Capítulo 23. Florecimiento.

Luna despertó después de un rato, se levantó con sumo cuidado y se vistió, procurando no despertar a su elfo querido. Se dispuso a peinar su cabellera pues ahora que la tenía larga tendría que aprender. Se hizo dos trenzas como las que le hacía a su marido, a los lados y cepilló sus cabellos. Salió dispuesta a ir a conocer su nueva ciudad, a sus queridos elfos. Al salir vió que el maná no caía. Se intrigó. Bueno, eso ya lo arreglaría. Por el camino se encontró a varios sirvientes y le reverenciaban pero se sorprendían que ella los saludaba de la manera mas amigable que podía pero ellos estaban asombrados de ver el cambio físico que había dado su señora. Ahora era una elfa mas, igual que ellos. Solo que ella resplandecía, emanaba un brillo especial de ella. Luna se paró en medio de una plaza con jardines y levantó los brazos, ahora estaba conciente de lo que hacía, le pidió a los Valares:

"Erú, Valares en nombre de estos tus hijos, te pido me concedas el maná sagrado para tus hijos queridos de Lórien para su redención y gloria de esta sangre tuya, que no se extinga jamás y que todos los pueblos y naciones les reconozcan su grandeza y su gloria. "

Todo quedó en silencio en Lórien. Los elfos que por ahí pasaban, se detenían primero asombrados por el aspecto físico que tenía ahora su señora. Y además por que estaba practicando sus rituales en medio de todos, a la vista de todos. Vieron que despedía una luz, tornasolada. De repente un elfo gritó,:

"Miren, hacia el cielo" dijo señalando el cielo. Los pequeños copos del maná sagrado comenzaban a caer en Lothlórien. Uno, otro por allá y así cada vez mas copioso. Los trinos de los pájaros comenzaron a escucharse muy alegremente. Todos los elfos estaban sonrientes y comenzaron a honrar a su señora. Luna sonrió y les dijo: "No hagan eso, que solo los Valares son dignos de aceptar sus alabanzas" "Yo tan solo soy una mas de ustedes mis queridos elfos" Luna estaba feliz, no supo como hizo eso, pero ahora estaba conciente de lo que hizo. Lo recordaría por siempre. Entonces algo le llamó la atención, en el balcón de la dama, estaban ella y su marido Celeborn observando el milagro de Luna. Sonreían complacidos. Le llegó la voz de Galadriel en su pensamiento. "Bién hecho mi señora, ahora te has ganado el amor y la confianza de todos los elfos de Lórien." "Galadriel, sabes bien que amo a los elfos, pero deseaba que tambien aquí cayera el maná para que fuera bendecida la tierra de mi señor Haldir." "Haces bien, mi señora Elbereth, ama a tu marido con ternura y todo tu corazón que ahora que eres elfa también eres inmortal, igual que el, podrán amarse hasta la eternidad"Luna le sonrió a la dama dorada y se retiró a recorrer Lórien. Con cuidado pues no deseaba caer con alguna raíz y lastimar a sus bebes. Entró en una casa que parecía muy hogareña.

