebre, no supe que hacer mas que dirigirme contigo".

"Pronto, ven conmigo, sigueme y traela contigo".

Elrond se dirigió a la recámara más cercana que había que era la suya propia. Rápido deshizo la cama, y pidió a Haldir que la acostara.

"Rápido Haldir, quítale las botas y ayúdame a desvestirla".

Haldir, rápidamente retiró la manta que cubría a Luna, su cuerpo ahora ya no estaba pálido sino sonrosado por el efecto de la fiebre. Le quitó las botas de Haldir.

Elrond se sorprendió al ver la estatura y raza de Luna. "No es una elfa Haldir, es una mortal, una humana".

"Bueno, sea lo que sea, necesita ayuda y pronto. Quítale todas sus ropas".

Haldir miraba a Elrond, sintiéndose muy celoso de que el hombre fuera a ver el cuerpo de su amada. No podía evitarlo. Elrond se dio cuenta de esto y le gritó a Haldir.

"Pronto Haldir, no es la primera mujer que veo desnuda, no seas ridículo. Hay que refrescar su cuerpo a como de lugar".

Entonces Haldir comprendió que estaba rayando en la estupidez. Y con presteza empezó a desnudar a Luna, mientras Elrond le gritaba a dos de sus mejores doncellas. Guillian y Milred.

Las cuales llegaron enseguida. Les pidió una tisana para bajar las fiebres, hojas de las mismas y lienzos con agua fresca.

Las doncellas salieron de la habitación con premura a cumplir las órdenes de su Señor pues no era la primera vez que veían esas escenas en casa de Elrond. Siempre llegaban viajeros enfermos y Elrond nunca se preguntaba de que raza eran, simplemente los atendía y hacia lo posible por ellos. Elrond le untaba unos unguentos a Luna, le pidió a Haldir que le explicara como es que había conocido a Luna. De dónde era. Todo lo concerniente a Luna, quizás así Elrond podría saber una mejor cura para ella.

Me encontraba vigilando la frontera cuándo ella apareció, la detuve, la hize detener, la llevé a mi flet, pues no quería traerla para acá hasta no saber que pasaba o quién era. La tuve en el flet hasta ahora. Pero eso no es todo Elrond. En ese tiempo, he aprendido a conocerla. Ella es una mortal. De la raza de los hombres. Se llama Luna".

Pero Haldir, seguía tomando de la mano a Luna. Esto no pasó desapercibido para Elrond.

"¿Bueno, Haldir, y que quieres hacer con ella?"

"Bueno, como te decía Elrond, ella es una mortal., pero en ese lapso, yo he aprendido a conocerla y ....... me he enamorado de ella".

Le dijo Haldir

"Si, claro, comprendo. Pero Haldir, esto lo tenemos que hablar en privado".

"Pero es que Elrond....".

"Shhhhhh,   Haldir, guarda silencio por favor y concrétate a obedecer.

Las doncellas arribaron a la habitación con todo lo que Elrond había pedido, le dieron a tomar la tisana como pudieron pues Luna estaba inconsciente. Sólo gemía y deliraba llamando a Haldir. La fiebre le bajó un poco y dijo Elrond que ya habían hecho por ella por el momento lo necesario. Tenían que dejarla descansar. Taparon su cuerpo con una sábana de algodón.

Por lo pronto ella tiene que descansar. Vamos, "Está bien. Tu ordenas, esta es tu casa".

Y a Haldir lo llevó hacia su habitación que era una contigua a la de Luna, en el pasillo. Ordenó que a Luna le atendieran dos doncellas y que no la dejaran sola, pero que no le molestasen. Y cosa que así hicieron las doncellas. Para Luna, casi eran invisibles. Antes de dejarla sola, Haldir, le habló.

"No te preocupes, Nim Melethril, estarás bién. Estas doncellas te atenderán en lo que necesites. Yo te buscaré luego". Y así cerró Haldir la puerta, pero se sorprendió al ver que Elrond, ponía guardias custodiando la puerta de Luna.

