Capítulo 7.   Reencuentros.

     Elrond envió ocho mensajeros a todos los reinos. A Bilbo Bolsón de la Comarca, A Faramir de Ithilien, A Eomer de Rohan, A Legolas de la frontera norte (cómo portero de tierra media), al Rey Thranduillion del Bósque Negro, A Elessar, Rey de Góndor, al Ent Bárbol de Farngorn y a Gimli en representación de todos los pueblos de los enanos. Todos ellos fueron citados hacia Rivendell.

Elrond envió a que alistaran las habitaciones para todos.(para Bárbol mandó hacer una bóveda de piedra). Tendría que hablar con todos. Casi estaba seguro de lo que tenía que hacer. Había mucho trabajo por hacer.

Mientras tanto, los días pasaban y Luna se estaba recuperando gracias a los cuidados de Elrond, Galadriel, Celebron, y por supuesto los de Haldir. Que no la dejaba sola, solo para ducharse con la ayuda de la doncella a su cargo. El maná seguía cayendo, sin parar, día y noche. La vegetación parecía haber revivido, como que el maná les trajo magia. Todos estaban muy contentos. Los elfos de Rivendel estaban ya acostumbrándose a este evento, que según Elrond, ya no se quitaría.

Un día estaba Elrond ante el balcón, sentado con Galadriel, platicando los eventos que vendrían cuándo de pronto Galadriel se paró en seco y Elrond vió hacia donde Galadriel miraba.

No podía creer lo que sus ojos miraban. Junto al balcón donde ahora habitaba Luna, las puertas se abrieron para dar paso a Luna, que venía sola, con una bata blanca, desnuda de sus pies, hacia bastante viento, sus cabellos volaban. Parecía en transe, caminó hacia la orilla del balcón extendiendo sus manos. Buscaba algo, Elrond se impresiónó, quiso correr hacia Luna, pero Galadriel lo detuvo. Entonces Elrond miró la visión mas increíble.

Ahí, en el aire, se encontraba un caballo, pero no un caballo común, era blanco, albo, parecía entenderse con Luna. Tenía unas grandes alas, que agitaba para sostenerse. Elrond no podía creer que sus ojos estaban viendo a un pegaso. Sólo había escuchado de ellos en pergaminos muy viejos que una vez Galadriel le prestara.

El noble animal, se dejaba acariciar por Luna, Elrond y Galadriel se acercaron suavemente y vieron a Luna que tenía una larga charla con la noble bestia, pero ni el mismo Elrond entendía ésta lengua. Sólo Galadriel lograba captar una que otra palabra.

"Es el antiguo elfico. El que usan los valares, Elrond", le susurró en los oídos a Elrond.

El pobre de Elrond estaba mudo. Tanta magia y milagro no se habían visto en mucho tiempo. Algo les hizo voltear hacia la puerta de la habitación. Haldir estaba mudo observando la escena. Galadriel le hizo una seña para que esperara en silencio. El pobre de Haldir no comprendía este evento. En eso el animal, pareció retirarse y en ése momento Luna parecía desfallecer y su amado corrió hacia ella rápido y la tomó entre sus brazos y la llevó hacia la el lecho.

Rápido la reanimaron pero parecía que ella no recordaba nada de lo que había pasado. Elrond y Galadriel le pidieron a Haldir que guardara silencio en cuanto a esto. El obedeció. Cuándo se aseguraron que ella ya estaba estable, se retiraron dejando solos a los novios.

"Haldir, ¿que tienes dulce amado mio? Noto preocupación en tu mirada. ¿Acaso ya no me quieres amor mio?".

"¿Cómo puedes decirme esto vida mía?  Te amo, te adoro, no veo mas que por tus ojos. Siento con tu piel, oigo con tus oídos. Mi sangre corre en tu corazón.".

