Los
personajes de HP no, y repito: NO, me pertenecen (excepto aquellos creador por
mi, claro). Son propiedad de Rowling y otros... (k suerte)
Capítulo 17 – Unión
de sangre
- Oriéntame.- dijo con la varita extendida en la palma de su mano. Flotando medio centímetro por encima, la punta señaló a unas montañas que tenía a su derecha.- Si allí es el norte... Hogwarts estará... por ahí.- miró a lo que sería el noroeste. Claro que había un problema. Aquello sólo sería si estaban geográficamente más bajos que Inglaterra, porque en el caso de que se encontraran por encima, sería más bien el suroeste. Suponiendo que aún estaban en Europa...- ¿Cómo voy a saber hacia dónde ir si no tengo ni idea de dónde estoy?
Estaba en medio de una pradera de un verde oscuro, que brillaba bajo la luz de la luna. Dentro de poco será luna llena... vaya, espero que no nos encontremos con hombres-lobo... ¡La luna...! Donde estábamos antes también había la misma que aquí, esto significa que tampoco estamos muy lejos, ¿no? Razón de más para no quedarse allí parados, eran unas siluetas fácilmente visibles, no estaban seguros en medio de la pradera.
Volvió a cargar a Marla con un hechizo y empezó a dirigirse hacia el oeste, de momento, era el único punto que tenía claro. Una vez se refugiase entre los árboles del bosque que veía en la distancia, al final del escampado, intentaría pensar con un poco más de claridad. Pero no lo veía del todo claro... ¿y si no era capaz de regresar con ella? Bueno, podía irse a pedir ayuda para volver, pero sólo si tenía una imagen clara del lugar... y con la noche las cosas no parecían las mismas, ¿qué pasaría si no encontraba el lugar donde la había dejado al regresar a por ella? Prefería quedarse a su lado que ir a pedir auxilio sin garantías de poder volver.
Estaba exhausto de tanto moverse, el día ya había resultado agotador en la escuela como para terminarlo con todo aquello. Quizás, si descansaba un poco, vería las cosas de otra forma. En todo caso, ya empezaba a acercarse a su objetivo, moverse entre aquél césped salvaje no era muy difícil, incluso le ayudaba a suavizar sus movimientos convirtiéndose en un murmullo de una sombra entre la oscuridad nocturna.
Saltando unos troncos caídos, logró internarse en el bosque. Pero no quería parar, al menos, hasta estar un poco más en el interior. Cuando creyó que ya había profundizado suficiente, se dejó caer de bruces al suelo. Desaparecerse le había agotado y casi no podía mantenerse en pie... pero aún debía hacer algo más antes de entregarse al descanso que tanto deseaba. Volvió a levantarse y se acercó a ella. Le sacó la capa de encima y comprobó su pulso y respiración, ya débiles antes de partir. Por suerte, aún estaba igual, temía que hubiese empeorado...
Recogió unas cuantas hojas y las repartió haciendo una improvisada cama. Encima puso la capa de su padre y, con sumo cuidado, dejó que descendiera sobre el lecho que había improvisado. Aún está fría... necesito fuego. Buscó unos cuantos trozos de madera seca, y los reunió en una pila. Sabía que el fuego con la madera húmeda haría mucho humo y los delataría, al igual que su luz, pero no veía otra opción. Así que recordó un hechizo que le había enseñado Hermione y, apuntado su varita, consiguió que se encendiera sin falta de ninguna palabra. Sonrió para sí. Su amiga era una experta con los fuegos, en cuarto, al prepararse para la última prueba, le había mostrado uno que no hacía humo, fuese como fuese la madera. Pero, para mayor seguridad, conocía un encantamiento que había leído en un libro en primero, justo cuando buscaban sobre Nicolás Flamel. Este le protegería de la luz del fuego, nadie que no estuviese dentro del círculo de luz de unos cinco metros de radio, sería capaz de ver que allí estaba quemando un precioso y cálido mar de llamas. Pero no quitaba que les viera a ellos entrecortados con la luz de la luna... era mejor esto que nada. Le echó la magia sobre el rojo fuego y se relajó sentado encima de una roca, cerca del calor.
