2. Despertar en casa de Malfoy
Draco y Ginny comenzaron a caminar por la acera. Salían de un bar llamado "El Infierno", y ya llevaban tres horas discutiendo juntos.
-¿Sabes? – dijo ella, rompiendo el hielo tras la decimonovena discusión – Le estoy empezando a coger el tranquillo a esto. – levantó su cóctel, brindó con el cielo y se lo bebió de un trago.
-El mejor alcohol es el que te preparas tu mismo, así sabes que no está adulterado. – comentó él, sacando una botella de vodka y otra de refresco de limón del bolsillo mágico de su traje.
-Eres un vulgar ladrón. – dijo ella, riendo con bastante poca sobriedad.
-En realidad no. Lo he sacado de la fiesta de Potter. Había barra libre, ¿no? Pues me he servido. Me encantará la cara que va a poner cuando vea que faltan estas, y otras ocho iguales.
-¡¡¡No seas bruto!!! – grito ella, estallando en carcajadas - ¡¡¡¿¿¿Has cogido ocho???!!!
-Exacto. – el rubio bebió un trago de vodka y otro de refresco, y sonrió con satisfacción.
-No deberías beber más. – dijo ella – Ya estás borracho. Así que dámelo.
-¡¡¡Tú también estás borracha!!! – exclamó él – Además, las mujeres no sabéis beber así. . .
-¿Que no? Trae pa'cá.
La pelirroja arrancó literalmente las bebidas de las manos de Draco, y repitió el gesto de él. Pero el rubio no pareció muy impresionado. Sonrió.
-¿Adónde vamos ahora, Weasley?
El ruido de una puerta al abrirse retumbó en su cabeza. ¡Cómo le dolía! Lanzó un gruñido, pero solo consiguió que dicho gruñido se uniese a la amalgama de ruidos que había en su cabeza. Pero lo que peor le sentaba es que algún gilipollas estaba subiendo la persiana, y además de hacer ruido, entraba luz. Lo iba a matarrrrr!!! Aún con los ojos cerrados, se planteó qué hacía dicho gilipollas en su casa. Toda su familia sabía que estaba prohibido entrar en su cuarto, y que quien violaba la prohibición se encontraba con una terrible venganza. Abrió los ojos. Había un chico rubio, muy guapo, trajeado, subiendo la dichosa persiana. Su mente, que no pensaba con claridad, le indicó primero que era un ángel. O tal vez un demonio, que los ángeles no malgastaban su tiempo despertando a la gente. Abrió los ojos de nuevo, durante un instante.
-Despiértate ya, ¿quieres? Y lárgate cuanto antes. – dijo el tipo, saliendo de la habitación.
Ella se sentó sobre la cama. Quería parar aquella luz y aquel horrible dolor. Miró a su alrededor en busca de su varita. No estaba en su casa. Y bien pensado, el gilipollas guapo de ojos grises era. . .
-Joderrrr!!! – exclamó.
Automáticamente el taco hizo eco en su cabeza. Cuando el shock del grito se hubo amortiguado un poco, pensó qué demonios hacía en casa de Malfoy. - Miró bajo las sábana. – Y qué demonios hacía desnuda. No podía ser. No podía ser. Se había acostado con Malfoy (puaj! Las ganas de vomitar eran por la resaca o por el asqueroso hecho?). . . no podía ser. ¿CÓMO HABÍA LLEGADO A OCURRIR ALGO COMO AQUELLO? Enrollándose las sábanas al cuerpo, se levantó de la cama. Bajó unas escaleras. Abrió una puerta. El aire frío le golpeó la cara, despejándola. Un coche negro se alejaba a toda velocidad. Bajó las escaleras del porche y fue a la parte de atrás de la casa, mojándose los pies descalzos con la verde hierba cubierta de rocío. Estaba en un chalet de las montañas. ¿Cómo había llegado hasta allí desde el centro? Muchos otros chalets se veían MUY a lo lejos y el suyo no era un chalet cualquiera. Era bastante grande. Con un jardín aún más enorme (lleno de flores y fuentes) y una piscina gigantesca. El aire se volvió demasiado frío y se notó temblar bajo las sábanas (de seda, violeta claro y blancas). Volvió de nuevo a la casa. Malfoy se estaba comiendo una tostada cuando (de un modo muy grosero) había ido a despertarla, así que tendría que haber desayuno en la cocina. La cocina resultó ser la única puerta abierta (en esos instantes) del pasillo, y en ella estaban los restos de un desayuno. Pero nada más. El frigorífico, vacío. También la despensa. "Cabrón." Abrió la puerta siguiente. Era un estudio. Muy ordenado. Pasó a la siguiente: un baño. Había muchísimas sales y aceites, una ducha de chorros, un jacuzzi más grande que el baño de su casa. . . Decidió salir del baño antes de morirse de la envidia. La siguiente puerta era el salón. El salón, decorado en verde y negro con muchísimo gusto (y los muebles eran de ébano verdadero: qué lujazo!!!), estaba desordenado en contraste al resto del la casa. Sobre una de las mesas había todo tipo de botellas de bebidas (alcohólicas y no alcohólicas) vacías o medio vacías. La alfombra, arrugada. Junto a la otra mesa (vacía), en