Diciendo esto Haldir besó a su amada, temiendo lastimarla. Jamás se perdonaría que algo le pasara a su amor. La besaba dulcemente, suave y ella le respondía, sintiendo como el corazón de su amado latía con fuerza en ese pecho tan amado. Puso sus manos sobre el pecho de Haldir, queriendo tocarlo, abrió su túnica, luego su camisa y por fin ese pecho quedó al desnudo ante sus manos. Tocó con avidez ese pecho, sintiendo su alba piel, suave pero firme. Sus pectorales, eran firmes, Haldir jadeaba besando aún a Luna. Ya se había dado cuenta que a pesar de su inocencia, ella sería una mujer muy candente y de fácil respuesta. Iba aprendiendo rápido. Luego los dedos de Luna empezaron a tocar las aureolas rosadas de Haldir, una en cada mano, suavemente, luego, bajó sus labios hacia el cuello de Haldir, besando esa piel, suave, sintiendo como el cuerpo de el amado comenzaba a moverse con cadencia. Empezó a gemir suavemente, y Luna besó su pecho, jamás pensó que ella sintiera con esa fuerza. Ya había hecho el amor con hermbras de la raza humana, pero Luna no tenía comparación.

"Tengo que detener esto, aún contra mi mismo, pues a ella le puede hacer daño. No deseo poseerla así. Quisiera que fuera después de casarnos. Que todo sea perfecto." Pensó Haldir.

"Espera amor, chiquita mía, no.... debemos esperar.".

"No, no deseo esperar, por favor mi elfo, mi guerrero. Dame el regalo de tus ojos, ahora, por favor. Mírame".

"No, espera, esto no puede ser así, tenemos que esperar.".

"¿Acaso no me amas, elfo de Lórien?".

"Sabes bién que si, mi niña pero tenemos que esperar, por favor, contrólate".

"mh, sal de la habitación por favor Haldir.....".

"¿Estás molesta amor?"

"Necesito que salgas para poder calmarme, contigo aquí no podré, por favor. Y no estoy molesta.".

Haldir salió de la habitación de Luna, con todo el deseo de quedarse con ella, de hacerla suya, ella ya estaba dispuesta, pero no, con ella debería de ser perfecto. Pero, ¿acaso había dicho boda? Jamás le había pedido a Luna que se casaran, que compartieran la vida juntos. Que él renunciaría a su inmortalidad para poder amarla.

Entró a su habitación para tratar de calmar esa pasión que Luna había sabido despertar, sintiendo un extraño dolor en el bajo vientre por no haber podido calmar su pasión. Se recostó para tranquilizarse.

Al mismo tiempo, algunos de los conciliados empezaban a llegar a Rivendell preguntándose que pasaba pues ya la guerra del oscuro había terminado. Llegó Arwen con Aragorn, junto con Legolas, Gimli, y Bilbo Bolsón ya se encontraba ahí. Los amigos se saludaron con eufusividad. Hacía tiempo que no se veían. Faltaba poco para que llegaron los restantes.

Fueron a saludar a Elrond y grande fue su sorpresa al ver ahí a la dama Galadriel, con su marido Celebron, estaban inquietos, y le preguntaban a Elrond el motivo de su llamado pero Elrond no quería adelantar nada, hasta que llegaran los restantes. Hasta entonces hablaría pues de éste concilio, dependía Tierra Media. Todos se conformaron a esperar aunque con un poco de renuencia.

En el transcurso del día fueron llegando los restantes, hasta que todos los conciliados, ya estaban en Rivendell. Por la noche, se sentaron a cenar en el gran comedor, y Elrond le había pedido a Haldir, que por favor hiciera acto de presencia  junto con Luna para que conocieran y él saludara a sus amigos.

Todos estaban ya sentados en la mesa, cuándo el guardia hizo el anuncio de la llegada de Luna.

"El Capitán de la guardia del Bosque Dorado de Lothlórien y su prometida Luna Barda,".

