Capítulo N° 7: Solución a un Problema.
Después de un rato, las "visitas" se fueron, y con ello el cielo comenzó a oscurecerse. Unas dos horas más de viaje y el tren comenzó a aminorar la marcha hasta detenerse. Lo cinco chicos bajaron del y se subieron a una diligencia en la que terminaron de contarle a Draco y a Ginny todo lo relacionado con Sirius.
Cuando la diligencia se detuvo, se bajaron, subieron la escalinata de piedra hacia el hall de entrada y luego hacia el Gran Salón. Ahí Draco se encaminó a la mesa de Slytherin, cuando Harry lo detuvo tirando de la manga de su túnica.
—A donde crees que vas –lo reprochó Harry—. Ven a sentarte con nosotros.
—Pero yo estoy en Slytherin –contradijo Draco.
—¿Y que tiene? Muchos chicos se sientan en otras mesas –corroboró Ron.
—¡Vamos! Nadie te va a comer –lo animó Ginny.
—Draco, los Gryffindor no mordemos –comenzó Hermione medio broma y medio en serio—. Lo más que te puede pasar es que te miren con mala cara. No puedes esperar que TODOS te entiendan.
—Está bien, gente. Me convencieron –dijo Draco, para después ser arrastrado a la mesa de Gryffindor por sus amigos.
Los cuatro arrastraron a Draco hasta un lugar donde había siete puestos vacíos. Harry sentó a Draco en uno de ellos y luego se sentó a su derecha. Ron se sentó al otro lado de Harry y las chicas al frente de ellos. Los otros dos puestos que quedaban los ocuparon Seamus y Dean, que llegaron unos minutos después que ellos.
—¡Vamos, Draco! ¡Levanta esos ánimos! –Exclamó Harry al ver que su amigo no hablaba. —Todos nuestros compañeros de curso saben la verdad. Y apostaría mi Saeta de Fuego a que Fred y George le cuentan a Lee, Angelina, Alicia y Katie.
—Pero son Fred y George –objetó Draco. —Es obvio que no les van a creer.
—Y es obvio que van a venir a preguntar –lo contradijo Harry.
—Y es verdad –dijo Ron, quien miraba a la mesa de Gryffindor en dirección al la puerta del Gran Comedor. —Ahí vienen.
Y era verdad. Los cuatro chicos que había mencionado Harry caminaban hacia ellos con cara, entre confusa y enojada. Harry se dio cuenta que lo miraban a él cómo tratando de descifrar verdades en su mirada.
—Harry –comenzó Alicia sin ni siquiera mirar al resto de los que prestaban atención a la conversación. —Fred y George dijeron que te...
—¡Malfoy! ¡¿Qué diablos haces en nuestra mesa?! –Gritó Lee interrumpiendo a su compañera.
—¿Algún problema conque Draco esté en nuestra mesa, Lee? –Preguntó Harry, indiferente.
—Entonces, ¿es verdad...? –Comenzó Angelina, pero sin poder continuar del asombro.
—¡Esto es imposible! –Estalló Katie. —¡Fred y George diciendo la verdad!
—¿Les dijeron lo que pasó en las vacaciones? –Preguntó Ron entrando en la conversación. —¿Lo del ataque en el callejón y eso?
Los cuatro asintieron con la cabeza sin poder articular palabra, ni siquiera un sonido.
—Pues, entonces es verdad –dijo Hermione entrando en la escena.
—Pero no les creo que haya pasado la mitad del verano con ustedes –dijo Angelina dirigiéndose a Ron y Ginny, buscando si les habían mentido en algo los gemelos.
—Es verdad –respondieron los dos Weasley a la vez.
—Esto hay que celebrarlo –irrumpió Lee. —Es primera vez en la vida de esos gemelos en la que no dicen ninguna mentira contando una historia.
—Después celebramos, que ahí viene McGonagall –dijo Harry, cortante, para que el chico no gritara más.
Los cuatro chicos asintieron y se fueron a sentar en sus puestos.
