Estampa de otoño

Cáp. IV Un día de otoño

El día era perfecto, sol, aire puro. Un recorrido por los templos, nada iría mal en ese día, o por lo menos eso se había propuesto el joven Soujiro.

- A que lugar quieres ir primero – sonrió el joven ofreciendo su mano

- Al pueblo – ella tiró de la mano de él y salió corriendo   

Los rayos del sol se estrellaban contra el agua, aquel era un gran lago que enmarcaba las afueras del templo, las escaleras de este bajaban hasta fundirse con él. Las tres campanas sonaron haciendo cántico con el aire que soplaba con calma meciendo las hojas de los árboles. Misao estaba sentada en la orilla de aquel hermoso lugar, al pie de las escaleras, movía sus pies con suavidad produciendo pequeñas ondas que se acrecentaban hasta desaparecer. Había atardecido ya y la pareja disfrutaba de los últimos rayos de sol. Esta era una hermosa imagen, sin embargo no figuraría entre los recuerdos de Soujiro, el estaba muy ocupado mirando a la joven quien fuera su acompañante por ese día. Antes de llegar a Tokio él le había propuesto matrimonio, no por lastima como pudieran creer todos aquellos que escucharan la historia, no, sino por verdadero y puro amor; ella podría llevar el recuerdo de su primer amado en el corazón, como lo llevaba ahora en el vientre, pero siempre le pertenecería a él.....hasta el fruto de aquel amor seria cuidado por él mismo.......sin que dejara de ser lo mas maravilloso.

El se puso de pie, había prometido mostrarle su sorpresa a Misao. Tomo suavemente su mano y la condujo por las calles de Tokio, había colocado una pequeña cinta sobre su cara para que no pudiera ver "es una sorpresa" había dicho a la joven. La noche había caído cuando llegaron hasta su destino. Él se detuvo retirándole la venda de los ojos.

Entraron, la casa había sido restaurada y se encontraba en perfectas condiciones de uso, llegaron hasta el jardín principal donde se detuvieron. Había en este tres grandes árboles acompañados por un estrecho camino de piedra, a la izquierda un estanque donde se podían apreciar algunos peces de colores; todo esto enmarcado por tres columnas y dos arcos que elevaban algunas lámparas de vela. Soujiro miró a la nada y rompiendo el silencio hablo.

- Ésta es una de las casas del señor Shishio – dijo tristemente – aunque ahora me pertenece....

- Debes haberlo apreciado mucho – ella se sentó en la orilla del pequeño estanque - ¿lo extrañas?

- .......Si – él se sentó a su lado mirando el cielo estrellado – ....... me cuido, me enseño..........y me salvo, cuando nadie mas lo hizo – por primera vez Misao estaba viendo el sufrimiento del chico, lo que en verdad llenaba su vida – nunca había visto alguien tan fuerte, tan lleno de fuego y a la vez tan frió......... - su mirada se torno mas triste – en otoño, cuando las hojas cubren todo el acantilado de la cascada de Kyoto, visitábamos el lugar mas alto, él en compañía de Yumi observaba la caída de las hojas

- Entonces no tienes porque sentir tristeza – dijo Misao mirando fijamente los ojos de su acompañante – debes recordar los buenos tiempos que pasaste con tu familia

El joven pensó en lo que ella le acababa de decir, era cierto, ellos eran........su familia, si eso habían sido para el..........una familia y así los recordaría; nunca mas como la mujer que lo trataba bien, ni el hombre que le había salvado la vida, no, ellos eran algo mas, Makoto Shishio y su querida Yumi. Se quedó mirando el cielo, las hermosas estrellas y lo bella que podía llegar a ser la vida vista desde los ojos de otra persona.

Al regreso al dojo Misao se encontró con Sanosuke quien esperaba fuera de la puerta mordiendo su ya típico hueso de pescado. Encaró a la joven okashira impidiéndole el paso, este era el momento adecuado "si, esta vez si la haré enfadar" murmuró antes de empezar su discurso. Avanzo hasta posarse frente a ella  y la miro divertido por lo que ella empezó a sentirse incomoda.

- ¿Qué tanto miras cabeza de chorlito? – terminó por gritar la joven – déjame entrar

- ¿Yo?.........nada – dijo señalándose el rostro – solo pensaba en que eres una comadreja ¿no? – a esto último le dio un toque burlón para hacerla enfadar aun mas.

- ¿Qué? yo no soy ninguna comadreja – acompañado de estas palabras el peleador callejero recibió un golpe en la cabeza haciéndolo enfadar

- Me las pagaras pequeña comadreja – maldijo sobándose la cabeza - seguro el pequeño será una comadreja como tú – sonrió Sano al ver el enojo provocado a su contrincante

- ¡¡¡¡No te permito que le llames de esa manera, a mi me puedes decir como quieras pero, pero.......!!!!– Misao saco sus kuinas con enojo – ya verás...............

