¿Debo decíroslo o no merece la pena? Bueno, todos los personajes de HP son propiedad de JKRowling...
Capítulo 12 – La cena de Nochebuena
Desde aquel día, todo volvió a la normalidad, bueno, lo más normal que era posible en Hogwarts... Hermione parecía otra vez la misma de siempre, siguiendo el consejo que le había dado Harry, logró resquebrajar el dichoso vaso y recibió un "No está mal, señorita Granger" del profesor Terbadir. Por lo demás, los días siguieron sin ningún incidente preocupante. Los sueños habían dejado de insistir y, algo más alegre que en los últimos meses, descubrió que las cosas eran mucho más sencillas cuando uno las dejaba pasar. Esto de debía, en gran parte, al Pensadero que le había regalado Remus, nunca antes había deseado tanto vaciar su mente.
Al fin, llegó la Navidad, unas esperadas vacaciones que les relajaron después de los últimos días en los que casi se ahogan de tanto trabajo. Ningún profesor les había dejado tiempo libre, ni siquiera unos minutos, antes de llegar las festividades.
Aquel año se quedaron prácticamente solos, todos los estudiantes se fueron junto a sus familias para pasar las vacaciones, Harry no se lo reprochaba, con los últimos incidentes...
Faltaban tres semanas para las Navidades y su aire ya navegaba por todo el castillo, aunque los deberes no dejaban de llover. Era la hora del almuerzo cuando llegó el correo. Todos tenían alguna que otra cosa, pero, al cabo de unos minutos de empezar a leer, un silencio se apoderó de todo el salón.
Hermione sujetaba el periódico con las facciones pálidas y temblando ligeramente. Sin atreverse a romper aquella tranquilidad tensa, Harry cogió el papel de la chica con mucho cuidado de no romperlo ya que lo sujetara como si le fuese la vida en él.
3 de Diciembre
Hace apenas unas horas, en el banco de los brujos, Gringotts,
se ha producido un asalto donde han muerto veinte glóbins. Según los pocos
testimonios que han conseguido hablar, El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado atacó, junto
con una docena de deméntores, al banco más protegido de todo el mundo llevándose
material de la cámara mil siete. Según nuestras fuentes, era en dicha cámara
donde el Departamento de Misterios guardaba uno de sus "objetos de investigación".
El asunto se está investigando en profundidad. Las Autoridades niegan que éste
fuese el compartimiento más protegido de los que posee Gringotts, pero las
pruebas del asalto no dicen lo mismo. El número de heridos suman unos doce,
diez de ellos en estado grave. Los cuerpos de los glóbins serán devueltos a
sus respectivas familias esta misma noche.
El Ministerio de Magia aconseja prudencia y tranquilidad. Ahora que se acercan
las navidades, pide a las familias que no salgan de sus casas y les desea unas
felices fiestas.
- ¿Ya está? ¿No dice más?- dijo en un susurro. La noticia era corta, casi podía pasar inadvertida, pues se encontraba en la tercera pagina, debajo seguían unas estúpidas hazañas de un gato llamado Punch.
- Seguramente no quieren que cunda el pánico...- respondió Ron al leerlo junto a él.
- Pues mejor no haber dicho nada de ello, esto ha hecho más efecto que una de aquellas noticias sensacionalistas de la Sketter.- dijo mirando a la chica, todos estaban igual de consternados, incluso más que ella.
- Oye, Hermione... ¿estás bien? Tampoco es para tanto...- al oírlo decir aquello se giró tan de repente que le asustó.
- Te equivocas... Es mucho más de lo que pensáis, ¿no lo veis? Ha conseguido lo que quería, provocar el miedo.
- Justo antes de Navidad...- dijo Harry para sí mismo.- ¿Pero qué había en aquella cámara? La vez anterior intentó robar la Piedra Filosofal... ¿qué será ahora?
