Capítulo 6: La Traición Se Vuelve Realidad

Hermione se echó atrás asustada. Su respiración no era la normal. Miraba a Harry como si le hubiera dicho algo horrible. Harry entreabrió sus ojos, dulcemente y la observó intranquila.

- ¿Harry...?
Harry chistó y le puso un dedo en su boca, sintiendo su aliento escapando desesperadamente. Ella negó con la cabeza, arrugando el entrecejo, como si no pudiera entender lo que le quería decir Harry.

- ¿Qué...?
Harry había perdido la conciencia. Su belleza era tan inmensa que lo hacía perderse agradablemente en el aire, solo para contemplarla por siempre, mientras sentía que su corazón fluía más rápidamente. La sangre era cálida y sabía lo que le pedían para calmarse. Ella...
Rozó sus labios con los de ella, suavemente. Volvió a hacerlo y notó que ella ya no se alejaba, pero tampoco se movía. Ella cerró sus ojos y Harry sintió que volaba, cerrándolos también mientras su boca recorría su mejilla, besándola tiernamente. Sus respiraciones se tornaron más profundas, sus mejillas se encontraban y sus labios hicieron contacto, iniciándose un beso profundo. Hermione abrió la boca y Harry introdujo su lengua, encontrándose con la de ella, explorándose. Harry posó una mano en una de las mejillas de Hermione para atraerla más hacia él y las manos de ella bajaban y subían por su pecho, haciendo que él ardiera en llamas. Le encantaba sentirla cerca, olerla, tocarla... Harry bajó sus labios por su mandíbula y luego siguió por el cuello. Ella soltó un suspiro, mientras sus brazos rodeaban los hombros de Harry y una de sus manos tomaba su cabello acariciándolo. Harry sintió una sensación de calor recorrerlo por la espalda. Sus manos recorrían la cintura y espalda de Hermione y luego por debajo de su camisa, recorriendo su piel. Ella dejó escapar un pequeño gemido mientras sus manos iban por el negro cabello de Harry. Él volvió a subir hasta llegar a sus labios nuevamente y la besó cálidamente. Ella le devolvió el beso y sus lenguas se volvieron a encontrar. Harry seguía recorriendo sus manos por debajo de la camisa de ella, acariciando su espalda, cintura y estómago.
Se acercaron lentamente al sillón en el que habían estado sentados y Harry recostó a Hermione en él con cuidado, mientras seguían besándose. Él cargó sus rodillas a cada lado del sillón, con Hermione entre ellas. Él recorrió el cuello de ella con sus manos y luego su nuca, para adentrarse en el frondoso cabello y recorrerlo. Se sentía la temperatura subiendo cada vez más y sus cuerpos pidiendo más, queriendo más. Harry le subió la camisa y comenzó a besarle su estómago. Ella parecía estar agitada, con sus manos aún en el cabello de Harry, pronto lo apartó bruscamente y ella se alejó quedando sentada en uno de los brazos de sillón. Pareció que un yunque golpeó la cabeza de Harry, volviendo a la realidad... no se había dado cuenta de las maravillosas cosas que habían pasado recientemente y miró desconcertadamente a Hermione. No sabía cómo había ocurrido ¡La había besado! ¡Cómo! ¡Estaba loco! Ahora debía atenerse a las consecuencias... podría perder su amistad para siempre. Un dolor como cuchillo le atravesó el pecho. No, no podía imaginarse la vida sin ella... no, no de esa manera ¿en qué diablos había estado pensado? Era un estúpido, un gran estúpido.
Se quedaron unos segundos así, respirando dificultosamente y mirándose fijamente el uno al otro sin saber qué decir. Pronto, Hermione rompió la conexión de sus ojos, desviando su vista hacia el sillón, aún apoyada incómodamente en el brazo de éste. Harry también miró a otro lado fijándose en el suelo, se había vuelto algo interesante... Se sentía demasiado mal... no sabía ni qué hacer ni qué decir... era ella, era Hermione ¡Demonios, demonios y más demonios!

- Er... -vaciló confusamente.
Hermione seguía con su rostro vuelto hacia el sillón pero lo miró de reojo, aún respirando con dificultad.

- ¿Ha... Harry? – musitó débilmente.
Harry no habló, simplemente se quedó mirándola con cara de asombro.

