Capítulo 23 – La nueva barrera

Corriendo con todo su empeño y arrastrando con él al cuerpo inerte de Sirius, avanzaba esquivando rayos azules disparados desde atrás. Su avance era lento y tedioso, en más de una vez se había refugiado detrás de alguna roca lanzando, indiferente, el cuerpo pesado para evitar que les diesen de lleno.

El descenso de la montaña rocosa había sido complicado y peligroso, en más de una vez se había visto en el final, pero consiguió, pagando con cortes y magulladuras, llegar hasta el pie. En un desliz, se había cortado profundamente en su mano derecha y un fuerte golpe en el codo izquierdo, tenía gran parte de su cuerpo dolorido, pidiéndole imperioso que se detuviera para descansar, pero no se atrevía.

Sin saber muy bien hacia donde se dirigía, emprendió su huída deseando encontrar la salida de aquél lugar. Con trabajo, continuaba arrastrándole, había cortado la fea herida de la mano atando la corbata del uniforme a ella. Pero no pudo hacer lo mismo con su codo que cada vez le dolía más por su esfuerzo.

Otro rayo pasó rozándole su mejilla derecha, esta vez, cortando como un cuchillo afilado. Había estado cerca, ¿cómo saldrían de allí? ¡Ni siquiera sabía dónde estaban! Había sido tan fácil llegar hasta él... pero nunca había visto la salida en sus sueños. ¿Y si no conseguían escapar? ¿Y si se quedaban encerrados allí? Vaya un rescate... la ironía de sus pensamientos le sorprendió.

Un punzante dolor atravesó su pierna derecha haciéndole trastabillar. Sin atreverse a mirar la causa de aquello, continuó hasta refugiarse detrás de otra roca que se levantaba en la sequedad del lugar.

Valientemente, inspeccionó el origen de la sangre que empezaba a derramarse por el pantalón. Tenía un corte en el muslo y, aunque debía tener poco más de medio centímetro, era incapaz de ponerse nuevamente en pie. Su cuerpo había dicho basta.

Al fin, después de todas aquellas semanas en aquél estado deplorable, y el agotamiento continuado sin recurrir a un auténtico descanso, todo empezaba a pasarle factura, para su más gran enfado. Pero en cierta parte comprendía la situación. Había intentado superar su simple condición mortal, ¿pero no era acaso un mago? ¿No rivalizaban los magos con los poderes divinos? Vamos, para un muggle ellos eran lo más parecido a semidioses, ¿no? Menuda gilipollez...

Otros rayos más impactaron con la débil roca amenazando con desmoronarse. Aquí termina todo... no tengo escapatoria... les he fallado... pensó con desánimo. "No seas estúpido. ¡Levanta!" Nunca había escuchado esta voz, y eso que ya había pasado por otras muchas situaciones donde otros le hablaban como conciencia... Era un tono imperioso y severo, lleno de determinación, podía sentir una fuerza escondida detrás de aquella voz, pero todas estas valoraciones se perdieron junto con otro impacto, esta vez mucho más cerca de ellos. "¡Vamos!" Sin comprender su procedencia, volvió a levantarse sujetando fuertemente a Sirius, mientras obligaba su cuerpo a moverse aún sus resistencias.

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Escondiéndose entre las sombras, dos figuras se movían furtivamente recorriendo los pasillos de la silenciosa escuela. Habían logrado llegar hasta la parte trasera de la escuela, en una pequeña sala llena de cajas viejas y llenas de polvos con lo que parecían inquisiciones de Filch, el conserje de Hogwarts. Seguramente, era allí dónde guardaba todos los objetos requisados.

Evitando ser oídas incluso por sus propios oídos, cerraron la puerta con lentitud, y dejaron que fuera la misma noche quien iluminara la habitación con su leve luz.

- ¿Ves algo?- preguntó en un susurro.

- No.

Por la ventana, podían divisar débilmente, un par de rayos de luna. Estaba medio metro por encima de sus cabezas y era relativamente pequeña, estaba cerrada, llena de suciedad, y sabían que hacía mucho que nadie entraba en aquella sala por el estado de porquería en la que se encontraba. Aquello no parecía importarles, no era aquella su preocupación más inmediata.

