Capítulo 10 – Cristal roto

Los días en Hogwarts iban pasando y los trabajos se acumulaban misteriosamente, resultaba agotador. Harry había empezado con los entrenamientos y su papel iba a la perfección. Los chicos se coordinaban muy bien y daban lo máximo de ellos para mostrar a toda la escuela que podían llegar a ser los mejores. En noviembre se celebraría el primer partido de la temporada, Gryffindor vs. Hufflepuff. Todos habían decidido ponerse en marcha, no querían perder su primer partido...

En cuanto a las clases, Harry empezaba a saturarse al igual que sus compañeros a excepción de Hermione, quien se veía como siempre, cargada de libros a todas horas. Pociones era cada vez más difícil y Snape se volvía más y más exigente, en realidad, todos los profesores actuaban igual.

Cuando llevaban ya un mes de clases, un viernes por la tarde, en la última clase de la semana, Magia Antigua, empezaron a entrar en algo de practica, todos estaban exultantes.

- Bien, ha llegado la hora de mostraros todo lo que hasta ahora habéis aprendido de una forma práctica. Empezaremos por ver la magia en su forma original, no será tarea fácil, y dudo mucho que consigáis algo en la clase de hoy. Aun así, continuaréis practicando hasta lograr un mínimo que os impondré o no podréis proseguir con las clases.- en solo pensar aquello, Harry notó que su estómago iba a salirse por la boca. ¿Qué pasaría si no lo lograba nunca? Se vio saliendo de la clase mientras el profesor le decía que debía abandonar la empresa de auror por falta de cualidades... mejor no pensar en aquello.- Como ya sabéis, todos los aquí presentes ya tuvisteis un primer contacto con la magia en su estado primitivo, por consiguiente, lo que os voy a proponer no os resultará imposible de realizar, pero eso no significa que lo logréis.- añadió a media voz.

Todos, sin excepción, estaban embalsamados con sus palabras, sin perderse detalle alguno. Nadie en la clase había hablado fuera de su turno en todo el curso, cada uno de ellos se esforzaba al máximo por aquella materia, más que por cualquier otra, y no pensaban rendirse con facilidad a pesar de que todos les avisaron de la dificultad de la asignatura, era la más compleja de las que impartía Hogwarts...

- Delante vuestro tenéis unos vasos de cristal...- no se había fijado hasta entonces, un sencillo vaso totalmente liso y transparente se había materializado encima de su mesa, al igual que sucedió a los demás.- ...que utilizaréis para practicar. La tarea consistirá en romperlos sin el contacto físico ni con el uso de la varita o mediante hechizos. Sólo disponéis de vuestra magia en estado primitivo, con ella sois capaces, o deberíais ser capaces, de romper este vaso tan frágil. Mediante el conocimiento de uno mismo y del elemento en que os veis envueltos, la posibilidad de llevar a cabo tal ejercicio existe. Aquellos que logren hacer lo que he pedido, continuarán con las clases, los que no, deberán repetirlo hasta lograrlo o dejarán de trabajar en la materia.- hizo una pausa cargada de nerviosismo y tensión y prosiguió:- Así pues, pueden empezar.

No estaba seguro de cómo tomarse todo aquello, la verdad es que estaba lleno de miedo, le parecía que aquel viejo arrugado, aunque le tenían un respeto reverencial, no andaba muy bien de la cabeza. ¿Cómo pensaba que mediante la magia, que según él tenían desde su nacimiento, conseguirían romper aquel estúpido vaso? Todo aquello parecía inútil y una pérdida de tiempo... al estudiarlo no le pareció una tontería, al contrario, tenía sentido, pero ahora que le pedía llevarlo a cabo... era muy distinto. Aunque... ahora que lo pensaba... bueno, tampoco le parecía del todo imposible... Recordaba que ya había hecho aquello en otra ocasión, antes de empezar tercero...

Tía Marge no paraba de tocar su punto más sensible y estaba haciendo lo posible para evitar escuchar sus estúpidas palabras, sólo se concentraba con su escoba y el manual, sólo en eso, pero las palabras de la mujer eran como una taladradora en sus oídos y, al final, entraron en él como si fueran mosquitos ante un festín.

