Los personajes de HP no me perteneces, son invención de J.K.Rowling, una gran escritora con mucha imaginación.
Capítulo 6 – Recuerdos pasados
Durante las tres semanas que le siguieron, Harry se sintió tranquilo y en paz. No quería preocuparse por lo que le rodeaba, se había propuesto dejarlo todo en manos de los demás, al fin y al cabo, ellos, como le demostraron la última vez, no le necesitaban, ya había hecho suficiente poniéndose al medio... ¿De qué había servido preocuparse? No, seguiría el consejo que alguien le dijo una vez y que aún no había escuchado, se preocuparía por él y sus estudios, en aquel momento le parecía más que suficiente.
Marla se iba cada mañana a Londres, mientras que Remus se quedaba con él en la casa. Como todo estaba preparado para ser una vivienda de muggles, le costaba mucho adaptarse y aprender, pero, poco a poco, se iba internando en la vida fácil de la gente "normal", Harry le ayudó mucho al respecto. Lavavajillas, lavadora, secadora, televisión, la electricidad y muchos nuevos descubrimientos se despertaban ante él, nunca lo había visto tan fascinado. Seguramente, el señor Weasley se volvería loco de alegría en aquella casa, pensó Harry.
Por lo demás, las cosas resultaban bastante monótonas. No quería leer el diario El Profeta, había tenido más que suficiente durante el último curso y, aunque seguramente ahora sería más realista, no quería pensar en lo que diría. En cambio, se entregaba en el telediario de la tele con mucha más frecuencia, temía que los muggles sufrieran también por su culpa. Pero, por suerte, parecía que los errores de los magos no se pasaban a los demás habitantes del país, aquello era de agradecer.
Al fin llegó el día que había anunciado Dumbledore para la reunión de la Orden al completo. Aquella noche empezaron a venir, uno tras otro, los distintos componentes del grupo. La mayoría ya los conocía del año pasado, pero otros nuevos aparecieron. Tonks, Moody, Kingsley, Flecher, Figg y Hilda, además de Dumbledore y la profesora McGonagall. Harry no tenía ningún interés para oír lo que tuvieran que decir, estaba más que harto, además, sabía que no le permitirían asistir, pues bien, tampoco quería. Se excusó ante ellos y subió a su habitación simulando que se encontraba cansado.
En realidad nunca había estado más despierto que ahora, no sabía como dormirse, dio vueltas y vueltas por la cama hasta que se cansó y se levantó. Le era imposible coger el sueño, así que salió de su habitación. Habían cerrado la puerta y no se podía escuchar nada, supuso que pusieron un hechizo silenciador que evitaba que alguien les pudiera oír. Ese alguien, sin lugar a dudas, era él. Otra vez con los mismos secretos, pues bien, como había dicho antes para sí, le daba completamente igual. Casi quiso gritarles eso en la cara, pero se detuvo, no merecía la pena...
Paseando arriba y abajo descalzo y con el pijama sin nada en que pensar, le llamó la atención un pequeño brillo que salía de la habitación de delante la suya, era el despacho. ¿Qué podía ser? Con su curiosidad quemándole por dentro, se acercó al lugar donde procedía. Había algo que brillaba dentro de uno de los cajones llenos de papeles y bolígrafos. Lo abrió con sumo cuidado y se sorprendió al ver que era, simplemente, un pensadero. Ya había visto dos de similares, uno de Dumbledore y otro de Snape. Seguramente sería de Marla... sabía que, cuando brillaba de esa forma era porque hacía poco que lo había modificado.
Déjalo, no es tuyo, son sus recuerdos y pensamientos, no tienes ningún derecho verlos. se dijo a sí mismo, pero su curiosidad le impulsaba a tocarlo. Quería saber qué había pasado... el por qué se había ido y no lo había llevado con ella... ¡Oh! ¡Maldita curiosidad! pero, aún así, no pudo evitar aproximarse a ella y asomarse encima de la sustancia plateada que se iba moviendo en una espiral sin fin.
- ¡Basta, ya estoy harta!- cerró el libro con furia y se dirigió hacia dónde más ajetreo había en toda la sala común.