Por suerte, el inicio de las clases había roto sus pensamientos haciéndoles volver a la realidad.
Así pues, pareció que todos se tomaban aquel consejo al pie de la letra, una estupidez a su ver, pues Hogwarts era mucho más seguro, incluso, que Gringotts. Bueno, en todo caso, podía llegar a comprenderlos. Si algo les sucedía a sus familias, seguramente querrían pasar otras navidades juntos, aunque aquello fuese más peligroso que quedarse en la escuela y ponerse delante de un Stumgerth, uno de los "fantásticos" animales que les había mostrado Hagrid. Se parecía a un cocodrilo, sólo que sus patas eran más largas que sus parientes muggles, y tenía unas enormes garras que podían partir a un humano en dos. Su piel era escamosa, de color gris oscuro, con pequeños reflejos amarillos que le advertían a uno, de una forma muy sutil, que el animal era peligroso.
A Marla le habría gustado que se quedara con ella, pero, al parecer, vio que lo mejor para él sería quedarse en Hogwarts, más seguro detrás de sus gruesos muros. Además, Harry sospechaba, aunque no se lo había dicho, que iba mucho más cansada que de costumbre, muy probablemente su trabajo se había intensificado, lo pudo deducir por sus cartas, con una letra pesada y no muy largas. Desearía estar con ella y ayudarla con lo que pudiese, pero dudaba que se lo permitiera. Sin otro remedio que el de quedarse otro año en la escuela, se resignó, pero se alegró más al saber que Ron y Hermione también se quedaban. Los Weasley se irían del país durante las vacaciones, seguramente Dumbledore les había insistido sobre ello, pero el chico más pequeño de ellos y su mejor amigo, prefirió quedarse junto a Harry, cosa que sus padres aceptaron. Ellos también sabían, con profunda certeza, de que Ron estaría más seguro allí que en ningún otro lugar. Por lo que se refería a Hermione, sus padres eran muggles, y poco sabían como estaban las cosas en el mundo mágico, aún así, conocían a Dumbledore por las historias de su hija, y confiaban en que no debían preocuparse por ella si se quedaba.
Así pues, los tres amigos se quedaron solos en la torre de Gryffindor, al igual que en tercero, sólo que esta vez la amenaza no era un presunto asesino, sino uno que realmente lo era, Voldemort.
- Jaque mate.- dijo sonriendo Ron. Los dos estaban jugando al ajedrez mágico, mientras ella los miraba cuando se hartaba de practicar con el pobre vaso de cristal.-Deberíamos bajar...- se miró el reloj y vio que ya era la hora de la cena.
Los tres dejaron las cosas como estaban y se dirigieron hacia el gran salón. Como en todas las navidades, el castillo cambiaba absolutamente al llegar las fiestas más importantes. Las armaduras cantaban villancicos, los pasadizos se llenaban de un aire hibernal, y los árboles se decoraban con fantásticos ornamentos dorados y plateados que brillaban como luciérnagas en verano.
Al entrar al salón, vieron que, como hacía tres años, las mesas habían sido retiradas y sólo una ocupaba el lugar. En ella habían unas sillas altas y elegantes, distintas a las que siempre habían.
- ¡Feliz Navidad!- dijo Dumbledore des del otro lado. Estaba al extremo opuesto a la gran puerta, con uno de aquellos sombreros que salían de los petardos mágicos.
En la mesa también habían los demás profesores: McGonagall, Flitwich, Snape, Trelawney, Terbadir y Hagrid que, al verlos, los sonrió ampliamente. Al parecer no eran los únicos alumnos, dos más entraron detrás suyo, los dos de Ravenclaw, pero de distinta edad. Once en total, no estaba mal... Sin esperar mucho más, empezaron a comer. Todo estaba delicioso, los elfos habían hecho exquisiteces...
