Capítulo 2: Ataque De Celos
Al llegar a la entrada del Gran Comedor miraron hacia adentro, pero notaron que aún no había llegado la hora del desayuno pues, todas las mesas tenían sus platos en sus lugares apropiados pero, estaban vacíos, al igual que el Gran Comedor. Decidieron, entonces, ir a dar una vuelta alrededor de los terrenos de Hogwarts hasta que fuera la hora de desayunar. Se encaminaron por la escalera de mármol hacia el Vestíbulo y lo atravesaron, aún tomados de la mano. A Harry se le hacía extrañamente normal cada vez y no quería soltarla. Le parecía que Hermione tampoco sentía deseos de soltarle la mano, pues la tenía firmemente agarrada. Por fin llegaron a la salida del enorme castillo, abrieron las puertas de roble y salieron al aire frío, bajando las escaleras de piedra.
El viento golpeó en la cara de Harry, haciéndolo sentir un escalofrío por su espalda. Vio a Hermione y notó que ésta se arropaba intentando abrigarse, soltando un suspiro entrecortado. Harry apretó gentilmente su mano y ella lo miró con una apagada sonrisa. Siguieron caminando por la húmeda hierba hasta llegar a bordear el lago. El viento jugaba agradablemente con la cabellera de Harry, desordenándola más, si eso es posible, también meneando el gran y voluminoso cabello de Hermione. Llegaron al pie de un gran árbol que estaba cerca de la orilla del lago y se sentaron ahí, observando alrededor.
- ¿Quieres mi capa? – ofreció Harry, que aún no le soltaba la mano a Hermione.
- No, gracias, Harry. – rechazó. – Te morirías de frío así.
- Pero tú tienes más frío que yo. Tómala, yo no tendré.
Harry se quitó su capa, soltando la mano de Hermione, y la pasó por la espalda de ella, que lo miraba con la boca semiabierta, como si quisiera decir algo.
- Pero, Harry...
- No importa. – sonrió él, que pudo sentir el escalofrío más intenso en su cuerpo, debido al viento, pero fingió estar bien para que ella no se preocupara más de lo que ya estaba. – Estoy bien.
Hermione le tomó la mano.
- ¡Estás congelado!
- Pero yo me siento bien. - mintió Harry, apretando cariñosamente la mano de Hermione. Ella lo soltó y pasó su mano por la espalda de Harry, frotándola suavemente, para que le entrara calor.
- ¿Así está mejor? – preguntó ella.
- Sí. – respondió Harry que, en realidad, sentía algo más de calor. – Gracias.
- No hay de qué. – dijo ella, volviendo a arroparse con sus dos manos.
Pronto, Harry volvió a sentir el frío rodearlo, pero no le importó.
Miró a su alrededor, pero no se veía un alma por los terrenos y el castillo parecía muerto. Quizá aún estaban dormidos, pero ya deberían levantarse pues hoy habría clase, como primer día de semana en Hogwarts. Observó la torre Gryffindor, en la que se podía captar algún movimiento de una persona caminando aquí y allá. Se preguntó si sería Ron, pero lo dudó. Aunque podría estar algo emocionado con lo de Hermione. Podría estar pensando que quizá Hermione si estaba enamorada de él. En realidad, Harry no pensó que Ron se podría enamorar de su mejor amiga, pero pensándolo mejor, le resultó muy evidente. Los celos que siempre había demostrado cuando se trataba el tema de Krum, eran muy obvios. Sabía que a Hermione le iba a resultar muy difícil decirle la verdad y que a Ron no le iba a ser fácil aceptarla. Prefirió no pensar en aquello por ahora. Giró su cabeza en dirección a la cabaña de Hagrid, en la que las cortinas ya estaban corridas y la chimenea echaba un pequeño hilo de humo. Debía estar despierto, entonces, pues se escuchaban movimientos de pies y cuando un corre una silla. Pronto se escuchó a Fang ladrar alegremente desde adentro y Hagrid hacerlo callar. Era muy evidente que ya estaba levantado.
- Hermione, me parece que Hagrid está despierto. – comentó Harry, aún observando la cabaña.
No se escuchó ninguna respuesta a su comentario. Harry, extrañado, volvió a mirar a Hermione, quien estaba apoyada en el tronco del árbol, con la cabeza ladeada, dormida. Harry la contempló. Pensó que debía estar muy cansada, pero debía haber estado tan preocupada por el tema de Ron que no había podido dormir y había tenido que leer ese libro. El árbol era duro e incómodo así que la tomó suavemente y la apoyó en su regazo.