el suelo, había un montón d revistas tiradas. Y agua. Y un jarrón roto. Y flores. Y uno de sus zapatos. Y una chaqueta de traje masculino. Su otro zapato se encontraba en el sofá, al lado de su bolso. A pocos centímetros de ella, junto a la puerta, había un zapato de hombre. El otro se encontraba en medio del pasillo. Y una corbata al pie de las escaleras. Empezó a subir dichas escaleras. Su chal. Una camisa de hombre un poco más arriba. Su vestido, medio roto, en medio del pasillo de arriba. Dentro de la habitación, los pantalones de. . . de. . . uf! Encima de la cama, antes cubiertas por las sábanas, había tres piezas de ropa interior. Dos eran suyas. Y las mejores. Al menos, no eran rosas y con corazones. Tenía que mirar a ver cómo se largaba. Y con qué ropa. Buscó su varita. Tal vez con ella pudiese "transformar" algo de la ropa limpia de él. Encontró su varita rota en tres trozos bajo la cama. "Hijo de puta" – pensó automáticamente. No habría reducción. Abrir el armario fue una auténtica sorpresa. Estaba la esperada colección de trajes, zapatos, camisas y corbatas ordenadas por colores. Y las famosas camisas y camisetas de sport negras, y los jeans supuestamente ajustados. Todo ello. . . en la parte derecha. En la parte izquierda había una infinita colección de zapatos de tacón (algunos muy feos, otros aceptables) todos de marca. Y muchos trajes (de pantalón o con minifalda) y vestidos de noche, y camisas y. . . ropa femenina. Mucha y muy MUY cara ropa femenina. Y más bolsos juntos de los que había visto en su vida. Y un juego de llaves. La pelirroja se quedó shockeada (de nuevo). Malfoy vivía (y dormía, ahora que se fijaba, la cama era de matrimonio) con una mujer. Y aunque no estaban casados (Malfoy casado? Además, no había argolla en su dedo), apostaba a que llevaban bastante tiempo juntos. Echó un vistazo fugaz en el baño que estaba incluido en la habitación. Había cosméticos, y horquillas (para qué quiere horquillas un hombre?!!!), y otro jacuzzi. Y una mesilla con una de esas cubiteras metálicas que se llenaban de hielo para meter champán. Y dos copas. Y dos cepillos de dientes, entre otras cosas. Suspiró. O séase, que Malfoy le había puesto los cuernos a su novia con ella. Volvió a mirar la parte femenina del armario. Era muy raro que no hubiese vaqueros. Ni siquiera unos de marca. Escogió unos pantalones de traje negros. Y una camiseta (muy elegante, eso sí) con cuello barco, blanca. Y una chaqueta a juego con los pantalones. Y un elegantísimo (y probablemente muy caro) cinturón blanco. Y lo más bonito de todo: una gabardina blanca. Aún con el precio (desorbitado, por cierto) escrito en al etiqueta. Se lo puso todo (por supuesto quitando la etiqueta) y se miró al enorme espejo que había en la pared. A pesar de que ella se sentía un poco apretada en el pecho y las caderas, el traje le sentaba como un guante. Pudo deducir que la mujer que vivía con Malfoy era el prototipo de mujer completamente recta, sin curvas. Y como el traje le quedaba bien de largo, a pesar de ser más ancha de caderas que la dueña (aunque no estaba gorda ni mucho menos, simplemente la forma de su cuerpo era distinta), dedujo que la susodicha era unos. . . tres o cuatro centímetros más alta. Quitó un pelo de otro traje que colgaba de una percha en el armario. Además, la novia de Malfoy era rubia. Cogió uno de los bolsos. Blanco. De verdadera piel de avestruz. (Qué gusto le estaba dando aquello!!!). Y el juego de llaves. Bajó las escaleras. Era raro que en toda la casa no hubiese ni una sola foto. Pasó por el salón a recoger el bolso y los zapatos. La ropa interior la llevaba puesta y el vestido había quedado inservible. Que se jodiese Malfoy para explicar a su novia la presencia del vestido en el pasillo. Abrió la puerta de la parte de abajo que le quedaba por ver. Por curiosidad. Había un coche plateado. Precioso. Con las llaves puestas. . .
-Ginny, no. . . – se dijo.
Pero ya era tarde. Se montó en el coche y se dispuso a escapar de aquella "casa del terror". Conducir aquel Porche era un auténtico placer. Y no era una ladrona. Ni mucho menos. No era su culpa que Malfoy la hubiese dejado sin ropa, sin varita, sin modo de volver a casa. . . sin desayunar – añadió con mala leche, acelerando el coche. Definitivamente, no era su culpa. Se había visto en la obligación de ponerse ropa cara, y zapatos y bolso caros, para no volver desnuda. Y a coger el coche, para regresar a su casa. Y el juego de llaves. . . para jorobar más que nada. Nadie la dejaba medio tirada y sin medios de supervivencia sin que ella se vengase. Hombre.
