Los personajes de HP no me pertenecen.
Bueeeeno... como voy a tardar bastante hasta volver a subir algo (unas dos o tres semanas), voy a compensaros con dos capítulos nuevos. Claro que esto de tantos días es en teoría, porque dudo poder soportar tanto tiempo sin pasar por akí (¡Maldición! Suspenderé si no contengo mi sed de fics... TTTT)
Nada más, A LEER!!!

Capítulo 18 – Vuelo de regreso

- ¡No!- pero nada podía hacer, había desaparecido del lugar.- ¡Maldita sea!- furioso y frustrado, picó con el puño al suelo.- ¡Justamente ahora!

No sabía dónde había ido a parar Marla, y estaba demasiado cansado como para desaparecerse y llegar a Hogwarts para comprobar que el traslador había funcionado bien. ¿Y si no había resultado? La chica necesitaba inmediatamente que le atendieran, si iba a un lugar dónde habían muggles, serían capaces de cuidarla, pero no curarla. No encontrarían el porqué de aquél estado... además, aparecer ante una multitud de muggles... ¡Las cosas no podían estar peor!

Otra vez el terremoto. Parecía cada vez más fuerte y próximo. ¡Lo que necesitaba, otro problema más! No tenía ni la fuerza ni la resistencia necesaria para defenderse ante lo que pudiera ser aquél fenómeno... incluso mantenerse en pie le requería un gran esfuerzo. Calma. Las cosas de una en una... a la vez no conseguirás nada excepto que te maten. y, aunque pareciese pesimista, sabía que tenía razón. Aquella filosofía lo había ayudado en muchas situaciones, y ahora también lo haría.

Se ocultó detrás del árbol dónde había descansado, y esperó. Casi se desmaya al ver lo que se aproximaba a él. Detrás de los árboles, pudo ver una extraña figura del mismo color y textura que la roca de las montañas, de unos dos metros y medio. Tenía los pies y las manos más grandes de lo común, muy parecido a un pies-grandes. Todo su cuerpo estaba cubierto de pelo verde y marrón, excepto en el pecho y las extremidades, su cara resultaba casi invisible. Su caminar era torpe, pero muy fuerte, en cada paso, el suelo temblaba, ya fuera por miedo o por la fuerza de la criatura.

Harry nunca había visto algo similar, ni siquiera en los libros de texto de Hagrid, por lo que se encontraba indefenso ante él. ¿Qué podía hacer? ¿Y si era aquella criatura la que había atacado al dragón? Le pareció que tenía la vista fija en algún punto del bosque, muy por encima de su cabeza, aunque también se podía equivocar, lo que debía ser la cara estaba fuera de su alcance visual.

Decidió no moverse puesto que no era él el objetivo. Por suerte, uno de aquellos pies, pasó justo al lado, aplastando los árboles que molestaban por el camino. Quizá no iba tan descaminado, la dirección del ser era el claro del dragón. Si no lo encontraba... el fuerte rugido le confirmó que había hecho diana. Mejor salir de aquí, no quiero ser yo su comida... haciendo caso omiso a su cansancio, empezó a correr en dirección contraria, hacia la gran pradera que habían encontrado la noche anterior.

Estaba llegando cuando volvió a escuchar aquel grito de frustración seguido del terremoto. Se giró a tiempo cuando vio que los árboles eran arrancados con gran rapidez y, detrás, iba aquella cosa alzando su masa furiosamente. Apuró más sus fuerzas para llegar al descubierto. Con horror, vio que aquello le había visto y ahora iba detrás suyo sin nada que le detuviese. ¡Maldita sea! ¿Por qué yo? casi se hecha a llorar de desesperación. Aquella cosa era mucho más rápida que él, a Hagrid le hubiese encantado tenerlo como mascota, por cada paso suyo, Harry debía hacer más de diez.

