La vida contigo

Capítulo 16: Momentos

El sol estaba tibio esa mañana, la brisa suave acariciaba los tristes rostros que poblaban el lugar. Hubiera sido un día hermoso de no haber sido el mas triste de su vida, su hija había muerto dos días atrás ante sus ojos y no había podido hacer nada. Recordó una vez mas, torturándose, lo que había ocurrido.

Después de que Lucía le dijera la verdad ella había obedecido sin terminar de comprender lo que hacía, estaba shockeada, y ante la imposibilidad de pensar había hecho lo que su hija decía, al llegar a la tienda náutica entre Daniel y Macarena le habían explicado totalmente, la situación, ella intentó ir a ayudarla, pero como Lucía había previsto Daniel se lo impidió, su deber era protegerlas, y no podía permitir que se aventuraran por la ciudad plagada de orcos.

Todo eso había cambiado cuando las asquerosas bestias atacaron el lugar, incendiándolo, habían tenido que escapar, montándose en el auto sin saber muy bien a donde ir.

"A la parroquia del Carmen- aseguró Macarena- ahí era donde iban a buscar la última joya, al menos eso dijo mientras hablaba por teléfono"- a regañadientes Daniel dirigió el vehículo hacia ese lugar, prefería llevarlas a un lugar más seguro, pero le partía el corazón la imagen de la madre desesperada por el destino de su hija.

Cuando se acercaron al lugar estaba sitiado de orcos, que parecían esperar y disfrutar algo, habían decidido abrirse paso atropellando a esas abominables bestias. Así lo hicieron, cuan grande fue su sorpresa al llegar a las puertas de la parroquia y ver a ese gigantesco ser, que en un extraño movimiento había atravesado a su hija con la espada, la levantó por el aire, mientras ella sacó un hacha de algún lugar y le cortó la cabeza, recién en ese momento pudo reaccionar con un grito de espanto, corrió hacia el cuerpo inmóvil de su hija pero ya era tarde, su vista se clavo en otro ser que había gritado de impotencia, un elfo que sobre una ventana seguía con el arco y la flecha en sus manos.

No lo había vuelto a ver desde ese día, y ahora en el cementerio, podía contemplarlo como nunca lo había hecho, vestía unas ropas verdes, muy extrañas, y noto a la distancia, por primera vez, las puntudas orejas del elfo, iba con otros "hombres" de distintos tamaños, con vestimentas tan extrañas como él.

En primer momento no había hecho mas que culparlo por llevarse a su hija a algo tan peligroso, si ellos no hubieran llegado Lucía aun estaría con ella, pensó. Después los recordó juntos, aquellos días en la isla, y supo que a su lado Lucía había sido feliz, y nada podía hacer ella, ya que había tenido el privilegio de una hija especial, había sido buena estudiante, primera voz del coro, con gusto por las artes y literatura, ejemplo de responsabilidad.

Por eso mismo la había perdido, su hija se había hecho responsable con el destino que otros habían decidido para ella. Su corazón de madre la impulso a acercarse al joven elfo.

Legolas permanecía con la cabeza gacha, no podía dejar de culparse por lo ocurrido, desde un principio presentía que alguien moriría, pero se había hiperjurado que no sería ella. Ella no podía morir, no justo ahora que se habían encontrado, maldijo a los Valar por permitirle sentir algo tan hermoso, tan puro y sacárselo de la nada. Ese mismo día regresarían a la Tierra Media, ambos mundos estaban a salvo, pero el costo era demasiado para el príncipe.

La comunidad se encontraba alejada del resto del mundo, temían ser echados, que los culparan por lo sucedido, cuando la madre de Lucía se paró frente a Legolas, este la miró compungido, no tenía lágrimas para llorarla, no sabía como hacerlo. Ella lo abrazó con fuerza, compartiendo así su dolor, diciéndoles a todos que ellos no eran los culpables de lo sucedido

"Lucía siempre hizo lo que creía correcto, murió haciéndolo"- explicó. Macarena apareció a su lado con una extraña caja, y la vara en su mano.- "Lo mejor va a ser que ustedes se lleven estas cosas"- dijo entregándoles la caja con las armas y el brazalete. Aragorn las tomó temblando, ahora veía donde había nacido el valor de la niña, su madre era fuerte, lo suficiente como para comprender el valor y la entrega de su hija sin buscar culpables, sin buscar excusas.

