Capítulo N° 2: Se Suman Dos
La mañana del viernes Harry se despertó muy temprano y aprovechó el tiempo para poner en su baúl todo lo que necesitaba (ropa).
A las diez de la mañana estaba en el auto de los Dursley en camino hacia Londres con tía Petunia. A medio camino le vino a la mente algo que no había pensado antes: no sabía como llegar al Caldero Chorreante en forma muggle. Para su suerte, cuando entraron a la ciudad, todo el recorrido que hizo con Hagrid a pie se le vino a la mente y le dio todas las indicaciones a tía Petunia.
-Aquí, en la tienda de música tía –dijo Harry, señalando a la tienda.
-¿Cómo los magos usan los CDs? –exclamó tía Petunia, Algo confusa-. ¿No que usan varitas?
-No tiene mucha importancia tía –se apresuró a decir Harry.
-¿Cuándo te vengo a buscar? –le preguntó con un leve tono de impaciencia.
-El domingo a las siete de la tarde –le informó su sobrino.
-Bien. Adiós Harry –le dijo antes de partir en el auto.
-Adiós tía –se despidió Harry, justo antes de que el auto partiera.
Al entrar al Caldero Chorreante se encontró con Ron y Ginny que lo esperaban sentados en una mesa.
-Hola Harry –saludaron Ron y Ginny.
-Hola chicos –saludó Harry, muy contento.
-¿Qué tal el verano con los muggles? –le preguntó Ron.
-Genial –exclamó el chico, muy contento.
-Bueno, cuéntanos. A qué ese cambio…
-Hola chicos -Ron fue interrumpido por Hermione que acababa de llegar.
-Hola Hermione –la saludaron todos.
-Harry, te vi bajar de un auto y conversar con la conductora –Preguntó Hermione con interés-. ¿Era tu tía?
-Si. ¿Por qué preguntas? –le preguntó con curiosidad.
-¿A qué ese cambio? –La misma pregunta que Ron.
-¡Harry! ¿Y esa ropa? –Exclamaron Hermione y Ginny, cómo si acabara de verlo llegar con esa ropa.
-¿Que le pasa? –preguntó este, preocupándose falsamente.
-Está preciosa... ¿Dónde te la compraste? –le aclaró Ginny.
-Por qué no mejor compramos todo y después conversamos. –Harry quería evitar ese tema a toda costa. Todos asintieron. Harry pensó que era un milagro que le creyera esa salida de problema.
-¡AH! Se me olvidaba. Les dije en mis cartas que tenía algo que contarles, algo grande. –Les comentó Ron mientras caminaban a Gringotts-. Buen, sabrán que el nuevo ministro de la magia es Diggory.
-Sii –asintieron Harry y Hermione.
-Bueno, lo primero que hizo fue nombrar cómo viceministro a mi padre –dijo Ron con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡¡QUE!! –Ni Harry ni Hermione podían creer la noticia.
-Eso es increíble Ron –lo felicitó Hermione.
-Estupendo –Atinó a decir Harry.
-Si, lo sé. Están remodelando la casa –explicó Ron, con entusiasmo-. Mis padres se vienen esta tarde porque la casa va a estar en remodelación a fondo.
-El próximo verano la voy a ver –dijo Harry muy entusiasmado.
-De eso no dudes, mi madre se muere por tu opinión de arquitecto y diseñador. –dijo Ginny sarcástica. Ante eso todos se empezaron a reír a carcajadas, hasta Harry.
-Hablando de su familia. ¿Dónde están Fred y George? –preguntó Harry, terminando con las carcajadas.
-Se vienen con mis padres en la tarde. Lee Jordan viene mañana y quedaron de juntarse con él. – Le respondió Ginny.
-Bueno, vamos a Gringotts, tenemos varias cosas que comprar y el dinero en las cámaras –cambió súbitamente de tema, Hermione.
-Vale –respondieron los otros tres al mismo tiempo.
Después de ir a Gringotts (y ver como la cámara de los Weasley estaba casi tan llena como la de Harry ase cinco años), fueron a la tienda de Madame Malkin, después a la tienda de artículos de pociones, a comprar pergaminos y tinta y al final, cómo siempre, fueron a Flourish y Blotts.
-¿Quién creen que será el nuevo profesor de DCAO? –preguntó Harry en el camino hacia la tienda.
