Capítulo 8 El Enlace.
"Elrond, ya le he dado el anillo y deseamos casarnos enseguida pues para que esperar. Ya que todos están aquí, deberíamos aprovechar.".
"Entiende Haldir, las cosas no se hacen así. Y menos con ella."
"Entonces es tu última palabra?"
"Sí".
Haldir se fué muy molesto con Elrond, pero no podía hacer nada.
Esa tarde Luna y Haldir se encontraban en el jardín platicando de las cosas que platican todos los enamorados. Riéndose y jugando.
En ése tiempo, muchas criaturas empezaron a llegar. Había unicornios, panes, pegasos, etc.
Los unicornios pastaban en las praderas verdes de Rivendell. Ya era muy común el verles.
Entonces Luna y Haldir se besaron en el jardín, y como siempre sus caricias subían de tono. Ellos no se dieron cuenta enfrascados como estaban en sus amores, que Elrond y Galadriel les miraban a lo lejos.
"Será mejor que aceptes la boda Elrond. Si no la profecía no se cumplirá. Ella no llegará virgen al matrimonio. Andan por mal camino. Ya no pueden contenerse. Haldir siempre ha sido un calavera, ha sido un suplicio para el estar sin una mujer durante tanto tiempo. El se ha mantenido, pero no tardan en caer uno en brazos del otro."
"Está bién Galadriel" "Se hará como tu mandes"
Elrond mandó llamar a Haldir y Luna por medio de una doncella.
"Luna, mi señora Elbereth, y tu querido Haldir, ¿recuerdas que hace dias me has pedido un favor?"
"Así es Elrond"
"Bueno, pues os concedo que la boda se lleve a cabo lo mas pronto posible. ¿Les parece que la boda sea mañana?"
Haldir y Luna se miraron emocionados. Mañana ya serían esposos. Que dicha.
Los preparativos iniciaron, las doncellas corrían para acá y para allá. La cocina de Elrond despedía olores de manjares exquisitos. Querían aprovechar que todos los invitados al concilio, estaban ahí. Sería algo íntimo. A la novia se le preparó un ajuar de emergencia pero no restaba belleza. A el novio, igual se le preparó un exquisito traje de Lino y Seda. Llegó el día siguiente con los debidos nervios de los novios. Esa mañana no se vieron. De pronto Galadriel entró a ver a Haldir, para hablar con él.
"Haldir. Vengo a hablar contigo. Es algo de aquélla profecía. En su momento no lo mencioné por que sólo le concernía al que fuera marido de Luna, y como ese serás tu, pues he venido a ponerte sobreaviso."
Así estuvo Galadriel hablando con Haldir. El tenía una pequeña sombra de temor en sus ojos pero aún así Luna era su amada y se desposaría con ella este día. Galadriel terminando de hablar con el, salió y le dejó solo.
El momento llegó. Haldir se fué a la capilla donde sería la boda. Pues el novio no debe ver a la novia antes de la boda.
Elrond fué por Luna que sería el quién le entregase a ésa hija adoptiva. Estaba preciosa, con ese vestido blanco.
La tomó de la mano y le ofreció su brazo, brazo que ella aceptó no sin antes derramar una lágrima de emoción por que ya veía a Elrond como su padre.
Entraron a la capilla, todo transcurrió como debía ser.
"Puedes besar a la novia" y Haldir levantó el velo de Luna y le besó con un beso tierno.
Después siguió el banquete, y a medio banquete, Haldir se llevó a Luna a un flet que había conseguido en el bosque de Rivendel, pero estaba muy apartado y escondido. Quería a su amada para el solo.
"Amor, te subiré otra vez, igual que la primera vez, ¿recuerdas?"
"Sí."
La tomó en los hombros y le cargó. Subió por la escala y luego de depositar a su amada en el piso de la terraza del flet, subió la escala. No quería intromisiones.
Abrió la puerta y Luna se quedó sorprendida. El lugar era sencillo pero acogedor. Un fuego ya estaba encendido para ellos dos. En la mesa había unas botellas y manjares para degustar.
Luna estaba viendo esto cuando Haldir se le acercó por detrás y le abrazó por la cintura. "¿te agrada mi niña?"
