Capítulo N° 4: ¡¡¡Imposible!!!

         Esa mañana Harry se despertó al escuchar un picoteo en la ventana. Era una lechuza, pero no la suya ni parecida a las que comúnmente usaba Sirius. La reconoció como una de las de Hogwarts, pero no se le ocurría por que debía de estar en su ventana cuando ya había recibido la de los materiales. Decidió tomar las cartas. Se acercó a la ventana, la abrió y dejó pasar a la lechuza, que se posó en el escritorio. Al quitarle las cartas que traía, la lechuza emprendió el vuelo al instante. Tomó las cartas y vio que una estaba dirigida a él y que la otra era para Hermione. Bajó las escaleras sin darse cuenta de lo que hacía (casi choca con una señora) y se encaminó a desayunar.

         Abajo estaban todos menos la Sra. Weasley, comiendo plácidamente su desayuno.

         -Hermione, esto es para ti –dijo casi en un susurro extendiendo la mano con la carta, mientras él abría la suya.

         -¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!!! –un grito de horror inundó toda la taberna.

         -¡¡¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!! –Hermione saltaba de alegría, agitando la carta en su mano derecha.

         Ante esa escena todos empezaron a reír a carcajadas, menos Harry.

         -¿Qué pasa Harry? –le preguntó Ron al ver a su amigo pálido y tieso como estatua-. Harry

         -Mátame, Ron –alcanzó a decir Harry voz ahogada.

         -¡Cómo que "mátame"! –respondió Ron desmesuradamente exaltado.

         -Mátame Ron –repitió Harry en el mismo tono de voz-. Antes muerto que esto.

         -¡¿Qué pasa?! –preguntó el pelirrojo ya preocupándose.

         -Míralo tú mismo –le dijo extendiendo la carta hacia Ron.

         Este la leyó con cuidado y después su rostro se puso del mismo tono que el de Harry.

-Harry… –dijo en un hijo de voz-… ¿cómo pasó?

         -No sé –respondió igualmente Harry.

         -¡Harry… -dijo ahora en un tono de voz exasperado-… cómo pudiste!

         -¡Pero si ellos eligen! –Se defendió él- ¡Yo no puedo hacer nada!

         -¡Y por qué no dices que no! –Gritó Ron en un estado de histeria.

         -¡Ron, entiende que no se puede! Yo no puedo hacer nada, sólo aceptar que me hayan elegido.

         -¿Qué pasa que hay tanto alboroto? (…) –Era la señora Weasley que acababa de levantarse.

         -¿Qué pasa Hermione que te veo tan feliz?

         -Es que... –apenas podía hablar de la felicidad-. Es que… ¡me han elegido Premio Anual! -Terminó diciendo en un grito.

         Por unos segundos, todos (menos Harry y Ron que tenían otro problema) se quedaron atónitos por la noticia, pero después reaccionaron y la felicitaron (N/A: Obvio, no).

         -¿Por qué no habrán elegido a un(a) alumno(a) de 7º para el puesto? –Preguntó Fred.

         -Porque no hay nadie n el colegio más cuadrada y sabelotodo que ella –respondió George provocando risas incluso de Hermione.

         -Y a ustedes dos… –dijo la Sra. Weasley refiriéndose a Harry y Ron- … ¿que les pasa que están tan callados y no felicitaron a Hermione?

         -Es que soy Prefecto –respondió Harry en un hilo de voz.

         -¡¡¡QUE!!! –Un grito ensordecedor, de parte de todos los que escuchaban, menos Ron, inundó la hostería.

         -Harry, esa ni tú te la crees –dijo Fred pensándolo un poco.

         -Si no me crees, mira la carta –le dijo extendiéndole el brazo con la carta en la mano.

         George se adelantó y tomo la carta. Todos los que no sabían que decía la carta, se asomaron por detrás de sus hombros y leyeron:

Estimado Señor H. Potter.