- Espera Misao-chan – se escuchó una voz proveniente del final del callejón, la sombra se acercó dando paso al joven de la misteriosa sonrisa, Soujiro – creo que usted le debe una disculpa – dijo posando su mano en su sobakatsu

- ¡¡¡¡¿Que?!!!! – exclamó – ¡¡yo no tengo porque pedir disculpas por algo que es verdad, el hijo de una comadreja será una comadreja!! – esto hizo que Misao volviera a perder los estribos

- Insisto en que no debería referirse a ella con ese nombre – dio un paso al frente – si usted continua en su afán por mencionar con ese nombre a Misao, tendré que oponerme y hacerle entender su error Sagara-san 

Sonosuke al verse en esa situación decidió dejar en paz el asunto, no había tenido la oportunidad de pelear con el joven, pero no por nada le llamaban "la espada celestial" y aunque este había hecho la promesa de no matar, seguro estaba que lo haría por la mujer que amaba.

- Esta bien, esta bien, te pido una disculpa – dijo refiriéndose a la joven que miraba asombrada. Nunca hubiera imaginado que el cabeza de chorlito le pidiera disculpas   

- ¿Qué?.... yo.....si esta bien

Esta fue la última provocación que recibió la okashira por parte del peleador callejero, ya que a partir de esa noche Sanosuke se limitó a dirigir sus ofensas a Kaoru y a Yahiko.

El gran templo seguía teniendo esplendor, de entre el pasto sus columnas se erigían en alta contemplación al cielo, sus pálidos muros emergían desde lo profundo de la tierra trayendo consigo algo de maleza. El silencio inquebrantable se vio interrumpido por el vuelo de varias aves, que surcando el azulado cielo daban la impresión de una nube en rápido movimiento; el estrepitoso ruido hizo que el ex-okashira abriera los ojos de golpe.

Un claro en la verde pradera; una joven saltando de un lado a otro, siendo observada por cuatro hombres; después la misma niña llorando, cambiando a ser mujer de un momento a otro. La cascada se teñía de rojo mientras la joven sumergía los pies en su estanque.

Estas imágenes era lo que podía recordar Aoshi. Se había quedado dormido durante su meditación; desde hacia casi un mes que su querida Misao se había marchado quien sabe a donde y peor aun, sin avisarle; pasaba la mitad de su tiempo investigando en donde podría encontrarse, pero los miembros del Oniwabanshu se negaban a ayudarle con la excusa de haber recibido la orden de su okashira de no informar sobre su paradero.

Padecía un gran remordimiento, se sabia culpable pero en ese entonces lo había considerado correcto, ella era por muchos años menor que él, y no se imaginaba porque quisiera compartir su vida con un asesino. La amaba, de eso estaba seguro desde el día en que se lo confesara, pero debía ocultárselo; ella era su protegida no una mujer común con la que pudiese pasar el resto de sus días.

Se levantó mirando a las afueras del templo, como extrañaba oírla correr y acercarse a el sigilosamente para que no la notase.

- ¿Dónde te encuentras Misao? – murmuró saliendo del recinto

En Tokio la mañana estaba llena de sol, las hojas y las flores adornaban las copas de los árboles, no había duda de que había llegado la primavera. Los dos jóvenes se preparaban para partir.

- Misao no crees que es mejor que te quedes con nosotros - insistía la propietaria del dojo 

- No se preocupe Kaoru-dono yo veré que Misao este bien - afirmaba el chico   

- Si......además.... yo creo que ya es hora de partir - la joven de la trenza dio un fuerte abrazo a su amiga, y así fue que la pareja se marcho dejando atrás parte de una vida. No fue mucho lo que tuvieron que recorrer para llegar al lugar deseado. Una inmensa morada les aguardaba, daba la impresión de ser un castillo. Aunque en un principio a Misao le pareció demasiado, después paso a ser algo normal para ella.

Así el tiempo se les escapo de las manos, los meses pasaron  demasiado rápido, dando comienzo al otoño. La pareja contemplaba serenamente como la brisa arrancaba en su trayecto  pequeños pedazos de lo que habían sido preciosos pétalos. El joven sonreía, mientras la chica alejada de toda perturbación admiraba con dedicación las ramas en eterno movimiento haladas por la abstracta caricia del viento. Escuchó lejanamente entre su aturdimiento una voz.

- Mi estación favorita.......el otoño – la mujer se volvió para mirar a su locutor encontrándose con esa incomparable sonrisa. El hombre cavilo una vez mas ante un viejo recuerdo, Misao sin pronunciar palabra comenzó a caminar y haló al joven para que la siguiera.

- Si es una niña creo que deberá llamarse.......... Aki* – sostuvo algunas hojas que caían de los árboles – porque también es una de mis estaciones favoritas.

                  Continuara..........

Notas: Perdonen nuevamente las tardanzas....les aseguramos que valieron la pena. ¿ No les parece bonito el nombre de Aki? Significa Otoño... Auque creemos que ya descubrieron lo que va a ser ¿no? Bueno para los que no saben( Kazy: creo que nadie aparte de Yuky, que solo le da el termino de bebé....pienso que ni siquiera sabe que sexo tiene ^^UU) pues los dejamos descubrirlo. Ya se dieron cuenta que somos muy creativas con los títulos (Kazy: uyy si.....nos matamos inventado títulos)

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Muchas, Muchas Gracias a Misao Makimashi futura de Shinomori!!!!!!.......(esperamos que lo atrapes) por darnos ánimos y apurarnos a subir el fic......¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡MIL GRACIAS!!!!!!!! Gracias a ti ahora ya casi todos los capítulo ya están arriba.