Después del segundo plato, llegó el postre. Todos hablaban animadamente, sobretodo al encontrarse algo más llenos. Las dos profesoras conversaban de una forma mucho más amigable que la última vez que las había visto en aquella mesa, quizás se debía al curso pasado, lo más probable es que hubiesen intimado más. Dumbledore y Terbadir discutían sobre algún tema que Harry no logró entender, pero tampoco debía ser muy importante, pues sus caras estaban mucho más relajadas de lo normal, a su lado, Snape escuchaba con atención y silencio. Al otro lado, Hagrid y el bajito profesor de Encantamientos, sonreían y charlaban alegres, posiblemente habían bebido un poco más de lo aconsejado y les había afectado lo suficiente como para animarlos un poco más. En cambio, los alumnos, hablaban entre ellos, no por tenerse antipatía, sino porque no se conocían entre ellos.
Harry tampoco decía nada, sólo escuchaba vagamente a los dos amigos sobre los objetos muggles, Ron tenía ciertas dificultades en ellos, y ella era la más indicada para hacerle entender. Al principio también participó en la lección, pero después pasó a dejar que los dos se entendieran. Concentrarse en sus pensamientos se había vuelto su pasatiempos favorito.
Se sentía lleno y tranquilo, pero aún algo preocupado por lo que había pasado semanas atrás en Gringotts. Recordaba que habían dicho que la cámara guardaba un objeto importante, uno del Departamento de Misterios. Era allí donde trabajaba Marla... ¿sabría ella lo que se habían llevado? No se lo preguntó, para ser sincero, hasta entonces casi no había tenido tiempo para ni siquiera recordar que ella trabajaba en ese departamento. Bueno, ya se lo comentaré... Una veintena de muertos, doce heridos... había atacado con deméntores, el corazón se le paró al imaginarse lo ocurrido. El Profeta había dicho que lo sabían por los "pocos testimonios que habían podido hablar", ¡habían podido hablar! ¿Eso quería decir que les habían hecho el Beso del Deméntor? ¡Basta!, quítate eso de la cabeza, ahora no. evitando pensar en ello se puso un trozo de pastel demasiado grande en la boca. Para no ahogarse tuvo que beber varios vasos de agua, por suerte, nadie se había dado cuenta de ello.
¿Qué estaría haciendo ahora Voldemort? Se lo había preguntado a menudo, pero nunca con tanta vehemencia, quizá porque los deberes le absorbían tanto que le apartaban tales pensamientos de la cabeza. ¡Maldita sea! ¡Ni siquiera puedo comer en paz! Intentando buscar algo con que apartarse de aquél camino, cogió un trozo más de tarta de caramelo e intentó escuchar a sus dos amigos.
- Sigo sin comprender...
- ¡Oh, por el amor de dios, Ron!- empezaba a perder los nervios.- ¡Ya te lo he dicho más de mil veces!- intentando recuperar el control de sí misma, respiró hondo y se calmó.- Se pone la cinta en la pequeña "cajita" y se cierra. Aprietas el botón de play y, con las "orejeras" puestas, escuchas la música. ¡No es tan difícil! Si pusieras algo más de empeño para escuchar lo que te dicen...
- No es culpa mía que los muggles se compliquen tanto la vida...
- ¡Pero si...! Veamos... ¿qué es exactamente lo que no has entendido con todo lo que te he explicado?
- Pues...- bajando el tono de voz y sonrojándose ligeramente, dijo:- Nada...
Hermione parecía recurrir a todas sus fuerzas para recuperar el control, pero al final lo logró. Respirando intensamente e intentando aparentar cierta tranquilidad, ensayó una sonrisa tensa y trémula que aún asustó más a Ron. De nuevo, inició la explicación didáctica. Si no fuera por las reacciones de la chica durante lo que llevaban de curso al perder los nervios, Harry habría reído de la situación. Pero temía forzar la cuerda y que empezara a lanzar las copas en respuesta a ello como había hecho con la práctica de Magia Antigua.