Todos guardaron silencio pues tenían curiosidad de ver aquélla a la que su amigo Haldir había entregado su corazón pues sabían bién su fama de conquistador y el hecho de saberlo enamorado, era algo gracioso para quienes le conocían.

Legolas por su parte se sorprendió al reconocer el nombre.

"No puede ser..... ¿ella? La prometida de Haldir?

A continuación Elrond y Celebron se pusieron de pie para honrar a Luna, cosa que los demás varones repitieron pues si su anfitrión le daba ese honor, a la prometida del Sr. Haldir, es por que se merecía ése cargo.

"Tómen asiento por favor queridos amigos" dijo Elrond.

Haldir, ayudó a Luna con la silla, celoso de que todos los hombres miraran a su niña. No le gustaba pero tenía que acostumbrarse. También entendía que sus amigos sintieran curiosidad.

"Pero que agradable sorpresa verte de nuevo" le dijo Legolas a Luna.

Luna miró detenidamente a Legolas. "Tu eres........no. Eres Orlando Bloom.". "¿Pero como es posible?

"Aquí en Tierra Media no soy Orlando Bloom sino el príncipe Legolas Greenleaf. Del Reino de Mirkwood. Además guardián de la frontera norte de Rivendell.""Y también soy un elfo". "Como puedes ver".

"Y tu casa es la entrada a Tierra Media. ¿No es así?

"Correcto. Estás en lo cierto.".

"¿Disculpa, príncipe pero después de la cena podría hablar contigo en privado si no es molesto para ti?

"Claro, será un placer.".

Haldir se sentía celoso de su Luna, pero no comprendía por que ella quería ver a Legolas a solas. Pero no tuvo tiempo de preguntárselo pues todos estaban hablando, preguntándose por sus vidas.

Al final de la cena, todos dieron la bienvenida a Luna al grupo. Felicitaron a Haldir y algunos se iban retirando pero no sin antes de que Elrond les dijera la hora acordada para el concilio.

Haldir, le preguntó a Luna. "Chiquita mía, una duda acongoja mi corazón. Y si no hago la pregunta no podré descansar. Confío en tu amor, pero amor, ¿por qué deseas ver a Legolas a solas?  ¿ de dónde le conoces?

Luna sonrió al ver al gran Capitán de la guardia armada de la dama Galadriel, sintiéndose así de inseguro.

"Mi hermoso elfo, no desconfíes de mi, recuerda que tu eres mi amor, mi vida, mi todo. A Legolas lo conozco desde antes por que yo he venido a Tierra Media por medio de su casa. Yo trabajaba para el en su mundo. Por un error mío he llegado aquí. Sólo deseo satisfacer unas dudas que tengo, es todo. Pero si deseas venir conmigo, adelante, serás bienvenido.".

"No, Nim Melethril, confío en ti. Es que te amo tanto.". Y Haldir se inclinó a besar a su amada. Suavemente le besó los labios. Y se retiró a su habitación.

Legolas esperaba a Luna en el comedor, al entrar Legolas miró a Luna, y se dirigió hacia ella. Legolas la miró y se le hizo hermosa con ese vestido que portaba. Escotado, color verde de seda. Hacía juego con sus ojos. Café verdiosos. Entonces sintió envidia de Haldir, pues observando bién a Luna, observó su belleza.

"¿Salimos al jardín Legolas? Aquí se siente calor."

"Claro por favor.". y Legolas le extendió su brazo a Luna y ella lo aceptó.

Al llegar al jardín, se sentaron en una banca que estaba ahí. Entonces Legolas miró con esos ojos azules y profundos que tenía.

"Bueno, soy todo oídos". Dijo Legolas sonriendo,sabiendo lo que esa pequeña broma significaba en el mundo de Luna.

Luna sonrió ante la broma.

