Capítulo N° 5: Peleas por Control.
Esa mañana, Harry bajaba a desayunar con un terrible ardor en la frente. No sabía por qué le dolía la cicatriz, porque no había soñado con Lord Voldemort esa noche. Se acercó a la mesa donde estaban sus amigos y se sentó, pero no se había dado cuenta de que seguía frotándose la frente.
—¿Qué pasa, Harry? –le preguntó Hermione al ver que se frotaba la cicatriz y que estaba bastante pálido.
-Nada Hermione –respondió levantando la vista. En ese momento, Hermione notó otra diferencia en Harry. Sus ojos. Sus ojos estaban oscuros. De un gris casi negro. Hermione se asustó tanto que si no se hubiera tapado la boca, hubiera gritado. Todos la miraron sorprendidos, pero cuando vieron a Harry la entendieron perfectamente. Parecía otro en todo aspecto. El pelo, que comúnmente le brillaba, se le había opacado, los ojos, los tenía casi negros, estaba pálido y llevaba un semblante frío que ponía los pelos de punta.
—¿Qué pasa, Harry? –volvió a preguntar Hermione, algo temerosa.
—Me temes –respondió Harry con voz fría y desafiante.
—¡Harry, no digas eso! –Le reclamó Hermione, de vuelta-. Ahora dime, que te pasa.
—¡Me duele la cicatriz! –se quejó Harry, pero para alivio de todos volvió a usar su tono normal de voz.
—¿Por…? ¿Ya-Sabes-Quien? –preguntó Ron con un poco de miedo.
—¡Voldemort… –dijo Harry, con un tono de voz despectivo y frío —… no! Esta noche no soñé con él.
—Me haces el favor de no decir ese nombre –dijo un desafiante Ron.
—No –dijo Harry con voz fría y cortante. —Lo digo cuantas veces quiera y nadie me lo impide.
Eso fue una sorpresa para todos. ¿Harry comenzando una pelea con Ron? Eso era algo que se veía una vez en la vida, y como Hermione sabía, no era agradable verlos peleados.
—¿Por que no mejor tomas en cuenta lo que dijo Dumbledore? –volvió a preguntar Harry, de forma desafiante y fría.
—¡¿Qué quieres decir?! –dijo Ron con un casi imperceptible tono de miedo.
—¿Te lo digo? –El silencio fue un sí para Harry. —"Temerle al nombre solo aumenta el temor a la cosa en s.
—Para Dumbledore es fácil decir eso –dijo Ron, ahora algo exasperado. —A él es al único que Ya-Sabes-Quien teme.
—Perdón… -reclamó Harry, ya bastante enojado —…pero YO lo llamo por SU nombre, y VOLDEMORT no me teme. Al contrario, me puede y quiere matar en este mismo momento.
—¡Hazme el favor de dejar de decir ese nombre! –Reclamó Ron, ahora gritando.
—¡No quiero! –Contestó Harry de igual manera. —¡¡¡VOLDEMORT, VOLDEMORT, VOLDEMORT!!!
Eso fue suficiente para todos. La cosa era que nos solo ellos, si no TODO el Caldero Chorreante había escuchado el grito de Harry. Se levantaron de sus sillas de un salto y miraron a Harry con caras que por poco muestran odio. Pero este ni se inmutó. Miraba a Ron con unos ojos oscuros y fríos, que expresaban enojo profundo con su mancha de odio. Por otro lado, Ron tenía una mezcla de infinitos sentimientos en su interior: miedo, enojo, furia, tristeza, coraje, cólera y hasta el odio se mostraban en su rostro, que en ese momento estaba pálido.
—¿Que acaso le tienes tanto miedo? –Continuó Harry, desafiante. —¿Tanto que si te da a elegir entre la muerte y aliarte a él, te le unirías?
Esa fue la gota que colmó el vaso. Draco se levantó de golpe y fue hacia Harry para empezar a gritarle una serie de cosas que este parecía no escuchar. Por otra parte, Hermione se levantó, corrió a Draco de enfrente de Harry empujándolo suavemente, y le pegó una cachetada a este último. En ese mismo momento Ron caminaba, hecho una furia, hacia su pieza.
Ante la cachetada de Hermione, Harry reaccionó. Sus ojos volvieron a la normalidad, su pelo volvió a brillar, y su semblante cambió a uno de confusión, tristeza y odio. Se había quedado parado en ese lugar, enfrente de Hermione que lo miraba seriamente a los ojos. Tenía los puños fuertemente apretados y los ojos le brillaban a causa de las lágrimas que retenía (algo que sólo vio Hermione). De repente, Harry se dio media vuelta y corrió hacia las escaleras. Pero no para disculparse con Ron, porque al llegar a la bifurcación, no giró a la derecha, si no que siguió a delante.
