La vida contigo
Capítulo10: El santuario de la tierra
Al llegar de mi paseo nocturno me tiré en mi cama. Esa noche había sido mágica, el mejor regalo que podría desear nunca. Legolas me había confesado su amor, y después de ese dulce beso, habían seguido otros, igual de tiernos y apasionados; yo lo amaba, eso no tenía duda, pero nunca llegué a ni siquiera imaginar la posibilidad de ser correspondida. Nos habíamos planteado todas las dificultades que tendríamos que afrontar y sabíamos que llegado el caso, deberíamos separarnos, pero ambos estábamos dispuestos a jugarnos por ese amor. Me cambié y me metí en la cama, con la felicidad emanando de mi piel.
El domingo amaneció tan radiante como el sábado, Legolas ya se había levantado, pues su hermosa voz se escuchaba desde mi cuarto, cuando termine de arreglarme me uní a él en la hamaca paraguaya de la entrada, era muy temprano aun y Macarena y mi vieja aun no se levantaban.
"No puedo creer que esto este pasando, melamin"- comento mientras se corría para hacerme un lugar
"Yo tampoco puedo creerlo- le asegure mientras me acostaba a su lado y apoyaba mi cabeza en su pecho- pero si llega a ser un sueño, prefiero no despertarme"- el elfo me miro riendo, y así nos quedamos, en silencio hasta que un ruido de ollas se escucho en la cocina, salió mi madre con una cara de sueño de susto y se burló diciendo
"Vamos tortolitos, que les toca preparar el desayuno"- y volvió a entrar a la casa, yo no pude mas que descostillarme de la risa al ver la cara color tomate de Legolas. Yo había perdido la timidez de que mi madre me descubriera con alguien hace bastante tiempo, pero el elfito parecía a punto de un colapso nervioso. Me levante de la hamaca dirigiéndome a la cocina.
"No te preocupes, no va a matarte por encontrarnos juntos, las costumbres aquí son totalmente distintas a las de la Tierra Media"- al parecer lo comprendió de inmediato porque me siguió a la cocina donde preparamos el desayuno, después de este Macarena, y nos acompañó a dar otro paseo por la isla, para mayor tortura del pobre elfito mi maléfica hermana no hacia mas que colgársele del cuello y decirle "cuñadito querido" a lo que después de un tiempo él comenzó a contestarle "ya veremos cuanto dura lo de querido".
Veníamos riendo cuando Legolas y yo percibimos un extraño aullido a lo lejos. "Qué pasa???" -quiso saber Maqui cuando comenzamos a correr en dirección a la casa.
"Es un aullido"- contestó Legolas tomando su arco y el carcaj repleto de flechas, y alcanzando mi vara que guardaba con ellos.
"Y eso que???"
"Macarena, acá no hay lobos"- se quedó muda por primera vez en su vida – "espero que no sean huargos"- concluí mientras salíamos con nuestras armas a darles caza. Corrimos a toda velocidad por el bosque donde vimos a las horrendas bestias hablando en ese horrible idioma que ellas tienen.
En silencio Legolas comenzó a disparar sus flechas mientras los lobos caían uno a uno. Al notarlo la jauría se puso a buscarnos, furiosa, trepamos hasta la copa de un árbol para estar seguros, pero su atención se había concentrado en otro lugar. Cuando fijé mi vista ahí me di cuenta. Macarena nos había seguido, los lobos comenzaban a rodearla, dispuestos a atacar, sentí el pánico de mi hermana en mi piel y murmuré con suavidad levantando el báculo:
"Nen brin, rhoos elenath/ agua antigua, lluvia de estrellas
annondangen an morhoth/ da muerte al ejercito oscuro"
Un embudo de agua cayó sobre los lobos, ahogándolos y arrastrándolos muy lejos de allí. Macarena me miró asombrada mientras Legolas murmuraba bajito "No sabía que pudieras hacer eso"- lo mire sonriente mientras me ayudaba a bajar del árbol
"Para ser sincera yo tampoco"- reí para sorpresa de ellos, explique- Nerea, la guardiana de Eithelnen me advirtió que mis poderes irían despertando de apoco, que con cada piedra, recobraría el dominio de los elementos, supongo que ver a Macarena en peligro despertó esos poderes"- Ahora sí que mi hermana estaba extrañada, Legolas en cambio no hizo mas que reír.