- ¿Le visteis la cara? ¡No se me quitará nunca de la cabeza!- de nuevo, volvió a reír.
- Creo que te pasaste, Sirius...- dijo un chico inmerso entre libros a su lado que apenas había levantado la cabeza.
- Venga, Remus, no seas así...- esta vez fue el chico de la derecha quien respondió. Tenía el pelo negro completamente desordenado y llevaba unas gafas plateadas que le daban un aire inteligente.- El otro día fue él quien empezó.
- ¡Exacto! lo único que he hecho ha sido devolvérselo...
- ¡Sirius!- una voz se hizo oír por encima suyo como si fuera un trueno. Los dos chicos callaron al instante mientras miraban medio asustados.
- Marla...- la chica había llegado delante de la mesa llena de libros donde estaban y, con la furia que llevaba, todos recularon.
- ¡¿Qué, ya vuelves a felicitarte por tus tonterías infantiles?!
- ¿"Tonterías infantiles"?
- ¡¿Se puede saber por qué debes hacer la vida imposible a los demás?!- los gritos que hacía apagaron las otras conversaciones que, hasta entonces, habían en la sala. Todos estaban atentos a lo que sería otra nueva discusión entre los dos chicos.
- ¡Yo no he hecho nada!
-¡¿Que no has hecho nada, dices?!- dio un golpe tan fuerte encima la mesa que la frágil columna de libros que había en ella cayó.
- ¿Por qué siempre te pones así? No te he hecho nada a ti, ¿no?
- ¡Pues sí! Te crees muy gracioso yendo de un lado para otro contando tus aventuras contra los de Slytherin. ¿Crees que haces gracia?
- Sí.- se puso en un gesto de indiferencia que provocó, aún más, la furia de la chica. Todos se apartaron temiendo lo peor.
- Te aviso...- la voz le temblaba de rabia, pero consiguió controlarse- ...como vuelvas a ponerte con Severus otra vez... te juro que seré yo quien te hará caer al lago.
- Vaya... así que ahora te gusta Snape...- lo había dicho en el momento en que se había dado la vuelta para irse, pero, al oírlo, se giró y lo miró con los ojos medio cerrados con una intensa mirada de peligro.
- ¿Cómo... dices...?- Sirius se había quedado completamente sólo detrás de la mesa, los demás se refugiaron en el otro lado de la sala y la miraban aterrorizados. Él, aunque no se movió, no pudo evitar encogerse con aquella mirada afilada.- Puede que otros...- dirigió un furtivo vistazo a Remus quien le cayeron los pocos libros que consiguió recoger.- ...te permitan hacer lo que quieras, pero no pienses que yo actuaré igual, Sirius Black.
Durante unos instantes nadie se movió, todos permanecieron en aquel silencio hasta que se fue a coger las cosas del lado de su amiga, una chica con los ojos verdes y pelo castaño, y subió, lentamente, hacia su dormitorio.
Mientras todo se iba difuminando para pasar a otro recuerdo, pensó en lo que acababa de ver. Por lo que dedujo, Marla y Remus, como ya sabía, eran prefectos, así que se debían encontrar en quinto curso o más. Al parecer, aquellos dos no se llevaban muy bien...
Otra vez volvió a encontrarse en la sala común de Gryffindor envuelto de estudiantes sumergidos en los libros o escribiendo, pero todos más grandes. Marla y su amiga estaban en la misma mesa mientras que los otros cuatro volvían a estar al mismo lugar de antes.
- Y bien, ¿qué te dijo?- la chica que trabajaba a su lado levantó la vista para mirarla.
- ¿Qué me dijo quién?
- Venga Lily, James. ¿Qué te dijo?
- No sé de qué me hablas.- pero no lo decía muy convencida y se le escapó una sonrisa.
- No me mientas... Cuando salimos del invernadero te pidió que te detuvieras un instante para hablar contigo. Estaba muy serio y bastante acalorado... ¿Por qué no me lo cuentas?
- Vale, él...- se empezaba a poner colorada- ...me pidió ir juntos a Hogsmade este fin de semana...
