Capítulo 4: ¿Confusión O Amor?
Él abrió los ojos, aún con su frente apoyada en su antebrazo, que descansaba en la pared. Era...
Una mano se apoyó en su hombro, produciendo un leve tiritón alrededor de su cuerpo. Se dio media vuelta y la mano lo soltó.
- Harry ¿por qué estás aquí? – preguntó Hermione. – El aula de Encantamientos está más lejos ¿salieron más temprano?
¿Su cabello siempre había sido así? Él nunca se había dado cuenta. Le parecía más liso que antes. La primera vez que la vio, en el expreso de Hogwarts, lo tenía mucho más revuelto que ahora. Seguía siendo voluminoso pero, de alguna manera, tenía menos rizos y su cabello lucía brillante. Otra cosa es que estaba más alta. Sí, eso era muy cierto. Bueno, de todas maneras había algo de diferencia entre los once y los diecisiete ¿no? Su cara también había cambiado. Ahora se veía mucho más madura, si eso era posible. Aquellos ojos seguían siendo los de siempre, castaños profundos, que ahora demostraban preocupación.
- ¿Harry? – repitió. - ¿Estás bien?
- Er... sí. – se oyó decir Harry. – Estoy bien
- ¿Estás seguro?
¿Cómo es que no se había dado cuenta antes? Todas aquellas cosas sobre ella a través del tiempo. Bueno, es que la miraba como amiga todo el tiempo... ¿qué quería decir eso? Quizá era que ahora la miraba... la miraba como... una mujer. Y, pensándolo bien, era muy bonita.
"Qué cosas dices, Harry", se dijo mentalmente Harry.
- ¿Por qué estás mirándome tanto? – preguntó Hermione algo ruborizada.
Harry pareció despertar ante esa pregunta. No se había dado cuenta y se había quedado todo el tiempo observándola, analizándola. Esta vez la miró conscientemente.
- Yo...
- ¿Tengo algo?
- N-no... quiero decir, - dijo Harry. – Sí, creo que tienes una peca.
- ¿Una? – preguntó Hermione llevándose una mano a la cara. – Bueno, no es una sorpresa. Mi madre me dijo que ya tenía unas seis. De todas maneras. – añadió bajando su mano. - ¿Desde cuando que te fijas en aquellos detalles?
- Sólo... lo vi de repente.
- Bien, ya vamos a almorzar. – anunció Hermione y lo tomó un brazo, llevándolo por el corredor. Se lo soltó y añadió. - ¿Y cómo estuvo tu clase de Encantamientos? ¿Por qué salieron tan temprano?
- Prefiero no hablar de eso ahora. – pidió Harry mirando el suelo.
- ¿Por qué? ¿Acaso es que faltast...?
- Más tarde te cuento... - dijo Harry y para cambiar el tema añadió extrañado. - ¿Qué hay de Ron?
- No sé. – contestó ella pensativa. – Yo pensé que estaría contigo. De seguro ya viene...
- ¿Cuándo vas a hablar con él?
- No creo que sea hoy después de lo que te dij...
- ¡Harry, Hermione!
Los dos se volvieron. Ahí venía Ron con su mochila al hombro y Harry sintió molestia por haber interrumpido la conversación. Habían estado solos para poder conversar pero había tenido que llegar, aunque de todas maneras había estado preocupado por no haber aparecido y sonrió. Cuando Ron llegó junto a ellos les preguntó:
- ¿Dónde han estado?
- Íbamos a almorzar. – habló primero Harry. - ¿Qué hay de ti?
- Nos tuvimos que quedar unos minutos extras para ordenar el desorden de cajas y otras cosas que usamos.
Alcanzaron el Gran Comedor y Harry tomó asiento entre Ron y Hermione. Parecía que Ron había tomado algo en serio el consejo de Harry, ya que por lo menos le decía unas pocas palabras a Hermione.
- ¿Hermione?
- ¿Sí? – respondió ella de forma fría. Aún debía estar enojada por lo que le había dicho a Harry.
- Er... ¿me puedes pasar la salsa?
- Pásale la salsa, Harry. – pidió ella.
Harry la miró y ella, dirigiéndole una mirada determinante, sigui comiendo. Harry no halló otra opción que pasarle la salsa a Ron, quien se la recibió de forma pesimista y desanimada.