           Le comunicamos por medio de la presente que UD ha sido elegido como Prefecto de Gryffindor, desde este año hasta que termine Hogwarts. Su cargo se le puede anular si se le llega a encontrar infringiendo reglas sin razón alguna (máximo cinco veces). Se le informa que tiene permiso de utilizar la Sección Prohibida de la biblioteca. También tendrá la responsabilidad de encargarse de enseñar a los nuevos alumnos toda la Sala Común. Otra responsabilidad será hacer jornadas nocturnas ayudando a los profesores (en el colegio se le dará el horario).

Atte.

Prof. McGonagall.

PD: La insignia viene en un paquete adjunto a la carta.

         Todo lo miraban con caras atónitas, parecían de piedra.

         -¿La insignia? –Le preguntó Fred. Harry extendió su mano derecha que tenía fuertemente agarrado un pequeño paquete que, efectivamente, tenía la insignia de Prefecto.    

         El tampoco lo podía creer. La tensión era tal que el aire se podía mascar.

         Lo que menos soportaba Harry estaba pasando en ese momento; le miraban como si fuera una cosa rara en un museo. Sus rostros expresaban toda forma de confusión e inentendimiento que se pueda imaginar. Harry desvió las miradas de todos sus amigos, pero no pudo evitar sentir sus miradas sobre él. Concluyó con que la única opción que tenía era salir de ahí. Como la pieza en que se alojaba, era también de Draco, decidió salir a dar un paseo (bastante repetido) por el callejón.

         Caminó por, más o menos, media hora hasta que se dio cuenta que estaba a unos pasos de entrar al callejón Knockturn. Dio media vuelta para regresar al Caldero Chorreante, aunque sabiendo que lo único que le esperaba ahí eran los gritos de Ron.

         Como había previsto, al entrar, Ron le empezó a gritar todo tipo de cosas que llevaban a las simples palabras: Arruinaste todas las bromas y aventuras planeadas.

         Quien sabe cómo, Harry se quitó a Ron de encima y se fue cabizbajo y a paso lento hacia su habitación. En ella no habían nadie, así que sin problema se podía acostar en su cama sin que nadie lo molestara, a menos que entrara usando magia.

         ¿Cómo podía él ser Prefecto? El nunca fue tan inteligente, ni aplicado. La que merecía ese lugar era Hermione, no él. Siempre había roto reglas. Tres de cuatro años se había metido en problemas en el colegio, y en segundo casi lo expulsan. Eran raras las decisiones de los profesores. ¿Qué razón los llevaba a elegirlo Prefecto? El no se calificaba como estudiante modelo. Seguía creyendo que el puesto lo merecía Hermione. Simplemente era un imposible. Solo un desesperado lo ubica como Prefecto cuando él ha sido quien más reglas ha infringido desde su padre. Si hubiera algo que pudiera hacer lo haría en ese momento porque lo único que no quería era arruinar aquellas bromas que tenía planeadas.

         Ojalá que el resto de sus amigos no fuera como Ron y que lo comprendieran. No quería pelearse con ninguno. Con lo sucedido el año pasado era suficiente. Si quería pelearse, molestaba al primer Slytherin o mortífago que se encontrara (de los que hay hartas opciones), pero con sus amigos nunca más. ¿Qué podía hacer? Nada, solo esperar que ellos lo entendieran y lo aceptaran como lo que ahora era. Todos estos pensamientos y estas preguntas agobiaban a Harry, aunque no por mucho más porque se quedó profundamente dormido (N/A: ¡Qué espanto, nunca supe de alguien que durmiera tanto!).

         -¡¡HARRY, DESPIERTA!!

         -Podrían parar de gritar –respondió Harry en medio de un bostezo.

         -Harry, es hora de almorzar y tú quieres dormir –era Draco quien le hablaba.

         -Que me importa –dijo el chico de la cicatriz con desgana.

         -Escucha. El que seas Prefecto no quiere decir que te vayas a poner así –esa era Hermione.