Se llenó de odio, sin pensarlo siquiera, el vaso que su tía sujetaba (era un vaso o una copa, no lo recordaba) explotó de sus gruesas y grasientas manos ante la sorpresa de todos. Se recriminó por lo sucedido, debía ir con más cuidado, un desliz como aquel le podía costar su expulsión. Sus tíos se dieron cuenta de ello, pero tía Marge no, pensó que había sido su fuerza de nuevo que le hacía una mala pasada.

El resto de la cena pasó sin incidentes para el alivio de todos, pero, de nuevo, otro desliz de Marge provocó otro desastre, esa vez, más grande. Harry no lo pudo evitar, había tenido más que suficiente. Consiguió hacer callar a su "tía" y subió hacia su habitación, todo sucedió como un flash. La puerta se abrió por sí sola, sin ni si quiera tocarla, sacó sus cosas y se fue, en medio del caos, de la casa número 4 de la calle Privet.

Entonces ya había hecho uso de la magia aún cuando había aprendido a controlarla con los dos cursos anteriores mediante la varita y los hechizos. Pero aquél no fue el último de sus increíbles actos de magia, aún no hacía un año, dentro del Departamento de Misterios, rodeado por aquellas oscuras puertas que conducían a distintas salas...

Su furia era tal, estaba tan fuera de sí mismo, que casi no se daba cuenta de donde le dirigían sus pies, sólo pensaba en una cosa... en matarla. Su locura era más grande e intensa que nunca, era como si todo él fuera a explotar de rabia, odio y venganza. No recordaba cuál era la puerta que le llevaba fuera de allí, al pasadizo del ascensor, y no tenía tiempo para buscarla, así que gritó: ¿Cuál es? Su voz impactó en las negras puertas y, en respuesta a su orden, de un fuerte impacto, una puerta se abrió, era la que buscaba...

Aquél último recuerdo le había abierto una herida que, con mucho tiempo y paciencia, había insistido en cerrar, pero nunca lo haría... Aún así, aquél no era ni el momento ni el lugar para pensar en aquellas cosas, tenía un asunto más importante, más inmediato. Debía lograr romper el vaso que tenía delante con sólo esa magia, la misma que le había permitido hacer todas aquellas hazañas... así pues, manos a la obra.

Según había aprendido con las largas horas de lectura en aquella aula y en la sala comuna, la magia primitiva sólo se presentaba como protección. Los magos conseguían hacer uso de ella antes de adentrarse en los estudios de magia, de forma totalmente involuntaria y sin conocimiento de ello. Era la misma magia la que le permitía a uno salvarse de ciertos peligros, ninguno relacionado con hechizos ni nada de ellos, sino en hechos mortales, rutinarios. Por ejemplo, como una vez le contó Neville, su magia apareció cuando cayó a cierta altura, su magia le protegió haciéndole botar para absorber el golpe de caída. También podía aparecer ante sentimientos extremos como el miedo o la furia, pero no eran frecuentes, muy pocos habían descubierto la magia por tales circunstancias, Harry era uno de ellos. Antes de saber que era un brujo, la magia lo había protegido tanto del peligro, cuando su primo Dudley le quería pegar, como de la vergüenza, la vez que su tía le había cortado el pelo harta de verlo siempre igual o cuando quería ponerle un jersey viejo de su primo a Harry. Todo aquello podía, dentro de lo que cabía, ser normal, pero no era lo mismo todo lo demás. Hacer magia una vez haber aprendido a utilizar-la, sin el uso de varita, ya no era tan normal. El profesor Terbadir les había dicho que aquello requería años de práctica, pocos, muy pocos, conseguían utilizarla a su libre albedrío, y aún menos a la edad de dieciséis años. ¿Significaba aquello algo? Bueno, Harry estaba envuelto de misterios, uno más o uno menos... no le sorprendería, como mínimo, no mucho.

Echó un vistazo a su alrededor, sus compañeros estaban concentrados en hacer explotar aquel objeto, pero nadie conseguía nada, ni siquiera resquebrajarlo. Incluso Hermione estaba medio exasperada, tenía la vista fija en el vaso, sin pestañear, parecía que le iban a saltar las lágrimas de tanto esfuerzo, Harry se contuvo de reír, al menos ella lo intentaba con toda su alma. Y, al parecer, Terbadir opinaba lo mismo, pues le dirigió una significante mirada aconsejándole que empezara a trabajar. Ante tal aviso visual, se concentró en su tarea.