Al terminar el almuerzo, ya quedaban solo diez minutos para que comenzaran las clases de la tarde. Harry, Ron y Hermione tendrían Cuidado de las Criaturas Mágicas y luego tomarían el resto de la tarde libre, para su gran alivio. Pero, tendrían que trabajar en los deberes de Transformaciones pues mañana mismo volverían a tener de modo que estarían por lo menos una hora metidos en la biblioteca, con la ayuda de Hermione, claro, que era indispensable.
Salieron del castillo y se encaminaron por la explanada, hacia la cabaña de Hagrid. Él los esperaba parado con un montón de bolsas a su lado, las cuales no paraban de moverse. Harry se preguntó qué era lo que había traído ahora Hagrid y no dudó ni un segundo de que sería algo peligroso. Cuando llegaron los Gryffindors, Hagrid les pidió que tomaran asiento en el pasto y ellos hicieron caso, sentándose sobre el pasto con murmullos. Harry podía oír cosas como "¿Qué crees que será eso?", "Apuesto a que es algo terrorífico", "Debe ser peligroso", "¿Y si no sabe controlarlos?". Harry sintió un acceso de ira mientras escuchaba aquellos comentarios contra la clase de Hagrid pero luego no tuvo tiempo para enojarse pues los alumnos de la otra casa, con la cual compartían la hora, ya estaban llegando. Las insignias verdes y plateadas eran inconfundibles. Harry se lamentó de que tuvieran la hora con ellos, justo cuando eran los que más odiaban a Hagrid. Siempre había sido así, desde que había aceptado el puesto de Cuidado de las Criaturas Mágicas. Pudo oírlos hablar peores cosas sobre el posible contenido de las bolsas y luego reírse. Cuando llegaron se quedaron parados aún mirando aquellas bolsas. Malfoy le susurró algo a Parkinson y ella soltó una carcajada incontrolable. En realidad, para tener diecisiete, parecía tener el cerebro de alguien de diez años. Malfoy seguía igual que antes, sólo que estaba más alto y su mirada era más seria. Quizá iba a resultar algo sorpresivo, pero su rostro ya no era tan desagradable, sino serio. Cuando Parkinson comenzó a reír él simplemente sonrió. Por favor, tomen asiento. – dijo Hagrid alzando la voz para poder amortiguar las risas de Parkinson.
- ¿Y si queremos quedarnos parados? – aventuró un alumno más atrás, de Slytherin.
- Bueno, pueden hacerlo. – dijo Hagrid como sin darle importancia.
Hurgó en una de las bolsas y pronto sacó de ella a lo que parecía un perro. De hecho era muy parecido a un terrier Jack Russell, salvo por la cola. Las chicas quedaron maravilladas por este perrito. Hagrid lo dejó en el suelo y el perro se quedó sentado obedientemente.
- Estas criaturas se llaman Crup, son completamente fieles de los magos pero son muy feroces con muggles. Unos amigos que los crían me los han prestado para que puedan aprender de ellos y alimentarlos. Podemos hacer clases con ellos todos los lunes. Va a ser fácil pues son carroñeros, comen cualquier cosa. Júntense en grupos de tres y yo les pasaré un Crup a cada uno y luego traeré comida para que las prueben y quiero que tomen nota de ellos.
Harry, Ron y Hermione se separaron de los demás y fueron a sentarse bajo la sombra de un árbol, mientras se hacían más y más grupos. Pronto llegó Hagrid con un Crup en sus brazos y lo dejó entre ellos.
- Hola. – dijo con una sonrisa.
- ¿Cómo estás, Hagrid? – preguntó Hermione.
- Bien, pero ustedes se ven algo tristes.
Hermione quedó estupefacta ante ese comentario.
- Estamos bien, Hagrid. – aclaró Harry lanzándole una mirada significativa como queriendo decir "Luego te cuento".
- Oh, bueno, - dijo dejando carne, lechugas, pequeños insectos, papas y trozos de pan, que estaban dentro de una caja, en el suelo. – Es un macho. – señaló al crup. – Se llama Sam. Ya me voy, me esperan más grupos.
- Adiós, Hagrid. – despidió Ron.
- Bueno, démosle de comer a Sam. – dijo Hermione.
- Sí. – afirmó Harry.
Ambos alzaron sus manos para coger comida de la caja pero, al hacerlo al mismo tiempo, Harry quedó con su mano encima de la de Hermione. Él levantó la vista y se dio cuenta de que ella lo miraba fijamente. Inconscientemente, Harry envolvió la mano de Hermione con sus dedos, sintiendo que el calor envolvía su pecho.
- ¿Van a sacar la comida o qué? – preguntó bruscamente Ron.