-Buena pregunta. Mientras no sea un tipo como Lockhart, estoy feliz –dijo Ron con tono esperanzado.
-Ron, el fue un gran profesor... –dijo Hermione, comenzando una de sus comunes peleas.
-Hermione, Lockhart era un fraude. No sabía ningún hechizo más que el Obliviate –la reprochó Harry-. Y ahora no sabe ni siquiera qué existe la ma...
La pelea fue interrumpida por una explosión y unos gritos de terror. Se dirigían a la tienda para refugiarse pero un mortífago se puso en frente de ellos, y tuvieron que tomar otra dirección. Se escondieron en un callejón si salida y se refugiaron detrás de un montón de cajas vacías. Las explosiones y los gritos continuaban, y Harry buscaba entre la multitud si estaba Voldemort, pero no le dolía la cicatriz. Mientras miraba, vio algo que lo impresionó desmedidamente. Se lo señaló a sus amigos y tomaron la misma expresión que él.
Había cuatro mortífagos rodeando a una persona. Esa persona no era cualquiera. Era Draco Malfoy, que estaba amarrado y tirado en el piso. No se escuchaba lo que decían por los gritos y explosiones. Quién sabe cómo, Harry logró escuchar claramente lo que decían los mortífagos.
-¡¿Te unes al Señor Tenebroso, o no?! –Le gritó el que estaba al lado izquierdo más cercano a ellos.
-¡Te dije que NO, métetelo en la cabeza! –Le respondió Draco. Harry quedó pasmado ante esa respuesta. ¿Draco Malfoy negándose a ser mortífago?
-Entonces recibirás tu castigo... –dijo un de los de la derecha. Para Harry, esa voz era inconfundible. Lucius Malfoy. ¿Qué se esperaba de él?
-CRUCIO –Esa era la respuesta para la pregunta de Harry. Draco empezó a gritar de dolor, un dolor que era cómo si te quemaran cada milímetro de tus huesos. Por todo el cuerpo.
De repente, mientras le hacían el cruciatus a Draco, Harry sintió que algo inimaginable le pasaba. Sintió cómo si se acercara a Draco hasta quedar cara a cara, uno frente al otro. Veía enfrente de él cómo Draco se retorcía de dolor. De repente Harry escuchó la voz de Draco en su mente. Ya no era arrastrada y fría, expresaba odio y dolor.
– "Por qué a mí. Yo no pienso, ni en sueños unirme al Innombrable." –Eso era lo que escuchaba Harry.
Ya no pudo más. No soportaba ver a la gente sufrir, y más si sabía cómo la persona se sentía en ese momento. Se levantó de golpe, pero Ron lo agarró de la polera.
-¿A donde crees que vas? –Le preguntó su amigo con un tono de entre preocupación y advertencia.
Harry se zafó de Ron y caminó, decididamente, hacia los mortífagos. Mientras se acercaba a los mortífagos, un punto harto importante le vino o la cabeza. No tenía varita, y si la tuviera, no la podía usar. Pero su pregunta fue respondida por una extraña sensación en las manos. De la nada, cómo en el Quidditch, sabía claramente que hacer. Levantó el brazo derecho, con el puño cerrado, en dirección a Malfoy y el mortífago que estaba a su lado. Abrió el puño y una potente ráfaga de viento, levantó del piso a Malfoy y al otro mortífago y los sacó volando. Hizo lo mismo con la mano izquierda en dirección a los otros dos mortífagos y les pasó lo mismo. Después apuntó hacia Draco, pero este no salió volando. Las cuerdas desaparecieron y éste, por fin pudo liberarse de un poco del dolor.
Harry corrió hacia Draco, lo ayudó a levantarse y se fue con él en dirección al Caldero Chorreante. Ron, Hermione y Ginny salieron de su escondite para seguirlos.
Era increíble. Ningún mortífago parecía ver a Harry ni a Draco, pero Ron, Hermione y Ginny tenían que avanzar a escondidas.
Harry se llevó a Draco hasta el Caldero Chorreante, lo llevó a la habitación que había arrendado y lo dejó en la cama.
-¿H- Harry, por q-qué me ayud-das? –Preguntó Draco en un hilo de voz (apenas podía hablar por el dolor).
-No es obvio. Te han atacado con un cruciatus, y no es algo muy agradable que digamos –como si nada.