La profesora McGonagall entraba al Gran Salón seguida de todos los alumnos nuevos. Harry vio que al final de la fila venían cuatro chicos mayores (no parecían de primero). La profesora salió del Gran Comedor y volvió con un taburete de tres pies y con el Sombrero Seleccionador. Los mayores, una dos niños y dos chicas, fueron los primeros en ser seleccionados. Para desgracia de Gryffindor, ninguno de ellos fue seleccionado para esa casa. Luego los de primero fueron seleccionados y Gryffindor quedó con siete niñas y cinco niños.
La comida, como siempre, estuvo de lujo. Harry comió todo lo que pudo y lo más rápido que pudo. Tanto, que llamó la atención de sus amigos.
—Harry, no comas tan rápido que te va a doler el estómago –lo regañó Hermione.
—Pe'on pe'go tengo g' e (Perdón pero tengo qué) –dijo el chico mientras se echaba a la boca un trozo inmenso de poyo asado.
Por su lado, Draco no comió mucho, así que terminó la comida junto con Harry.
—¡Que bueno que terminaste! –Exclamó Harry al ver a Draco alejar su plato de él. —Ahora, levántate que tenemos que ir al despacho del director.
—¡Pero Harry! El profesor Dumbledore está aquí y tiene que quedarse aquí –lo reprochó Hermione.
—Y TÚ te tienes que quedar aquí –le recordó Ron.
—La cena termina en media hora y nosotros saldremos por unos quince minutos.
—Dime por qué diablos tengo que ir contigo –masculló Draco entre dientes, quien no quería levantarse a menos que hubiera una muy buena razón.
—¿Quieres una solución a tu problema con los Slytherin? –le preguntó Harry en un susurro para que sólo Draco lo escuchara.
Ante la propuesta de Harry, Draco se levantó de golpe de su silla y miró a Harry con ojos iluminados en ilusión. Si era verdad lo que su amigo le decía, lo abrazaría.
—¿De verdad tienes una? –Preguntó el chico rubio controlando un poco su felicidad.
—Si, pero tienes que venir conmigo o no la podremos llevar a cabo –le respondió Harry.
Draco asintió con la cabeza y ambos salieron del Gran Salón a toda velocidad, sobresaltando a sus amigos. Antes de salir del Gran Comedor, Harry miró para atrás y vio que el profesor Dumbledore no se movía de su asiento pero le guiñaba un ojo.
Ambos chicos corrían a toda velocidad escalera arriba, Harry guiando a Draco. El chico de la cicatriz condujo al rubio hasta la estatua de una fea gárgola con forma de ave.
—¿Por qué aquí, Harry? –Preguntó el chico rubio.
—Porque esta es la entrada al despacho del director, Draco –le respondió su guía. Luego dijo la clave: —"Tortas Caldero".
Sorprendiendo a Draco, la gárgola se movió y la pared detrás se abrió en dos, dejando paso a una escalera de caracol que subía sola, lentamente, como si fuera mecánica. Harry se subió a ella y Draco lo imitó. Justo después, la pared se cerró. La escalera se deslizaba hacia arriba, dando varias vueltas y parecía interminable asta el cielo. Después de unos minutos llegaron a una puerta de roble brillante, con una aldaba le bronce en forma de grifo.
Harry tocó la puerta tres veces y esta se abrió silenciosamente, dando paso a una estancia de forma circular. Las paredes estaban cubiertas de fotos de muchas personas que dormían (ex directores y ex directoras). En una mesa había una serie de instrumentos de plata que hacían extraños y divertidos sonidos y tiraban pequeñas bocanadas de humo. Había un gran escritorio con patas en forma de zarpas, y atrás de él había una repisa llena de libros que tenía encima al Sombrero Seleccionador.
—El profesor Dumbledore debe estar en su habitación, así que creo que... -comenzó a decir Harry, pero Draco lo interrumpió.
—¿Qué diablos hacemos aquí, Harry? –Preguntó Draco, que miraba todo a su alrededor con curiosidad y asombro.
