Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, solo aquellos creados por mi para este fic.
Capítulo 5 – Reencuentro con la Orden
Durante media hora que le pareció una eternidad, se sumieron en sus pensamientos y un intenso silencio. Dentro de Harry habían dudas y preocupaciones, no comprendía que podía ser todo aquello. La Marca, el ataque repentino, el escondite... incluso su traslado.
- Te preguntarás quien soy, ¿verdad?- su voz le sacó de los pensamientos. Pero ahora que pensaba en lo que le acababa de decir, tenía razón. Durante todo el día había estado preguntándose quien era ella en realidad, solo sabía su nombre, nada más. Al parecer vio su perplejidad como un signo afirmativo a su pregunta.- Hace tiempo... ahora hará unos dieciséis años, tus padres me propusieron ser, tu... tu madrina.- ¿había entendido bien? le pareció oír... su madrina...- Yo acepté, por supuesto. Lily era mi mejor amiga y...
- ¿Mi madrina...?- aún estaba confundido, le había parecido oír aquella palabra, pero no estaba seguro, quizás se confundió...
- Sí. Yo y... y Sirius.- susurró el nombre débilmente, como si le costara decirlo.
Durante otro pequeño espacio de tiempo no dijeron nada, los dos estaban volando por los recuerdos. Aquella palabra le había recordado a alguien que quiso mucho y ahora no tenía pues, una vez más, le habían arrebatado a un ser querido.
- ¿Qué pasó...? ¿Por qué no...?- las letras salieron solas, casi sin pensar en su significado o en lo que decía, aún no comprendía nada de lo que estaba pasando.
- Poco después de ello, un mes antes de que os tuvierais que esconder, me alertaron de que Voldemort iba detrás mío.- aunque aún no se encontraba completamente en aquella sala, el nombre le sacó, por unos momentos, de su sueño. Muy pocos se atrevían a pronunciar su nombre, y ella era uno de ellos al parecer.- Tuve que esconderme fuera del país. Así que me fui a Francia, allí estuve durante casi dos meses hasta que, después del ataque, me destinaron a América. Allí he estado durante todos estos años sin poder volver...- en aquel instante, una luz muy distinta a la de las velas apareció al centro de la sala.
Era una pluma roja y dorada que brillaba como el fuego. Durante unos instantes permaneció flotando en el aire para, después, desaparecer.
- La señal, podemos salir.- sin decir más, se dirigió hacia la pared donde debía haber la salida, golpeó su parita en ella dos veces y apareció la otra vez la apertura.
Harry aún estaba con la espalda contra la pared completamente aturdido. Tenía la cabeza a punto de estallar, parecía navegar en un mar de dudas que no parecía más que aumentar y, si no encontraba alguna respuesta, estaba seguro de que se ahogaría en él. Aún así, debía salir de allí e ir con Marla, seguramente todo se aclararía con Dumbledore aunque, si debía pensar en los últimos sucesos y su desarrollo al largo de los cursos pasados, era posible que no encontrara más que interrogantes.
- Espera a aquí.
Sin darle tiempo a responder, lo dejó ante la mesa del comedor mientras corría hacia la entrada de la planta inferior. Por lo que pudo pensar, iría a ver si, fuese quien fuese que llegaba, estaba ya allí. Al parecer así fue, pues, después de oír como abría ligeramente la puerta, se oyeron un par de voces distintas a la suya que le eran vagamente familiar aunque la escalera las deformase ligeramente.
Empezaron a subir y, más que por reflejos que por miedo, Harry cogió fuertemente su varita preparándose para defenderse si fuera preciso. Pero no le hizo ninguna falta, tan pronto como el primer individuo apareció detrás de la puerta la bajó. Una gran barba plateada asumió, en primer lugar, de detrás del marco de madera, seguido de una preciosa túnica morada con diminutas estrellas bordadas con hilo de oro. Le vio, cuando se giró hacia él, su cara, vieja y arrugada, con unas pequeñas gafas doradas de media luna y unos ojos azules detrás. Era Albus Dumbledore, director de Hogwarts. Al ver a Harry sonrió y, aunque parecía exhausto y cansado, no dejó de mirarle afectuosamente mientras se aproximaba a él.
Detrás suyo habían tres personas más. Dos de ellas ya las conocía, Marla y Remus Lupin. Éste tenía mejor aspecto que la última vez, su ropa estaba en mejores condiciones, pero su expresión triste y cansada no había salido de su rostro. La otra en entrar era una mujer. Llevaba una larga cabellera dorada recogida con una trenza. Ella también hacía aquella expresión triste, pero se encontraba en excelente estado de salud. Su piel fina y blanca, con unos ojos azules e intensos. Era un par de dedos más baja que Marla y llevaba una capa negra encima de unos tejanos y una sencilla camiseta verde pálido.
Los tres guardaron sus varitas al entrar y se quitaron sus capas cuando cerraron la puerta.
- Hola Harry.
- Remus...- desde aquel verano había empezado a llamarlo por su nombre, su confianza había aumentado y era a él a quien recorría últimamente.
- Harry, ésta es Hilda Padmess- dijo Dumbledore. Los dos se saludaron cordialmente. Ahora que la tenía más cerca, le pudo ver con mayor claridad. Parecía joven, con la misma edad de Marla, y también era muy bella.
- Dumbledore...- Marla les hizo el gesto para que tomaran asiento en el sofá y los tres obedecieron. Como había dos, se repartieron en ellos, Harry se puso al lado de la puerta que daba a otro balcón ahora cerrado por un porticón. Cogió una silla del comedor y se apoyó en la pared, junto con las sombras que inundaban la sala iluminada por dos velas encima de la pequeña mesa central.- ¿Qué ha pasado, Albus? Hace poco hemos visto...