Si debía fijarse en las anteriores ocasiones, se podría decir que, con concentrarse en un sentimiento determinado podía hacer lo que le pedían. Un sentimiento... de furia, tal vez, aunque también había participado el odio o la rabia, pero ahora no sentía nada de eso, resultaría más complicado de lo que pensaba. Pensó en algo que le hiciera enloquecer de nuevo, que le hiciese sentir las ganas de destruir, de acabar con aquel vaso, pero el objeto era inocente, no le había hecho nada aún... mirarlo no le infundía ningún sentimiento negativo, sino que le tranquilizaba, dejaba que su mente se relajara con mirar a través de aquella superficie llana y suave, sin ninguna impureza. Empezaba mal. Se recriminó por ello, o comenzaba a tomárselo más en serio, o terminaría haciendo trabajos extra, justo lo que no necesitaba.

Entonces empezó a recordar, a buscar por su mente alguna cosa que le enfureciese, alguien a quien odiase... ¿alguien? Era fácil, había una persona que le hacía sentir todo aquello aunque, más que una persona era un monstruo, Lord Voldemort. Con solo recordar aquellos ojos rojos y la cara blanca y aplastada semejante a una serpiente, la voz fría y la risa estridente, mortífera. Aquellos dedos blancos, largos y huesudos que parecían tentáculos de la muerte. No le costaba mucho esfuerzo recordarlo y el sentimiento que le infundía tampoco, sentía como si todo su estómago se retorciese con solo ver aquella mirada cruel y despiadada, no tenía ansias de correr, sino de luchar, luchar y ganar. Quería que sufriese, quería que sintiera temor y terror ante la muerte como los que había asesinado, necesitaba fervientemente terminar con aquella bestia que a tantos se había llevado, que tanto sufrimiento y pesar había dado. Pero, en vez de sentir odio y rabia hacia Voldemort, sólo consiguió una exultante euforia, quería reír con toda su alma, reír hasta no poder parar. ¿Por qué? ¿Por qué aquel extraño sentimiento? ¿Es que no lo odiaba? ¿Acaso no quería venganza por lo que había hecho?

Entonces lo comprendió, llevaba todo el verano pensando lo mismo. Ahora era una cáscara vacía, sin nada que sentir... se habían llevado todo lo que quería, a su padre, a su madre, a su... sí, se sentía completamente vacío. Se dio cuenta de que todo lo que le había llenado había desaparecido, no tenía nada dentro de él, ¿cómo, entonces, podía sentir odio siquiera? Otro habría respondido que aquello era absurdo, nada de importancia, pero no era así... Con todo..., recordaba que aún tenía algo, algo que llenaba su triste corazón. Estaban a quienes conocía, sus mejores amigos, sus compañeros, sus profesores, incluso los de Slytherin también tenían un lugar ahí dentro, aunque quisiera negarlo. También estaba Remus y Marla..., recordó todo lo que había visto en el pensadero, y entonces vio y sintió de nuevo cuando Sirius empezó a caer por aquel velo oscuro. Revivió el momento de rabia, furia y odio hacia Bellatrix, aquel sentimiento que le había llevado a seguirla con un único pensamiento, matarla.

¡BUM! Como si fuese una pequeña explosión, todos salieron de su trance para observar su alrededor medio asustados.

- Veo que hemos logrado el primer paso, señor Potter.- dijo una voz a su lado. Al girarse vio a su profesor sonriéndole ligeramente. Aún no se había dado cuenta, al parecer era el único, pero su vaso estaba roto. Pequeños pedazos de cristal se habían escampado por toda la mesa y algunos cayeron al suelo, la explosión que lo había despertado la había causado él, al fin, lo había logrado, aunque no se dio cuenta de ello.- Bien, por hoy ha sido suficiente. Quiero que continúen practicando, el próximo miércoles les voy a poner el mismo ejercicio aunque con otro objeto distinto. Que tengan un buen fin de semana.

Todos cogieron sus cosas en silencio y empezaron a salir hacia sus salas comunes para relajarse, aquella había sido su última clase y resultó ser agotadora. Pero antes de que pudiera salir junto con los otros, Terbadir le pidió unos minutos.

