Capítulo N° 3: Los Cinco Nuevos Merodeadores.

         -Mamá –Dijo Draco en un hilo de voz-. Mamá me dejó esto...

         -Draco... –se le escuchó susurrar, a Ginny

         -¡Vamos, Draco! ¡Arriba esos ánimos! No ves que te dejó esto porque no le importa lo que hiciste –lo animó Harry-. Te sigue queriendo, y por ella tienes que estar feliz. Si te dejó eso, es para que si te llega a ver, te vea feliz.

         -Sí, Harry tiene razón –aportó Hermione.

         -Vamos, arriba esos ánimos –dijeron Ron y Ginny a la vez.

         -Sí, gracias.

         -No hay de qué. Para eso están los amigos –terminó Harry con una extraña pero suave sonrisa.

         Draco sacó el dinero que necesitaba y salieron de la cámara. Nadie más necesitaba sacar dinero, así que se fueron de Gringotts y se dirigieron a la tienda de pociones, donde, además de Draco, Harry compro relleno para los ingredientes que había usado en la poción de Draco. Luego fueron a la tienda de Madame Malkin, a la tienda de artículos de escritorio y por último a Flourish y Blotts, donde todos compraron sus libros. Para sorpresa de ellos, Draco necesitaba los mismos libros que Hermione (estaban en las mismas materias optativas).

         -¿Qué materias has elegido? –Le preguntó Harry.

         -Obvio, que las obligatorias no me las puedo saltar, pero optativas, ninguna que haría un Slytherin, o sea, las que hace Hermione –explicó Draco

         -¡Eso! Entonces estamos los cuatro juntos –dijo Ron.

         -Pero yo no –se quejó Ginny-. Que aburrido estar un curso más abajo.

         -Ginny –empezó Harry susurro para que solo ella escuchara-, lo divertido está fuera de clases.

         -¿Ron, qué quieres decir con que estamos los cuatro en las mismas clases? –preguntó Hermione.

         -La única clase que no hacemos juntos es Adivinación –explicó Harry-. Bueno, Ron y yo decidimos dejarla por Aritmancia.

         -Así que al fin me hicieron caso –dijo la chica con tono orgulloso.

         -No, Hermione –la corrigió Ron-. Nos cansamos de escuchar a Trelawney predecirle la muerte a Harry.

         Ante el comentario de Ron, Draco se empezó a reír a carcajadas. Esto sorprendió mucho a los chicos. Nunca habían escuchado a Draco reír tan alegremente.

         -¿Enserio te predecía la muerte? –Pregunto Draco entre carcajadas.

         -Si llega la clase que no me lo diga es porque de verdad me voy a morir. –dijo Harry. Después de ese comentario los cinco se descantillaban de risa.

         -Oigan ustedes dos –interrumpió Hermione-. ¿Y la tercera materia optativa? ¿Cuál eligieron?

         -La única que quedaba –dijo Harry con tono de "es obvio"-. Runas Antiguas.

         -¿Y Estudios Muggles? –Preguntó Ginny.

         -¡He vivido mi vida con Muggles! –Estalló Harry.

         -¿Y tú, Ron? –Preguntó Draco.

         -Con preguntarle a Harry o Hermione es suficiente –respondió el chico-. Además, los profesores NUNCA han pensado en enseñar de forma... es imposible que divertida pero aunque sea distinta.

         -Ya, mejor vámonos –interrumpió Ginny-. Mamá, de seguro, ya se enteró del ataque al callejón y debe estar con los nervios de punta.

         -Tienes razón –aceptó Ron-. Además debe estar aún más preocupada por Harry –dijo mientras salían de la tienda.

         -Ron yo… -empezó Draco.

         -Sé que estás acostumbrado a muchas más comodidades de las que te podemos ofrecer Draco, pero por lo menos mi casa está cómo nueva.

         -Bueno, es que…

         -La cosa es que Percy se va de la casa.

         -¡¿QUE?! –Gritaron Harry y Hermione.

         -Sí. No es que quiera que se vaya. Se que siempre fue algo cargante, pero es mi hermano y sé que lo voy a extrañar… –comenzó a decir Ron.,

         -¡NO! ¡Por qué se va! –Aclaró Harry.

         -¡Ah! Se va a vivir con Penelope Clearwater –respondió Ginny.