- ¡¿Sí?! Vaya, ¿y tu qué le respondiste?- se acercaron más la una con la otra.
- Pues... que sí...- las dos rieron disimuladamente.- Pero esto no quita que sea un creído presumido. Solo que... es que se veía tan mono... ¡no sabes cuanto le costaba hablar! Nunca lo había visto así. Bueno, ¿y tu qué? ¿Aún no te ha dicho nada él?
- ¿Quién? ¿Sirius? ¡No, ni de broma!
- Pero si os conocéis desde que erais pequeños, además, él te aprecia mucho...
- No, sólo me molesta, es un pesado.
- Sí, pero un pesado que te gusta. Marla, estamos en séptimo, ¿por qué no dejáis de discutiros? Está más que claro que os gustáis...
- ¡Antes me tiro por una ventana!
¡Aquél era su último curso en Hogwarts! Vaya, no se esperaba verlos en aquella edad. Al otro rincón de la sala, Sirius y James también estaban hablando, mientras Remus ayudaba a Peter. Las dejó y se aproximó a ellos, hablaban de lo mismo.
- Así que ya se lo has dicho, ¿verdad?- le dijo dándole un codazo amistoso.
- Sí, iremos a Hogsmade esta semana...
- ¡Me alegro! ¡Eres todo un conquistador!
- Enhorabuena, James.
- Gracias, Remus. Por cierto, ¿qué estáis haciendo?- dijo mirando los libros que repasaban.
- ¿Aún llevas transfiguración mal, Peter?- preguntó Sirius.
- Es la peor de todas...- dijo medio hundido.
- ¡No es tan difícil, hombre!- echó un rápido vistazo a los apuntes y lo dejó de nuevo.- A ver... ¡Ah!- apuntó su varita al libro que estaba leyendo Marla y dijo: "¡Myrthempta!". De repente, por sorpresa de la chica, el libro grueso lleno de complicadas fórmulas, se convirtió en un pequeño gato negro. De la sorpresa saltó hacia atrás.
- ¿Ves? No es tan difícil...
Lo miró y sacó su varita. Con un ágil movimiento lo devolvió a su forma original. Durante unos instantes, todos los miraron asustados, temiendo una nueva discusión, pero aquella vez no dijo nada. Se volvió a sentar en su silla y, como si no hubiese pasado nada, continuó leyendo. Aquello lo sorprendió, era la primera vez que no le gritaba así que, pensando que quizás no se encontraba bien, se dirigió hacia ella.
- ¿Te encuentras bien?- había dejado una distancia prudencial hasta la mesa, pero, como aún reinaba un tenso silencio, decidió acercarse un poco más.- ¿Marla...?- Cerró el libro de repente y lo hizo recular de nuevo.
- Nos vemos después.- le dijo en un susurro a Lily, ella asintió sin dejar de mirarla extrañada.
Se levantó, recogió sus cosas y salió de la sala dejándolos a todos boquiabiertos. Harry se apresuró a seguirla, suyos eran los recuerdos, así que no podía quedarse allí. Comenzó a bajar las escaleras cuando alguien que los había seguido la llamó.
- ¡Espera! ¡Espera, no te enfades mujer!- al oírlo se paró, pero no lo miró.- Era una broma, no te lo tomes a mal...
- Tengo trabajo, Sirius. Pero, al parecer, tu no. Así que, si ya te has hartado de hacer tonterías, te aconsejo que también hicieras algo de provecho.- y continuó dejándolo completamente sorprendido. De nuevo, otro recuerdo venía hacia él...
Estaba en los jardines de la escuela, con un precioso día soleado sin ninguna nube al cielo. Se encontraba frente al lago y, a su lado, todo el grupo se encontraba en pleno descanso.
- ¡Bien, ya hemos terminado...!- dijo Sirius mientras se echaba encima el fresco césped.
- Sí... no han ido tan mal los exámenes, ¿verdad?- pensó que se referían a los exámenes que se hacían en el séptimo curso, la máxima titulación que ofrecía Hogwarts, los exámenes de EXTASIS, por lo que se debían encontrar en los últimos días.