         -Es que para ti no es el mismo problema –respondió en una indirecta.

         -¿Cómo que no es el mismo problema? Y yo soy Premio Anual –lo reprochó la chica.

         -Hermione, ¿todavía no entiendes? –Ese era Ron-. Y yo que pensé que yo era al que le costaba entender las cosas.

         -¡¿Que quieres decir Ronald Weasley?! –dijo con un tono de voz exasperado, que no se le había oído nunca.

         -Hermione. Harry es el hijo del líder de los verdaderos Merodeadores, y resulta que ahora lo nombran Prefecto. Te creo que seas un merodeador cualquiera, pero en el caso de Harry es otra cosa –explicó Ron sorprendiendo inmensamente a Harry.

         -Gracias, Ron –Harry estaba tan sorprendido por las palabras de Ron que no atinó a decir nada más.

         -Entiendo que te sientas mal… –ahora Ginny entraba en la conversación- …pero en una cosa todos tienen razón. ¡LEVANTATE!

         -Bueno, ya. Me levanto si tanto quieren –respondió Harry, algo molesto (raro de su parte).

         -No solo queremos que te levantes, si no que levantes los ánimos. Pareces trapo de cocina –le dijo Draco en broma (N/A: Aunque era verdad).

         Harry se levantó e hizo lo posible por verse contento. Par su sorpresa, sus amigos le sonrieron ante su forzada sonrisa. Bajaron a la taberna, y en una mesa estaban sentados, ya, el resto de los Weasley. Para sorpresa de Harry, también estaban Bill y Charlie. Se sentó y saludó de forma muy cortes, pero algo fría, según notó Ron.

         Durante todo el almuerzo, Harry no hablaba a menos que le preguntaran algo, y solo respondía con una palabra. Eso asustó muchísimo a todos, en especial a Ron, que ya había notado que su amigo había cambiado en algo y no para bien.

         Apenas terminó de almorzar, Ron agarró a Harry por el brazo y se lo llevó a un rincón de la taberna.

         -¿Qué diablos te pasa que no hablas? –Le preguntó entre enojado y preocupado.

         Harry no respondió. Solo bajó la cabeza y se concentró en sus pies intentando esquivar la penetrante mirada de su amigo.

         -Harry, dime qué te pasa, que me das miedo –dijo ahora en tono preocupado.

         -¿Me temes? –Preguntó Harry algo enojado.

         -No quise decir eso –se apuró a contestar Ron-. Me refiero a que me preocupas. Todos están preocupados. ¿Por qué te pones así? Harry, solo te haces mal a ti consumiéndote en tus pensamientos. ¿Por qué no me dices que te pasa? ¿Ya no confías en mí?

         -No Ron. No es eso...

         -Entonces qué –lo cortó el chico.

         -Es que no sé –comenzó Harry, pero sin saber cómo explicarse-. No sé si fue la noticia de que soy Prefecto u otra cosa, pero me siento…

         -¿Mal? –Preguntó Ron.

         -¡No! –Respondió Harry, muy segura de su respuesta.

         -¿Entonces?

         -Es que... No se... Me siento... raro –concluyó Harry.

         -¿Qué quieres decir? –Preguntó el pelirrojo sin entender.

         -Distinto. No el mismo. No el del año pasado. Otro –se explicó Harry.

         -Explícate, que no entiendo –dijo Ron con incredulidad.

         -La cosa es que yo tampoco. Es raro. Nunca me había pasado. Me siento medio... controlado –dijo Harry, intentando describir como se sentía en ese momento.

         -¿Imperius? –sugirió Ron.

         -No –dijo en tono seguro.

         -Entonces...

         -Tal vez solo son los nervios –le dijo Harry.

         -¿A qué? –preguntó Ron, otra vez sin entender

         -El ser Prefecto no es cosa fácil. Además, que todos los menores me vean y empiecen con sus preguntas de quien soy y etc. es aburrido explicó Harry.