Draco Malfoy disfrutaba de la velocidad de su jaguar y de su nuevo disco de "chill out" (en esos momentos, por la resaca, no podía escuchar otra cosa).
Despertar al lado de la Weasley había resultado ser una experiencia y todo. Estaba acostumbrado a acostarse con mujeres ostentosamente sensuales y habitualmente guapas todas las noches. Y a levantarse con. . . bueno, con mujeres normalillas que no solían estar a la altura. Los cambios eran espectaculares. Había que reconocer que el maquillaje, las bragas-faja y los sujetadores con relleno hacían maravillas con las féminas. Aquella comadreja, que no había sido tan lista como se pensaba y había acabado donde todas, había sido una tremenda sorpresa. La noche anterior pensó que estaba guapa. Pero por la mañana su aspecto era más o menos el mismo. No era ningún bellezón de esos que te volvías a mirar por la calle, pero por el momento no le había encontrado ningún defecto. Esa tía con maquillaje y demás pamplinas debía de ser la ostia. Aún recordaba el calor que despedía su cuerpo, y lo sensuales que eran sus labios y caderas, y el olor a vainilla y chocolate que impregnaba su cama. ¿Habría ambientador de Weasley? No obstante, aunque la chica le había impresionado, no era una mujer para presumir. Las otras serían totalmente falsas (y de hecho por la mañana daban miedo), pero el único que las veía por la mañana era él. En cambio, la noche anterior habían sido el centro de atención de todos los hombres de la fiesta, la envidia de todas las mujeres, y eso era precisamente lo que más le gustaba. Aparcó el coche. Entró por la puerta de la empresa. De SU empresa. Era tan agradable poder dar órdenes a todos. . . Subió por el ascensor hasta la última planta. SU planta. Pasó directo al despacho, sin saludar a nadie. Su secretaria corrió detrás de él.
-Hoy tenemos. . .? – preguntó.
Ella se puso nerviosa y se estiró la falda.
-Ha llegado usted tarde, señor. He suspendido. . .
-Soy el jefe. El jefe nunca llega tarde. – corrigió él.
Ella se puso aún más nerviosa. "¡Nuevas!"
-He suspendido una reunión de personal y otra de accionistas. Tiene tres cuartos de hora libres, señor. Ha llamado la señorita Meylss, llega hoy a las doce cuarenta y cinco. Dice que lo espera en el aeropuerto. Ha reservado mesa para los dos en Luigi's, un italiano. Aquí tiene la dirección. – le pasó una dirección en un papelito.
"Joderr!!! Ya está ésta aquí!"
-Reserve una mesa en el quake y desbloquea la reserva de Luigi's, ¿de acuerdo?
-Como usted diga, señor. – ella se dispuso a salir.
-¿Ha faltado al trabajo alguien hoy? – le gustaba tenerlo todo controlado. A ver si había alguien a quien echar la bronca. Quien faltaba a trabajar injustificadamente, era amonestado. Y si se repetía, podía incluso llegar a cobrar menos.
-Emmm. . . esteeem. . . sí. Virginia Weasley, señor. Es secretaria en la primera planta.
Él se quedó shockeado. ¿Desde cuando ella trabajaba para él? Estaba aturdido. . . mucho.
-¿Desea algo más?
No podía trabajar con ella. No.
-Emm. . . sí. Despídala. En cuanto llegue.
-Pero señor, - interrumpió ella – empezó a trabajar la semana pasada. Tiene un contrato de tres meses, prorrogable. Le puede denunciar y. . .
-No creo que se moleste en hacerlo, en cualquier caso, no es asunto tuyo. Es una orden. Hágalo.
"joderrr" se repitió.
Un rato después de salir del chalet, Ginny ya estaba en su casa. Aparcó justo enfrente de la puerta, sintiendo la agitación que se producía en la casa. Se puso unas gafas de sol (preciosas, de Gucci), agarró el bolso y se guardó las llaves en el bolsillo de la gabardina. Se bajó, cerró de un portazo y caminó tiesa como un palo, con sus tacones, hasta la puerta. Abrió y pasó de largo. . . hasta que alguien se puso en medio. No estab de humor. . .
-¡¿Dónde te crees que has estado?! ¡Te largaste!
-Mira, Ronald, no estoy de humor. . .
-Osea, que tienes resaca!!! – exclamó.
-Pues sí, Ron, sí. Tengo resaca. ¿Y qué?
-Ginny, no contestes asía tu hermano. – dijo un ojiverde por detrás.
-Tú no te metas donde no te llaman. - Ginny se dirigió al baño. – Por cierto, me voy de casa.