- Que pena... se me hace extraño pensar que ya no volveremos a Hogwarts el curso que viene...- Lily y James estaban con las manos juntas, uno al lado del otro.
Sirius, Peter, Remus, James, Lily, Marla y otra chica que no conocía, estaban observando el gran calamar moviéndose tranquilamente por el lago mientras se nutría con la luz del sol.
- Hilda, ¿a ti aún te queda un año, no?
- Sí- tenía el pelo rubio y sus ojos eran azules. Ahora que había oído el nombre, pensó con aquella mujer que había venido la primera vez. Pero no era de Gryffindor, sino de Ravenclaw. Lo supo al fijarse con su corbata y el escudo que llevaba.
Muchos alumnos paseaban con tranquilidad voreando el lago o por los jardines y, muchos de ellos, eran parejas que iban cogidas de las manos sonriendo y hablando.
Parecía que aquél había de ser un día feliz, pero, entonces, de repente, una lechuza voló hacia ellos y se paró sobre la falda de Marla. Intrigada por aquella interrupción, cogió la carta que le llevaba y empezó a leer. Cuando terminó se quedó con los ojos completamente abiertos, se veía asustada. Lily y los demás la estaban mirando, imaginando que era aquello tan importante que no podía esperar. Pero no recibieron respuesta, se levantó sin decir nada y empezó a caminar hacia el castillo.
- ¿Qué ocurre?- preguntó Remus algo inquieto, pero solo pudo recibir más miradas interrogativas como respuesta.
Viendo que empezaba a correr cada vez más deprisa en la lejanía, Sirius decidió seguirla antes de que nadie le detuviese.
Harry lo vio de reojo justo cuando se iba detrás de la chica. Empezó a subir escaleras cada vez con más rapidez hasta llegar a la sala comuna de su residencia. Al llegar, se fue a su dormitorio y regresó. A aquellas horas no había nadie, estaba completamente sola. cogió lo que en seguida supo eran polvos flu y los echó al fuego que acababa de crear. Durante unos instantes no supo que era lo que ocurría, no podía oírla, pero, antes de que terminara, alguien más entró por el retrato, Sirius.
Esperó a que terminase de hablar y, cuando se retiró y las llamas menguaron hasta apagarse, se adelantó hacia ella, hasta entonces no se había dado cuenta de su presencia.
- ¿Por qué te has ido, así, de repente?- pero no lo miraba, se quedó en el suelo, con la mirada perdida.- Oye... vamos, cuéntame...- se había sentado a su lado, su mirada era serena, llena de cariño y comprensión.
Le cayó una lágrima, pero no se daba cuenta, estaba completamente ausente. Él, al verla de esa manera, cogió la carta y empezó a leer, Harry aprovechó para verla también.
Srta. Kingdinier:
Lamentamos informarle que su
abuela, Amery Kingdinier, ha muerto a las 10:35 a.m. en su casa. Le rogamos que
se presente, mediante los polvos flu, en su casa para hablar directamente sobre
el suceso. Lo hemos comunicado a su director Albus Dumbledore y tiene un permiso
especial para utilizar su sala común como punto de comunicación.
Con todo nuestro pesar:
Werthan Congeley
Curandero de urgencias mágicas de St. Mungo.
Aquello los dejó sin habla. Dejó la carta en el suelo y la abrazó. Ella no se opuso, pronto empezó a llorar sin control encima de su hombro mientras él le consolaba susurrándole en el oído.
Todo volvió a cambiar, parecía que Harry había empezado por los recuerdos más viejos, y no sabía cuantos más había. Supuso que habían muchos más, pero como tenia una idea en la cabeza, un motivo por estar ahí, aquellos eran rápidamente eliminados y solo se mostraban los que más atados a sus sentimientos habían.
Esta vez se fue a un lugar completamente diferente de Hogwarts. Estaba en una gran sala redonda de mármol blanco con pequeñas vetas perladas. Al fondo había una larga mesa de roble oscura con un par de cortinas rojas que colgaban des del techo. Estaba rodeado de finas columnas que le permitían ver el exterior, todo eran árboles verdes, hacía un día sereno y brillante.