         -¡QUE! –Gritaron, ahora, Harry, Hermione y Draco, muy sorprendidos.

         -Sí. Se van a casar en las vacaciones de Navidad y Penelope a cambiado harto a Percy, especialmente en lo que concierne a lo estricto que era –les explicó Ron

         -Bueno –dijo Harry un poco más calmado-, si eran novios en el colegio, obvio que terminarían así.

         -Tienes razón –afirmaron Draco y Hermione.

         El resto del camino, no hablaron, nada porque comúnmente Harry tenía temas interesantes, pero en ese momento estaba callado.

         Cuando llegaron al Caldero Chorreante, la señora Weasley los recibió con los ojos llorosos (N/A: ¡Que preocupona!).

         -¡Niños, niños! ¡Ay, que bueno que están bien! –Dijo ella, derramando algunas lágrimas, mientras abrazaba a sus hijos, a Harry y a Hermione. De repente se fijó en Draco y preguntó- ¿Y qué hace él con…?

         -Sra. Weasley –la reprochó Harry-, no es por ser descortés, pero escuche antes de juzgar.

         -Ya, Harry. No importa –intentó calmarlo Draco.

         -No, Draco. No mereces que te traten cómo a tu padre si no eres cómo él –dijo Harry en tono enfadado.

         -Harry, cariño, que dices…

         -Sra. Weasley, déjeme contarle lo sucedió. Draco se escapó de casa porque se rehusa a ser mortífago. Por desgracia, su padre lo encontró y lo atacó; una de las razones por las que atacaron el callejón Diagon. Lo atacaron con cruciatus, y sé perfectamente que no es una experiencia agradable. No me pregunte cómo pero le saqué los mortífagos de encima y me lo traje.

         -¿Pero cómo no tiene ningún signo de haber sido atacado por cruciatus?

         -En el libro de este año de pociones sale una para recuperarse del cruciatus. La hicimos y se la dimos.

         -¡OH! Por favor perdóname Draco. Llámame cómo quieras, tonta, no sé, pero perdóname por favor Draco –Se disculpaba, infinitamente, la señora Weasley mientras abrazaba a Draco. Este gesto avergonzó mucho a Draco, y para su desgracia los otros cuatro lo notaron, porque le lanzaron una pícara sonrisa y se empezaron a reír por lo bajo.

         Cuando la señora Weasley soltó a Draco de una vez por todas, venían entrando por la puerta que llevaba a la barrera, los gemelos Weasley.

         -Mami no… ¡Ron, Ginny, Harry, Hermione! Están bien. Y ese tipo, que hace aqu

         -¡FRED Y GEORGE WEASLEY! –Estallaron la Sra. y la Srta. Weasley.

         -Mamá... Ginny... –los gemelos estaban atónitos ante la reacción de su madre y su hermana.

         -Escuchen antes de hablar –dijo Ginny de forma de advertencia, pero riéndose por lo bajo.

         -Ginny, eso yo lo dije –le replicó Harry en un murmuro a la chica.

         -Harry, tu dijiste escuche, no escuchen –le respondió ella con una sonrisa graciosa.

         -Ah, Ron, tu hermana sabe –le susurró Harry al oído a su amigo.

         -Tienes razón Harry. Nos va a servir.

         -¿Para qué sirve Ginny? –Preguntaron Fred y George al mismo tiempo.

         -¡Ay no! A ustedes no les decimos nada –comenzó Draco, metiéndose en la conversación.

         -Tú cállate, Mal…

         -Fred, para. Es nuestro amigo y no puedes decirle eso –lo interrumpió Ron.

         -Pero Ron, es un Malfoy –dijo Fred, muy sorprendido.

         -Si, uno que tiene nombre –corroboró Harry-, y es Draco.

         -Harry, que…

         -George, para –lo interrumpió su madre-. Fred, George, les explicamos enseguida, pero ahora no. No es un lindo recuerdo, que digamos.

         -¿Mamá? –Preguntó uno de los gemelos con cara atónita.

         -¿Sí, Fred? –Preguntó la Sra. Weasley.

         -¡Mamá, es un Malfoy! –Explotó George.

         -¡YA! Les dije que les explicaríamos enseguida. Esperemos a que llegue Arthur y le explicamos a él también. Ahora escojan una mesa para que todos nos sentemos y podamos contar la historia.