"Menos mal que me tocaba protegerte, pero algo me dice que podes hacerlo muy bien sola"- me miro burlón- "tal vez lo mejor sea que me instale en la casa con los demás"- decidí seguirle el juego por lo que me colgué de su brazo simulando llorar
"Ay no, no te vayas"- dije riendo, cuando por un paso en falso ambos caímos, pero no al suelo, sino a una extraña cueva subterránea, a donde nuestro peso había abierto una entrada, eran varios metros hacia arriba donde Macarena había quedado.
Me di cuenta que no tenia ni un rasguño pues el pobre elfito había caído antes que yo. "No es que me moleste que estés encima mío, en lo absoluto- comento adolorido mientras mis mejillas se teñían de rojo furioso- me agrada bastante, pero me gustaría comprobar si tengo algún hueso roto"- lo mire de reojo
"Te esta haciendo mal tanto tiempo en mi época- comente intentando calmar mis mejillas y ayudándolo a levantarse- tres días atrás hubieras creído imposible decir algo como eso"-Legolas asintió riendo.
"Es muy probable, creo que me están haciendo mal las malas compañías" -se burló
Cuando por fin nos decidimos a observar el lugar donde habíamos caído nos dimos cuenta de la perfección de la cueva, era amplia y con las paredes tan perfectamente talladas que parecían obra de los enanos, unas antorchas iluminaban el lugar, por lo que Legolas y yo descubrimos el extraño grabado élfico en la pared.
"bienvenidos al santuario de la tierra"- tradujo y agregó – este es el tipo de lugar que le gustaría a Gimly"
"Auch!"- Macarena se había tirado por "la entrada" que Legolas y yo habíamos construido. En ese momento un extraño fantasma apareció, era joven pero vestía como en los años 70's
"Nadie puede entrar aquí"- aseguró con una voz fría y lúgubre que hizo que Maqui se atrincherara detrás de Legolas- "Díganle a Sauron que jamás tendrá las joyas, no permitiré que consiga a Eithelcef"- mire al fantasma asqueada.
"Desde cuando los elfos sirven a Sauron???"- señalé a Legolas-"eliminamos los huargos antes de caer aquí"- me miro con atención hasta que por fin comprendió
"Dama Luinil, no puedo creer que sea usted"
"Así me llaman algunos"- concedí señalando el brazalete para que terminara de convencerse- "¿Cómo moriste?"- quise saber, ya que se mantenía tan a la defensiva...
"Una gripe que no pude curar por no dejar sola la joya- me explicó- aun después de muerto me negué a separarme de ella hasta su llegada"- lo mire con tristeza y asentí, una muerte estúpida por no separase de la joya, como había jurado ni en peligro de muerte se había separado de ella.
"Descansa en paz, fiel guardián tu trabajo ha terminado"- el señaló una gigantesca puerta de piedra mientras se desvanecía. Luego de atravesarla nos encontramos en un recinto aun mas espectacular que el anterior con las paredes perfectamente trabajadas, con gravados élficos, un pequeño duende conversaba animadamente con una hermosa hada de cabellos rojos y ojos plateados, era divertido verlos discutir tan animadamente, al parecer esperaban la llegada de alguien, y ni siquiera habían reparado en nuestra llegada
"Llegaran en cualquier momento- discutía el hada- las fuerzas del mal están cerca, puedo sentirlo"
"Hace años decís lo mismo- se burlaba el duendecillo- creo que estas perdiendo el toque querida amiga"- Mire a Legolas y este asintió, lo mejor sería interrumpirlos
"Disculpen, pero terminamos de eliminar una jauría de huargos, caer por un poso y pelear con un fantasma descreído, podrían darnos la joya?"- ambos me miraron sorprendidos, como evaluando la peligrosidad de mi pedido
"Por Eru si es la Dama Luinil- exclamó el hada con sorpresa- los dones que se te entregaron en tu nacimiento han florecido en ti de eso no cabe duda"- los miré extrañada
"cuando naciste- explico el duende- se te otorgaron ciertos dones, para que crecieras fuerte y hermosa, lo que mi amiguita intenta decir es que jamás creímos que ese pequeño bultito de mejillas regordetas y cuerpito rosado se transformara en una joven tan bella como usted"- sentí mis mejillas arder ante tales elogios.
