Buff... lo típico: estos personajes no me pertenecen, ecétera ecétera... ;)

Capítulo 11 – Gryffindor vs. Hufflepuff

Por fin había llegado el día esperado para gran parte de la escuela en el que Gryffindor estrenaba la mayoría de sus componentes en su primer partido de la temporada.

Los chicos se levantaron temprano, los nervios les habían despertado mucho antes de la hora prevista para bajar a almorzar. Tenían las caras pálidas y parecían mareados y fuera de lugar, Harry y Ron ya conocían aquél sentimiento, los dos habían pasado por lo mismo en su primer partido. Dándole ánimos, incluso cuando ellos también los necesitaban, les aconsejaron comer algo para acumular energías.

- Vamos, todo irá bien.- dijo casi sin voz Ron.- Somos los mejores... dios, no puedo comer nada...- dejó el tenedor encima del plato mientras miraba cómo los primeros rayos del sol entraban por las ventanas del gran comedor.

- Jugadores, a cambiarse.- dijo Harry después de obligarse a tragar una tostada que casi le ahoga. Aunque no lo pareciera, sus nervios eran, quizás, los mayores del grupo.

Sin ánimo de decir nada más, todos se levantaron y empezaron a alejarse hacia el campo justo cuando la gente entraba en el gran comedor. Harry, al despertarse por quinta vez, decidió bajar a la sala común, allí encontró a las tres chicas y a David, los cuatro eran incapaces de pegar ojo. Poco después bajaron los dos chicos de sexto, ellos también se habían despertado, pero se mantuvieron en la cama esperando, en vano, que el sueño volviera a ellos, aunque al ver que Harry bajaba, le siguieron.

Harry y Ron cargaban sus escobas, eran los únicos que disponían de escobas privadas, los demás utilizaban las de la escuela.

Al llegar a los vestidores empezaron a vestirse con lentitud y en silencio, nadie conseguía decir nada, temían que, si abrían la boca, pudieran vomitar lo poco que habían comido. Si hubiesen podido, habrían amenazado al tiempo con pararse de cualquier forma, pero aquello era imposible, así que no tenían a quien echar la culpa de la rapidez con que todo ocurría.

- Chicos, al campo.

Tan pronto como la luz del sol les iluminó, una explosión de gritos de entusiasmo les dio la bienvenida. El tiempo era perfecto, ninguna nube importante, quizás un poco demasiado de sol, debían vigilar con que no les cegase. A parte de eso, las condiciones eran favorables. Bueno... allá vamos... se dijo después de que el equipo contrario entrase al campo seguidos por Madame Hooch.

- Capitanes, encajen.- Harry se adelantó y dio la mano al chico de Hufflepuff quien también parecía nervioso, pero se mantenía firme y resuelto. Hooch dejó la snich dorada y las bludgers en el aire mientras sujetaba la quafle.- Muy bien, a la de tres. Uno... dos... ¡tres!- con un pitido, lanzó la bola roja en el aire y los jugadores se impulsaron campo arriba en un instante.

- ¡Y empieza el partido!- como Lee Jordan había pasado séptimo el curso anterior, ahora se ocupaba otro de las locuciones de los partidos, Arnold Carlook. Era un chico de tercero también de Gryffindor. Tenía el pelo oscuro y muy corto, de ojos marrones y piel blanca, aunque tocada por el sol. Según McGonagall, era un calco de Lee, ideal para el puesto de comentarista, pues no paraba de hablar durante las clases, pero era muy inteligente, aunque no lo mostrase.- Y es David Streford quien coge la pelota, un nuevo miembro del equipo de Gryffindor. Este curso tenemos a nuevos componentes en todos los equipos, pero ha sido éste el que más ha cambiado.- Harry ya se había dado cuenta de ello, aunque también había Slytherin, éstos habían hecho grandes cambios, ¿quién sería su nuevo capitán? Le parecía conocer la respuesta...- La pasa a Amy Illan, ésta a Ginny Weasley, vuelve a manos de Streford con un increíble pase, ¡muy buenos estos cazadores! ¡Ui!¡Por qué poco! Buen golpe de Hufflepuff que coge la pelota y ¡allá van!

