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Capítulo 2
Solos tú y yo... O casi
Ron había estado allí, antes. El baño de los Prefectos era uno de los primeros lugares que conoció cuando llegó a Hogwarts en su quinto año con su reluciente insignia en el pecho. Aunque, en realidad, no solía frecuentarlo, más que nada por el hecho de pensar que detrás de aquella puerta podría toparse con Draco Malfoy, Prefecto de Slytherin.
Eso acababa con toda la magia del lugar, pensó para sí mismo. Prefiero seguir usando los baños de los estudiantes, gracias.
En aquellos momentos, sin embargo, los motivos eran muy distintos.
-¡Fermaportus! -susurró Hermione. La puerta del baño de los Prefectos hizo un sonido como de succión. Se volvió hacia Ron-. Bien -dijo-, eso evitará que... que...
-¿Qué nos sorprendan? -terminó él la frase. Hermione se ruborizó.
-Todo esto es tan extraño -confesó ella.
Ron se acercó y la abrazó. No había nadie que se burlara de él por hacerlo. La miró directo a los ojos.
-Lo sé. Pero ya estamos aquí. No nos arriesgamos a bajar hasta el quinto piso para nada, ¿no?
-Ron...
-Hermione...
Se besaron. Podían hacerlo. Nadie se burlaría de ellos. No allí. El beso fue largo y pasional. Más fuerte que cualquiera de los anteriores. El abrazo de Ron se tensó, y se puede decir que sólo las telas de sus túnicas separaban sus cuerpos.
Alejaron sus bocas y se miraron a los ojos. Ciertamente, pensó Ron, ella se ve más bonita de cerca. ¿Cómo no me había dado cuenta antes...?
Hermione desvió la mirada hacia la piscina en el centro de la habitación. Los múltiples grifos de oro, cada uno de ellos con un efecto de espuma diferente, invitaban a la tentación.
Ron también miró hacia allí.
-Entonces... ¿lo hacemos? -susurró Hermione.
-Cuando quieras -susurró él, y volvió a besarla.
-Mmm... Bien... Voltéate un momento, por favor. Ya establecimos las reglas para todo esto -Hermione se sonrojó.
-Sí, sí... las establecimos -murmuró Ron, también sonrojado, y caminó hacia un rincón.
Fingió estar muy interesado en los ladrillos de la pared, pero sus oídos no eran sus ojos y, a diferencia de éstos, ellos no estaban escuchando a los ladrillos. No, estaban muy enfocados en todo pequeño sonido que se produjese a espaldas de su dueño.
Por ejemplo, el suave tintineo de la varita de Hermione siendo colocada en el piso de mármol; o el leve zapateo del calzado de Hermione siendo puesto a un lado; y especialmente el susurro producido por el roce de la tela de la túnica de Hermione siendo quitada y apartada.
Ron notó que su nuez estaba subiendo y bajando con demasiada frecuencia.
Más roces llegaron a sus oídos. Si ya se había quitado la túnica, entonces seguiría su camisa, o su falda. Ron sintió calor, y había adivinado con ciento por ciento de acierto que sus mejillas estaban al rojo vivo. Se distrajo echando una mirada al cuadro colgado de la pared.
Había una sirena en aquella pintura. Se pavoneaba sobre su roca y lanzaba risitas a Ron. Él frunció el seño, tomó el marco de la pintura y lo giró. Sonrió al reverso del cuadro, sintiéndose autosuficiente.
-Ron...
Era la voz de Hermione, de acuerdo... pero ese no era su tono. Ron estuvo a punto de girar sobre sus talones, pero descubrió con sorpresa que, aunque las órdenes estaban saliendo de su cerebro y arribaban a sus piernas luego de atravesar un complejo sistema nervioso (del cuál él no entendía demasiado), sus piernas se negaban a obedecer.
-Ron, ya puedes mirar...
Ron tragó con fuerza. No podía girar. Era aquel tono. Hermione hubiera dado una orden, o lo hubiera dicho a secas. Ron no estaba preparado para escuchar su voz pidiendo con dulzura. Había tanto azúcar en esos labios que pronto se llenarían de hormigas y...