Relajando los músculos, dejó que el ruido de la madera al quemarse le embriagase, sus formas y colores le relajaron, ahora estaba más en paz. La sensación de urgencia había disminuido, pero no desaparecido. Con la mente algo más clara, empezó a pensar en todo lo sucedido, cómo cuando dejaba que el pensadero tragase los problemas para, después, analizarlos detenidamente.
No podía quedarse allí mucho tiempo, debía regresar a Hogwarts. Por la mañana, muy seguramente dentro de pocas horas, tenía entrenamiento y, si no lo encontraban, empezarían a dar la alarma. Suspirando, apoyó la cabeza en la mano izquierda mientras continuaba contemplando, hipnotizado, el precioso fuego con tonos escarlatas y rojizos. Me guste o no, debo hablar con Dumbledore... Si no le advierto de que Voldemort se dirige a París... atacará a Beauxbatons... aunque se preparen, no lo van a detener. No entiendo como lo hace, pero estoy seguro de que Marla tiene algo que ver. miró a la mujer que descansaba intranquilamente. Voldemort había dicho que le había sido de ayuda... ¿significaba acaso que le había sido fiel? No, imposible. Inmediatamente descartó tal posibilidad, la había visto intentando defenderse, oponerse a él, aunque estaba muy débil... Pero también puede ser que todo sea un montaje... aunque quisiera negarlo, no podía desechar la opción. Había visto ya muchas traiciones como para seguir a sus sentimientos en aquella ocasión, debería vigilarla, aún siendo su madrina.
El sueño empezaba a ganarlo. Antes de que pudiese caer en él, creó unas cuerdas con la varita, iguales que las que hicieron los aurores al coger a Marla años atrás, y le ató los pies con ellas. No quería recurrir a aquello, pero era mejor mantenerla junto a él, aunque, si resultaba que estaba realmente mal, ella no se enteraría de nada. Como no tenía varita ni nada con que cortar, no conseguiría ir muy lejos, a no ser que le quitase la suya, pero ya procuraría estar alerta. Finalmente, dejó que su cuerpo descansase recostado en el árbol más cercano que se mantenía dentro del círculo protector.
De nuevo, volvió a encontrarse en aquel insistente sueño. Aún sentía su cuerpo cansado, cómo si aquello fuera real, un lugar en el que viajaba en aquel estado. ¿Acaso no podía dormir? Como siempre, empezó a correr, aquella vez todo sucedía más rápido que durante las otras visitas.
El suelo se volvió rocoso, con desniveles, completamente irregular. Ahora podía ver mejor su entorno, estaba rodeado por grandes extensiones estériles, repletas de rocas. No había nada con vida, todo parecía muerto, al igual que aquel horrible cielo rojo y negro que no cambiaba. Pero aquella vez fue él el que no siguió su recorrido habitual. A la distancia, vio una alta montaña rocosa llena de agujeros cómo si fuese un queso roído por una multitud de pequeños ratones. Mucho más rápido al tener una meta, no tardó en llegar. Con la misma urgencia, escaló las puntiagudas rocas que parecían cuchillos, un paso en falso y, aunque fuese un sueño, podía ser que no lograra salir de allí impune.
Después de unos cuantos rasguños, consiguió adentrarse en una de las cuevas que daban al exterior. Desde allí, el ruido que le perseguía casi se había vuelto inaudible. Un tanto mejor, aquello era un cambio, aunque esperaba que no fuese negativo. Allí dentro la oscuridad era mucho mayor, pero consiguió que su vista se acomodase con facilidad, así que lograba ver un poco de relieve en las paredes y el suelo.
Estaba asustado, aquel terreno era completamente desconocido para él. ¿Qué pasaría si algo salía de allí? Los perseguidores habían huido al subir por aquella montaña y refugiarse en ella, ¿y si allí había algo que les asustaba? Es un sueño... nada más que esto, un sueño... se repetía constantemente, pero ni siquiera aquellos pensamientos le ayudaban con sus temores.
Entre sus cavilaciones para adentrarse más en aquella oscuridad tan aterradora, oyó lo que parecía unos latidos por su ritmo de percusión constante. También cabe la posibilidad de que sea yo, no me extrañaría... pero era plenamente consciente de que aquellos no eran los suyos, pues eran lentos y pausados, algo que no sucedía con alguien que estaba con la adrenalina al máximo de su capacidad. Aunque no pudiese oír más que aquel sonido tan humano, estaba convencido que allí dentro había alguien más, ¿pero quién? o más bien... ¿qué?