Los jugadores de Hufflepuff eran realmente buenos, sus pases eran bien coordinados y nada menospreciables. Iban directos hacia Ron, esta vez se veía preparado, con los ojos fijos en los cazadores que se aproximaban a las perchas. Iban a lanzar... una bludger lanzada por Dean les había detenido muy eficazmente, Ginny recuperó la pelota y, con un buen pase a su compañera de equipo, consiguieron los primeros diez puntos en medio de una grada enloquecida por la euforia.

Por lo que había visto Harry, el equipo se defendía bastante bien, no debía preocuparse por él, su trabajo era, ahora, buscar la snich antes de que el otro cazador diera con ella. Debía encontrarla lo más rápido posible, al principio pensó que sería su única posibilidad de ganar, pero ahora lo veía distinto, ganarían, no tenía duda de ello, habían entrenado duramente y todo su empeño estaba puesto en ello. Aún así, sus rivales eran buenos de verdad, debían tener sumo cuidado, la diferencia de puntos debía ser alta para asegurarse la Copa...

Cuando llevaban ya 70-30 a favor de Gryffindor, Harry pidió tiempo muerto.

- Bien, de momento vamos muy bien. Pero debéis mantener esta distancia de puntos para conseguir una buena posición en la calificación.- los nervios iniciales habían desaparecido, se veían algo cansados, pero capaces de continuar con el juego.- Lo más probable es que cambien de estrategia y se basen más en el ataque que en defensa. Dean y Susan, proteged la quafle y dejad libres a los cazadores y a Ron, si el otro equipo coge la pelota, lanzaos contra él. Los demás continuad con lo que acordamos. Aunque de momento tengamos los puntos a favor, el partido no ha terminado aún, así que no bajéis la guardia, ¿de acuerdo?- todos le escuchaban asintiendo serios y solemnes, sin ninguna objeción.- Adelante pues.

- ¡Continua el juego! De momento las puntuaciones son setenta a treinta a favor de Gryffindor. Los dos están haciendo un buen partido...- todos aplaudieron ante tal halago, exceptuando los de Slytherin, quienes aprovechaban los fallos de Ron para reírse de lo lindo, aún así, él no le daba importancia, ya no.- Weasley tiene la quafle y se dirige directa hacia las perchas... ¡no! Esto debe de doler...- no había reaccionado a tiempo, una bludger le había impactado al brazo haciéndole perder la pelota.- Ron Weasley se prepara para parar la pelota... y... ¡buena parada de Weasley! ¡Sensacional! De nuevo, pelota para Gryffindor.

Concentrado en su trabajo y confiado en que sus jugadores harían un buen papel, dejó de mirar sus jugadas para prestar atención al paradero de la snich. Durante todo lo que llevaban de partido, la pequeña bola dorada se había mantenido oculta de todos, nadie la había visto aparecer por ningún lado. Aquello le extrañó, normalmente se presentaba en algún momento por el campo, entre las perchas o las gradas, pero ahora no se encontraba en ningún de estos sitios. Los dos cazadores estaban realmente extrañados.

Pensando que tal vez si ganaba altura lograría dar con ella, subió unos metros más. Desde allí era capaz de ver el Bosque Prohibido y el castillo con su lago, las amplias praderas que lo rodeaban... hacía frío, estaban en invierno y, aunque aún no nevase, a aquellas alturas sentía sus manos calientes dentro de los guantes que Hermione le había regalado, pero no su cara. Ésta estaba helada y fría, casi no podía sentir la nariz, realmente debía hacer frío allá arriba... Pasando minuciosamente su vista por cada rincón del campo, observó algo que nunca antes había visto. Cerca del bosque se podían ver pequeñas chispas rojas como el fuego que se movían como si un remolino de viento las moviese haciendo circunferencias. No eran muy visibles, pero él era un experto en ver cosas que pasarían desapercibidas para los demás, pequeños detalles que, aunque a distancia, le llamaban la atención.