Pronto consiguió que las hojas verdes del escampado le rozasen los tobillos y, aunque le habría gustado echarse encima de aquél césped silvestre, su mente se lo impidió. Pero no resistiría aquél ritmo mucho más, y estaba más que claro que la cosa lo cogería antes de que consiguiese esconderse... Cuando lo veía ya todo perdido, una sombra pasó por encima de su cabeza y se detuvo enfrente cegándole por unos instantes. Al abrir nuevamente los ojos, se encontró con aquél dragón dorado que había salvado hacía unos instantes.

Cómo invitándole a subir, plegó las alas y bajó la cabeza mientras observaba la criatura que salía de la protección del bosque mostrando el garrote que había hecho con un precioso árbol arrancado de raíz. Aún sin dejar de correr, Harry aceptó la invitación, y se apresuró montando sobre del brillante animal, situándose como cuando subió encima de Buckbeak. El dragón, al sentir que el chico ya estaba encima, extendió sus impresionantes alas, y levantó el vuelo antes de que la cosa les pudiese atrapar.

La sensación de pánico, se mezcló con la euforia del vuelo. El aire removiéndole el cabello y acariciando sus mejillas, hizo que sus preocupaciones se esparcieran por el cielo. Sin un rumbo fijo más que salir de aquél lugar, el dragón empezó a surcar los cielos con entera libertad.

Harry tuvo que reconocerlo, volar con un dragón, era mucho mejor que con el hipogrifo. La criatura estaba preparada para el vuelo, sus alas eran enormes, con un solo batir, conseguía mantenerse largo tiempo en el aire. Su cuerpo sinuoso, rojo como el fuego y brillante como el oro, hacía que su belleza lo pasmara, nunca había contemplado algo similar.

Durante lo que le parecieron unos breves minutos, estuvo en silencio, sin pensar en nada, sólo observaba la vegetación que se extendía debajo del animal. No sabía dónde estaba ni hacia dónde iban, pero, aunque no le gustase, debía volver a Hogwarts. Por la posición del sol, era ya entrada la mañana, quizás las once o las doce. Aún estaban en invierno, el día era más corto y la noche más duradera, si quería situarse, necesitaba encontrar una referencia cuanto antes mejor. ¿Pero cómo se lo decía al dragón?

- Bueno, por probar...- sintiéndose algo ridículo, se inclinó un poco sobre el cuello del animal y, aclarándose débilmente la garganta, dijo:- Necesito ir a Hogwarts, ¿sabes hacia donde debes ir?- había pensado que con los Threstals había funcionado, así que también era posible que el dragón comprendiera... aunque al hablar, vio que no era eso lo que había dicho. Aquella sensación de querer decir algo pero oír otra cosa ya le era conocida, ¿acaso había vuelto a hablar parsel?- Aunque quizás sea mejor que te detengas en cualquier lugar, dudo que sepas lo que te estoy diciendo...

No sabía con certeza si le había escuchado, pero el cansancio hizo que no tuviera importancia por el momento. Cuando parara, al fin y al cabo los dragones también se cansaban, ya intentaría regresar por su propio pie, mas de momento, debía descansar sus entumecidos músculos. Hubiera o no comprendido sus palabras, el dragón continuó volando en silencio, navegando entre los cielos con suavidad y ligereza.

Hasta bien entrada la mañana no volvió a despertarse. Al no sentir el menor movimiento, casi se cae del lomo del animal aún pensando encontrarse en suelo firme. Por suerte, reaccionó con rapidez y pronto pudo sujetarse en las brillantes escamas. Con el corazón latiendo a gran velocidad, consiguió regresar en su asiento, esta vez con algo más de naturalidad, las piernas flexionadas hacia atrás y su cuerpo más inclinado hacia delante.

- Vaya... por que poco...- estirando los brazos con un gran bostezo, consiguió despertar sus pobres extremidades, entumecidas por la poco comodidad del sueño. Al menos, se encontraba algo mejor, aunque si no comía algo deprisa, dudaba tener las fuerzas necesarias para llegar a la escuela. El dragón, tal y como pensó, había estado toda la noche volando sin descanso alguno.

