Una Hermione distinta

Capítulo 4. Amor, sustos y batallas

Hermione y Harry volvían de Pociones. Había sido otra de esas horas indescriptibles, que pasaban tan lentamente que parecían eternas. Pero había algo muy raro, Ron no había acudido a las clase. Hermione no podía evitar sentirse culpable, suponía que estaría muy dolido por lo que le había dicho, y él no tenía para nada la culpa de todo aquello; de echo, Hermione le había devuelto el beso. Soltó alguna lágrima pero las tuvo que tragar porque no quería que nadie (sobretodo Harry y Malfoy) sospechara nada. Fueron a la sala común, pues supusieron que Ron estaría allí. Tras decir la contraseña, entraron apresuradamente al salón, pero allí no estaba. Empezaron a buscar por los dormitorios pero no lo encontraban.

Harry, ¡no está por ningún sitio!- gritó Hermione, casi histérica- Que lío, por Dios, ¿dónde estará? – empezó a llorar desconsolada.

¿Se puede saber que demonios le has dicho cuando os habéis reunido antes delante del campo de Quiditch? – preguntó Harry, ruidosamente.

Yo... yo... – reanudó su llorera- Me he pasado mucho con él, he dicho cosas que no quería... ¡Todo es culpa mía!

Tranquila, tranquila. – la tranquilizaba, dándole un beso- Ahora vamos a comer, luego le seguimos buscando, ¿vale?

Hermione afirmó con un movimiento de cabeza y salió, de la mano de Harry, de la sala común. La chica no podía dejar de pensar lo que había hecho. Se encontró a Malfoy en la puerta del Gran comedor, y éste notó que algunas lágrimas habían corrido por sus mejillas. Hermione le tranquilizó diciéndole que no le pasaba nada, que estaba bien; y aprovechó para recordarle la cita de la noche. Malfoy insistía en consolarla abrazándola y comiéndola a besos, hasta que esta decidió ir al Gran comedor. Ron tampoco estaba allí, y no puedo hacer más que soltar algunas lágrimas. Se sentó junto a Harry que la miraba con compasión. Les extrañó también no ver a Hagrid en la mesa de los profesores. Pronto descubrieron porque, y no les alegró nada; entró de repente en el comedor con alguien en brazos.

Profesores, - dijo entrando, con alguien entre los brazos que aparentemente desmayado- le he encontrado delante del campo de Quiditch.

Todos los alumnos se levantaron para ver a quien llevaba entre sus brazos, pero ninguno alcanzó a ver al chico, ya que la estatura de Hagrid no lo permitía. El semigigante avanzó hasta llegar a la mesa de los profesores, mostró el chico al director y a la profesora McGonagall y dijo: "Es Ronald Weasley". Hermione soltó un breve chillido de desconsuelo y empezó a llorar; aunque por suerte nadie se había dado cuenta, o casi nadie. La profesora McGonagall ordenó que lo llevara a la enfermería, y el director lanzó un mensaje de despreocupación a los alumnos, lanzando una especial mirada a Harry, Hermione y a Ginny. Después de clase, los tres fueron a ver a Ron. Mme Pomprey les aseguó que el chico estaba bien, que sólo había sido una recaída provocada, seguramente, por un bajón de azúcar. Tras la visita, pudieron volver a sus respectivas casas sin la gran preocupación que sentían antes. La noche no tardó en llegar. Hermione partió de su habitación a les once menos cinco, para encontrarse con Malfoy en la sala de los menesteres. Como un caballero, Malfoy ya estaba allí. La invitó a pasar. Le sorprendió que la habitación estuviera como estaba la vez que fue con Harry. Sin pensarlo dos veces, Malfoy se lanzó a por ella dándole un gran beso en los labios, y Hermione, como siempre, respondió, y además le abrazó con muchas fuerzas. Aquella vez, si se acomodaron en la cama. Tras el beso, Malfoy se levantó y Hermione pasó de estar estirada a estar sentada.

Hermione, quería hablar contigo. Sé que me has sido infiel.

¿Cómo? – inquirió ésta, sorprendida- ¿Qué dices?

¡Lo sabes perfectamente! – le gritó Malfoy- El otro día te vi salir con Potter de esta sala, y estaba tal y como está ahora. La próxima vez que salgas de ella, vigila que no haya nadie en los alrededores. Y luego, lo de Weasley. No sé que demonios le has hecho, pero algo pasó entre vosotros dos que...

Hermione le calló con un beso, y luego se puso a llorar. Malfoy no se pudo resistir a consolarla mientras lloraba como una niña pequeña.

No pasó nada, Draco, nada de nada. – le aseguró Hermione- Sólo le dije a Ron que él y yo no podíamos ser más que amigos, que yo te quería a ti, a nadie más.

¿Y lo de Potter? A Potter te lo llevaste a la cama.

¡Qué cama ni que niño muerto! ¡Pues claro que no!

Entonces... ¿que pasó entonces? La cama no estaba precisamente llana, sino algo arrugada. No me puedes engañar.

Con Harry... me lié con Harry. – afirmó Hermione- Con Harry sí que pasó algo, me lié con él. ¡Pero sólo fue un calentón! Yo sólo te quiero a ti, Draco.

¿Cómo... cómo puedes ser tan ruin, Hermione? ¡Te liaste con Potter todo y salir conmigo! ¡Por Dios, creía que eras más decente!

Sin pensarlo dos veces, Hermione se tiró encima de Malfoy y le besó, seguidamente hizo que se estirara en la cama. La chica se quitó la túnica y la camisa.