Harry se dio cuenta de lo que hacía y se apresuró a sacar un trozo de pan. Hermione bajó la vista y sacó una papa. Harry podía sentir su mano sobre la de ella aún y pensó en lo que había sentido ¿Por qué no había sentido eso en la mañana? Espera... sí había sentido algo en la mañana, cuando sus mejillas estaban unidas. Suspiró cerrando los ojos cuando recordó aquello ¿Qué demonios le estaba pasando? No lograba entender ¿Por qué sentía todo eso? La miró ¿Por qué diablos era tan hermosa? ¿Y por qué se daba cuenta ahora cuando había tenido siete años más para eso? ¿Qué estaba sucediendo con su cabeza? ¿Por qué pensaba eso? O mejor dicho, ¿por qué sentía eso?
Le acercó el trozo de pan a Sam y él lo devoró alegremente. Hermione sacó unos pergaminos de su mochila y comenzó a hacer nota de su comportamiento más sus conocimientos sobre los Crup. Ron parecía algo enojado pero pronto tomó lechuga y también se la dio de comer a Sam. Harry pensó que eran muy cariñosos, como todos los perros. Sam comenzó a saltar cuando Harry le ponía la comida algo lejos para jugar. Ron pareció abandonar su mal humor y, levantándose, comenzó a tirar unas ramas algo lejos para que las fuera a buscar Sam, quien corría muy entusiasmado y luego regresaba con la rama en su hocico, moviendo la cola de manera feliz. Hermione seguía escribiendo apuntes en su pergamino. Harry dejó la comida en el suelo y se sentó a su lado.
- ¿Cómo vas? – preguntó Harry echando un vistazo. Hermione hacía un esquema sobre los Cruz lleno de flechas aquí y allá, escribiendo miles de detalles. En el suelo descansaban unos cinco o seis pergaminos sobre el comportamiento de los Crup y especialmente Sam.
- Ya casi termino. – dijo ella con un suspiro.
- Yo creo que así está muy bien. – opinó Harry mirándola.
Ella siguió escribiendo sin decir nada. Sus labios estaban contraídos por la concentración. Harry nunca pensó que podían ser tan atractivos. Brillantes y rosados, pronto comenzaron a murmurar cosas para sí misma. Harry no paraba de mirarlos, como si estuviera hipnotizado por ellos. Sacudió su cabeza, cerrando sus ojos fuertemente.
- ¿Harry, estás bien?
Abrió sus ojos, mirando el liso césped en el que descansaban. No quería mirarla. No quería sentir lo que sentía cuando se adentraba en sus ojos. No quería saber que esto le estaba pasando. No quería admitirlo. Sabía cuál era ese sentimiento. Era parecido al que sentía por Cho pero, ahora, era muchísimo más fuerte, más profundo, era distinto. Pero sus recuerdos y sentimientos de amistad hacia ella lo hacían controlarse. No quería aceptarlo y tampoco iba a hacerlo. Sólo se confundía, era una confusión. Quizá la falta de chicas le estaba produciendo eso pero, ¿desde cuándo le ha interesado tanto eso? Esto había surgido solo ¡No! ¡No de esa manera!
- ¿Harry?
- ¡No! – se le escapó a Harry entre sus pensamientos.
- ¿No qué? Harr...
- Deja de mirarme. – interrumpió Harry.
- ¿Estás bien, Harry?
- ¡Perfecto! – mintió levantándose y alzando los brazos como alabando el cielo y luego los bajó. – Estoy como nunca así que puedes seguir escribiendo.
Harry pudo notar perplejidad y dolor en la mirada de Hermione que en realidad también lo golpeó a él. No había querido gritarle de esa manera. Había sido un impulso que no había pensado antes de actuarlo. Ella se agachó y siguió escribiendo haciendo flechas y cuadrados para terminar el esquema. Sabía que estaba dolida. Harry no quería verla así, lo único que deseaba era hacerla feliz, no como Ron la hacía sufrir. Ella estaba pasando por una situación que le preocupaba mucho y él, Harry, le había gritado sin razón, por pensar cosas sin sentido de los cuales ella no tenía ninguna culpa.
- Hermione...
- Está bien, Harry. – se interpuso ella, aún con su vista en el pergamino.
- ¡Eh! – se escuchó a Ron desde algo lejos. - ¡Sam ha ido a buscar una rama que tire en el bosque prohibido y no ha vuelto!
- ¡Por Dios, Ron! – soltó Hermione, levantándose y yendo donde Ron, dejando a Harry solo, quien la siguió con la mirada. Ella se alejó hacia Ron, quien la esperó y luego caminaron juntos rumbo al bosque prohibido, hablando.