- Debemos ser rápidas, no nos pueden ver.- puntualizó.- Vamos.

Siguiendo su orden, apuntó su varita a la figura y susurró: "Wingardium Leviosa". Como si de una pluma se tratase, empezó a flotar por el aire ascendiendo hacia la ventana. Le hizo una seña indicándole que había llegado a la altura deseada, y se agarró al marco intentando vislumbrar el exterior limpiando casi infructuosamente el sucio vidrio. Tras unos segundos, sacó su varita junto con una moneda dorada y picó en ella haciendo que se iluminara unos instantes. Alguien, lejos de allí, recibía la señal acordada.

Se disponía a indicarle que la bajase cuando vio, fugazmente, unas sombras movedizas que salían de entre los árboles. Inmediatamente volvió a centrar la vista al exterior.

- ¿Qué ocurre?- preguntó inquieta al ver que aún no se movía de allí centrada en algo que no lograba ver.- ¿Hermione?

- No lo sé...- dijo en un susurro lento y pausado.- Algo se está moviendo, pero no consigo distinguirlo...

- Deberíamos alertarlos...

- No. Los chicos ya se han puesto en movimiento, ahora no podemos hacerles retroceder.

- ¡Pero estarán en peligro!

- ¡Cho, baja la voz! Si les alertamos ahora, entonces sí correrán peligro. Además, Voldemort tardará un poco antes de poder traspasar todas las barreras de...- la fuerza que la sostenía desapareció por unos instantes, pero, por suerte, se había agarrado con fuerza.- ¿Pero qué haces?- dijo intentando no gritar de enfado.

- Ha sido...- ...el nombre... pensó Hermione para sí negando pesadamente con la cabeza mientras suspiraba resignada.- Perdón...

- No importa. Lo que deberíamos hacer...- otra vez se vio interrumpida. Esta vez, una luz blanquecina penetró fuertemente por la ventana cegándola justo cuando volvía a asomarse por ella.

- ¿Qué ha sido esto?- dijo temblorosa cuando la luz perdió su fuerza quedando sólo un mínimo aumento de iluminación. Hermione volvía a estar colgada del marco hasta que, cansada, decidió poner un remedio más eficaz.

- ¡Levitia!- un remolino de aire envolvió a la figura que miraba desde abajo junto con ella, hasta quedarse a la altura exacta de la ventana como si hubiese un doble suelo.- ¡Silencio!- dijo tapándole la boca cuando la tuvo a su lado.

Un degradado blanquecino y casi invisible, rodeaba toda su visión como si un muro de luz se hubiese posado entre ellos y los árboles. Las figuras habían desaparecido de su campo visual.

- ¿Tu sabes lo que es?- tubo que acercarse para poder oírla. Podía sentir su corazón palpitando rápidamente y su respiración agitada, tenía miedo. Y no era la única.

- No estoy del todo segura... pero, por lo que parece, diría que una barrera...

- No parece que sea de protección, ¿verdad?- su pelo brillaba tenuemente y sus ojos mostraban una gran y profunda tristeza.

- No. Esto no lo ha hecho Dumbledore.- las dos quedaron sumergidas en un tenso silencio.

De repente, unas voces empezaron a vibrar en la lejanía. Sus gritos, terribles y burlones, se desfiguraban al llegar en sus oídos.

- Han llegado...

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No estaba seguro de cuánto llevaba ya en aquella situación, era probable que mucho más de lo que imaginaba. Agacharse, correr, girar a la derecha, correr, girar a la izquierda, correr, refugiarse detrás de una roca, correr, echarse por el suelo, y de vuelta: correr.

Si se mantenía en pie y continuaba en una huída que parecía perdida era solamente por el hombre que le acompañaba. Todos sus esfuerzos, rasguños y heridas eran por él, por él arriesgaba la vida, y por él daba paso tras paso. Aunque alguien más se unía a sus pensamientos de supervivencia, una mujer, cuyo deseo era volver a verle.