Estaba a punto de ir a ver qué era eso, pero, echando un rápido vistazo al partido, vio, por fin, a la pequeña mariposa dorada. Estaba justo debajo suyo, casi rozando el suelo. Aquello complicaba un poco las cosas, debería lanzarse en completo picado, pero él era un experto en ello. Sin pensarlo dos veces, inició el peligroso descenso ante la fascinación del público que lo miraba con extrema admiración. La velocidad que alcanzó fue tal, que parecía una flecha lanzada al vacío, una mancha de color escarlata pasó ante los ojos de la gradería como un flash. Sin que nadie se diera cuenta de lo sucedido, estaba subiendo de nuevo con la snich en la mano moviendo las pequeñas alas frenéticamente.

Un gran grito al unísono explotó en el campo. Todos, sin importar las casas, se levantaron entre vítores y aplausos. Nunca hasta entonces se había visto una maniobra tan arriesgada, los había dejado completamente extasiados. En aquel momento, alguien que nunca hubiese estado en Hogwarts, hubiese dicho que no existían diferencias entre ellos, incluso los de Slytherin se habían quedado completamente sorprendidos, estaban levantados como los demás.

Bajó al campo en medio de abrazos y gritos de los demás jugadores que sonreían felices por la victoria, 220 a 30. Ninguno de ellos pudo ver el rápido descenso de su capitán y buscador, pero, por lo que más tarde les contaron, no tenían dudas al respecto sobre quien era el mejor de todos los que habían pasado por la escuela, Harry había superado al gran Charlie Weasley.

- ¡Hemos ganado, Harry! ¡Hemos ganado!- Ron daba saltos de alegría, todos ellos se encontraban entre la masa de alumnos que habían bajado a felicitarles.

- Ha sido espectacular, sois todos muy buenos, enhorabuena.- dijo el capitán del equipo de Hufflepuff estrechando la mano de Harry.

- Vosotros también habéis estado geniales.- dijo con una sonrisa.

Los alumnos, entre risas y eufóricos, empezaron a desfilar hacia el castillo mucho más contentos que cuando habían entrado al estadio, los del equipo, con el permiso del capitán por su merecido descanso, se fueron con los demás. Solo se quedaron los tres chicos y Luna, que también había bajado para felicitarlos a ambos, aunque su equipo hubiese perdido.

- Seguramente montarán una fiesta en la sala común. ¡Cómo me habría gustado verte en tu captura!- dijo Ron sonriendo.

- ¿Por qué no vais pasando? Antes tengo que hacer un par de cosas...

- Está bien, pero no tardes.- le dio una palmadita en el hombro y, junto con las dos, empezaron a volver.

Ron no le dio importancia al asunto, estaba tan contento que nada le parecía mal ni extraño, sencillamente, estaba lleno de júbilo. Había actuado a la perfección, de todas las pelotas, sólo tres habían pasado, y teniendo en cuenta que los cazadores rivales habían sido muy buenos, aquello era una gran victoria. Pero fue Hermione quien le dirigió una mirada preocupada, él le respondió con una sonrisa tranquila, aún algo inquieta, acompañó a los dos hacia la escuela.

Cuando estuvo seguro de que se encontraban fuera de su campo de visión, subió de nuevo sobre su escoba y se dirigió hacia donde había visto las chispas rojas. Pero al llegar no vio nada, todo estaba igual que antes, sin ningún cambio ni nada que le hiciese pensar que antes había algo mágico allí, porqué de eso sí estaba seguro, aquello había sido un acto de magia. Aún así, no lo había podido identificar, nunca antes había visto algo similar... aquello lo inquietó. Fuere lo que fuese ya no estaba allí, se había ido, lo mismo que debía hacer él.

Encogiéndose de hombros volvió la escoba hacia la salida del estadio para regresar al castillo junto a los demás, como le dijo Ron, querrían celebrarlo... y aunque aquello no le importaba mucho, aunque sólo quisiera estar tranquilo, no tenía más remedio. Lo último que le faltaba era que todos le preguntaran si estaba bien. La verdad era que el Quiddich había cambiado... No. Era él quien lo había hecho, ahora jugar era distinto. Aquél sentimiento de felicidad se había ido, sólo le quedaba la tranquilidad que le daba el vuelo, la subida de adrenalina al lanzarse al vacío resultaba lo único que le animaba, aunque sólo fueran unos segundos... para él aquello bastaba. Pero aquel sentimiento de alegría, de euforia, de inmensa felicidad al conseguir una victoria, se había esfumado, había desaparecido junto con aquél a quien más echaba de menos.