¿Qué rayos estoy pensando?, pensó Ron. Deben ser los nervios, sí. Esto fue una mala idea; voy a decirle que regresaremos a la torre y que me disculpe, pero yo no puedo hacer esto. Creí que podía, pero no, no puedo; gracias, pero...
Una mano se posó en su hombro. Otra mano hizo lo mismo con el que quedaba.
-¿Estás bien?
... pero... pero... ¡No! No puedo... ¡Sí! Sí puedo... ¿O no? Sí, quizá... quizá no, claro... Aunque, bueno, es que...
-Ron... -Hermione ronroneó junto a su oído. Todo cuanto quedaba de la estabilidad mental de Ronald Weasley acababa de irse por el drenaje.
-Ggg...
-¿Qué?
-Ggg...
-Oh.
Sus manos bajaron por sus brazos y se estrecharon a la altura de su estómago. Ron sintió que aquel cuerpo se apoyaba contra su espalda, y que los famosos labios de azúcar susurraban:
-Yo también estoy nerviosa, Ron. Puedo entender eso.
Ron asintió. Lo que él no podía entender era ese leve pero inquietante tono en su voz. Sintió que tenía que preguntarlo, así que lo hizo.
-¿H-Hermione?
-¿Sí?
Ron tragó saliva.
-¿Ya hiciste la tarea de Aritmancia?
Silencio. Hermione habló a los pocos segundos, su voz ya más decidida.
-¿Qué? Bueno, sí, los hice antes de venir. Eran tres pergaminos de ecuaciones mágicas, pero los hice rápido. Me demoré un poco porque hice también las verificaciones. Nadie nos dijo que las hiciéramos, pero yo tenía que estar segura porque, bueno, era muy importante...
Ron se relajó. Sí, esa era la Hermione Granger que él conocía. Ahora que estaba seguro de que la persona que estaba a sus espaldas era su amada, tomó el impulso motriz necesario (muy difícil de conseguir en situaciones así) y giró media vuelta sobre sus talones con tal fuerza que Hermione debió ceder al abrazo y dio unos pasos atrás.
Y cuando ella retrocedió, Ron tuvo una visión más que generosa de su figura.
No necesitó un espejo para saber que se había puesto rojo. Allí, frente a su persona, estaba Hermione Granger como nunca la había visto. Había un cuerpo de mujer bajo la túnica, y ahora quedaba demostrado. Su piel estaba levemente bronceada, recuerdo de vacaciones en Francia, y su contextura era lo que uno puede llamar "perfecto" sin hacer alusión a adjetivos extremistas. En otras palabras, su figura era bella. Ni más ni menos que bella y nada más que bella.
-Ggg... -dijo Ron. Hermione no pudo evitar lanzar una risita.
-Gracias -se sonrojó ella, adivinando el cumplido-. No soy tan bonita.
Miles de respuesta pasaron por la cabeza de Ron: "¿Cómo que no?", "¡Podrías ganar un concurso de belleza!", "¡Eres la persona más hermosa que existe en este mundo!". Ron tragó aire, abrió la boca y dijo:
-Ggg...
Hermione se ruborizó.
-Muchas gracias...
Ron intentó una vez más. Juntó toda la fuerza que sus nervios podían contener, acomodó cuidadosamente las palabras en su mente, hizo un repaso mental de las mismas, envió la frase a la boca y amenazó a sus cuerdas vocales con apuñalamiento si de sus labios volvía a salir otro "Ggg".
Y entonces habló.
-T-Te queda b-bien ese traje de baño -dijo.
-Nunca me habían dicho eso -sonrió ella. De hecho, llevaba las partes más importantes de su cuerpo debidamente censuradas por un traje de baño, una especie de bikini de dos piezas de color rosado. Ya habían decidido, tras un largo debate, que aquella noche tendrían un agradable baño de espumas sólo para ellos.
Y nada más que un baño de espuma, se recordó Ron. Nada más, ¿entiendes? Nada de ideas alocadas, por tentadoras que suenen. No eres mayor de edad, así que nada de imaginarte a Hermione quitándose el bikiiiiiinopiensonopiensonopienso...