Suspirando y resignado, volvió a centrarse en la comida sin nada que le entretuviese. Realmente resultaba agotador, lo que daría por descansar un rato, o irse a mirar las llamas rojas del fuego de la sala común, en vez de estar allí contemplando el tenedor dorado con un trozo de tarta de caramelo...
- Señor, la prueba ha sido todo un éxito.
- Buen trabajo, Bella.
- Gracias, señor.- inclinada ante él, la mujer bajó la cabeza en señal de humildad y servidumbre. Estaba complacido con ella, con un gesto lento y suave, le acarició su pelo con la mano izquierda.
- Puedes retirarte.
Sin levantar la vista y con la cabeza aún inclinada, dio unos pasos hacia atrás con una reverencia, se giró y salió de la habitación.
Estaba en una sala oscura, iluminada por dos únicas velas que le sumían en las más tenebrosas sombras. No había nada más que un gran sillón de piel negra entre las velas, y una mesa vieja delante suyo. Lentamente se aproximó hacia la butaca y se acomodó sumergido en el silencio y los pensamientos. Dejó la varita encima la mesa y juntó las dos manos cubiertas por unos finos guantes de seda negra. Suspiró y apoyó el mentón encima de ellas.
Hacía mucho, mucho tiempo... ya casi no lo recordaba, pero aún le parecía oír a un joven muchacho hacer un juramento a las estrellas. Era atractivo e inteligente, listo para aprender de nuevo, pero harto de todo aquello. Durante muchos años había aguantado su condición de mortal, la sangre que llevaba, se sentía enfermo, sucio y lleno de repulsión a sí mismo. Pero había hecho una promesa, una promesa de venganza y victoria... "¡Nunca más!" había gritado en la oscuridad, nunca más...
Casi le daban ganas de reír. Los recuerdos eran para los estúpidos, pero también resultaban un buen maestro, de los mejores, pensó. Pero ahora no era momento para aquello, ponerse a recordar... ¡Ja! Él nunca caería en un acto de debilidad, era invencible, ¡casi inmortal! Al fin había logrado su propósito y cumplido la promesa, pero aún le restaba algo que hacer. Debía terminar con la amenaza que le seguía, todo aquello podía desvanecerse si su plan fallaba... y últimamente no le habían ido muy bien las cosas que dijéramos...
- Harry Potter...- dijo a media voz. Las letras parecían cuchillos en el aire, salidos del infierno y llevados al mundo con un solo propósito.- Harry Potter... ¡Harry Potter!- ¡BUM! Un fuerte golpe en la mesa le sacó de sus meditaciones.- ¡Maldito el día en que nació! Si no fuera por él... si no se hubiese interpuesto... ¡Estúpido niño!- se levantó con un gesto brusco y empezó a pasearse por la habitación como si aquello lo tranquilizara.- Pero no importa... esta vez no podrá escaparse... ¿Qué vas a hacer, Dumbledore? ¿Cómo lo salvarás esta vez?
La risa fía y despiadada le atravesó como el hierro hirviente en la cicatriz. Sentía unas enormes ansias de chillar, pero no podía, delataría su posición...
El tenedor que cogía cayó haciendo que todas las conversaciones se detuvieran al instante. No se había dado cuenta de ello, sólo vio que todas las miradas iban dirigidas a él, pero reaccionó a tiempo.
- Pe-perdón...- dijo recogiéndolo de nuevo del suelo.
- Harry, ¿qué...?
- Creo que iré subiendo, nos vemos luego.- dijo cortando a Ron. Todos siguieron su marcha del salón, pero reanudaron sus conversaciones a una mirada del director que aún estaba algo ceñudo. Los profesores no preguntaron, y los dos de Ravenclaw no dieron importancia al asunto, sólo sus dos amigos parecían inquietos.