Empezó a caminar por el camino lentamente, casi como si los pies fueran los que le obligasen a hacerlo, nada le gustaría más que quedarse allí, echado encima el césped que rodeaba el lago, admirando la lisa superficie del agua, ondulada por el susurro del viento. Como desearía poder escabullirse de todo aquél tumulto... no podía evitarlo, deseaba la soledad. Suspirando prosiguió con su paso hacia la gran puerta.

- Te veo algo decaído... aunque has hecho una captura impresionante.- no se había dado cuenta de que alguien le había estado observando en sus paseos. Justo delante suyo había un hombre vestido con una larga túnica morada, tenía pequeñas formas extrañas escritas con hilo de plata que resplandecían con la luz del sol. Llevaba un sombrero puntiagudo que le hacía conjunto con el vestido. Larga barba plateada con unas gafas doradas de media luna detrás de las cuales brillaban unos ojos azules llenos de sabiduría.

- Profesor Dumbledore... no le había visto...

- Me he dado cuenta de ello.- dijo con una sonrisa afectuosa.

Los dos se quedaron en silencio, Harry pensando y, su director, mirando embalsamado los reflejos del agua. Aquella paz le embriagaba los sentidos, el sonido del viento rozando el césped y del agua moviéndose con pequeñas olas dispersas por el lago. Por un momento, todo a su alrededor desapareció, pero sólo había una cosa que no se iba, aquella aura poderosa que salía de Dumbledore, la sensación de temor reverencial y la calidez de una manta protectora.

- Si no voy muy equivocado, me parece que hay una fiesta en vuestro honor celebrándose en estos instantes.- dijo rompiendo el silencio.- ¿No irás?

- No me apetece.- respondió secamente.

- Bueno, sobre gustos no hay nada escrito... o eso dicen. Aún así... debes saber que la soledad puede ser una buena amiga, a veces, pero no siempre.- sin añadir nada más, volvió dentro del castillo.

Se quedó pensando en su última frase, repitiéndola una y otra vez, no comprendía a qué venía aquello, ¿por qué le había afectado tanto aquellas palabras?, al fin y al cabo, ¿qué sabía él sobre estar sólo? Supuso que mucho, al menos, mucho más que Harry. En fin, tampoco le importaba, para ser sincero consigo mismo, nada de todo aquello tenía importancia para él. Estaba harto de que se preocuparan tanto, ¿acaso les había pedido que lo hicieran? ¿Les había pedido que se preocuparan por él? No.

- ¡No, maldita sea!- dijo con un grito de frustración mientras miraba la piedra lanzada al lago que acababa de tirar. Del gesto, su hombro se había resentido y los ojos empezaron a escocerle.

¿Pero qué me pasa? ¿Qué estoy diciendo? nunca había estado tan confuso, sus sentimientos eran completamente contradictorios. Tanto podía estar sonriendo como ceñudo, animado o enfadado... ¿qué le ocurría? De repente unas ganas locas de reír a carcajadas inundó su mente, como si una parte de él encontrara graciosos aquellos pensamientos y sufrimientos interiores. Me estoy volviendo loco... pensó medio desesperado. ¿Loco? Quizás... pero, ¿sabes? No es esto lo que te está sucediendo en verdad, y él lo sabe. El muy estúpido, piensa que eres capaz de resistirte... ¿de quién era aquella voz?, suya no, era imposible. Entonces cayó en la cuenta, no era locura lo que le sucedía, era alguien más quien estaba confundiéndolo para su diversión...

- ¡Ya basta! ¡Sal de ahí, déjame en paz!- dijo una voz más fuerte, la suya.

- Así que al fin te has dado cuenta, ¿eh?- la conversación tenía lugar en el plano mental de Harry, pero podía sentirlo como si estuviese a su lado.- Bien, bien, bien... empiezas a aprender.