"Vamos- continuó- desde aquí no podrán oír el servicio"- aseguró dirigiéndose a la tumba, junto a ella estaba Macarena, junto a un hombre, por la tristeza el padre de la joven, que los miraba con expresión de comprensión. Las chicas, Campe, Coki y Gisel llegaron a su lado con expresión desencajada, ahora entendían el porque no había querido involucrarlas más, las había cuidado, protegido.

La imagen que se había presentado frente a mí al abrir los ojos era deslumbrante, una hermosa dama de piel translucida y cabellos como la noche se movía por una habitación amplia, en busca de hierbas y medicinas, brillaba con esa luz que solo tenemos los elfos, y su expresión se alegró al verme despierta

"Es bueno ver que ya ha despertado dama Luinil, probablemente siga cansada después de todo lo ocurrido, descanse, le hará bien"- asentí con la cabeza, de alguna forma supe quien era.

"Arwen- rogué mientras mis ojos volvían a cerrarse- no les digas aun"- ella asintió dejándome sola

La casa de Imladris era hermosa, todo el valle podía verse con sus cataratas y vegetación, ya atardecía cuando Elrond y yo hablábamos de lo ocurrido en el balcón

"Supongo que ese era el final correcto"- suspir

"No se preocupe mi Señora, su mundo estará bien, no tiene porque preocuparse ahora que la amenaza ha desaparecido"

"Supongo que tiene razón- medité inspirando el puro aire del lugar- pero podría pedirle un favor Lord Elrond- él asintió presuroso a consentir mis deseos- Llámeme Luinil, de donde vengo para ser Señora hay que estar casada"- el Señor de la casa rió con ganas, lo que menos se esperaba de una persona tan importante, de tal nobleza como ella fue encontrarse con esa joven de modales extraños y a la cual a pesar de las tristezas de lo ocurrido, podía descubrirle chispas de un radiante sentido del humor. Arwen se ubicó a nuestro lado para ver la puesta del sol.

Recordé entonces ese atardecer en la isla, en el que Macarena, Legolas y yo habíamos reído tanto. Sentí las lágrimas rodar por mis mejillas sin escrúpulos; ya nada volvería a ser igual, Lucía había muerto en manos de Sauron, y con ella los sueños adolescentes y planes frívolos, ahora solo quedaba Luinil, una joven elfa con grandes poderes y un futuro incierto.

La suave mano de la reina de Gondor acariciaba mis cabellos "llora Luinil, llora, que las lágrimas se lleven todos los sufrimientos y veamos pronto brillar tu estrella"- sabía cuanta razón tenía, pero me daba vergüenza hacer ese pedido, la Estrella de la Tarde comprendió en parte mi problema y me animó -"Estoy segura que lo que deseas no es algo que no pueda serte otorgado"- tomé aire, debía hacer uso de toda la cortesía posible, ante el atrevido pedido.

"Lord Elrond, Dama Arwen permitirían a esta humilde sierva tener el honor de prepararles la cena en agradecimiento a su hospitalidad y cuidados?" – Elrond me miraba sorprendido, Arwen en cambio reía "Mi Se... dama Luinil, somos nosotros vuestros siervos, no podríamos permitir..."- el gran señor elfo sintió la presión de la mano de su hija- " si ese es vuestro deseo, así se har"- Arwen sonrió cómplice, y se unió conmigo en la cocina.

Como solía ser cuando tenía todo ese dolor encima la cena fue un banquete, pavo con salsa de ciruelas, cerdo relleno de miel y almendras y una buena fondeau de queso, Arwen no se me había despegado ni un segundo, pues según comentó siempre le hubiera gustado prepararle algo a Aragorn pero no tenía ni la más pálida idea de cocina.