Harry corría a toda velocidad escalera arriba. No podía creer lo que acababa de hacer. El no era así. ¿Qué le habría pasado en ese momento? Entró a su pieza y serró la puerta de golpe. Se tiró sobre la cama para hacer algo que nunca había hecho antes. Se echó a llorar. No era de él. Pero se odiaba a él mismo en ese momento. De repente recordó el día de ayer. Se había sentido muy raro y cansado. En algunos momentos hizo cosas que él no quería hacer, cómo si lo estuvieran controlando. En ese momento se dio cuenta de cuanto le hacían falta sus padres. De cuanto le hacía falta alguien con quien hablar en esos momentos. Alguien que no importara lo que hiciera, le preguntaría que pasaba y conversaría con él de lo sucedido antes de hacer cualquier otra cosa. Quería en ese momento estar, a lo menos con Sirius. El era la única persona que se asemejaba más a un padre. Alguien a quien le decía todos sus problemas y preguntas pudiendo esperar una respuesta. Mientras se lamentaba y desahogaba en sus propios pensamientos sintió que cientos de puños comenzaban a pegarle por todo el cuerpo y que decenas de dagas le hacían lo llenaban de cortes.
Los tres chicos estaban completamente sorprendidos ante las acciones de sus amigos. Nunca los habían visto así. Harry estaba más extraño que nunca y Ron, a punto de explotar de furia.
Hermione decidió ir a ver a Harry, mientras Ginny se encaminó a ver a su hermano. Draco, por su parte, no sabía con quien acudir primero.
Hermione corría a toda velocidad hacia la pieza de Harry. Encontró la puerta cerrada, ante lo que dudó en entrar. Sus dudas desaparecieron al instante. Estaba demasiado preocupada por Harry cómo para importarle una puerta cerrada. La abrió silenciosamente y entró a la pieza. Su sorpresa no podía haber sido mayor al ver qué pasaba adentro. Se encontró con que Harry estaba tirado sobre su cama, boca abajo, y con la cabeza enterrada entre los brazos. Al mirarlo más fijamente se dio cuenta de las heridas que tenía en los brazos que se notaban por la polera manga corta de su amigo y que manchas de sangre cubrían su ropa por varias partes del cuerpo, además de los moretones que igual que los cortes los notó en los brazos.
Hermione se acercó, lentamente, a él. Cuando ya estaba al lado de la cama, pudo oír los sollozos de Harry.
Nunca en su vida pensó encontrarse a Harry llorando. Ni en sueños.
—¿Qué pasó Harry? ¿Por qué lo hiciste? –preguntó Hermione con una mezcla de preocupación y enojo en su tono de voz.
—Yo no quise... –replicó Harry en un hilo de voz entre sus sollozos. —Te juro que yo no quise. Alguien me obligó, me manipuló. Por favor Hermione, créeme que yo no quise. Te juro por la memoria de mi madre que es verdad.
—Pero Harry, a ti el Imperius no te hace efecto –replicó Hermione.
—No era Imperius –dijo Harry con el mismo tono de voz que antes. —Yo sé lo que hice, eso no pasa con el Imperius.
—¿Pero entonces, qué fue? –preguntó la chica con intriga.
—No sé, Hermione. Te juro que no sé –dijo el chico con voz ahogada. —Pero hay algo que sí se.
—¿Qué cosa? –Preguntó la chica, aún más intrigada.
—Que en cierto modo yo quería decirle esas cosas a Ron.
-¿Cómo? –le preguntó Hermione como no habiendo escuchado bien. —¿Qué quieres decir?
—Que no hice todo lo posible por rehusarme a decir esas cosas.
—¿Pero, qué quieres decir con todo? –preguntó Hermione un poquito más calmada.
—TODO Hermione, TODO. Podía haber hecho muchas cosas más, pero no. Preferí decirle tales cosas a mi amigo antes de sufrir porque nuestra amistad perdurara.
-Pero Harry, no puedes hacer todo –lo regañó Hermione, ahora completamente preocupada.
-Y por qué no. Prefiero la muerte antes de insultar a mis amigos, y me besará un Dementor antes de dañarlos –la corrigió Harry, completamente seguro de si mismo.
Hermione había quedado completamente anonadada. Nunca pensó que Harry prefería la muerte antes de pelearse con ellos. No podía creer esas palabras, ni tampoco que Harry hubiera querido decirle esas cosas a Ron de verdad. Se acercó a Harry lentamente y de la nada le dio un suave y tierno bezo en la cabeza, ya que él estaba boca abajo. Luego de eso salió corriendo a ver que le pasaba a Ron. (N/A: Aprovechada que es Hermione, no creen).