- ¿Qué paso...? – dijo ella entre un débil gemido.

- Yo... - comenzó a explicar Harry pero, pronto descubrió que en realidad no quería confesarle qué había pasado. Ni siquiera él estaba muy seguro pero si tenía que decirle algo tendría que decirle que... que él...

- ¿Por qué esto? – dijo mientras su respiración volvía a ser más rápida y se acomodaba pero quedando en el mismo lugar, como si tratara de alejarse de Harry.
Él, por su lado, se sentó en el sillón y siguió observando el piso con
un nudo increíblemente grueso y tirante en la garganta.
Silencio... eso era lo que se escuchaba aparte de las agitadas respiraciones de los jóvenes que seguían en el mismo estado de aturdimiento que antes.

- Fue... fue un mal entendido ¿cierto? – susurró Hermione con lágrimas en sus ojos.
Harry la miró dando su respiro al aire.

- Me temo... que... - suspiró y bajó la vista, sintiendo cómo sus mejillas aumentaban de temperatura.- No sé... qué me pasó, yo... yo... no sé que... pero... la cosa, bueno... - volvió a levantar la vista. – Lo siento...
Hermione simplemente se quedó mirándolo.

- ¿Esto es real? – preguntó.
Harry asintió con la cabeza y vio como Hermione se acercaba y le tomaba la mano haciendo que un sentimiento que ya conocía muy bien recorriera su cuerpo ¿Por qué hacía eso? ¿No estaba triste? Ella no lo quería... es decir, sí lo quería pero, no de aquella manera, no podía ser. No, se estaba pasando cuentos, debía ser porque sentía pena o... porque no quería que su amistad se acabara o... le iba a explicar que fue una simple reacción porque estaba triste o... quizá le iba a pedir una explicación a él. Su estómago se le revolvió al pensar esto ¿No le había dado una ya? Le extrañó no saber que iría a decirle cuando llevaba más de seis años conociéndola.
De pronto y sin que se lo esperara ella se abalanzó y lo abrazó como nunca lo había hecho antes. Oh, como le gustaba sentirla, saber que estaba feliz, por lo menos eso era lo que sentía. No supo cómo reaccionar hasta que también pasó sus brazos alrededor de su cintura y la abrazó sin saber por qué lo hacía, por qué pasaba esto después de lo ocurrido, como si hubiera sido algo maravilloso... Bueno, sí lo había sido pero ¿ella sentía lo mismo?

- Te quiero, Harry. – dijo ella.
¿Había escuchado bien o se había dormido? No, había escuchado bien pero, debía ser un gesto de cariño, de amistad, él también la quería... la amaba, más, estaba enamorado de ella, pero ella no podía saberlo.

- Yo también te quiero, 'Mione.
Ella se apartó y Harry descubrió lágrimas en todo su rostro.

- ¿Qué pasa?

- Nunca me dejes ¿sí?

- Te dije que nunca lo haría. – sonrió él, apartándole el pelo de la cara.

- Ya es muy tarde. Me voy a la cama. – anunció ella, levantándose y besándolo en la frente. – Mañana tenemos que hablar... por favor.
Harry asintió, sin saber qué decir mientras observaba cómo ella se alejaba sin dejar de mirarlo hasta voltearse y correr hacia el dormitorio de las chicas.
No supo cuánto tiempo se quedó contemplando la puerta por la que Hermione había desaparecido hasta que se sintió extraordinariamente cansado. Habían pasado demasiadas cosas ese día, como si hubieran pasado varios más... era demasiado carga. Mejor se iría a dormir y mañana hablaría con ella pero, ¿de qué quería hablar? "Cómo te haces esa pregunta ¿no es obvio?", pensó pero luego le vino otra duda ¿por qué quería hablar con él si ella no lo amaba? Ya se habían aclarado las cosas ¿no? Seguía como siempre... había sido un mal entendido... simplemente... ¿eso nada más? Entonces, ¿Por qué le devolvió el beso? Bueno... besos, en realidad era plural ¿Por qué siempre tenía tantas preguntas en su cabeza?
Sonrió sin saber realmente por qué y se levantó. Comenzó a caminar lentamente hacia las escaleras y las subió con el mismo paso flojo. Cuando atravesó la puerta la sala común volvió a quedar vacía pero la magia de la felicidad que dos personas habían irradiado inmensamente siguió flotando por el aire, alegremente.