Como había leído alguna vez por ahí, la cocina es un lugar de desarrollo del poder femenino, intimo, único. Eso explica porque esa tarde que vaciamos la cocina de la casa de Elrond nació una amistad que no se acabaría sino por el trágico final de su elección de vida.

Al otro día, el segundo en mi estancia en Rivendel la ideas parecían mas estar en su lugar, pasó de forma muy rápida en compañía de Arwen, entre los comentarios de nuestras vidas y anécdotas, tanto graciosas como vergonzosas.

Elrond había sentido las energías hacía muy poco, esperaba la llegada de la comunidad en cualquier momento, no sabía lo que podían creer, y algo en su corazón le decía que estarían sufriendo. Así lo confirmaron sus ojos cuando una dolorida comunidad llego hasta él y le entregó una caja

"La dama ha muerto"- explicó Gandalf con vos triste- "estas son sus armas y joyas"- Elrond estaba a punto de explicarles lo sucedido cuando la voz de Aragorn se quebró por primera vez desde la batalla

"Era una pequeña lucecita y no pudimos hacer nada"- el Señor de Rivendel no podía creer lo que veía y oía

"Y que haré yo ahora- murmuró Legolas con la mirada perdida- donde meto todo esto que siento"- Elrond sonrió, el príncipe del Bosque Negro por fin se había enamorado, estaba a punto de explicarles la verdad cuando se vio interrumpido por una hermosa voz que cantaba desde el balcón.

Los amigos se miraron sorprendidos y corrieron hasta allá. Al llegar pudieron verla tan hermosa como siempre, con un largo vestido blanco que la recortaba del atardecer, sonriéndoles de manera pícara, como solo ella podía hacerlo

"Llevaba tiempo esperándolos, se tardaron"- me queje, al parecer habían visto un fantasma, Legolas se acerco despacio y acaricio mi rostro con suavidad, temiendo que me desasiera con su roce.

"Como es esto posible" murmuró abrazándome con fuerza, ahora parecía temer que me escapara de sus brazos

"Es que todavía no lo has comprendido? Mi camino como humana había terminado, no tenía más nada que hacer allí y morí, pero los Valar estuvieron de acuerdo en que todavía tenía demasiadas cosas pendientes aquí. Yo no morí, mi cuerpo humano lo hizo, pero como ustedes mismos me dijeron mi alma es la de un elfo, por lo que al terminar mi camino allá debía morir para poder continuarlo ac"-Legolas y los demás tenían una extraña mezcla de incredulidad y alegría.

Sentí los brazos de Legolas rodeándome "Nunca me vuelvas a asustar as"

Hay historias felices, hay otras mas tristes, esta es parte de mi vida, el cómo llegue a Tierra Media, cada final es un principio, a partir de allí las cosas no fueron más fáciles o felices, pero esa es otra historia...

buaaaaaaahhhh.... se terminoooooooo..., sinif, snif, snif....bueno, recobremos la compostura, la verdad es que llegue a encariñarme demasiado con esta historia, y me da cosita terminarla, pero si la alargara no tenndría el final que se merece, por lo que orefiero dejarla aca, aunque en un futuro talvez haga una secuela, todavía no lo tengo decididdo, gracias a todos los que leyeron este fic, y los invito a seguir dejando reviews con sus opiniones sobre el final... Gracias por leer mis divagues, ahora a contestar...

Candy Bloom: ya aquí te dejo para que te saques las ansias el último capi, no te me mueras antes de leerlo

Eresse: te advertí hace unos días que fueras al cardiologo, ves como no haces caso, espero que el marcapasos funcione a la perfeccion y te haya gustado este ultimo capi, ya que fuiste quien me acompaño desde el principio de esta locura.

Hada:ya ves como nos ahorramos la corrida hasta la Tierra Media, en cuanto a lo de Sauron, puede que mi mente sea retorcida, pero no tanto como para eso, la verdad es que lo pense de esta forma, a Sauron le convenía tenerla de su lado, sabía que podía derrotarlo y cualquier metodo era bueno. Me alegra que te hayan gustado todas mis complicadas ideas.