-Pero…
-Mejor calla y descansa –dijo Harry, cortante-. El cruciatus duró más de un minuto y por cómo estas, te atacaron más de una vez.
Draco no dijo nada. El dolor se lo impidió y después cayó en un profundo sueño.
-¡Harry, que haces! ¡Como ayudas a ese inmundo de Malfoy! –era Ron que acababa de entrar en la pieza dándole una patada a la puerta.
-Uno: no lo llames inmundo. Y dos: Es muy fácil ayudarlo. Tu mismo viste como yo lo hice –respondió el chico, irónicamente.
-Harry, nos a molestado toda nuestra vida en Hogwarts. Todos los años, cada día. Cada momento que puede y tú, cómo si nada, llegas y lo ayudas –lo reprochó su amigo, histérico.
-Ron, déjame hacerte unas preguntas, que sus respuestas un simple sí o no. –Ron se quedó callado y Harry tomó el silencio como asentimiento-. ¿Te han hecho alguna vez un cruciatus? ¿Escuchaste sus gritos? ¿Escuchaste lo que dijo? ¿Has oído los pensamientos de alguien en tu mente? ¿Sabes quien lo torturó?
-Eh… no –Ron agachó la cabeza un poco avergonzado.
-Harry –ahora Hermione lo reprochaba- es imposible que hayas escuchado sus gritos. Estábamos a unos cincuenta metros de distancia, y entre los gritos del resto y las explosiones…
-Que tú no hayas puesto atención es otra cosa –contestó Harry sin prestar mucha atención al tono de su amiga.
-Bueno, lo de escuchar sus gritos podría ser –admitió Hermione-. Pero lo de escuchar sus pensamientos es estar loco.
-Llámame cómo quieras, pero sé lo que digo –algo enojado-. Además a mí siempre me pasan cosas raras y no me sorprendería de poder leer pensamientos. (…)
-Hermione, -pidió Harry, después de un rato de silencio- ayúdame a hacer la poción para recuperarse del cruciatus. Está en el libro de pociones y tú eres la experta.
Hermione accedió a ayudar, Lo único que no quería era pelearse con uno de sus mejores amigos. Hicieron la poción mientras Ron y Ginny miraban en silencio, pero con la cabeza llena de preguntas para Harry. Cuando terminaron se sentaron a conversar porque Harry no quería despertar a Draco.
-Ginny –empezó Harry- te gustaría ser… Como te digo. ¡AH! Del Club de Potter, como lo llaman los Slytherins.
-Sip ¿Por qué? –Preguntó la pelirroja con curiosidad.
-Tengo mucho planeado para este año, y también porque eres nuestra amiga –con una sonrisa pícara.
-¡Vale! –aceptó la chica, muy entusiasmada
-¿Harry, qué son esas cosas que tienes planeadas? –preguntó Ron, con curiosidad
-Bueno, unas cuantas bromas para los Slytherins –empezó Harry.
-¿Para ese también? –Preguntó el pelirrojo, señalando a Draco.
-No lo llames "ese", Ron –lo regañó Harry-. Y si, las bromas eran para él, pero se las regalo a Goyle –admitió Harry.
-Bueno, pero cómo sabes que no nos miente –le preguntó, nuevamente, Ron
-Si quieres que te sea sincero, no lo sé con precisión –empezó a explicar Harry-. Solo sé. Eso de escuchar sus pensamientos…
-Harry, es imposible saber lo que piensa otra persona –lo volvió a regañar Hermione.
-Hermione, es que tú no sabes lo que pasó –dijo Harry, perdiendo la calma.
-Bueno, entonces dime –dijo Hermione con un leve tono de enojo.
-Vale –comenzó Harry como si nada-: Cuando estábamos escondidos detrás de las cajas, yo estaba buscando a Voldemort por si había que hacer algo. Mientras lo buscaba, vi a los cuatro mortífagos y a Draco rodeado por ellos, amarrado y tirado en el piso. A los dos mortífagos que escuché hablar, reconocí las voces de dos de los que habían ido a la reunión después del renacimiento de Voldemort. Uno de ellos, no sé quién era, pero el otro era Lucius Malfoy. Para ser más exacto, el que le hizo el cruciatus a Draco, fue su padre. –Ron, Hermione y Ginny escuchaban impresionados cada palabra que decía Harry-. De repente, y no me pregunten como, sentí que ya no estaba detrás de las cajas, si no, que estaba enfrente de Draco. Vi cómo gritaba, pero no lo escuchaba. De repente escuché su voz en mí cabeza. Decía que ni en sueños pensaría unirse al Innombrable…
-¿Le dijo Innombrable? –Preguntó Ginny.