Al pisar al primer escalón, empezó a correr hacia arriba. Aún sentía su cicatriz quemarle en la frente, le dolía tanto que desearía arrancársela, pero había aprendido a soportarla. El dolor ya no lo aturdía como en ocasiones anteriores, ahora sólo lo instaba a moverse, a pensar, necesitaba aclarar todo lo sucedido.
¿Será otra trampa? ¿Me estará engañando de nuevo? fue lo primero que pensó, pero no tenía sentido, carecía de ello. Le deba la extraña sensación que, esta vez, había sido él quien entró en la conciencia del otro y no viceversa. Aquellos recuerdos eran demasiado reales como para ser una mentira... Su frustración parecía auténtica, y Voldemort no es muy bueno ensayando sentimientos... Así que las posibilidades de que aquello hubiese sido real, aumentaban. ¿Pero qué haría? Debía contárselo a alguien, ¿pero a quién? Dumbledore... inmediatamente se lo quitó de la cabeza. Aquello era justamente lo que él querría, pero no lo haría. Aún recordaba como lo había utilizado el año anterior, como los dos habían hecho uso de él, como si fuese un títere entre dos titanes. Bueno, entonces... ¿quién? Necesitaba a alguien a quien pudiese recurrir y contarle todo aquello, pero sólo sabía de alguien a quien lo había explicado todo, Sirius le había escuchado y aconsejado... y no podía contar con él ahora... debía ser alguien quien también hubiese sufrido por los actos de Voldemort, alguien que supiera lo que podía significar todo aquél nudo. Marla. Ella me escuchará. ¿Cómo no había caído antes en ella?
Entró precipitadamente en la sala, Reloj veloz era la contraseña, y, sin quedarse en una de aquellos reconfortantes sillones envuelto de el calor del fuego, subió hacia su habitación. Al entrar buscó un trozo de papel, una pluma y el tintero, y empezó a escribir a gatas en el suelo, con una letra rápida e irregular, cargada de urgencia. Después de varios tachones y sin molestarse en repetirlo, terminó de escribir. Había ido rápido, intentando mantener todos los detalles posibles y sin descuidarse nada de lo que había visto y oído.
Doblegó el papel por la mitad y, sin ponerlo dentro de ningún sobre, lo mantuvo un segundo sobre la taza de madera hasta que se sostuvo por sí misma y desapareció junto con unas diminutas chispas doradas.
Algo más descansado al haber podido decirle a quien consideraba lo más próximo a una madre que tenía todo lo que pudo, aunque no la conociese del todo aún, se sentó sobre su cama con la mirada aún en el objeto de encima la mesa, junto a la foto que Ron le había regalado por su último cumpleaños.
¿La habría recibido ya? ¿Y si no estaba en casa? Necesitaba hablar con alguien, escribir en una carta no lo ayudaba mucho, pero le había aliviado mucho más de lo que creía en un principio, aún así... ¡Cuánto deseaba poder conversar con ella en aquellos momentos! Pero seguramente estaría trabajando... ¿A estas horas? ¡Pero si es Navidad! Cálmate, lo que menos te conviene ahora es que él lo descubra. Voldemort había aprendido de él, pero Harry también lo había hecho. Si tenía alguna emoción inquietante, algún secreto que le quemase por dentro, estaba seguro de que Voldemort intentaría descubrirlo, justo lo que no deseaba en aquellos instantes. Lo conocía lo suficiente como para saber que haría lo que estuviese en su mano para sonsacárselo, y Harry aún era un estudiante, no tenía el poder necesario para resistirlo con uno de sus ataques de furia. Así pues, más le valía seguir su propio consejo y tranquilizarse para relajar su mente e intentar descansar un rato, aunque el sueño parecía haberse fugado...
Las pequeñas chispas de luz volvieron a aparecer en el Taklersham para su sorpresa. Así pues, ¿estaba en casa? Sabía que era imposible que alguien más la hubiese interceptado, ella y Remus le habían informado al respecto, entonces, realmente sí que estaba allí.