Abrió los ojos, feliz. Había soñado algo maravilloso, un sueño increíble. Había besado a Hermione y ella lo había besado de vuelta y pronto besaba su cuello, su mejilla y ella lo disfrutaba... caían en el sillón y pronto se apartaba. Esa parte del sueño había sido muy angustiante, realmente incómoda, pero, sin siquiera esperárselo, ella lo abrazaba, diciendo que lo quería ¡Vaya sueño! Ojalá pudiera soñar para siempre si todos iban a ser así.
Se volvió para ver a Ron y contarle todo pero luego sintió que una piedra muy grande le golpeaba en la cabeza. De pronto recordó por qué, a pesar de todo, se sentía mal. No le podía contar nada a Ron pues... dadas las circunstancias... pequeños problemas y, por otro lado, él ni siquiera se encontraba en la cama, ésta estaba completamente hecha. Harry tuvo un extraño mal presentimiento que fue creciendo mientras se levantaba rápidamente y se vestía. Bajó las escaleras. La sala común tenía unas cuántas personas que ya se habían despertado y conversaban animadamente. Miró hacia todos lados pero no encontró ni a Ron ni a Hermione. Un calor le llenó cuando pensó en ella y meditó un poco... ¿eso había sido un sueño? Ya empezaba a enloquecer... debía encontrarlos, sobre todo a ella... Hermione.
Como no los vio en la sala común salió de ella y bajó al Gran Comedor, pensando que estarían desayunando. Tampoco estaban allí y se dirigió a la biblioteca, sin tener éxito. Recorrió gran parte del castillo (en realidad menos de la mitad, en recorrerlo se demoraría unos cuantos días) pero sin obtener ni pistas de ellos. Volvió desanimado al Gran Comedor y tomó desayuno en una esquina cuando sintió que una silla se corría y alguien se sentaba al frente suyo. Esperanzado, levantó la vista, pero se decepcionó al ver a una mujercita pelirroja y de ojos castaños. No es que fuera malo pero había esperado ver a Hermione. Ginny le caía muy bien.

- Buenos días, Harry. – saludó ella. - ¿Qué tal?

- Hola... - respondió. – Yo...
No podía decir que estaba bien porque, sinceramente no lo estaba. Tanta angustia lo estaba atrapando.

- ¿Harry? – preguntó Ginny, sacándolo de sus pensamientos. - ¿Estás bien?

- No, yo... ¿has visto a Hermione?

- Creo que la vi cerca del lago con Ron...

- ¿En verdad? – dijo Harry, levantándose.

- No vayas. – dijo Ginny seria.

- ¿Cómo?

- Que no te conviene ir, Harry. – advirtió. – Hablo en serio...

- ¿Qué quieres decir?

- Siéntate.

- Ginny... dime qué...

- Siéntate. – repitió ella.
Harry obedeció, no muy seguro de querer oír lo que Ginny le diría. Aunque tampoco sabía. Simplemente la miró con cara de desconcierto.

- Mira, – comenzó. – es mejor que no vayas. Ellos están... conversando.

- Discutiendo, mejor dicho. – interrumpió amargamente Harry. - ¿No es así?

- Ellos tienen que arreglar ciertos asuntos.

- ¿Cómo lo sabes?

- Bueno, Harry, – dijo ella. – el que pase algo desapercibida no quiere decir que sepa cosas. Ron me contó algo sobre lo que sentía por Hermione y luego supe que se le había declarado en la llegada a Hogwarts.

- ¿Él te lo dijo?