- ¿Me equivoco al decir que no es la primera vez que le sucede algo parecido?- con un gesto de la varita el vaso roto volvió a quedar como nuevo. Harry no le respondió, pero no pareció importarle.- He tenido bastantes alumnos al largo de los años, y permíteme que le diga que sólo tres han conseguido lo mismo en lo que llevo enseñando. Pero hay algo que no debería olvidar: la magia es como una onda, si uno no se deja llevar, la misma onda puede ahogarlo.- sus ojos grises y acuosos brillaban de una forma extraña, como si la sabiduría se viera reflejada en ellos desde un pozo muy antiguo. Sin decir nada más, le dio la espalda y salió de la clase por una puerta trasera dejando a Harry aún más confuso que antes de empezar todo aquello.

Hermione le esperaba fuera.

- ¿Estás bien?- supuso que lo dijo porqué pasó por su lado sin darse cuenta de su presencia hasta que le habló.

- ¿Eh? Ah, sí, estoy bien.

- Esto es mucho más complicado de lo que creía, no veo como voy a lograr lo que me dice...- dijo con un suspiro- En fin, otro fin de semana sin descanso... sólo que esta vez me pasaré las horas intentando hacer explotar un vaso.

Al llegar a la sala común encontraron a los demás que también habían llegado después de duras horas de trabajo. Todos anhelaban una buena cena para, después, conseguir su merecido descanso, aunque por la mañana les tocaba un nuevo entrenamiento.

Al subir para prepararse para entrar en la cómoda cama, descubrió que tenía correo en el Taklersham, el objeto que le había regalado Marla para poder escribirse con toda seguridad. Una carta blanca que giraba lentamente sobre sí misma, se mantenía flotando encima de la taza sin nada que la sujetase. Con sumo cuidado la cogió, al tocarla dejó de sostenerse en el aire y se posó en su mano. Aún fascinado por aquel objeto, se sentó encima de la cama y la abrió. No había nadie aún en la habitación, así que tenía entera intimidad.

Querido Harry:

¿Cómo te encuentras? Siento no haberte respondido antes, me encontraba demasiado ocupada con todo el trabajo y no he podido decirte nada. Sé que te extrañará que te escriba por aquí, pero pensé que era mejor decirte esto con mayor seguridad. Remus ha salido por unos meses junto con Tonks, será mejor que no le escribas por ahora, ya iré informándote si algo sucediera.
Me alegré mucho cuando me comentaste que hacías Magia Antigua. Supongo que nadie te lo dijo, pero tu madre y yo fuimos de las pocas que entramos en nuestro curso, sólo cinco lo consiguieron, y nosotras éramos las únicas de Gryffindor. Ella era realmente buena en la materia, me parece que tenéis el mismo profesor, Asellus Terbadir, ¿verdad? Ponte duro con ello, no es nada fácil, créeme, y te recomiendo que no aflojes para nada, sobretodo si quieres ser auror.

¡Así que ella y su madre también habían hecho Magia Antigua! Aquello lo alegró mucho más de lo que pensaba.

A partir de ahora voy a tener algo más de tiempo, o eso espero. No olvides contarme lo que sucede, pase lo que pase.
Espero que todo te vaya bien. Ten mucho cuidado... y ¡suerte en el partido! Besos:

Marla

Con la carta entre las manos, sonrió feliz al saber que todos estaban bien. Recordaba haberse angustiado al no recibir su respuesta, no paraba de leer el periódico El Profeta para ver si había sucedido algo, incluso utilizó aquel sistema de correo para asegurarse de que aún estaban allí. Al final resultó que no tenía porqué preocuparse, Ron y Hermione ya le habían dicho que se tranquilizara, al final resultó que tenían razón... ¿Y dónde habían ido Remus y Tonks? Alguna misión, se dijo a sí mismo. Pero aquello no tenía importancia, al menos no en aquél momento, con sólo saber que nada sucedía por las inmediaciones le quitó un gran peso de encima. Más relajado de lo que había estado durante días, dejó la carta debajo el almohada y se relajó dejando la mente en blanco, sin ningún sentimiento o emoción, eliminó les problemas que pudiera tener y se sumió en un sueño oscuro.