Impaciente, cogió el papel que flotaba en el aire y lo abrió. Como él, la letra era rápida y casi inteligible, pero no tuvo muchos problemas para comprenderla, realmente era de Marla, aquella letra alargada y medio gótica era inconfundible.
Harry, mira el Taklersham. Verás que unas letras negras empiezan a formarse. Aproxímate a él y habla como si estuvieras delante de mí, enseguida entenderás el porqué.
Marla
Haciendo lo que le decía, dirigió la vista hacia la taza que ahora tenía unas letras negras encima que decían: "Hola Harry" Si no fuese porqué le había avisado con antelación, hubiese pensado que algo pasaba con todo aquello, quizás alguna interrupción o magia oscura. Cogió con mucho cuidado el objeto y lo depositó encima de un colchón para ver con más claridad las letras que ya empezaban a difuminarse. Se parecía mucho al diario de Tom Riddle que una vez había utilizado, en segundo, sin saber muy bien los propósitos de éste.
- ¿Marla?- dijo a media voz, sin saber muy bien como tomarse todo aquello.
- ¡Harry!- aunque no podía oír su voz, las letras se formaban al ritmo de las palabras, casi como si estuviese enfrente suyo, sólo que debía leer para saber lo que decía a kilómetros de distancia.
- Marla, ¿de verdad eres tu?
- Sí, con el Taklersham también podemos hablar a distancia, sólo que es a partir de la lectura... pero esto no es lo que me ha traído aquí. He leído tu carta, acababa de llegar cuando la he recibido. ¿Puedes decirme exactamente donde estabas y con quien?
- Me encontraba en una sala muy oscura, sólo un par de velas la iluminaban. También había Bellatrix Lestrange, una mortífaga, diciendo que la prueba había tenido éxito arrodillada enfrente de mí. Bueno, en realidad, yo no era yo, estaba dentro de la mente de Voldemort, otras veces me ha pasado esto...
- Sí, sí, después iremos a por esto, continúa.- las letras salieron antes de que pudiese continuar por aquel camino, parecía impaciente por lo sucedido allí.
- Ella se ha ido dejándolo sólo. Se ha sentado en una butaca negra y entonces ha recordado... algo sobre una promesa que hizo hace ya mucho tiempo... Se enfureció diciendo que yo me había entrometido muchas veces, pero que esta vez... ¿cómo lo dijo...? Ah, sí, que esta vez no me podría escapar, se preguntó como lo haría ahora Dumbledore para salvarme... Después me ha empezado a doler la cicatriz y me he despertado en medio del Gran Comedor rodeado por los profesores y los demás. He salido y he venido inmediatamente para escribirte.- durante unos instantes no recibió respuesta.
- ¿Marla? ¿estás aún ahí?- dijo algo preocupado.
- ¿Eh? Oh, sí, estoy aquí. Es sólo que... estaba pensando...
- Mmm... puedo preguntarte... ¿tendrá esto que ver con lo que robaron en Gringotts?- aún no había hablado de aquello con ella y sentía curiosidad por el tema.
- La verdad... no lo sé, Harry...
- ¿Qué se llevaron?- temía que no se lo pudiera contar, pero probó suerte.
- No debería hablarte de ello, pero... todo esto cambia las cosas... Si lo que me has contado es verdad, y no dudo de ello, las cosas no podrían estar peor. Realmente empiezo a ver el esbozo del plan de Voldemort, aunque de momento le será imposible llevarlo a termino. Pero antes... dime, Harry, ¿qué has querido decir con lo que no es la primera vez que ocurre esto? Nadie me había dicho que tuvieras la facultad de leer la mente de otros... y, si no recuerdo mal, es imposible hacerlo en Hogwarts.
