Capítulo Nº 9: ...Primera Broma.
Nota de Autora: este cap carece de caritas ya que casi no hay diálogo.
Los cinco nuevos Merodeadores estaban en un aula vacía cerrada mágicamente para que nadie los molestara y con un hechizo antisonoro. Dos de ellos, Draco y Ron, practicaban el hechizo Movilicorpus con todas sus fuerzas ya que tenían que aprendérselo para después de la cena si querían cumplir con su cometido. Los otros tres integrantes, Harry, Hermione y Ginny, también practicaban el hechizo ya que para la próxima broma ellos deberían hacerlo y también era un hechizo muy útil. Harry confiaba en que esa broma iba a ser de lujo así que practicaba con todo, pero se dio cuenta de que aquel hechizo no le era difícil, al contrario no le costó nada hacerlo. Por su parte, Ron y Draco hacían un gran esfuerzo para levantar a las chicas, cuando ellos tendrían que levantar a dos moles y caminar decenas de metros con ellos.—Harry, por que no lo haces tú –reclamaba Draco mientras elevaba a Hermione. —A ti no te cuesta nada y apuesto a que puedes levantar a Ginny y Hermione a la vez.
—Porque yo soy el actor –lo corrigió Harry.
La respuesta de su amigo hizo que el chico gruñera y perdiera la concentración haciendo que Hermione cayera al piso.
—Draco,
¡presta atención a lo que haces y no a Harry! -Reclamó la chica mientras se
frotaba una pierna.
—Sí, preciosa -le dijo Draco para
después estallar en carcajadas junto con sus amigos, ante la cara furiosa con
que lo miraba Hermione.
—¡Ya! Sigamos que esta tarde, a
las 9:00, es el gran evento –dijo Harry después de un rato de rizas.
Ante la orden de Harry, todos reiniciaron
sus prácticas y a las siete, no solo Draco y Ron, sino los cinco sabían
realizar el hechizo. Salieron del aula muy contentos por sus logros y se fueron
a cenar. Comieron hasta más no poder (por lo menos los chicos) y luego fueron
por los pastelillos con la poción y por la capa de invisibilidad.
—Oigan, ¿ustedes creen que caigan
en la trampa? –Preguntó Draco mientras caminaban de vuelta al Gran Salón
haciendo que Harry, Ron y Hermione se echaran a reír.
—¿De qué se ríen? Es verdad, ellos
ya son Mortífagos –les reclamó Ginny.
—Ginny, tal vez hayan sido
preparados para un duelo, pero no para una broma de los fantásticos,
increíbles, inteligentes y por cierto muy atractivos Merodeadores. Y todo esto
traducido a término femenino en relación con estas dos bellezas que van con
nosotros –dijo Harry mezclando tonos de superioridad, caballeroso y pícaro en
su frase. Con su comentario los cinco se echaron a reír.
Luego
de aquel momento de risas, los cinco Merodeadores volvieron al Gran Salón para
esperar el momento de su broma. A las ocho treinta Ron y Draco estaban
cubiertos con la capa invisible, Hermione se preparaba para hacer que Crabbe y
Goyle se comieran los pastelillos con poción con un hechizo que solo ella sabía
y Harry y Ginny, que eran los encargados de meter a las moles en el agua,
estaban escondidos dentro de un aula esperando el momento indicado.
Ocho
treinta y cinco, ocho cuarenta, nueve menos quince, nueve menos cinco, menos
cuatro, tres, dos, uno, las nueve. Por fin había llegado la hora tan esperada
por los cinco Merodeadores. Todos estaban preparados y en sus puestos, seguros
de que el plan iba a funcionar. Justo a la hora, Hermione vio salir del Gran
Salón a las dos víctimas y puso en marcha la primera fase del plan. Esta
consistía en hechizar los panecillos para que atrajeran a Crabbe y Goyle y así
estos dos se los comerían. Como era de esperar, el plan funcionó a la
perfección y los dos Slytherins cayeron dormidos, como troncos, al suelo. En
ese momento entraban en juego Draco y Ron que estaban al frente de Hermione.
Aunque eran muy pesadas las cargas el hechizo les salió a la perfección y para
no levantar sospechas, cubrieron al instante a los rehenes.
Hermione
caminaba disimuladamente tranquila por el vestíbulo seguida por sus dos
cómplices y amigos que cargaban a sus dos víctimas y enemigos cubiertos, los
cuatro, bajo una capa de invisibilidad. Para su suerte no había nadie en el
vestíbulo en ese momento así que tenían el campo libre. Abrió con cuidado la
enorme puerta de roble que cerraba el castillo procurando no hacerla rechinar.
También tuvo suerte en eso. Dejó pasar a los que iban cubiertos por la capa y
luego salió ella después de sentir que alguien le tocaba el brazo. Cerró la
puerta con el mismo cuidado con el que la abrió y luego siguió su camino hacia
el lago.
A
las nueve y quince Harry y Ginny estaban bajando las escaleras al vestíbulo
como habían acordado. Todo estaba completamente planeado y ambos chicos estaban
listos en cualquier caso. Mientras iban bajando las escaleras de mármol que
daban al vestíbulo, escucharon un par de pasos que bajaban por ellas atrás de
ellos. Ambos chicos se habían percatado de la presencia de alguien y suponían
que debía ser un profesor ya que los prefectos tenían su terreno de vigilancia
asignado. Para su desgracia no era cualquier profesor, sino Snape.
—¡Potter, Weasley, qué hacen
aquí! –Aulló éste al encontrárselos en la mitad de las escaleras a esas horas
de la noche.