El hada sonrió pícara mirando a Legolas "Se te dio la oportunidad de vivir un amor tan intenso, tan puro que podría destruir a muchos otros, pero es una compensación a los numerosos sufrimientos"- yo ya había comenzado a experimentar ese amor, pero no creía haber sufrido tanto como para merecerlo, algo en mi interior me decía que todavía me faltaba el tramo mas largo y doloroso por recorrer
"Basta de cháchara- interrumpió el duendecillo pidiendo a Legolas que le alcanzara una piedra que estaba sujeta a la pared en medio de un complejo diseño élfico, cuando la tuvo en sus manos la partió y pudimos ver a Eithelcef, de color ambarino en sus manos- cuídala joven dama, el poder de la tierra está acumulado aquí"- explicó entregándome la joya.
El hada sacó una bella espada élfica con extraños gravados y me la entregó diciendo "Esta espada te defenderá de tus enemigos, fue creada especialmente para ti , espero que te sirva como arma y amiga"- dicho esto una escalera apareció de la nada, mientras ellos se despedían sonrientes.
Una vez afuera Macarena seguía preguntando que era lo que había pasado
"Sin quererlo tropezamos con otra piedra"- le explicó Legolas abrazándome, pero mi mente vagaba en una sola incógnita – "Luinil ¿qué ocurre?"
"Legolas aquí no existen los huargos- aseguré, mientras él me miraba horrorizado- si llegaron aquí fue porque alguien los envió desde la Tierra Media- saqué de mi bolsillo el teléfono celular y marqué- Sauron está pisándonos los talones"- comente antes de que alguien atendiera
Acá va otro capi mas, espero que dejen reviews
Candy Bloom: ya ves que la madre de Luinil no es para nada despistada en lo que a esos dos respecta, en cuanto a Merry y Pippin, en verdad pobres del resto. y Legolas... es un bomboncito, una dulzura!!!!
Hada: en verdad Luinil es demasiado tímida para dar el primer paso, y si van rápido es porque en una situacion extrema....espero que este capi te siga gustando
Eresse: es bueno saver que seguis viva, y no me toco irme hasta el cementerio, espero que este nuevo capi te guste tanto como los otros
Capítulo10: El santuario de la tierra
Al llegar de mi paseo nocturno me tiré en mi cama. Esa noche había sido mágica, el mejor regalo que podría desear nunca. Legolas me había confesado su amor, y después de ese dulce beso, habían seguido otros, igual de tiernos y apasionados; yo lo amaba, eso no tenía duda, pero nunca llegué a ni siquiera imaginar la posibilidad de ser correspondida. Nos habíamos planteado todas las dificultades que tendríamos que afrontar y sabíamos que llegado el caso, deberíamos separarnos, pero ambos estábamos dispuestos a jugarnos por ese amor. Me cambié y me metí en la cama, con la felicidad emanando de mi piel.
El domingo amaneció tan radiante como el sábado, Legolas ya se había levantado, pues su hermosa voz se escuchaba desde mi cuarto, cuando termine de arreglarme me uní a él en la hamaca paraguaya de la entrada, era muy temprano aun y Macarena y mi vieja aun no se levantaban.
"No puedo creer que esto este pasando, melamin"- comento mientras se corría para hacerme un lugar
"Yo tampoco puedo creerlo- le asegure mientras me acostaba a su lado y apoyaba mi cabeza en su pecho- pero si llega a ser un sueño, prefiero no despertarme"- el elfo me miro riendo, y así nos quedamos, en silencio hasta que un ruido de ollas se escucho en la cocina, salió mi madre con una cara de sueño de susto y se burló diciendo
"Vamos tortolitos, que les toca preparar el desayuno"- y volvió a entrar a la casa, yo no pude mas que descostillarme de la risa al ver la cara color tomate de Legolas. Yo había perdido la timidez de que mi madre me descubriera con alguien hace bastante tiempo, pero el elfito parecía a punto de un colapso nervioso. Me levante de la hamaca dirigiéndome a la cocina.
"No te preocupes, no va a matarte por encontrarnos juntos, las costumbres aquí son totalmente distintas a las de la Tierra Media"- al parecer lo comprendió de inmediato porque me siguió a la cocina donde preparamos el desayuno, después de este Macarena, y nos acompañó a dar otro paseo por la isla, para mayor tortura del pobre elfito mi maléfica hermana no hacia mas que colgársele del cuello y decirle "cuñadito querido" a lo que después de un tiempo él comenzó a contestarle "ya veremos cuanto dura lo de querido".