-Gin, cielo, ¿para eso no necesitas un buen trabajo? – preguntó Hermione.
-Tengo un trabajo.
-Sí, - dijo Luna – te trabajas a Draco Malfoy, no me digas más. Ese es su coche, ¿no?
Ginny estaba furiosa. MUY furiosa.
-Sí, es su coche. ¿Contentos?
-¡¡¡Y nosotros preocupados!!! – exclamó Ron.
-Nadie os mandó. Ni que hubiese desaparecido una semana!
Se metió a la ducha. Cuando salió, se encontró a Hermione sentada en su cama.
-¿Te has acostado con Draco Malfoy?
-Sí. – confesó ella, secándose el pelo.
-Ahora te debes de sentir muy. . . usada. Pero es lo que Malfoy hace con las mujeres y no tienes por qué sentirte mal. Con ese culo, nos podría pasar a cualquiera y. . .
"No me acuerdo. No me acuerdo, no me acuerdo, no me acuerdo. Coño."
-No soy un rollo. Estamos saliendo. En serio. Eso para él significa unos. . . tres meses a lo sumo. Pero yo me estoy divirtiendo. Él me gusta. Me gusta mucho. Pero no permitiré que me haga daño. ¿Vale? – qué bien se le daba inventar cosas.
Hermione se calló.
-Lo siento. Bueno, yo. . . te espero fuera, ¿vale?
-Okay.
Ginny empezó a echarse crema en las piernas.
-Por fin en casa – dijo ella, besándolo en los labios. – Yo me voy bajando mientras tu aparcas el coche, ¿vale?
Él aparcó el coche. Pero no había coche plateado al lado. ¿Qué demonios. . .? Se escuchó un grito. Otro.
-¡¡¡Dracooo!!! – Sylvia apareció llorando con un vestido negro en al mano - ¿Qué significa esto? ¿Y qué es lo que ha pasado en el salón, eh? ¿Y por qué no está mi coche? ¿Por qué mi armario está revuelto?
"Maldita Weasley. ¡¡¡MALDITA WEASLEY!!!". No le quedó otro remedio que disimular.
-Cariño, cero que han entrado ocupas. Esta noche yo he estado de boda. No he pasado por aquí.
Ella lo miró con desconfianza.
-Una infidelidad, Draco, me entero de que me pones los cuernos, y te juro que te castro!!! Y NADA DE FUSIÓN!!! – gritó.
"Lo que se hace por dinero. . .".
Ginny llegó al trabajo. Y encontró una caja sobre su mesa. Llena de cosas. Miró a su compañera.
-¿Qué significa esto?
-Te han echado. . . – dijo la rubia – y no la jefa de sección gilipollas, no. Te ha echado el de arriba.
-¿El de arriba? – preguntó la pelirroja, totalmente indignada.
-Sí, trabajas para Draco Malfoy. ¡Como si no supieras cómo es!
Ginny se quedó pálida. No sabía si de la impresión, el susto, la ira, la rabia, el disgusto. . . Se estaba cabreando. . .
Weno, aquí acaba el capítulo uno. Espero que os halla gustado. Ya sabéis, cobre reviews. Así que si habéis leído, no seais morosas!!! Dejad revi!!! Da lo mismo si es felicitación o crítica, pero quiero ver estallar mi buzón. . . Quería agradecer enormemente a quienes sí se tomaron la molestia de dejarme R&R, a ver si me lo vuelven a dejar.
Sara Meliss: Creo que he actualizado pronto, no??? Espero seguir inspirada y no dejarte colgada!!! Espero que te haya gustado el primer capítulo, aunque las cosas no sean color de rosa en él. . .
Lil sonis: Sí, dudo muchísimo que Rowling se moleste en denunciarme. A mí también me gusta más esta Ginny. El hehco de por qué Harry y Luna se casan lo explicaré en el próximo capítulo. Tal vez en el tercero, no sé. No es casualidad. Pero Harry/Hermione no sería en ningún caso. No pegan. Herms y Ron 4ever. He actualizado pronto, así que deja revi pronto!!! ;-)
Misao: Yo ya he actualizado pronto. Tú sigue leyendo!!!
Claudia: muchísimas gracias. Seguro que tu me das suerte. Espero que este capítulo te guste, y sigas leyendo. Muchas gracias por el R&R y disfruta del capítulo!
Momo Cicerone: creo que coincidimos perfectamente. El D/G es mi pareja favorita. Pero Tonks y remus también están "predestinados". Un día de estos escribiré un fic sobre ellos. Cuando no esté tan okupada. No sabes la tinta que sudé para que los diálogos quedasen bien, así que me alegro de que los aprecies. ¿Qué te parece este capítulo? Weno., un besazo, reina.
"Si amas algo, déjalo libre. Si regresa, es tuyo. Si no, es porque nunca lo fue". "Cuando el mundo esté destruido, cuando no existan las sonrisas, cuando la oscuridad invada nuestros corazones, mi esperanza estará allí".