- Bueno, como te he dicho, no ha sido la primera vez que consigo ver lo mismo que él, y no, no estoy leyéndole la mente. Según Dumbledore, es muy poderoso como para que nadie pueda hacerle esto, al menos, nadie menos él. Voldemort también puede hacer esto conmigo, sólo que yo sé cuando lo hace... cuando lo consigue me duele la cicatriz, en cierto modo me despierta y veo como me... me utiliza...- hablar de aquello le aterrorizaba, temía como le pudiera ver Marla, le repulsaba la idea de que aquel monstruo tuviese el control de su cuerpo mientras él lo veía impotente.
- ¿Te posee?
- Sí...- aunque lo dijo en un susurro, las letras le llegaron a ella igual que con todas las demás palabras.- Cuando fui al Ministerio... él lo hizo de nuevo... y yo no podía hacer nada para detenerlo...
- Pero él no puede ver lo que tu haces, ¿verdad?
- Creo que no... bueno, sólo puede hacerme ver las cosas que él quiere que vea... y también puede... poseerme. Aunque no sé si realmente hace lo que yo...- no había pensado en ello... ¿y si era capaz de ver lo que hacía? ¿y si resultaba que lo utilizaba como un espía? Era verdad que ya había tenido aquella idea la Navidad pasada, mientras se martirizaba a sí mismo después del incidente con el señor Weasley en el que le había salvado la vida. Pero tampoco le había vuelto aquella posibilidad en la cabeza, había hablado con Ron, Hermione y Ginny al respecto y los cuatro acordaron que no lo poseía en verdad porque recordaba absolutamente todo lo que hacía. Aún así, aquello había sido antes de que le utilizara de verdad...
- ¿Harry?- su repentino silencio había preocupado a Marla quien no paraba de repetir su nombre por el comunicador mágico.
- Sí, perdona, estoy aquí...
- ¿Qué ha pasado?- aquello de no ver al otro podía resultar un inconveniente al llegar a los silencios, pues no sabías lo que podía suceder al otro.- ¿Estás bien?- por la forma en que se formaban las palabras, se podía imaginar que estaba algo preocupada.
- Tranquila, estoy bien, es sólo que...
- No te preocupes, estoy convencida de que no puede entrar en tu mente al igual que haces tu con él.
- ¿Cómo puedes estar tan convencida?- dijo con una voz ronca que ella no oyó.
- Dijo que no parabas de interponerte, ¿verdad?
- Sí... según él, todos sus planes habían fracasado por mi culpa, ya lo ha dicho en más de una ocasión...
- Ja-ja-ja!- seguramente había reído, pues las letras eran las mismas que en las onomatopeyas.- ¿Crees que si pudiera saber todo lo que haces poniéndose dentro de tu mente y espiando a través de ti, diría esto? Harry, si le has echado a perder todos sus planes es justamente porqué haces lo que menos espera. Ten por seguro que si tuviera ésta facultad sobre ti conseguiría lo que desea.- aquello tenía lógica, un gran peso salió de encima de sus hombros haciéndole suspirar de alivio.- Por lo que respecta a que consigue poseerte... no debes inquietarte por ello. Cuando uno no sabe nada de lo que ocurre, cuando hay partes en blanco en tu memoria en las que no sabes que ha pasado o a dónde has estado, entonces es cuando uno se encuentra impotente ante el dominante. Pero éste no es tu caso... tu consigues ver todo lo que hace, seguramente estás como en un segundo plano, cómo cuando entras en sus pensamientos, ¿me equivoco?
- No.
- Harry, eso significa que no tiene un absoluto control sobre ti.
- Entonces... ¿puedo detenerlo?- las letras parecían tardar una eternidad en salir.
- Sí.
- ¿Cómo? ¿Cómo puedo hacerlo?- dijo lanzándose encima del colchón, del gesto casi se cae el vaso, pero a tiempo lo cogió y lo dejó de nuevo con cuidado.
- Verás, hay un maleficio imperdonable que consigue mantener el control sobre la persona sobre quien se lanza. Pocas personas son capaces de resistirse a tal hechizo, para hacerlo, se necesita una voluntad casi tan fuerte como el atacante...