- Después, ahora debemos organizarnos.
- ¿Cómo? pero...- no tubo tiempo de continuar, él levantó la mano y la hizo callar.
- Os lo contaremos más tarde Marla. Bien, Remus se quedará aquí con vosotros durante un tiempo. Debes regresar a tu trabajo cuanto antes, el Ministerio se ha puesto en marcha, pero estamos seguros de que alguien está pasando información y esto nos podría retrasar. Tonks y Alastor irán cuando puedan al Ministerio. Mientras, Harry, debes quedarte aquí y no decir a nadie donde te encuentras, a nadie.- le miraba directamente a los ojos, él asintió sin decir palabra alguna.- Dentro de tres semanas nos reuniremos de nuevo todos aquí, de momento es el mejor lugar. Remus te contará todo lo sucedido, Hilda y yo debemos irnos para solucionar un par de cosas.
Se levantó y, con él, todos hicieron lo mismo. La estancia había sido breve, pero seguramente era normal, pues ninguno de ellos objetó en lo más mínimo.
- Nos veremos muy pronto.- se despidieron y, antes de salir por la puerta acompañado de Marla, le dirigió una mirada tranquila y cálida, llena de seguridad que lo reconfortó. Aquello izo mucho más que palabras o gestos. Al cruzar la puerta del primer piso se sintió un ligero POP y supo que se habían ido.
- Bueno, antes de nada, supongo que sería mejor que te acomodaras, te ves cansado Remus.
- Gracias Marla.- subieron las escaleras y lo condujo a una la habitación libre que supuso, era para los invitados. Sólo llevaba una maleta vieja y desgarrada, pero grande y tan repleta de cosas que, supuso Harry, la magia debía haberla ampliado de forma considerable. Dejó las cosas y volvieron junto a Harry que aún no se había movido de la silla.
- ¿Has cenado algo? ¿Quieres alguna cosa?
- O, bueno... con un vaso de agua me basta.- ella se fue a la cocina y, mientras estaba llenándole su pedido, se acercó al chico.- ¿Cómo te encuentras?
- Bien.- mintió Harry, pero él lo notó enseguida, empezaba a conocerle muy bien.
- Ten.- dijo ella.
- Gracias.- bebió un poco y preguntó:- ¿Hace mucho que llegaste?
- Dos días. Recibí una nota de Dumbledore diciéndome que debía venir, tenía permiso para volver. Me contó que debía coger a Harry de la casa de sus tíos y llevarlo aquí, conmigo. Me avisó de que nos encontraríamos escondidos en un Secreto y que hiciera otro dentro de la casa para protección. Pero no dijo nada más. Recibí la carta y me puse inmediatamente en camino. Tuve que venir con los medios muggles, pero logré llegar justo cuando él me dijo. A parte de esto, no sé más. Esta noche me desperté y encontré... bueno, no entendí que pasaba, pero hice lo que suponía que debía hacer, así que nos escondimos donde Albus me aconsejó. ¿Qué está pasando Remus? ¿Cómo es posible que esté de vuelta? ¿Y dónde está...?- la última pregunta fue distinta, casi un murmullo inaudible pero claro.- ¿Y bien?
- Lo que habéis visto esta noche ha sido un primer aviso. Atacaron la casa de tus tíos, Harry. Pero, por suerte, te sacamos de allí mucho antes. Los Dursley están bien, se fueron tan pronto como tu te fuiste, pero él no lo sabía, así que esta noche envió un par de mortífagos con media decena de deméntores. Destruyeron la casa, pero logramos atraparlos. Alastor, Tonks, Kingsley y Figg los retuvieron hasta que llegamos más.
- Pero, pensaba que los habíamos cogido a todos...
- No, Voldemort tiene muchos seguidores, no sólo en Inglaterra, sino por todo el mundo. Muchos magos comparten sus ideales. Aún así, sólo unos cuantos están bajo sus órdenes convirtiéndose en mortífagos, los demás no son más que simples seguidores de la causa. Hoy hemos visto los más bajos que tenía ya que los que se encontraban más próximos a él, los capturamos meses atrás.
- Entonces... ¿no estamos muy lejos de Privet Drive? Porque la marca se veía claramente en el cielo nocturno...
- Sí estáis algo lejos de allí, pero tampoco mucho. Seguramente pensará que te hemos alejado o sacado, incluso, del país. Poco se espera saber que estás aquí.
- Remus, sigo sin comprender...- había estado escuchando sin decir palabra, pero se encontraba descolocada, sin saber exactamente que era lo que estaba pasando.
- Verás Marla... todo empieza con Peter...
- ¿Peter? ¿Qué tiene que ver él con todo esto?
- Todo, al parecer...- suspiró y le empezó a relatar los sucesos que habían tenido lugar en Hogwarts cuando Harry hacía tercero.
No quería oír todo aquello, lo conocía muy bien. Como Peter había traicionado a sus padres y se había hecho pasar por muerto mientras culpaban a Sirius... como, por su culpa, Voldemort había recobrado un cuerpo que más tarde sería completo gracias a la poción que había hecho con los tres ingredientes... como lo había estado utilizando el último curso haciéndole pensar que Sirius le necesitaba y cayendo en su trampa mortal... Ya conocía todos aquellos hechos y sus detalles, no quería volverlos a oír, sólo deseaba irse a la cama y descansar.
Se excusó y salió de la sala. Se encontraba exhausto, necesitaba dormir, aunque sólo fueran unos instantes. Se echó encima la cama y cerró los ojos, debía vaciar la mente de cualquier pensamiento o sentimiento, debía dejarla en blanco, sin emociones. Cuando lo logró, cayó en el dulce sueño, vacío y sin ninguna preocupación.