-¿Estás bien, Ron? -Hermione se preocupó al ver que Ron cerraba los ojos con fuerza y hacía gesto de estar pensando en cualquier otra cosa.
-Sí, sí, sólo fue un pensamiento malo. Bueno, ahora me toca a mí...
Hermione asintió, pero no se volvió como lo había hecho Ron. Él le había asegurado que llevaba el traje de baño debajo de sus ropas, así que sólo necesitaba quitárselas para estar listo.
Y más vale que así sea, murmuró ella en sus pensamientos, porque acordamos que sólo sería un baño de espuma. Nada más, ¿entiendes, niña? Así que nada de ideas alocadas, ¿eh? No te atrevas a pensar que luego de quitarse la ropa también se va a quitar el traje de baaaanopiensonopiensonopienso...
Ron se había quitado el segundo zapato y observó el rostro de Hermione. Iba a preguntar por qué había cerrado los ojos con fuerza, pero un pensamiento de último momento le tranquilizó. Evidentemente, adivinó él, no era el único en aquella habitación con exceso de imaginación.
Cuando se hubo quitado todo, dijo: -Ya puedes mirar...
Y Hermione abrió los ojos, los enfocó en los de su amado... y comenzó a bajar la mirada.
Lanzó una risita al llegar a sus caderas, que intentó contener y fracasó.
Ron también miró, y luego levantó la vista, notoriamente molesto.
-Sí, bueno, tampoco puedo darme el lujo de un traje de baño nuevo, ¿eh?
Hermione debió apartar la mirada mientras trataba de encajarse el puño en la boca. Ron era flacucho y pálido bajo la túnica, y no sólo le habían causado gracia esas piernas como de palillos, sino además el traje de baño remendado con múltiples parches.
Ron se sentía algo frustrado. Desde que sus hermanos habían abierto la tienda de chascos, la familia Weasley tenía una entrada extra de dinero; y una entrada muy grande, por cierto. Molly Weasley, madre de Ron, nunca había visto bien eso de vender chascos, aunque recientemente había cambiado un poco de parecer.
Sus hermanos ya le habían obsequiado una túnica de gala nueva, muy bonita, pero en aquel preciso momento Ron deseaba cambiarla por un traje de baño decente. Pedirle a los gemelos ropa de playa para Hogwarts hubiera resultado tremendamente sospechoso.
-¿Ya te divertiste? -musitó Ron, sonrojado, mientras miraba a Hermione retorcerse de la risa. Era curiosamente estimulante verla hacer eso mientras llevaba nada más que un bikini, pero aún así Ron estaba un poco indignado.
-P-P-Perd-d-doo-o-on... -rió ella. Hizo un esfuerzo descomunal y se agachó para toma su varita. Ron alcanzó a voltear la mirada, pero Hermione no se dio cuenta.
-Puedo arreglar eso -agregó, reincorporándose y volviéndose hacia él.
-¡Eh, mira a dónde apuntas eso! -se asustó Ron. Hermione señalaba con su varita directamente a ese espacio tan sensible de la anatomía masculina.
-¿Te vas a calmar? Como si quisiera que te pase algo... ¡Confía en mí! He estado practicando hechizos textiles desde que empecé a coser ropa para esos pobres elfos domésticos.
Ron accedió. Al fin y al cabo, uno no siempre se encontraba con chicas en bikini que apuntaban sus varitas directamente a ESE lugar.
-¡Ropareparo! -susurró ella. Los parches del traje de baño de Ron se fundieron uno con el otro, generando una sola pieza de tela que pronto tomó un color único: naranja chillón-. Supuse que te gustaría. Eres fanático de los Chubby Cannons, ¿verdad?
Ron iba a corregirle, pero se contuvo.
-Es un antiguo hechizo textil. Me sorprende que tu madre no lo conozca. Da igual, eh... -jugueteó un rato con su varita, pensando-, creo que, bueno... ya podemos hacerlo.
Ron asintió. Se acercaron a los grifos y, tal como Harry había hecho en aquel distante cuarto año, se pusieron a abrirlos y a divertirse con los efectos. A diferencia de Harry, ellos ya habían estado en sus respectivos baños de Prefectos, por lo que no les sorprendía demasiado aquello.