Ginny estaba sentada con la espalda apoyada contra la puerta de la pieza en donde estaba encerrado Ron.
—¿Cómo está? –le preguntó Hermione al acercarse a ella. —¿Que explota?
—Explotó –la corrigió Ginny. —Por suerte dentro de la pieza.
—Entonces… –comenzó Hermione —…Harry y Ron son las personas más distintas que he conocido que han entablado amistad.
—¿Qué quieres decir? –preguntó su compañera muy intrigada.
—Que cuando fui a la pieza de Harry, me lo encontré… -pero Hermione no sabía si decir lo que había visto.
—Me vas a decir o no –preguntó Ginny casi saltando de curiosidad.
—Es que no se… -empezó Hermione, pero al ver la cara de su amiga se convenció-. Vale, te cuento. Me encontré a Harry llorando y con manchas de sangre...
-¡Que, QUE! –la cortó Ginny con un grito de horror.
—Y con manchas de sangre en la ropa, heridas en los brazos y moretones –terminó Hermione cómo si nada
Ginny, que se había parado, por poco y vuelve a quedar en el suelo.
—A ver si escuché bien. ¿Herido y llorando? O.O –preguntó enormemente sorprendida.
—Sí –respondió una voz que venía del pasillo por el lado izquierdo. Era Draco. —Acabo de ir a la pieza y me lo encontré tal y como dijo Hermione. ¿Qué te dijo? Es que yo no hable con él –preguntó dirigiéndose a Hermione.
—Me dijo que él no había querido decir esas cosas, que lo habían controlado –los dos chicos la miraron estupefactos, sin poder hablar. —Pero luego me dijo que, en cierto modo, él sí había querido decirle esas cosas a Ron. Me dijo eso, porque, según él, él no había hecho todo lo posible por no insultar a Ron.
—¿Qué quieres decir con que Harry quería decirle esas cosas a Ron y que no, cuando lo estaban controlando? –Preguntó Draco, sacando la voz en medio del asombro. —Y ¿qué quiere decir con que no hizo todo lo posible?
—Para tu primera pregunta: Cuando Harry quiere algo, busca cualquier método para lograrlo. Cualquier medio –comenzó a explicar Hermione. —Y el no haber hecho todo lo que podía quiere decir, para él, que cierto profundo deseo tenía de decirle esas cosas a Ron. Y para la segunda pregunta: Para Harry todo lo posible, es hasta la muerte. O sea, Harry daría su vida antes de hacernos algo.
—Está loco –fue lo único que dijo Draco.
—Hay que hacer algo –dijo, de pronto, Ginny.—Este par puede estar meses peleados.
—Cómo si no supiera –bufó Hermione. —Mejor hablemos con Ron. Creo que nos será más fácil hablar con él que con Harry.
Se decidieron a entrar en la pieza donde se había encerrado Ron (la de él y Ginny). Lo encontraron en un estado… calmado. Pero por como estaba la habitación, parecía que hubiera desecho toda su furia con los cojines. Estaban tirados por toda la pieza que estaba llena de plumas.
—¡¿Qué diablos pasó aquí?! –preguntó Ginny, casi a gritos al entrar.
No hubo respuesta para ella. Ron solo levantó la mirada y bufó al verlos adentro. Parecía que aún no había terminado de expresar su enojo. Pero nadie se lo negaba. A ninguno de ellos le gustaría que de la nada su mejor amigo te comienza gritar en la cara una serie de cosas que pensaste que ni te diría tu peor enemigo.
—Ron, por qué no vas a hablar con Harry –intento entablar conversación, Draco.
—¿Harry? ¿Qué Harry? –respondió Ron con odio en su tono de voz.
—¡Ron, no te hagas el tonto! –le gritó Ginny, muy alterada.
—¿Qué? Si yo no conozco ningún "Harry" –respondió Ron posando una mirada penetrante sobre Ginny.
—¡Cómo que no Ronald Weasley! –Empezó Hermione, muy irritada. —¿Qué acaso no te acuerdas de Harry Potter? El Harry por el cual casi das la vida ante el juego de ajedrez de McGonagall. El Harry con el que te aventuraste en la Cámara Secreta. El Harry con el que jugabas ajedrez. El Harry que invitaste a tu casa dos veranos, y uno de ellos llego porque tú lo salvaste de los Muggles. ¿Qué acaso no te acuerdas de él? –Terminó Hermione, casi a gritos y sobresaltando a todos.