Así quedaron, en silencio. Hermione siguió durmiendo y Harry ya no sintió tanto frío como antes. Contempló en silencio el lago. Algunas de las espesas nubes habían comenzado a apartarse muy lentamente, mostrando una tenue luz del sol, que brillaba alegremente sobre la congelante agua del lago. Pronto, él también apoy su cabeza en el tronco y cerró los ojos, descansando. No iba a dormir, aunque tenía mucho sueño, pero la idea de volver a soñar eso y despertar cómo lo hizo, le impedía querer dormir. De cualquier manera, no quería molestar a Hermione, pues sabía que ella se preocuparía muchísimo y lo mandaría a hacer Occlumencia.
Pasaron varios minutos, que para él fueron como una eternidad y de repente se escuchó la puerta de la cabaña de Hagrid abrirse, y unos grandes pasos salir de ella. Luego los ladridos de Fang, los quejidos de Hagrid y finalmente la puerta volver a cerrarse. Harry abrió los ojos y giró la cabeza para mirarlo. Venía con montones de leña en sus poderosos brazos, de manera que le ocultaba la cara y a él le impedía ver que a Harry. Él no parecía tener muchas ganas de gritar su nombre de manera que se quedó así y pronto, cuando Hagrid ya llegaba a la entrada del castillo y subía por las escaleras de piedra, pensó que ya era la hora del desayuno. Bajó la vista y vio como Hermione dormía plácidamente en su regazo, con rizos por todas partes de su cara. Harry se los apartó suavemente. Ella ya no estaba tan pálida como antes. Las nubes ya habían abierto un pequeño hoyo, en el que se podía ver un trozo de celeste cielo y rayos de sol cayendo sobre partes del castillo y el lago. Harry y Hermione también los recibían y el frío se iba poco a poco. Aún había tanto viento como antes, pero disminuía. Harry iba a susurrar a Hermione para despertarla cuando un grito lo hizo mirar hacia el castillo.
- ¡Harry! – gritó Ron, que venía trotando por la explanada y saludaba con un brazo extendido, agitando su mano.
Harry quedó boquiabierto. Ron venía hacia él y él... tenía a Hermione durmiendo en su regazo ¿Qué iría a pensar a Ron? Él no era una de esas personas que Interpretara tan bien las cosas ¿Pensaría que Harry lo haría a propósito? Pero, se supone que él no sabía.
"Ya déjate de lamentarte y despiértala", pensó amargamente Harry. Se dirigió a Hermione y le susurró su nombre, pero no pasaba nada, como antes.
- ¡Hermione! – dijo él con voz más fuerte y ella abrió los ojos, somnolienta, y lo miró.
- Harry. – dijo ella con ojos sorprendidos, viendo que se encontraba en su regazo.
- ¡Ron viene! – advirtió. – Tienes que levantarte ya...
- ¿Cómo?
- ¡Hola! – saludó Ron, llegando. – Ahí estaban...
Observó la escena. Harry muy cerca de Hermione, para despertarla y advertirle y ella, sobre su regazo, mirándolo. Hermione se levantó rápidamente, quedando sentada en la hierba y Harry miró a Ron.
- Hola, Ron...
- Disculpen ¿interrumpo algo? – preguntó en voz algo sarcástica, mirando sobre todo a Hermione, quien trataba de evitar sus ojos.
- No, siéntate. – invitó Harry.
- Lo siento, es que rara vez he visto que Hermione esté sobre ti...
Harry calló. No sabía cómo explicarle. Sabía que no sonaría bien el decirle que Hermione había estado cansada y se había dormido, entonces Harry la había puesto en su regazo, para que estuviera cómoda.
- Ron, es que yo estaba muy cansada, entonces le pedí a Harry si podía recostarme en su regazo y él no tuvo ni tiempo para contestarme cuando yo ya me había dormido en él. – dijo Hermione con voz segura. Harry la miró, no sabía cómo es que ella siempre tenía ideas tan buenas para no culpar a los demás, sabiendo que Harry había sido el que la puso, ya que se había encontrado encima de su regazo.
- ¿Ah, si? – dijo Ron, tratando de sonar aún sarcástico, pero los dos podían notar una nota de resentimiento en su voz. - ¿Y por qué no la despertaste, Harry?