Pronto la habitación se llenó de fragancias múltiples, y el agua caliente, escondida bajo una marea de hermosas burbujas y relajante espuma, llegó hasta el borde de la piscina. Los vapores que colmaban el lugar también eran cálidos, así que Ron y Hermione pronto se sintieron muy a gusto.
Se miraron. Sonrieron. Se tomaron de la mano... Y entraron a la piscina.
Fue un movimiento sincronizado. Apoyaron sus espaldas contra el borde de mármol y reposaron sus cabezas sobre éste. Se lamentaron al unísono de que la piscina fuese tan profunda, porque sólo estando de pie podían quedar con la cabeza afuera, y aquella refrescante sensación les pedía que tomaran asiento.
Una mano pasó por la espalda de Ron y se aferró al extremo opuesto. Él se estremeció y le devolvió el favor a Hermione. Se acercaron el uno al otro, lado a lado.
Dieron una profunda inhalación de aire. Un leve toque a menta les refrescó los pulmones.
-¿Puedes creerlo? -susurró Ron-. Estamos solos... en una piscina llena de espuma.
-Mmm... -fue todo lo que Hermione atinó a decir.
Ron sonrió y no pudo evitar decir lo que dijo a continuación:
-Hermione Granger rompió las reglas de Hogwarts.
-Ron, no me obligues a romper el encantamiento.
Había algo más en aquel tono. Hermione sonó seria, pero existió (y Ron pudo apreciarlo) un leve matiz de inocente seducción.
Como si ella esperase que Ron la obligara a hacerlo.
Ron lanzó una risita despreocupada y pensó: sí, claro, como si ELLA pensara de esa forma.
-¿Y por qué no habría de hacerlo? -cuestionó él, bromeando.
Hermione repasó y analizó al contenido emociona de la frase anterior. Ron lo había dicho con un leve matiz de inocente seducción.
Como si él esperase que Hermione lo obligara a hacerlo.
Hermione lanzó una risita despreocupada y pensó: sí, claro, como si ÉL pensara de esa forma.
La diferencia fue que Hermione recordó:
Pero él piensa de esa forma...
Y se sorprendió mucho al descubrir que aquel comportamiento no le molestaba en lo absoluto. De hecho... comenzaba a gustarle.
Sacudió la cabeza. Concéntrate, se dijo; eres Prefecta de Hogwarts y una de las mejores estudiantes. No pierdas la cabeza por un poco de sales aromáticas y fragancias dulces. Tú lo amas, bien, él te ama, muy bien, pero eso no significa que tengan que hacer nada más de lo que ya están haciendo.
Ron jadeó. Hermione no lo escuchó.
Además, continuó ella su dictado mental, ¿qué quieres hacer? No puedes hacer nada más. No, no quieres hacer nada más. ¿En qué estás pensando? No harás nada más. Bueno, darle un buen beso, eso sí. Eso es aceptable.
-Uhm... ¿H-Hermione?
¿Y que hay de malo con hacer algo más?, dijo otra vocecita en su cabeza. ¿Qué? Oh, no puedo creer que pensé eso. ¡Hay mucho de malo en hacer algo más! Se empieza por un baño de espuma en bikini y se termina en... en... mira, no me hagas decirlo.
-Oye, Hermione...
¿Por qué? ¿Te da miedo decirlo? ¿Te aterra decir "termina en la cama"?
-Hermione...
¡No digas eso! Ron es decente. Bueno, es más decente de lo que parece. ¡No pienso hacer eso hasta que sea mayor y tenga un futuro concreto a la vista!
-Hermione, tu mano...
¿No piensas hacer eso? Qué mentirosa. Soy parte de tu imaginación, gracias, y he estado presente en todos esos lindos pensamientos antes de irte a dormir.
-¿Podrías quitar tu mano de ahí?
¿¿Y quién te dio permiso de ver esas cosas?? Mira, que estés en mi mente no significa que yo sea una pervertida de alguna clase.
-Hermione, va en serio...
¿Ah, entonces no eres pervertida? ¿Ni un poquito? ¿Ni un poquitito?
-¿Me estás escuchando?