- ¿Están las dos partes?
- S
- Empecemos entonces.
Detrás suyo vio a cuatro personas y un pequeño bulto de mantas blancas que debía esconder a un niño. Avanzaron hasta la mesa donde ahora habían dos hombres y una mujer, todos vestidos de blanco.
- Bien, como ya sabéis, este acto es para presentar al pequeño y asignarle sus protectores. Por favor, ¿nombre de los padres?
- James Potter
- Lilian Potter
- ¿Nombre de los padrinos?
- Marla Kingdinier
- Sirius Black
- ¿Nombre del niño?
- Harry James Potter
- Protectores, leed en voz alta el juramento.
- Prometo que yo, Sirius Black, me haré responsable de, Harry James Potter, hijo de, Lilian y James Potter, en caso de que la educación de los padres ya mencionados fuera imposible convirtiéndome en su tutor legal.- su voz sonó clara y profunda.
- Por favor, firma aquí.- le dio una ploma y firmó debajo del mismo juramento que había recitado. El pergamino brilló al terminar. Marla le imitó y también dejó su firma en él con letras doradas.
- A partir de ahora, quedáis asignados, por ley, como sus padrinos. Enhorabuena.
Dieron las manos a quienes habían hecho de testimonios y al juez, el señor más viejo de todos, y sonrieron felices.
Le resultó extraño verse a sí mismo en aquel acto, pero el recuerdo le gustó mucho, se había sentido querido y protegido, como nunca jamás se había vuelto a sentir.
Hasta ahora, casi todos habían sido buenos recuerdos de Marla, pero, el que se presentaba delante suyo, no lo parecía.
Se vio dentro de una casa. Era de noche y fuera llovía con intensidad. Miró a su alrededor, todo estaba a oscuras, no había ninguna vela que iluminara más que la que ella llevaba. Iba con una camisa de dormir y una bata, su cara era triste y parecía algo asustada, como si esperase a alguien.
De repente, el ruido de alguien que picaba a la puerta lo hizo saltar. Ella también se sobresaltó, pero no se movió, cogía la vela con la izquierda mientras que sujetaba fuertemente la varita con la otra mano. El silencio volvió a llenar la sala y sólo la fuerza del agua parecía tener voz.
Como si supiera que alguien había entrado en la casa, levantó la varita en dirección a la puerta. Una silueta tapada con una capa negra salió de las sombras y se plantó ante ella quitándose la capucha.
- Sabía que eras tu...- dijo al verlo.
- Marla, escúchame...- parecía asustado, como si tuviera prisa y no supiera muy bien porqué estaba allí.- No tengo mucho tiempo...
- ¡Necesito saber que ha pasado, Sirius!- después de todo aquel rato, empezaba a temblar. Un par de pequeñas lágrimas le cayeron por las mejillas mientras la vela estaba a punto de caer.- He vuelto tan temprano como he sabido que era seguro, pero nadie... nadie me ha dicho nada... quise verla para decirle... decirle que había vuelto, pero... no la encontré...- su voz se quebró, ya no podía aguantar más de pie. La cogió entre sus brazos mientras apartaba la vela sobre la mesa.
- Marla...- susurró las palabras mientras le acariciaba su pelo con delicadeza.- Necesito que confíes en mi. Pase lo que pase, digan lo que digan... confía en mi. Por favor, te pido que me creas...
- Siempre lo he hecho.- levantó la mirada hasta encontrarlo. Aún tenía lágrimas en la cara, pero se encontraba en paz junto con él.
- Te quiero.- con una mano le secó aquellas pequeñas gotas de tristeza y, sin dejarla ir, la besó.
Unos fuertes golpes en la puerta los hicieron reaccionar. "¡Abra la puerta!" gritaba una voz potente desde fuera por encima de los relámpagos. "¡Somos del Ministerio de Magia, abra la puerta!". Los golpes continuaron insistiendo cada vez más continuados.