Estaba seguro de que la salida debía estar por allí, hacía ya rato que notaba su presencia, pero era incapaz de verla. Daba vueltas, y más vueltas, sobre su ruta errante, sin conseguir nada más que un nuevo golpe en cada jugada. Se estaba cansando, y, por más empeño que pusiera, no serviría de mucho cuando sus energías hubiesen desfallecido. Pero, estaba tan seguro de que estaba allí... ¿por qué entonces no la encontraba?

Recordó que, en primero, Dumbledore le había dicho algo al despertarse en la enfermería... "Sólo alguien que quisiera encontrarla (encontrarla, que no usarla), habría sido capaz de obtenerla." Entonces se había referido a la Piedra Filosofal escondida en el Espejo de Gized... ¿Y si también pasaba igual? Vamos, era comprensible que dar con la salida no pudiera ser tarea fácil, esto habría permitido que los enviados allí pudiesen salir cómodamente. Aunque también cabe la posibilidad de que no exista tal salida, y sólo haya una entrada... ¿Qué ocurriría si pasaba esto? Hasta entonces no había pensado en aquella opción, porqué, en caso de ser certera, nunca saldría de allí. Entonces, debería construirme la salida yo mismo. reflexionó mientras se escondía entre dos pilares de roca. ¿Pero cómo? No tengo varita... ¡y ni siquiera sé cómo hacerlo! En todo caso, mejor sería empezar con la primera opción.

Abrió su mente, intentando eludir los ruidos furiosos y llenos de rabia que se acercaban a ellos y que no habían dejado de seguirles. Intentando percibir todo a su alrededor, probó de ver alguna muestra o señal que sobresaliera en todo aquel espacio... pero no encontró nada. Nunca antes había probado algo semejante, y no creía que consiguiera nada. Su fracaso le confirmó sus temores, debería buscarse la salida por él mismo.

Justo cuando la desesperación volvía a él, una punzada en la cicatriz le hizo volver en sí. Algo había pasado, y estaba seguro de saber lo que era.

¡Maldita sea! ¡La puerta! lleno de cólera e impotencia, empezó a mirar de un lado para otro, sin hacer el menor caso de las luces azules que pasaban rozándole.

Una lluvia de pequeñas rocas cortantes cayeron encima del furioso chico. Instintivamente, cogió el brazo del cuerpo y tiró de él. Justo entonces, todo a su alrededor se oscureció para darle paso a una sensación de vértigo, estaban cayendo...

Tras unos segundos que le parecieron horas, decidió abrir los ojos lentamente. Temía estar muerto, o quizás malherido y sin posibilidad de salir, pero lo que encontró fue totalmente distinto a sus suposiciones. Con una exclamación de sorpresa, se encontró estirado encima del duro y frío suelo de la sala enfrente del portal.

Demasiado deprisa, se incorporó. Dejó que su cabeza dejara de dar vueltas y miró, deseoso, a su alrededor. Sirius también estaba allí. Aunque tendido a su lado, aquella extraña oscuridad que ennegrecía su piel había desaparecido, mas su palidez aún se hacía presente. Con cuidado se acercó a él y comprobó su estado. Respiraba. Y su pulso también parecía estar regulándose, pero continuaba lento y débil. Su aspecto no era el mejor, en realidad nunca lo había visto tan mal, incluso cuando lo encontró por primera vez en tercero poco después de salir de Azkaban tenía mejor cara. Pero aquello no impidió sentir una cálida oleada de alegría que sacudió su apagado corazón.

Lo había logrado, había conseguido sacarlo de allí... ahora sólo le restaba salir de aquel sitio. Y no iba a ser fácil, de eso estaba seguro. Sin embargo, ahora, con él a su lado ya nada podría salir mal. Ambos habían conseguido reunirse de nuevo, había logrado dar con su padrino eliminando el terrible sentimiento de culpa y pérdida que lo llevó a la desesperación interior, a una muerte oscura e insalvable. Allí lo tenía, a su lado, de nuevo... y no soportaría perderlo de nuevo. No, no lo permitiría.

Cansado de estar arrastrándole en su huída, sacó su varita y lo levantó con un simple movimiento. Ojalá hubiese resultado tan fácil dentro del portal... Se puso en pié y echó un último vistazo a aquella arcada tan misteriosa y terrorífica. Las voces, aunque inteligibles, chillaban furiosas y melancólicas detrás del velo, deseosas por salir de allí y temerosas por su suerte.