- ¿Qué quieres?- su voz era desafiante, llena de odio y furia.

- Justo lo que me estás dando ahora... tu miedo, la furia que te da valor, el odio intenso e incandescente, la sed de venganza... Eso es lo que quiero de ti...

- Pues olvídalo, no te daré nada.

- ¿Ah, no?- las risas frías y cortantes resonaron por su mente.- Dime, Harry, ¿aún quieres matarme por arrebatarte a tus padres? ¿Los innombrables magos y muggles que han muerto en mis manos? ¿No quieres vengar a tu padrino, Harry, a Sirius?

- ¡Cállate!

- Nunca podrás huir de mi, nunca te librarás de la amenaza que te sigue, la oscuridad acabará por alcanzarte y te engullirá, entonces me levantaré como el más poderoso de todos, invencible, nadie podrá hacerme nada, ¡seré más poderoso incluso que un dios! Y tu, Harry, ¡no vas a poder hacer nada!

- ¡Basta! ¡Cállate!

Casi sin fuerzas cayó sobre las rodillas. Se sentía agotado, aún podía sentir aquella voz reírse cruelmente dentro de su cabeza, ahora como un eco infernal que le taladraba los oídos. Con ambas manos se cubrió las orejas en un intento de silenciarlo, negando con la cabeza y con los ojos cerrados.

- ¡CÁLLATE!

El grito fue como una onda que se extendió por todo su alrededor. Las hojas de los árboles temblaron, las aguas se agitaron, incluso el suelo se onduló ligeramente. Los cristales del castillo y los de la cabaña de Hagrid se agitaron para, después, romperse en mil pedazos cayendo como una lluvia de diamantes. Exhausto, cayó sobre el duro suelo dejándose cubrir por el sueño.

Los rayos irritantes del sol le daban directos sobre sus párpados y traspasaban su fina piel hiriéndole los ojos e impidiendo que continuase con su descanso, no tuvo más remedio que levantarse a regañadientes.

- Vaya, me alegra que ya te hayas despertado...- dijo alguien a su lado. Sin ver muy bien quien era, se puso las gafas a tientas y se encontró con Hermione quien le miraba sonriente.- Sé que siempre te preguntan lo mismo, pero... ¿cómo te encuentras?

- Bien... ¿qué ha sucedido?- lentamente empezó a incorporarse. Tenía algunos cortes en las manos y otros en la cara, pero casi resultaban poco visibles.

- Pues... según nos ha dicho McGonagall, ha habido un pequeño terremoto. Todas las ventanas se rompieron y tuvimos un ligero temblor mientras te esperábamos, pero enseguida lo arreglaron. Fue ella quien nos dijo que estabas aquí, estabas lleno de pequeños cortes, supuso que te habían caído mientras regresabas, te encontraron delante de la puerta de entrada inconsciente y herido...

- ¿Y Ron?

- Ahora viene, está terminando de desayunar.

- ¿He pasado mucho tiempo a aquí?- dijo intentando recordar lo sucedido.

- No, sólo un día, hoy es domingo. Pero oye...- se veía algo intranquila.- ¿Qué estabas haciendo? Me habías preocupado...

- Nada, quería estar solo...

- Harry, esto no me gusta. No lo he dicho a nadie aún, ni lo haré, pero no es normal...

- ¿El qué?- Hermione se mordía el labio inferior mientras se retorcía las manos, aquello era que realmente estaba preocupada.- ¿Qué no es normal, Hermione?

- Verás... según Hogwarts, la historia, el colegio está protegido ante cosas como estas, los accidentes naturales me refiero. Nada, absolutamente nada, puede afectar a Hogwarts, aún menos un terremoto, aunque fuera enorme. Y los cristales... bueno, yo lo vi, ¿sabes? Estaba mirando por la ventana por si te veía... el cristal se onduló, ¡nunca había notado nada igual!, era como si... como la onda de una explosión, ésta hace ondular las cosas y después se rompen. Con la ventana sucedió lo mismo... Lo que más me preocupa, es que nada muggle puede funcionar aquí, la naturaleza no nos afecta, ¡y estamos protegidos de hechizos bomba o parecidos! ¿Qué, entonces, pudo hacer eso?- su cara estaba pálida y temblaba ligeramente.- Y entonces va y apareces inconsciente... pensé que te había sucedido algo...

