(CAPÍTULO IX)

MILO: CAMUUUUUSSSSSS!!!!!!!! Observó con horror cómo el caballero de acuario se paraba de improviso y caía lentamente. Con la velocidad de la luz llegó a su lado justo un instante antes de que tocara el suelo. MILO: Camus, Camus!!!! Dime algo! Abre los ojos! No puede ocurrirte nada. Tienes razón, soy un egoísta, en vez de cuidar de ti lo que hago es ofenderte sin pensar en lo que has sufrido por mí. No he intentado comprender tus miedos y , con mi actitud, sólo te he dejado la opción de alejarte de mi lado. Todo por este maldito orgullo... CAMUS: . MILO: Despierta! Tengo que decirte lo profundamente que te amo, quiero demostrártelo día a día pero para eso te necesito a mi lado. Te amo tanto..... CAMUS: - henchido de felicidad pero con voz débil – Es eso cierto? Me amas? MILO: - con lágrimas contenidas – Por supuesto, y sólo aspiro a convertirme algún día en un ser digno de ti. Camus abrió lentamente los ojos y le pidió a Milo que lo ayudara a incorporarse un poco. Ambos se quedaron en silencio. Al cabo de un instante: CAMUS: Lo siento Milo, podemos empezar de nuevo? Sin miedos ni reproches. MILO: Es lo que más deseo. CAMUS: Bien – suspiro – ayúdame a levantarme y vayamos a la cabaña del lago, allí podré descansar un poco y luego hablaremos. MILO: De eso nada!!! Antes de que se diese cuenta de lo que sucedía milo lo había rodeado con sus brazos y lo alzó sin darle opción a replicar. Nada más lejos de su intención. Recostó la cabeza sobre su fuerte pecho y cerró los ojos. Qué sensación tan maravillosa era el sentirse protegido por la persona amada. Llegaron a la cabaña. Milo acomodó a Camus en la cama y le arropó con una manta. MILO: Descansa un poco mientras te preparo algo caliente. Esta conversación será la que decida nuestro futuro y debes estar despejado. Asintió levemente. Nada más apoyar la cabeza en la almohada se durmió. Despertó con el aroma a café caliente y el crepitar del fuego en la chimenea pero lo mejor fue notar el tibio cuerpo del caballero de escorpio pegado al suyo. Su cara estaba hundida en los cabellos de Camus que notaba su respiración en la nuca. Irradiaba paz. Camus se volvió y quedó mirando aquel bello rostro durante un buen rato hasta que al fin despertó. CAMUS: - con una radiante sonrisa – Parece que no era el único que necesitaba recuperar fuerzas. MILO: - Qué sonrisa tan maravillosa, sólo con ella sería capaz de fundir el ártico- Pues la verdad es que no pude resistirme a tener tu cuerpo tan cerca del mío.... CAMUS: - sonrojado – Milo, te amo, por eso te aceptaré tal y como eres. No permitiré que nada ni nadie nos aleje el uno del otro y si para eso tengo que aceptar el hecho de compartirte con otros amantes...... lo aceptaré. Cuando terminó de decir esto agachó la cabeza. No se atrevía a mirarlo. Ya no había vuelta atrás, le pertenecía por completo. MILO: - con una gran emoción – Pero qué tonto eres! Mírame. Le tomó el rostro con sus manos obligándolo a subir la vista hasta que sus miradas se encontraron. MILO: Jamás! Jamás tendrás que compartirme con otro porque desde hace mucho mi corazón y mi alma son de tu propiedad. Te amo Camus y no volveré a perderte por culpa de mi orgullo.... En los ojos de Camus se habían ido formando unas lágrimas que ahora caían por su rostro. Milo comenzó a besarlas una por una hasta secar todo su rostro. MILO: Te juro que a partir de hoy las únicas lágrimas que derramarás serán de felicidad. Yo me encargaré de eso. CAMUS: Lo sé. Y selló sus labios con los propios en un beso, largamente esperado (), cargado de amor puro y sincero. Aquel que sólo existe cuando dos personas luchan por la otra ante cualquier adversidad sin importar lo duro o difícil que sea.

Un amor que sólo se produce cuando dos almas se funden para formar una sola.

FIN.