Haldir estiró el brazo y no sintió a Luna. Se desperezó rápido y observó que no estaba en la habitación. Fue al baño y tampoco le encontró. Se vistió con rapidez y salió a buscarla. Lo que miró le dejó perplejo. Luna estaba en medio del patio, con una pequeña niña elfa. Ella lloraba y Luna trataba de consolarla contándole un cuento. Acoplando la historia que ella sabía, una historia humana, y la transformó a una historia élfica. Haldir vió que ya caía el maná. Sonrió y se encaminó junto a Luna. "¿Amor, que haces?" dijo Haldir. "Aquí platicando con la pequeña mi pequeño elfo" La niña miró a Haldir y le preguntó a Luna "¿Por que le dices pequeño elfo si está muy grande?" "Pues por que todos los elfos son mis pequeños elfos nena. A todos les amo" "¿También a mi?" preguntó la niña con inocencia. "Si, pequeña también a ti, y por favor no quiero ya verte llorar. ¿Esta bien?" "Si mi señora pero es cierto lo que dice mi mamá?" "¿Pues que es lo que dice tu mamá?" le preguntó Luna intrigada. "Que tu eres una diosa, una reina que ha venido para salvarnos a todos los elfos.". Luna sonrió y miró a Haldir. "Si mi niña y ahora ve a jugar por favor" "Si mi señora" La niña elfa corrió a buscar algo en que entretenerse. "Haldir, amor, ¿no me habías dicho que los niños elfos eran muy escasos?" "Sí mi niña, pero eso no quiere decir que no haya ninguno. Ella es una de los pocos que hay en Lórien. Si acaso solo hay cinco." "Pues mira que son muy pocos. ¿Puedes acompañarme a dar una vuelta amor?" "Si bebe". Entraron a la casa no sin antes tocar a la puerta. La elfa que residía ahí, les hizo pasar asombrada de que su señora le visitara. "Su majestad, pase por favor, mi familia y mi casa se honran de que usted venga a nuestra morada" dijo la mujer haciendole reverencias a Luna. Luna observó que había ciertas carencias en la casa. "Siempre has vivido aquí en Lórien?" "No, mi señora. Acabo de llegar, mi hermano y yo. Venimos del Bosque Mágico, mi hermano y yo. Venimos huyendo pues hay todavía vestigios del maligno. Atacaron nuestra aldea pero solo nosotros sobrevivimos. Mi hermano se llama Castamir y yo me llamo Narquelie, mi señora" Esta chica tenía los cabellos negros como el azabache. Luna observó las necesidades de Narquelie y enseguida le dijo: "Narquelie, en seguida regreso, voy a dar unas órdenes, espérame por favor" "Si mi señora." Luna salió muy enojada. Haldir le siguió. Luna se dirigió hacia su casa. En cuanto se encontró al primer elfo de servicio, le dijo muy molesta. "Pronto, consigue mantas, comida suficiente para dos personas, ropajes para mujer y varón y cuándo tengas todo lo necesario, me avisas y traes todo contigo. Que te ayude alguien por favor" "Si, mi señora" El elfo corrió para satisfacer las órdenes de su señora. Haldir miró a Luna inquieto. "Amor, ¿qué te sucede? ¿Por que estas tan molesta?" "Haldir, no soporto ver que algún refugiado llega a Lórien y que no se le atienda en sus necesidades mas basicas. Ellos son un par de elfos y son hermanos, necesitan ayuda". "Amor, ya se les ha dado ayuda, se les dio casa, comida, vestimentas, etc. Es una regla de la dama dorada". "Pues no es suficiente. ¿Víste la pobreza de su cabaña?" "Si amor, pero acaban de llegar. Ya a su hermano se le ha designado una tarea, conforme el se vaya moviendo, le irá mejor". "Bueno amor, déjame ayudarles por favor" le suplicó Luna con lágrimas en los ojos. "Si mi chiquita, haz como mejor creas conveniente" le dijo Haldir besando sus lágrimas. El elfo de servicio entró al salón donde se encontraban Luna y Haldir. "Mi señora, ya está todo dispuesto" "Está bien, síganme con todo por favor" dijo Luna y se encaminó hacia la casa de la Elfa de cabellos color ébano.Haldir iba tras suyo y al llegar, Luna tocó la puerta y la elfa la abrió y se sorprendió de ver todo lo que Luna le llevaba. "Aquí te he traído estas cosas que seguro te servirán en lo que tu hermano se acopla. Te ruego las aceptes. El reino de Lothlórien te las obsequia y te da la bienvenida" La hermosa elfa se arrodilló ante Luna y con los ojos cuajados de lágrimas, le agradecía a Luna. "Gracias mi señora" Luna miró a Haldir y el comprendió. Enseguida ayudó a la elfa a pararse. "No hagas eso, ni siquiera lo digas. Por favor, en mi puedes tener una amiga" "Gracias mi señora, tenga por hecho que mi hermano y yo, no olvidaremos esto que hace por nosotros". Y enseguida Luna se sintió cansada y se retiró para su palacio. Había jugado con la pequeña Pimbe, conocido algo de Lothlórien, había hecho caer el maná y se sentía agotada. Haldir iba tras suyo, siempre al pendiente de su amada. Luna pidió se le alistara un baño bién caliente y enseguida se metió a la cama. Haldir le miraba preocupado.