         -¡Molly, cariño, no los…! ¡Harry, Ron, Hermione, Ginny! Que bueno que están a salvo –era el señor Weasley que acababa de entrar, por la misma puerta que entraron los gemelos-. Y él qu

         -Arthur, siéntate que vamos a explicar lo que le pasó a Draco –le dijo su esposa, cortantemente.

         Todos se sentaron en una mesa que acababan de tomar los gemelos. Harry se disponía a empezar con el relato, cuando algo en los ojos de Draco lo detuvo. De repente se vio a él mismo reflejado en Draco. Era cómo lo que él había sufrido el año pasado. Un recuerdo desagradable, que ni se quiere escuchar su relato de parte de otra persona.

         -Draco, si quieres, les cuento lo que sé y tu te vas a la pieza –dijo Harry, sorprendiendo desmesuradamente, la señor Weasley y al los gemelos.

         -Gracias Harry, pero no. Hay cosas que ni a ti te he contado, que tienen que ver con esto –objetó el chico.

         Harry asintió con la cabeza y empezó con el relato. Contó todo, hasta, lo de escuchar los pensamientos de Draco. Cosa sorprendió muchísimo a los que no sabían la historia. Después de eso Draco les contó que había planeado todo para escaparse de casa y que lo hizo ese día, porque esa tarde iban a llevar a todos los hijos de mortífagos para que les pusieran la marca tenebrosa. Eso asustó mucho a los padres de Ron porque ellos sabían que significaba eso: muchísimos más enemigos.

         Después del relato, el señor Weasley se disculpó muy cortésmente de Draco (este se alivió de que no lo abrazara cómo la señora Weasley). Por otro lado los gemelos sacaron a Harry y se lo llevaron a un rincón.

         -¿Harry, de verdad le crees? –Preguntaron Fred y George al mismo tiempo.

         -Le vi el brazo izquierdo y no tiene marca tenebrosa, nos llama por nuestros nombres, se disculpó de todo, ya no habla con voz fría y arrastrada. ¿Qué otra prueba quieren?

         -Harry, es un Malfoy –le recordó George.

         -Saben. Para la hora de almuerzo, él no dijo una pequeña confesión.

         -¿Cuál? –Preguntó Fred.

         -Nos dijo que él no tenía más de cien Galleons –les dijo Harry en un susurro.

         -¡Pero si es millonario! –Estallaron los dos gemelos al mismo tiempo.

         -Sus padre lo serán pero el no –les aclaró Harry.

         -¿Y eso a qué va? –Preguntó George.

         -Que cuando fuimos a Gringotts para que sacara dinero de su cámara, nos encontramos, conque dentro de ella, habían seis grandes bolsas llenas de dinero... –comenzó a explicar Harry, pero fue interrumpido.

         -Entonces es un mentiroso –lo cortó Fred.

         -No, una de las bolsas tenía una carta amarrada. Decía... Ah, sí: Draco, no creas que no te guardo rencor por dejar al Señor Tenebroso, pero si vas a vivir como su enemigo, se uno decente. Todo tuyo. Narcisa Malfoy.

         -¿Su madre le dejó todo ese dinero? –Preguntaron, muy sorprendidos, los dos al mismo tiempo.

         -Sí. Y decía que había dejado a Ya-Saben-Quien, o sea que Draco no miente.

         -No sé si creerte Harry, es que como no tengo pruebas–empezó George en un tono dubitativo.

         -¡YA! A otro perro con ese hueso –dijo Harry mientras daba media vuelta para marcharse.

         -¿Cómo supo? –Le preguntó Fred a su gemelo.

         -Y era una de mis mejores actuaciones –aseguró George.

         -Pues entonces, practica más –dijo Harry, quien no se había ido, se había escondido entre las sombras para asegurarse de que su suposición era cierta, y lo era.

         Después dio media vuelta para irse. Pero esa vez los gemelos no le quitaron la vista de encima asta que lo vieron subir las escaleras.

         Harry subía las escaleras con una sonrisa de oreja a oreja y se dirigía a su habitación. Cuando estaba a unos metros de ella, escuchó unas risas dentro, así que supuso que todos estarían ahí. Entró de golpe, sobresaltando a todos un poco y, después dejándolos atónitos por la sonrisa que llevaba.