Se cubrió con la capa de su padre y admiró la vista que se dibujaba ante sí. Estaban encima del mar, volando con gran rapidez. Podía ver la sombra de la impresionante bestia proyectarse muy por debajo de ella, las aguas cristalinas dejaban que algunos peces fuesen vistos por sus verdes ojos, pero lo más impresionante de todo resultó el fascinante cielo matinal, con tonos naranja y rosas entremezclados con el azul oscuro que pintaban las mil-y-una nubes.

El tiempo avanzaba con lentitud y paciencia, pero la paz que podía encontrar en aquel sitio era de agradecer, el lugar idóneo para relajar la mente de los problemas que le acechaban día y noche.

Durante el vuelo pudo ver más de un barco de pesca que empezaba su actividad rutinaria. Por unos momentos le preocupó la posibilidad de que fueran vistos, pero, al parecer, el dragón ya lo tenía todo previsto pues, al verlos en el horizonte, empezó a cambiar de color hasta lograr camuflarse al completo en el aire. Harry le asustó ver que estaba montando algo invisible, pero le tranquilizó ver que había actuado como un camaleón, difundiéndose en el medio de forma que resultaba invisible para la vista humana. Era extraño sentir el poderoso cuerpo cubierto de escamas de la criatura debajo y no conseguir ver nada. Así pues, siguiendo su ejemplo, se cubrió bien con la capa haciendo que pasasen como el aire anulando su existencia.

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- ¿Aún no ha vuelto?

- No. Pensaba que tal vez volvería esta noche, pero no ha regresado aún. ¿Qué haremos?

- Haremos lo que dijo Dumbledore, Ron. Nadie debe saber que Harry ha desaparecido.

- ¡Pero Hermione...!

- ¡Basta! Escucha, nosotros no podemos hacer nada...- los chicos estaban solos en la sala común de Gryffindor, hablando en susurros. Ron se había derrumbado en un sillón, con la mano izquierda en la temple, intentando relajar el dolor de cabeza después de casi toda la noche sin dormir. Mientras, la chica no dejaba de pasearse de arriba a bajo, una costumbre que le ayudaba para pensar con mayor claridad.

La desaparición de Harry había sorprendido a los dos amigos. Al despertarse listo para el entrenamiento del sábado por la mañana y al no encontrar al capitán del equipo en la habitación, le pareció que había salido antes que nadie. Pero encontró que tampoco estaba en el Gran Comedor, los vestidores o en el campo. Regresó al dormitorio diciendo que se suspendía las actividades del día en medio de malas caras de los jugadores. Al llegar, vio la escoba de Harry echada encima de la cama, su varita desaparecida, al igual que la ropa que debía tener al pie de la cama, así como la capa de invisibilidad. Corrió en busca de Hermione y, los dos, empezaron a buscarlo por el castillo. Al no encontrar ninguna pista de su amigo, fueron en busca de Dumbledore quien, sin perder más tiempo, puso todos sus recursos para esconder la ausencia del chico y empezar con su búsqueda. Por lo que los explicó el director, ahora era el peor momento para su desaparición, pues la gente le daría el pánico al saber que un chico había desaparecido de la noche a la mañana, sin dejar ninguna pista.

Así pues, habían escondido su ausencia diciendo que estaba en la enfermería, retenido durante unos días. La excusa les fue ideal, nadie sospechaba nada y, para mayor credibilidad, los dos iban de vez en cuanto al hospital simulando que le iban a ver. Habían rodeado la cama con las cortinas y, además, toda entrada estaba prohibida excepto para los dos amigos. Pero otro problema les llegó al enterarse, por parte de Hagrid, que había descubierto el cuerpo de una mujer cerca del Bosque Prohibido, con lo que Ron identificó como el cinturón de Harry.