"¿Por que son los guardias Elrond? ¿Acaso ella está presa?".

"No Haldir, solo es para protegerla. Ahora vamos y quiero que me cuentes todo lo que ha pasado en la frontera desde que Luna llegó".

Y así fue como Elrond se enteró de la llegada de Luna y todo lo que sucedió, de cómo Haldir y ella se enamoraron. De cómo el la lastimó sin querer, hasta casi arrancarle una mano. Todo, que ella era conocida de Legolas. Que ella no pertenecía a Tierra Media. Que según parecía Luna venía del mundo dónde Legolas protegía la entrada a Tierra Media.

Elrond pensaba muy quieto en todo lo que Haldir  le comentaba. Pensaba que todo esto era maravilloso. Aunque no estaba seguro. Estaba muy inquieto por todos los  acontecimientos.

"Espera un poco por favor Haldir" dijo Elrond apartándose de Haldir un poco para pensar en la situación"¿Galadriel, me escuchas?, soy Elrond. Por favor, contesta que es urgente. Necesito que vengas lo mas pronto posible por favor. Lo extraño es que Haldir, ha traído una huésped a Rivendell."

"Iré para allá ahora mismo Elrond. Llamaré al Sr. de las Aguilas para que me transporte pues es lo más rápido en  que puedo llegar. También irá Celeborn"

"Está bién querida Galadriel, te espero".

"Sr. Elrond, pronto, venga usted para acá, por favor, es urgente".

Entró gritando una de las doncellas que había dejado a cargo para cuidar a Luna.

"¿Qué pasa Guillian? ¿Por qué la exaltación?"

 Haldir volteó a ver a Elrond temiendo que algo horrendo le pasaba a su amada y no esperó a ver que pasaba, corrió por el pasillo entró a la habitación de Luna encontrándose con un cuadro desolador. La otra doncella se afanaba en poner lienzos húmedos en la frente de Luna. Vió que ella se agitaba, que su cuerpo estaba húmedo y se convulsionaba. Se aterrorizó pues temió lo peor para su niña, como él le decía. Corrió hacia el lecho de su niña y tomó su mano:

"Nim Melethril, ¿que te pasa? Contéstame niña mía, por favor. ¿me oyes?" –le decía Haldir muy preocupado con lágrimas en los ojos-.

En ése momento entró Elrond con paso apresurado siendo seguido por Guillian.

"¿Qué pasa? ¿Qué tienes Isilme? (que quiere decir Luna en Elfico)

"¿Qué le pasa Elrond? ¿Qué tiene mi amada? ¿Por qué delira así?"

"No lo sé Haldir, pero hay que atenderla, pronto, tráela a la cascada, pronto, no hay tiempo que perder, tómala en tus brazos y tráela".

"Guillian, traigan mantas, toallas, una poción para fiebres, lo más rápido posible, allá las espero. Pronto mujer".

-Así fue llevada Luna hacia la cascada, y al llegar Elrond le ordenó a Haldir que desnudara a Luna, que la despojara de la sábana que la cubría-.

Cosa que hizo con la rapidez de una experiencia adquirida en miles de años.

Haldir miró a Elrond un tanto dubitativo, no deseaba que algo malo le pasara a su niña.

 Entonces Elrond le pidió a Luna y la tomó en sus brazos. Diciéndole a  Haldir,  "pronto, desnúdate tu también."

Haldir  le miró un tanto extrañado pero le obedeció. Al estar desnudo le dio a Luna y le ordenó

"Métete con ella a la cascada. Que a su cuerpo lo cubra el agua. Y moja su frente. Tenemos que bajarle la fiebre de una vez.".

Haldir veía que ella temblaba y se convulsionaba con fuerza. Haldir lloraba, no sabía si en sus mejillas había gotas de la cascada o eran sus lágrimas. Sostenía a Luna con delicadeza pero a la vez con firmeza. La fuerza del agua y las ondas, trataban de arrebatarle su cuerpo.