La cicatriz volvió el chico en si. No tenía tiempo, debían escapar, sólo esperaba no volver a ver aquél portal nunca más.

Decidido y algo jadeante, salió de la sala con su padrino tomándolo como si volviera a cargarlo, sólo que, esta vez, era mucho más ligero. Atrás, el velo dejaba de moverse por la suave brisa invisible y, poco a poco, el Portal de las Almas Sin Voz se fue sumiendo en la oscuridad de la noche.

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- ¡Si salimos por aquí nos verán!

- ¿Y qué quieres hacer? Debemos avisarles cuanto antes, quizás tengan problemas... este es el recorrido más fácil.

- ¡Pero de nada servirá si nos ven! Además, ellos están fuera, justo por donde quieres pasar, ¿acaso crees que podrás esquivarles?- dijo con voz incrédula.

- Sí.- su compañera suspiró.- Vamos, Hermione, es la única salida. Si volvemos sobre nuestros pasos tardaremos mucho, y ellos no disponen de este tiempo. Podemos dar un pequeño rodeo y llegar antes si pasamos por el exterior... No los hemos visto por aquí, ¿no? Esto significa que están delante, y nosotras detrás...

- Esto sigue sin tener lógica ni sensatez.

- ¡Basta! ¡Me da igual la sensatez! Nada de lo que hemos hecho hasta ahora ha sido sensato, así que no me vengas con esto.- acercó su varita a la pequeña ventana y le dio un pequeño golpe. La abrió y se volvió a la chica con ojos burlones.- Yo iré. ¿Y tu?- sonrió altivamente y pasó, sin mucha dificultad, por la estrecha obertura dejándola pensativa.

- Esto es una locura...- resignada, la siguió traspasando la ventana.

Excepto por la extraña luz blanquecina que iluminaba el aire sin un punto concreto, todo lo demás eran sombras y oscuridad. Los gritos aún sonaban en la distancia, aunque sentían su proximidad mucho más cerca de lo que creyeron en un principio.

Su corazón palpitaba dolorosamente en el pecho, todo su cuerpo temblaba como las hojas tocadas por el viento. Pero su poste, firme y decidido, no dejaba que el ambiente fúnebre les hiciera retroceder.

- Bien, tu dirás. ¿Hacia dónde?- dijo Hermione intentando que su voz sonara confiada. Miraba a Cho con la misma altivez que ella le dedicaba, su rivalidad había aumentado durante toda su travesía hasta el cuarto oscuro en donde segundos antes habían permanecido escondidas. Al hacer las parejas para la misión que se les había sido confiada, Hermione no había tenido más remedio que destinarse junto a Cho, no era algo que hubiese gustado a las dos chicas, pero aquello dictaba la necesidad, y no tuvieron más remedio que aceptarlo.

- Si seguimos por el oeste, llegaremos a una de las ventanas del cuarto de las escobas. Desde allí, conseguiremos llegar más fácilmente hacia el grupo de Ron.- dijo indicando hacia su izquierda.

Sin darle tiempo a responder, empezó a moverse hacia allí, ocultándose entre las pocas sombras que escapaban de la luz.

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Estaban llegando al pasadizo central, sólo debía girar hacia la derecha y daría con el ascensor. Pero, antes de que pudiera avanzar un par de pasos más, unas voces humanas seguidas por el inconfundible ruido del elevador le indicaron que alguien se acercaba. Durante menos de un segundo su corazón dejó de latir. Logró interponerse al pánico inicial y forzar a su ya cansado cerebro a reaccionar una vez más.

Si alguien le descubría allá bajo podía ponerse en un buen problema, añadiendo que con él iba el buscado Sirius Black...