"Legolas, es que quisiera que me ayudaras. Pues estoy en una confusión constante. Ya no se lo que debo de creer. Haldir y yo nos hemos enamorado. El me ha dicho que es un elfo. Yo le he creído, pues he tocado sus orejas, su cabello es real, sus ojos penetrantes. Todo en el es real. Lo he visto disparar. Vive en un árbol".

Legolas se sonreía al ver la confusión de Luna.

"Mira Luna. Imaginate que Tierra Media es un mundo alterno a tu realidad. A ese mundo que tu conoces. En el cuál tu me conociste como Orlando Bloom. Pues yo poseo el poder para cambiar mi apariencia física. Los elfos tenemos nuestras orejas en punta, tenemos ojos penetrantes, somos rápidos y silenciosos cuándo nos lo proponemos. Si quieres tocar mis orejas, hazlo, vamos. Jala de ellas a ver si salen pero no muy fuerte por favor.".

"Luna jaló de ellas, pero fue inútil. Mi cabello es real. Así soy en verdad. Ojos azules. Cabello rubio y largo hasta la cintura. Mira. Lo haré para satisfacer tu curiosidad.".

Legolas pasó su fina y blanca mano por su cabeza . Al instante su cabello rubio desapareció y sus orejas también y sus pupilas eran de un color obscuro.

Luna se sorprendió pues ése era el hombre que ella conocía. Orlando Bloom, pero aquí era Legolas. Entonces Legolas volvió a pasar su mano sobre su cabeza y su cabello volvió a ser rubio, sus ojos azules y sus orejas en punta.

Luna estaba sorprendida. No daba crédito a lo que veía.

"Yo soy el guardián de esa puerta que tu cruzaste. Antes lo fué mi padre. El nuestro es un mundo aparte del que conoces. Por generaciones, esa casa ha sido "aparentemente nuestra". Todas los países de elfos aportan oro para sostener ésa casa. A eso vine aquélla vez, para hablar con Elrond, pero Harold cometió el error de dejar la puerta abierta. Creo que ya está viejo. Pues por si no lo sabes los elfos vivimos eternamente. A menos que muramos por armas, o de pena. Yo tengo miles de años pero tu haldir es más viejo que yo. Por cierto, que te fuí a buscar a tu casa. Una señora salió y me dijo puras lindezas de ti.".

"¿Cómo era esa señora? Descríbemela, por favor."

 Legolas se sorprendió de la desesperación de Luna, y vió reflejada una tristeza tan grande.

"Bueno, ella es una mujer como de sesenta años para ustedes los mortales. Ojos café. Muy grosera por cierto. Blanca de piel.".

Luna, bajó su cara. Una tristeza muy honda se reflejó en su semblante. Las lágrimas cayeron por sus mejillas.

Pero no quería que Legolas le mirase llorar. Corrió deseando estar sola. Corrió por el jardín, pero Legolas no le siguió pues comprendió que Luna sufría una pena muy grande y esa pena no era nueva. Supo entonces que ella debía. Necesitaba llorar. Por eso la dejó sola.

Luna se sentó en la hierba, su pequeña espalda se estremecía con los sollozos. Algo que ella no supo nunca, es que Haldir había visto cuándo Luna jaló las orejas de Legolas y su corazón sintió una rabia inmensa. Pero después se sorprendió al ver lo que había hecho Legolas y cambiar su apariencia. El bajó y siguió a Luna silenciosamente como solo los elfos sabes hacerlo. No en balde era el mejor rastreador de toda tierra media. La alcanzó a ver, quería consolarla,  y eso haría, pero al querer dar el primer paso, escuchó unos pasos suaves y ligeros. Se quedó donde estaba y vió que se trataba de Galadriel. No habló solo se dedicó a espiar.

"¿Luna, por que tu corazón se acongoja con esas lágrimas? ¿Es que no eres felíz con tu compromiso con Haldir? ¿Qué te ocurre hija mía?"

Le decía Galadriel a Luna al mismo tiempo en que acariciaba su cabeza. Y la tomaba de los hombros.