El misterio del cuerpo con aquel objeto del chico, aterrorizó a los chicos. Dumbledore les pidió calma, enseguida supo quien era la mujer llamada Marla Kingdinier y, al ver que los dos la recordaban del andén, les dio el permiso para bajar a visitarla. El descubrimiento de la mujer les fue como anillo al dedo, pues pudieron hacerla pasar por Harry en su estancia a la enfermería, sólo el profesorado sabía que pasaba en realidad. Pero lo que más les preocupaba, era el hecho de que tuviera aquello de Harry, ¿qué había pasado? Su estado era muy grave, por unos momentos, Dumbledore pensó en llevarla a St. Mungo, pero después creyó que allí estaría más segura. Incluso Hermione llegó a intuir que Marla, Harry y Voldemort habían tenido algo que ver en toda aquella situación.

Los dos habían tenido la esperanza de que aquella mañana volviera a aparecer, pero no tuvieron suerte, el chico seguía desaparecido. Y, por si no fuera poco, un silencio terrible se había apoderado del mundo mágico después de los ataques a Drumstrang. Todos estaban nerviosos y expectantes a la espera de una señal de terror del Lord Oscuro, también Hogwarts sentía los efectos de aquella tensión que se encontraba en el aire y la comida.

- Oye, Ron, me dijiste que tus padres estaban escondidos, ¿verdad?

- Sí, Dumbledore nos lo dijo a Ginny y a mi, después de saber lo de Azkaban. Nos advirtió que mis padres, Percy, Bill y Charlie, estaban bajo el hechizo del Secreto. Fred y George están trabajando para la Orden... No podemos enviarles ninguna lechuza, pero él se encarga de darles las cartas. ¿Por qué, pasa algo?

- No... estaba pensando...

- ¿Con lo de las barreras mágicas? Hermione, no creo que encontramos la respuesta a la biblioteca. Si fuera tan sencillo el Ministerio ya sabría como lo hizo para atacar a Drumstrang...- se había pasado la tarde anterior dando vueltas sobre el asunto hasta que Ron dejó que discutiera con sí misma mientras hacía los deberes.- Además, mejor será que dejes ya el tema, hoy vienen los nuevos, sólo les falta que les recuerdes por lo que pasaron el viernes.- lo miró desafiante, y se sentó enfrente del fuego, con el libro de Transfiguración abierto enfrente, dando por cerrada la conversación.

La profesora McGonagall, les había advertido que hacia el mediodía, parte de los alumnos de Drumstrang llegarían a la escuela y serían repartidos en las distintas clases. El lunes empezarían con las clases como si nada hubiese ocurrido, sólo que con unos cuantos alumnos de más. Aún así, les pidió que no preguntaran sobre lo sucedido el viernes, pues muchos de ellos habían perdido amigos en el ataque y aún estaban profundamente tocados por la experiencia que habían tenido que pasar. Todos asintieron serios y solemnes, para agradecimiento de la profesora.

Los dos intentaron concentrar su atención en los libros que habían abierto, Ron con el de Ciencia y Tecnología, pero, en realidad, tenían sus pensamientos en el paradero de su amigo, deseando, con todo su corazón, que estuviera bien.

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Después de saciar temporalmente su apetito, optó para volver a descansar. La forma de conseguir comida resultó un método efectivo y muy rápido. El dragón, empezando a descender con suavidad para darle tiempo a sujetarse con fuerza, se lanzó en picado de cara al mar hasta, a pocos metros, alargar sus potentes patas delanteras pescando varios peces de gran tamaño de una sola vez. Harry temió no poder resistir la caída, pero al final consiguió no caer sujetándose al cuello del animal. Con una llamarada del dragón, le dio uno de los peces recién cocinado. Aún sin tener sal ni condimentos para hacerlo un poco más sabroso, consiguió que aquella comida fugaz le diera un poco más de energías, algo que agradeció de corazón.

Era ya el atardecer del domingo y mañana empezaban de nuevo las clases, como no regresara pronto, se podía armar un buen lío... seguramente habrían comenzado a buscarle, sólo esperaba que Dumbledore no permitiese que su desaparición se escampara. Le preocupaba como podían estar las cosas por el mundo mágico, des del viernes por la noche que no sabía nada. Pero el hecho de que la cicatriz no le doliera, significaba que Voldemort no estaba haciendo nada grave, al menos, él no.