Aún pensando que tampoco perdía nada en echar un vistazo, empezó a moverse hacia el interior de la cavidad...
Un fuerte rugido lo despertó sobresaltado. Había empezado a amanecer, pintando las nubes de amarillo y rojo mientras el cielo se volvía cada vez de un azul más claro y luminoso.
Bostezando exageradamente y con los huesos aún adoloridos, miró hacia la chica para ver si aún estaba igual que anoche. No se había movido en absoluto, pero tenía peor pinta que antes. Con un rápido movimiento, se levantó para mirar su estado y se preocupó al ver que había empeorado. Debía buscar una salida cuanto antes. Por suerte, el fuego mágico se mantenía en el mismo estado, así que el frío no había penetrado en ella. Otra de las facultades de la barrera que había hecho la noche anterior era que no permitía que el calor, al igual que la luz, la traspasase, por lo que parecía que estuvieran a cubierto.
Miró a su alrededor en busca de algo que le diese una salida milagrosa y se encontró mirándose los brazos que, aunque estuvieran cubiertos con un grueso jersey de lana, tenían múltiples rasguños, al igual que las piernas y las manos. ¿El sueño ha sido real? ¡Aquello no tenía sentido! ¿Cómo era posible que un sueño le pudiese hacer algún daño? Entonces... no ha sido ninguna fantasía... ¿he viajado hasta allí? ¡Es absurdo! ¡Pero si ni siquiera sé dónde es! Seguramente me los hice anoche en el bosque y no me di cuenta de ello, sólo ha sido una coincidencia, nada más. Aquello era más razonable. Al encontrar una explicación lógica, desechó el pensamiento de la mente para concentrarse en otros asuntos más inmediatos. Pero, de nuevo, se vio frustrado al sentir un nuevo ruido, esta vez, un quejido.
Curioso de naturaleza, abandonó la seguridad del lugar donde se había instalado, y empezó a andar hacia donde le había parecido que provenía el sonido. Andaba tan silenciosamente como le fue posible, sujetando la varita y atento a cualquier movimiento exterior. Lo que fuese que había gritado de aquella forma, no andaría muy lejos. Aunque estaba seguro de que no era un humano, así que debía estar más alerta que de costumbre.
Al cruzar la maleza alta y espinosa, pudo ver qué era lo que había rugido tan ferozmente. No se pudo mover, habría reculado inmediatamente a no ser por la fantástica criatura que se levantaba enfrente. Era un dragón. El animal era completamente distinto a los que había visto hasta entonces de la misma raza. Tenía unas preciosas escamas rojas con destellos dorados que recubrían todo su cuerpo, excepto a lo largo del pecho, que eran completamente doradas y mucho más gruesas que las demás. Sus ojos del mismo color que el oro envejecido, con una rendija negra como el carbón que se estrechaba con la luz. Su brillo lo hechizó, pero enseguida se despertó al ver sus grandes garras que podían partirle por la mitad sin ningún esfuerzo, y su cola fuerte y ágil como un látigo letal. Tenía sus alas recogidas en ambos lados, y estaba echado al suelo, con los párpados cerrados y la respiración rápida y entrecortada.
Está herido... se dijo al ver algunos cortes en sus alas, tenía algunas escamas rotas y rasguños en la piel que se escondía debajo de la potente coraza. Además, había un gran tronco del grueso de una lanza clavado como una estaca en su pata izquierda trasera que le impedía moverse. Por lo que dedujo al ver la destroza de su alrededor, el dragón había caído de las alturas en picado chocando contra el suelo en un descenso vertical. Podía ser que algo lo hubiese atacado, dudaba que hubiese caído sin un fuerte ataque, se veía completamente capaz de defenderse.
Estuvo pensando largo rato, debería ayudarle, si lo dejaba allí tendría una muerte segura. Aunque imaginaba que no se daría por vencido con tanta rapidez, el animal era aún joven, y su estado no era muy bueno, sin su ayuda no conseguiría salir de ésta. Espera, si te ataca, lo tendrás peliagudo. Aunque consiguieras curarle, ¿cómo te defenderías después de él? Mejor dejarlo como está, ya se las arreglará. Pero, en vez de salir de allí, una cosa más que inteligente según su lógica, empezó a adentrarse en el claro que había hecho con la caída. ¡Maldita sea! Realmente soy estúpido... ¿no tengo suficiente trabajo con Marla herida? mientras se recriminaba, continuó andando al encuentro del dragón.