—Por si no te has dado cuenta, estamos en el despacho de Dumbledore –comenzó a explicar Harry. —Aquí está la solución a tu problema. Pero me preguntaba si me dejabas conversar con él, primero.
—¿A qué te refieres? –Preguntó Draco que seguía sin entender.
—¿Aún no entiendes? –Preguntó Harry, sorprendido. —Bueno, entonces mírame.
Harry se acercó a la repisa donde estaba el Sombrero Seleccionador, lo agarró con cuidado y lo tomó. Rodeó el escritorio y se sentó en una de las sillas enfrente del escritorio. Luego se puso el sombrero y escuchó la ya conocida, sutil vos en su oído.
—¡Tu de nuevo, Harry Potter!
—Sí –respondió este en un susurró, que casi parecía sólo un pensamiento—. Perdón por las molestias, pero quiero saber qué piensas ahora de mí.
—Desde que lograste sacar la espada de Godric Gryffindor de mí, estoy más que convencido de que perteneces a Gryffindor, pero no puedo negar que tu mente está mas calculadora que la de un Gryffindor. –respondió agudamente el sombrero haciendo que en la cara de Harry se dibujara una gran sonrisa.
—Bueno, igual tengo claro que soy medio Slytherin. Cómo sea, ¡Gracias! –Dijo Harry en un susurro un poco más fuerte.—Ahora, ¿te gustaría hablar con alguien más? ¿Y juzgarlo?
—¿Otra persona? Está bien –le respondió el sombrero con tono amistoso.
—Bueno, adiós.
Harry se quitó el sombrero y quedó mirando a un Draco muy sorprendido y a un Dumbledore sonriéndole.
—¡Ah! Perdón Profesor Dumbledore, pero tenía algunas dudas –se excusó Harry. —Por cierto, Buenas noches.
—Buenas noches, Harry –saludó el profesor Dumbledore, con su común sonrisa. —Bueno, vamos a lo que venían –terminó sentándose en su silla, atrás de su escritorio.
—Sí, profesor. Draco, te toca a ti –contestó Harry con una extraña sonrisa en el rostro.
—Perdón, pero no entiendo nada –exclamó Draco incrédulo.
—¿Quieres alejarte de los Slytherins? –Le preguntó Harry.
—Sí, Pero aún no entiendo que tengo que hacer –explicó Draco.
—¡Pero si me acabas de ver! –Exclamó Harry, luego se dio cuenta que había gritado. —Discúlpeme profesor.
—No importa –le dijo amablemente. —Draco, siéntate por favor.
Draco hizo caso y se sentó en la silla al lado de Harry, pero aún sin tener idea de qué era lo que tenía que hacer para no tener que pasar todos los días con los Slytherins.
—¿Qué tengo que hacer? –le preguntó en un susurro a Harry.
—Lo que yo acabo de hacer, ponerte el Sombrero Seleccionador –explicó Harry.
—Pero me va a volver a decir que pertenezco a Slytherin –dijo Draco, bajando la cabeza, con un tono de desilusión.
—Pero el Sombrero puede cambiar de opinión. Y te lo digo por experiencia –lo animó Harry, con una extraña sonrisa en el rostro que daba una sensación de escalofríos y calma a la vez.
Draco miró extrañado a su amigo quien, antes de ponerle el sombrero y bajárselo hasta que le cubriera los ojos, le guiñó un ojo. De repente, Draco escuchó aquella vos sutil y aguda que le susurraba al oído.
—Draco Malfoy, conque tú eras la otra "visita" que Potter mencionó.
—S-sí –tartamudeó Draco en un susurro, quien no daba crédito a sus oídos.
—Que bien que eres tú y no otra persona –dijo el sombrero con un tono aliviado—. Por fin podré resolver mi duda.
—¿Duda? ¿Qué duda? –Preguntó Draco saliendo de su estupor.
—Una pequeña duda que se agrandó hoy. Veo en ti que haz cambiado, tu alma y tu corazón se han abierto. Slytherin ya no puede ser tu hogar, y tampoco por tu bien.