-Sí –continuó Harry-. Pero su boca se movía gritando de dolor…
-¿Cómo estás seguro de que era Lucius Malfoy? –Preguntó Ron tratando de encontrar una forma de culpar a Malfoy.
-¿Te he dicho alguna vez que soy bueno para leer labios? Bueno, mientras escuchaba la voz de Draco en mi mente, logré entender, entre los verdaderos gritos de Draco las palabras "Para, pap", y en ese momento lo estaban torturando. Además le creo porque me llamó por mi nombre y ya no arrastra las palabras ni habla fríamente cómo lo hacía antes. ¿Me creen o no?
-Yo sí. –Fue Ginny la que tomó primero su decisión.
-Yo también –dijo Hermione después de un rato de silencio.
-Ron –comenzó Harry-, sé que a ti es al que más le cuesta, porque no solo te a insultado a ti, si no, a toda tu familia…
-¡Cómo tan tonto, Harry! ¡Claro que te creo! –le dijo dándole un fuerte coscorrón en la cabeza que lo despeinó de forma alarmante-. Si tú lo dices, es verdad. Además, si se piensa, tu historia es bastante real.
-¡Genial! Si él acepta se habrán sumado dos –exclamó Harry, muy entusiasmado.
-¿Sumado dos a qué? –Preguntó Hermione.
-No es obvio, a los nuevos Merodeadores.
-Harry esa idea es…
-¡Agrh! Ah, que pasó –Draco se acababa de despertar todo adolorido.
-¡Por fin despertaste dormilón! –Bromeó Harry-. Es casi hora de almorzar y tú sigues durmiendo. Pero mejor que sigas así. Tómate esta poción.
Draco miró la poción con desconfianza y mucho asco.
-No te preocupes, la hizo Hermione y ella es la experta. Es una poción que te va a quitar el dolor. Y tampoco te preocupes por los ingredientes, porque los sacamos del libro de pociones del colegio. Sabe un poco mal, pero es mejor que te la tomes.
Draco accedió a tomarse la poción y después de haberla tomado, cayó profundamente dormido.
Se quedaron un rato conversando, pero cuando llegó la hora de almorzar, entraron en un pequeño dilema. Sería de muy mal gusto dejar a Draco solo en la pieza mientras ellos se van a almorzar, porque si el despierta y está solo en una pieza que ni siquiera es de él, no sería una buena experiencia. Decidieron hacer turnos. Primero fueron Ginny y Ron y después Hermione con Harry.
Harry aprovechó el estar abajo para ver si podía cambiar su habitación por una con dos camas. Le dijeron que podía tomar la habitación 34, pero también se encontró con que el recepcionista tenía un baúl que dijo que era de un chico rubio y pálido. Harry supo en un instante de quien era y dijo que lo llevaba a la habitación que tenía en ese momento porque ahí estaba el dueño del baúl. Dedujo que Draco había planeado todo para escaparse de casa, pero su padre lo encontró. Subió y se lo contó a sus amigos.
Se quedaron en la pieza una hora más, hasta que Draco se despertó.
-¡Por fin! ¡Sí! ¡Genial! ¡Estupendo! ¡Ha despertado el señor Dormilón! ¿Estás bien? –le gritó Harry a Draco, cuando este despertó.
-Sí. Harry, y no grites –pidió Draco sin rastro de su anterior tono de dolorido-. Hermione, te pasaste con la poción. Gracias
-De nada, pero no me lo tienes que agradecer a mí –dijo Hermione con un leve tono pícaro.
-¿A no? –Preguntó el chico rubio con tono de incredulidad.
-No. Te presento al más mentiroso de todos: Harry Potter –explicó la chica haciendo lo posible por resistir la risa ante la cara atónita de Harry.
-¡Hermione, yo no soy mentiroso! –se defendió Harry.
-Sí que lo eres. Tú hiciste casi toda la poción, y dices que la hice yo –lo reprochó la chica-. Apenas te ayudé.
-Bueno, entonces te superaste Harry –lo cumplió Draco.
-No es para tanto. Es solo una poción ¬¬ –susurró Harry.