"Si mi amor, todo está muy lindo".
En seguida Haldir la giró hacia si y le miró lánguidamente y suspiró de amor por esa niña humana, reina de las estrellas decía Galadriel, pero para él, era su mujer, su dama, su amor, su vida.
Le besó delicadamente, recordando que ella era virgen, que trataría de no lastimarla. Ella le correspondió a su beso. Muy suave, esos labios de su hombre que ya conocía bastante bién pero que no se cansaba de probarlos.
Las manos de Haldir, acariciaban ese cuello delgado de Luna, sintiendo como la sangre comenzaba a subir por las venas de Luna, enseguida la tomó en sus brazos y la llevó al lecho. Le besó los párpados suavemente, la frente, las sienes, las mejillas, la punta de su nariz, su barbilla, luego bajó hacia el cuello, siguió hacia los lóbulos de sus orejas, luego regresó hacia el cuello otra vez, y con las manos grandes acariciaba esa espalda, que luego empezó a desabotonar el vestido de Luna. Siguió besando los hombros, tan perfectos. Velluditos como melocotones, fue besando los brazos de Luna y ella ya gemía, pues deseaba que Haldir tomara sus pechos pero él sabía lo que ella deseaba pero hacia mas larga la espera. Le alzó los brazos y empezó a besar el tronco de su amada, pero no llegaba a dónde ella quería. Ella gemía, suspiraba, se mordía el labio, ya estaba comenzando a impacientarse y Haldir con la mirada turbia por la pasión miraba su cara de vez en cuándo, para ir midiendo a su amada. Sentía como ella arqueaba su espalda para entregarle esos jubones, esos cántaros que no quedaban satisfechos. Y el no los tomaba, entonces Haldir besó su vientre, marcando una línea de fuego, fue subiendo poco a poco, lentamente, besando por aquí, por allá, hasta que por fin, tomó uno y lo besó suavemente, luego jugando con su lengua por el pezón de ella. Esto arrancó un gemido de ella, grave pero suave, ella se le entregaba, por propia desición, allí no había ninguna reina de nada, sólo era una mujer entregando su alma y cuerpo y todo su amor a su hombre, a su amado, luego pasó al otro pezón cosa que Luna creyó desfallecer, pues no pensó que el amor fuera así. Haldir cubría con sus manos sus muslos, suavemente, jugando con sus uñas, Luna ya no sabía dónde no sentía. Era una masa de carne pulsante y sensible. Gemía cada vez mas, su respiración se agitaba, no podía acallarla ni a su corazón que latía fuerte, poderoso, tanto que temió que fuera oído. Ella empezó a besar a su elfo en las mejillas, ella tendría que hacerle sentir lo mismo o mas. Quería cubrir su falta de experiencia con inventiva. Besó las mejillas de haldir, luego siguió con las orejas, cosa que a Haldir le derretía eso, lo miró desfallecer. Mientras con las manos abría su chaqueta nupcial, suavemente sin prisa, aunque ya dentro de ella sentía un fuego interior, en su bajo vientre que le quemaba, pero quiso esperar a que su amado pasara por lo mismo que ella. Quería darle los mismos regalos que el le había dado.