Veníamos riendo cuando Legolas y yo percibimos un extraño aullido a lo lejos. "Qué pasa???" -quiso saber Maqui cuando comenzamos a correr en dirección a la casa.
"Es un aullido"- contestó Legolas tomando su arco y el carcaj repleto de flechas, y alcanzando mi vara que guardaba con ellos.
"Y eso que???"
"Macarena, acá no hay lobos"- se quedó muda por primera vez en su vida – "espero que no sean huargos"- concluí mientras salíamos con nuestras armas a darles caza. Corrimos a toda velocidad por el bosque donde vimos a las horrendas bestias hablando en ese horrible idioma que ellas tienen.
En silencio Legolas comenzó a disparar sus flechas mientras los lobos caían uno a uno. Al notarlo la jauría se puso a buscarnos, furiosa, trepamos hasta la copa de un árbol para estar seguros, pero su atención se había concentrado en otro lugar. Cuando fijé mi vista ahí me di cuenta. Macarena nos había seguido, los lobos comenzaban a rodearla, dispuestos a atacar, sentí el pánico de mi hermana en mi piel y murmuré con suavidad levantando el báculo:
"Nen brin, rhoos elenath/ agua antigua, lluvia de estrellas
annondangen an morhoth/ da muerte al ejercito oscuro"
Un embudo de agua cayó sobre los lobos, ahogándolos y arrastrándolos muy lejos de allí. Macarena me miró asombrada mientras Legolas murmuraba bajito "No sabía que pudieras hacer eso"- lo mire sonriente mientras me ayudaba a bajar del árbol
"Para ser sincera yo tampoco"- reí para sorpresa de ellos, explique- Nerea, la guardiana de Eithelnen me advirtió que mis poderes irían despertando de apoco, que con cada piedra, recobraría el dominio de los elementos, supongo que ver a Macarena en peligro despertó esos poderes"- Ahora sí que mi hermana estaba extrañada, Legolas en cambio no hizo mas que reír.
"Menos mal que me tocaba protegerte, pero algo me dice que podes hacerlo muy bien sola"- me miro burlón- "tal vez lo mejor sea que me instale en la casa con los demás"- decidí seguirle el juego por lo que me colgué de su brazo simulando llorar
"Ay no, no te vayas"- dije riendo, cuando por un paso en falso ambos caímos, pero no al suelo, sino a una extraña cueva subterránea, a donde nuestro peso había abierto una entrada, eran varios metros hacia arriba donde Macarena había quedado.
Me di cuenta que no tenia ni un rasguño pues el pobre elfito había caído antes que yo. "No es que me moleste que estés encima mío, en lo absoluto- comento adolorido mientras mis mejillas se teñían de rojo furioso- me agrada bastante, pero me gustaría comprobar si tengo algún hueso roto"- lo mire de reojo
"Te esta haciendo mal tanto tiempo en mi época- comente intentando calmar mis mejillas y ayudándolo a levantarse- tres días atrás hubieras creído imposible decir algo como eso"-Legolas asintió riendo.
"Es muy probable, creo que me están haciendo mal las malas compañías" -se burló
Cuando por fin nos decidimos a observar el lugar donde habíamos caído nos dimos cuenta de la perfección de la cueva, era amplia y con las paredes tan perfectamente talladas que parecían obra de los enanos, unas antorchas iluminaban el lugar, por lo que Legolas y yo descubrimos el extraño grabado élfico en la pared.
"bienvenidos al santuario de la tierra"- tradujo y agregó – este es el tipo de lugar que le gustaría a Gimly"
"Auch!"- Macarena se había tirado por "la entrada" que Legolas y yo habíamos construido. En ese momento un extraño fantasma apareció, era joven pero vestía como en los años 70's
"Nadie puede entrar aquí"- aseguró con una voz fría y lúgubre que hizo que Maqui se atrincherara detrás de Legolas- "Díganle a Sauron que jamás tendrá las joyas, no permitiré que consiga a Eithelcef"- mire al fantasma asqueada.