Con mucho cuidado, puso su mano encima de las escamas de la criatura, sintiendo su respiración y pulso vital. Realmente estaba muy débil. Si debía hacer algo, más le valía hacerlo ya, dudaba que aguantase mucho más. La herida de la pata era muy grave, se estaba desangrando con rapidez, seguramente le había dado en una arteria. Además se veía que, no sólo le había travesado la extremidad, sino que también le había rasgado parte de la carne de alrededor de los órganos, sólo deseaba que no hubiese llegado tan lejos o complicaría más las cosas. Sin perder más tiempo que, para el dragón era esencial, se puso enfrente del tronco y pensó en como solucionar aquel problema. Pero, mucho más rápido de lo que creía, encontró la respuesta.
Recordaba haber leído, en un libro de Magia Antigua que le había dejado Terbadir, que existía un hechizo que permitía curar a otros seres vivos mediante la energía vital propia. Si bien no le servía con los humanos por hacer uso de mucho más poder, sí le sería útil con los animales.
Primero, debía mentalizarse con el dragón, hacerse una imagen clara y concisa para, después, analizar más detalladamente todas las partes del animal. La tarea era sumamente delicada, no podía dejarse ningún detalle para obtener el resultado adecuado. Por suerte, ya había tenido contacto con aquellas criaturas en anteriores ocasiones, y le parecía conocerlas un poco mejor que la gente común. Una vez haber encontrado todas las partes del dragón, necesitaba aislar la afectada y concentrar sus cinco sentidos en ella, viendo la herida al completo.
Nunca hasta entonces había hecho algo como lo que se proponía hacer, pero ahora sabría si era capaz de conseguirlo. Una vez se hubo mentalizado lo suficiente y ya con las ideas claras, empezó a sacar el trozo de madera mediante la magia más sencilla. El dragón empezó a rugir del dolor mientras, centímetro a centímetro, conseguía que el tronco saliese de la pata herida. Pero iba muy lento, la estaca se había incrustado muy profundamente, y sacarla era más complicado de lo previsto.
Al ver que el dolor del animal iba en aumento, empleó sus propias fuerzas físicas para sacar la espina que tanto daño le infundía. Más deprisa, consiguió quitar por completo la madera incrustada con un gemido penetrante de la criatura que cayó inconsciente al instante. Debía actuar con más rapidez, se había hecho un feo corte en la palma de la mano derecha con la punta del tronco, pero no dio importancia a la sangre que salía de su herida. La vida del dragón se le escurría de entre los dedos.
Puso ambas manos encima de la herida ensuciándose con la sangre del animal, cerró los ojos y empezó a fluir su vitalidad, la energía que le mantenía con vida, hacia la bella criatura. Entró en un estado de paz y serenidad, sentía una cálida brisa que le rodeaba, estaba envuelto de una luz dorada y, con ella, iluminaba al dragón haciendo que los dos se sumieran en aquella bendición del alma. Todo el peso que había soportado hasta entonces desapareció dejando que, después de lo que parecieron décadas, pudiera sentirse libre de nuevo.
Podía sentir su corazón latir y, al mismo tiempo, el del animal quien, con lentitud, empezó a regular su respiración y pulso. Notó aquellos poderosos músculos bajo sus manos, la dureza de su coraza, la fuerza de sus garras... Aún envueltos en aquella tranquilidad, los dos se vieron por primera vez.
La luz dorada empezó a menguar hasta que volvió a la oscuridad. Abrió los ojos y se encontró con una penetrante mirada que le estaba analizando imperiosamente. La herida de la pata había desaparecido por completo, al igual que las que tenía por todo su cuerpo, estaba completamente curado. Se sintió orgulloso de sí mismo, había logrado algo que nunca pensaba que conseguiría. Pero aún sentía aquellos ojos fijos en él, lentamente y sin hacer movimientos bruscos, empezó a recular sin dejar de mirar a la gran criatura que estaba en frente, totalmente revitalizada. Por un momento pensó que le atacaría a pesar de haber sido él quien le había salvado, pero, para su sorpresa, el dragón se levantó, extendió las alas y remontó el vuelo hacia el cielo azul.