- ¿Pero qué...?- no tubo tiempo de decir más, todo pasó como un flash delante de sus ojos.
La puerta salió por los aires envuelta de chispas rojas mientras diez magos armados con sus varetas en alto entraban furtivamente en la casa.
- ¿Qué está pasando?
- ¿Marla Kingdinier?- dijo uno adelantándose a los demás.
- Soy yo...
- ¿Dónde se esconde Sirius Black?
- ¿Cómo...?- la rodearon casi sin darle tiempo a reaccionar. Algunos de ellos subieron al piso superior mientras los otros rastreaban por los alrededores. Sirius se había escapado en el momento justo que echaban la puerta al suelo, pero ella no se había dado cuenta hasta entonces.
- Por favor, acompáñenos.- le quitaron la varita y le ataron las manos en la espalda con unas cuerdas que habían creado.
El que hasta entonces había hablado, la cogió por un hombro mientras otro hacía igual, asintieron y desaparecieron los tres junto con Harry quien estaba contemplando la escena boquiabierto.
En un cerrar y abrir de ojos, se encontraron en otro sitio muy diferente a la casa. Era una habitación muy grande y oscura, con una única luz que la iluminaba desde un tejado muy lejano. Harry sintió que no estaban solos, tenía la sensación de ser observado por varios ojos.
- Desatadla.- dijo una voz fuerte y severa. Inmediatamente, las cuerdas que la ataban desaparecieron.- Marla Kingdinier, te encuentras ante el Tribunal Superior de Justicia Wizengamot bajo sospecha de colaborar con las fuerzas del mal.- todo aquello había pasado tan rápido que no conseguía reaccionar- Tenemos fuentes que nos han informado que escondiste a Sirius Black y te juntaste con él al lado del Innombrable, ¿cómo te consideras?- se encontraba completamente ausente, pero tenía tantas dudas que parecía no haber escuchado lo que le acababan de decir.
- ¿Qué.. qué es todo esto? ¿Qué está pasando...?- el silencio se intensificó, seguramente esperaban que desmintiera tales hechos, pero no que preguntara que significaba aquello.
- ¿No sabes de qué se te acusa?- esta vez fue una voz femenina quien preguntó.
- No...
- ¿Nos estás diciendo que no sabes nada de lo que ha sucedido?
- ¡No!
Unos murmullos empezaron a resonar por la sala, algunos mostrando incredibilidad, otros confusión. No estaba fingiendo, de esto estaban seguros, porqué, en caso de ser así, lo hacía de maravilla. Por unos instantes estuvieron hablando entre ellos sin dar la menor importancia a la chica que se encontraba al centro de la luz. Su mirada estaba perdida y bacía, parecía hacer un gran esfuerzo para situarse y empezar a atar cabezas con lo poco que sabía, pero no consiguió nada, nada de aquello tenía sentido alguno para ella.
Otra vez se volvió a hacer silencio y una puerta se abrió ante ella, un hombre salió. Tenía una larga barba plateada y llevaba unas gafas de media luna doradas inconfundibles.
- Dumbledore...- fue lo único a que pudo sujetarse. Él la miraba intensamente, con aquella mirada que Harry conocía tan bien.
- Marla- su voz era tranquila y serena, muy distinta a las anteriores que habían hablado poco antes.- Ayer por la noche atacaron a Lily y a James en su casa. Voldemort mató a los dos...
- ¡¿Qué?!
- Harry, pero, sobrevivió. Intentó terminar con él también, pero falló y ahora ha desaparecido.
- Desaparecido... pero no lo entiendo... pensaba que se habían escondido...- dijo a media voz
- Sí, se escondieron. Realizaron el Hechizo del Secreto.
- Pero entonces... ¿cómo...?
- Pedí a James ser su Guardasecreto, pero me dijo que quería que lo fuese Sirius. Sabía que alguien muy próximo a nosotros estaba pasando información a Voldemort, aún así, acepté.- ella izo un grito que apagó con las manos.- Ahora lo entiendes, ¿verdad?- dijo con un suspiro- Este hechizo los debía mantener completamente a salvo, nadie sabría nunca dónde estaban a menos que su Guardasecreto lo dijera.