-Y difícil, y tu la hiciste perfecta –lo jodió Ron.
-Bueno, ya no importa –dijo Harry, cortante-. Draco, deberías bajar a comer algo porque la hora de almuerzo ya pasó.
-Eh, chicos... Tengo algo que contarles –dijo el chico rubio con tono preocupado.
-¿Que pasa? –preguntaron los otros cuatro al mismo tiempo.
-Es que yo no tengo dinero –dijo cabizbajo.
-¡Pero si tu tienes más dinero que Harry! –se le escapó a Hermione.
-Hermione, mis padres serán ricos, pero yo no –todos quedaron petrificados ante la confesión del chico.
-Tengo una cámara en la que mi padre puso un poco de dinero, pero no son ni cien Galleons –parecía destrozado. Antes podía tener todo lo que quisiera y ahora no tenía dinero suficiente ni para dos años-. No sé cómo me voy a quedar si tengo que guardar dinero.
-¡Ah! Eso ya está solucionado. Te quedarás conmigo, y yo invito –agregó Harry al ver que Draco le iba a regañar.
-¡Pero no me puedes llevar con tus tíos! ¡Solo puede ser aquí, en el Caldero Chorreante! –Lo regañó el chico con tono destrozado.
-Alégrate. Por lo menos tres días están solucionados –intentó animarlo Ginny.
-¡Ya sé! ¡Vente a nuestra casa! –Exclamó Ron.
-¡No, Ron! Tu familia me odia... –se negó Draco.
-Odiarán a tus padres –aportó Ginny-, pero si les explicamos, de más que entienden.
-Sí, en especial mi madre –aseguró Ron-. Se apiadaría asta de Ya-Sabes-Quien...
-¡Ron, eso sería imposible! –lo reprochó Ginny
-¡Pero si…!
-¡Ya paren de pelear! Y yo que pensé que los que peleaban eran Ron y Hermione –dijo Harry, algo aburrido.
-¡HARRY JAMES POTTER! –las caras de sus tres amigos expresaban un enojo inigualable.
-¡Uy! Si las miradas mataran…
-¡Dijiste algo! –preguntó Ron con la cólera centellando en sus ojos.
-No –contestó, simplemente, Harry.
-¿De verdad? –le preguntó con tono furioso, Ron.
-¿No me crees? –preguntó Harry, falsamente dolido.
-No –contestó Ron con el mismo tono de antes.
-Agradezco tu infinita confianza Ronald Weasley –dijo Harry en broma.
-Ahora son ustedes los que pelean –dijo Ginny algo exasperada.
-Yo no peleo –se defendió Harry-. EL me pregunta algo, yo le respondo, él no me cree, y yo se lo agradezco.
-Sabes pelear sin enojarte. ¿Verdad Harry? –preguntó Draco, que ya se había parado, intentando detener las riñas.
-Se pude decir que sí. Estando con los Dursley trece años, hay que aprender a tragarse el enojo.
-¿Trece? ¿Y este? –Preguntó Hermione.
-¡Ah! Una de las cosas que nos ibas a contar acá. ¿Verdad? –Dijo Ron ahora con infantil impaciencia.
-Sí, ya les cuento. Draco hay que llevar nuestras cosas a la pieza 34, y después vamos a comprar lo que nos falta. ¿Qué les parece? –Propuso Harry.
-Vale –respondieron Ron, Hermione y Ginny. Todos miraron a Draco esperando su respuesta.
-Bueno –respondió este después de un rato.
-Ya está. Primero, a cambiarnos e habitación; después, a que el señor Dormilón coma; luego, a Gringotts; y por último, a comprar lo que nos falta, porque a nosotros nos faltan los libros.
Los cinco salieron de la pieza, bajaron a la taberna, donde Harry le compró unas cuantas cosas a Draco, y después fueron a Gringotts. Ahí, tuvieron que bajar a la cámara 412, la de Draco. En su cámara, a Draco lo esperaba una gran sorpresa.
Al entrar se encontró con seis bolsas llenas de Galleons, Sickles y Knuts. Había una carta sujeta a una de las bolsas. Draco la tomo y la leyó en voz alta para que todos la escucharan:
Draco:
No creas que no te guardo rencor por dejar al Señor Tenebroso,
pero si vas a vivir cono su enemigo, se uno decente.
Todo tuyo.
Narcisa Malfoy.
