Capítulo 10 Recibimiento.
Atardecía ya cuando la comitiva debía acampar. Ya habían entrado al Bsque Negro. Todo iba lo bastante bién. No habían tenido percances. Se montaron las tiendas. Se prendieron las fogatas para calentar a los guardias. Se montaron los turnos de guardias, comandados por Haldir. A Haldir le tocaba el segundo turno. En la tienda de Luna, Guillian le atendía solícitamente. Hasta que ya la dejó instalada y entró Haldir, entonces Guillian dejó a su señora en compañía de Haldir. Ella se retiró a su tienda a descansar. Haldir miró a Luna. Estaba hermosa. Durmiendo con sus ojos abiertos también. Isilme bañaba sus pupilas, haciendolas ver doradas por el tono café de sus pupilas. Desde la noche de bodas que no la tocaba. Besó sus labios y Luna se despertó. "Haldir, amor mío, ¿sabes? Estaba soñando que hacía el amor con un lindo guerrero rubio, pero lo mas extraño es que no se le veía la cara ¿sabes? Que raro ¿no?" Haldir sintió hervir su sangre de celos y rabia. No creía lo que su amada Isilme le estaba diciendo. Un seño de incredulidad quedó clavado en sus cejas. Hasta que vió la sonrisa perversa de Luna comprendió su juego. "Malévola mujer, me matas, haces de mi lo que quieres, me provocas, eres una reina bruja. Ahora te castigaré malvada Isilme." "Ah, ¿si? Piedad señor Capitán de la guardia del bosque dorado, por favor no me haga daño en su deseo de venganza." "¿Acaso mis oídos me engañan y me estás pidiendo piedad mujer? Que poco es tu aguante mujer.". "Ya verás lo que te haré". Diciendo esto, la besó, pero ya no era tierno, era apasionado, deseaba castigar a su mujer por el acceso de ira y celos que le infligió. No sabía que le pasaba pero desde que la conoció estaba hecho un tonto. Ya no era el de antes. Quizas si era la misma Elbereth encarnada y estaba usando algun tipo de sortilegio para tenerlo en ese estado. "Reina mía, te adoro, te idolatro. Me moriría sin ti, me has condenado a una eternidad amandote. Me has perdido mujer." "Haldir, mi amor, te amo, te amo, te amo, siempre te amare". Así siguieron todo el rato, amándose una, dos, tres veces, hasta que quedaron satisfechos. Ella se quedó recostada sobre el almohadón, apenas con la túnica cubriéndole su cuerpo. Haldir iba a cerrar los ojos para dormir un rato, cuando vio una sombra acercarse a la tienda. Le hablaban. Ya le tocaba su turno de hacer guardia. No había dormido pero valía la pena. Luna era suya, para siempre. "Capitán, es hora" se oyó una voz muy suave que decía para no despertar a la reina. Igual contestó Haldir. "Voy". "¿A dónde vas amor?" dijo Luna adormilada. "es mi turno de hacer guardia, duerme amor, no te preocupes, Shhhhh, duerme niña mia". Y Luna se durmió agotada como estaba con el viaje y luego de haber sido de Haldir por cuarta ocasión, era mas que suficiente. Transcurrieron dos horas. Haldir inspeccionaba la zona con sus ojos en la lejanía, en la oscuridad. Escudriñándola. Fue a darle una vuelta a la tienda de su amada. Al abrir la tienda, algo lo dejó paralizado. Una araña, peluda y oscura pero demasiado grande, como para devorar a Luna de un bocado estaba tras de ella, en silencio. Luna despertó ante el zumbido que hizo Haldir al sacar una flecha del Carcaj, montar la flecha en el arco y apuntar. Luna se sentó y miró a Haldir que le apuntaba hacia su cabeza. Pensó que se había vuelto loco. Le miraba con horror, con repulsión, "¿por qué me quieres dañar Haldir? ¿ya no eres mi elfo adorado? Haldir estaba frío, una gota de sudor le corría por la frente lateralmente. Estaba rojo, suavemente le dijo: "No te muevas bruscamente, no hables. Cuándo te diga, inclina la cabeza. Y obedece" Luna supo que algo pasaba y tenía que obedecerle. "Ahora Luna" Luna se tiró al frente entre sus piernas. Sólo escuchó un zumbido pasar por su cabeza y en eso un chillido se escuchó por detrás y un cuerpo pesado y peludo cayó sobre Luna, asustándola. Luna se movía y no dejaba que se le ayudase. Haldir tiró el arco y trataba de ayudarle a Luna. Pero ese animal estaba muy pesado para ella. Haldir no lo podía pues tampoco Luna dejaba de moverse y se