—¿A qué casa, entonces? –Preguntó Draco notablemente nervioso.
—Eso está más claro que el agua –dijo el sombrero en tono misterioso. —Tú vas a… GRYFFINDOR.
Esa última palabra la dijo en voz alta para que Harry y Dumbledore la escuchara. Draco sintió que alguien le quitaba el sombrero y luego se encontró con Harry que le sonreía de oreja a oreja. Draco no podía creer su suerte. No solo se iba a alejar de los Slytherins, si no que también iba a estar en la casa de sus mejores amigos. Ese pensamiento puso a Draco muy feliz. Sin ni siquiera darse cuenta ya tomaba a Harry, Ron, Ginny y Hermione como sus mejores amigos. Veía claramente la diferencia entre estar con Crabbe y Goyle a estar con ellos. Crabbe y Goyle eran como dos guardaespaldas, cuando los Merodeadores se preocupaban por él, no lo seguían a todas partes y podía conversar con ellos de cualquier cosa sabiendo que lo entenderían, y si era un secreto o un sentimiento sabía que no lo divulgarían.
—Bueno, bajen al banquete que los postres ya fueron servidos y no querrán perdérselos –dijo Dumbledore sonriéndoles, como Harry se dio cuenta, no solo con los labios si no que con todo el rostro. —Pero antes que nada, Sr. Malfoy...
Dumbledore se acercó a Draco y con un toque de la varita cambió la insignia de la túnica a una de Slytherin. Draco le sonrió diciendo un ahogado –gracias- y luego salió del despacho junto con Harry.
—Gracias, Harry. Te pasaste –dijo Draco mientras bajaban las escaleras que llevaban al hall de entrada.
—No hay por qué. Tenía que ayudarte de alguna forma –respondió Harry recordando cómo le había venido esa idea a la cabeza.
—Harry –dijo Draco, deteniéndose en la mitad de la escalera, —¿me podrías aclarar una duda?
—Depende de cuál es –respondió Harry.
—¿Por qué dijiste que sabías "por experiencia" que el Sombrero Seleccionador puede cambiar de opinión? –Preguntó el chico con curiosidad.
—Porque es verdad –respondió simplemente Harry
—¿Qué quieres decir? –preguntó Draco sin entender.
—Que en... –pero Harry no sabía si decírselo. No se lo había dicho ni a Ron.
—Vamos, Harry. Dímelo por favor. No se lo digo a nadie, te lo juro –le rogaba Draco estallando en curiosidad.
—Está bien –dijo Harry en tono de rendido. —En nuestra selección, cuando llegamos a Hogwarts, el Sombrero Seleccionador estuvo a punto de ponerme en Slytherin y hasta fines de segundo año pensaba lo mismo, por eso te lo dije.
—¡Qué...!
—¡Cállate! –interrumpió Harry a Draco.
—No me mientas, Harry. Eso es imposible. Tú eres un Gryffindor por todos lados –dijo Draco con la respiración agitada, intentando calmarse.
—Es mentira. Cuando Voldemort me atacó, cuando era un bebé, transfirió muchos de sus poderes a mí –explicó Harry, perdiendo la sonrisa que ase unos momentos llevaba. —El mismo Voldemort reconoce el parecido que hay entre él y yo. Si sabes que hablo pársel.
—¿En serio? –preguntó Draco que aún no podía creerlo.
—Sí, pero por favor, no le digas ni a Ron que no le he dicho y yo quiero decírselo –le rogó Harry.
—Lo juro –le dijo Draco como respuesta.
—Bueno, ahora mejor vamos al Gran Comedor a dar la noticia y a comer el postre –dijo Harry a quien se le volvía a dibujar la sonrisa en el rostro haciendo que a Draco también.
Ambos caminaron hacia las puertas del Gran Comedor, las cuales abrieron y luego se dirigieron hacia la mesa de Gryffindor.
—¡Tenemos nuevo compañero! –Gritó Harry poniéndose detrás de Ron, haciendo que este saltara ya que estaba poniendo atención a su postre.