         -Debe ser. Bueno, ya vamos con los demás, que me aburre estar parado aquí –concluyó Ron confiado en lo que le había afirmado su amigo.

         Salieron de aquel rincón oscuro y se fueron a la pieza de Hermione, que era donde estaban los demás (N/A: Así se hace Draco, solo y con dos chicas).

         -¿Qué pasó? –fue lo primero que se escuchó decir en la pieza al abrir la puerta.

         -¡Cálmate Hermione! –Exclamó Harry-. No ha pasado nada. Y te vuelvo a decir… -dijo al ver la expresión insegura en la cara de su amiga- …CALMATE.

         -Harry ¿qué te pasó en la hora de almuerzo, que no hablaste con nadie? –preguntó Draco.

         -Ehh… Bueno… ¿Podríamos dejar ese tema para otro momento? –terminó con un tono de incomodidad.

         -Si tú quieres… -dijeron Draco y Hermione a la vez.

         -¡Tengo una idea! –gritó Ginny, sobresaltando a todos.

         -¿Qué pasa? –preguntó Ron, algo desconfiado.

         -Sigamos con las bromas, qué más –dijo Ginny como si fuera obvio.

         -Es que… -empezó Harry.

         -Vamos Harry –intentó animarlo Hermione-. No te pongas así. Además, si haces demasiadas tonteras, te quitan el papel de Prefecto.

         –Hermione, también tengo un poco de orgullo, sabes –la reprochó Harry.

         -Te recuerdo una cosa –le dijo Draco- tienes la capa invisible. Debes ser el único en el colegio que tiene una.

         -Dumbledore no necesita un ojo mágico para ver a través de ellas –anunció Harry.

         -Pero él nos ha visto y no nos ha dicho nada –le recordó Ron.

         -¿Los vio? –preguntó Hermione muy impresionada.

         -Sí. Cuando fuimos a ver a Hagrid antes de que se lo llevaran a Azkaban, en segundo año –le explicó Harry.

         -¿Cómo lo sabes? –le preguntó Ginny.

         -No cualquiera mira al vacío fijamente y le guiña un ojo –volvió a explicar Harry.

         -Igual –cambió de tema Draco-. El no es el que hace las rondas nocturnas, son los profesores y los otros Prefectos.

         -Sí, Harry –volvió a hablar Ginny-. No te pongas así. Podemos hacer muchísimas cosas.

         -No, gracias –dijo Harry, con un tono de voz frío y cortante.

         Salió de la pieza dejando a todos boquiabiertos. Nunca habían visto a Harry así. Parecía otro, tal y como le había dicho a Ron.

         ¡¿Qué diablos le había pasado?! El nunca era así. ¿Por qué les había dicho eso a sus amigos? Eran sus amigos. Preguntas como esas llenaban la mente de Harry. Se sentía raro. Mal. Mareado, cansado, y por sobre todo, extraño. Como nunca en su vida. Caminaba a paso lento hacia su pieza, mirando fijamente el piso. Al entrar se recortó en su cama y siguió pensando en lo recién sucedido. Pensaba disculparse, pero un extraño sentimiento se lo impidió. Un pensamiento fuera del mundo de cómo pensaba comúnmente Harry.

Son ellos los que no me entienden, no tengo por qué disculparme. Son ellos los que me tienen que comprender y aceptar como soy, ellos los que tienen que venir a hablar conmigo

Nada normal en él, pero eso era lo que pensaba Harry en esos momentos. Se quedó ahí, recostado en la cama, convencido de que lo que lo que lo tenía así era el ser el nuevo Prefecto de Gryffindor. Sumido en sus pensamientos, rápidamente, cayó dormido. (N/A: ¡¡¡Qué horror, nunca supe de alguien que durmiera tantas horas en un día!!! Ni que estuviera en cama, enfermo). Se despertó, justo a la hora de la cena y después de ella, volvió a su pieza a recostarse.