enredaba mas. Luna gritaba pues sentía lo peludo del animal, le daba asco, esos pelos se atoraban en su piel, hiriéndola, hasta que Luna se quedó callada. Haldir temió lo peor. "Luna, luna, respóndeme" Los guardias se presentaron y al abrir la cortina, presenciaron algo que les heló la sangre. Creían que su reina había muerto. Le ayudaron a Haldir a quitar ese cuerpo peludo y horrible de encima de Luna. Aunque también ellos resultaban heridos en las manos. A haldir se le hacía eterno. Por fin quitaron el animal de encima de Luna y lo sacaron fuera de la tienda mientras Luna era atendida por Haldir. Enviaron por Guillian y un sanador que iba con ellos por si fuera necesario. La reanimaron pues solo estaba desmayada por la impresión. Al volver en sí, se arrojó para un lado, y se abrazaba, en su confusión creía que los brazos de Haldir eran las patas de la araña. Y gritaba. "Déjame, vete, vete, no me toquees nooooooooooo." Haldir intentó agarrarla, pero ella no reaccionaba. Hasta que Haldir le gritó: "LUNA, MIRAME NIM MERETHRIL. Soy yo tu Haldir. Ella escuchó su voz y levantó sus ojos de sus rodillas. Y se lanzó hacia Haldir, a puerto seguro. "Haldir, haldir, tuve tanto miedo mi amor. Ese animal, que era mi amor, solo sabía que estaba peludo y algo me hería. Me dio tanta repugnancia sentir su cuerpo." "Si amor, pero ya está muerto. Ahora solo estas conmigo. Shhhhh, ya mi bebé, mi niña amada. Shhhh. Guillian sacó al sanador y le preguntó que se debía hacer y solo había que limpiar las heridas de Luna y si no eran muy profundas no harían mas. Sólo ponerle un ungüento cicatrizante. Guillian le explicó a Haldir lo que debía hacer. "¿Amor, nena, me dejarías curarte las cortadas que te hizo ese animal? No es la gran cosa pero de todos modos, mirate amor, estas toda cortada de los brazos. Anda chiquita mia, déjate." "Si". musitó ella. Se quedó en silencio y dejó a Haldir hacer el trabajo y luego vió que el se limpiaba tambien sus manos. Haldir trató de que ella durmiera pero estaba preocupado por ella pues ella ya no lloraba, no decía nada. Ella ya no quiso dormir, y Haldir se tuvo que mantener con ella pues ella quería irse con el. Ella no volvió a dormir en la tienda. Le traía malos recuerdos. Le decía a Haldir que estarían mejor en un árbol, el al ver su inocencia sin saber que las arañas podían subir a los árboles. En la mañana, partieron hacia Mirkwood. Llegaron a medio día. Los guardias anunciaban la llegada de la nueva reina Elbereth. Los heráldos anunciaban y cantaban su llegada. Todo el pueblo elfo le aclamaba. Ella se sentía en un sueño. Al acercarse al palacio, sobre la entrada, en el foso, estaba el Rey de Mirkwood, Legolas y sus hermanos. Luna, iba sobre su amigo Cornelius, se veía imponente. Legolas se acercó para ayudarle a bajar pero al verla se asustó. Haldir presto se bajó de Dien para ayudar a su amada. Legolas, preguntó "¿Haldir, que ha pasado? Luna viene herida. Pero.....como." "No te preocupes Legolas, estoy bién" dijo Luna. Haldir la tomó de la cintura y le ayudó a bajar de Cornelius. Legolas miró la montura de Luna y se asombró. "No puede ser." "Sí, querido Legolas, tan cierto como lo estas viendo. Es un preludio de lo que vendrá". "Adelante por favor, su majestad, siéntase bienvenida a nuestro reino que es el suyo, por favor" decía el Rey de Mirkwood, padre de Legolas. Luna hizo una reverencia con la cabeza agradeciéndole su hospitalidad. "Le agradezco majestad su hospitalidad, para mi gente y mi esposo". "Sus habitaciones ya están listas Aran Meletyalda le dijo Legolas a Luna. "Qué Aratar te bendiga Legolas". El príncipe Legolas, llevó personalmente a Luna y Haldir a sus aposentos que fueron preparados especialmente para ellos. Las mejores habitaciones. Legolas estaba preocupado por Luna pues la vió herida. En lo que Luna miraba el aposento, Legolas le hizo una seña a Haldir para que saliera al pasillo. "Haldir, ¿que pasó en el camino? ¿Por qué Isilme viene así? ¿Es de gravedad?" "No querido amigo, tranquilo. Una araña gigantesca quiso atacar a Luna cuándo dormía pero la maté pero el cuerpo de la araña hirió a