—Profesor, yo soy Prefecto –dijo
Harry calmadamente con tono cordial aunque algo autoritario -. Y en el caso de
la Srta. Weasley, a ella se le quedó un libro de materia en los terrenos esta
tarde y me pidió si podía acompañarla para que no la castigaran por merodear a
estas horas de la noche.
—¿Y por qué no lo hace mañana?
–Preguntó Snape con un brillo maléfico en los ojos que no lograba ocultar.
—Porque si el libro se queda toda
la noche en los terrenos se humedecerá y estropeará –respondió Harry después de
darle a Ginny un disimulado golpe para que no dijera nada.
—Bueno, ya. Sigan su camino, pero
no se entretengan –concluyó Snape sabiendo que no podía negar eso.
Ambos chicos se quedaron ahí
parados hasta que vieron que el profesor desaparecía por las escaleras que llevan
a las mazmorras. Luego dieron media vuelta y se dirigieron a la puerta
principal del castillo. Harry la abrió con sumo cuidado, y cuando los dos
habían pasado, la cerro del mismo modo. Corrieron a toda velocidad hasta el
borde del lago donde Hermione los esperaba. Sin haber pasado nada por alto,
Harry había dicho que Draco y Ron deberían ponerse al lado derecho de Hermione
así no habría accidentes. Harry y Ginny se pusieron al lado izquierdo de la
chica y en ese momento aparecieron Crabbe y Goyle de debajo de la capa de
Harry.
Ahí partía la mejor parte del
plan. El hechizo Movilicorpus servía para cargar cuerpos humanos o animales
pero no para hacer movimientos tan bruscos como las sacudidas y eso. Ahí
entraban Harry y Ginny. Ambos chicos levantaron sus varitas y susurraron –Wingardium Leviosa -. Aunque no
sintieron los pesos de aquellas personas se prepararon para eso porque un
segundo después Draco y Ron bajaron sus varitas y todo el peso de aquellas
moles se sostuvo por su hechizo, Crabbe en el de Ginny y Goyle en el de Harry.
Y ahora la mejor parte. Hermione
ya se había escondido debajo de la capa de Harry para que no sospecharan, si
había alguien en el vestíbulo, al ver entrar a dos Prefectos. Harry y Ginny se
acercaban lentamente a un matorral para esconderse, pero a la vez iban moviendo
a sus rehenes cada vez más cerca del lago. Cuando ya estaban escondidos y los
Slytherins sobre el lago los bajaron bruscamente hasta que quedaron sumergidos
y dos segundos después los sacaron. Los dos aludidos gritaron al salir y luego
se dieron cuenta de que estaban flotando sobre el lago. Luego sintieron que su
cuerpo se movía y que de repente dejaban de flotar y caían de bruces al helado
y duro suelo. En ese momento Harry y Ginny comenzaron a correr escondidos entre
las sombras y con las túnicas, capas y capuchas negras no se veían. Hicieron
todo un rodeo para que no se viera sospecho el que justo ellos vinieran del
lago y en ese mismo instante Crabbe y Goyle habían llegado misteriosamente a
sus aguas.
Cuando llegaron a la escalinata
de piedra, alguien invisible le tocó el brazo a Harry y éste simplemente
asintió.
Ginny, más preocupada de que
Crabbe y Goyle llegaran sacó rápidamente de su bolsillo un libro de
encantamientos y luego abrió rápidamente una de las grandes puertas de roble.
Entró al castillo, y cuando sintió que alguien le tocaba el brazo izquierdo, le
hizo una señal a Harry para que entrara. El chico cerró la puerta atrás de sí y
luego los cinco Merodeadores se encaminaron a la torre de Gryffindor. De
repente escucharon una voz que se dirigía a Ginny.
—¿Encontró su libro, Srta.
Weasley? –Preguntó la voz que desgraciadamente pertenecía a Snape justo cuando
Harry sentía que le tocaban el brazo, o sea, sus amigos se iban para que no
hubiera problemas.
—Sí, profesor –respondió
calmadamente la aludida mostrando el libro de encantamientos que llevaba.
—Bien. Ahora vayan a sus
dormitorios, ¡AHORA! –Dijo Snape terminando en un
ladrido de ira.
Ambos chicos dieron media vuelta
para luego subir por las escaleras de mármol hacia la Sala Común. Cuando
llegaron al cuadro de la Dama Gorda Harry sintió nuevamente un toque en el
brazo y supo que sus amigos esperaban a que les abrieran la entrada a la Sala
Común. Harry le dijo la contraseña a una media dormida Dama Gorda que cedió el
paso, soñolienta y a regañadientes. Harry dejó pasar a sus amigos y entró con
Ginny cuando vio que una mano se asomaba por la capa y luego se escondía
rápidamente.
—¡Funcionó! ¡SII! –Escuchó Harry cuando entraba a la Sala Común y
dentro se encontró a sus amigos saltando y abrazándose de alegría.
—¡Funcionó, Harry! –Exclamó
Hermione mientras se lanzaba a los brazos del chico.
A Harry eso no le importó. Al
contrario, le abrazó de vuelta y la elevó y comenzó a dar vueltas con ella en
brazos. Luego la bajó y se dirigió a Ron y Draco que celebraban eufórico,
mientras Hermione iba a abrazar a Ginny. Entre la celebración Harry hizo un
hechizo insonorizador para no despertar al resto de la casa. Y así celebraron
hasta las dos de la madrugada cuando ya no podían mantenerse en pie.