"Desde cuando los elfos sirven a Sauron???"- señalé a Legolas-"eliminamos los huargos antes de caer aquí"- me miro con atención hasta que por fin comprendió
"Dama Luinil, no puedo creer que sea usted"
"Así me llaman algunos"- concedí señalando el brazalete para que terminara de convencerse- "¿Cómo moriste?"- quise saber, ya que se mantenía tan a la defensiva...
"Una gripe que no pude curar por no dejar sola la joya- me explicó- aun después de muerto me negué a separarme de ella hasta su llegada"- lo mire con tristeza y asentí, una muerte estúpida por no separase de la joya, como había jurado ni en peligro de muerte se había separado de ella.
"Descansa en paz, fiel guardián tu trabajo ha terminado"- el señaló una gigantesca puerta de piedra mientras se desvanecía. Luego de atravesarla nos encontramos en un recinto aun mas espectacular que el anterior con las paredes perfectamente trabajadas, con gravados élficos, un pequeño duende conversaba animadamente con una hermosa hada de cabellos rojos y ojos plateados, era divertido verlos discutir tan animadamente, al parecer esperaban la llegada de alguien, y ni siquiera habían reparado en nuestra llegada
"Llegaran en cualquier momento- discutía el hada- las fuerzas del mal están cerca, puedo sentirlo"
"Hace años decís lo mismo- se burlaba el duendecillo- creo que estas perdiendo el toque querida amiga"- Mire a Legolas y este asintió, lo mejor sería interrumpirlos
"Disculpen, pero terminamos de eliminar una jauría de huargos, caer por un poso y pelear con un fantasma descreído, podrían darnos la joya?"- ambos me miraron sorprendidos, como evaluando la peligrosidad de mi pedido
"Por Eru si es la Dama Luinil- exclamó el hada con sorpresa- los dones que se te entregaron en tu nacimiento han florecido en ti de eso no cabe duda"- los miré extrañada
"cuando naciste- explico el duende- se te otorgaron ciertos dones, para que crecieras fuerte y hermosa, lo que mi amiguita intenta decir es que jamás creímos que ese pequeño bultito de mejillas regordetas y cuerpito rosado se transformara en una joven tan bella como usted"- sentí mis mejillas arder ante tales elogios.
El hada sonrió pícara mirando a Legolas "Se te dio la oportunidad de vivir un amor tan intenso, tan puro que podría destruir a muchos otros, pero es una compensación a los numerosos sufrimientos"- yo ya había comenzado a experimentar ese amor, pero no creía haber sufrido tanto como para merecerlo, algo en mi interior me decía que todavía me faltaba el tramo mas largo y doloroso por recorrer
"Basta de cháchara- interrumpió el duendecillo pidiendo a Legolas que le alcanzara una piedra que estaba sujeta a la pared en medio de un complejo diseño élfico, cuando la tuvo en sus manos la partió y pudimos ver a Eithelcef, de color ambarino en sus manos- cuídala joven dama, el poder de la tierra está acumulado aquí"- explicó entregándome la joya.
El hada sacó una bella espada élfica con extraños gravados y me la entregó diciendo "Esta espada te defenderá de tus enemigos, fue creada especialmente para ti , espero que te sirva como arma y amiga"- dicho esto una escalera apareció de la nada, mientras ellos se despedían sonrientes.
Una vez afuera Macarena seguía preguntando que era lo que había pasado
"Sin quererlo tropezamos con otra piedra"- le explicó Legolas abrazándome, pero mi mente vagaba en una sola incógnita – "Luinil ¿qué ocurre?"
"Legolas aquí no existen los huargos- aseguré, mientras él me miraba horrorizado- si llegaron aquí fue porque alguien los envió desde la Tierra Media- saqué de mi bolsillo el teléfono celular y marqué- Sauron está pisándonos los talones"- comente antes de que alguien atendiera
Acá va otro capi mas, espero que dejen reviews
Candy Bloom: ya ves que la madre de Luinil no es para nada despistada en lo que a esos dos respecta, en cuanto a Merry y Pippin, en verdad pobres del resto. y Legolas... es un bomboncito, una dulzura!!!!
Hada: en verdad Luinil es demasiado tímida para dar el primer paso, y si van rápido es porque en una situacion extrema....espero que este capi te siga gustando
Eresse: es bueno saver que seguis viva, y no me toco irme hasta el cementerio, espero que este nuevo capi te guste tanto como los otros