Draco y Ginny comenzaron a caminar por la acera. Salían de un bar llamado "El Infierno", y ya llevaban tres horas discutiendo juntos.
-¿Sabes? – dijo ella, rompiendo el hielo tras la decimonovena discusión – Le estoy empezando a coger el tranquillo a esto. – levantó su cóctel, brindó con el cielo y se lo bebió de un trago.
-El mejor alcohol es el que te preparas tu mismo, así sabes que no está adulterado. – comentó él, sacando una botella de vodka y otra de refresco de limón del bolsillo mágico de su traje.
-Eres un vulgar ladrón. – dijo ella, riendo con bastante poca sobriedad.
-En realidad no. Lo he sacado de la fiesta de Potter. Había barra libre, ¿no? Pues me he servido. Me encantará la cara que va a poner cuando vea que faltan estas, y otras ocho iguales.
-¡¡¡No seas bruto!!! – grito ella, estallando en carcajadas - ¡¡¡¿¿¿Has cogido ocho???!!!
-Exacto. – el rubio bebió un trago de vodka y otro de refresco, y sonrió con satisfacción.
-No deberías beber más. – dijo ella – Ya estás borracho. Así que dámelo.
-¡¡¡Tú también estás borracha!!! – exclamó él – Además, las mujeres no sabéis beber así. . .
-¿Que no? Trae pa'cá.
La pelirroja arrancó literalmente las bebidas de las manos de Draco, y repitió el gesto de él. Pero el rubio no pareció muy impresionado. Sonrió.
-¿Adónde vamos ahora, Weasley?
El ruido de una puerta al abrirse retumbó en su cabeza. ¡Cómo le dolía! Lanzó un gruñido, pero solo consiguió que dicho gruñido se uniese a la amalgama de ruidos que había en su cabeza. Pero lo que peor le sentaba es que algún gilipollas estaba subiendo la persiana, y además de hacer ruido, entraba luz. Lo iba a matarrrrr!!! Aún con los ojos cerrados, se planteó qué hacía dicho gilipollas en su casa. Toda su familia sabía que estaba prohibido entrar en su cuarto, y que quien violaba la prohibición se encontraba con una terrible venganza. Abrió los ojos. Había un chico rubio, muy guapo, trajeado, subiendo la dichosa persiana. Su mente, que no pensaba con claridad, le indicó primero que era un ángel. O tal vez un demonio, que los ángeles no malgastaban su tiempo despertando a la gente. Abrió los ojos de nuevo, durante un instante.
-Despiértate ya, ¿quieres? Y lárgate cuanto antes. – dijo el tipo, saliendo de la habitación.
Ella se sentó sobre la cama. Quería parar aquella luz y aquel horrible dolor. Miró a su alrededor en busca de su varita. No estaba en su casa. Y bien pensado, el gilipollas guapo de ojos grises era. . .
-Joderrrr!!! – exclamó.
Automáticamente el taco hizo eco en su cabeza. Cuando el shock del grito se hubo amortiguado un poco, pensó qué demonios hacía en casa de Malfoy. - Miró bajo las sábana. – Y qué demonios hacía desnuda. No podía ser. No podía ser. Se había acostado con Malfoy (puaj! Las ganas de vomitar eran por la resaca o por el asqueroso hecho?). . . no podía ser. ¿CÓMO HABÍA LLEGADO A OCURRIR ALGO COMO AQUELLO? Enrollándose las sábanas al cuerpo, se levantó de la cama. Bajó unas escaleras. Abrió una puerta. El aire frío le golpeó la cara, despejándola. Un coche negro se alejaba a toda velocidad. Bajó las escaleras del porche y fue a la parte de atrás de la casa, mojándose los pies descalzos con la verde hierba cubierta de rocío. Estaba en un chalet de las montañas. ¿Cómo había llegado hasta allí desde el centro? Muchos otros chalets se veían MUY a lo lejos y el suyo no era un chalet cualquiera. Era bastante grande. Con un jardín aún más enorme (lleno de flores y fuentes) y una piscina gigantesca. El aire se volvió demasiado frío y se notó temblar bajo las sábanas (de seda, violeta claro y blancas). Volvió de nuevo a la casa. Malfoy se estaba comiendo una tostada cuando (de un modo muy grosero) había ido a despertarla, así que tendría que haber desayuno en la cocina. La cocina resultó ser la única puerta abierta (en esos instantes) del pasillo, y en ella estaban los restos de un desayuno. Pero nada más. El frigorífico, vacío. También la despensa. "Cabrón." Abrió la puerta siguiente. Era un estudio. Muy ordenado. Pasó a la siguiente: un baño. Había muchísimas sales y aceites, una ducha de chorros, un jacuzzi más grande que el baño de su casa. . . Decidió salir del baño antes de morirse de la envidia. La siguiente puerta era el salón. El salón, decorado en verde y negro con muchísimo gusto (y los muebles eran de ébano verdadero: qué lujazo!!!), estaba desordenado en contraste al resto del la casa. Sobre una de las mesas había todo tipo de botellas de bebidas (alcohólicas y no alcohólicas) vacías o medio vacías. La alfombra, arrugada. Junto a la otra mesa (vacía), en el suelo, había