Claro que no lo soy.
-Bueno, como quieras... Pero recuerda que tú empezaste.
¿No? Entonces deberías volver a la Realidad y ver dónde está tu mano en este mismo momento.
Hermione parpadeó ante la declaración de su subconciente y volvió a enfocar la vista al frente. Había una pared de mármol, pero sólo entonces la había visto bien. Notó entonces que su mano se aferraba ligeramente a algo suave. Miró hacia allí, pero la capa de espuma en la superficie del agua no le dejaba ver más abajo.
Pero pudo sentir más abajo.
-¡Ay! ¡¡Ron!! -chilló.
-¿Qué hice? -preguntó él, honestamente desconcertado-. Tú fuiste la primera que puso su mano en mi trasero y...
-¡¿Qué?!
-¡Es verdad, lo juro!
Hermione se apresuró a quitar su mano y se sonrojó tremendamente. Sumergió su cabeza en el agua y deseó ahogarse, pero le resultó una actitud infantil y volvió a emerger.
-¿Estás bien? -preguntó Ron, preocupado.
-Ron... -empezó ella. No sabía qué decir-. Lo siento mucho... No sé en qué estaba pensando...
Sí que lo sabías, ji-ji-ji...
-¡Callate!
-¡Yo no he dicho nada! -Ron se encogió de hombros.
-Oh, no, no era a ti...
-Creo que mejor regresamos a la torre -decidió Ron-. Tú no estás bien. Creo que necesitas dormir un poco...
-No, no hay problema...
-... Descansar, sí. No debimos venir...
-... De verdad, no hay problema...
-... Fui un tonto. Te obligué a hacer eso; me siento muy mal...
-¡Ron, yo fui la pervertida!
Retumbó su voz por toda la habitación. Hermione se cubrió la boca con ambas manos, tragando algo de espuma en el proceso. Ron, que estaba a mitad de camino de salir del agua, miró por sobre su hombro a su amada.
-No es verdad -dijo-. Sólo por... por... hacer eso, sólo por eso no eres... pervertida, o cómo lo quieras llamar.
Hermione le dio la espalda, no por rencor, sino por vergüenza.
-Sí, lo soy... -confesó en un hilo de voz que sonaba burbujeante.
-Y yo soy la Reina de Inglaterra -rió Ron, pero dejó de reír al ver que Hermione no respondía-. Mira, Hermy... -volvió a meterse al agua-, no sé lo que tú piensas, pero tú no eres eso.
Hermione no respondió. Ron miró hacia atrás y observó el reverso del cuadro de la sirena. Tenía la impresión de que aquella juguetona criatura estaba escuchando todo y se divertía de lo lindo.
-No eres una pervertida -dijo con más firmeza-. Tú fuiste la que estableció las reglas para esto (como siempre). Si hubiera sido por mí, bueno... eeeeeehhh... Dejémoslo ahí, ¿te parece? Sólo intento decir que... que... siiiiiii hay algún pervertido en la habitación... ehhh...
Ron meditó lo que estaba a punto de decir, y decidió que no perdía nada con hacerlo.
-... pues, ese soy yo -terminó, y esperó el golpe.
No hubo tal cosa. Hermione giró en el agua con mucha lentitud. Todavía tenía ambas manos en la boca, como queriendo evitar que cualquier otra frase indebida escapase de aquellos labios. Miró a Ron de la cabeza al cuello (hasta allí llegaba el agua) y luego habló en un tono muy cuidadoso y meticulosamente medido para ser cortés.
-No digas eso. Tú no eres así.
-Hermione, por favor... -Ron hizo gesto de incredulidad.
-Sí, bueno... Tal vez sea cierto... en parte. Pero... -miró a un lado-... pero yo...
El agua frente a ella se agitó. Un cuerpo flotó con delicadeza hasta estar frente al suyo, y dos brazos la rodearon con delicadeza. Se vio obligada a mirarlo a los ojos, más por instinto que por deseo. Él no dijo nada. No hay que decir nada mientras se da un beso.
-Tal vez yo sí lo sea -confesó ella al terminar el beso.
-Lo dudo. A lo sumo será un caso muy grave de hormonas desbocadas. ¿Qué? Tú hubieras dicho algo así.