Buscando una salida posible entre aquella oscuridad, se fijó con la puerta negra que tenía justo detrás, donde el año anterior había entrado para ir directo hacia la trampa de Voldemort. No tuvo que pensarlo dos veces. Rápidamente, abrió la puerta y se colaron dentro de la sala circular que, nuevamente, empezó a moverse. Aunque le hubiera gustado quedarse allí para esperar que pudieran salir, temía que los desconocidos se dirigieran en una de aquellas salas pasando justo por donde se encontraban ellos. ¿Pero hacia donde tirar? Aquello era un gran laberinto casi imposible de salir, ¿cómo encontraría la salida? Aunque, claro estaba, antes debía dar con un sitio seguro para esconderse temporalmente. Si conseguía dejar a Sirius en un lugar protegido, él podría intentar buscar una nueva salida... Pero lo más urgente en aquellos momentos era, sin lugar a dudas, colarse dentro de alguna sala, después ya pensaría en continuar.

Cargando aún con el hombre, repasó las puertas con la mirada, intentando pensar en cuál entrar. Temía que la que escogiera fuese la que llevase hacia el ascensor porqué, de ser así, se encontraría cara a cara con las personas del ministerio o quienes fueran. Pero no tenía ni la más mínima idea de cuál puerta podía ser aquella... Finalmente, acercó su mano hacia una de ellas cuando, sin comprender muy bien porqué, dirigió su atención hacia la de su derecha. Algo le decía que era aquella la que debía escoger, pero nada decía que fuera distinta a la de enfrente. Mas, haciendo caso a sus sentidos, caminó hacia la escogida. Se aproximó y, pocos centímetros antes de tocarla, una de las puertas empezó a abrirse.

No supo qué había sucedido exactamente, sólo recordaba haberse lanzado, directamente, contra la puerta de enfrente, como si con su propio peso pudiera abrirse. Pero, donde había de haber una superficie lisa y dura de madera, sólo encontró aire.

Los dos estaban estirados en medio de una sala que nunca antes había visto. Masajeándose su dolorido hombro, se incorporó con un gruñido. Se acercó a la puerta que suponía que habían traspasado y puso sus manos encima. Era completamente sólida. Así que aproximó la oreja e intentó escuchar los pasos de los otros visitantes. No pudo oír nada. Quizá la puerta era mucho más gruesa de lo que pensaba, o también podía ser que no fuera aquella dicha puerta, al menos, no le parecía que golpeándola se pudiese convertir en humo.

Decidió esperar unos minutos antes de salir, aunque pronto se dio cuenta de que no había lugar por donde escapar. La puerta era la única de la sala, y no tenía cerradura ni nada con qué moverla, ni siquiera encajes, solamente, era un trozo de madera encajado en una pared de piedra negra.

Aunque la oscuridad era enorme, conseguía ver, vagamente, la forma del lugar. Estaba en otra sala circular, de poco más de dos metros de radio, sin ninguna fuente de luz que pudiera justificar su percepción del espacio. En toda la habitación no había nada excepto ellos dos. Las paredes, lisas y frías, eran del mismo color y material que el suelo y el supuesto techo, mas no consiguió saber la altura del lugar. Seguramente, debía ser muy alto... ¿Estarían al final de algún tipo de pozo? Si era así... ¿cómo escaparían?

Le parecía que su cabeza explotaría, tenía demasiadas cosas que se comprimían sin remedio ni orden. Eran tantas las preocupaciones del momento, que dudaba de su capacidad para afrontar el nuevo problema. Parecía que alguien estuviese haciendo todo lo que tenía en mano para impedirle escapar de allí con Sirius.

Empeñado en su huida y sin aceptar aún una derrota, se dirigió al centro de la sala para ver con mayor claridad sus posibilidades. Una nueva sorpresa le esperaba. Nada más pisar un pequeño relieve del suelo que no era más que un círculo gravado en la fina piedra, un temblor le hizo recular. Era como si la misma tierra amenazase en partirse, le costaba mantenerse en pie, ¿qué ocurriría ahora?

Una potente luz blanca le hirió sus dilatadas pupilas hasta dejarlo medio ciego. De la nada, oleadas de luz empezaron a concentrarse justo al medio de la habitación, encerrándose en una esfera casi tan grande como el círculo del suelo que parecía ser una barrera que mantenía toda aquella luz. Como si un rayo hubiese caído desde los cielos, un torrente de poder impactó contra las inestables oleadas desde el infinito techo.