un montón d revistas tiradas. Y agua. Y un jarrón roto. Y flores. Y uno de sus zapatos. Y una chaqueta de traje masculino. Su otro zapato se encontraba en el sofá, al lado de su bolso. A pocos centímetros de ella, junto a la puerta, había un zapato de hombre. El otro se encontraba en medio del pasillo. Y una corbata al pie de las escaleras. Empezó a subir dichas escaleras. Su chal. Una camisa de hombre un poco más arriba. Su vestido, medio roto, en medio del pasillo de arriba. Dentro de la habitación, los pantalones de. . . de. . . uf! Encima de la cama, antes cubiertas por las sábanas, había tres piezas de ropa interior. Dos eran suyas. Y las mejores. Al menos, no eran rosas y con corazones. Tenía que mirar a ver cómo se largaba. Y con qué ropa. Buscó su varita. Tal vez con ella pudiese "transformar" algo de la ropa limpia de él. Encontró su varita rota en tres trozos bajo la cama. "Hijo de puta" – pensó automáticamente. No habría reducción. Abrir el armario fue una auténtica sorpresa. Estaba la esperada colección de trajes, zapatos, camisas y corbatas ordenadas por colores. Y las famosas camisas y camisetas de sport negras, y los jeans supuestamente ajustados. Todo ello. . . en la parte derecha. En la parte izquierda había una infinita colección de zapatos de tacón (algunos muy feos, otros aceptables) todos de marca. Y muchos trajes (de pantalón o con minifalda) y vestidos de noche, y camisas y. . . ropa femenina. Mucha y muy MUY cara ropa femenina. Y más bolsos juntos de los que había visto en su vida. Y un juego de llaves. La pelirroja se quedó shockeada (de nuevo). Malfoy vivía (y dormía, ahora que se fijaba, la cama era de matrimonio) con una mujer. Y aunque no estaban casados (Malfoy casado? Además, no había argolla en su dedo), apostaba a que llevaban bastante tiempo juntos. Echó un vistazo fugaz en el baño que estaba incluido en la habitación. Había cosméticos, y horquillas (para qué quiere horquillas un hombre?!!!), y otro jacuzzi. Y una mesilla con una de esas cubiteras metálicas que se llenaban de hielo para meter champán. Y dos copas. Y dos cepillos de dientes, entre otras cosas. Suspiró. O séase, que Malfoy le había puesto los cuernos a su novia con ella. Volvió a mirar la parte femenina del armario. Era muy raro que no hubiese vaqueros. Ni siquiera unos de marca. Escogió unos pantalones de traje negros. Y una camiseta (muy elegante, eso sí) con cuello barco, blanca. Y una chaqueta a juego con los pantalones. Y un elegantísimo (y probablemente muy caro) cinturón blanco. Y lo más bonito de todo: una gabardina blanca. Aún con el precio (desorbitado, por cierto) escrito en al etiqueta. Se lo puso todo (por supuesto quitando la etiqueta) y se miró al enorme espejo que había en la pared. A pesar de que ella se sentía un poco apretada en el pecho y las caderas, el traje le sentaba como un guante. Pudo deducir que la mujer que vivía con Malfoy era el prototipo de mujer completamente recta, sin curvas. Y como el traje le quedaba bien de largo, a pesar de ser más ancha de caderas que la dueña (aunque no estaba gorda ni mucho menos, simplemente la forma de su cuerpo era distinta), dedujo que la susodicha era unos. . . tres o cuatro centímetros más alta. Quitó un pelo de otro traje que colgaba de una percha en el armario. Además, la novia de Malfoy era rubia. Cogió uno de los bolsos. Blanco. De verdadera piel de avestruz. (Qué gusto le estaba dando aquello!!!). Y el juego de llaves. Bajó las escaleras. Era raro que en toda la casa no hubiese ni una sola foto. Pasó por el salón a recoger el bolso y los zapatos. La ropa interior la llevaba puesta y el vestido había quedado inservible. Que se jodiese Malfoy para explicar a su novia la presencia del vestido en el pasillo. Abrió la puerta de la parte de abajo que le quedaba por ver. Por curiosidad. Había un coche plateado. Precioso. Con las llaves puestas. . .
-Ginny, no. . . – se dijo.
Pero ya era tarde. Se montó en el coche y se dispuso a escapar de aquella "casa del terror". Conducir aquel Porche era un auténtico placer. Y no era una ladrona. Ni mucho menos. No era su culpa que Malfoy la hubiese dejado sin ropa, sin varita, sin modo de volver a casa. . . sin desayunar – añadió con mala leche, acelerando el coche. Definitivamente, no era su culpa. Se había visto en la obligación de ponerse ropa cara, y zapatos y bolso caros, para no volver desnuda. Y a coger el coche, para regresar a su casa. Y el juego de llaves. . . para jorobar más que nada. Nadie la dejaba medio tirada y sin medios de supervivencia sin que ella se vengase. Hombre.