Era el mismo sitio de siempre, hacía ya cinco noches que veía lo mismo, todas ellas seguidas y sin interrupciones más que el despertar. La oscuridad le rodeaba y le asfixiaba dejándolo casi sin fuerzas para ni siquiera estar de pie. Pero, como ya conocía, no podía quedarse allí, pronto vendrían y debía huir, debía correr para salir de ahí, para refugiarse lejos de ellos, adónde fuera menos allí.

Esta vez, algo era distinto, debajo los pies no tenía aquella superficie lisa y sin textura, ahora había un suelo con relieve, como si fueran piedras pegadas unas a otras formando una alfombra negra y sin color. Aunque, si aquello era distinto... eso quería decir que aquél lugar también había cambiado, quizás no vendrían. Se equivocó, el silbido de siempre volvía a sus oídos como miles de abejas protegiendo su ciudad. No tenía tiempo que perder, debía correr.

Sin saber hacia donde dirigirse comenzó a moverse en contra del silbante sonido, notó que sus fuerzas flaqueaban, sus ojos le escocían de lagrimas y los pulmones parecían a punto de estallar. Pero, aún así, no debía detenerse, nunca había parado o se había rendido ante aquel extraño sonido, pero temía que, si lo hacía, quizás no se volvería a despertar.

Agotado de tanto correr, se derrumbó sin poder dar un paso más. Hasta entonces, nunca había durado tanto el sueño, las otras veces se había levantado en medio de la carrera sudando y con la respiración acelerada, pero esta vez no había ocurrido, ¿qué pasaba? Estaba agachado con las manos sobre el suelo que de repente empezó a escalfarse como si un fuego debajo de él se hubiese encendido sin previo aviso. Sobrecogido por aquel cambio se levantó y descubrió que iba descalzo, sus pies se quemaban al contacto con aquél suelo, debía correr y protegerse, pues el ruido estaba cada vez más próximo. Lo alcanzarían, lo cogerían...

De golpe se despertó. Estaba echado sobre la cama con las sábanas todas revueltas y empapado de sudor. Por fin había podido salir de aquel sueño. No dijo nada a nadie, nunca lo había hecho, no le hacía falta. Así que hubo humedecido su seca garganta, se volvió a estirar y enseguida se durmió, esta vez, sin ningún sueño.

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De nuevo aquí! (y veo que se han añadido dos más... k colorada!!!)

GaRrY: gracias por tu RR, intentaré ponerlo más rápido, pero tengo más trabajo a parte de escribir, así k voy como puedo... :S

lolo y FFmania: jajajaja, bueno... en esto de las parejas hay muchas opiniones, yo intento verlo de forma más objetiva (por así decirlo). Mis puntos de vista son: Ron/Luna, Harry/Hermione, Neville/Ginny. Pero tb veo posibles Ron/Hermione y Harry/Luna. La razón es que, como bien se ve en el 5º, Harry y Luna coinciden en muchas cosas, además que él dice que hablar de Sirius con Luna no le molesta a diferencia de con los demás. El problema está en que Hermione se parece muchísimo a su madre, Lily, por lo que también veo posible una unión entre ambos. Entonces llegamos al problema de Ron. Ron y Hermione no paran de discutirse ("quien se pelea se desea"), pero Herm no ha pasado muchas cosas con Ron (además, se pone celosa -o esta es mi impresión- cuando Harry habla sobre lo de Cho), por ejemplo, en el 1º: Harry y Herm van al bosque juntos pq llevan a Norberto y los cojen; 3º los dos ayudan a rescatar a Sirius y al hipogrifo; 4º ella va mucho más con Harry que con Ron cuando los dos están sulfurados; 5º bueno, lo de que se pone celosa, la visita con los centauros y Umbridge, la visita a Grawp, las charlas sobre Cho y lo que debía haberle dicho Harry (cosa k él niega en creer)... No sé, Luna viene de magos (idem Ron) y le gusta el pelirojo. Ginny, pues no sé, está mucho más rebelde después de 2º, pero no la veo con Harry; además, ella tiene el valor que le falta a Neville (aunke no así al final del 5º). Bueno, he sido larga, pero esta es mi opinión. Aunke, como dije, con Rowling nunca se sabe.

Gracias a todos, y hasta el prox cap!!! (Dentro de poco, las Tinieblas empezarán a moverse)

-Ithae-