Puso la varita encima de su mano y pidió que le situara. Estuviera donde estuviese, se dirigía directo hacia el oeste. Quizá sí le había entendido... Con un poco de suerte, y siempre y cuando no se equivocara, llegaría pronto al país. Una vez allí sería fácil situarse. Si al menos tuviera una referencia que le asegurara que se dirigía hacia allí... aunque logró comer algo, no era lo suficiente como para darle las energías necesarias para desaparecerse.

Al fin, cuando empezaba a desesperar con tanta agua, vio lo que parecía tierra en el horizonte. Aunque muy lejos, al menos no tardaría tanto en saber exactamente donde estaban. Desearía poder llegar aquella noche, evitando levantar sospechas y pasando inadvertido tanto como pudiese, pero lo más seguro era que tuviera que pasar otro día más, incluso dos, volando con aquél frío sólo remediado por la magia del dragón que le protegía de las temperaturas invernales. Suspirando, se quedó absorto con la puesta de sol y los colores del agua, ni siquiera se dio cuenta de que algo se acercaba des del frente hasta que estuvo casi encima y el dragón paró bruscamente.

- ¿Qué pasa...?- de la sorpresa casi salta al vacío.- ¡Hedwig! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me has encontrado?- a la última pregunta no necesitó respuesta, incluso su lechuza le cerró el pico ofendida por pensar que no era capaz de encontrarle.- Perdón...- con gesto cariñoso, dejó que descansara en su brazo. Sus cálidas y blancas plumas rozaron las manos del chico al acariciarla, cómo la había echado de menos...- Me alegra verte, Hedwig.- respondiendo a su afecto, le apretó suavemente con las patas, dándole unos ánimos que hacía tiempo quería sentir.- ¿Te han enviado para encontrarme?

Después de las caricias del chico a quien tanto quería, le extendió una pata con una carta atada. Era de Remus Lupin. ¡Ahora se acordaba! Aún estaba esperando la de aquella semana, aunque había sido con retraso, agradeció que llegara tan a tiempo.

- Hedwig, debes guiarnos hasta Hogwarts lo antes posible... ¿te ves con fuerzas para hacerlo?- hinchando el pecho orgullosa, desplegó las alas y se puso enfrente del dragón quien la miraba detalladamente. Hizo un grito que más bien significaba "Sígueme", y echó a volar un poco más a la derecha de lo que ellos iban.- Vamos, síguela.

Sin perder un instante, el dragón volvió a impulsarse con sus poderosas alas en post de la lechuza blanca, ahora su nueva guía.

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- Hermione... ¿y si lo dejas ya? Subirán los demás, y no les va a hacer mucha gracia que una chica esté en una habitación de chicos... Ya la has registrado miles de veces y no encontraste nada, puede que Harry se lovatilizara...

- Ron, es volatilizar. Si dices palabras muggles, al menos dilas bien. Además, no se puede hacer esto en Hogwarts. Te dije que leyeras Hogwarts, la historia, si me hicieras más caso no dirías estas tonterías. Y lo referente a estar en la habitación... Seamus, Dean y Neville ya me conocen, no os pasará nada porque una chica esté aquí unos minutos.

- ¿Ya, pero que les vas a decir?

- ¿Que qué les voy a decir?- dijo sin levantar la vista de debajo la cama de Harry.

- Nadie sabe que no está, ¿qué excusa dirás si te ven aquí?- por un momento pareció dar con el clavo ya que Hermione se detuvo en media faena. Durante unos instantes quedó silenciosa, sabía que buscaba otra salida, pero no le dio tiempo para pensar mucho más.- Vamos, mañana hay clase, ya es hora de irse a dormir... ¿No querrás que los de Drumstrang te vean con mala cara, verdad?

