Hechizos, pócimas y brujerías. – Fic.
Cap. 1 – Hechizos.
Hace miles de años cuando la nación de Tierra y la nación del Agua se iban a aliar por medio de un matrimonio arreglado, algo echó por la borda esa alianza… o mejor dicho alguien.
Hinata Hyuga, la princesa del agua estaba arreglándose frente a su espejo, ajustando ciertos detalles de su maquillaje. El vestido pomposo color blanco le quedaba increíblemente hermoso, mientras su peinado recogido le hacía lucir como toda una princesa modesta y casta.
–¡No puede pasar! – Escuchó la voz de una de sus criadas gritar en medio del pasillo.
–¡No me digas lo que no puedo hacer! – Exclamó una voz muy peculiar mientras abría fuertemente la puerta.
–¡Matsuri! – Se sorprendió Hinata al verla irrumpir dentro de sus aposentos.
–Hola Hinata. – Dijo aquella chica con un poco de malicia.
–Está bien, puede dejarnos solas. – Había dicho Hinata a su servidumbre. – ¿Qué te trae por aquí, Matsuri? – Preguntó no haciéndole mucho caso mientras volvía a posar su vista hacia su reflejo.
–Supe que te casarás con el príncipe Gaara. – Soltó la chica de pelo castaño. – ¡Tú no puedes casarte con él! ¡Él es mío! – Exclamó rabiosa mientras empuñaba sus manos.
–Lo siento Matsuri, pero él pidió mi mano. Además, la unión de nosotros formará una sólida alianza entre nuestros reinos… esto beneficiará a ambas naciones. – Respondía sin prestarle mucha atención.
–¿Qué no entiendes lo que te dije? ¡Él es mío! – Exclamó con mucha furia.
Entonces pudo verla bien, en el espejo se veía cómo al pronunciar dichas palabras, la castaña le aventaba cierto líquido verdoso hacia su espalda.
–¡¿Qué haces?! – Gritó horrorizada al sentir su vestido de novias ensuciarse con ese líquido maloliente. – ¡¿A caso estás loca?! – La enfrentó muy enojada.
Matsuri la veía con aires de malicia, y quedando un poco líquido en aquel frasco que traía consigo, se lo arrojó hacia la cara.
–¡¿Qué diablos te pasa?!
–Te lo dije, ¿No? ¡Gaara es mío! – Decía muy eufórica la castaña.
De pronto Hinata sintió su corazón latir desembocado y un miedo se apoderó de ella al ver esos ojos filosos y venenosos que la miraban con aires de superioridad. Empezó a sentir ciertos cambios en su cuerpo y su garganta fue cerrándose. Veía a Matsuri reír desenfrenadamente mientras ella se hacía cada vez más y más pequeña.
–¡¿Qué me has hecho?!
Matsuri reía, no contestaba nada y pronto llegaron las servidumbres a buscar a Hinata.
–Lo siento. – Había dicho Matsuri. – Hinata dijo que no quería casarse con el príncipe de la Tierra y tan pronto como pudo, huyó de aquí.
–¡¿Qué?! ¡Eso es mentira! ¡Estoy aquí! ¡¿Qué, acaso no me ven?!
–¡No puede ser! – Soltó una de sus empleadas. – Tendremos que avisar a sus padres. – Dijo saliendo muy asustada de ahí.
–¡Matsuri! ¡¿Qué diablos me has hecho?!
–Lo siento querida, no hablo gatuno. – Dijo Matsuri al agacharse para mirarla a los ojos.
–¿Gatuno? ¿Acaso te volviste loca?
–¿Sabías que Gaara-kun es alérgico a los gatos? – Confesó la de pelo castaño. – Lo siento querida, pero creo que seré yo quien me case con él. – Rio ante su comentario y pronto salió de ahí dejando a Hinata muy confundida.