—Es que ese Harry ya no está aquí –respondió Ron sin perder el quicio.
Pero, de repente, un ruido sobresaltó a todos. La puerta se estaba abriendo, y al terminar dio paso a Harry. Venía con los ojos brillantes por las lágrimas y al ver a todos adentro, bajó rápidamente la vista.
-¿Qué quieres, Potter? –dijo Ron, fríamente.
Eso, por supuesto, dejó muy sorprendidos a todos lo demás que estaban en la habitación y claramente dolido a Harry.
-Ron... yo... –empezó Harry entre el odio que sentía en ese momento. Se sentía pésimo. Sentía que no solo había defraudado a sus amigos, si no que había defraudado a todos. A Sirius, Remus, Dumbledore……… Sus padres. —Ron por favor, perdóname. Yo... te juro que no quise. Me controlaron. Te lo dije ayer. Por favor, Ron. Perdóname.
Las palabras de su amigo habían dejado muy sorprendido y pensativo a Ron. Era verdad que Harry le había dicho ayer, que se sentía raro… controlado… otro. Pensaba aceptar las disculpas de su amigo, cuando el orgullo se apoderó de él. Miró directamente a los ojos de Harry y se dio cuenta, por primera vez que este tenía los ojos llorosos y de las heridas y golpes que tenía. Su orgullo se hubiera ablandado un poco, pero no se fue. Su mirada cambió a una de odio y cólera. Luego desvió la mirada para darle la espalde a Harry. Ese gesto fue suficiente para que Harry diera media vuelta y saliera corriendo de la habitación. Hermione miró con furia a Ron y con preocupación el agujero de la puerta.
—Ron –dijo con voz desafiante, Hermione. —¿Que acaso eres tan orgulloso y antipático que no puedes aceptar una disculpa? Entiende que Harry no quería. O de verdad mostrarás ser un orgulloso, terco y sin corazón, además de un imbésil.
La chica, con el enojo brillando en sus ojos levantó u mano derecha y le pegó a Ron una cachetada que resonó por la habitación, luego dio media vuelta y salió corriendo de la habitación.
Los tres niños que estaban en la pieza observaron a la chica salir y girar a la derecha. Ginny giró la cabeza y se le quedó mirando a su hermano, que en ese momento tenía una cara de confusión y tristeza. Por su parte, Draco miró, sucesivamente, al hueco de la puerta, a Ron y a Ginny, varias veces. Luego se detuvo y quedó mirando al vacío.
¿Era todo eso su culpa? Se acababan de hacer amigos y había una pelea. ¿Tenía que ver su presencia algo en esto?
—No fue tu culpa Draco –le dijo una voz que venía de la izquierda. Era Ron.
—Tu amistad no nos puede dejar más felices –aportó Ginny. —Tú no tienes nada que ver en esto. Es MUY difícil que Ron y Harry se peleen. Algo o alguien tuvo que haber hecho algo para que Harry comenzara una pelea con Ron.
Draco esbozó una débil sonrisa que hizo que sus dos acompañantes hicieran lo mismo. Por fin una sonrisa en ese ambiente tan tenso y de pelea.
—¿Adónde habrá ido Hermione? –preguntó, de la nada, Ginny.
—Debió haber ido a su pieza –supuso Draco-. A la nuestra (Harry y Draco) no, porque están hacia la izquierda.
—¿Por qué no vamos a ver a Harry? –preguntó Ginny.
—No lo creo conveniente –la detuvo Draco, hablando con tono vacío aunque algo frío.
—¿Por qué? –preguntó Ron, que muchas ganas tenía de conversar con su amigo.
—Porque tengo el presentimiento de que algo que a nadie le gustaría ver está a punto de pasar ahí –dijo Draco con el mismo tono de antes.
Harry salía a toda velocidad de la pieza en donde estaban sus amigos, sin importarle la impresión que les diera. Ahora sabía quien era el que lo estaba controlando. También sabía qué tenía que hacer. Pero no podía hacerlo en el lugar que acababa de dejar. Si lo hacía ahí sus amigos corrían peligro.
Entró a su pieza a toda velocidad t serró la puerta tras de sí. Pero esta vez la cerró con llave. Después se paró en el centro de la habitación, como esperando a alguien. Pero no era así, porque un segundo después le grito al aire:
—¡Ya déjame en paz!
—¿Y por qué? –Le respondió el "aire", algo que no sorprendió a Harry para nada.
—¡Slytherin, para, que me hartas! –Volvió a gritar Harry.