"Mi pena no es por mi querido elfo Haldir, señora." Contestó Luna.

"Yo le amo con todo mi ser. Me hace sumamente felíz".

"¿Entonces hija?"

"¿Me dejarías ver dentro de tu mente y de tu corazón para ver si te puedo ayudar?"

"Sí, Señora." Contestó Luna sin dejar de llorar.

Galadriel puso sus ojos en los de Luna, que estaban vidriosos con las lágrimas que caían. Luna se sintió hurgada en su alma por la dama dorada, pero sintió una paz y una tranquilidad.

"No llores más hija mia. Ahora comprendo tu pena. Legolas te ha traído recuerdos de tu madre. Esa madre que jamás te ha amado. Toda tu corta vida has sufrido por culpa de ella. Has preferido amarle tu solamente como un refugio a tu dolor. Sé que mis palabras ahora no tienen significado para ti, pero mañana comprenderás todo lo que te digo. Sólo te pido que no llores por ella. Ella no merece tus lágrimas. Si mi corazón y mis brazos  sirven de algo, puedes apoyarte en mi, para ayudarte a cargar con tu dolor. Pequeña niña."

Y Galadriel, abrazó a Luna pasando su mano por la cara de Luna, provocando que se quedara dormida. Para que ella no sufriera mas.

Entonces volvió sus ojos a donde estaba Haldir y le dijo:

"Llévala a su lecho, no la despiertes. Dormirá toda la noche. Ahora has oído su máximo secreto, que es su pena mas grande y en verdad te digo que ese dolor es uno de los mas grandes que puede tener un ser vivo, sea mortal, elfo, mediano o cualquier otra raza. El desamor de una madre, es una huella que marca el alma de cualquiera.".

Y así pasó Luna la noche, con Haldir haciéndole compañía, junto a ella, sin molestarle y viéndola a ratos como respiraba. Llorando por el dolor de su amada. Pensando que no era justo que alguien tan pequeño y joven cargara con una pena así. El siempre había sido amado por su madre. Era una pena que el no conocía, pero con todos sus años, no había conocido a nadie asi de indefenso cargar con algo así.

Capítulo 8    El Concilio.

     Estaban todos sentados, incluyendo a Haldir y Luna, en los lugares que les habían sido  asignado. Todos estaban atentos. Las puertas estaban cerradas.

Elrond comenzó a hablar.

"Amigos, compañeros, lo que ahora escucharán debe ser dicho y escuchado solo una vez, pues es tan precioso y delicado que toda Tierra Media influye en este concilio. Por eso he llamado a todos los representantes de todas las razas que se encuentran en Tierra Media. A continuación la Dama Galadriel del bosque dorado de Lothlórien les  hablará pero quiero pedirles toda su atención, comprensión y sobre todo que no interrumpan y no pregunten hasta que ella haya terminado de hablar.

"Galadriel, por favor, haznos el honor".

"Queridos Amigos, entre nosotros los elfos, en la antigüedad, tantos años atrás que no muchos elfos saben de ésta profecía. Muchos saben que los elfos estabamos preparando un viaje para dejar Tierra Media para ir a tierras imperecederas. Volvemos a ésta profecía. Tan antigua es esta profecía que ni los antiguos estaban seguros de si sería verdadera. Se decía que habría un pergamino, en el cuál ésta profecía, estaba escrita. Mi abuelo me llevaba a los concilios, cuando yo era muy pequeña. Cuando yo tendría como 6 años. Así es que ya se imaginarán que tiempo atrás es eso. He buscado entre las herencias que me ha dejado mi abuelo. He encontrado ése pergamino. Aquí está". Galadriel alzó el pergamino para que fuera visto por todos los presentes.

"Ohhhhhhhh" se escuchaban murmullos.

"Silencio por favor" dijo Elrond. "Continúa Galadriel por favor".

