Cáp. II Una visita inesperada
En el Aoya se estaba llevando a cabo una reunión, Okina permanecía sentado con los ojos cerrados, mientras los otros miembros oniwabanshu miraban inquisitivamente a la joven sentada al frente.
- Muy bien, ¿estas intentando decirnos que te marchas? – dijo el viejo sin abrir los ojos – no entiendo tu decisión.....pero tu eres la okashira, dinos que hacer durante tu ausencia.......
- No hay mucho que decir, yo volveré pronto, tengo un asunto muy importante que atender – la joven del cabello azulado se puso de pie dándoles la espalda – no quiero que por ningún motivo alguno de ustedes o el señor Aoshi me valla a seguir - y sin decir mas salió de la habitación.
En la parte trasera de la casa, un joven partía leña con asombrosa maestría, Misao lo observaba curiosa, "él lo sabe" pensó mirando al cielo "el señor Aoshi nunca será para mi........debo alejarme un tiempo...."
- Buenos días Misao-dono, se encuentra mejor – dijo el joven sonriendo al tiempo en que dejaba los maderos en el piso.
- Si creo que ya me siento mejor – correspondió la sonrisa con una pequeña reverencia – gracias
- He sabido que usted se marcha – el se acerco hasta colocarse frente a ella – yo tengo algunos asuntos que atender cerca de Tokio, si es que usted va en esa dirección podría yo acompañarle y así no estar solo en mi viaje – el sabia todo lo ocurrido y en verdad deseaba acompañarla, le preocupaba que fuese sola en aquel estado, en especial sabiendo de sus recurrentes malestares.
- Que bien, yo pensaba antes que otro lugar visitar Tokio, ver a Kaoru y a Himura – Misao sintió un gran alivio, por lo menos no tendría que pasar sola el fastidioso recorrido – me agradaría mucho tener tu compañía
El bosque se extendía hasta donde la vista pudiera alcanzarle "no recordaba que el camino fuese tan largo" pensó el chico mirando por el horizonte, hacia tanto tiempo que se alojaba en el Aoya que ya había olvidado su vida como rurouni, hasta llego a considerarlo su hogar y aun mas con la aparición de aquello que en este momento lo hacia viajar, Misao, "que hubiese pensado el señor Shishio si me hubiese visto en esta situación" esbozo una sonrisa al recordar viejos tiempos, ahora tal como lo había dicho Yumi alguna vez, él se encontraba dispuesto a darlo todo por el ser que amaba.
- Ya es suficiente de descanso marchemos que nos espera un largo recorrido
El chico miro en la dirección de donde provenía la voz encontrándose con el rostro de la okashira, los rayos del sol lo golpeaban dándole un ligero carmesí en sus mejillas, con una hermosa sonrisa esperaba su respuesta. Soujiro dio vuelta, recogió los pequeños paquetes que antes hubiese cargado en el hombro y se encamino hasta la chica.
- Muy bien, tomaremos el camino del norte y descansaremos en el primer pueblo – la explicación del samurai no estaba siendo muy del agrado de Misao quien inmediatamente protesto.
- No, descansaremos en el bosque......caminaremos hasta el anochecer – el joven sintió una pequeña oleada de enojo, ella no solo descuidaba su persona al arriesgarse a hacer un esfuerzo innecesario, sino también la de su hijo.
- Esta bien pero debe prometerme no esforzarse – la joven asintió sonriendo por su reciente triunfo.
Los días pasaron y ya se cumpliría el tercero desde su salida, un viaje sin mayores complicaciones hasta el momento, aunque esa mañana las cosas no iban muy bien; Misao había despertado con un considerable malestar y el clima no ayudaba mucho, las lluvias de junio acababan de comenzar, haciendo el ambiente del bosque cada vez mas húmedo y molesto. Soujiro por su parte había armado el campamento dentro de una cueva, encendió el fuego y preparo la comida "por lo visto nuestra llegada a Tokio tendrá que esperar" pensó irónico, apenas la anterior tarde habían decidido que ese seria el día en que arribarían a su destino.
La chica permanecía aun acomodada sobre la manta sin dar señales de querer despertar, parte de la noche y aun por la mañana durante el recorrido había estado muy extraña.
- Soujiro-san............- una voz proveniente de los adentros de la cueva saco de su meditación al joven – ¿que hora es?