- Mmm... quizá tengas razón y no encuentre nada... ¡Oh, está bien! Lo dejaremos por hoy, pero mañana vamos a ir a la biblioteca.

- Pero...

- Buenas noches.- antes de que pudiera volver a replicar, ya se había ido.

¿Cuántas veces debía decirle que no encontraría nada en la biblioteca? Era incorregible, con solo pensar que pasaría otra tarde encerrado entre montañas de libros... Además, Harry sólo llevaba un par de días fuera, ¿por qué se angustiaban tanto? Vale que Voldemort podía estar implicado en su desaparición, pero tampoco era motivo de tanto movimiento... ¿y si volvía mañana por la mañana tan fresco? También cabía la posibilidad de que no fuera más que una confusión... Te estás engañando. Era él quien intentaba negar el echo de que algo podía haberle sucedido a su amigo, quería tener la firme creencia que todo era un error, que estaba bien. ¡Si al menos Hermione no se preocupara tanto por Harry...! ¿Por qué tanta importancia por el chico? Estaba más que seguro que estaba bien, pero todo lo que había pasado con el instituto alemán... Cuando le vea, le voy a matar.

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Hacía poco que se encontraban encima de tierra y, aunque estaban deseosos de hacer un descanso, no pudieron hacer más que pararse enfrente un río para beber y dar tiempo para que el dragón se recuperaba. Mientras iba en busca de algo de comida para el animal, fue pensando en los últimos días tan confusos que había pasado. Mas fue Hedwig quien se encargó de encontrar tres conejos y un ratón de bosque para ella. Tan pronto como los cazaron, regresaron junto al dragón quien agradeció el alimento que le había llevado, aunque sólo fue un pequeño aperitivo que aún le abrió más el hambre.

Después de reposar las doloridas alas, volvieron a remontar el vuelo, camuflándose en la noche británica. Apretando su pecho contra el cuerpo del dragón, pudo sentir su magia cálida y protectora. Al final, no pudo evitar quedarse dormido.

Se despertó con un grito de su lechuza que le avisaba de su proximidad a Hogwarts. Empujando el sueño, consiguió desperezarse y fijar su mirada con el gran castillo que empezaba a dibujarse con la luz de la luna. Era una imagen alucinante, nunca había encontrado tan bella la antigua escuela de magia, ni tan oportuna su aparición.

- Hedwig, ve junto con los demás, nos vemos mañana por la mañana.- volvió a gritar y se escondió entre las sombras.- ¿Puedes dejarme en aquél torreón de allí?- siguiendo sus instrucciones, viró hacia la izquierda hasta quedarse encima de un saliente, dejando que el chico pudiese bajar de su lomo.- Muchas gracias por todo...- alargó la mano y, algo nervioso, le acarició el cuello escamoso.

El sol empezaba a teñir el cielo y, dentro de poco, el castillo entero se despertaría para empezar las clases de la semana. Debía apresurarse y vigilar no ser visto, pero antes debía despedirse de su nuevo amigo que le había llevado de regreso, además de salvarle la vida.

Los ojos del dragón le miraron durante unos segundos para, poco después, desplegar las grandes alas y salir al cielo. Harry no se movió de lugar y esperó hasta que su silueta se hubiese perdido en el horizonte. Lentamente y algo alicaído, empezó a moverse por el castillo. Era invierno, que el sol empezase a salir significaba que podían ser las ocho u más de la mañana. Por más que corriese, encontraría a los demás, ¿cómo explicaría su estancia a aquellas horas por la escuela? ¿Se había levantado temprano? Se había imaginado que los chicos habían disimulado su ausencia diciendo que estaba enfermo, pues era lo más sencillo y efectivo, ¿cómo justificar sus corridas a aquellas horas? Sin pensar más que diría si le atrapaban, empezó a descender las escaleras a toda velocidad, deseando más que esperando, no ver a nadie. Por suerte, había ido a la torre donde había hecho astronomía, así que conocía el camino más rápido.