         -¿Qué pasó que vienes tan feliz? –Le preguntó Ron al verlo entrar y sentarse en una cama (la suya).

         -Ah, Es que les bajé los humos a tus hermanitos –dijo Harry sonriendo pícaramente.

         -¿Qué quieres decir? –Le preguntó Ginny esta vez.

         -Que me intentaron engañar y no les funcionó –explicó Harry muy divertido ante el recuerdo que le vino a la mente-. Y según ellos, era una de sus mejores actuaciones.

         -Harry, eso es imposible –le dijo Hermione.

         -Les debiste haber visto la cara –Dijo Harry a punto de estallar en carcajadas

         Y así fue. Harry se empezó a reír descontroladamente mientras los otros lo miraban con caras de "este tipo está loco"

         -Bueno –dijo Harry calmándose un poco- Empecemos.

         -¿Empecemos con qué? –Le preguntó Draco.

         -No es obvio. Con las bromas para los Slytherins –les aclaró Harry. Ellos ya no se referían a Draco cómo un Slytherin, al contrario, lo trataban cómo un Gryffindor.

         -Vamos, Harry –dijo de repente Ron-. Tú eres el que tiene las ideas en la cabeza. Dinos cuales son, que me muero de ansias.

         -Primero te tengo que preguntar algo –dijo mirando a Draco-. ¿Cuál es la clase de bromas que hacen los Slytherin?

         -Muy bromas no son, que sigamos. Van por el colegio haciendo de matones y se aprovechan del resto. Te digo, Hermione. Que si no fueras tan amiga de Harry y no hubieras hecho todas las cosas que has hecho, se aprovecharían de tu inteligencia y te obligarían a hacer sus tareas.

         -Eso facilita todo –dijo Harry, más para sí mismo que para los demás.

         -¿Cómo que lo hace más fácil, Harry? –Pregunto Ginny.

         -Porque sabemos que, al igual que Snape, no saben reconocer una broma de merodeador.

         -¿A qué te refieres con Snape? –Preguntaron Ginny y Draco al mismo tiempo.

         -No les hemos dicho –fue esta vez Hermione quien empezó a aclarar las cosas-. El padre de Harry, Sirius Black, Remus Lupin y Peter Pettigrew… –ella profirió un gruñido al mencionar ese nombre-… eran los verdaderos merodeadores. La verdad es que les tendríamos que contar toda la historia pero es muy larga, así que sólo te digo que su peor enemigo era el profesor Snape, que en esos tiempos, iban en el mismo curso.

         -Vale, pero lo de Black explíquenmelo con detalle cuando puedan –dijo Draco algo confuso.

         -Lo de Snape lo digo, porque no importaba cuantas veces le hicieran bromas, nunca lograba identificar las siguientes –explicó Harry-. Si piensan igual que él, las posibilidades de que las bromitas funcionen son infinitas.

         -Vale –dijo Ron entusiasmado-. Dinos una de las bromas que tienes planeadas.

         -La primera que tengo es para después la cena de la segunda noche –explicó Harry, muy divertido-. Como adoran comer, los vamos a incitar con unos pastelillos con poción para dormir.

         -Harry, eso es lo mismo que en segundo año –le reclamó Hermione

         -¿Qué hicieron en segundo? –Preguntó Ginny.

         -Otra cosa que contar, pero para otro día –dijo Ron.

         -Bueno, ¿puedo seguir? –Preguntó Harry, algo exasperado por las interrupciones, algo raro en él-. Ya. Después tomamos la capa de invisibilidad de mi padre…

         -¡TIENES CAPA…! –lo interrumpió Draco con un grito.

         -¡SHHH! –Harry, Ron, Hermione y Ginny negaban con la cabeza y habían cubierto el grito de Draco con un chistido-. Nadie debe saberlo –aclaró Harry. (N/A: jajajajajjaja Ni me di cuenta cuando lo escribí "Nadie Debe Saberlo" es una obra teatral. Jijijijiji)

         -Bueno, sigue –dijo Draco.

         -Ya. Cubiertos, los llevamos con el Movilicorpus al lago, los metemos dos segundos y luego los sacamos. Obvio que antes les quitamos la capa y nos cubrimos nosotros con ella. ¿Qué tal? –Los ojos le brillaban de una forma que nunca habían visto ninguno de sus amigos, ni siquiera Ron.