- Es un poco tarde para reiniciar el recorrido – se acerco hasta donde estaba recostada la chica – Misao-dono además no luce muy bien
- ¿puede omitir el dono?.......... mejor llámeme solo Misao – la respuesta no era precisamente lo que Soujiro esperaba y aunque lo tomo por sorpresa recobro la compostura inmediatamente
- esta bien, pero usted debe omitir el san cuando hablemos -
De esta forma se sentó junto a la chica ofreciendo el vaso con un humeante liquido, extendió su mano hasta alcanzar la manta que permanecía en el suelo, paso su brazo por la espalda de la chica llevando consigo la frazada, la atrajo hacia si permitiéndole recargarse en su hombro, aunque permanecían muy juntos para ninguno de los dos era incomodo, Misao se sentía en extremo protegida estando con él y Soujiro que debería estar algo apenado por la situación estaba sumamente tranquilo, tanto como nunca había estado en su vida. ¿Cómo había llegado hasta esta situación? Era la pregunta que el chico se formulaba, algo que antes le hubiese parecido indiferente en este momento lo hacia temblar, le causaba felicidad "ahora comprendo al señor Himura" se dijo a si mismo, aunque el amor resulta tal y como lo describió el señor Shishio "una gran llama que consume todo a su paso"
- ¿en que piensas? - pregunto la Oniwabanshu
- en nada en especial......... el transcurso de la vida – el joven callo por unos instantes para suspirar – ¿como es que terminaste con Aoshi-san? – la pregunta dejo sorprendida a Misao, guardando silencio.
- Él ....siempre a estado ahí, en cada momento de mi vida, siempre, ¿como podría yo evitar enamorarme? – le miro con una sonrisa irónica – nunca me había correspondido hasta hace medio año, le dije que lo amaba y me aseguro sentir lo mismo........ se que lo que hice con él fue un error pero lo amaba y .....y – Misao guardo silencio, tenia un nudo en la garganta, recordar aquel momento la hacia sentir furia contra de si.
- ¿Puedo preguntarte algo?– murmuro el samurai – ¿aun lo amas?
- No lo se, ahora todo es diferente, ya no es un amor juvenil, en realidad no se lo que siento en este momento – Soujiro esbozo una enorme sonrisa, después atrajo hacia si a la joven.
Al día siguiente el sol los saludo muy temprano, así que no teniendo mas opción se prepararon y salieron con dirección a Tokio. Tan esplendoroso como siempre el camino que conducía hasta el dojo les dio la bienvenida a su destino, el riachuelo lucia hermoso, el reflejo de los árboles estaba impreso en él semejando una pintura, y las hojas caían llevadas por el aire, seguramente una imagen para recordar. Los dos extraños se detuvieron en el camino para admirara el bello paisaje, la chica estiro los brazos y aspiro el aire puro, el olor a agua.
- Kaoru estará sorprendida – dijo mirando al cielo – espero me deje quedar en su casa – su voz cada vez iba tomando un deje de tristeza – no quiero regresar...............nunca
- Estoy seguro de que te podrá ayudar –
Diciendo esto continuaron con su travesía, no tardaron mucho en divisar el lugar, la puerta estaba medio cerrada por lo que Misao se adelanto abriéndola de un golpe. El exhitokiri se encontraba como todas las mañanas lavando la ropa, las burbujas se paseaban frente su rostro ante la mirada divertida de las dos nietas del doctor Gensai, pero algo distrajo su atención, había sentido alguien acercándose, se levanto lentamente y se dirigió al pasillo donde tenia recargada su sobakatsu.
- ¡¡¡¡¡¡¡Himura!!!!!!– el pelirrojo se vio de un momento a otro sofocado por los brazos de la okashira – donde esta Kaoru.........debe estar entrenando – lo soltó y corrió hasta el dojo
Kaoru estaba en ese momento entrenando tal como lo había pensado Misao, tenia por oponente a su estudiante, el cual apenas podía seguirle el ritmo, la maestra se preparaba para asestar el golpe final cuando un grito la distrajo.
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Kaoru!!!!!!!!! –
- ¿Misao?..........¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Misao!!!!!!!!!! – las dos se abrazaron – ¿pero que haces aquí?
Kenshin permaneció en el pasillo mirando en dirección a la puerta, estaba seguro de haber sentido un aura amenazadora, de pronto la figura de un joven se hizo visible, el pelirrojo lo examino, esa espada, el atuendo, su sonrisa; nada había cambiado en el, todo seguía tal y como lo recordaba. Tomo el mango de su espada sin apartar la vista de su oponente, pero para su sorpresa el rostro de la joven de la trenza se poso frente a él impidiendo su movimiento.
- veo que ya se encontraron – menciono sonriendo- Soujiro me acompaño hasta aquí
- es un placer volverlo a ver señor Himura
Continuará.........
Notas: Bueno, bueno aquí esta el capítulo dos.....¿qué les ha parecido?...........Agradecemos a todos los que nos dejan reviews....la verdad es que nos entusiasmamos mucho cuando los leemos. Gracias por leer nuestra historia.
