No has de creer en mí.

Natalia

(Palimpsesto)

No has de creer en mí: ni en mis silencios extensos ni en mis breves palabras ni en mis penetrantes e intensas miradas. No has de creer en mí, y te comprendo. Muchas veces te he decepcionado, pero esta vez te he sido sincero y tú lo has ignorada. No soy bueno para expresar mis sentimientos y creo que jamás llegaré a serlo, por eso no me sorprende que hayas dudado de mí. En realidad, no soy bueno para nada, salvo para idear estrategias bélicas y para pelear, que ya de nada sirve, porque la guerra sólo nos arrebata momentos irrecuperables de nuestras cortas vidas.

Sin embargo, me hubiese gustado que por esta única vez en que yo intentaba demostrar mis emociones tú me hubieras creído. Tal vez desconoces cuán importante eres para mí, y esto tampoco me extraña, porque durante el tiempo que compartimos juntos jamás te conversé respecto a nuestra relación ni te revelé los verdaderos sentimientos que mi frío corazón, antes incapaz de amar, alberga hacia ti.

Es increíble lo que he cambiado en este último tiempo. Cuando observo mi reflejo en el espejo cada mañana me encuentro tan distinto, a pesar de ser el mismo. Y todo ha sido obra tuya. A veces, sólo a veces, siento unos deseos irresistibles de volver a ser el de antaño, para que no me duela tanto tu ausencia, pero la nostalgia de tu recuerdo me impide que nuevamente mi corazón se marchite. Si yo continuara siendo el muchacho duro y sin emociones que alguna vez fui, no sentiría esta angustia amarga embargarme el alma, pero tampoco hubiese disfrutado de tu presencia alegre ni de tus besos suaves ni de tus ojos brillantes y grandes ni de tu cabello rozándome el cuello tibiamente ni de tu conversación incansable y amena, que aprendí a apreciar y a extrañar penosamente y, finalmente, tampoco hubiese disfrutado del gran amor que me profesas.

Apuesto a que te sorprenderían muchísimo mis palabras si llegaras algún día a oírlas y tal vez tampoco las creerías. Pero fuiste tú, con tu infinita dulzura y cariño, quien me enseñó a amar. Y también eres tú, que amargo destino ¿no?, quien me enseñó a sufrir de esta manera tan desconsolada. Todas éstas son sensaciones nuevas, desconocidas, pero tan cercanas e intensas.

Yo quisiera… Yo quisiera retroceder el tiempo y volver… Yo quisiera repara mis errores… yo quiero que tú estés conmigo ahora. Me dueles tanto, Duo Maxwell. Cada noche evoco tu sonrisa alegre, tu mirar regocijado, tu voz contenta, tu hablar sincero y todas esas reminiscencias que han quedado impregnadas en cada rincón de nuestro hogar y que brotan a cada paso que doy en él y que me invaden y que… me oprimen el corazón.

Si tú me hubieses creído…, pero fui yo quien te dijo aquella vez en que nuestros ojos se encontraron y supimos que nos amamos: "No has de creer en m". Miedo, temor, qué sé yo, pero te lo dije. Y tú, de todas formas, valiente y resueltamente te acercaste a mí. "Lo intentar", dijiste con tu voz firme, "lo intentaré, porque te amo, Heero Yuy, te amo cómo no tienes idea".

Salgo a caminar por las calles anegadas. Ayer llovió, como si el cielo llorara por mí, ya que yo no puedo llorar. ¡Qué ironía de la vida! Me he tornado sentimental y hasta románticamente poético desde tu partida. Ya he dicho, salgo a caminar, a pesar del frío y respiro el aire helado, y no me importa. Simplemente quiero salir de la casa y dejar de sentir el persistente olor fragante de tu cuerpo, de tus cabellos, el persistente eco de tu voz querida.

La lluvia ha vuelto a caer, y tampoco importa. Es esta soledad ahora tan dolorosa. Antes no me apesadumbraba, pero desde que te conocí tantas cosas han cambiado en mí. Pronto estoy empapado y siento las gotas de agua helada resbalar por mis mejillas ateridas. Sé que no son lágrimas, pues no puedo llorar, sencillamente, no puedo.

Te extraño todos los días: al despertar, al trabajar, al comer, al dormir, al caminar, al mirar las estrellas, al contemplar las gotas de rocío mojar cálidamente los pétalos de una flor, al sentir los rayos tibios del sol. Te extraño todas las noches. Te extraño ahora y siempre. Vuelve. Sólo vuelve. Tus ojos violetas, tu cabello trenzado, tu voz jocosa, tus labios rosados, tu piel tersa, tus besos ardientes, tu cuerpo tibio, tus caricias eternas. Perdóname y ámame, de nuevo, por favor. Vuelve.

Continuará pronto…

Nota de la autora: Es muy corto, lo sé, pero necesitaba escribir y aquí está. Gracias por leerlo y espero que les haya gustado.

Bueno, por si las dudas, Duo no está muerto y en el próximo capítulo será él quien nos hable y tratará hacerlo más extenso. Sé que no he dicho demasiado, pero despacito por las piedras se llega lejos, ¿no?

Ya saben, cualquier duda, crítica, pregunta, hagánmela saber, por favor, así yo podré corregir y contestar debidamente..