–¿Gato? – Se decía extrañada y pronto posó su vista hacia el gran espejo que tenía en su habitación. – ¡¿SOY UN GATO?! – Maulló fuertemente. – ¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡Mi boda! ¡Soy un gatooo! – Se lamentaba una y otra vez. – ¿Soy un gato negro? ¡Oh por Dios, ahora nadie va a quererme!... Aunque… mi pelaje no está tan mal… – Se decía viéndose detalladamente en el espejo. – ¡No espera! ¿Qué rayos estoy diciendo? ¡Soy un gatooo! ¿Qué hago? ¡Ah sí, Kurenai podrá ayudarme! – Se dijo a sí misma y pronto salió de ahí.
Tan pronto como sus patitas le ayudaron, llegó a la casa de Kurenai, su antigua maestra de artes. Sabía de antemano que la pelinegra practicaba algunos hechizos, y aunque no era tan buena, confiaba plenamente en ella.
Subió a su ventana y la vio leer un gran libro de pasta vieja. Rasguñó el cristal y empezó a maullar fuertemente para llamar la atención de la morena.
–¡Kurenai! ¡Kurenai! ¡Soy yo! ¡Ábreme la ventana! – Pedía rasgando el cristal.
–¡Por Merlín! ¿Qué haces aquí pequeño animal? – Preguntó la pelinegra al abrir su ventana.
–¡Kurenai, soy yo! ¡Soy Hinata, tienes que ayudarme! – Maullaba muy desesperada.
–Tranquilo, tranquilo… – Decía la morena mientras le acariciaba la espalda. – No hablo gatuno, lo siento. No te entiendo.
–Kurenai, soy yo… mírame. – Decía maullando tristemente, al sentirse perdida.
–¡Un momento! – Exclamó Kurenai. – Ese color de pelo no es normal… – Se decía analizando al felino. – Tampoco es normal ese color de ojos… si estuviera loca diría que es Hinata… ¡Pero no estoy loca! Jijiji… – Se dijo riendo de sí misma.
–¡Sí! ¡Soy Hinata! ¡No estás loca! – Maullaba fuertemente haciendo sospechar a la pelinegra.
–¡¿Hinata?! – Exclamó Kurenai muy sorprendida haciendo asentir a aquel gato. – ¡¿Pero qué rayos te pasó?! ¡¿Por qué estás así?!
–Matsuri…
–¿Sabes qué? No me digas nada, porque no te entiendo. – Se lamentó. – Aunque se supone que hoy te casarías… ¿Cómo llegaste a esto? Si pudiera ayudarte…
–¡Si puedes! Por favor ayúdame. – Decía poniendo ambas patitas sobre su regazo.
–Sólo sé hacer algunos hechizos, aún soy una aprendiz… – Decía tristemente. – No sé si tú quieras intentarlo…
–¡Si! ¡Si quiero! Por favor, intentémoslo. – Maullaba desesperada.
–Bien… pero si algo sale mal, no quiero que después me eches la culpa. ¿Estamos? – Dijo, a lo que el felino asintió. – Bueno, aquí vamos… – Advertía nerviosamente. – Se supone que los hechizos de amor son los más fuertes… aunque siempre hay un problema con ellos… ¿Te parece si intentamos con eso? – Preguntó no muy convencida, pero aquel gato solo asentía. – Hinata… tengo que advertirte que siempre hay consecuencias en esto. – Dijo firmemente. – Pero creo que a ti no te importa, ¿Cierto? – Dijo suspirando hondamente antes de preparar las palabras de su hechizo. – Bien, aquí vamos… *Pidi-dibidi-dibú que un corazón noble, sincero y amoroso te pida ser humana, y solo así regresarás de nuevo a tu cuerpo* – Declaró. – Hoy te casas, ¿No? Qué mejor que tú prometido te pida regresar para que así vuelvas a ser la de antes. – Dijo Kurenai. – Bueno, vayamos a la boda. – Tan pronto lo dijo, tomó del cuerpo de Hinata y se la llevó entre sus brazos.
Hinata por fin se sentía aliviada, en su mente solo vagaba la idea de que pronto regresaría a su cuerpo.
…
A las afueras de la iglesia se encontraba un príncipe muy desesperado.
–No puedo creer que la nación del Agua me esté tomando el pelo. – Dijo enojado mientras pasaba una mano sobre su cabeza en signo de frustración.