"Está en élfico antiguo así es que trataré de traducir para todos pues ni yo hablo ésta lengua del todo bién. El pergamino dice así:

Algún día los elfos caducarán y su sangre conocerá la mortalidad,

Su sangre regará las antiguas tierras para desaparecer,

Para siempre de este mundo y de todo el universo

Y todos y cada uno de los elfos regresaran a los dominios de Mandos.

Pero habrá una esperanza de vida,

Para todos los elfos del mundo

La misma señora de las estrellas

Varda o Elbereth

Se dará a conocer ante los ojos de los elfos.

Vendrá encarnada en una doncella humana

Su cuna será un mar salado

Por 19 años nadará entre sal

Pero arrivará con grandes señales

En verdad señales de esperanza para sus hijos.

Llegará junto con el maná sagrado de los valares

Traerá consigo la sangre nueva para los elfos

Aportara por cuatro la semilla

Portentosos prodigios serán vistos por miles

Grandes criaturas arribaran a vuestro mundo

Y os maravillarán para gloria de Elbereteh

Será una doncella virgen

Y desposará con un poderoso guerrero elfo.

Y traerá consigo la luz de Isilme.

Para alumbrar y alegrar los corazones de todos los elfos

Y todos los pueblos de tierra media

Reconocerán la magnificiencia de Elbereth encarnada.

Será reina de reyes

Emperadora de tronos y pueblos.

Mostrara sus enseñanzas

A todas las razas de Tierra media.

Tula ar o elme haara

(Ven y siéntate con nosotros)

Oh Elbereth.

"Amigos queridos. Ahora ya saben el contenido de éste pergamino. A nuestras moradas ha llegado una humilde mujer de la raza de los humanos. Tiene 19 años. Su nombre es Luna Varda. Luna en elfico, como ya muchos saben es Isilme. Señores, damas. Les presento a la reina de reyes, máxima señora de Tierra media. La Elbereth encarnada está aquí con nosotros. Por eso la caída del maná sagrado. Elrond y su servidora hemos visto a un pegaso y llegarán mas criaturas inimaginables. Las señales se han manifestado. Estamos seguros. Por 19 años, que es la edad de ella, ella ha dormido en esa cuna de sal, rodeada de un mar salado, lleno de sus lágrimas derramadas por el dolor mas grande. Pero ella se alzará sobre sus enemigos.".

Diciendo esto, Galadriel se encaminó a Haldir, tomándolo de la mano. "Ven, mi querido Capitán de la guardia del bosque dorado. Tantos años a mi servicio y a tus elfos dorados. Tú eres ese guerrero de la profecía. Pero ahora tu señora será tu Isilme. Tu Luna. Tu más preciado tesoro. Que casi pierdes y no solo tu, sino todos nosotros.". Sentó a Haldir en un trono que había ahí pero no había nadie sentado.

Enseguida fue hacia Luna. La pobre no estaba segura de haber entendido todo. Le quedaba la duda. No creía que esa reina fuera ella.

"Mi señora Elbereth, Reina de reyes, haznos el favor y ocupa tu lugar. Junto a tu amado Haldir."

Tomándola de la mano, le llevó a el trono que estaba junto a Haldir. Le sentó.

Entonces uno a uno, cada uno de los ahí presentes se fueron parando para verla, para asimilar lo que habían oído.

El primero fu Aragorn, para variar.

Acercándose al trono donde se encontraba Luna, y sacando su espada, y haciendo una reverencia le dijo:

"Mi señora, su majestad, mi reino entero se pone a tus pies, Reina de Reyes. Y reconozco en ti a Elbereth".

Luna no podía creer lo que escuchaba. Sus ojos estaban a punto de derramar dos lágrimas furtivas. No quería llorar.

En seguida el príncipe Legolas se acercó al trono de Luna.