- ¡Esto es imposible...! ¡Él nunca habría traicionado a Lily y a James!
- Pero todo está en su contra... todo indica que fue él el traidor, Marla.
- ¡No! ¡No puede ser! ¡James era mucho más que un hermano para él! ¡Me niego a creerlo, no puedo!
- Marla, por favor...
- Seguro que hay un error... ¡no tiene ningún sentido!
- Yo soy un testigo. James me dijo que él sería su Guarda poco antes de hacer el hechizo.
- Pero... ¿y si lo cambiaron en el último momento? Es posible que decidieran que lo hiciese otro porque sería obvio que Sirius sería el Guarda, Voldemort hubiese ido detrás suyo. Puede que pensaran que le sería más difícil si era alguien con quien no pensara...
- En tal caso me lo habrían dicho, Marla. Lo siento, pero no tiene ninguna prueba a su favor.
- ¡Pero...!
- ¡Ya basta!- gritó la voz invisible de nuevo.- No seguiremos discutiendo sobre esto, Dumbledore, debemos deliberar.
Albus salió por la misma puerta dejándola de nuevo sola, esta vez, las voces desaparecieron de la sala dejándola en completo silencio. Sus lágrimas, como pequeñas perlas de luz, iban cayendo por sus mejillas pálidas lentamente. Y, aunque tremolaba ligeramente y parecía a punto de desfallecer, se mantuvo en pie.
- Marla Kingdinier, has sido acusada de haber servido a las fuerzas del mal traicionando a la justicia y a tu país, por estos hechos te consideramos, inocente. No obstante...- levantó la cabeza hacia la voz que ahora sonaba más fría y despiadada que nunca- ...serás enviada al Ministerio Estadounidense de Magia dentro del Departamento de Misterios a fin de continuar tus investigaciones aportadas hasta el momento. En caso de negativa o abandono de dicho país, serás desterrada de tus poderes mágicos y enviada a la prisión de Azkaban. ¡Se cierra el caso!- el silencio volvió a cerrarse alrededor de la mujer quien, ahora, había dejado de temblar. Tenía los ojos completamente inexpresivos y las lágrimas habían dejado de caer.
Harry se había quedado sin palabras con la boca medio abierta. No se podía creer lo que habían hecho. La habían condenado sólo por creer que había escondido a Sirius... Después de pasarse días, semanas incluso, escondida de Voldemort, descubre que, al volver, aquellos a quienes más quería y apreciaba habían muerto, y a quien amaba, lo consideraban el culpable de sus muertes. Pero lo que más le había impactado, a parte de la dura pena que le habían puesto, era que ella, aún sin saber lo sucedido de verdad, había sido la que más se aproximó a los hechos reales.
Todo volvió a rodar, esta vez sin parar, en un torbellino de colores más rápido que antes. Podía ser que no hubiera más... en tal caso, había tenido suficiente. Había visto lo que esperaba, la respuesta a sus preguntas sobre ella y lo que realmente pasó, era hora de volver.
Por la mañana se levantó con gran dificultad, pero no se podía quedar en la cama o sospecharían que no había dormido. Se recriminó a si mismo por no haber hecho los ejercicios de oclumencia antes de caer exhausto en la cama de nuevo, había tenido mucha suerte de que Voldemort no hubiese probado aquella noche...
A la cocina estaban los dos con largas caras de sueño.
- Buenos días.- dijo sonriente Marla al verlo, pero era aquella sonrisa triste que tenía desde que Remus le había contado todo lo sucedido. Ahora Harry sabía como se debía sentir. Después de todos aquellos años sola, sin la oportunidad de volver, con el pensamiento en él y Sirius, los únicos que le quedaban. Y, ahora que había regresado al fin, le decían que tubo razón, pero que ya no podían hacer nada porque estaba muerto. Al pensar en ello se le encogía el corazón.
- Buenos días.- respondió.
- Toma, la carta de los libros de este curso. Hoy iré al Callejón Diagón a comprarte el material.- le dio la carta y la abrió. Dentro había el listado de los libros que necesitaría.- También debo ir a la biblioteca central para consultar un par de cosas...
