Feliz cumpleaños amor.

Milo caminaba lentamente, ese día se había levantado desanimado, era 8 de noviembre, un día frió, triste y su cumpleaños; y solo a él se le podía haber ocurrido discutir con Camus, el día anterior. Llevaba unos días muy tenso, en el Santuario las cosas no iban muy bien... nuevos aspirantes a caballeros, mucha gente alrededor de todos ellos. Habían tenido una pelea ese fin de semana, y al intentar separar a los dos jóvenes, tanto él como Shaka habían recibió varios golpes, nada grave pero suficiente para herir su orgullo de caballeros. Y después la discusión con Camus, por que tenia que ser tan celoso, ya llevaban varios años juntos y nuca le había dado motivos de desconfianza y eso que en el Santuario era difícil resistirse al acoso de algunos caballeros. Había llegado un joven nuevo y se había prendado totalmente del escorpión. Los acosos cada vez iban a más, le llamaba por teléfono a su templo, le mandaba flores y pequeños regalo. El problema llego cuando el día anterior le regalo una pulsera de plata, en ella se leía su nombre, MILO, y por más que le dijo que no, lo tomo de la mano y se la puso. Y ahí comenzaron sus problemas, Camus los miraba desde una de las esquinas de la mansión Kido, y por supuesto equivoco la situación. Camus comenzó a gritarle allí mismo, y eso a Milo no le gustaba nada, fue por eso por lo que decidió no quitarse la pulsera y dejar a Camus solo, marchándose a su templo. Camus nunca le había regalado nada, su querido cubito de hielo no era nada detallista, por esa razón tampoco le molestaba tanto que aquel chico lo acosara, pero ahí a discutir con su novio por la culpa de este primero...

Sintió que lo estaba perdiendo, que se le escapaba de las manos una relación de más de tres años y eso no le gustaba. Se sentó en un banco y apoyó la cabeza entre sus manos sin poder evitarlo rompió a llorar.

Minutos mas tarde los ojos le escocían de tanto llanto, no podía dejar de hacerlo, cada  vez que lo intentaba el rostro iracundo de Camus volvía a su mente. Y cada vez lloraba más y más fuerte, con un terrible dolor en el pecho que le cortaba el aliento

- ...¿ Milo?...

Escuchó su nombre y levantó la vista lentamente, con los ojos llenos de lágrimas... el corazón le dio un vuelco al reconocer a la persona frente a él.

      -    ...¿ Camus?- consiguió preguntar entre sollozos.

Este le sonrió y le tendió un pañuelo. Se arrodillo frente a el, de cuclillas, y se secó las lágrimas con las manos

- No llores ángel mío.. lo siento... he sido un idiota.

Milo se levantó como un rayo y le abrazó, cayendo ambos al césped.

- Te quiero Cami... con locura, no vuelvas a dudar de mí.

Camus sonrió y le acarició el rostro. Estaba debajo de él y varias personas los miraban, unos sonrientes, otros con desagrado.

Camus opto por no hacerles caso a estos últimos y lo besó con fuerza, con todo el amor que podía darle en un solo beso.

Al separarse de él lo miró directamente a los ojos y le dijo

- Feliz cumpleaños amor.