         Se demoraron un poco en reaccionar, pero después de unos segundos, todos asintieron con una sonrisa y un brillo malévolo en sus ojos.

         -¡Harry, esa idea es genial! –Exclamó Hermione.

         -¡Sí! Se nota que tus padres eran Head Boy y Head Girl –afirmó Ron.

         Se pusieron a conversar y a inventar distintas bromas para los Slytherins, pero mientras hablaban, a Harry le entró una preocupación que se notaba a leguas.

         -¿Qué pasa Harry? Te vez terrible de preocupado. Estás pálido –Le preguntó Draco.

         -Sí, estoy preocupado. Por ti –se le escapó al chico.

         -¿Que pasa con Draco? –Preguntó Ginny.

         -¿No han pensado? Si sigue en Slytherin y más de la mitad de los integrantes de esa casa son ahora mortífagos, Draco está en peligro –dijo Harry como volando en sus pensamientos-. Yo no pienso quedarme con los brazos cruzados y esperar a que llegue el día en que no despiertes, por culpa de los Slytherins.

         Fue cómo si hubieran tirado un yunque sobre todos los chicos. Quedaron sumidos en sus pensamientos, por los que solo rondaban las palabras que acababa de decir Harry. Miraron a Draco que estaba pálido y en peor estado que los otros. No había pensado en eso, obviamente. Su cara le decía todo a Harry. Pensó que no debió haber dicho eso en un momento en el que la estaban pasando tan bien.

         -Perdón –dijo Harry de repente-. No debí haber dicho eso, ni menos ahora.

         -No Harry –fue, para sorpresa de todos, Draco el que habló-. No tienes por qué disculparte. Es algo en lo que debí haber pensado antes y gracias por habérmelo recordado porque tengo que encontrar una solución. Yo veo como me las arreglo.

         -No crees que sería demasiado peligroso que intentaras algo –dijo Ginny MUY preocupada-. En un mes de más que aprenden hechizos y maldiciones peligrosas.

         -Harry. ¿Se te ocurre algo? –le preguntó Hermione, que lo vio muy pensativo.

         -Sí. No estoy seguro de que funcione, pero…

         -Vamos, Harry. Dinos –le pidió, insistentemente, Ron.

         -Es que… Le voy a escribir a Dumbledore –dijo mientras se levantaba y tomaba de su baúl una pluma, un trozo de pergamino y tinta. Escribió la carta tan rápido que, dos minutos después contemplaban como Hedwig se iba a través de la ventana de la pieza.

         Le preguntaron como diez veces qué era lo que había escrito en la carta, pero el no respondió ninguna. Aunque cualquiera creería que él iba a ser el que más veces iba a preguntar, Draco solo le preguntó una vez y después desistió.    Después de la desesperante sesión de preguntas, volvieron a conversar sobre el tema de las bromas, pero todas habían perdido su gracia, ya que todos tenían en mente el tema que había tocado Harry. Este se sintió muy mal, porque sentía que había sido su culpa que todos perdieran la gracia, al haber empezado a hablar de ese tema. Tan mal se sintió que salió de la pieza dejando a todos más que boquiabiertos.

         Abajo se encontró con la los señores Weasley y los gemelos. Ni los miró, algo que sorprendió a todos ellos y se le quedaron mirando con caras atónitas. Salió al callejón, donde no había mucha gente por lo ocurrido en la mañana, así que lo tenía, casi, para él solo.

         Como el "casi" dice, Harry no estaba solo en el callejón. Y no me refiero al resto de la gente que se atrevía a salir, si no a que sus cuatro amigos lo habían seguido sin que él se diera cuenta.

         Cuando ya había cruzado la mitad del callejón, sintió que una mano le tocaba el hombro. Se asustó un poco, pero dio media vuelta, tranquilamente. Se encontró con el preocupado rostro de Draco, y detrás de él estaban sus otros tres amigos, con la misma expresión en sus caras.

         -No te culpes, Harry –fue lo primero que le dijo Draco, pero no respondió,

         -Harry, no tienes por qué ponerte así por solo haber dicho eso –corroboró Ron.