—Vamos, llámame por mi nombre –le pidió Salazar Slytherin. —Eres mi heredero, no me tienes por qué llamar por mi apellido.
—¡Heredero tuyu no soy! ¡Ni por SANGRE, ni por SEGUIR TUS PASOS! –replicó Harry.
—Eso crees tú, pero…
—¡A otro lado con tu ciencia! ¡Y déjame en paz de una vez por todas!
—¿Por qué, si no quiero?
—¡Por tú culpa me he peleado con mi mejor amigo! –reclamó Harry.
—¿Por mi culpa? Pero si yo no lo hice todo –le hizo ver Salazar a Harry.
-—i, lo sé –dijo Harry en un susurro entre dientes, costándole admitir que cierto oculto deseo tenía de decirle esas cosas a Ron. —Pude haberlo evitado, pero me dejé llevar. ¡Pero, ya déjame, que no quiero pelearme con mis amigos! –terminó Harry en un nuevo grito.
—¿Pero por qué? Me gusta tanto cuando se pelean –dijo en un tono tan frío que helaba la sangre.
—¡Ya me aburriste! ¡VETE! O si no... –dijo Harry en tono desafiante, pero Slytherin lo cortó.
—¿Qué? ¿Piensas que puedes hacer algo? –Respondió Salazar en tono de superioridad.
—Claro que sí –dijo Harry con una voz que no era la suya. Era profunda y escalofriante.
En ese momento Salazar se dio cuenta de algo.
—Here… Heredero de Godric –dijo en un hilo de voz que ocultaba su miedo.
—El mismo –dijo decir Harry usando el mismo tono de voz que antes. Parecía en un trance. —¿Te muestro? ¡LUX! (N/A: luz n mapudungún [que creativa yo]).
Después de que Harry pronunciara esa palabra una luz dorada-plateada inundó la habitación, mientras una exquisita sensación inundaba el cuerpo de Harry. Sentía que se liberaba de una pesada carga y de un profundo dolor. Se sentía libre. Para su desgracia, cuando la luz estaba desapareciendo, algo enfrente de Harry produjo una explosión. Lo último que vio fue una luz verde-plateada.
En todo el Caldero Chorreante se escuchó el sonido de una explosión. Venía de una de las habitaciones.
En ese momento, Draco se levantó de golpe y corrió a su habitación, temiendo encontrar lo que creía. Ron y Ginny lo siguieron de la misma forma y en medio camino se encontraron con Hermione. Cuando llegaron a la bifurcación, se encontraron con el resto de los Weasley (incluidos Bill y Charlie). Todos siguieron a Draco que iba adelante y al llegar a la puerta de la habitación este abrió la puerta que estaba con llave.
Al entrar su sorpresa fue mayor de lo que esperaban. La habitación estaba intacta, nada corrido ni quemado. Lo único que mostraba signos de que algo hubiera ocurrido ahí era Harry. Estaba inconsciente sobre el piso, en el centro de la pieza. Hermione, Ron, Ginny y Draco fueron los primeros en reaccionar. Se acercaron a toda velocidad a Harry y lo dieron vuelta para verle el rostro. Estaba pálido y un poco frío, aunque las heridas habían desaparecido. El Sr. Weasley se acercó a ellos y tomó a Harry, para luego recostarlo sobre su cama. Después la Sra. Weasley se acercó y miró a Harry. Los ojos se le pusieron llorosos al ver al chico. Detrás de ella aparecieron Bill y Charlie, que intentaron consolarla. Atrás de nuestros amigos aparecieron los gemelos, que de la nada dijeron algo bastante incoherente.
—¡¿Qué diablos le hiciste, Malfoy?! –Gritaron los dos al mismo tiempo.
—Fred y George Weasley –irrumpió la Sra. Weasley. Parecía haberse olvidado de Harry. Su rostro mostraba suma severidad y enojo. —Nunca más se les ocurra decirle algo así a Draco. ¿Me han entendido?
—Sí, mamá –respondieron en un susurro. Parecían cachorritos indefensos, ante su madre.
—Bueno, chicos, Molly, salgamos de aquí. Harry debe descansar –anunció el Sr. Weasley.
—¿Nos podemos quedar aquí? –Preguntaron los cuatro Merodeadores al unísono.
—Está bien –respondió el Sr. Weasley. —Pero no hagan mucho ruido y ningún alboroto.
—Sí –respondieron los cuatro a la vez.
Esperaron a que todos se fueran, para poder conversar a solas. Ron y Ginny tenían algunas preguntas que hacerle a Draco, y Hermione no entendía las caras de curiosidad de los menores Weasley.