–Nosotros nunca faltamos a nuestra palabra. – Declaró el rey del Agua. – Mi hija Hinata vendrá, de eso estén seguros.
–Mas te vale Hiashi Hyuga. – Respondió el rey de la Tierra. – Un atropello como este, declararía la guerra entre nuestras naciones.
–¡Hinata no vendrá! – Exclamaron a espaldas de todos.
–¡Matsuri! ¡¿Qué diablos estás diciendo?! – Gritó Hiashi. – ¡Explícate!
–Vi a Hinata hace unas horas, la vi huir hacia el este con un apuesto mozo… dijo que no podría casarse con el príncipe Gaara. – Mintió. – Yo… traté de detenerla, pero dijo que su corazón pertenecía a un plebeyo de la nación del Aire.
–¡¿Qué?!
–¡Hiashi Hyuga! ¡¿Qué significa esto?!
Matsuri rio hacia sus adentros. Su plan marchaba a la perfección.
–¡Hinata está aquí! – Otra voz se dejó escuchar a las espaldas de los presentes, a lo que todos voltearon para encontrarse con una pelinegra que vestía una capa obscura y cargaba a un gato negro.
–¡Bruja! – Exclamó el sacerdote mientras la señalaba con la punta de su dedo índice. – ¡No puedes estar en la casa del señor!
–¡Cállate maldito viejo embustero! – Respondió Kurenai muy ofendida y luego posó su mirada al príncipe. – Su alteza, déjeme explicarle… Hinata está justo aquí. – Dijo extendiéndole aquél felino.
Gaara hizo una mueca horrorizada mientras se alejaba de aquel gato.
–Solo tiene que desear que ella vuelva a su forma humana y…
–¡Quiten a ese animal de mi vista! – Gritó asustado y asqueado. – ¡Sáquenla de aquí, está loca!
Y ante sus órdenes, los guardias se le fueron encima a Kurenai.
–¡Pero señor, es Hinata!
–¡Llévensela a los calabozos! – Está vez fue Hiashi quien demandó dicha orden.
–¡El animal puede tener sarna! – Gritó Matsuri para asustar más al pelirrojo.
–¡Atrapen a ese animal y mátenlo! – Ordenó cruelmente el rey de la Tierra.
Hinata echó a correr ante el revuelo que habían provocado ella y Kurenai, y con muchas lágrimas en sus aperlados ojos corrió como si la vida se le fuera en ello.
–¡No te puedo dejar sola pequeña! – Exclamó Kurenai muy desesperada y pronto pudo soltarse de una mano y exclamó con todas sus fuerzas. – ¡Que este hechizo dure el tiempo que deba de durar, así sea una eternidad! ¡Gato serás hasta encontrar a un corazón noble, sincero y amoroso…
–¡Llévense a la bruja y ejecútenla por profanar la casa de nuestro Señor Dios! – Gritó muy enojado aquel sacerdote.
–… que desee que seas humana para que… – Los guardias ataron de pies y manos a Kurenai y pronto uno de ellos le tapó la boca. Ella mordió su mano fuertemente y aquel guardia se quejó. – … vuelvas a tu cuerpo…
–¡Está infectada! – Gritó Matsuri maliciosamente queriendo interrumpir aquel hechizo.
Y con mucha furia aquel guardia tomó el cuello de Kurenai y lo volteó fuertemente haciendo que tronara.
–… pidi… dibidi… dibú*
Y con su último aliento, Kurenai había completado aquel hechizo.
Continuará…
Hace años tenía la intención de subir este fic, pero nunca lo hice porque tenía otros en proceso, ¡Pero ahora no me detendré! No sé si actualmente haya alguno igual, pero créanme que este fic está sacado 100% de mi imaginación. No está inspirada en la canción de Mago de Oz, aunque lleve su mismo nombre :p ¡Gracias por leer!
Los personajes son de Masashi Kishimoto.
La historia es 100% mía.
La imagen de portada (Hina-Neko) yo la hice para este fic, pueden verla full en mi Twitter (a)Kennianagez.
¡Gracias por llegar hasta aquí!