Harry sólo pudo ver a dos grandes alas doradas reflejando la luz del sol que ya empezaba a salir de entre las nubes matinales. Respirando con normalidad, pues había mantenido la respiración por unos segundos, levantó la vista hacia el precioso dragón que se perdía entre la grandeza celestial.
Algo irritado por la falta de gratitud del animal, empezó a caminar de regreso. Pero, cuando estaba cerca de atravesar las malezas que le habían revelado al dragón, recordó una forma de salir de allí. Sonrió y aceleró el paso, pero sentía cansancio, apenas había dormido, el día anterior le había llevado hasta el límite de sus fuerzas, y ahora acababa de utilizar una magia de las más complejas que había visto... si conseguía llevar a termino su plan, se recompensaría a sí mismo con algunos días de merecido descanso.
Saltó unos cuantos troncos caídos y, apoyándose con la mano, logró no romperse el cuello con una caída. Entonces se dio cuenta, casi resbala con la misma madera de la sorpresa. ¡Mi mano! ¡Estaba herida, estoy seguro! ¿Pero qué...? todas las heridas que había tenido antes de encontrarse con el dragón habían desaparecido. Quizás lo había imaginado todo, era verdad que estaba muy cansado y adormecido cuando había ido a su encuentro, pero no tenía ninguna duda del corte que se había hecho en la mano con la estaca. ¡Había sentido su dolor! ¿Quizá es el mismo hechizo? Puede que le haya curado a él y a mi mismo... Bueno, otra cosa que preguntar. se apuntó mentalmente que, al llegar, le comentaría a Terbadir si aquello era normal.
- Un objeto... un objeto...- dijo al traspasar la barrera y entrar en el calor del fuego.- Necesito un objeto para... ¡éste!- se sacó el cinturón y lo sostuvo en la mano.- A ver... Flitwich nos dijo que debíamos pensar en el sitio de traslado como si estuviéramos enfrente...- sin dejar de hablar y pensar a la vez, inició el caminar arriba y abajo.- Veamos, Hogwarts no puede ser... sus muros mágicos me lo impiden...- había pensado en el traslador como una salida de aquél bosque. El problema estaba que nunca había logrado hacerlo bien, en realidad, el profesor de encantamientos sólo les había comentado que harían los trasladores el año que viene. Por suerte, había visto a Dumbledore hacer uno el curso anterior, y le parecía que ya era capaz de probar suerte, además, hasta ahora todo le había salido, quizás también podría con esto.- Sólo si estuviera dentro del castillo podría hacer uno que saliese de allí y que después regresara... Pero ahora estoy fuera de la escuela, y no puedo entrar... ¿Hasta donde puedo acercarme?- sin dejar de moverse, empezó a exprimir las ideas.- Bueno, la cabaña de Hagrid está en los límites de Hogwarts, ¿no? Si nos pudiese llevar justo ante el Bosque Prohibido... llegar al castillo sería fácil...- apuntó la varita, pero se detuvo.- Espera... antes debo probar si funciona... mejor no tentar a la suerte.- recordó el lugar dónde había salvado al dragón. Bueno, primero intentaría llegar hasta allí, si funcionaba, entonces ya podrían irse.- ¡Portus!- el cinturón se iluminó ligeramente en respuesta.
Lo sujetó firmemente y miró al reloj que Ron le había regalado por Navidad. Debía esperar diez segundos. Tres... dos... uno... un fuerte tirón al ombligo le indicó que había funcionado. Volvió a tocar de pies al suelo, y miró dónde estaba. No se había movido del lugar.
- Algo no funciona... ¿Cuál es el problema?
Volvió a pasear de un lado al otro, no sin antes deshacer el hechizo. Quizás no me he concentrado lo suficiente... ¡Tengo demasiadas cosas en la cabeza! Suspiró enfurecido y volvió a intentarlo, esta vez con algo más de aplomo. Contó los diez segundos y volvió a sentir la misma sensación, pero, de nuevo, no funcionó.
Sentía todo su cuerpo pesado, hacer aquellos hechizos le habían agotado más de lo que podía soportar, dudaba que pudiese continuar de esa forma sin antes descansar. Está bien, si ahora no funciona... Llevaba ya seis intentos sin obtener resultados, esperaba que el séptimo funcionase, o debería dejarlo para más tarde. Tomó el cinturón con fuerza y esperó el tiempo requerido. Esa vez, el tirón fue más fuerte que en las otras ocasiones. Abrió los ojos y se alegró al ver que lo había logrado, estaba en el claro dónde había encontrado al dragón malherido.