-Es verdad -sonrió ella. Aquello calmó a Ron, aunque Hermione había bajado la mirada y había apoyado su mentón en el hombro de él.
Ron apretó el abrazo, subiendo una mano por su espalda y acariciándola con cuidado. Hermione emanaba aquel aura de estar pensando con fuerza. De hecho, estaba en medio de una lucha de ideas.
Aquellas manos, acostumbradas a pasar páginas en los libros, también subieron por su espalda. Eran caricias que Ron aceptó, a pesar de notarse dubitativas. Los pensamientos de Hermione estaban siendo interpretados por sus movimientos.
Y al final, ella habló.
-¿Ron?
-¿Mmm?
-¿Qué harías si... te dijera que... que puedes quitarme el bikini?
Ron abrió los ojos como si fueran platos, y agradeció enormemente que Hermione no hubiera visto aquella reacción. Meditó sus palabras durante un corto instante, optando por hacerse el tonto y preguntar:
-¿Qué? Perdón, no te escuché bien.
-No me refiero a todo -dijo ella, y se notaba en el tono que se sonrojaba-. Sólo la... la parte superior. Pensé mucho en esto, y no me parece bien... pero... no sé qué me pasa. Siento que es lo que quiero, pero que no lo admito. Tal vez tengas razón, Ron. Tal vez sean hormonas desbocadas. Pero me superan.
Ron no dijo nada. No quería decir nada. Sabía que en cuanto abriese su boca lo echaría todo a perder. Estaba seguro de que hasta un mísero "Ggg" sería interpretado de la forma más incorrecta de todas.
Esperó a que ella volviese a hablar.
-La verdad -dijo Hermione- es que sí he tenido pensamientos... inapropiados... sobre nosotros.
-Eh... Bien, ya que lo dices... yo también. Supongo que es cosa de la edad.
-Sí... Aún así... -se alejó un poco y observó a Ron directo a los ojos. Ambos pares brillaban con expectativa-. Ron... voy a ser honesta. Yo te amo, y sé qué tú me amas. Hemos arriesgado mucho al venir aquí, pero de verdad, de verdad deseábamos privacidad. Ya hemos infringido las normas y hemos jugado con ellas. Nos encontramos en mitad de la noche, en una piscina caliente, apenas vestidos con trajes de baño -sonrió, y era una sonrisa que invitaba a la intimidad de la forma más dulce posible-. ¿Qué más da romper las reglas... un poquito más?
Ron pensó en aquello. Me está tomando el pelo, pensó. Está esperando que me niegue, así demostraré que no me atrae específicamente su físico. Sí, es el tipo de pruebas que las mujeres ponen a los hombres sin ningún motivo aparente. Me está probando y no voy a caer. Estoy seguro de que me está probando.
Hermione sonrió y flotó hacia él. Le dio un abrazo a la altura de su cintura, juntando sus cuerpos y sus narices.
-Puedes hacerlo. Yo te lo permito.
Pero claro, pensó Ron, ¿¿qué puedo saber yo sobre las mujeres??
Sus manos se posaron en su cintura. Comenzaron a subir con impaciente expectativa y se encontraron con el listón de la parte superior del bikini. Juguetearon un momento con el nudo.
-Hermione... -comenzó Ron, nervioso-... te advierto que...
Ella lo interrumpió con un beso y una risita.
-Confío en ti. Adelante.
Él también sonrió, pero con mucho nerviosismo. Tomó las puntas del nudo con dedos ligeramente gelatinosos y trató de no pensar la cara que pondría McGonagall si llegaban a pescarlos en... No, mejor no pensar.
Estaba decidido. Sus dedos comenzaron a tirar.
-Oh, vamos. Ya, quítaselo...
Ron y Hermione dejaron de sonreír. Despacio, muy despacio, volvieron sus cabeza hacia la pared. La muchacha se cubrió la boca en un gesto mas bien burlón.
-Uy, perdón... ¿Interrumpí? Lo siento mucho, de verdad -se disculpó el fantasma de Myrtle la llorona, pero no había nada de culpa en su voz.
(Continuará...)