- Recuerdo que, al final del Torneo de los Tres Magos, cuando aún tenía catorce años, Voldemort me lo hizo, pero conseguí resistirme a él...- dijo más para sí mismo que para ella. Empezaba a entender a dónde quería llegar.
- ¿Conseguiste imponerte a Voldemort con sólo catorce?
- ¿Quieres decir que, para que no pueda usarme, debo tener una voluntad igual de fuerte?- no se había fijado en las últimas letras.
- No, con la voluntad no basta. Se necesita algo más fuerte, el poder mágico ayuda, por su puesto, pero ahora por ahora, con Voldemort esto no te es muy posible... sin embargo... la última vez que entró en ti... pudiste expulsarlo, ¿no?
- Sí... Dumbledore me apuntaba con la varita mientras él le incitaba en matarme, decía que era la única forma de acabar con él... Recuerdo que, en aquél momento, yo deseaba que terminara... que acabase con él aunque tuviese que matarme... Sirius había muerto y yo... volvía a estar sólo. La verdad es que no me importaba nada... sólo quería...- al recordarlo, una pequeña lagrima cayó por su mejilla, pero no se dio cuenta de ello, tenía la mirada enfocada en el vacío, recordando aquella angustia que le oprimía el corazón, aquél sentimiento de tristeza y desesperación.- Entonces... aquello que me ataba desapareció... y caí exhausto. Había logrado hacerlo huir... me había dejado libre... pero, ¿por qué...?- la pregunta lo sacó de sus pensamientos.
- Quizás... puede parecer una tontería... pero los sentimientos... él sólo tiene el odio... no conoce la pérdida, el amor hacia alguien...- los dos dejaron que sus mentes viajasen por los recuerdos, pero no tenían mucho tiempo. Harry no sabía hasta cuando más tendría la habitación para él sólo, Ron regresaría y, aunque fuera su mejor amigo, no tenía ganas de contar otra vez lo que había pasado. Le parecía que aquella conversación abarcaba sobre Marla y él, al igual que una madre aconseja a su pequeño, o unos brazos suavizan el sufrimiento de un corazón apenado.- Harry, lo que robaron en Gringotts fue...
- ¿Qué ocurre?- de repente su voz se había silenciado.- ¿Marla? ¿Marla, pasa algo? ¿Me oyes?- empezaba a preocuparse. No había recibido ninguna respuesta aún, a pesar de sus insistencias.
- Hablaremos mañana. Buenas noches, Harry.
- ¿Qué...?
Antes de que pudiese añadir algo más, la suave luz blanca que salía del interior del vaso se apagó. Aunque era muy débil, había permanecido durante toda la conversación, supo que había dejado de "hablar" con él. Podía ser que alguien hubiese llamado... ¿pero qué decía? La casa estaba guardada en un Secreto, nadie conocía su existencia, al menos, nadie que no fuese Remus, Dumbledore y Hilda. Aunque dijo que quizás Tonks y Ojoloco irían allí unos días. Además, es Navidad, puede que no quisieran que estuviese sola... También es posible que la hayan llamado, al fin y al cabo, tiene teléfono... no fijo, pero sí móvil.
Mucho más contento que durante las últimas semanas, se recostó en la cama, no sin antes haber dejado el Taklersham encima la pequeña mesa de madera. Al instante se quedó dormido.
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Blackcat: hola!! Me alegra que te gustase!!!
:( Sniff... Ya terminé todo el fic, ahora sólo me queda ir colgándolo por
aquí. No sé si continuaré con el 7º año, son muchas horas de dedicación, y
muy pocos que me respaldan... No sé, ya veremos... Aún así, me alegra verte
por aquí, amiga.
Bueno... hasta aquí el capítulo!!! HAsta pronto, y dejad-me reviews para
animar algo más el día...
-Ithae-