- Tranquila, estoy bien...

- No, no lo estás. ¡Tampoco yo lo estoy! Después de lo sucedido... no lo soporto más, Harry...

- Hermione... Hermione, ¿qué ocurre?- nunca antes la había visto tan afectada. Dos pequeñas lagrimas resbalaron por sus mejillas mientras, con las manos, intentaba detenerlas.

- Necesito saber... quiero saber qué ocurrió.- Harry sabía a qué se refería, pero le costaba un gran esfuerzo intentar revivir todo aquello, pero ella no quería rendirse.

- Escucha, Hermione...- empezó a decir.

- ¡No! ¡Escucha tu! ¡No sabes lo que es... no tienes ni idea! Levantarte y saber...- estaba de pie, enfurecida como nunca.- No lo entiendes, Harry... no puedes comprender lo que sentí cuando desperté aquí. Yo no había podido hacer nada, ¿tienes idea de lo que se siente al advertir que te podían haber matado y tu no ser capaz ni siguiera de defenderte? ¡Podría haber muerto! ¡Y no sólo yo, esto poco me importaba, sino vosotros! Mis amigos, a quienes tanto quiero...- la coraza que había forjado se empezaba a romper en mil pedazos.- Por suerte, sobrevivisteis, pero... No eras el único que le quería, Harry, yo también le amaba. ¿Acaso has olvidado que le ayudé a salvarse? ¿No recuerdas que los dos lo arriesgamos todo por él? También Ron le quería. No eras el único, ¿sabes? Pero, claro, solo te veías a ti, pensabas que eras el único que sufría... ¡te equivocaste! Nunca antes había llorado tanto por...- de repente se calló, escandalizada por lo que había estado a punto de decir. Ahora estaba llorando, sin intentar siquiera en detener las lagrimas. Dio media vuelta y salió corriendo dejando a Harry sin palabras.

Necesitaba poner en orden sus pensamientos, sentía su cabeza confusa, perdida entre una selva de sentimientos. No era el único, eso le había dicho Hermione. Era verdad, Marla también lloraba su perdida, Remus, uno de sus mejores amigos... y sólo había pensado en él. Pero le había resultado tan difícil hablar de ello... ni siquiera con Ron o con ella... le costaba un gran esfuerzo superarlo y, cuando pensaba que lo había logrado... la herida volvía a sangrar.

Apartó aquellos sentimientos de la cabeza, no era momento para recordar lo sucedido, tenía un problema más urgente. Ella le había dicho que McGonagall contó que todo había sido un pequeño terremoto, pero según Hermione, eso era imposible. ¿Qué entonces había causado tal movimiento? ¿Quizás... Voldemort? No, él no estaba allí... ¿Seguro? Recordaba haberle oído, ¿pero qué le había dicho? No conseguía verlo de nuevo, era como si su mente lo hubiese eliminado por él, sin tener en cuenta su opinión. En todo caso, no se atrevería a aparecer con Dumbledore en la escuela, aquello era ridículo. Fuese lo que fuese la causa de aquél incidente, Voldemort no había sido el origen, al menos, no el directo.

Ron fue poco después a verle, al encontrarlo despierto se alegró. Le ayudó a cambiarse y subieron juntos hacia la sala común. Harry aún no había hecho nada de deberes, y tenía un montón de ellos, no tenía tiempo que perder, debía ponerse manos a la obra, pues ya sólo le quedaba el domingo para terminarlos. Los dos se sumieron entre los libros y empezaron de inmediato.

Durante todo el día estuvieron trabajando, Ron tampoco había hecho mucho después de la fiesta y, con lo ocurrido, casi nadie había aprovechado el sábado, así que no eran los únicos que veían frustrados sus sueños para salir a aprovechar los que serían los últimos días agradables fuera del castillo.

- ¿Qué está haciendo?- dijo Ron después de terminar la redacción de Padmess.