Aún no podía abrir los ojos, pero, incluso con los párpados cerrados, era capaz de ver con claridad aquello tan brillante. Era como si una estrella hubiese descendido del universo hasta allí, irradiaba poder y luz. No se atrevía a moverse, sin embargo, el movimiento no cesó. Las ondas, que ahora rodeaban un pequeño núcleo plateado de poco más grande que una canica, lo que quedaba de aquél rayo, giraban como movidas por una brisa alrededor. Todo aquello había pasado en poco más de unos segundos que, para Harry, resultaron unos terroríficos años. Nunca antes había sentido un miedo igual, podía sentir el aire cargado, impregnado, con una fuerza que le oprimía el corazón y le impedía respirar. Su cerebro no terminaba de codificar un evento cuando el siguiente ya había pasado, casi no tuvo tiempo a reaccionar cuando la barrera que creía que estaba restringiendo aquella cosa desapareció haciendo que, las hasta antes tranquilas ondas, se expandieran como si fueran una explosión. Sintió un fuerte golpe que le dejó sin aire en los pulmones, asfixiándose, su corazón no conseguía latir, la sangre no llegaba a su cerebro, sus huesos se rompían para, después, volver a enderezase. Su cuerpo se extendió y comprimió, sus extremidades murieron y nacieron, luz y oscuridad, el suelo desapareció y el techo le comprimió, las paredes se ampliaron y después le enjaularon... todo lo real dejó de serlo, no sabía donde estaba arriba y donde abajo, ni siquiera supo si se había muerto. Todo aquello dejó de ser material, era como si el mismo espacio-tiempo se hubiera vuelto loco, se estaba mareando y sabía que se desmayaría, pero tampoco era capaz de ver su cuerpo enfermo. Si no paraba pronto, enloquecería...

Poco a poco, pudo volver a sentir el frío suelo y la completa oscuridad que bendecía a sus doloridos ojos. El aire volvió a él, y su corazón volvió a batir con fuerza. Pero aún no se veía con fuerzas para levantarse, estaba mareado. Siendo consciente del peligro que aún corrían, probó de levantarse mas, cuando consiguió que su cabeza dejara de tocar la superficie dura, no pudo reprimir los vómitos. Todo su cuerpo temblaba fervorosamente, no tenía ningún control sobre él, ni siquiera creía poder volver a moverse. Sentía todo su cuerpo quemándose por dentro, como si su sangre fuese fuego y le estuviera matando con su travesía. Estaba sediento, sus ojos secos, se encontraba deshidratado y con fiebre, y el calor no disminuía en absoluto. Cada vez que probaba con mover un músculo, le parecía que miles de cuchillos al rojo vivo se hundían en él. El dolor era tal, que ni siquiera podía gritar. De nuevo, vomitó.

La punzada en la cicatriz casi pasó desapercibida ya que no era más que unas cosquillas enfrente al suplicio que estaba pasando. Le hubiera gustado llorar y chillar, pero su cuerpo no tenía agua suficiente para las lágrimas, y le resultaba imposible hacer el más mínimo gruñido. Aún así, sabía que debía mantenerse en pie. Todo le decía que el abandono era la mejor solución, el dolor desaparecería y el descanso tan deseado vendría a él... pero un irritable recuerdo vino a él. Sus amigos estaban en peligro, y sólo él podía hacer frente a éste. ¿Les abandonaría? Había llegado hasta ahí, había superado numerosas pruebas, ¿sería capaz de dejarlo justo ahora? Debía intentarlo... debía demostrarse a sí mismo que su existencia no sólo se debía al despiadado destino, que su ser era mucho más que unas palabras pronunciadas con indiferencia, que su alma era algo más que un muñeco de los dioses... Haciéndose de un valor y resistencia que nunca imaginó poseer, se arrastró hasta dónde descansaba su padrino.

Cada movimiento que hacía le parecía una tortura mucho peor que la de los simples mortales, pero un sentimiento persistente y desafiante se impuso al dolor haciendo que siguiera avanzando donde muchos habrían caído ya. Pero él era distinto, sabía que lo era, y por ello lucharía, lo haría porqué tenía algo por lo que luchar.