Beso su cuello succionándolo y dejando pequeñas marcas que ella no vió por la pasión. Todo en el era perfecto, estaba conociendo el cuerpo de su marido. Blanco, las venas se transparentaban, fuerte, arrogante, las manos y los labios trabajaban al mismo tiempo que su cabello. Luna encendía a su hombre por completo lo contraatacaba por todos lados. Estaba sitiado y rendido. Besó sus pezones, luego le recostó y empezó a bajar por el vientre al mismo tiempo que con las manos le ayudaba a quitar el pantaloncillo que llevaba, ya Haldir tenía la señal evidente de su pasión a todo lo que daba, Luna le miró indecisa, pues no sabía que hacer. El se dio cuenta y tomó su mano y la colocó sobre su miembro. Ella empezó a acariciarlo maravillada, luego fue atrevida y lo besó, Haldir sentía morirse, jadeaba, sudando, feliz de que su Luna lo hiciera sentirse así, luego ella lo dejó y se fue hacia sus pies, de ahí acariaciando con las manos y labios siguió subiendo, besó sus rodillas, luego sus muslos, los mordisqueó suavemente, pues no deseaba lastimarlo pero ella quería también hacerle lo que su pasión le ordenaba, Haldir empezaba a arquearse, acariciando el cabello de Luna. Ella le entreabrió sus piernas y vió todo lo que ofrecía su hombre. En todo su máximo esplendor. La mata de cabellos dorados refulgía a la luz de la Luna. Luna no aguantaba mas, no sabía lo que seguía pero ella ya deseaba calmar ése fuego interior. Se recostó y Haldir tomó el contraataque. El si sabría muy bién lo que ambos necesitaban, pero tenía que prepararla un poco más. La besó, la acarició, Haldir le besó cerca de su bajo vientre y ella sentía que no daría mas, entonces el se puso sobre ella, ella sentía el fuerte empuje de el, esa pasión que amenazaba con explotar. Entonces el le entreabrió las piernas y la comenzó a poseer. Suavemente para no lastimarla, mientras seguía besando sus pechos y su cuello alternativamente. Luna arqueaba su espalda instintivamente. Abrazaba a su hombre, tocaba su espalda. Sentía que se hundía en un pozo y quería detenerse de el.
Haldir comenzó a moverse suavemente, delicadamente, hasta que poco a poco fue entrando en su amada. El era grande y ella pequeña. Muy pequeña. Sería un proceso largo, pensó el, pero no importa. Entonces ella se comenzó a mover muy rápido y el supo lo que ella necesitaba, estaba lista. Puso mas cadencia a sus movimientos, Luna sintió un dolor en su vientre, fuerte, pero la pasión no la dejaba, sentía que explotaba, algo se rompió dentro de ella, clavó sus dedos en la espalda de Haldir, el seguía moviéndose frenético pues ya no podía contenerse. Arrojó su semilla dentro de su amada. Se derrumbó sobre ella, viendo sus ojos, lánguidos, viendo que ella lloraba, y gemía.
"¿Mi niña, te he hecho daño? ¿Te lastimé? ¿Qué tienes querida mía?"
""No mi amor, solo lloro de felicidad pues ésta noche he experimentado una felicidad que creí que no existía."
"Entonces mi amor, ¿por que las lágrimas si eres tan felíz?
"Lloro de felicidad mi amor, por que el dolor fue mínimo pero tu amor fué grande, infinito".
"Chiquita mía" sonrió Haldir felíz de lo que su amada decía.
"Te amo amor, te amo Luna mia.Quisiera gritarlo a los cuatro vientos"
"Te Amooooooooooooo" gritó Haldir.
"Loco, cállate que te van a oír."
Así estaban los dos, abrazados, cuándo Luna, sintió que algo, cálido y húmedo salía de dentro de ella. Y se escurría por sus piernas. Al mirarse, vió una mancha de sangre en la sábana de seda. Se asustó.
"Haldir, mi amor, mira"
"¿Qué sucede amor? Oh, por Dios. Espera, no te asustes, es normal en las vírgenes. Espera te traeré unos lienzos".
Haldir corrió y rompió una manta que estaba en la silla. Luego llegó con Luna y le puso los lienzos. Taponando el sangrado.
Vió el rostro de Luna y vió que estaba con lágrimas sobre sus mejillas asustada.
Corrió y la abrazó al mismo tiempo que se recostaba junto a ella. "No te preocupes amor, prontó pasará. Perdóname, soy un bruto. A veces no me puedo contener."
Esto será solo por un rato, ya verás que para mañana, estarás bién. Sólo te dolerá un poco pues es normal, eras virgen y estabas muy estrecha. Además yo he contribuido pues te notifico señora de Haldir, que su marido es uno de los elfos mejor dotados. ¿Eh?" Tratando de hacerla sonreir. Cosa que logró.
La acunó en sus brazos y empezaron a dormitar. Por esa noche sería todo pues no deseaba molestarla a ella con sus escarceos. La había lastimado bastante, pues el sabía que lo que le dijo a Luna era verdad. Había sido el objeto de la pasión de muchas elfas y humanas, pero también la envidia de muchos elfos por el tamaño de su.... cuerpo. Aunque lo de las elfas y humanas, no se lo dijo, claro.
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