—¿Qué quieres de…? –Pero Ron se quedó callado al ver quien venía con Harry.
—¡¿Cómo diablos lo hiciste?! –Preguntó Hermione, casi gritando de lo impresionada que estaba.
—Se puede decir que tuvimos una charla con el Sombrero Seleccionador –dijo Harry.
—¡QUE! –Estallaron Ron, Hermione, Ginny, Seamus y Dean que estaban escuchando.
—Eso, tuvimos una charla con el Sombrero Seleccionador –repitió Draco.
—¿Pe… pe…? ¿Pero cómo? –Preguntó Hermione tartamudeando por la impresión.
—Vas al despacho del profesor Dumbledore, con su permiso tomas el sombrero, te lo pones y este te habla –explicó Harry.
—Dumbledore no ha salido en toda la cena del aquí –les dijo Ginny.
—Ginny, ¿no crees que alguien tan importante y ocupado como Dumbledore no va a tener un Giratiempos cuando Hermione, nuestra amiga presente aquí tuvo el permiso a uno para asistir a todas las clases a las que quería sólo por ser estudiante modelo? –Preguntó Harry a Ginny en un susurro, para que Seamus ni Dean escucharan, con tono de "es obvio".
—Bueno, sí –admitió Ginny.
—Así es la cosa. Ahora veré si puedo comerme el postre en dos minutos –dijo Harry tratando de que sus amigos no lo sometieran a sus largas sesiones de preguntas. Se sentó y se comió dos postres en menos de dos minutos, justo antes de que el profesor Dumbledore comenzara con su común discurso de principio de año.
—Otro año comienza, y con él llegan nuevos estudiantes. Todo el colegio les da una calurosa bienvenida a los de primer año y a nuestros llegados a cursos mayores que destinaron a las casas Slytherin, Ravenclaw y Hufflepuff –comenzó el director sonriendo al alumnado. —Para los nuevos y para algunos otros –dijo mirando a los gemelos y a los Merodeadores, —se les recuerda que el bosque en los terrenos del colegio está estrictamente prohibido para todos los alumnos, a menos que su deseo sea tener una desagradable muerte. También el pasearse por las noches esta restringido y el ingreso a la Sección Prohibida de la Biblioteca está prohibido, exceptuando Prefectos y Premios Anuales, si no se tiene el permiso de un Profesor. ¡Y que no se me olvide! El pasillo del tercer piso al lado derecho esta PROHIBIDO si no desea encontrarse con… horrores, al igual que el baño de mujeres del segundo piso. Por otro lado, la lista de objetos prohibidos la pueden consultar con el Sr. Filch, el conserje y sigue restringido el uso de magia en los pasillos.
Harry Ron y Hermione casi estallan de risa ante el comentario del director sobre el pasillo del tercer piso y sobre el baño de Myrtle.
—Por último quiero presentarles a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que en realidad no es tan nuevo: El Profesor Remus Lupin.
Ante aquel anuncio todo el colegio se levantó y aplaudió con todas sus fuerzas al profesor Lupin. Obviamente, casi ningún Slytherin aplaudió, solo los cuanto de primero y alguno que otro mayor.
Luego venía el himno del colegio, y al igual que siempre todos terminaron en diferentes tiempos (otra vez los gemelos Weasley con su marcha funeraria). Al final todos aplaudieron.
—Bueno, ya no hay nada más que decir o hacer así que a la cama y buenas noches –terminó Dumbledore quien seguía sonriendo a todos.
Harry se levantó de su asiento, llamó a los de primero y le dijo a Draco que siguiera al reto de la casa que iba detrás de los nuevos. Harry guió a los de primero por los corredores con los cuadros parlantes y por los pasillos secretos que tanto conocía y una vez que miró para atrás para ver si lo seguían, se dio cuenta de que estaban en el mismo estado que él en su primer día en el castillo: muertos de sueño. Harry se detuvo sobresaltando a todos y dio media vuelta.