Hincando una rodilla sobre el piso y sacando su arco le dijo así bajando la mirada:

"Señora de los Valares, a tus pies pongo mi arco, mis flechas, mi corazón y mi vida a tu servicio para que dispongas de mi como mejor desees como Guardián de la frontera norte a Rivendell y príncipe heredero del bosque de Mirkwood, del Bosque Negro de Tierra Media.".

Legolas se levantó y se dirigió a su lugar. Haldir se sintió desfallecer. No podía creer lo que oía, lo que sus ojos veían. Su niña, una reina. La más grande reina que ha existido para los elfos y el sería su amor. Su rey.

Y así siguieron pasando los ocho personajes honrando a Elbereth.

Al último Galadriel, Celebron y Elrond fueron a honrar a su señora Elbereth.

Al final, Celebron levantó su copa para brindar por Elbereth y desearle larga vida.

"Por Elbereth!"

"Por Elbereth!" dijeron todos a coro.

Poco a poco se fueron retirando a sus habitaciones. Hasta que Luna decidió salir al jardín junto con Haldir.

Miró hacia la Luna, su compañera de nombre. Miró a su estrella y agradeció los favores recibidos.

Volteó a mirar a Haldir. La luz de la luna le daba de lleno en sus ojos. Esos ojos reflejaban tanto amor. Tanta pasión y ternura. Haldir la tomó de los hombros y se inclinó para besarla a la luz de la luna.

"Te amo mi niña. Nunca pensé llegar a amar así. Lo único que deseo es pasar la vida contigo mi amor. Mi estrella nocturna. No hallo el momento de que seas mía.".

"Yo también amado mío. Te adoro, Haldir de mi vida. ¿Sabes? Lo único que deseo es vivir toda mi vida contigo. Despertar contigo mi amor. Tormento mio."

"¿De verdad amor? ¿Te gustaría vivir conmigo para siempre dándonos todo el amor que necesitamos? "

"Mi amor, sabes bien que si, mi elfo adorado."

Entonces Haldir se hincó y se quitó una cadena que llevaba guardada en su pecho, pues era el anillo de bodas de su madre. Siempre se lo decía, algún día llegará la mujer de tu vida y debes estar preparado hijo mío.

Tomó la mano de Luna y le puso el anillo. Luna sentía morir. No podía creer ser merecedora de tanto amor, tantas atenciones por parte de todos pero sobre todo de su amor.

"¿Entonces quieres casarte conmigo chiquita mía?"

"Si, mi guerrero osado y valiente. Acepto ser tu esposa".

Y cerraron la propuesta con un beso apasionado, Haldir acariciaba la boca de su amada sintiéndose desfallecer. No le cabía tanto amor. Sus manos grandes y venosas, pero muy blancas. Subían y bajaban sobre la espalda de Luna, quería abarcarla toda. Luna tenía sus brazos sobre el cuello y hombros de Haldir, acariciaba las orejas de su amado, esto le gustaba a Haldir, pues adoraba las caricias de su amada. Luego Haldir bajó hacia el cuello de Luna, le besaba tiernamente, y Luna sentía desfallecer. Las piernas le flaqueaban, trataba de sostenerse de Haldir, el la sostuvo suavemente, pero con firmeza. Luna gemía mordiendo su labio inferior. El Olor de su amado era muy atrayente. Tenía que parar por que estaba llegando a un punto dónde no habría mas retorno. Sus pezones comenzaban a levantarse, en un grito silencioso.

"Haldir, mi elfo amado, para por favor.....no puedo mas, por favor. Para.".

Haldir escuchaba su voz pero no quería parar. No lo deseaba.

"Haldir, alguien viene mi amor".

Entonces Haldir aguzó sus sentidos y escuchó unos pasos. Trató de normalizarse. Y proteger a Luna. Que nadie le viera así. Le tomó de la mano y la llevó a su habitación. La dejó ahí y se retiró pues temía volver a la carga con la pobre chica.

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