- No, simplemente bastaba verlo. – explicó. - ¿No crees que era obvio? La llevó aparte... se veía nervioso y ella quedó con la boca abierta. No tuve que hacerme demasiadas preguntas.
Harry se quedó en silencio. En realidad había sido demasiado obvio. La sangre le hirvió ¿Eran celos?
No tenía nada claro... lo de anoche ¿había sido un sueño? Pero... había sido tan real... al sentir el sabor de sus labios y su lengua, cálidos... afectuosos. Su estómago dio un vuelco inmenso al recordar todo eso. No sabía por qué había terminado todo así. De pronto ella le había dicho que era muy tarde... se había ido y él había quedado en un trance, sin creer lo que había pasado ¿cómo hubiera terminado? Él no se podía dominar, era increíble el fuego que sentía adentro, estaba a punto de explotar. Nunca había sentido aquello con nadie. Lo sabía, estaba seguro: la amaba. Pero ella ¿lo amaba a él? Sus ojos brillaban aquella noche, pero ¿había sido algo o simplemente lo había tomado por un affaire? Pero, es que... ¿por qué no habían aclarado las cosas esa noche? Las cosas se complicaban muy rápido ¿la discusión entre Ron y ella sería muy fuerte? ¡Nunca había experimentado tal cosa en su vida! ¡No sabía qué hacer!

- ¿Harry?

- ¿Ah, qué, sí? – respondió tontamente Harry saliendo de sus pensamientos.

- Bueno, esa es la cosa. – continuó Ginny. – No vayas afuera.
Siguió mirándola. No sabía qué decir.

- De acuerdo. – dijo al fin.

- Bien. – aprobó Ginny y procedió a tomar su desayuno.

Al pasar junto al vestíbulo, sintió el aire fresco proveniente de afuera y trató de captar a Ron y Hermione con una rápida mirada. No los divisó en ninguna parte. Miró alrededor para ver si Ginny se encontraba cerca pero descubrió que seguía desayunando y se encontraba ocupada entablándole conversación a Neville, de modo que aprovechó su oportunidad. Bajó las escaleras de mármol y atravesó el Vestíbulo. El viento golpeó su rostro y sacudió su negro cabello al momento que salía al exterior y buscaba con la vista alguna señal de ella... y él. La cabaña de Hagrid, el bosque prohibido, los terrenos, el lago. No vio nada. Decidió caminar un poco. Caminó por la explanada mirando la húmeda hierba bajo sus pies. No sabía con certeza qué pensaba. Tenía la mente en blanco pero recuerdos y pensamientos la llenaban, aunque no les respondía en absoluto. Ya estaba llegando a las orillas del lago cuando otra cosa hizo que olvidara todo lo que pensaba. Oía gritos. Más bien eran llantos. Buscó con sus ojos el lugar de dónde provenían y pronto vio más allá cabellos castaños tras un árbol. Hermione estaba allí. Su corazón pareció encenderse ¿tendría que ir? Sin decidirse se quedó parado, mirando mientras el viento lo golpeaba y sus manos aún en sus bolsillos, buscando calor. Su cabello no lo dejaba ver demasiado bien, mientras se sacudía hacia un lado pero, de pronto pudo apreciar una figura delgada que corría hacia el castillo y otra pelirroja y muy alta que trataba de seguirla pero se detenía en la mitad del trayecto, con sus manos cubriendo su cara. Hermione ya había entrado al castillo. En realidad, cuando quería, podía alcanzar velocidades increíbles. Harry no sabía si ir hacia ella o no, tenía riesgo de ser visto por Ron pero él no quitaba sus manos de su cara. Seguía lamentándose en medio de la explanada. No conseguiría otra oportunidad, tenía que ir ahora.
Corrió sigilosamente hacia el castillo, vigilando permanentemente a Ron con la mirada, por si se daba cuenta de su presencia, pero él se limitó a clavar su rostro en medio de sus manos y quedarse allí como si nunca volviera a dar un paso. Harry sentía ganas de acompañarlo, de decirle que no todo estaba mal, pero un deseo extraordinariamente fuerte se había apoderado de él: hallar a Hermione. No sabía qué le diría, que haría. Pero lo único que sabía es que quería encontrarla, abrazarla, besarla.
Entró en el castillo y el frío se acabó. Miró a todos lados, pero no encontró rastro de Hermione. Subió a toda prisa las escaleras y se dirigió a la sala común, quizá se encontraba en su habitación. Esto lo desanimó un poco. No podría subir a menos que hiciera el ridículo y cayera como lo había hecho Ron. No importaba, podría llamarla desde abajo o preguntarle a alguna chica. Ya no le importaba lo que dijeran los demás. Sólo ella.
Alcanzó el retrato de la Señora Gorda... quizá ella sabía si Hermione había entrado.

- ¿Contraseña? – preguntó en cuanto lo vio llegar.