—Draco… –empezó Ginny- en nuestra pieza dijiste que no viniéramos para acá porque algo desagradable iba a pasar. Te referías a esto, ¿no es cierto?
—Creo que sí –respondió Draco, un poco dudoso.
—¡¿Cómo que crees?! –Estalló Ron.
—Es que no sé. Fue solo un presentimiento, nada más. Y en ese momento me sentí extraño.
—¿Cómo otro? –Preguntaron Ron y Hermione a la vez. —¿Manipulado?
—¿También les pasó? –les preguntó Draco, algo asombrado.
—Sí –respondió Hermione. —A mí, cuando le grité a Ron. ¿Me perdonas? –terminó mirando a Ron con tristeza.
—Por supuesto –respondió Ron. Luego explicó. —A mí me pasó cuando Harry fue a pedirme disculpas a la pieza y no las acepté. No saben como me siento.
—Me pueden explicar qué diablos sucede –preguntó Ginny que no entendía nada.
—No te pasó a ti –le preguntó Ron.
—No sé de qué hablan –reclamó Ginny.
—Te explico –se ofreció Draco. —Lo que pasa es que en algunos momentos de hoy, nos sentimos otros. Como si nos controlaran. Eso nos hacía actuar de forma distinta, enojarnos con el resto, comportarnos fríamente. ¿Me entiendes?
—Perfectamente –asintió Ginny.
De repente Ron se paró (estaban sentados en el suelo). En el acto se llevó una mano a la boca y luego pateó el suelo con furia.
—¿Qué pasa Ron? –Preguntó Hermione con preocupación.
—Ayer… –empezó Ron sumido en sus pensamientos —…Ayer Harry me dijo, después del almuerzo, que se sentía raro, manipulado, distinto… otro.
—¿Y por que no nos dijiste? –le peguntó Draco.
—Harry me convenció de que era por la noticia de ser Prefecto –se excusó Ron. —Pero ahora veo que no.
De repente se escucharon que Harry se movía. Este se estaba incorporando. Mientras lo hacía se puso una mano en la cabeza, para luego sacarla rápidamente de ahí. Levantó la vista y giró la cabeza hasta quedar viendo a sus amigos. Sus cuatro amigos lo miraban con una sonrisa y él lo hacía de la misma forma. Pero su sonrisa no alcanzaba para ocultar lo débil que se sentía. Ron se percató de eso, y justo antes de que cayera bruscamente sobre la cama, le sostuvo por la espalda.
—¿Qué pasó, Harry? –Preguntó Ron después de haberlo recostado.
—Perdón, Ron –dijo Harry, como si no hubiera escuchado a Ron. —Perdón por haberte dicho esas cosas.
—Ya no importa –dijo Ron esbozando una enorme sonrisa. —Y perdóname tú también, por favor. Por no haber aceptado tus disculpas antes.
—Claro que te perdono –dijo Harry, sonriendo también. —Además, no podías hacer nada.Llos estaban controlando, al igual que a mí –terminó en un tono algo enojado.
—Pareces saber quién –dijo Draco.
—el fundador de tu casa –contestó el muchacho de ojos esmeralda
—¡Salazar Slytherin! –Gritaron sus cuatro amigos, perdiendo toda clase de sonrisa.
—Pero si él está más que muerto –prorrumpió Ginny.
—¿Ginny... –comenzó Harry —…no crees que Slytherin fue un mago demasiado fuerte para no tener poderes, aún estando muerto? Pues yo sí.
—Harry… -interrumpió Ron —…aún no respondes mi pregunta. ¿Qué pasó?
—Tuve un encuentro con la serpiente –contestó Harry en un gruñido furioso que se parecía fácilmente al de un león.
—¡¡¡QUE!!! –Gritaron sus amigos, mientras Harry se tapaba los oídos para después frotárselos.
—No fue tanto, y no me acuerdo de lo último que hablamos –se defendió Harry ante las caras de reproche de sus amigos. Para su suerte, no le dijeron nada.
—Me enteré de una cosa –continuó Harry-. Según Slytherin, yo soy su heredero, pero ese es Tom Riddle (Voldemort).
—¿Qué pasó al final, que quedaste inconsciente? –preguntó Hermione.
—No me acuerdo –comenzó Harry-. Me sentí muy extraño…
—Controlado –lo interrumpió Draco.
—No –aseguró Harry. —No tengo idea de lo que hice o me dijo Slytherin. Sólo me acuerdo de una luz dorada-plateada y otra verde-plateada.
—La segunda tuvo que ser provocada por Slytherin, por ser verde-plateada –dedujo Ginny.