En eso estaban cuándo Elrond notó que algo se acercaba por los aires.

Era el Sr. de las Aguilas, transportando en un arnés a la dama Galadriel, y en otra águila a Lord Celeborn.

"Qué bueno que has llegado Galadriel y tu Celeborn" dijo Elrond.

"¿Que pasa Elrond?  ¿Que le hacen a está mujer?"

Elrond procedió a contarle rápidamente a Galadriel lo que sucedía, quién era ella, y Galadriel vió la desesperación de Haldir dentro de su alma. Se dirigió hacia la orilla, cerca de donde estaba Haldir, y al mismo tiempo, Galadriel, sintió una urgencia de curar a esa mujer. Que tenía que salvarla a como diera lugar. Le dijo a Haldir.

"Haldir, háblale, llámala. No llores, trata de hablarle. Haste sentir por ella".

Entonces un nuevo silencio llegó a Rivendell. Todo se quedó en calma. Ningún ruido de aves se oyó por minutos. Galadriel volteó hacia la casa de Elrond y se asombró al ver que el maná estaba dejando de caer. Se sintió aterrorizada.

"Nooooo!, pensó Galadriel. No puede ser."

Volteó a ver a Luna y vió que dejaba de temblar. Que sus brazos colgaban exánimes, sin vida. Haldir le hablaba con tanta desesperación. No podía perderla, no ahora que había tardado miles de años para encontrar el verdadero amor.

"Pronto Haldir, Hablale con mas vigor. Haz que su alma te escuche. Ya sus oídos no te escuchan, quizás su alma, logre escucharte".

La excelsa Galadriel, tan firme, tan sabia, tan calmada siempre, pero Elrond y Celeborn miraron algo que nunca habían visto en Galadriel. Sus ojos lloraban, como jamás le habían visto. Comprendió que Luna se había marchado.

El maná no caía mas. Haldir miró borrosamente a Galadriel pues las lágrimas no le dejaban verla claramente y miró que Galadriel movía la cabeza negativamente. Galadriel giró sobre si misma, hacia Elrond y Celeborn, sin palabras en sus mustios labios. Ellos adivinaron lo que había pasado. Elrond comenzó a llorar, pues había adivinado lo que pasaba y que significaba Luna para ellos. Celeborn también lloraba, pues comprendió de golpe todo lo que habían perdido. Se abrazaron los tres dándose consuelo, mutuamente.

Las doncellas no alcanzaban  a comprender lo que pasaba. Los elfos eran una raza soberbia, altiva. Pocas veces perdían la compostura. Pero sobre todo los grandes señores. Y más ellos. La dama dorada era famosa por su sabiduría, misticismo, elegancia, discreción. Y ahora le veían llorando como cualquier individuo que pudiera haber en tierra media. En eso Haldir comprendió que su amada, ya estaba marchando hacia los grandes recintos. Sintió que su corazón dejaba de latir. Era un dolor enorme, como si su corazón se partiese en dos pero no era así. Ese maldito corazón seguía vivo, entero, palpitando y sintiendo. Una rabia muda subió desde su vientre, hacia su pecho. Un grito desesperado, salió por su boca, pero se asemejaba mas a un rugido.

"Nooooooooooooooo Nim Melethril, no te vayas chiquita mía, no me dejes, no ahora que por ti conozco el verdadero amor, que por fin, conozco la dicha que han sentido tantos. Regresa a mi, te amo, no me dejes solo por que moriré de pena amada mía".

Haldir se convulsionaba en llanto, abrazaba a Luna, sin importarle lo que pensaran o dijeran nadie mas. Era el con ella, solos en el universo. Besaba su cara, sus ojos cerrados, exánimes.

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Espero les guste este capítulo. Está medio cachondillo e intenso. Acaso se muere Luna? no deje de ver su siguiente capitulo.je je je je