Harry aún estaba concentrado en la poción de la semana que les había puesto Snape, el Beso del Diablo, el mismo nombre que una planta que se utilizaba como ingrediente principal. Era una compleja poción que requería una exquisita atención, necesitaba dos meses y medio para elaborarse y, si alguno de sus pasos no se seguía a la perfección, sus efectos se anulaban. Su función era volver loco al individuo que lo tomaba. Sus efectos eran rápidos y eficaces, letales en la mayoría de ocasiones, una dosis pequeña no mataba, pero demasiado... Se utilizaba para cura de depresiones en muy poca cantidad, y sólo en los casos extremos.

Aquello era lo último que le quedaba por hacer, a Ron aún le faltaba terminar una última redacción para Muggleología. Lo miró y dirigió la vista hacia donde le decía. Hermione llevaba ya toda la tarde delante de un vaso de cristal, con la mirada fija en él, casi sin pestañear, como la última vez que lo intentó. Agotada y harta de ver el mismo objeto delante suyo y sin ningún cambio, había lanzado el vaso contra la pared dejando a todos atemorizados. Respiraba hondo y lo volvía a intentar, pero de nada servía, en total lo había roto cerca de siete veces y sin conseguir nada más que hacer alejar a los alumnos de ella por miedo que se desahogara encima suyo.

- Intenta romper el vaso.- dijo sin prestar mucha atención, necesitaba terminar pronto la redacción de Snape, aunque no lo tuviese hasta el jueves, durante la semana le resultaría casi imposible hacerlo.

- Bueno, creo que ya lo ha logrado más de una vez...

- Es para Magia Antigua. Debemos romperlo sin tocarlo.

- Esto ya es más difícil... no creo que lo consiga intimidándolo. Creo que sería mejor que lo dejara, casi parece a punto de echarse a llorar... ¡Oh, vaya!- al no prestar atención, una gran mancha de tinta había salpicado su redacción. Maldiciéndose a sí mismo, lo reparó, pero las líneas que terminaba de escribir también desaparecieron junto con la mancha.

Otro ruido de cristal roto indicó a Harry que el vaso había vuelto a impactar contra la pared, aunque también cabía la posibilidad de que esta vez lo tirase al suelo. Levantándose de la silla, se dirigió hacia ella. Hizo un movimiento con la varita y lo cogió del suelo, otra vez intacto.

Hermione tenía la cabeza sobre los brazos, cruzados encima la mesa. Con cuidado, dejó al vaso sobre ella y se sentó a la silla del lado.

- No me saldrá nunca...- dijo con la voz apagada.

- Claro que sí, eres una gran maga.- aún sin verle la cara puesto que la tenía girada a él, pudo oír un pequeño sollozo.- El problema está en que no te concentras como deberías. Para romperlo necesitas centrarte en un sentimiento negativo...

- ¿Cómo el odio...?- su voz era débil, casi un susurro.

- Sí, como el odio.

- ¿Cómo voy a sentir odio si lo que siento es tristeza?- lentamente levantó la cabeza y lo miró. Tenía los ojos rojos y hinchados, seguramente llevaba rato llorando, no lo sabía, durante todo el día lo había evitado o dado la espalda. Al verla tan desanimada quiso secarle las lagrimas que ensuciaban su precioso rostro, pero se contuvo al ver que no era aquello lo que debía hacer.

Sin dejarlo reaccionar ante tal situación, se dirigió hacia las escaleras y subió a su habitación. Otra vez volvía a dejarlo en completa confusión. ¿Por qué lloraba tanto? Le había hecho daño... pero ¿cómo? No recordaba haberla herido de ninguna manera, no le había faltado al respeto, no la había tocado para nada, ¡ni siquiera tuvo tiempo para hablar con ella! ¿Por qué son tan complicadas las mujeres? era frustrante...

- ¿Pero qué le has hecho?- dijo Ron al regresar junto a él.

- Nada. Ella... se ha ido.- se encogió de hombros. Su amigo, igual de sorprendido, continuó con su trabajo demasiado concentrado como para pensar en los problemas femeninos.

---------------------------------

Dejad reviews...