—Creo igual que tú, pero no te aseguro nada –continuó Harry. —No sé qué me pasó. Estaba como en un trance.
—Harry, tú nunca has entrado en trance –se burló Ron, comenzando a reír a carcajadas.
—Para todo hay una primera vez –lo corrigió Harry, haciendo que su amigo se callara.
—¡Harry! ¡¿Qué haces?! –exclamó Hermione, al ver que este se levantaba.
—Me quiero levantar –explicó Harry en tono de reclamo. —El estar acostado me recuerda a la enfermería de Hogwarts, el único lugar que no me guata del colegio.
—Pero Harry, estás muy débil –lo reprochó Ginny.
—Ya estoy bien –Dijo Harry mientras se levantaba de la cama.
Pero no podía negar que se sentía muy mal. Al instante después de haberse levantado, comenzó a sentirse mareado y tambalearse. Sus amigos se percataron de ello y se levantaron, y en menos de un segundo ya estaban con Harry entre los brazos.
—No pudiste haber salido más porfiado –lo reprochó Draco en tono de broma.
—A la cama Sr. Potter –dijo Ron imitando la voz de Madame Pomfrey. —Necesita descansar y de pie no puede.
Ante el comentario de Ron todos echaron a reír, pero Harry no lo hizo por mucho. Le producía dolor el reírse, así que se detuvo al instante. Luego de un corto rato de risas, todos se detuvieron al mismo tiempo.
—En serio, Harry –lo reprendió Draco- tienes que acostarte. ¡Mírate! Ni siquiera puedes mantenerte en pie.
—¡A, no! –Reclamó Harry. —No me acuesto, me siento, no más.
—Está bien –dijeron todos, sabiendo que no lo podrían convencer de otra cosa.
—Harry, dinos qué pasó que quedaste inconsciente –dijo, de la nada, Ginny, cuando Harry se había sentado.
—Ya te dije que no sé –explotó Harry. Luego continuó, serenándose un poco-. Lo único que recuerdo son las luces y cómo me sentí.
—Entonces dinos cómo te sentiste, porque no nos has dicho –pidió Ron.
—Vale –aceptó Harry-. Cuando fui a la pieza en donde estaban ustedes, me di cuenta de qué era, quién era y qué nos hacía. Digo "nos" porque me di cuenta que no solo era yo el manipulado. Me costaba mucho impedir el control de Slytherin. Me casaba demasiado, por lo fuerte que es. Un poco antes de ver la luz dorada-plateada, me sentí extraño y no sé lo que dije, pero después de ella solo se que me sentí mucho mejor.
—¿Pero cómo el sentirse mejor produjo que te desmayaras? –preguntó Ron.
—Es no fue el sentirme mejor –explicó Harry. —La luz inundó la pieza y de repente… No estoy seguro… Creo que hubo una especie de explosión, que por lo que veo, solo me afectó a mí. Debió ser un hechizo hecho por Slytherin. La luz verde-plateada es lo último que recuerdo antes de quedar inconsciente.
—Increíble encuentro el tuyo –dijo Draco con evidente sarcasmo. —Pero ahora a descansar. Por tu descripción y tu aspecto, no fue nada agradable. Así que ahora a descansar –terminó Draco, mientras lo empujaba para que se acostara, por el hombro derecho. Pero Harry se rehusó con increíble fuerza para lo débil que estaba, y permaneció sentado.
—No quiero –se negó rotundamente, Harry. —Tengo hambre.
—Y yo pensé que Ron era el glotón –se rió Ginny.
—No soy glotón –se defendió el chico de la cicatriz. —Es hora de almorzar –terminó consultando su reloj.
Todos miraron los suyos y se dieron cuenta de que Harry tenía razón. Por alguna extraña razón, las ganas de comer lo hicieron que Harry sintiera mucho mejor. Pudo levantarse sin problema, pero sorprendiendo a todos.
—Harry, no te levantes –lo regañó Ron.
—Ron... –comenzó a decir Harry. —Tengo hambre. Y estoy bien –Terminó Harry.
—Te podrían traer la comida acá arriba, porque no estas bien –insistió Hermione.
—Hermione, no te preocupes, que de verdad ya me siento mejor –le aseguró Harry.
—Harry, por favor –insistió Hermione.
—Hermione, si ya estoy bien (...)
—¿Bajamos? –Preguntó mientras abría la puerta. —Me muero de hambre.
Todos lo siguieron por el pasillo y las escaleras, luego, abajo entre las mesas hasta en la que estaban los Weasley.
—¡Harry! –Gritó la Sra. Weasley al verlo en la taberna-. ¿Qué haces aquí? Estás muy mal.