- ¿Entró Hermione Granger a la torre? – dijo él sin hacer caso.
La Señora Gorda lo miró extrañada.

- Contraseña incorrecta.

- No, sólo quiero saber si Hermione Granger ha entrado aquí.

- No – contestó la Señora Gorda. – Llegó aquí, parecía alterada, pero pronto cambió de dirección.

- ¿Hacia dónde fue? – preguntó Harry.

- Hacia el baño de las chicas.

- Gracias – fue todo lo que dijo Harry y se echó a correr.
A lo lejos pudo observar la puerta del baño de las chicas, pero antes
de que pudiera haber tocado la puerta o hacer cualquier cosa se abrió la puerta y de ella salió Luna Lovegood de dieciséis años con un ejemplar de El Quisquilloso en su mano. Al verlo le sonrió con su expresión soñadora.

- ¡Hola!

- ¿No viste a Hermione adentro? – preguntó Harry al instante.

- No. – contestó ella serena, pero aún mirándolo con sus grandes ojos. – Yo estaba en el cubículo, pero oí a alguien que sollozaba entrar y que se metía en uno también. No sé si era ella.

- ¿Puedes revisar? – pidió Harry, aunque no sabía si era una buena idea. No creía que Hermione le contestaría a Luna, si es que estaba allí.

- Sí, claro – se dio media vuelta y entró en el baño.
Luego de unos minutos en los que la oyó llamar a Hermione salió del baño.

- Creo que es ella. – dijo pensativa. – Pero no me contestó ¿Por qué no entras tú? – sugirió.
Harry se quedó atónito.

- ¿Yo?

- Sí – afirmó. – No hay nadie.

- Pero... ¿qué tal si viene alguien?

- No creo que venga alguien – aseguró ella. – Yo puedo vigilar, aunque casi nadie viene a este baño.

- ¿Estás segura?

- Si viene alguien yo te aviso. – dijo sin contestar la pregunta de Harry. – Te voy a dar golpes en la puerta o algo así.
Harry no estaba muy convencido.

- De... de acuerdo. – cedió al fin. – Pero avísame...

- No te preocupes – dijo sonriente.
Harry puso una mano sobre la manilla y la giró. La puerta se abrió y, aún no muy seguro, entró.
Estaba seguro de que algo se había escuchado. Como susurros, pero cuando entró cesaron al instante. No estaba muy seguro de decir algo, pues no sabía con certeza si se trataba de Hermione. Si la llamaba podía ser que se equivocara... pero Luna había dicho que creía que era ella...
Miró los cubículos y se dio cuenta de que el último estaba cerrado. Los demás estaban semiabiertos. Se dirigió silenciosamente hacia él. Parecía que el silencio se había intensificado. Apegó una oreja a la puerta y pudo oír la respiración de alguien agitado.

- ¿Qué quieres ahora, Luna? – dijo casi gritando la voz de Hermione.
El corazón de Harry se encendió.

- Soy yo – fue todo lo que pudo decir.
Silencio.

- ¿Ha... Harry? – dijo confundida la voz de Hermione desde adentro.

- Sí.
Se oyó el cerrojo y la puerta comenzó a abrirse hasta que Harry vio a Hermione. Notó que había tratado de secarse las lágrimas rápidamente, pero sus ojos seguían inyectados en sangre.

- Pero... ¿qué...? – tartamudeó. – Harry... este es un baño de chicas.

- Tenía que encontrarte. – murmuró él.

- ¿A qué te refieres? – dijo la chica. – Yo he estado aquí todo el rato, pero ya volvía a la sala común...

- No es cierto – contradijo Harry.

- ¿Qué...?
De pronto se oyeron muchos golpes en la puerta y el alma de Harry se le vino a los pies ¿sería simplemente una broma?
La puerta se abrió y entró Luna.

- ¡Muchas chicas! – dijo alarmada.
Harry no pidió más datos y entró con Hermione en la cabina susurrando "¡Escóndete!" frenéticamente.

- ¿Harry? – musitó Hermione. - ¿Qué pasa? ¿No te dije que era un baño de...?

- ¡Ssshhh! – chistó Harry mientras ponía seguro a la cabina y se escuchaban muchas voces que se intensificaron al abrirse la puerta.