- ¿La biblioteca central?
- Sí, pero no la de los muggles. Es un gran edificio situado al centro de Londres, hay de todo y más dentro. Me gustaría llevarte, pero sería un poco difícil si aún no sabes desaparecerte. No recuerdo como se iba, así que lo tendríamos un poco difícil para ir con los muggles, además, tampoco se lo podemos preguntar...
- No pasa nada.
- ¿Dos o tres?- le había servido dos salchichas y un huevo revuelto mientras le añadía unas tostadas.
- Dos.- dijo llenándose un vaso de zumo de naranja. Remus estaba a la otra punta de la mesa leyendo, como siempre, el periódico El Profeta, o, al menos, esto parecía...
- Escucha Remus... ¿Remus...? ¡Remus!- decía moviéndole ligeramente, se había quedado dormido detrás del periódico.
- ¿Qué...? Ah, perdona...- tenía unas bolsas de sueño mucho más grandes de lo habitual.
- Mmm... sería bueno que te fueras a descansar un rato, te ves cansado.
- Sí, será mejor que... me vaya a dormir un poco...- dijo entre bostezos. Sin insistir más sobre el tema, dejó las cosas encima la mesa y subió a su habitación.
Marla lo miró algo preocupada, Harry nunca lo había visto así, siempre decía que se encontraba bien, pero, esta vez, no puso objeciones.
Terminó de almorzar y se fue al comedor para ver alguna cosa por la televisión, ella se fue poco antes de que terminara de comer.
El día resultó aburrido y sin nada interesante, si no hubiese sabido que las cosas no estaban nada tranquilas, habría pensado que todo era una comedia de alguna serie de la tele. ¿Cómo podía encontrarse tan descansado sabiendo que había alguien que planeaba matarle cada dos por tres? Ironías de la vida, pensó.
Los días antes de la salida hacia Hogwarts fueron iguales que sus antecesores, a diferencia que, esta vez, podía mirar y avanzarse con los nuevos libros. Como haría nivel superior, aquello ya se parecía más a lo que siempre había pensado que era la magia, bueno, casi todo. Pociones prometía ser igual de aburrida, incluso más de lo común. Ahora tendría a un Snape mucho más exigente, si eso era posible, McGonagall no cambiaría, encantamientos aumentaría de nivel, de esto estaba seguro, pero Defensa Contra las Artes Oscuras... ¿quién sería este curso? Todos los que había tenido hasta entonces solo duraron un año, era curioso, puede que sí que fuese un puesto maldito... en todo caso, aquella debía ser la materia más importante para él, al fin y al cabo, quería ser auror.
Pensando en los profesores recordó el curso anterior, había sido entretenido, la verdad. Al principio, solo en los primeros días, le había parecido ser eterno. Umbridge, aquel sapo con gafas..., no supo nada más de ella, bueno, tampoco hizo nada para saberlo. Le había hecho la vida imposible, nunca pensó encontrarse alguien que odiara incluso más que a Snape, él, a su lado, parecía casi un ángel, casi, pero no del todo.
Le daba igual quien hubiese aquel curso, no le importaba, solo quería volver, la monotonía y la indiferencia empezaba a irritarlo y, con quienes menos quería afectar, deseaba no volcar su frustración sobre Marla o Remus. Sabía que el curso anterior lo había cambiado, mucho más de lo que se imaginaba. Era, a veces, frío y astuto, gran cualidad para algunos, otras veces era justo y leal, pero también valiente y trabajador. Vaya, le recordaba al sombrero seleccionador... Pero ahora ya no compartía todas esas cualidades con el mismo nivel, se parecía mucho más a los de Slytherin de lo que quería pensar, pero, por otra parte, sus dotes de Gryffindor salían como fuego en los mejores momentos. Sí, parecía dos personas muy distintas, dos caras opuestas que se debatían entre ellas. ¿Era eso malo? Bueno, todos tenían aquellos sentimientos opuestos, así pues, era completamente normal.