Luna. Los capilares de la araña hirieron a Luna, pero como el cuerpo de ella estaba sobre Luna y estaba aterrorizada y se movía bastante y no dejaba quitarle la araña, pues además estaba muy pesada. Sólo fueron arañazos y el susto. La guardia tuvo que ayudarme." "Sí, desgraciadamente ésa es una maldición que no hemos podido retirar". "Pues ahora que estoy aquí si puedo ayudarte, solo dilo, pero no delante de Luna ¿eh?" "Gracias amigo, eres muy amable. Bueno, te dejo descansar. Por favor, yo estimo a Luna, como una amiga o una hermana y hasta ahí. El día que hablamos a solas, ella estaba curiosa por que le aclarara si había una diferencia entre su mundo y el nuestro, todavía tenía dudas si también yo era elfo, inclusive la hize que me halara las orejas, ¿puedes creerlo? Tuve que cambiar físicamente para que me creyera. Por favor, cuídala Haldir. Quiérela mucho". "No te preocupes y confesión por confesión, yo los miré por la ventana de mi habitación. Miré que ella te tocó las orejas y creeme que sentí un celo, tremendo, pero luego ví lo que hiciste. Y mas o menos me imaginé lo que pasaba por su mente. Ahora sé que le estimas como una hermana. Y yo como un gran amigo. Lisse oloori Legolas". "Lisse oloori Haldir". Y Haldir entró a la habitación dónde ya Luna se comenzaba a cambiar y a ponerse su bata de noche pues ya se había duchado. Se sentía cansada y con sueño. La idea de hacer el amor con su marido, le apetecía pero se sentía desfallecer. Se recostó sin esperar a su amado. Haldir se fue a dar un baño y al salir vió a Luna que yacía dormida. De lado, encorvada con la mano sobre la boca. Siempre dormía así. Su dedo pulgar derecho dentro de la boca, siempre, succionando suavemente. Era algo tan íntimo, que solo el conocía ese detalle, y sus ojos abiertos. Ahora sabía el porque de sus ojos abiertos siendo humana, pero no era tan humana. Era Elbereth, y ella tenía que tener algo de elfo. Ahora sabía por que su Isilme tenía esa costumbre. Por la pena tan grande de Luna de no tener el amor de su mamil(madre). Que bella era. Se recostó pues no deseaba despertarla, la levantó suavemente y la recostó sobre su brazo y su pecho. Ella seguía con su pulgar. Cómo un bebé, la cubrió y se recostó, suspiró y se quedó mirándo el sueño de Luna, vió que era pausado y tranquilo. Se durmió pensando que una noche de tranquilidad no le caería mal. Estaba soñando que la veía sobre Cornelius, con una túnica blanca, igual de alba que Cornelius, y montaba como la mejor amazona. Le veía su cabello rizado volar al viento. Era hermosa. Sus ojos, a veces verdes y a veces cafes miel, enmarcaban esos pómulos. Ojos brujos. Era la primera vez que Haldir veía esa combinación. Estaba soñando precioso con su Isilme cuándo sintió que ella lloraba y se estremecía: "No..... déjame......no me hagas daño. Haldir, amor, ¿dónde estás? Me haces daño, rompes mi piel, noooo, dejame por favor, yo no te hago daño, no me golpees, por favor madre, ya no me pegues. Yo te amo madre, ¿que he hecho para que me trates así? Mph.......madr...........no............" Haldir, despertó y al oír todo esto y ver que Isilme lloraba, sus mejillas estaban húmedas de lágrimas. Y se retorcía. Sudaba, estaba muy agitada. Tenía que despertarla. "Niña mía, amor, despierta, todo es un sueño, es una pesadilla" Y la tomó en sus brazos y la sacudía suavemente, y así finalmente la pudo sacar de ésa pesadilla. Luna se sentó y gritó: "Madre nooooooooo". Haldir le abrazaba y ella se prendió de el con desesperación, el la mecía tratando de consolarla. "Shhhh, ya amor, es solo un sueño, nada es real". Tocaron la puerta suavemente y entró Legolas "¿Qué ha pasado Haldir? ¿Se siente mal Luna?". "Solo tiene una pesadilla Legolas, gracias." La imagen que vió Legolas, le enterneció. Haldir, el fiero guerrero, el mas bravo soldado de toda tierra media, ahí doblado con su amada en brazos, consolándola, siendo capaz de darle tanta ternura que Legolas jamás pensó que él tuviera. Cerró la puerta y les dejó sólos. Sintió tanta envidia por no tener él un amor así. ^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^