Aunque había algo con lo que no había pensado, aún llevaba con él la capa de invisibilidad, algo que le podía resultar extremadamente útil en caso de serios apuros. Un poco más tranquilo al ver una salida posible, continuó avanzando con más silencio pues estaba llegando a la parte más transitada del castillo. Ahora sólo quedaba desear que las escaleras no le hicieran una mala jugada de forma que no pudiese llegar a las habitaciones.

- Señor Potter, me alegra verlo de nuevo.- con un sobresalto, se giró a tiempo para ver unas gafas doradas con los ojos azules y penetrantes de su director. El hombre le miraba con una ligera sonrisa, pero algo triste y cansado, con su fénix Fawkes encima de su hombro derecho.

Harry aún no se había sacado la capa de invisibilidad, así que supuso que el fénix le había delatado. Aún sin descubrirse, continuó callado e inmóvil en el lugar.

- Por favor, sígueme. Y no se quite la capa.

Suspirando resignado, empezó a caminar detrás de Dumbledore. Estaba seguro que recibiría unas cuantas palabras que le harían sentirse culpable con algo, era más que probable que, detrás de aquella cara afable, se encontrara un hombre enfadado y desilusionado. ¡Justamente lo que menos necesitaba! Lo que deseaba era irse a la cama para, más tarde, comer gran cantidad de alimentos a fin de recuperar las energías perdidas. ¡Pero cuánto debería esperar...! Se sorprendió al ver que no iban hacia su despacho, sino que se dirigían directos a la enfermería.

- Bien, ya puedes mostrarte, creo que sería bueno que te sentaras, te ves algo agotado.- siguiendo todas sus peticiones, hizo exactamente lo que le decía. Sentándose en una silla delante una mesa de madera, justo detrás se puso el hombre, con su típico pose pensativo.- Ahora que al fin te veo, Harry, quiero que me expliques todo lo que ha sucedido. Aunque, claro está, si no deseas hacerlo...- no, no quería contarle nada. ¿Por qué había dicho aquello? Ya sabía que prefería no decir lo que pasó, ¿por qué entonces le autorizaba para no hacerlo?

- Si me permite, señor...

- Como quieras.- dijo cortante, sin siquiera abandonar su cara preocupada.- Supongo que te interesará saber que Marla Kingdinier llegó el sábado con tu traslador. Me sorprende ver que has logrado hacerlo sin que te enseñasen nada, al igual que me deja muy intrigado el hecho de que consiguieras salir del castillo tan fácilmente. Como puedes ver, tengo una ligera idea de lo sucedido, así que no voy a preguntarte qué ha pasado exactamente, pero sí debes decirme si sabes qué es lo que está preparando Voldemort.

- No, señor, no sé qué es lo que tiene entre manos.- a Dumbledore no se le había pasado la forma de responderle, tan distante y cordial.- Sólo supe que Marla estaba en peligro y fui en pos suyo, nada más.

- Así las respuestas las tiene ella...

- Señor... me gustaría verla.

- Más tarde quizás, pero su estado no es muy bueno...- Harry le miraba fijamente, con la vista seria y sin decir palabra. ¿Entonces, por qué le había llevado allí?- ¿Recuerdas los padres del señor Longbottom?

- Así... no se podrá recuperar...

- Esto depende de ella.- se levantó de la silla y fue hacia la puerta, dándole a entender que la visita había terminado.- Le dispenso de hacer las clases de la mañana, incluso puede tomarse el día libre, pero manténgase en su habitación mientras no esté en una aula puesto que los alumnos piensan que está enfermo.- también él le habló con cordialidad, como si su relación fuese entre un director y un alumno corriente.- Puede retirarse.

- Gracias señor.

Ahora veía con más claridad porqué Dumbledore le había llevado directamente hacia allí aún sin dejarle ver a su madrina, era mucho más creíble que el chico saliera de la enfermería después de estar enfermo, que no del despacho del director. Ahora podía pasearse por el castillo sin miedo a que le vieran e irse hacia su habitación sin ningún problema.