         Tampoco hubo respuesta.

         -Harry, es verdad lo que dijiste, y no te puedes culpar por decir la verdad –fue Hermione quien dijo eso.

         -No te pongas así por hacerme ver algo que debí haber tomado en cuenta –empezó Draco con un tono de voz que no parecía el suyo- No es tu culpa. Si yo tomé la decisión de dejar a mis padres es porque acepté arriesgarme ante todas estas consecuencias. Por favor no te pongas así.

         -Harry, vinimos aquí a pasarla bien, no a deprimirnos. No te pongas así, que al único que le arruinas la partida es a ti –dijo Ginny, tratando de no decir algo de más.

         Tenían algo de razón. Pero no se podía quitar de la cabeza que ese momento tan feliz y entretenido que estaban teniendo, lo arruinó él. Se sentía culpable y tonto. Por qué no tomó ese tema en otro momento. Pero no, lo tuvo que mencionar en ese instante.

         -Harry, si sigues así, todos nos vamos a poner mal –volvió a intentar Draco, y para su suerte eso si tuvo efecto en Harry.

         Lo que menos quería en ese momento, era hacer que sus amigos se preocuparan más, ni menos por él. Se sacudió fuertemente la cabeza, como para quitarse las ideas de la cabeza (algo de efecto tuvo), y esbozó una gran sonrisa. Eso hizo que todos sus amigos hicieran lo mismo.

         -Bueno, y ahora que hacemos –fue la forma de romper el hielo que usó Ron.

         -¡Vamos a la tienda de Artículos de Quidditch! –Dijeron Harry y Draco, casi gritando.

         El par de chicos que había gritado salió disparado hacia la tienda de Quidditch, mientras los demás los seguían a lo que daban sus piernas. Se quedaron en la tienda un buen rato y de vuelta, todos menos Harry hablaban de cómo sería montar en un partido una Saeta de Fuego. Harry les explicaba, como podía, qué era lo que sentía al volar en su Saeta de Fuego.

         Iban como en una caravana; las chicas iban adelante (N/A: las líderes), después las seguía Draco, y al último, conversando en secreto, iban Harry y Ron.

         -Draco –Le llamó Harry cuando estaban a unos veinte metros de la barrera.

         -¿Sí, Harry? –Preguntó este sin pensar en pensar en lo que le esperaba.

         Ron y Harry se tiraron, de improvisto, sobre Draco y le empezaron a… No. No le empezaron a pegar, aunque eso parecía. Simplemente lo habían tirado al piso y le habían empezado a desordenar todo el pelo. Todo el callejón los miraba (unas veinte personas, no más). Ya no parecía un juego, más bien una pelea. Harry y Ron estaban sobre Draco, mientras él hacía casi lo imposible para sacárselos de encima. Después de unos diez minutos de "pelea", Harry y Ron se levantaron, cada uno agarrando un brazo de Draco, y levantando a este de golpe.

         -Bueno. ¿Qué opinan? –Fueron las primeras palabras de Harry.

         -Este es nuestro nuevo Draco –continuó Ron-. Nuevo modelo.

         Y era verdad. Draco ya no parecía el mismo. Tenía todo el pelo desordenado, y ya no le brillaba tanto. Esto era porque, de tanto frotarle el pelo, Ron y Harry quedaron con las manos completamente cubiertas del gel que Draco usaba. Se veía bastante bien y su pelo ya no parecía una tabla curvada, si no que pelo rubio platino suave y… suelto.

         -Bastante bien –dijo Hermione para seguir el juego, aunque, algo convencida de lo que decía.

         -Opino igual –aprobó Ginny.

         Los cinco se empezaron a reír a carcajadas, mientras toda la gente del callejón los miraba con caras que decían, claramente, "Locos".

         Después de la pequeña escena, se encaminaron, nuevamente, al Caldero Chorreante.

         Se pasaron todo lo que quedaba del día conversando sobre todas las bromas que podían hacer ese año (casi todas las ideas aprobadas eran las de Harry). Se acostaron a media noche, pero antes de dormirse, Draco le contó a Harry que los padres de Ron habían dicho que se podía ir a vivir con ellos y que los llamara por sus nombres. Harry, muy feliz de lo que habían hecho ese día se durmió sin problema alguno, al igual que todos sus amigos.