—Yo, Sra. Weasley… –contestó Harry —…me siento muy bien.
—¿Completamente? –Preguntó ella, con preocupación.
—No –respondió Harry, cómo si nada.
—¡¿Por qué estás aquí si estás mal?! ¡¿Qué tienes, Harry?! ¡¿Qué te pasa?! –estalló la Sra. Weasley, mientras se paraba y corría hacia Harry para examinarlo, con una cara de horror.
—Tengo hambre –respondió Harry simplemente, mientras sentía que se le iban a romper las costillas por la fuerza que hacia para resistir la risa. Pero un cierto remordimiento lo invadió al ver el rostro preocupado de le Sra. Weasley.
La Sra. Weasley se había dejado caer sobre la silla, con las manos en el pecho tratando de calmar su agitada respiración. Por otra parte, todos los demás presentes se reían a mandíbula abierta.
Cuando se hubo calmada, la Sra. Weasley levantó la vista hasta quedar mirando a Harry, quien la bajó rápidamente.
—Por favor Harry... –le pidió la Sra. Weasley —...nunca me vuelvas a asustar así.
—Si Sra. Weasley –respondió Harry, pero sin vergüenza, mirándola a los ojos.
—Pero en serio, tengo hambre –dijo Harry cómo si nada mientras agarraba una silla y se sentaba al lado de Fred.
Al tomar asiento se dio cuneta de que también estaban Percy y Penelope a quienes saludó muy cortésmente.
El almuerzo estuvo muy entretenido y en el Harry pudo comprobar por él mismo que Percy había cambiado mucho. Se conversó de muchas cosas, y las bromas de los gemelos no pudieron faltar. Cuando la cena estaba finalizando, Fred y George felicitaron a Harry por su fantástica broma. Después de la cena, los cinco Merodeadores fueron a la pieza de Draco y Harry para pasar de lo mejor esas últimas horas que les quedaban juntos antes de marcharse y no verse asta el 1° de Septiembre.
A las siete menos cinco, Harry preparaba su baúl para cuando tía Petunia lo fuera a buscar.
A las siete en punto Harry y Hermione salían del Caldero Chorreante para esperar a sus familiares que, como Muggles, no podían ver la taberna. Puntuales llegaron los esperados familiares, pero para sorpresa de Harry y Hermione, se bajaron de los autos. Cuando los padres de Hermione y tía petunia se encontraron, se saludaron muy afectuosamente.
—Buenas tardes. Yo soy Petunia Dursley, tía de Harry. Es un placer conocerlos –saludó respetuosamente tía Petunia, mientras extendía la mano.
—El placer es nuestro –respondieron de igual forma ambos padres de Hermione.
—Mi nombre es Alvaro Granger –se presento el padre de Hermione mientras estrechaba manos con tía Petunia.
—Y el mío Melissa Granger. Un placer –dijo mientras ofrecía su mano, la cual estrechó la tía de Harry.
—Buen..., –comenzó tía Petunia. —Nos veremos nuevamente, en la estación de King's Cross.
—Tiene razón. Adiós Sra. Dursley –se despidió la Sra. Granger.
—¡Oh! Por favor, llámeme Petunia –exclamó esta.
—Está bien. Y usted llámeme Melissa –se disculpó la Sra. Granger.
—Sí –comenzó el padre de Hermione-. Y a mí, llámeme Alvaro. Estamos en confianza.
—Sí. Hasta luego, Melissa, Alvaro –se despidió tía Petunia.
—Adiós Petunia –se despidieron los padres de Hermione.
—Adiós Harry –se despidió Hermione.
—Adiós Hermione –correspondió Harry.
Recién en ese momento, los adultos saludaron a los jóvenes que eran su verdadero motivo de presencia ahí.
—Buenas tardes Harry –lo saludó tía Petunia mientras lo ayudaba a subir su baúl al auto-. ¿Qué tal el fin de semana?
—¡Estupendo! –mintió Harry, aunque no todo había sido malo. La había pasado genial, sin importar la interrupción de S. Slytherin.
Se subieron al auto y dieron inicio a su pequeño viaje a Privet Drive.
El resto del verano fue muy divertido para Harry. Se hizo buen amigo de Dudley, y gracias a eso lo incitó a hacer deporte, cosa que tía petunia se lo agradeció infinitamente. Con Dudley y Piers, Harry se entretuvo de maravilla ese verano y si no era por que su tía se lo recuerda, a Harry se le olvida hacer sus deberes de verano que le mandaron. Para su suerte eran fáciles (algo que lo sorprendió hasta a él mismo, en especial el de pociones).