—Quiero que presten ATENCION a su alrededor –exclamó Harry haciendo que todos despertaran de su estado somnífero. —El castillo es engañoso. El castillo tiene ciento cuarenta y dos escaleras de todos los tamaños y dimensiones posibles con escalones falsos que hay que saltar. Ven que los cuadros se mueven así que eso no les va a servir para recordar caminos, hay puertas que en verdad son pared sólida y está Peeves, el poltergeist, que se divierte engañando a los alumnos; el único que puede controlarlo es el Barón Sangriento, un fantasma. Ya pasé un pasadizo oculto detrás de un tapiz, así que para aquel que no lo haya notado pregunte a un compañero o mejor, a un mayor. Bueno, sigamos.
Harry continuó su camino contento, ya que notó que todos habían despertado y miraban con atención el lugar y hablaban sobre su alrededor. Los guió por otro pasadizo oculto detrás de un panel corredizo y por último los guió por un largo y oscuro pasillo en el que al fondo colgaba el retrato de la una dama muy gorda que vestía un vestido de seda color rosa.
—¿Contraseña? –Pregunto.
—"Viam Veritatis" (N/A: "el Camino" en latín) –dijo Harry y el retrato se balanceó hacia delante y reveló un agujero redondo en la pared por el cual podría pasar un adulto agachado. —¡No se amontonen que el pasaje es angosto! –advirtió Harry (y le hicieron caso).
Todos entraron en orden para llegar a una sala redonda y grata llena de cómodos sillones forrados con tela roja y unas mesas para hacer los deberes. Harry detuvo a los nuevos enfrente de dos puertas iguales y dijo:
—La sala común de Gryffindor. La contraseña es SECRETA, ningún miembro de otra casa la puede saber –comenzó a explicar Harry, pero un chico levantó la mano y tuvo que cederle la palabra. —¿Sí?
—¿Tú... tú eres... Harry Potter? –Preguntó un chico de pelo rubio y laceo, de estatura media y piel blanca-sonrosada con pecas.
—Si señor, pero me gustaría que me hiciera el pequeño favor de no recordarme mi fama, por favor, ya que no es de mi agrado –respondió Harry en tono serio pero amable.
—¿Sí? –Volvió a preguntar Harry cuando una niña de pelo castaño y ondulado, de piel morena y algo elevada en peso levantó la mano.
—¿Por qué está prohibido el pasillo del tercer piso y el baño del segundo piso? –preguntó la chica.
Harry miró a Hermione en forma interrogativa y luego se apoya en un sillón para no caerse de la risa mientras veía a Ron y a Hermione riendo a carcajadas. Ala
—Perdón –se disculpó Harry y luego se dirigió a Hermione- ¿Les digo o no?
—No sé... –dudo su amiga. —Mejor sí, así no se meterán en los mismos problemas que nosotros.
—Está bien –respondió Harry y luego miró a los nuevos. —El baño del segundo piso está prohibido porque ahí reside un fantasma y porque está en las peores condiciones posibles. El pasillo del tercer piso está prohibido para todo aquel que no quiera encontrarse con… -respiró hondo y luego dijo muy rápido. —…Lazas del Diablo, cientos de llaves aladas de las cuales una abre la puerta que te lleva a un Ajedrez Mágico Gigante, si ganas el juego –algo difícil de lograr- pasas una puerta para enfrentarte a un Troll, luego a un "juego" de lógica que debes resolver encerrado en una pieza por dos murallas fuego, morado y negro, los cuales se atraviesan con unas pociones –el "juego" de lógica está en descifrar cuál de las siete botellas tiene el líquido necesario para ir o para volver- y luego llegarás a la cámara donde, ase cuatro años estuvo escondida la Piedra Filosofal. Por supuesto que el Troll ya no está ahí y que lo demás está porque es imposible sacarlo de ahí. Los "fuegos" debieron de haberlos desactivados y la cámara está vacía. Se me olvidaba: en la cámara se esconde algo que te puede volver loco, así que tal vez las defensas sigan activas –terminó Harry con una sonrisa maliciosa surcando su rostro. —¿Alguna otra pregunta? –Como nadie levantó la mano Harry continuó. —Bueno, damas primero, por favor. Les mostraré sus dormitorios.