Cuando terminó la hora y por fin encontraron a Sam que le había estado ladrando furiosamente a una criatura parecida a un cangrejo de medio centímetro, regresaron al castillo y se adentraron en el silencioso y estudioso ambiente de la biblioteca.
- ¿Por qué tenemos que hacerlos ahora? – protestó Ron.
- Para tener el día libre. – objetó Hermione dejando su mochila encima de una mesa.
- ¿A esto le llamas libre?
- ¡Silencio! – calló la Señora Prince.
Hermione le dirigió una mirada de desaprobación de Ron, mientras sacaba un libro y lo abría, pasando hojas y hojas. Harry se sentó al frente de ella, al lado de Ron. Sacó su libro de Transformaciones Nivel Superior y lo abrió.
Estuvieron unas dos horas en biblioteca terminando el informe de 30 centímetros sobre Transformaciones. Harry buscaba en su libro leyendo muy atento, con la intención de terminar rápido pero, pronto le entró el sueño y sólo llegó a captar la mitad de lo que decían los párrafos, pero por fin acabaron. Harry miró su reloj mientras se dirigían hacia la salida de la biblioteca. Eran las cinco pasada. Aún podían salir a los terrenos para refrescarse un poco. Lo único que esperaba Harry es que llegara rápido la medianoche para que pudiera conversar con Hermione. El primer día en Hogwarts le había pasado como una eternidad.
Salieron a la luz del sol y se sentaron a la sombra del árbol que estaba cerca de la orilla del lago, donde habían estado Harry y Hermione en la mañana. Conversaron el resto de la tarde sobre el día de hoy y lo que sería del año, ya que era el último y cosas así. Harry sólo escuchaba a medias aunque trataba de comportarse lo más normal posible. Era como si sus ojos tuvieran dependencia propia ya que se iban a Hermione siempre. No era posible, no, no y no.
- ¡Qué cosas dices! – protestó Hermione a Ron. – Eso no es verdad ¿cierto, Harry?
- ¿Qué? – dijo despertándose pero aún mirando fijamente a Hermione.
- ¿Te pasa algo? – preguntó ella.
- No. – negó él. – Estoy bien.
No era posible. No podía estar enamorándose de Hermione. No era así.
No de esa manera, ella era su mejor amiga.
Pero ya no podía hacer nada. Podía sentir su corazón bombear más rápido cada vez que la miraba, que se acercaba, cuando ella le tomaba el brazo ¡Demonios! ¿Por qué era tan hermosa? Harry nunca había pensado que ella fuera fea y ahora se intensificaba ese pensamiento. En realidad, ella era preciosa ¿Por qué se daba cuenta ahora? ¿Por qué nunca antes? No entendía, siete años con ella y ahora notaba que era tan bonita. Siempre lo había ayudado, siempre había estado allí ¿Qué tenían otras chicas de especial? Ella era la única que lo conocía. La única ¿Era eso suficiente? Más que suficiente.
Bien, lo admitía. Ella era el apoyo que siempre buscó. Nunca le había sido desleal, siempre lo había ayudado ¿Por qué nunca se había fijado? Dios, era un tonto. Aunque tenía miedo de que pudiera perder su amistad. Era lo que más valoraba en esos momentos y él... él se había enamorado de ella ¿Qué ocurriría si se le notaba demasiado? Quizá ella ya se había dado cuenta, no era tonta. De hecho, todo lo contrario. Se rió bajo para si mismo, no conocía a alguien que fuera más inteligente.
Había otro problema ¿qué hay de Ron? Él también estaba enamorado de ella, pero él la hacía sufrir porque ella sólo quería su amistad ¿Qué tal si era lo mismo con él, Harry? Hermione sólo los quería como amigos. Nunca supo que ella hubiera dado señales de enamorarse. Harry no la quería hacer sufrir. Lo último que haría en el mundo sería dañarla. Se quedaría con sus sentimientos para adentro y la apoyaría. Sería su amigo, como siempre lo había sido. No le contaría nada.
Rogaba porque sólo fuera una confusión. Algo le ocurría a su estómago cada vez que estaba cerca de ella. Unas ganas de besarla le recorría el cuerpo. No... tenía que ser una confusión ¿Podría ser?
"Cálmate, Harry", pensó, "Es sólo Hermione"
¿Sólo Hermione? Sí, era ella su mejor amiga, su hermana, no tenía que temerle. Sólo era Hermione. Bueno, quizá no "sólo" Hermione.