Ambos sabían que Ron quería dejar caer la culpa en Harry, ya que cómo estaba enamorado de Hermione, no iba a echarle la culpa a ella.
- Ron... - comenzó Harry.
- No pudo. – dijo Hermione pisándole la frase. Harry volvió a mirarla y ella le lanzó una mirada significativa, para que le siguiera el juego.
- Lo intenté. – aclaró Harry. – pero no pude, ya estaba dormida.
- Y ahora que me desperté y te veo, - dijo Hermione determinante. – pienso que ya es la hora del desayuno, entonces ¿por qué no vamos?
Ella se puso de pie, dejando la capa de Harry en el suelo y lo ayudó a él a levantarse.
- Hermione... - susurró Ron, cuando ambos estaban de pie.
- ¿Dime?
- Yo... ¿puedo hablar contigo?
Harry y Hermione se miraron. Harry no sabía cómo ella iba a saber, pero pensó "anda, dile la verdad", pero Hermione negó con la cabeza, como si hubiera entendido perfectamente los pensamientos de Harry y se volvió a Ron.
- Ya es hora del desayuno, puedes ser después, pues ahora vamos a tener clases.
- Y con Harry si pudiste disfrutar toda la mañana ¿no?
- Bueno, eso fue una coincidencia, él se despertó también temprano y...
-Gran coincidencia ¿no? – dijo Ron alzando la voz.
- Ron, ¿qué te pasa? – preguntó Hermione, mirando a Harry de soslayo, que le devolvió la misma mirada.
- ¿Que qué me pasa? - estalló Ron. – Me parece que ustedes dos tienen una especie de código ¿no? ¡Siempre dirigiéndose estúpidas miradas! Como si estuviera loco ¡Siempre me tiran aparte de todas sus cosas! ¡Ya no les importo!
- Ron... no es así, nos... - empezó Harry, pero sin tener más éxito que Hermione.
- ¿NO ES ASÍ? ¿ME DICES QUE NO ES ASÍ? HARRY, TÚ SABES Y LO HACES IGUAL, NO PENSÉ QUE PODRÍAS HACER ESTO. – bramó Ron, poniéndose rojo de furia.
- ¡Ron, cálmate! – gritó Hermione.
- ¡NO VOY A CALMARME HASTA QUE ME LO EXPLIQUEN!
- ¡No hay nada qué explicar! – siguió Hermione, adelantándose y quedando frente a frente con Ron.
- ¡TIENEN ALGO! ¡ADMÍTANLO!
Harry no sabía qué hacer. Lo único que hacía era ver a los dos gritándose el uno al otro sin parar. Ya comenzaba a marearse de tantas peleas, aunque Ron estuviera enamorado de ella, seguían igual de insoportables. Miraba de Hermione a Ron y viceversa sin obtener alguna idea para detener esto. Ron ya estaba sobrepasando el límite de sus mal interpretaciones y sus celos. Ojalá pudiera encontrarse en la tranquilidad de antes, observando el lago. La tranquilidad que siempre tenía con Hermione.
- ¡YA BASTA! – bramó Harry, interponiéndose entre los dos. Hermione lo miró y se calló al instante, bajando la mirada. En cambio, Ron lo miró boquiabierto y enojado.
- ¿Quién eres para darme órdenes? – insistió Ron.
- Tu amigo. – contestó Harry.
- No, no es eso. – negó él, respirando agitadamente. – Lo dices porque eres el Niño Que Vivió ¿no? El valiente y el osado, el increíble ¡El gran Harry Potter!
¡PAF!
Una fuerte cachetada de Hermione había sido plantada en la mejilla izquierda de Ron, justo después de haber dicho eso. Él quedó paralizado y se llevó una mano a su mejilla, la cual estaba roja.
- No... no vuelvas a decir eso. – avisó Hermione, la cual temblaba.
- Yo...
- ¡No digas una palabra! – soltó ella. Harry no hablaba. Miraba a Ron con la boca abierta, como si mirara a alguna clase de insecto. Sabía que ésta era la segunda vez que él se ponía celoso de él. En realidad no sabía si era la segunda, pero de la única que sabía fue cuando estaban en cuarto, pero tenían catorce años, en cambio, ahora tenían diecisiete, ya eran mayores y más maduros ¿no era eso suficiente? Por otra parte, pensó que había visto a Hermione enojada la vez que dijo que se vengaría de Skeeter o cuando le había golpeado a Malfoy, pero no pensaría que la vería como ahora y ni siquiera se le pasó por la cabeza que sería con Ron. Sabía que muchas veces peleaban, pero Hermione no llegaba a estar tan enojada como ahora.