Harry llevó a las niñas por la puerta de la derecha y subiendo la escalera en espiral hasta la tercera puerta, que llevaba un letrero diciendo PRIMER AÑO. Les abrió la puerta y todas entraron al instante a la pieza para lanzarse sobre sus camas de cuatro postes. Luego Harry les cerró la puerta y se encaminó para mostrarles a los chicos su pieza que era cruzando la penúltima puerta. Después Harry volvió a bajar para encontrarse con sus amigos.
—Les hiciste poner las peores caras de horror que haya visto en mi vida –le dijo Draco cuando Harry se sentaba en uno de los sillones más cercanos a la chimenea (N/A: Ahora ya son los "grandes")
—¡Gracias! –Exclamó Harry, muy contento de su broma.
—¡Cómo que "gracias", Harry! ¡Los dejaste aterrados! –Estalló Hermione.
—Mejor asustados a que se metan en los mismos problemas que nosotros por simple curiosidad –objetó Harry.
—Aquel objeto que te puede volver loco, oculto en la cámara de la Piedra Filosofal, es el espejo de Oesed, ¿Verdad? –Preguntó Ron.
—El mismo, Ron –le contestó Harry. —Por otro lado, ¿la broma sigue en pie, o no?
—¡Sí! –Respondieron los otros cuatro Merodeadores a la vez.
—¡Genial! ¿Quién quiere hacer la poción para dormir? –Preguntó Harry.
—¡Yo! –Exclamó Hermione.
—¿Harry...? –comenzó Ginny. —¿Cómo vamos a hacer que no nos vean caminar hacia fuera del castillo?
—Fácil. Mañana en la noche, justo nos toca a Hermione y a mí ayudar a los profesores con sus rondas nocturnas, por eso nosotros podemos andar descubiertos y ustedes se encargan de llevar a Crabbe y a Goyle al lago también cubiertos por la capa. Es obvio que caben –explicó Harry.
—Pero si los ven juntos va a parecer muy raro –observó Draco.
—Yo abro la puerta y salgo con ustedes, y Harry sale unos cuantos minutos después –dijo Hermione.
—¡Bien! Tendrán que practicar el Movilicorpus –anunció Harry.
—¡Nosotros tenderemos que llevar a esas moles! –Estalló Ron.
—Hermione y yo tendremos que "actuar" para poder salir, así que ustedes también deben hacer algo –explicó Harry.
—Está bien –dijeron Ron, Ginny y Draco.
—Un momento –irrumpió Ginny-. Ellos son dos y nosotros tres.
—Buen punto –dijeron Ron y Draco ilusionados.
—Entonces, los "Hombretones" se encargan de las moles y Ginny me ayuda con la actuación –dijo Harry.
—¡¡¡POR QUE!!! –Estallaron los dos "Hombretones".
—Porque las mujeres son las olvidadizas y alharacas de aquí –dijo Harry estallando en carcajadas.
-¡¡¡HARRY JAMES POTTER!!! –Gritaron sus dos amigas que tenían caras de querer matarlo, haciendo que él y sus amigos dejaran de reír en el acto.
—Ya, perdón, no se ofendan que hablo en general –se apresuró a decir Harry. —Pero de esa forma será más fácil. Si algún profesor nos ve decimos que a Ginny se le quedó un libro mientras estaba afuera y se acababa de acordar porque quería estudiarlo. ¿Entienden?
—Sí –contestaron sus amigos.
—Bueno, entonces me voy a la cama que me muero de sueño. Buenas Noches – terminó Harry levantándose para ir a su pieza a acostarse.
—Vamos contigo –dijeron Ron y Draco a la vez. Luego miraron a las niñas. —Buenas Noches.
—Que duerman bien –respondieron las dos al mismo tiempo, dirigiéndose a sus habitaciones.