Draco Malfoy disfrutaba de la velocidad de su jaguar y de su nuevo disco de "chill out" (en esos momentos, por la resaca, no podía escuchar otra cosa).
Despertar al lado de la Weasley había resultado ser una experiencia y todo. Estaba acostumbrado a acostarse con mujeres ostentosamente sensuales y habitualmente guapas todas las noches. Y a levantarse con. . . bueno, con mujeres normalillas que no solían estar a la altura. Los cambios eran espectaculares. Había que reconocer que el maquillaje, las bragas-faja y los sujetadores con relleno hacían maravillas con las féminas. Aquella comadreja, que no había sido tan lista como se pensaba y había acabado donde todas, había sido una tremenda sorpresa. La noche anterior pensó que estaba guapa. Pero por la mañana su aspecto era más o menos el mismo. No era ningún bellezón de esos que te volvías a mirar por la calle, pero por el momento no le había encontrado ningún defecto. Esa tía con maquillaje y demás pamplinas debía de ser la ostia. Aún recordaba el calor que despedía su cuerpo, y lo sensuales que eran sus labios y caderas, y el olor a vainilla y chocolate que impregnaba su cama. ¿Habría ambientador de Weasley? No obstante, aunque la chica le había impresionado, no era una mujer para presumir. Las otras serían totalmente falsas (y de hecho por la mañana daban miedo), pero el único que las veía por la mañana era él. En cambio, la noche anterior habían sido el centro de atención de todos los hombres de la fiesta, la envidia de todas las mujeres, y eso era precisamente lo que más le gustaba. Aparcó el coche. Entró por la puerta de la empresa. De SU empresa. Era tan agradable poder dar órdenes a todos. . . Subió por el ascensor hasta la última planta. SU planta. Pasó directo al despacho, sin saludar a nadie. Su secretaria corrió detrás de él.
-Hoy tenemos. . .? – preguntó.
Ella se puso nerviosa y se estiró la falda.
-Ha llegado usted tarde, señor. He suspendido. . .
-Soy el jefe. El jefe nunca llega tarde. – corrigió él.
Ella se puso aún más nerviosa. "¡Nuevas!"
-He suspendido una reunión de personal y otra de accionistas. Tiene tres cuartos de hora libres, señor. Ha llamado la señorita Meylss, llega hoy a las doce cuarenta y cinco. Dice que lo espera en el aeropuerto. Ha reservado mesa para los dos en Luigi's, un italiano. Aquí tiene la dirección. – le pasó una dirección en un papelito.
"Joderr!!! Ya está ésta aquí!"
-Reserve una mesa en el quake y desbloquea la reserva de Luigi's, ¿de acuerdo?
-Como usted diga, señor. – ella se dispuso a salir.
-¿Ha faltado al trabajo alguien hoy? – le gustaba tenerlo todo controlado. A ver si había alguien a quien echar la bronca. Quien faltaba a trabajar injustificadamente, era amonestado. Y si se repetía, podía incluso llegar a cobrar menos.
-Emmm. . . esteeem. . . sí. Virginia Weasley, señor. Es secretaria en la primera planta.
Él se quedó shockeado. ¿Desde cuando ella trabajaba para él? Estaba aturdido. . . mucho.
-¿Desea algo más?
No podía trabajar con ella. No.
-Emm. . . sí. Despídala. En cuanto llegue.
-Pero señor, - interrumpió ella – empezó a trabajar la semana pasada. Tiene un contrato de tres meses, prorrogable. Le puede denunciar y. . .
-No creo que se moleste en hacerlo, en cualquier caso, no es asunto tuyo. Es una orden. Hágalo.
"joderrr" se repitió.
Un rato después de salir del chalet, Ginny ya estaba en su casa. Aparcó justo enfrente de la puerta, sintiendo la agitación que se producía en la casa. Se puso unas gafas de sol (preciosas, de Gucci), agarró el bolso y se guardó las llaves en el bolsillo de la gabardina. Se bajó, cerró de un portazo y caminó tiesa como un palo, con sus tacones, hasta la puerta. Abrió y pasó de largo. . . hasta que alguien se puso en medio. No estab de humor. . .
-¡¿Dónde te crees que has estado?! ¡Te largaste!
-Mira, Ronald, no estoy de humor. . .
-Osea, que tienes resaca!!! – exclamó.
-Pues sí, Ron, sí. Tengo resaca. ¿Y qué?
-Ginny, no contestes asía tu hermano. – dijo un ojiverde por detrás.
-Tú no te metas donde no te llaman. - Ginny se dirigió al baño. – Por cierto, me voy de casa.