Tocó con la varita el cinturón y volvió a contar hasta regresar junto al fuego. Se sentó en la roca con algo de dificultad, y sonrió complacido.
- ¡Finite incatatem!- dejó el cinturón al suelo y dirigió la vista a las llamas.- Ahora sólo necesito que nos lleve cerca del Bosque Prohibido y podremos regresar...- pero antes quería descansar unos minutos.
Habían pasado tantas cosas en poco tiempo, que asimilarlas le costaba un gran esfuerzo. Hacía poco más de unas horas que se enteraba que Drumstrang había sido atacado, más tarde supo que Marla era prisionera de Voldemort y el peligro que corría. La había salvado, logró sacarla de una muerte horrible, además, también otra vida había sido salvada gracias a él. Si no fuera porque aquello era completamente real, hubiese dicho que parecía un héroe, lástima que su vida fuese más dura que aquellos personajes de las películas.
Después de dejar que sus piernas tomasen un corto respiro antes de lo que suponía sería una larga carrera hasta el castillo, volvió a ponerse a la acción. Redujo las llamas hasta que sólo pudo ver la madera quemada y deshizo la barrera que les protegía haciendo que el frío entrase en el lugar en que se habían asentado. Tomó de nuevo el cinturón y se arrodilló junto a Marla, no sin antes cortarle las cuerdas de los tobillos. Levantándola unos centímetros del suelo, consiguió sacar la capa de invisibilidad, se la puso por encima de los hombros tapando parte de su cuerpo y preparó su traslador a conciencia. Esa vez no podía fallar, sabía que no tenía las fuerzas necesarias para volverlo a intentar.
- Bien, allá vamos. Diez... nueve... ocho... siete...- con la mano derecha sujetaba el cinturón y con la otra miraba el tiempo. Había abierto la mano de la chica de forma que también tuviese contacto con el traslador.- Seis... cinco... cuatro...- un fuerte temblor hizo que levantase la vista del reloj y observase inquieto a su alrededor.
Intentando no caerse, puso la mano derecha al suelo justo cuando vio que la magia del cinturón se ponía en marcha llevándose a Marla con él.
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FFmania: jajajaj, está bien, me tomo muuuuy seriamente tu amenaza, sin embargo no he podido actualizar antes, perdón. Ah! por cierto... es "aviat" con "v", pero por lo demás está bien Me alegra que lo hayas escrito, sí, quizás haga también el fic en catalán, pero de momento no tengo tanto tiempo, depende... (me gustaría, pero ya k he empezado en castellano, continuaré con él (además, tb me gusta escribir en este idioma)) Hasta pronto!
Blackcat: no, no te equivocas, algo empieza, pero no os diré k. Muajajajajaja!!!! Sí, sí, soy mala. Yo también soy de la opinión de que cuando peor está, más interesante todo, aunque a veces me paso un poco... Y bueno, con lo de las muertes... sí, alguna habrá, como no. (Bueno, me fijé con algunos reviews de otros fics que he leído donde decían k utilizando el fronpage podías hacer eso de las negritas. Yo lo había hecho con el bloc de notas y el códice HTM, pero no funcionó, así k ahora lo hago por este programa) Besos!
Lucumbus: me alegra recibir tu rr! Bueno, intento actualizar cuando antes mejor, pero los exámenes también me acosant (aunque no puedo evitar continuar escribiendo, deberé cerrar el ordenador con llave para evitar seguir!!!) Lo bueno está k terminé el fic, ahora solo voy colgando por aquí (ya empecé su séptimo año), aún así me dejo algo de tiempo ya que así tengo espacio para seguir escribiendo. Ah y... jajajaja, lo mismo que le dije a Blackcat, las muertes son inevitables, pero nada más os digo de momento. Seguid leyendo!!! =)
al: perdón por el retraso, pero dentro de poco tengo los exámenes y no puedo conectarme muy a menudo (excepto en la universidad), así k tengo pocas oportunidades para ir colgándolo con puntual regularidad. Me alegra que sigas leyendo.
Bien, aquí os dejo en este capítulo, espero no haberos defraudado... enviadme reviews, please!!!
Hasta pronto: -Ithae-