Después de arrastrarse centímetro a centímetro hasta llegar hasta él, Harry lo agarró fuertemente por el brazo y, rodeados por grandes y violentas llamas rojas, se dejó llevar.

Un fuerte golpe contra algo duro y rugoso que lo dejó sin aire hizo que volviera en si. Abrió los ojos y se encontró echado encima del asfalto con su cuerpo adolorido hasta el extremo y alguien cogido con su mano izquierda. Tardó unos instantes antes de empezar a pensar sobre su lugar actual. No recordaba haber antepuesto ninguna imagen en su mente ni haber deseado transportarse, ni siquiera sabía que lo había podido lograr con alguien más junto a él. Estaba tan cansado que no era capaz de pensar en nada razonable, casi todo parecían manchas borrosas y, por más empeño que pusiera, su mente quería descansar después de aquel agotador día.

Unas garras, grandes y afiladas, se pusieron enfrente de su cara impidiéndole ver qué sería aquél nuevo obstáculo. Justo cuando empezaba a reaccionar y a levantar, como respuesta, su varita, un puntiagudo pico descendió hasta que vio, con más nitidez de la que precisaba, unos ojos naranja relucientes y expectantes.

- ¿Buckbeak?- dijo vacilante en apenas un murmullo.

El animal, reconociendo al chico, dejó que la mano de Harry acariciase su pico. Como si supiera cuál era su estado, se posó en el suelo haciendo que le resultara mucho más fácil subirse al lomo.

Clavándose las uñas en la carne de las manos y con las mandíbulas fuertemente apretadas, Harry consiguió ponerse en pie intentando eludir el enorme dolor que aquello le ocasionó. Volvió a coger a Sirius y lo arrastró hasta conseguir subirlo sobre el animal. En más de una vez sus escasas fuerzas desfallecieron, pero consiguió volver a intentarlo recibiendo aún más aquella tortura.

Buckbeak, que le había estado mirando intensamente, esperó y ayudó, en cuanto le fue posible, subir a Black encima de él. Cuando terminó, continuó esperando para que él también se montara, pero no lo hizo.

- Escúchame, debes alejar a Sirius de aquí, llevártelo hacia un lugar seguro, donde nadie os encuentre. Necesito que te hagas cargo de él...- el hipogrifo se levantó mientras Harry seguía sujetándole para que no cayera. Estaba seguro de que el animal le cuidaría y evitaría que le ocurriese algo.- Tengo algo que hacer, y quizás tarde algún tiempo antes de volver a vernos...- cariñosamente, pasaba su mano por el cuello plumoso- Por favor, ¿podrás cuidarle por mi?

Buckbeak bajó la cabeza y volvió a mirarlo.

- Marchaos... deprisa...- dijo en un susurro.

Desplegó las alas y, impulsándose con sus patas traseras, ascendió por el aire hasta dejar atrás los grandes edificios.

Harry lo vio, por segunda vez, alejarse entre la oscuridad con alguien a quien quería. Otra vez, volvían a despedirse. No pudo evitar sentir un fuerte nudo en el estómago nada relacionado con los nervios. Algo le decía que el tiempo antes de regresar sería mucho más de lo esperado, solo deseaba poder ser suficiente para verlo una vez más. Una vez más, su sonrisa y sus abrazos, una vez más...

Se dejó llevar, como si siguiera una marea que le conducía a sus distintos destinos.

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Muajajajajaja!!! Siento ser tan mala, pero no os pondré el último capítulo hasta dentro de unos pocos días... SI-SI-SI, SOY MUUUUY MALA! Pero es que todo junto hace que pierda la emoción, ¿no? Por favor, no me chilléis ni tiréis tomates, pero es que... creo k así es mejor... no me gritéis... [advierto que el cap 24 (el último) no va a ser muy largo, así que no os haré sufrir mucho .]
Me alegra ver tantos reviews... ¡Me pondré a llorar de pura felicidad! Bueno, pues allá voy!