-Gin, cielo, ¿para eso no necesitas un buen trabajo? – preguntó Hermione.
-Tengo un trabajo.
-Sí, - dijo Luna – te trabajas a Draco Malfoy, no me digas más. Ese es su coche, ¿no?
Ginny estaba furiosa. MUY furiosa.
-Sí, es su coche. ¿Contentos?
-¡¡¡Y nosotros preocupados!!! – exclamó Ron.
-Nadie os mandó. Ni que hubiese desaparecido una semana!
Se metió a la ducha. Cuando salió, se encontró a Hermione sentada en su cama.
-¿Te has acostado con Draco Malfoy?
-Sí. – confesó ella, secándose el pelo.
-Ahora te debes de sentir muy. . . usada. Pero es lo que Malfoy hace con las mujeres y no tienes por qué sentirte mal. Con ese culo, nos podría pasar a cualquiera y. . .
"No me acuerdo. No me acuerdo, no me acuerdo, no me acuerdo. Coño."
-No soy un rollo. Estamos saliendo. En serio. Eso para él significa unos. . . tres meses a lo sumo. Pero yo me estoy divirtiendo. Él me gusta. Me gusta mucho. Pero no permitiré que me haga daño. ¿Vale? – qué bien se le daba inventar cosas.
Hermione se calló.
-Lo siento. Bueno, yo. . . te espero fuera, ¿vale?
-Okay.
Ginny empezó a echarse crema en las piernas.
-Por fin en casa – dijo ella, besándolo en los labios. – Yo me voy bajando mientras tu aparcas el coche, ¿vale?
Él aparcó el coche. Pero no había coche plateado al lado. ¿Qué demonios. . .? Se escuchó un grito. Otro.
-¡¡¡Dracooo!!! – Sylvia apareció llorando con un vestido negro en al mano - ¿Qué significa esto? ¿Y qué es lo que ha pasado en el salón, eh? ¿Y por qué no está mi coche? ¿Por qué mi armario está revuelto?
"Maldita Weasley. ¡¡¡MALDITA WEASLEY!!!". No le quedó otro remedio que disimular.
-Cariño, cero que han entrado ocupas. Esta noche yo he estado de boda. No he pasado por aquí.
Ella lo miró con desconfianza.
-Una infidelidad, Draco, me entero de que me pones los cuernos, y te juro que te castro!!! Y NADA DE FUSIÓN!!! – gritó.
"Lo que se hace por dinero. . .".
Ginny llegó al trabajo. Y encontró una caja sobre su mesa. Llena de cosas. Miró a su compañera.
-¿Qué significa esto?
-Te han echado. . . – dijo la rubia – y no la jefa de sección gilipollas, no. Te ha echado el de arriba.
-¿El de arriba? – preguntó la pelirroja, totalmente indignada.
-Sí, trabajas para Draco Malfoy. ¡Como si no supieras cómo es!
Ginny se quedó pálida. No sabía si de la impresión, el susto, la ira, la rabia, el disgusto. . . Se estaba cabreando. . .
Weno, aquí acaba el capítulo uno. Espero que os halla gustado. Ya sabéis, cobre reviews. Así que si habéis leído, no seais morosas!!! Dejad revi!!! Da lo mismo si es felicitación o crítica, pero quiero ver estallar mi buzón. . . Quería agradecer enormemente a quienes sí se tomaron la molestia de dejarme R&R, a ver si me lo vuelven a dejar.
Sara Meliss: Creo que he actualizado pronto, no??? Espero seguir inspirada y no dejarte colgada!!! Espero que te haya gustado el primer capítulo, aunque las cosas no sean color de rosa en él. . .
Lil sonis: Sí, dudo muchísimo que Rowling se moleste en denunciarme. A mí también me gusta más esta Ginny. El hehco de por qué Harry y Luna se casan lo explicaré en el próximo capítulo. Tal vez en el tercero, no sé. No es casualidad. Pero Harry/Hermione no sería en ningún caso. No pegan. Herms y Ron 4ever. He actualizado pronto, así que deja revi pronto!!! ;-)
Misao: Yo ya he actualizado pronto. Tú sigue leyendo!!!
Claudia: muchísimas gracias. Seguro que tu me das suerte. Espero que este capítulo te guste, y sigas leyendo. Muchas gracias por el R&R y disfruta del capítulo!
Momo Cicerone: creo que coincidimos perfectamente. El D/G es mi pareja favorita. Pero Tonks y remus también están "predestinados". Un día de estos escribiré un fic sobre ellos. Cuando no esté tan okupada. No sabes la tinta que sudé para que los diálogos quedasen bien, así que me alegro de que los aprecies. ¿Qué te parece este capítulo? Weno., un besazo, reina.
"Si amas algo, déjalo libre. Si regresa, es tuyo. Si no, es porque nunca lo fue". "Cuando el mundo esté destruido, cuando no existan las sonrisas, cuando la oscuridad invada nuestros corazones, mi esperanza estará allí".