"Isilme, amor, ya ordené que te traigan la comida. No has comido nada. Estás todavía cansada de tu transformación."

Luna sonrió a su marido. Por la ventana se veían los últimos rayos de el atardecer. Miraba como el maná caía sobre Lórien. Haldir le sobaba sus pies con ternura, mirándole su cara de satisfacción. Pensó que su Isilme no era ya igual. Cada día cambiaba. Ya no era una mortal mas, ahora era una elfa. Recordó cuándo Galadriel habló con el, antes de casarse con Isilme. Cuándo el le dijo muy preocupado pero enamorado a Galadriel que no importaba que ella fuera mortal, que el renunciaría a la inmortalidad por Isilme, fue cuando Galadriel le confesó a Haldir sobre el secreto de Luna. Que no habría necesidad, pues su Luna se transformaría en una elfa. Que Elbereth se plasmaría por fin en Luna, pero que esta etapa sería demasiado peligrosa para Luna, que podría morir. Ahora todo había pasado. Ahora ya Luna era Elbereth, se veía tan preciosa con su cabello largo y plateado hasta la cadera, con sus orejas élficas pero un poco mas picudas que las demás elfas. Y esos ojos blancos, como pequeñas lunas llenas, ahora con la precisión de la vista élfica.

"Por fin ha caído el maná sagrado en tu tierra mi amor, y de esto he estado conciente mi amor. Sólo bastó pedírselo a Erú y a los Valares. Y el maná comenzó a caer. Espero que yo jamás lo olvide. Se ve tan hermoso Haldir, como se desvanece al tocar algo sólido" "Así es mi amor, no sólo me has dado la vida y la felicidad eterna sino que a todo mi pueblo, a todos los pueblos élficos y a toda tierra media." Entonces Haldir dejó sus pies y se recostó junto a ella, acariciando sus cabellos tan largos y plateados. No dejaba de observar sus cambios. Lo tenía suave y sedoso. Acarició entonces su mejilla, pero en eso Luna se quejó y se llevó las manos al vientre. Haldir se asustó y le dijo: "Luna, que pasa mi isilme, te sientes mal" "No, son los mellizos. Se movieron muy bruscamente". "Deja los calmo amor" Entonces Haldir se dirigió hacia el vientre y lo descubrió. Puso sus manos sobre el vientre y los mellizos comenzaron a brincar y provocar ciertas ondulaciones. Haldir sonrió. Hasta que les dio un beso a traves de la piel de la madre. Comenzó a cantarles una vieja canción de cuna élfica que solía cantarle su madre a Rúmil. Entonces los mellizos se fueron calmando, como por arte de magia. Luna escuchaba con atención la canción de Haldir, un sopor comenzaba a invadirla. Ya que Haldir durmió a los bebes, se acostó junto a Luna. Ella parecía dormitar. Entonces le comenzó a hablar, y a tocar su cara, con tanta delicadeza, con tanto amor, que se le figuraba que esa imagen se rompería. "Haldir, por favor, ahí en ese cajón está una caja. Por favor ¿puedes pasármela por favor?"