Kary Anabell Black: yaps, perdón. Estuve 3 días enteros intentando poder subirlo, pero cada vez que intentaba entrar me decía que necesitaba las 24h para acutalizar, ¡y sin haber hecho ningún cambio! Así que no podía hacer nada más que frustrarme en mis intentos... En fin, espero que os guste... =)

al: bueno, entiende que el portal aquél es como una puerta que lleva entre los terrenos comprimidos entre la vida y la muerte. Otra dimensión que encontraron donde podían enviar (como ya explicó Marla) a los criminales. Un lugar donde no podrían escapar y donde su magia no los salvaría. Además, ¿acaso la muerte permite que los poderes salgan? Pero al ver que también inocentes podían ser juzgados erróneamente (si, la ley es muy injusta en la mayoría de los casos) y ser enviados allí les hacía hacer un viaje sin retorno, pues se buscó en una prisión creada en esta dimensión, la de los vivos. Bueno, akí entran Paterlook (la k creé yo) y Azkaban (la de Rowling, posterior a la primera). En cuando a los poderes... bueno, la intención de este fic era más de tránsito e inicio que de lucha final, por así decirlo. Pero Harry sí va a mostrar un inicio capaz de sulfurar a Voldemort, verá que el chico puede encararse aún cuando ni siquiera ha empezado a prepararse como diós manda. Para eso deberá esperar algo más. Pero tampoco mucho.
Espero que lo que queda del fic no te decepcione mucho y te incite a seguir mis alocadas desvariaciones (que aumentan considerablemente con la continuación (no tengo remedio)) Hasta pronto!!!!

Sacralo: a ver si este otro también te gusta... Y gracias por tu apoyo!!!

icaro: JAJAJAJAJAJAJA!! Tampoco te he hecho esperar tanto, no? . Aquí te dejo con el penúltimo capítulo, que haya aprovechado!

Blackcat: siento decepcionarte, pero creo que sí ha sufrido más que con todo lo anterior... y lo que le queda. Muajajajaja! Perdón
Ufff... me alegra que algo de lo que quería transmitir se ha visto... Pero cuando vuelvo a repasar lo escrito... Puah! ¿Y eso hice yo? ;; Mejor no recibir felicitaciones de los demás, porque me avergüenzo de mi misma... En fin, espero que te haya gustado levemente, un poquito, aunque sean 4 palabras seguidas, o dos... Nos vemos!!

FFmania: ey-ey, k yo también quiero mucho a Sirius!! En verdad es mi personaje favorito (por ello no le perdono a Rowling lo que hizo), seguido de Remus, Harry, Hermione, James, Albus... buff, muchos. Y eso que me dejo a los mellizos (que adoro, sobretodo en 5º), a la buena de McGonagall (reí con su escena junto a Umbridge (maldita sapo askeroso (sin insultar a dichos animales)), Hagrid, Snape... bueno, casi todos. Y, con lo de los poderes de Harry, lo mismo k le he dicho a al, ahora empecerá. Sobretodo después de lo que le ha pasado en el Ministerio en aquella sala cerrada del Departamento (sala la cual nombró Dumbledore a finales del 5º) Pero bueno, para ver un auténtico Harry Potter enfrentándose al gran Lord Voldemort, deberéis esperar algo más, lo siento. ¡Ah! Y eso de las llamas sí, es verdad, Voldemort también se ve envuelto en ellas, así que en ceirta manera ambos son capaces de hacer ciertas cosas tituladas de imposibles. Como, por ejemplo, cuando apareció en el Misisterio al 5º cuando represnetaba que allí no se puede aparecer nadie, ¿no? Vamos, que sería muy fácil para todos que se pudiese aparecer todo aquél que quisiera. Solo que Voldy (jajaja, me aburrí de tan largo) tiene prohibido su entrada en Hogwarts de forma explícita. Bueno, no entraré en más detalles. Besos y cúidate.

Hasta aquí mis queridos y tan deseados reviews. Antes de marcharme deciros que tengo un fic al que nadie visita y eso deprime (bueno, al menos este sí es seguido). Quien quiera que lo lea, quien no, pues no. Jejejeje =)
Besos a todos y hasta dentro de poco con el FIN del sexto año.

Y recordad:

Los sueños son vuestros y solo vuestros. No permitáis que os los quiten.

-Ithae-