No había otra cosa que silencio entre ellos, que se había vuelto particularmente incómodo. Hermione no dejaba de mirar el piso y Harry seguía observando a Ron, quien miraba boquiabierto a Hermione. Ya se podía ver parte del cielo entre las nubes y los rayos del sol caían sobre ellos y los terrenos de Hogwarts.
Sin decir una palabra, Hermione comenzó a caminar hacia el castillo. No volvió a mirar atrás ni siquiera cuando subía por las escaleras y entraba en el Vestíbulo, desapareciendo de la vista. La capa de Harry seguía en la hierba y él se agachó para recogerla. La mantuvo entre sus manos, mirándola. Intentaba evitar la mirada de Ron, pues sabía que pronto diría algo.
- Harry... yo...
- Sí lo sé, Ron. – dijo Harry, aún mirando su capa. – Lo sientes.
- Pero...
- Está bien.
El silencio volvió a reinar entre los dos. Harry deseaba ser tan determinante como Hermione en ese momento, que se esfumaba como quería. En cambio, era como si él tuviera los pies estancados en el pasto. Sin dejar de mirar su capa, escuchó a Ron decirle:
- Harry... hay, hay algo que no te he dicho...
Harry sabía exactamente lo que le iba a contar. Pero, por supuesto, debía fingir que no sabía ¿O debía contarle que ya sabía? Pero, eso haría que empeoraran las cosas. Ron podría pensar que Harry y Hermione hacían eso a propósito pero, ¿qué tenía eso de malo? Pensó si a Hermione le gustaría que dijera que sabía la verdad. Ella había estado muy preocupada. No quería hacerle más líos. Mejor fingiría.
- Yo... yo debí contártelo antes, para ver qué decías... quizá te sorprendas...
"Al grano ya, Ron", pensó Harry, pero sabía que debía esperar extrañado, como si no se esperara nada tan serio.
- Yo... me declaré a Hermione ayer. – terminó muy nervioso.
Harry se quedó en silencio mirando. En realidad no sabía qué decir como para fingir sorpresa, podría ser "¿Qué" o "¿Cómo?", pero no creía que les saldrían naturales.
- ¿Harry?
- Lo siento...
- Sé que es muy sorpresivo, Harry, que nunca pensaste que me enamoraría de Hermione, pero no sé cómo demonios pasó. Simplemente me comenzaron a surgir sentimientos y un día me había enamorado... no podía más así que le dije, no sé cómo, pero lo hice y bueno... le pregunté si quería ser mi novia, pero como sólo se quedó vacilando le dije que esperaría todo el tiempo, aunque me parece que no piensa en contestarme. – terminó tristemente.
- Ron... no te preocupes, yo creo que pronto lo hará. Quizá está confundida. – aseguró Harry, quien se sentía extraño diciendo aquellas cosas cuando ya sabía lo que le diría. Pero no iba a ser él quien le diría lo que ella piensa. Hermione lo haría cuando estuviera lista.
- ¿Tú crees?
- Pero, piensa que ni siquiera le diste tiempo para hablar, Ron... tuviste que haber esperado su respuesta. Quizá estaba muy sorprendida para hablar al instante.
- Sí... es cierto. – admitió triste Ron. – Es que estaba muy...emocionado. No había pensado en eso.
- Bueno, Ron, no te preocupes...
- ¿Tú podrías hablar con ella? – pidió Ron.
- Ya ha... - comenzó pero, paró en seco. Había estado a punto de decir "Ya hablé con ella" pero sabía exactamente que no podía decir eso, aunque se había dado cuenta algo tarde.
- ¿Cómo?
- Que yo había pensado que tú eres el que debe hablar con ella. – inventó Harry rápidamente.
Ron lo miró fijamente y bajó la vista.
- Tienes razón. – admitió Ron. – Gracias, Harry.
- Está bien. – aceptó Harry. – Creo que ya es la hora del desayuno...
- Sí, vamos.
En silencio y sin mirarse partieron caminando por la explanada, en la que el sol irradiaba su luz más intensamente que antes, pero débil aún. El viento, que aún golpeaba contra los terrenos, ya no era tan fuerte, y jugaba revolviendo el negro cabello de Harry, quien sólo esperaba encontrar a Hermione y hablar sobre lo sucedido.