Haldir se levantó y buscó la caja que le decía Luna. Mientras Luna se endererzaba y se sentaba en la cama. Haldir se sentó junto a ella y le depositó la caja. Luna le dijo: "Bebé, quiero que veas el contenido de la caja" "¿Pero que es mi amor?" "Espera y verás." Luna comenzó a sacar el contenido. Eran las ropas de los bebes las cuales ella había elaborado. Había ropitas rosas, azules, verdes, blancas, amarillas y cremas. Las acomodó en juegos sobre la cama. Haldir miraba las prendas, emocionado entonces Haldir tomó una prenda pequeñita y le acarició. Estaba mudo. "¿Luna, amor, en que momento hiciste todo esto?" "Cuándo veníamos por el Anduín, después de que mi padre se fue hacia Rivendell. En mis momentos libres cuándo tu te ibas a las batidas de el bosque de Mirkwood. En fin, no faltó ocasión." "Amor, están preciosas. Pero no debiste hacerlas. Se las podríamos haber comprado en la ciudad" "No, mi pequeño elfo, las ropas de mis hijos, cuando sean bebes, será hecha por mi. Y todavía me faltan los pañales. Pero eso tendré que ir de compras por la tela a la ciudad." Haldir sonrió al ver la previsión de su mujer. Le miró con ternura y tanto amor que sentía por esa niña reina, tan tierna, tan mujer, tan reina, tan apasionada. Tenía todas las facetas para hacerlo felíz. En ese momento tocaron a la puerta, Haldir se levantó para abrir la puerta y vió que ean las bandejas para que cenaran tres. Enseguida las depositaron en una mesita, mientras Luna comenzaba a guardar las prendas de los bebes. Detrás de los elfos de servicio venía Elrond, con un gran paquete. "Hola Lord Elrond" dijo Haldir. "Adelante por favor" "Padre" dijo Luna muy contenta de verle. "Hija, perdona que venga a horas de descanso pero quería verte" "No te preocupes, solo le mostraba a Haldir la ropita de los bebes" Elrond se aproximó a la cama y vió los trajecitos que Luna había hecho y se enterneció "Precisamente en este paquete te traigo una ropita para los bebes que ha hecho Arwen en sus ratos de ocio". Algunos otros son comprados, te los envían Elladan y Elrohir. Pero aquí están cuatro, de parte mia, para mis nietos. Son hechos especialmente para ellos. Espero te gusten" Los trajecitos de Elrond para los bebes eran preciosos. Bordados con hilo de oro y plata. En el paquete había toda clase de prendas, desde ropa de cama, cobertores, ropita, gorros, etc. Luna estaba feliz de ver todos esos obsequios para sus bebes. Enseguida abrazó a su padre y lo besó y no soportó las lágrimas. Elrond le limpió sus lágrimas y le ayudó a guardar toda la ropita, la de ella y la que había traido Elrond. "Ahora señora, vamos a cenar los tres aquí si me lo permiten. Me tomé la libertad de pedir una bandeja para mi tambien." "Por mi no hay problema padre, ¿Tu que opinas amor?" Le preguntó Luna a Haldir. "Por mi está bién, no tengo objeción Lord Elrond" Y así estuvieron cenando los tres, charlando animadamente y riéndose de las tonterías que comentaba Elrond de sus hijos Elladan y Elrohir. Luego Haldir le pidió a Elrond que cantara una canción y Elrond complació a sus anfitriones. Elrond tenía una voz hermosa. Luna empezó a sentir que un ligero sueño caía sobre ella, y no supo a que horas se quedó dormida. Elrond al verla, guardó silencio. Le dio el arpa a Haldir y le hizo señas de que guardara silencio. Que ya se retiraba a sus habitaciones. Se acercó a Luna y le besó la frente y la arropó. Luego se despidió de Haldir. Haldir le acompañó al pasillo y Elrond le dijo a Haldir: "Cuídala mucho por favor. Es mi hija, no de sangre pero le amo al igual que Arwen. A los dos les quiero como a mis hijos." "Estas correspondido Elrond, en tus cariños. También nosotros sentimos el mismo afecto por ti" Dicho esto Elrond se retiró a sus habitaciones. Esos elfos se amaban con locura, pensó Elrond. Esto le hizo recordar a su dulce Celebrian. El amor de ellos también era asi de profundo y hermoso. Haldir se fue a recostar con su mujer. Se quitó la ropa, como acostumbran los elfos y se acostó desnudo, al lado de su pequeña Isilme. Le besó los labios con ternura y la recostó sobre su brazo, como ya era costumbre. Se arropó junto a su Luna. Y su olor le llegaba a su nariz. Olía a bebe, era una dulce mezcla de flores con olor de un bebé. Su último pensamiento fue que era muy feliz con la alegría que le estaba dando Luna, tenía por fin el amor seguro y completo en su Luna, pronto sería padre y todo estaba bién. Suspiró y se quedó dormido por ésa noche.

P.D.- Va dedicado con mucho cariño para Almita, riegel, amazona verde y demas lectoras, muchas gracias por leerme y espero no estarlas defraudando con la historia. Ya mero llegamos al final chicas.Gracias.(y)ReinaVarda.

^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^