Sólo te quiero a ti, Draco, haz que te entre en la cabeza. ¿Quiéres que te demuestre cuánto te quiero, Draco?

Hermione... – decía malfoy casi en un susurro, impactado por el comportamiento de la chica- Sí.

Al día siguiente Harry y Ginny bajaron solos al Gran comedor, ya que Hermione aún no había levantado y Ron no se encontraba en disposición. La chica entró en el Gran comedor quince minutos después, acompañada de Malfoy. Estaba muy risueña, y con una sonrisa aún más fuerte dijo adiós a su novio. Cuando se acercó a la mesa de su casa, saludó a Ginny y a Harry. Cuando acabaron de comer, Harry se acercó a Hermione.

Buenos días Hermione.

Hola, Harry. ¿Cómo estás? ¿Qué pasa?

Verás, ¿ayer llegaste muy tarde, no? ¿Cuántas horas has dormido?

¿Ahora eres mi padre, Harry? – dijo Hermione, sarcásticamente- Déjame en paz.

Harry le cogió la muñeca para impedir que se marchara.

Así que te lo montaste con Malfoy, ¿eh? Muy bien, muy bien, Hermione. ¿Qué tal es en la cama? ¿Te...?

Harry recibió una sonora bofetada que resonó por todo el Gran comedor. Todos los alumnos se giraron, igual que los profesores, que se miraban entre ellos extrañados. Hermione se sonrojó y miró al suelo, mientras Harry miraba a su alrededor. La profesora Mc Gonagall fue hacia los dos chicos, desviando las miradas hacia ella, pero alguien se le adelantó, dando un empujón a Harry.

¿Qué pasa, Potter? – dijo Malfoy, arrogante- ¿De qué vas ahora?

No te metas en esto, Malfoy, apártate.

Y una mierda, escoria. Apártate de ella, ¿no ves acaso que le molestas? Ya la has jodido lo suficiente.

¿Qué coño estás diciendo? – gruñó Harry, sacando la varita- Fuera de aquí, maldito mortífago, ¿no ves que no pintas nada?

¡Atrévete a repetir eso! – gritó Malfoy, realmente enfadado, sacando la varita- ¡Icendio!

Dichas esas palabras, la túnica de Harry empezó a arder, Harry se la quitó rápidamente, al mismo tiempo que Snape se levantaba de la mesa, bastante escandalizado. Hermione les miraba impresionada y sin palabras a añadir. Mc Gonagall intentó detenerles sin mucho éxito, y Dumbledore se acercó a ellos; pero, por sorpresa, Harry le apuntó con la varita, haciéndole retroceder.

Le advierto que se mantenga fuera de lo que no le cierne, profesor Dumbledore. – le dijo Harry, muy serio- Esto lo solucionaremos nosotros.

Ya es suficiente, señor Potter. – le advirtió el profesor Snape- Piense en lo caro que costará para su casa cada instante de esta pelea.

Le pido silencio, profesor Snape. – exclamó Malfoy, apuntándolo con la varita- Esto no le incumbe.

En ese momento, la profesora Mc Gonagall y Snape se miraron. Harry y Malfoy se habían rebelado contra las dos personas que más admiraban (Malfoy imitando a su contrincante), y ambos profesores y el director se sintieron incapaces de controlar la situación. Harry y Malfoy siguieron peleando, y Hermione se protegió con Ginny en la primer fila de los espectadores, mientras los profesores seguían sin saber qué hacer ante aquella situación.

Dime, Malfoy; ¿cómo es Hermione en la cama? – le preguntaba ofensivamente mientras seguían lanzándose hechizos- ¿Te gustó?

No sé porque, - le respondió- pero creo que eso debería preguntártelo yo a ti, ¿no crees, cara cortada?

¡Expelliarmus! – gritó una voz conocida, desde la puerta del Gran comedor.

La varita de ambos saltó por los aires, al igual que ellos que acabaron topando al vuelo y cayendo en diferentes mesas de la sala. Todos miraron quien había lanzado el hechizo, y descubrieron que aquel era Ron, con un aspecto mejor que la última vez que lo vieron en brazos de Hagrid. Hermione fue hacia él y le abrazó.

Suéltame, Hermione. – le ordenó- Todo esto es culpa tuya; lo sabes, ¿no es así? Mira el lío que has montado.

Ron, tú ya sabes que no quiero nada de esto, si yo lo hubiese podido evitar no habría pasado.

Ron le dio la espalda y salió del comedor. Hermione se le quedó mirando bastante confundida y avergonzada, sintiéndose la gran culpable de todo en cuanto había pasado. En cuanto todos los alumnos salieron de su ensimismamiento, el profesor Dumbledore les mandó a las salas comunes con un "¡se ha acabado el espectáculo, id cada uno a su habitación!", pero ordenando también que Hermione, Harry, Malfoy le acompañaran a su despacho; aquello ya eran palabras mayores, no era como , avanzaron detrás de Dumbledore, con las miradas de los alumnos y los profesores calvadas como felchas. Mc Gonagall y Snape también lo estaban pasando mal.

Aquí acaba el cuarto capítulo de mi fic! Bueno ahora se ha puesto emocionante, aunque no es tan bueno como el capítulo tres (según mí). Me desanima un poco no recibir muchas reviews, así que si habéis llegado hasta aquí, por favor, dejadme reviews. ¿Aún queréis saber que son aquellas cosas que Hermione había escrito en su libreto o qué paso en el verano para que ella cambiara? ¡Animadme a subirlo! ¡Abrazos!